Autor: Víctor Luis Díaz Haces
Fuente: Piensaunpoco.comLos promotores y
voceros de la campaña de desprestigio con que viene siendo
atacada la Iglesia Católica en la prensa, el cine, la televisión,
etc. tienen ahora un nuevo argumento que esgrimir: La religión
produce asesinos fanáticos.
"La religión es un estadio anterior de la naturaleza. Éramos
religiosos cuando no podíamos ser otra cosa. Luego con la cultura
y la ciencia nos hemos vuelto laicos". Palabra de Umbral.
Cosas menos finas se pueden leer en la prensa de las últimas
semanas. Estas personas que se oponen a lo religioso parten
frecuentemente de posiciones humanistas. En una ética humanista,
Dios no puede ser el fin del hombre. El único fin del hombre es
el hombre mismo. Cualquier injerencia de lo divino es una alienación
que destruye la verdadera moral humana y frena el progreso
universal del hombre. Contra esto, incluso desde una posición
plenamente optimista de la naturaleza humana, esperar que con una
base exclusivamente humanista y material, eliminado Dios, se pueda
alcanzar la paz y justicia de la sociedad es bastante ilusorio.
Solo hay que remitirse a nuestra historia reciente.
Tener su finalidad en Dios no implica que el hombre deba olvidarse
de sí mismo ni que deje de buscar su bienestar.
Desde sus orígenes la religión Católica ha sido fuente de
progreso social: igualdad del hombre y de la mujer (sí, en
efecto, también de la mujer), dignidad del trabajo y del
trabajador, protección del débil. Fuente de progreso cultural:
creación de escuelas, universidades, centros de investigación
(también inter-religiosos, recordemos Toledo) y esto no sólo
ahora, sino en plena y oscura Edad Media.
Es cierto que la ética religiosa busca una finalidad fuera del
hombre, pero sólo podrá verse como una alienación si esa
finalidad, la relación con el Ser, se basa en meras exigencias,
el temor o la imposición. Sin embargo, sobre la base del amor, la
persona adquiere su máximo valor.
Es esto lo que puede echarse de menos en tantos países
musulmanes, donde recordemos que los cristianos son marginados,
relegados de la sociedad y donde a menudo viven amenazados de
muerte, pero eso no parece noticia para nuestros medios. El
martirio es algo trasnochado y no vende.