Autor: P. Antonio
Rivero, L.C
Fuente: Libro Jesucristo.
¿Qué dijo Jesús de sí mismo?
"Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; nadie viene al Padre sino por mí" (Jn 14, 6)
1. Jesús: Yo soy.
(Jn 8,24; Jn 8,28); 8, 58; Jn 13,19): significa existencia, identidad,
autenticidad, veracidad, unidad, coherencia. Detrás de esa definición se
esconde esta gran verdad: Jesús es la Existencia que da la existencia y
consistencia a todo lo demás. Quien se une a Jesús, quien lo sigue, quien
trata de imitarlo será una persona que viva en la verdad, autenticidad,
identidad consigo mismo. Y evitará la duplicidad, la doblez de vida, las
fisuras, los resquebrajamientos, la esquizofrenia.
2. Yo soy el Camino. (Jn 14,6): camino para ir al
Padre, camino para entender al Padre, camino para entender la verdad profunda
del hombre, camino para la realización humana, camino para la solución a todos
los problemas socioeconómicos y culturales. Quien se aparta de este Camino se
perderá, tropezará, se desviará y no llegará nunca al puerto de la salvación y
de la felicidad eterna. Quien sigue este Camino, que a veces es arduo y
empinado, llegará, aunque llegue cansado, sin fuerzas y arrastrándose. Él es
el Camino y el gozo al fin del camino, pues nos está esperando al final con
los brazos abiertos.
3. Yo soy la Verdad. (Jn 14,6): Ha venido a traer la
Verdad de Dios, la Verdad del mundo, la Verdad del hombre, la Verdad de las
cosas materiales, la Verdad del sufrimiento, la Verdad de la muerte, la Verdad
del más allá. Quien se aparta de esta Verdad, caerá en el error, en la
mentira, en la incoherencia, en la inautenticidad. Quien sigue a esta Verdad,
la ama, la vive, la defiende, podrá sentirse libre, pues "la verdad os hará
libres".
4. Yo soy la Vida. (Jn 11, 25 y 14,6): Ha venido a
traer la vida divina, de la que Él disfrutaba al lado del Padre. Y esa vida
divina nos viene a través de los sacramentos y de la oración. Quien no se
acerca a Jesús experimentará tarde o temprano los síntomas de la muerte. Quien
sigue a Jesús, que es Vida, no morirá jamás, sino que vivirá eternamente. Es
promesa de Jesús. Y Él cumple, porque es la Verdad.
5. Yo soy la Resurrección. (Jn 11,25): Así como Él resucitó, así
también nosotros, si creemos en Él, si lo seguimos, si lo amamos,
resucitaremos. Y resucitaremos con nuestros mismos cuerpos. Y estos cuerpos se
unirán a nuestras almas inmortales, para nunca más morir. Y unidos cuerpo y
alma se formará, una vez más, nuestra persona, ya gloriosa y transfigurada,
cuyo único objetivo será alabar, amar y servir a Dios en esos cielos nuevos.
6. Yo soy la Luz del mundo. (Jn 8,12): Antes de su
venida, una espesa oscuridad se cernía sobre el mundo y Él vino a traer la Luz
del cielo, donde todo es transparencia, luminosidad, claridad. Quien sigue a
Jesús no tropezará ni caerá, porque Él ilumina nuestro sendero. Quien sigue a
Jesús no tendrá frío, porque su luz es calor para el alma.
7. Yo soy el Buen Pastor. (Jn 10, 11): Hay tres tipos
de pastores: el bueno, el malo y el mercenario. El pastor mercenario es
asalariado, no busca el bien de las ovejas, sino que se sirve de las ovejas
para su propio provecho; no ama a las ovejas, ama el oro que le pagan por
cuidarlas. El pastor malo es el ladrón que salta la valla para robar. Y el
Buen Pastor es el que da la vida por sus ovejas; es Cristo. Y será Buen Pastor
quien se configura con el único Pastor y está dispuesto a dar la vida por las
ovejas. ¿Qué hacer ante estos tres tipos de pastores? Debemos reconocer al
Buen Pastor para amarlo, respetarlo, obedecerle; al mercenario hay que
tolerarlo31;
al ladrón, evitarlo, porque si no lo evitamos, nos roba el alma.32<
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8. Yo soy la Puerta de la ovejas. (Jn 10,7 y 9): puerta por
la que se entra y se sale y por la que entran tanto las ovejas como los
pastores, aunque no todos los pastores, sino sólo los verdaderos. Significa
que Él es la Puerta de la Vida y el Camino de la Redención. Es el único
mediador entre Dios y los hombres. Es la Puerta para entrar en la Casa del
Padre. Es la Puerta para entrar en el Banquete celestial. Es la Puerta para
entrar en la Vida eterna y feliz. Otras puertas conducen tal vez al vacío, a
la violencia, a la nada, a la muerte. Quien es pastor lo único que debe hacer
es hacer que sus ovejas pasen por esta Puerta que es Jesús. Quien es oveja lo
único que debe hacer es hacer caso al Buen Pastor y a los pastores que le
representan y entrar por esa Puerta, desoyendo la voz de los ladrones que
saltan la tapia, porque quieren matar y robar. Y entrando, tendrán vida y vida
en abundancia.
9. Yo soy el Pan de la vida. (Jn 6, 35 y 48): ¡Qué atrevimiento! Darse
Él como Comida, en cuerpo y sangre, alma y divinidad. ¡Nadie habló como Él!
Pan porque es el elemente más sencillo, lo que nunca falta en la mesa de los
pobres. Pan porque se puede partir, compartir y repartir. Pan que pide ansia
interior de esa comida espiritual y corazón limpio. Pan que nutre al débil,
que consuela al triste. Pan que se hace uno con nosotros; o, mejor, nosotros
nos hacemos uno con ese Pan y podemos entrar en intimidad y unión tal, que
nadie podrá separarnos. Eso es la Comunión, la común unión con Jesús,
verdadero Dios y verdadero hombre.
10. Yo soy la Vid verdadera. (Jn 15, 1): La Vid es la que da savia y
alimento y fruto a los sarmientos. Los sarmientos somos nosotros. Sólo quien
está unido a esa Vid tendrá vida y no se secará. Quien no está unido a esa
Vid, se seca, se corta, se arroja fuera y se quema. ¿Para qué sirve, si no?
¿Queremos dar frutos en la vida personal, en la vida familiar, en la vida
social? Unámo nos a esta Vid. E injertemos a esta Vid a esos sarmientos que
tal vez se desgajaron o se dejaron desgajar, consciente o inconscientemente.
11. Yo soy Rey. (Jn 18, 37): No un rey temporal, político, social que
subyuga, esclaviza a sus súbditos. Más bien, es un Rey pobre, pobre
materialmente, pero rico espiritualmente; es un Rey entregado a la Causa
encomendada por el Padre; es un Rey humilde, pero consciente de su Realeza. Es
un Rey que sirve, sale de palacio para caminar por nuestros caminos
polvorientos y ver las necesidades de cada uno de sus súbditos y así poner
soluciones. Nuestro Rey sufre nuestras miserias y dolores y los comparte. Es
un Rey especial, porque tiene como trono, la cruz; como cetro, la verdad; como
ley, el amor y el perdón; como vestidura, la humildad y la pureza; como
corona, una de espinas labrada con todos los pecados nuestros.
Su Reinado son las naciones, las familias, cada corazón, donde Él quiere
reinar, si le dejamos. No quiere que nadie quede fuera de su Imperio de amor y
de paz.
Este Rey pide súbditos fieles y felices de enarbolar su bandera, de servirle,
de transmitir su ley y su mensaje. Estos súbditos fieles no cambian este Rey
Jesús ni por el rey de copas, que sería el rey-placer, ni por el rey de oros,
el rey-dinero, ni por el rey de bastos o de espada, el rey-violencia. Dicen
"Viva Cristo Rey" con los labios y con la vida. No quiere ni súbditos infieles
ni cobardes o mediocres, que viven éstos últimos en el ejército de Cristo,
pero no luchan, no trabajan, no se esfuerzan, por seguir la ley del mínimo
esfuerzo, de la queja continua, del sabotaje y de la mentira.
21. Serían todos los que fueron pastores, pero se dejaron atrapar por la herejía, tergiversan a Cristo, no lo reconocen como Único Salvador, lo falsifican, lo deforman, lo aguan. Entran al aprisco para robar y atrapar a esas ovejas y llevárselas a su redil.
22. Serían todos los que fueron pastores, pero se dejaron atrapar por la herejía, tergiversan a Cristo, no lo reconocen como Único Salvador, lo falsifican, lo deforman, lo aguan. Entran al aprisco para robar y atrapar a esas ovejas y llevárselas a su redil.
1. Jesús: Yo soy.
(Jn 8,24; Jn 8,28); 8, 58; Jn 13,19): significa existencia, identidad,
autenticidad, veracidad, unidad, coherencia. Detrás de esa definición se
esconde esta gran verdad: Jesús es la Existencia que da la existencia y
consistencia a todo lo demás. Quien se une a Jesús, quien lo sigue, quien
trata de imitarlo será una persona que viva en la verdad, autenticidad,
identidad consigo mismo. Y evitará la duplicidad, la doblez de vida, las
fisuras, los resquebrajamientos, la esquizofrenia.
2. Yo soy el Camino. (Jn 14,6): camino para ir
al Padre, camino para entender al Padre, camino para entender la verdad
profunda del hombre, camino para la realización humana, camino para la
solución a todos los problemas socioeconómicos y culturales. Quien se aparta
de este Camino se perderá, tropezará, se desviará y no llegará nunca al puerto
de la salvación y de la felicidad eterna. Quien sigue este Camino, que a veces
es arduo y empinado, llegará, aunque llegue cansado, sin fuerzas y
arrastrándose. Él es el Camino y el gozo al fin del camino, pues nos está
esperando al final con los brazos abiertos.
3. Yo soy la Verdad. (Jn 14,6): Ha venido a
traer la Verdad de Dios, la Verdad del mundo, la Verdad del hombre, la Verdad
de las cosas materiales, la Verdad del sufrimiento, la Verdad de la muerte, la
Verdad del más allá. Quien se aparta de esta Verdad, caerá en el error, en la
mentira, en la incoherencia, en la inautenticidad. Quien sigue a esta Verdad,
la ama, la vive, la defiende, podrá sentirse libre, pues "la verdad os hará
libres".
4. Yo soy la Vida. (Jn 11, 25 y 14,6): Ha
venido a traer la vida divina, de la que Él disfrutaba al lado del Padre. Y
esa vida divina nos viene a través de los sacramentos y de la oración. Quien
no se acerca a Jesús experimentará tarde o temprano los síntomas de la muerte.
Quien sigue a Jesús, que es Vida, no morirá jamás, sino que vivirá
eternamente. Es promesa de Jesús. Y Él cumple, porque es la Verdad.
5. Yo soy la Resurrección. (Jn 11,25): Así como
Él resucitó, así también nosotros, si creemos en Él, si lo seguimos, si lo
amamos, resucitaremos. Y resucitaremos con nuestros mismos cuerpos. Y estos
cuerpos se unirán a nuestras almas inmortales, para nunca más morir. Y unidos
cuerpo y alma se formará, una vez más, nuestra persona, ya gloriosa y
transfigurada, cuyo único objetivo será alabar, amar y servir a Dios en esos
cielos nuevos.
6. Yo soy la Luz del mundo. (Jn 8,12): Antes de
su venida, una espesa oscuridad se cernía sob re el mundo y Él vino a traer la
Luz del cielo, donde todo es transparencia, luminosidad, claridad. Quien sigue
a Jesús no tropezará ni caerá, porque Él ilumina nuestro sendero. Quien sigue
a Jesús no tendrá frío, porque su luz es calor para el alma.
7. Yo soy el Buen Pastor. (Jn 10, 11): Hay tres
tipos de pastores: el bueno, el malo y el mercenario. El pastor mercenario es
asalariado, no busca el bien de las ovejas, sino que se sirve de las ovejas
para su propio provecho; no ama a las ovejas, ama el oro que le pagan por
cuidarlas. El pastor malo es el ladrón que salta la valla para robar. Y el
Buen Pastor es el que da la vida por sus ovejas; es Cristo. Y será Buen Pastor
quien se configura con el único Pastor y está dispuesto a dar la vida por las
ovejas. ¿Qué hacer ante estos tres tipos de pastores? Debemos reconocer al
Buen Pastor para amarlo, respetarlo, obedecerle; al mercenario hay que
tolerarlo31;
al ladrón, evitarlo, porque si no lo evitamos, nos roba el alma.32
8. Yo soy la Puerta de la ovejas. (Jn 10,7 y
9): puerta por la que se entra y se sale y por la que entran tanto las ovejas
como los pastores, aunque no todos los pastores, sino sólo los verdaderos.
Significa que Él es la Puerta de la Vida y el Camino de la Redención. Es el
único mediador entre Dios y los hombres. Es la Puerta para entrar en la Casa
del Padre. Es la Puerta para entrar en el Banquete celestial. Es la Puerta
para entrar en la Vida eterna y feliz. Otras puertas conducen tal vez al
vacío, a la violencia, a la nada, a la muerte. Quien es pastor lo único que
debe hacer es hacer que sus ovejas pasen por esta Puerta que es Jesús. Quien
es oveja lo único que debe hacer es hacer caso al Buen Pastor y a los pastores
que le representan y entrar por esa Puerta, desoyendo la voz de los ladrones
que saltan la tapia, porque quieren matar y robar. Y entrando, tendrán vida y
vida en abundancia.
9. Yo soy el Pan de la vida. (Jn 6, 35 y 48):
¡Qué atrevimiento! Darse Él como Comida, en cuerpo y sangre, alma y divinidad.
¡Nadie habló como Él! Pan porque es el elemente más sencillo, lo que nunca
falta en la mesa de los pobres. Pan porque se puede partir, compartir y
repartir. Pan que pide ansia interior de esa comida espiritual y corazón
limpio. Pan que nutre al débil, que consuela al triste. Pan que se hace uno
con nosotros; o, mejor, nosotros nos hacemos uno con ese Pan y podemos entrar
en intimidad y unión tal, que nadie podrá separarnos. Eso es la Comunión, la
común unión con Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre.
10. Yo soy la Vid verdadera. (Jn 15, 1): La Vid
es la que da savia y alimento y fruto a los sarmientos. Los sarmiento s somos
nosotros. Sólo quien está unido a esa Vid tendrá vida y no se secará. Quien no
está unido a esa Vid, se seca, se corta, se arroja fuera y se quema. ¿Para qué
sirve, si no? ¿Queremos dar frutos en la vida personal, en la vida familiar,
en la vida social? Unámonos a esta Vid. E injertemos a esta Vid a esos
sarmientos que tal vez se desgajaron o se dejaron desgajar, consciente o
inconscientemente.
11. Yo soy Rey. (Jn 18, 37): No un rey
temporal, político, social que subyuga, esclaviza a sus súbditos. Más bien, es
un Rey pobre, pobre materialmente, pero rico espiritualmente; es un Rey
entregado a la Causa encomendada por el Padre; es un Rey humilde, pero
consciente de su Realeza. Es un Rey que sirve, sale de palacio para caminar
por nuestros caminos polvorientos y ver las necesidades de cada uno de sus
súbditos y así poner soluciones. Nuestro Rey sufre nuestras miserias y dolores
y los comparte. Es un Rey especial, porque tiene como trono, la cruz; como
cetro, l a verdad; como ley, el amor y el perdón; como vestidura, la humildad
y la pureza; como corona, una de espinas labrada con todos los pecados
nuestros.
Su Reinado son las naciones, las familias, cada
corazón, donde Él quiere reinar, si le dejamos. No quiere que nadie quede
fuera de su Imperio de amor y de paz.
Este Rey pide súbditos fieles y felices de enarbolar
su bandera, de servirle, de transmitir su ley y su mensaje. Estos súbditos
fieles no cambian este Rey Jesús ni por el rey de copas, que sería el
rey-placer, ni por el rey de oros, el rey-dinero, ni por el rey de bastos o de
espada, el rey-violencia. Dicen "Viva Cristo Rey" con los labios y con la
vida. No quiere ni súbditos infieles ni cobardes o mediocres, que viven éstos
últimos en el ejército de Cristo, pero no luchan, no trabajan, no se
esfuerzan, por seguir la ley del mínimo esfuerzo, de la queja continua, del
sabotaje y de la mentira.
Verdad es que algunos predican el Evangelio no con recta intención sino por torpe lucro, pero al menos el nombre de Jesucristo es anunciado (cf Fil 1, 15-18); aunque su corazón esté partido y aunque en el fondo sean estériles, el nombre de Jesús es predicado. De éstos se nos dice que hagamos lo que dicen pero no lo que hacen (cf Mt 23, 3). Dios sabe escribir derecho aun con líneas torcidas.
Serían todos los que fueron pastores, pero se dejaron atrapar por la herejía, tergiversan a Cristo, no lo reconocen como Único Salvador, lo falsifican, lo deforman, lo aguan. Entran al aprisco para robar y atrapar a esas ovejas y llevárselas a su redil.
22. Serían todos los que fueron pastores, pero se dejaron atrapar por la herejía, tergiversan a Cristo, no lo reconocen como Único Salvador, lo falsifican, lo deforman, lo aguan. Entran al aprisco para robar y atrapar a esas ovejas y llevárselas a su redil.