¿Qué es el matrimonio?
¿Por qué no cabe hablar de matrimonio entre homosexuales?

Reflexiones sobre la esencia del matrimonio

El matrimonio establece la unión de vida entre un hombre y una mujer.

¿Es ésta una definición reductiva del matrimonio? ¿Por qué excluir la posibilidad de que se casen homosexuales?

El punto de partida fundamental es la realidad de que el matrimonio es una unión entre dos personas, que es posible gracias a la complementariedad de las mismas.

Podríamos decir que el ser humano existe en dos versiones: varón y mujer. No existe un ser humano neutro, que se modela sexualmente en alguna dirección cualquiera, sino que hay seres humanos varones y seres humanos mujeres desde su concepción: genéticamente varones y mujeres (de lo que se deriva que sean física, psíquica distintos). Con una igualdad radical en cuanto seres humanos que son, y con diferencias evidentes en cuanto sexuados: en cuanto varón y mujer.

Las diferencias fundamentales entre varón y mujer no son fruto de desarrollos culturales, sino que pertenecen a la realidad del ser humano. Ser madre por ejemplo no es un esteriotipo cultural: es algo que sólo las mujeres pueden ser. Un hombre no puede ser madre: no puede concebir, no puede desarrollar en su seno la vida concebida, no puede amamantar a su hijo. El hombre sólo puede ser padre, no madre. La relación de un hijo con su madre, es distinta que su relación con su padre: él no lo tuvo en su seno durante nueve meses, ni lo amamantó, por eso jamás podrá tener una relación materno- filial con su hijo: es imposible.

Las diferencias entre varón y mujer los hacen complementarios. Una complementariedad física y psicológica que llega a ser fecunda: precisamente se orienta al origen de la vida. Esa es la razón más radical de las diferencias sexuales entre el varón y la mujer.

Y precisamente en base y gracias a esa complementariedad, existe el matrimonio: la comunión de vida y amor entre dos personas complementarias que pueden unirse precisamente en función de su complementariedad.

Resulta evidente que dos personas no complementarias no pueden complementarse. Dos hombres no son complementarios entre sí, dos mujeres tampoco. Podrán establecer algunos tipos de unión entre ellos, pero no una que exija la complementariedad. Y esto va más allá de la orientación sexual de una persona.

Tampoco se puede realizar esta unión tan particular del matrimonio entre tres o más personas, porque la complementariedad del matrimonio exige exclusividad: es una complementariedad que sólo se da a uno con una.

Por lo mismo, no es posible matrimonio entre abuelos y nietas, ni entre padres e hijos, ni entre tíos y sobrinas. Y no son motivos culturales los que provocan el rechazo que sentimos hacia este tipo de uniones que llamamos incestuosas. Los lazos familiares próximos impiden la complementariedad que requiere el matrimonio.

Algunas personas -pocas en el contexto de la sociedad: menos del 2%- tienen problemas de identidad sexual. Este hecho no justifica dividir a la humanidad entre personas heterosexuales y homosexuales, como si fueran dos categorías de seres humanos. No puede hablarse de matrimonio heterosexual, como alternativo a un matrimonio homosexual, porque el matrimonio exige por definición la heterosexualidad, que es la condición de ser varón y ser mujer a secas, sin problemas de identidad.

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Esto no tiene nada que ver con la discriminación, ni con la libertad. Dos homosexuales pueden establecer entre ellos la relación que quieran, pero eso no es un matrimonio. No estamos hablando de libertades: los homosexuales pueden llevar el tipo de vida que quieran, eso es su vida privada.

Este tema no tiene nada que ver con los derechos, ya que no tiene sentido hablar de derecho a cambiar la realidad de las cosas (cuando la inmensa mayoría de los casados no quieren que les cambien eso que viven). En todo caso se trataría del derecho de los casados a que se respete su institución, sin pretender alterar la relación que han establecido con el matrimonio.

Pero lo que es distinto es distinto.

La relación que existe entre mis padres no es la misma que la existente entre dos homosexuales. Es distinta, y no sólo porque han tenido diez hijos. Esto es obvio.

Una rueda de camión no encaja en un auto, por más que me empeñe en colocarla. Y al revés, sucede lo mismo. Son realidades distintas.