¿Qué es la Iglesia?
Fuente: Catholic.net
Autor: P. Fernando Pascual
Palestina, siglo I. Doce galileos acompañan a Jesús, un nazareno. Para ellos es
un profeta. Hace milagros, predica con fuego, acaricia a los niños, limpia la
conciencia del pecado.
Pasan los meses. Los fariseos rechazan a Jesús, lo persiguen y acosan con
denuedo.
Jesús va a Jerusalén. Después de una cena íntima, densa, llena de misterios, el
Maestro va a rezar al Huerto de los Olivos. Es arrestado, condenado a muerte,
crucificado. Uno de sus seguidores le ha traicionado. Los otros escapan, huyen
lejos.
Han pasado poco más de 50 días desde aquellos momentos dramáticos. Jesús ha
resucitado, se ha aparecido a las mujeres, a Simón Pedro, a otros discípulos.
Luego se elevó por encima de los cielos. En una casa de Jerusalén, de repente,
se oye un ruido intenso y baja el fuego. Llega el Espíritu Santo. Los apóstoles,
unidos a María, llenos de valor y de confianza, empiezan a difundir el mensaje
cristiano. Ha nacido la Iglesia.
Planeta tierra, primeros años del siglo XXI. Las estadísticas nos hablan de una
Iglesia grande, numerosa, presente en todas partes. Nos dicen que hay más de
1000 millones de católicos. Entre ellos, encontramos hombres y mujeres muy
distintos: apasionados como san Pedro, fieles y entusiastas como san Juan,
traidores como Judas...
¿Qué sabemos de la Iglesia? Podemos informarnos a partir de lo que nos dicen los
medios de comunicación. Algunos presentan una Iglesia en decadencia, una
institución que está “en peligro de extinción”.
Otros dejan hablar a los que critican a la Iglesia o al nuevo Papa, a los que
querrían una Iglesia a su medida, a los que desearían que las mujeres católicas
abortasen libremente... Otros sacan a la luz escándalos sin fin, como si la
Iglesia fuese la sociedad más corrompida del planeta.
Otros, de un modo casi obsesivo, señalan con el dedo algunas páginas de su
historia, no siempre estudiadas con justicia, para acusarla de enemiga de la
humanidad, de la ciencia y del progreso: nos hablan de la Iglesia de la
Inquisición, de la Iglesia que condenó a Galileo y que quemó a los herejes, de
la Iglesia que organizó cruzadas y que discriminó a las mujeres...
Si nos quedamos con estos datos, parecería que la Iglesia es una institución que
debería desaparecer pronto... ¿Es así la Iglesia? Preguntemos a los de dentro, a
los que la sirven, al próximo Papa, a los obispos, a los sacerdotes, a los
religiosos, a los millones de bautizados de los cinco continentes.
¿Qué es la Iglesia? Ellos nos dirán que es la continuación en la Tierra de la
acción salvadora de Cristo; que es el único camino para llegar, con certeza y
sin errores, a Dios Padre; que es una Madre y Maestra que enseña, con los
sacramentos, con la oración, con la vida cristiana, a vivir en plenitud cerca de
Dios; a amar, de corazón, al prójimo, incluso al enemigo.
Preguntemos a la historia: ¿qué es la Iglesia? Nació débil, pobre, en un rincón
del imperio romano. Pocos se dieron cuenta de su riqueza, de sus energías, de su
entusiasmo. En los primeros años, algunos poderosos quisieron aplastarla con la
fuerza. Cientos, miles de mártires morían con una sonrisa, con un canto, con una
esperanza.
Pronto empezaron las herejías, el engaño que divide y que separa a los
creyentes. No fueron pocos los que se alejaron, los que rompieron la unidad. Los
siglos siguieron adelante, y la Iglesia, cada vez más libre, pudo reunirse en
concilios para aclarar dudas, establecer criterios, promover el gran regalo del
Evangelio.
El resto de la historia es un sucederse de aventuras. Amor que lleva a la
santidad de los mártires, al servicio heroico de quienes ayudan al enfermo, a la
generosidad de los que sostienen a los pobres, las viudas y los huérfanos. Odio
que, fuera de ella, ha regado casi todos los rincones de la tierra con millones
de mártires. Traición que, dentro de ella, ha apartado a muchos de la unidad en
la fe, de la vida de amor, de la fidelidad al Papa y a los obispos.
Es una historia apasionante y dramática. Aun así, el estudio de los
acontecimientos y protagonistas principales no nos dice todo lo que es este gran
árbol que nació, humilde, en un rincón de Tierra Santa.
Si olvidamos la semilla no comprenderemos nada. Si dejamos a un lado a Cristo,
al Padre, al Espíritu Santo, la Iglesia se nos hará similar a otros grandes
movimientos culturales o religiosos que han tenido o tienen todavía su
importancia en la historia del planeta. Intuimos que, en Ella, hay mucho más.
Pero sólo lo descubriremos si, con un corazón sencillo, como la Virgen María,
como Pedro o Juan, nos acercamos de nuevo a Jesús y le preguntamos: Tú, ¿quién
eres? La respuesta nos dirá lo que es la Iglesia. Nos llevará a amarla con
sencillez, con alegría, como un regalo magnífico que nos viene del cielo, y que
nos permite caminar, seguros, de su mano, hacia la casa paterna.