Leandro Sequeiros

Teilhard de Chardin:

hombre de ciencia, hombre de fe

Leandro Sequeiros es profesor de la Facultad de Teología de Granada y Director del Grupo Local del Instituto METANEXUS para la Ciencia y la Religión. Estuvo en Las Palmas para tener la conferencia que presentamos.

El día 10 de abril se cumplieron 50 años de la muerte de Teilhard de Chardin en la casa de los jesuitas de Nueva York. Ese día era Domingo de Resurrección. Teilhard, geólogo, paleontólogo, pensador, teólogo, y místico, fue (y sigue siendo) uno de los hombres más discutidos del siglo XX. Fue un hombre de Ciencia y un hombre de fe. Desde la ciencia, desde la geología, la paleontología, la paleoantropología, descubrió nuevas dimensiones de la fe. Y desde la fe, iluminó muchas de las fronteras de la Ciencia.

La figura de Teilhard de Chardin fue, desde el principio, muy contestada por algunos y mirada con recelo por parte de sectores oficiales de la Iglesia. Pese a su brillante tesis doctoral defendida en 1922, en 1923 Teilhard fue "destinado" por sus superiores a China; en 1925, estando ya en China, el padre Provincial le ordena que deje de figurar como profesor del Instituto Católico de París. En 1927, Roma le niega el imprimatur a El Medio Divino (escrito en Tiensin entre noviembre de 1926 y marzo de 1927; no será publicado hasta 1957, y en castellano en 1958). En 1927, el padre General de la Compañía le ordena que renuncie a toda actividad en París. En 1938, se le prohíbe publicar La energía Humana (escrita en 1937 y que no se publicará hasta 1962 y en castellano en 1963). En abril de 1941, Teilhard remite a Roma para la censura su segundo libro: El Fenómeno Humano (escrito en 1940 y no publicado hasta 1955 y en castellano en 1963). El 6 de agosto de 1944 (tres años más tarde) se entera de que este manuscrito ha sido rechazado por la censura. En septiembre de 1947, es invitado a no escribir y menos aún publicar nada de filosofía. En 1948 se le prohíbe que se presente a la Cátedra que le ofrecen en París para suceder a su maestro, Marcellin Boule. En junio de 1950, la censura rechaza su tercer libro, El Grupo Zoológico Humano, (escrito en 1949, y que no se publicará hasta 1956 y en castellano en 1957). Ese mismo año 1950, se le prohíbe asistir al Congreso Internacional de Paleontología. Hasta su muerte solo pudo publicar sin problema, la extensa obra científica. Sus otros escritos circulaban a multicopista de forma clandestina. Incluso después de su muerte, continuó teniendo problemas. Muy pronto, el 6 de diciembre de 1957 un decreto del Santo Oficio de 6 de diciembre de 1957 ordena que sus obras sean retiradas de las bibliotecas de los Seminarios y de las Instituciones Religiosas; no podrán estar a la venta en las librerías católicas ni ser traducidas a otras lenguas. En 30 de junio de 1962, la Congregación del Santo Oficio da a conocer un Monitum en donde se pone en guardia sobre sus ideas que pueden ser un "peligro" para las mentes de los jóvenes[1]. Apunta a que en Teilhard hay "ambigüedades" y "graves errores" en materia filosófica y teológica.

En 1981, con ocasión del centenario de su nacimiento, en el Instituto Católico de París tuvo lugar un acto académico en su honor. El cardenal Agostino Casaroli envió a monseñor Paul Poupard, en nombre del Papa, una carta elogiosa de la personalidad de Teilhard, haciendo reservas respecto a algunas expresiones conceptuales. La prensa interpretó que la Santa Sede revisaba su anterior toma de postura, pero un rápido comunicado de la Santa Sede de julio de ese año insistía en que la carta del Cardenal Casaroli manifestaba reparos serios a algunas ideas teilhardianas que la prensa había

En esta conferencia voy a intentar desarrollar tres cuestiones:

1) Las experiencias radicales de Teilhard, grandes experiencias vitales que marcarán su futuro como pensador.

2) La "Génesis de un pensamiento": cómo fue madurando a lo largo de su vida la gran intuición inicial.

3) Puntos más esenciales de la gran síntesis teilhardiana: la Evolución en su sentido espiritual y convergente. Teilhard dejó inconcluso el hilo de sus pensamientos por la súbita muerte. ¿Cuál fue el legado de su pensamiento?

 

1) Las experiencias radicales de Pierre Teilhard de Chardin

En este marco general biográfico vamos a situar sus experiencias radicales, aquellas experiencias que modelarán su personalidad y su pensamiento filosófico, teológico, poético y místico. Desde mi punto de vista, hubo cuatro experiencias radicales en la vida de Teilhard de Chardin que configuraron lo que llegó a ser:

1) La propia familia y las experiencias de infancia

2) La experiencia de ser científico en la Compañía de Jesús

3) La experiencia radical de la guerra europea

4) La experiencia de sumergirse en China, en el mundo cultural chino, en la ciencia china (durante 25 años), cuando se abría a occidente.

 

1) La propia familia y las experiencias de infancia

Marie-Joseph Pierre Teilhard de Chardin nace el 1 de mayo 1881 en la casa solariega de la familia en Sarcenat, cerca de Orcines (Puy-de-Dôme). Era el cuarto de los hijos de Emmanuel Teilhard de Chardin y Berthe-Adèle de Dompierre d´Hornoy. Una familia muy religiosa y bien establecida. Muy explícita es su confesión en Como yo creo, 1934, (publicado en 1970, páginas 105-106): "La originalidad de mi creencia consiste en esto: que arraiga en dos dimensiones de la vida, consideradas habitualmente como antagónicas. Por mi educación y formación intelectual, pertenezco a los "hijos del cielo", pero por mi carácter y mis estudios profesionales soy un "hijo de la Tierra".(…) Al término de mi experiencia, después de treinta años consagrados a la búsqueda de la unidad interior, tengo la impresión de que se ha realizado de modo natural, una síntesis entre las dos corrientes que tiran de mí: la una no ha ahogado a la otra. Hoy creo, probablemente, más que nunca en Dios, y al propio tiempo, más que nunca, en el mundo".

Este doble impulso hacia Dios y hacia los humanos, hacia lo material y hacia lo espiritual, hacia lo trascendente y lo inmanente, hacia lo físico y lo metafísico le acompañará siempre. Y su síntesis es un intento de armonización entre ambas tendencias. De alguna manera, todo lo material, lo humano, lo inmanente, lo terreno está apuntando, creciendo, evolucionando hacia lo espiritual, lo ultrahumano, lo sobrenatural, lo metafísico, lo teológico, lo divino…Esa fue una de sus primeras intuiciones.

2) La experiencia radical de ser científico en la Compañía de Jesús

La segunda de las experiencias radicales que construyen su pensamiento es la experiencia de ser un jesuita científico, aspectos que para Teilhard se complementan y enriquecen. La Compañía de Jesús siempre se ha distinguido por su atención y su sensibilidad hacia el mundo de las Ciencias de la Naturaleza. Quién no recuerda la pléyade de físicos, matemáticos y naturalistas que pasaron por el Colegio Romano. Teilhard forma parte de ese grupo que intentaba desarrollar su misión como jesuita con una presencia en el mundo de las ciencias,

Teilhard de Chardin es ordenado sacerdote con 30 años, el 24 de agosto de 1911. En 1912 finaliza sus estudios de Teología en Hasting (Inglaterra). Pero la vocación científica de Teilhard estaba muy clara y había ido madurando a lo largo de estos años. Su inclinación hacia el mundo de las ciencias y su capacidad demostrada hacia el mundo de las ciencias de la Tierra y especialmente a la paleontología y a la paleoantropología facilitaron que sus superiores jesuitas autorizaran a Teilhard para que pudiera dedicarse al cultivo de las ciencias Establecido en París, Teilhard toma contacto desde 1912 con el mundo científico. Por medio de sus compañeros jesuitas, entra en contacto con el Dr. Marcellin Boule, profesor de paleontología en el Museo de Historia Natural de París. Boule era por entonces una autoridad indiscutible en el mundo de la geología y de la prehistoria y los fósiles humanos. Teilhard tuvo la suerte de poder pasar dos años (1912-1914) con él en el Instituto de Paleontología humana, incorporado al Museo de Historia Natural de París. En estos años, decisivos para su formación científica, entre 1912 y 1915, Teilhard siguió algunos cursos de geología en el Instituto Católico de París. En esta prestigiosa institución, Teilhard se siente feliz y se dedica, entre otras cosas, y por indicación de Boule, a estudiar los restos fósiles de mamíferos terciarios incluidos en las fosforitas de Quercy.

La segunda etapa de su formación científica discurre tras el paréntesis de la Guerra Europea (1914-1919). En 1919, finalizada la contienda, Teilhard vuelve a París. Sus superiores deciden que se dedique a las ciencias de la Tierra y cursa la carrera de Ciencias Naturales. Desde la Pascua de 1920, Teilhard se entrega seriamente a su tesis doctoral sobre los mamíferos fósiles del Eoceno inferior de Francia. La tesis fue presentada el 5 de julio de 1921 y defendida con éxito en 1922, con el título de Los Mamíferos del Eoceno inferior francés y sus yacimientos. Teilhard empieza en 1922 a trabajar en el Instituto Católico de París como ayudante de Paleontología. Ante él se abría un amplio horizonte como científico, geólogo, paleontólogo, sacerdote y jesuita.

[1] Este Monitum puede encontrarse en L´Observatore Romano (1962), nº 148 (31.022), sábado 30 julio, pág. 1 ss. Más datos en: Roger GARAUDY (1970) Perspectivas del hombre. Editorial Fontanella, Barcelona. 217 ss.; Sebastián BARTINA (1963) Hacia los orígenes del hombre. Garriga, Barcelona, Apéndice documental; Alberto MAKINISTIAN (2004) Desarrollo histórico de las ideas y teorías evolucionistas. Aleph, Universidad de Zaragoza.

 

3) La experiencia radical de la guerra europea (1914-1916)

Vayamos un poco hacia atrás en el tiempo. Habíamos dejado a Teilhard en París formándose con Boule y Breuil en Geología y paleontología humanas. En 1914 estalla la guerra europea. Teilhard es movilizado y destinado como camillero en el 21 regimiento mixto de zuavos y tiradores en los frentes franceses. Su servicio militar se prolonga entre 1915 y 1918. La atmósfera de las trincheras significan para él un "bautismo de lo Real" (según sus biógrafos). Según éstos, el contacto con la crueldad de la guerra hizo que desde 1916 (con 35 años) se produjera el llamado "despertar del genio teilhardiano". Sus vivencias están reflejadas magistralmente en su Diario (que no está traducido al castellano). Los primeros meses, narra los acontecimientos de la guerra. Pero a partir de enero de 1916, su Diario toma un nuevo sesgo: ya no le interesan tanto sus avatares como camillero en la guerra, sino que se extiende en temas filosóficos y teológicos: la materia divina, el sacrificio, la energía apasionada, la unión con el todo, la divinización y la acción creadora de Dios. Este texto es muy expresivo:

"El mundo no será jamás suficientemente vasto, Ni la humanidad suficientemente fuerte, Para ser dignos de Aquél que los ha creado y se ha encarnado. Es preciso ir al cielo con todo el gusto de la Tierra" (Frente del Marne, 1917)

4) La experiencia de sumergirse en China

Ya hemos citado que Teilhard comienza a trabajar en el Instituto Católico de París en 1922 como ayudante. Pero su trabajo en Europa se va a ver interrumpido muy pronto. Este mismo año de 1922, otro jesuita, el padre Émile Licent (1876-1952) pone la primera piedra en la ciudad china de Tientsin del edificio destinado a ser el museo Hoang-ho-Paiho. Licent, al entrar en la Compañía de Jesús acariciaba la idea de fundar en tierra de infieles un centro de irradiación científica y cristiana. Licent llegó a China en 1914 y comenzó su tarea con medios muy escasos. El estudio de los fósiles de mamíferos de Chukutien (una cueva a medio camino entre Tientsin y Pekín) era tentador para Licent. Para poder estudiar mejor estos restos fósiles, se puso en contacto con Marcellin Boule. Éste le puso en contacto con Teilhard. El Museo de París financiaría la campaña y Teilhard se podría incorporar al proyecto en China.

El día 6 de abril de 1923, Teilhard se embarca en Marsella y el 23 llega a Tientsin. Se inicia así lo que Cuénot (1967) denomina "La experiencia China". China, ese continente 19 veces España. Son los años de la exploración de los Ordos en Mongolia en 1923, del desierto de Gobi en 1924, de Chuchutien, y la etapa de las grandes expediciones internacionales (como la del Crucero Amarillo) entre 1926 y 1936. Teilhard, pronto se introduce en los "medios seculares chinos" (lo que motiva enfrentamientos con Licent que lo que quería era gente para trabajar en "su" museo. En 1928, Teilhard es nombrado consejero del Servicio Geológico de China. También se inicia como Colaborador en las excavaciones paleontológicas humanas de Chukoutien, cerca de Pekín como asesor de geología. Sobre la actividad científica de Teilhard en China, el que les habla publicará próximamente un largo estudio en la revista Pensamiento (Universidad Comillas, Madrid)

Los años de China fueron muy fecundos desde el punto de vista científico y espiritual. Es la época de El Medio Divino, El Fenómeno Humano, El grupo Zoológico Humano y tantos otros escritos que no pudo publicar. Se fragua más y más una visión cósmica y cristocéntrica de un mundo en evolución. Los últimos años son frenéticos entre China, Francia, Roma y Nueva York. El 10 de abril de 1955, Teilhard muere repentinamente de infarto en Nueva York. Era el domingo de Resurrección. Su pensamiento quedaba interrumpido.

2) La "Génesis de un pensamiento"

El pensamiento filosófico, religioso, místico y científico de Teilhard de Chardin fue fruto de un "largo camino", de un lento y a veces dura marcha por terrenos inexplorados, no solo desde el punto de vista geológico. El pensamiento de Teilhard parte de la convicción de que vivimos en un universo que cambia de forma irreversible. Habla más de transformismo que de evolución.

Tal vez, los filósofos que más influyeron en su pensamiento son Henri Bergson (1859-1941), Maurice Blondel (1861-1949) y Wilhelm Dilthey (1833-1911) con su concepción de las ciencias del espíritu. También pudieron influirle la filosofía de signo naturalista de Ostwald Spengler (1880-1936) y Ludwig Klages (1872-1956)

Se puede decir que el pensamiento unificador de Teilhard en el que se incluye la biología y la paleontología, la prehistoria y la paleoantropología, la filosofía de Bergson, San Pablo, la mística y la poesía va emergiendo dentro de él desde muy pronto. Y, como un árbol, va creciendo en sus ramas, haciéndose corpulento, dando frutos y sufriendo el hacha de sus detractores. Ahora bien: ¿Cómo se fueron construyendo las ideas Teilhardianas? En un trabajo clásico, E. Rideau (El pensamiento de T. de Chardin, editado en París en 1964) ha seguido la evolución del pensamiento teilhardiano. De acuerdo con Rideau y recogiendo los datos de la relación citada, se pueden diferenciar seis etapas en el crecimiento de las ideas de Teilhard:

1) La primera etapa de la génesis de su pensamiento discurre entre 1908-1912 (cuando Teilhard tiene entre 27 y 31 años de edad). Es la época de sus años de estudios de Teología en Hasting. En estos años, como él mismo reconoce, emerge en él "la conciencia de una deriva profunda, ontológica, total del universo, no como una noción abstracta sino como una presencia" en torno suyo (El corazón de la Materia). Es el descubrimiento de que el mundo en el que vivimos está "en estado de evolución dirigida, es decir, de génesis" (El corazón de la Materia). Hay una intuición mística no científica que es el inicio de su búsqueda.

2) La segunda etapa se extiende entre 1915 y 1918 (en estos años Teilhard tiene entre 34 y 37 años). Es la etapa de la Guerra Europea, cuando Teilhard trabaja como camillero- sanitario en los frentes franceses. La atmósfera de las trincheras significa para él un "bautismo de lo Real" (citado por Claude Aragonnés (su prima, Margarita Teilhard- Chambon). Este pensamiento está en su Diario (Journal); también en su ensayo La Guerre 1914-1919 (incluida en Génesis de un pensamiento. Cartas, 1914-1919 [(1961) Taurus, 1963, p. 36]. Teilhard concibe entonces la humanidad como "la envoltura pensante de la Tierra" (El corazón de la Materia, 2002, 29-30). A la vez, su visión interior de Cristo se engrandece a la medida del mundo en movimiento. En El Cristo en la Materia (escrito en el frente de Verdún en 1916, Escritos del tiempo de la guerra, 119-141)

3) Tercera etapa: entre 1922 y 1927 (Teilhard tiene entre 41 y 46 años). Son los primeros años en China. En su pensamiento se construye el sentido crístico y el sentido cósmico. Asia le revela la inmensidad de la Tierra y de lo humano. Es una época de gran actividad científica, acompañada de una intensa vida interior. Teilhard se interesa por el lugar que el trabajo y la adoración, la entrega y el distanciamiento, ocupan en la vida cristiana. Aquí están dos de sus textos más clásicos: La Misa sobre el Mundo (1923) y El Medio Divino (1926-1927) que describen su itinerario interior.

4) Cuarta etapa de la génesis de su pensamiento: se prolonga entre 1928 y 1934. Es la época de las grandes expediciones por el centro de Asia, y la expedición Chapman Andrews y más tarde del Crucero Amarillo. En estos años, Teilhard cobra clara conciencia de la importancia del ser humano dentro del fenómeno evolutivo. Son también los años de investigaciones en Chukutien, donde estudia lo que llamaron Sinanthropus, los homínidos emparentados con el Pithecátropo faber de Java. Poco después describe la llamada ley de complejidad-conciencia. En 1934 publica una primera versión de Cómo yo creo: a petición de Mgr Bruno de Solages (editada en el tomo X de sus obras: Como yo creo, 1970, p. 105-145)

5) La quinta etapa se inicia en 1935 y llega hasta 1945. Teilhard está en Pekín en el proyecto de Geobiología. El pensamiento de Teilhard, centrado definitivamente en el porvenir, se preocupa de los fenómenos de socialización y de la colectivización. La obra maestra de Teilhard, El fenómeno humano, se concluye en 1940 y los contrasta en el capítulo final, titulado El fenómeno cristiano, con su anterior visión pancrística. Por otra parte, el lanzamiento de la revista Geobiología implica la construcción de un gran paradigma científico globalizador de los procesos geobiológicos. Destacamos aquí, por su significado, el texto Esquema de un Universo personal (escrito en 1936) [editado en el tomo VI: La Energía humana] y El lugar del hombre en el Universo (escrito en 1941) [editado en el tomo III, La Visión del pasado]..

6) El último decenio de la vida de Teilhard, entre 1945 y 1955, entre los 64 y los 74 años. Son los años de la repatriación a Francia y la estancia americana hasta su muerte. Está dominado por la visión de un ultra-humano colectivo como término de la historia temporal, hacia la que converge, coherentemente, la visión cristiana de la historia como preparación de la parusía de Cristo y espacio de la incorporación de la humanidad redimida en el Cuerpo Místico. Son los años de la preocupación por la Antropogénesis…

 

3. La gran síntesis teilhardiana

La pasión de Teilhard de Chardin fue siempre el desarrollo de una cosmovisión humana, religiosa, cristiana y mística que puede sintetizarse como la evolución en su sentido espiritual y convergente. Esta intuición puede sintetizarse en cinco tesis:

Todo esto está en su famoso "Credo":

"Creo en un universo en evolución,
Creo que la evolución camina hacia el espíritu,
Creo que el espíritu desemboca en la persona.
Creo que la persona suprema es el Cristo Universal"

Como yo creo, 1934, p.105)

CONCLUSIÓN

Hemos recorrido las grandes etapas de la génesis del pensamiento teilhardiano. Pero esta síntesis no es un mero ejercicio intelectual y poético, sino que apunta hacia la realidad humana, hacia la experiencia interior. Por ello, finalizamos con este texto que es una llamada a un proyecto de transformación de la realidad:

"Ejercitémonos hasta la saciedad sobre esta verdad fundamental, hasta que nos sea tan familiar como la percepción del relieve o la lectura de las palabras. Dios, en lo que tiene de más viviente y de más encarnado, no se halla lejos de nosotros, fuera de la esfera tangible, sino que nos espera a cada instante en la acción, en la obra del momento. En cierto modo se halla en la punta de mi pluma, de mi piqueta, de mi pincel, de mi aguja, de mi corazón, y de mi pensamiento. Llevando hasta la última terminación natural el rasgo, el golpe, el punto en que me ocupo, aprehenderé en Fin último a que tiende mi profunda voluntad" (El Medio Divino, 1927. pág. 53).