POR QUE SOY CATÓLICO
La Cabeza de la Iglesia.
El servicio jerárquico en la Iglesia es reconocido por los católicos, los 
ortodoxos orientales separados de Roma desde el 1054, y muchos protestantes. 
Sólo lo rechazan los racionalistas. 
Además de jerárquica, Cristo la quiso también monárquica, ya que Jesús confirió 
la plenitud de poderes pastorales (el primado de jurisdicción) a un apóstol 
determinado, a Pedro, constituyéndolo cabeza visible de la Iglesia fundada por 
El. 
El problema del primado de Pedro se centra en la interpretación del famosísimo 
pasaje del Evangelio de San Mateo (16, 13-20): 
"Al llegar Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: 
¿Quien dice la gente que es el Hijo del hombre? Ellos dijeron: Unos, que Juan 
Bautista; otros que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas. El les 
dijo: Vosotros, ¿quien decís que soy yo? Tomando la palabra Simón, dijo: Tú eres 
el Cristo, el Hijo del Dios vivo. Jesús le respondió: Bienaventurado eres, 
Simón, hijo de Juan, porque no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi 
Padre que está en los cielos. Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra 
edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Te 
daré las llaves del reino de los cielos, y lo que atares en la tierra será atado 
en los cielos, y lo que desatares en la tierra, será desatado en los cielos. 
Entonces ordenó a sus discípulos que no dijesen a nadie que El era el Cristo".
Pocos textos de la literatura universal han sido sometidos a crítica más severa 
y apasionada que este, ya que interpretarlo en un sentido o en otro repercute en 
su significado doctrinal y práctico. Para desvalorizar el texto la crítica 
acatólica ha tratado de negar su autenticidad o de darle una interpretación que 
no tuviese nada que ver con el primado de jurisdicción. 
Hasta finales del siglo pasado ningún exegeta protestante o racionalista había 
puesto en duda la autenticidad literaria del texto de Mateo; ni Lutero, ni 
Calvino, ni racionalistas tan radicales como Strauss, o Baur. Solamente hacia 
finales del siglo XIX y primeros decenios del siglo XX Grill, Schnitzer, 
Guignebert, Loisy y Buonaiuti comenzaron a hablar de interpolación. Según su 
opinión una competente mano cristiana había añadido al texto al evangelio de 
Mateo entre el año 130 y 190 para justificar el primado de la Iglesia romana, 
atribuyéndolo después a Cristo. Fundamentaron su tesis en la imposibilidad del 
hecho mismo, ya que Jesús no podía pensar en una iglesia monárquica porque creía 
que el fin del mundo era inminente. También era difícil creer que Jesús confiara 
tal misión a un hombre tan débil como Pedro. Confirmaron además su sentencia en 
el hecho que Marcos y Lucas nada dicen en su evangelio de la promesa del primado 
de Pedro en el mismo episodio de Cesarea de Filipo. 
Esta teoría no es válida porque este texto del primado de Pedro no falta en 
ninguno de los 4000 códices anteriores al siglo IX; ni en los códices de las 
versiones hechas durante los primeros siglos, ni en la primera "Armonía 
Evangélica" de Taciano (70), ni en los Padres de la Iglesia anteriores al siglo 
IV. Además en la antigua iconografía cristiana y en la liturgia siempre se 
representa a Pedro con las llaves, alusión clara del texto de Mateo. 
Otro argumento para desmentir la teoría racionalista es que resulta 
incomprensible que una interpolación hecha con fines propagandísticos se haya 
realizado sólo en el primer evangelio y no en los otros dos sinópticos también. 
Una armonía en este sentido hubiera dado al truco mayor credibilidad y más 
colaboración al fin que se pretendía alcanzar. 
Ante tal evidencia la crítica protestante ha perdido mucha de su seguridad 
aunque subsiste todavía la objeción ciertamente consistente del silencio de los 
sinópticos en los lugares paralelos. 
¿Por que no aparece el texto en Marcos y Lucas? El historiador Eusebio (siglo IV) 
resolvió esta duda recurriendo a un sentido de modestia de Pedro, quien, al 
predicar en Roma, pasó por alto, por motivos de humildad, un episodio tan 
honorífico. Esta es la razón por la que Marcos, que transcribe la predicación de 
Pedro, no lo registra y consiguientemente tampoco Lucas que sigue el orden de 
Marcos. 
Así, podemos señalar que el silencio de uno o más evangelistas no quitan valor a 
las afirmaciones del otro. 
Una vez desmentida la teoría de la interpolación, otros eruditos protestantes y 
racionalistas usan las hipótesis de las evoluciones espirituales que les 
sugieren los principios del "método de la historia de la forma". Según esto, el 
texto es original de Mateo, quien envuelve a Pedro en una aureola de 
preeminencia que fácilmente la conciencia cristiana transformó en primado de 
autoridad. 
Mateo escribe lo que le sugiere la evolución espiritual producida en su alma; ya 
que Cristo no tenía intención de fundar una Iglesia pero esta estaba surgiendo 
de sus doctrinas espontáneamente al momento en que se escribía este evangelio.
Según el presupuesto racionalista, Jesús, un israelita, no podía concebir una 
sociedad distinta de la sinagoga de la que era hijo. Esto significa negar su 
divinidad. Además, ¿cómo podrían haber concebido la Iglesia los primeros 
apóstoles, especialmente San Pablo, que eran también hebreos y muy simpatizantes 
de sus instituciones nacionales? 
Mateo no idealiza la figura de Pedro, ya que nos relata que inmediatamente 
después de la gran confesión de la divinidad de Jesús que da ocasión al Maestro 
de proclamarlo fundamento de la Iglesia lo llama también "Satanás" porque 
intentó disuadirlo de la pasión y muerte (Mt. 16, 23). Nos da a conocer también 
la triple negación de Pedro mostrando que era un hombre débil (Mt. 26, 69-75).
Asimismo, la crítica protestante ha querido interpretar el texto de Mateo 
excluyendo la persona de Pedro. Una exégesis semejante falsifica por completo su 
sentido, ya que Jesús repite dos veces: 
"Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificare mi Iglesia". El texto aramaico del 
que depende la traducción griega de Mateo debía emplear el mismo termino (Kefa) 
en el primero y segundo miembro de la proposición para indicar la identidad de 
personas. Para indicar que se trata de la persona de Pedro Jesús menciona 
incluso el nombre del padre del apóstol: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de 
Juan ..." 
Tampoco es convincente el motivo aducido por los racionalistas, es decir, la 
imposibilidad de elegir como fundamento de la Iglesia a una persona tan débil 
como Pedro. Jesús no escogió a Pedro por sus cualidades naturales. Será la 
gracia de Cristo quien lo convierta en roca inconmovible y segura. No es pues 
extraño que Jesús, consciente de ser el Mesías, el Hijo del hombre profetizado 
por Daniel (Dan.7, 13) pudiese pensar en una comunidad, la Iglesia, y 
fundamentarla sobre Pedro. 
Resuelto el problema sobre la persona de Pedro, veremos ahora el del primado que 
Cristo le prometió. Para definirlo Cristo empleó tres metáforas: 
Metáfora del Fundamento.- Jesús compara a Pedro a los cimientos de una casa, los 
cuales dan cohesión y estabilidad a las diversas partes entre sí. Si son 
sólidos, la casa será compacta y firme; si son débiles, la derribará la primera 
tempestad. El mismo Jesús recordó esta función del fundamento en la parábola del 
hombre que edificó su casa sobre piedra; mientras la casa fundamentada en la 
arena se abate ante el empuje de la tempestad la construida en piedra resiste 
firme (Mt. 7, 24-27). Si Pedro es el fundamento de la Iglesia debe ser la causa 
de su unidad y estabilidad. Por lo tanto, tiene la autoridad o potestad de 
jurisdicción. 
Metáfora de las Llaves.- La potestad de jurisdicción de Pedro también está en la 
segunda metáfora: "Te daré las llaves del Reino de los cielos" (Mt. 16, 19). Las 
llaves en lenguaje bíblico y profano son el símbolo del dominio. El que tiene 
las llaves de una sociedad posee la potestad de jurisdicción. Otros ejemplos en 
la Biblia son: 
Cuando Isaías quiere expresar la substitución de Sobna que ocupaba un alto cargo 
administrativo en la corte de Ezequías por Eliaquim emplea la metáfora de las 
llaves (Is. 22,19-22) 
En el Apocalipsis se aplica la metáfora al mismo Cristo para indicar su dominio 
soberano (Ap. 3, 7). 
Metáfora de Atar y Desatar.- Esta imagen significa también la misma potestad de 
jurisdicción, ya que atar y desatar es lo mismo que poner o quitar un lazo. En 
nuestro caso significa abolir las leyes que obligan en conciencia, porque las 
leyes son. 
El único vínculo moral que aprisiona a los hombres. La potestad de jurisdicción 
es monárquica sobre Pedro porque Cristo se dirige a el y no a los otros 
apóstoles. Su poder es ilimitado porque no da cuentas más que a Dios. En esta 
potestad está implícita la infalibilidad. 
Ante la teoría protestante de los extractos (Schichtentheorie), que concibe la 
Iglesia como era el día de Pentecostés, algo incompleto, rudimentario, que va 
construyéndose poco a poco, y donde Pedro es el principio, el punto de arranque 
de un edificio, la Iglesia, que se va construyendo en el curso de los siglos 
hasta que llegue la segunda venida de Cristo. Por eso el poder que se le 
confiere no es de jurisdicción. Esta teoría no es válida porque la Iglesia desde 
el primer día de su existencia aparece ya como un organismo viviente que, aunque 
crece y se desarrolla, es, sin embargo completa en sus partes, como es completo 
el cuerpo de un adolescente que tiende a la juventud y madurez. 
Cristo lo confirma después de su resurrección cuando se aparece a los discípulos 
en el lago de Tiberiades. Le pregunta a Pedro si lo ama tres veces y le dice que 
apaciente sus ovejas (Jn.. 21, 15-18) . 
Le deja ver sus tres negaciones la noche de la Pasión, que ahora Jesús quiere 
borrar con esta triple afirmación de fe y de amor. El apóstol ha cambiado; la 
presunción e impetuosidad han desaparecido: ahora Pedro es humilde y desconfía 
de sí mismo. Es "pastor" de un rebaño confiado a el por Dios. El sentido bíblico 
de "apacentar" y de "pastor" es el de una prerrogativa del rey, es decir, a 
aquél que tiene el poder de jurisdicción. Ejemplos: 
El Antiguo Testamento llama a Dios "pastor" (Sal. 23, 1) y los reyes son los 
representantes. 
"Así habla Yahvé, Dios de Israel, sobre los pastores que guían a mi pueblo: 
"Vosotros habéis dispersado mi rebaño..." (Jer.23,2) 
"Yo les suscitare un pastor que los apaciente, mi siervo David" (Ez. 34, 23).
Jesús se llama el "buen pastor" (Jn.. 10, 11). 
Incluso en el mundo profano, Homero llama a Menelao "pastor de pueblos". 
Por eso Jesús, constituyendo a Pedro pastor de su rebaño, de los hombres 
redimidos por El, le entrega el poder de jurisdicción sobre ellos, ilimitado en 
su orden. Así pues Pedro es el vicario de Cristo en el sentido pleno de la 
palabra. 
Pedro ocupa una posición preeminente en el Nuevo Testamento. Encontramos su 
nombre 114 veces en los cuatro evangelios y 57 en los Hechos de los Apóstoles. 
Jesús pone de relieve la figura de su futuro vicario: 
Lo elige después de hacer ante el un gran milagro (Lc. 5, 1-11). 
Se sirve de su barca para predicar a las gentes (Lc. 5, 3). 
Se hospeda en su casa (Mc. 1, 29). 
Sana a su suegra (Mt. 8, 15). 
Lo asocia en el pago al tributo (Mt. 17, 24-27). 
Lo elige con Santiago y Juan para asistir a la resurrección de la hija de Jairo 
(Mc. 5, 37), a la transfiguración (9, 2) y a la agonía en el Getsemaní (14, 33).
Es al primero que lava los pies en la última cena (Jn.13,6). 8) Es al que 
primero se aparece resucitado (Lc. 24, 34). 
Es al único de los doce que nombra para que se le comunique el mensaje de Pascua 
(Mc. 16, 7). 
La importancia que Jesús concede a Pedro se manifiesta particular mente en el 
hecho de cambiarle de nombre: "Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú serás llamado 
Cefas (que significa piedra) (Jn.1,42). 
El hecho lo recoge también Marcos (3,16). El cambio de nombre entre los hebreos 
tenía un carácter simbólico. Como Abram fue llamado Abraham porque sería padre 
de muchos pueblos (Gen. 17, 5), así a Simón se le llama Pedro porque sería la 
piedra angular de la Iglesia, el apoyo de sus hermanos en la fe (Lc. 22, 31-32).
Por su parte Pedro durante la vida pública del Maestro se da cuenta de su 
importancia aún cuando no había comprendido todavía la misión a que estaba 
destinado. Es el interprete ante Jesús de los sentimientos de los otros 
apóstoles. Después de la pesca milagrosa es el que expresa el asombro de todos (Lc. 
5, 8) ; cuando Jesús promete la Eucaristía muchos son los discípulos que lo 
abandonan pero Pedro se encarga de ratificar al Maestro su solidaridad y la de 
los doce (Jn. 6, 68) . Si en la pequeña comitiva asoma una duda Pedro la expone 
a Jesús (Lc. 12, 41; Mt. 15, 15). 
Y hay que notar que no es únicamente Mateo, el evangelista del primado, el que 
subraya la importancia de Pedro sino que son todos los sinópticos. Juan se ocupa 
menos de Pedro, pero es por el carácter peculiar de su evangelio. No obstante 
recuerda el cambio de nombre (1, 42) y la entrega del primado (21, 2 ss.). 
Después de la Ascensión de Jesús y la venida del Espíritu Santo, Pedro se dedica 
por completo al ejercicio de sus funciones: 
Propone completar el colegio de los doce con la elección de Matías (He. 1, 15 ss.).
El día de Pentecostés habla en nombre de los otros apóstoles (2, 14 ss.). 
Defiende ante las autoridades judías el derecho que tienen a predicar (4,8 ss.).
Condena a Ananías y Safira (5,1-11). 
Inicia la conversión de los paganos admitiendo a Cornelio en la Iglesia (10,47).
Preside el concilio de Jerusalén (15,11 ss.). 
San Pablo en sus cartas atribuye suma importancia al jefe de los apóstoles: 
Después de los años pasados en Arabia viene a Jerusalén para ver a Pedro (Gál.1,18) 
. 
Reconoce que es una de las columnas de la Iglesia (Gál.2, 9). 
Lo coloca el primero en las apariciones de Cristo resucitado (I .15,5). 
Incluso en el incidente de Antioquía donde Pablo censura el comportamiento de 
Pedro (Gál.2,11ss.), confirma el primado de este, ya que reconoce su autoridad.
El problema de la sucesión de Pedro es la gran controversia que desde hace 900 
años divide la cristiandad occidental de la oriental (ortodoxa) y desde hace 400 
a los católicos de los protestantes. 
Jesús no habló explícitamente de los sucesores de Pedro pero el motivo de este 
silencio se debe buscar en el hecho que Jesús quería tener oculto el día de la 
parusía. Si hubiese hablado claramente de los sucesores se habría visto obligado 
a decir que la parusía no vendría tan pronto, mientras prefería dejar la cosa en 
suspenso. 
Recordemos una vez más las palabras de Jesús: "Tú eres Pedro, y sobre esta 
piedra edificare mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra 
ella..." (Mt. 16, 18) .¿ La expresión "contra ella" se refiere a la piedra sobre 
la que la Iglesia está fundada o a la misma Iglesia? ¿Contra quien no 
prevalecerán las puertas del infierno, las potencias del mal, contra la piedra o 
contra la Iglesia? Cualquiera que sea la respuesta el sentido viene a ser el 
mismo en los dos casos. Si se refiere a la piedra entonces debemos concluir que 
esta y, por consiguiente Pedro con quien se identifica, no podrá morir ni 
sucumbir ante ninguna potencia del mal. De ser así el apóstol tendrá 
necesariamente sucesores, pues, su persona física morirá dentro de pocos años y 
Jesús lo conoce tan bien que predice incluso el modo (Jn.. 21, 18) . 
Pero Pedro debe tener sucesores aun en el supuesto que "contra ella" se refiere 
a la Iglesia. ¿Por que las potencias del mal no podrán destruir la Iglesia? La 
respuesta nos la da el contexto: porque está fundada en una roca bien firme, 
Pedro. En un cierto sentido el es la causa que impedirá toda destrucción en la 
Iglesia. Por tanto si Pedro es un hombre destinado a morir después de unos años 
de haber recibido la promesa de Cristo mientras la Iglesia continuará hasta el 
fin de los tiempos, significa que la piedra fundamental que garantiza su unidad 
y solidez no es Pedro en cuanto persona física sino en cuanto revestido de una 
autoridad que se continuará en sus sucesores cuando el desaparezca. La Iglesia 
no está fundada sobre una persona sino sobre un oficio encarnado en una persona 
determinada y destinado a persistir en una serie indefinida de eslabones hasta 
el día que Jesús vuelva a juzgar vivos y muertos. Por tanto Pedro continuará 
viviendo en sus sucesores, desempeñando su oficio de roca incluso cuando su 
persona física haya dejado la escena del mundo. 
Para determinar quien es el sucesor de Pedro debemos fijarnos en la historia. Si 
debe existir un sucesor de Pedro no puede ser otro que el obispo de Roma, el 
Papa, la única persona en el mundo que se proclama sucesor de Pedro desde hace 
veinte siglos y por consiguiente vicario de Cristo. La sede es Roma debido a que 
Pedro después de haber gobernado las sedes episcopales de Jerusalén y Antioquía 
eligió a Roma como sede definitiva, determinando así que quien le sucediese en 
la Iglesia de Roma le sucedería también en el gobierno de la Iglesia universal.
La estancia de Pedro en Roma es uno de los hechos más ciertos y al mismo tiempo 
más discutidos de la historia eclesiástica. En el Nuevo Testamento no indica 
claramente que Pedro haya estado en Roma, quizá por precaución por la 
persecución existente, pero tampoco la excluye. Después de la persecución de 
Herodes los Hechos de los Apóstoles dicen que Pedro marchó a "otro lugar" (12, 
18) , sin precisar más, pero sabemos por la antigua tradición que este "otro 
lugar" fue Roma, aunque desconozcamos los motivos que indujeron a Lucas a 
ocultarlo. 
Sin embargo, hay varios testimonios históricos demostrados que confirman la 
estancia de Pedro en Roma: 
El mismo apóstol en su primera carta escribe: “Os saluda la Iglesia de 
Babilonia" (I Pe. 5, 13). Babilonia es un nombre alegórico para la ciudad de 
Roma en la literatura apocalíptica de entonces. El Apocalipsis llama a Babilonia 
ciudad emborrachada de la sangre de los santos y de los mártires de Jesús (17, 5 
ss.). 
Clemente Romano (96), obispo de Roma, en su carta a los Corintios recuerda el 
martirio de Pedro y Pablo en Roma. 
Ignacio de Antioquía en su carta a los Romanos (107) recuerda expresamente a 
Pedro y Pablo: "NO os mando como Pedro y Pablo". 
Dionisio de Corinto en un fragmento de la "Historia Eclesiástica" de Eusebio, 
alude al martirio de Pedro y Pablo en Italia y por consiguiente en Roma. 
El presbítero Cayo, escribiendo contra el montanista Proclo que exaltaba 
Hierápolis por tener la tumba del diácono Filipo, ensalza la autoridad e 
importancia de Roma porque en el Vaticano y en la vía Ostiense se encuentran los 
"trofeos", es decir las tumbas, de los apóstoles. 
San Ireneo, obispo de Lión (hacia el 200), alaba la iglesia de Roma porque la 
habían fundado y organizado Pedro y Pablo (Adversus Haereses III,3, 2). 
A partir del siglo tercero los testimonios abundan en toda la cristiandad sin 
que aparezca nunca quien contradiga esta opinión. No obstante la importancia de 
Pedro, ninguna ciudad antigua, ni siquiera Antioquía, intentó nunca el honor de 
ser el lugar del martirio y de su sepultura. Hasta las exuberantes leyendas de 
los evangelios apócrifos no colocan nunca a Pedro actuando en otra ciudad 
distinta de Roma. 
Pedro escogió Roma para sede episcopal determinando así que el que le sucediese 
en Roma le sucedería también en la dirección de toda la Iglesia. El hecho de la 
venida del príncipe de los apóstoles a la ciudad eterna y de su episcopado 
romano son el fundamento histórico del primado del Papa en la Iglesia Universal. 
Jesús no precisó ni el lugar, ni el modo, ni la sucesión, así que Pedro era 
libre de determinar en este sentido. 
La historia confirma el primado de Pedro en la Iglesia Universal. Las otras 
iglesias siempre se dirigen a Roma cuando surgen problemas o es necesario hacer 
aclaraciones: 
Clemente, obispo de Roma y tercer sucesor de Pedro, a finales del siglo I, habla 
a los Corintios sublevados contra sus presbíteros y obtiene su obediencia aún 
siendo una iglesia oriental fundada por Pablo. Tenían más cerca en Éfeso a Juan 
Evangelista y, sin embargo, se dirigen a Roma. Clemente escribe no como mediador 
sino como superior. 
El Papa Víctor hacia el 190 amenaza con excomunión a las iglesias de occidente y 
oriente que no acataran su mandato sobre el día en que se debía celebrar la 
Pascua del Señor. Nadie discute su autoridad. 
El Papa Esteban (siglo III) apela a la tradición y logra la obediencia de todas 
las iglesias y logra la unidad cuando se presenta el problema de la validez del 
bautismo conferido por los herejes. 
Durante los tres primeros siglos todos recurren a Roma para cualquier problema:
Herejes como Marción, Cerdón, Proclo de Hierápolis, acuden al Papa para que 
apruebe sus ideas. 
Obispos como Basílides y Marcial de España, Faustino de Lión, Felicísimo, Pedro 
de Alejandría y en el siglo IV Atanasio, piden ayuda al Papa cuando ven en 
peligro sus derechos. 
Grandes figuras como Ignacio de Antioquía y San Irineo saludan a Roma como la 
"que preside". 
De todo esto podemos sacar una conclusión sencilla y a la vez importantísima:
LA IGLESIA CATÓLICA ES LA VERDADERA IGLESIA DE JESUCRISTO. SI CRISTO FUNDÓ SU 
IGLESIA SOBRE PEDRO, SI EL PRIMADO DE PEDRO DEBE CONTINUAR EN SUS SUCESORES 
HASTA EL FIN DE LOS SIGLOS, ESTOS DEBEN SER LOS QUE GOBIERNEN LA IGLESIA DE 
CRISTO HOY COMO EN LOS SIGLOS PASADOS. SI ES ASÍ, LA IGLESIA CATÓLICA CON SEDE 
HISTÓRICA EN ROMA, ES LA ÚNICA VERDADERA PORQUE ELLA SOLAMENTE ESTA GOBERNADA 
POR PEDRO JUNTO AL COLEGIO EPISCOPAL MEDIANTE SUS SUCESORES Y CON SEDE TEMPORAL 
EN ROMA. EN VEINTE SIGLOS DE HISTORIA LA LÍNEA DE SUCESIÓN JAMÁS SE INTERRUMPIÓ. 
LA IGLESIA DE CRISTO TIENE EN LA ROMANIDAD UNA NOTA DISTINTIVA. LEGÍTIMAMENTE 
PUDO ESCRIBIR SAN AMBROSIO: "UBI PETRUS, IBI ECCLESIA". EN LA PROFESIÓN DE FE 
DECIMOS: CREEMOS EN LA IGLESIA, UNA, SANTA, CATÓLICA Y APOSTÓLICA. ‘ROMANA’ NO 
ES UN DOGMA, ES UN HECHO HISTÓRICO ACCIDENTAL E IMPORTANTE DE SU SEDE TEMPORAL.
En estos dos mil largos años de historia han ido apareciendo miles de sectas de 
las más variadas y extrañas, entre ellas las bautistas que durante más de 1.600 
años no existieron; los jehovistas o testimonios de Jehová aparecidos a inicios 
del último siglo, etc. etc. los ´niños de Dios´ etc. Así cinco nuevas cada 
semana con sus apologistas mayormente sin un mínimo de conocimiento cristiano, 
pero grandes manipuladores de textos e interpretaciones. Como durante tantos 
siglos no habían sido inventadas procuran justificarse con falsedades, 
calumnias, despropósitos, mentiras, difamaciones, necedades, tonterías, faltas 
de juicios; peor aún «medias verdades, prepotencias, {textos fuera contexto-puro 
pretexto}.» Y, evidentemente, están los apologistas en internet donde por 
primera finalidad es ´faltar a la caridad´  denigrando al prójimo, exceptuando a 
los jerarcas y miembros de su propia secta. Así manifiestan buscar el mayor 
empaque y distinción, más que la esperanza, concordia y entendimiento fraterno 
entre todos los hombres de buena voluntad.
Sin embargo, en todas esas personas también existe la bondad de Dios que debemos 
descubrir, esperar y orar.
Sabiendo que la ignorancia alimenta los fundamentalismos y, un buen católico por 
sus mismos principios, debe nutrir la inteligencia con la cultura y el corazón 
con la misericordia., tal como la Iglesia Católica desde siglos viene 
trabajando. Los ejemplos de S.S. Juan Pablo II y Madre Teresa de Calcutta, 
después del amor de Jesús, nos basten.
Recordemos católicos la advertencia de Jesús cuando nos dice en el Evangelio: 
"...vendrán falsos profetas en mi nombre.."