Pagana y feminista que odiaba a los hombres, la historia de Enrique VIII le «descubrió» la Iglesia
Ella misma sintetiza y titula así su caso en
Aleteia: "Era pagana, hedonista,
feminista que odiaba a los hombres. Pero ahora
soy católica. Ésta es mi historia. Cómo encontré la felicidad en el
lugar que menos esperaba".
Una infancia durísima
Catherine Quinn, técnico de
laboratorio, casada desde hace cuatro años y madre de un hijo, tuvo una infancia
realmente dura. A los nueve años la sacaron de su casa "por
un abuso terrible" (tan terrible que
no lo describe) y, tras pasar ocho meses en un orfanato, estuvo acogida con una
familia hasta que cumplió los doce y los tribunales devolvieron a su madre la
custodia.
Hasta entonces, su formación religiosa era nula: "Al crecer, no estuve
expuesta a Dios ni a la Iglesia católica.
Sabía que mis abuelos eran católicos, pero nadie nos habló de ello y
ni siquiera sabía qué era eso de
católico".
Jesús aparece por primera vez
Un día, ya de nuevo en su hogar de origen, se encontró con un grupo cristiano en
el parque: "No me dijeron nada, simplemente me invitaron a la iglesia. Es
curioso, pero fui. Conocí a la esposa del pastor, y ella me habló de Jesús. Por
entonces no sabía qué era ser protestante ni tampoco qué era ser ateo, pero
cuando volví a casa y le hablé a mi madre de
Jesús, descubrí enseguida que a ella Dios no le gustaba lo más mínimo".
Catherine, sin embargo, a pesar de que se reían de ella, siguió yendo a la
iglesia: "Me fascinaba, y me sentía feliz en
Dios y tenía esperanza de dejar atrás mis malas experiencias en casa".
Cuando cumplió 14 años ("sin previo aviso, sin poder despedirme de mis amigos ni
de la iglesia que amaba") la devolvieron a casa de su padre: "Mi
madre no quería ser una madre". Pero en su nuevo destino no tenía ni
amigos ni iglesia... "y el abuso continuó, llegando a ser abuso sexual".
"Eso me cambió. Me enfadé con Dios por no
atender mis oraciones, por no ayudarme. De nuevo era desdichada. A los
17 años me escapé", resume Catherine.
La espiral destructiva del feminismo
Fue así como se introdujo en un grupo que creía en "deidades paganas" y la
adoctrinaron en la "ideología feminista": "Entre
ellos nunca sentí la alegría que había sentido con Jesús, pero me
informaron de que Él no existía. El cristianismo era una falsa religión
construida sobre la fe p agana y que despojaba de sus derechos a las mujeres y
las odiaba. Los católicos, alegaban, eran los
peores criminales. Me remitieron a autoras como Simone de Beauvoir,
Gloria Steinem o Camille Paglia".
Para ella empezó entonces "una larga espiral destructiva": "No existía ninguna
ley moral real, sólo no hagas daño a nadie y haz lo que te plazca. Todo era
admisible, sin límites: homosexualidad, inmoralidad sexual, anticoncepción,
aborto... Los estilos de vida tradicionales eran despreciados. Las mujeres no se
apoyaban entre sí, sino que se imponían unas a otras según una regla matriarcal.
Los hombres eran prescindibles. El divorcio, las relaciones abiertas y un montón
de otras opciones eran la norma. No se tenían
en cuenta las consecuencias de nada, no había reglas, no se te pedía nada.
Era un paraíso hedonista".
Catherine siguió este camino durante diecisiete
años, no practicando todo lo que v eía, pero sí considerándolo normal.
A los 34 conoció los escritos de la ideóloga feminista Margaret Sanger: "Me
pusieron enferma. Yo realmente nunca había estado de acuerdo con la
anticoncepción o el aborto. La eugenesia o el desprecio a las mujeres que
querían quedarse con sus hijos iban contra mi forma de pensar. Entonces empecé a
desconectar poco a poco", porque además ya
veía que continuando con esa gente empezaba a "creerse las mentiras", con
"desastrosas consecuencias": "Para mi alma,
tanto como para mi salud mental y emocional".
Mirando atrás en su vida, veía que no era feliz y se sentía sola: "A mi
alrededor, nadie parecía realmente amar a nadie. Todo eran riñas, ego, cada una
pensando en sí misma. Empecé a cuestionarme el ideal feminista.
Recordé con tristeza mi época con Jesús cuando
niña y qué feliz era a pesar de las circunstancias que me rodeaban.
Ahora tenía muchos derechos, pero me sentía
m iserable y sola".
Había desarrollado odio a los hombres, al patriarcalismo, y a todo lo que
pensaba que representaban los católicos: "Creía que eran opresores de la mujer,
que eran lo peor, a quienes me había
juramentado no acercarme".
Jesús aparece por segunda vez... vía Enrique VIII
Fue justo entonces cuando, como parte de su interés por la Historia, empezó a
leer sobre el rey Enrique VIII, y le chocó que
su esposa, Catalina de Aragón, soportase su comportamiento: "Descubrí que era
católica y me pregunté por qué era tan leal a una Iglesia opresora que
odiaba a las mujeres".
Investigó sobre la Iglesia: "Me sorprendió que sus enseñanzas sobre justicia
social, anticoncepción o aborto me gustasen. También
me sorprendió descubrir su visión sobre María,
sobre las mujeres y sobre la importancia de la familia tradicional. Empecé a
sentir algo que no podía describir, pero... me resistía. Y luego, estaba Jesús
en el centro de todo. Me sentí exultante de saber que allí sí existía".
Sin darse cuenta, había pasado un año y había ido dejando atrás su mundo
anterior. "Finalmente decidí descubrir qué era realmente una misa. Durante todo
aquel año me había pasado mirando la iglesia católica que había al final de mi
calle, pero sin pisarla. Esta vez entré, justo cuando iba a empezar la misa. Era
la Semana Santa de 2011. Asistí, fascinada. Tuve que aguantarme mis lágrimas y
mis emociones. Volvía a sentir aquella vieja atracción".
El catecumenado
Catherine volvió a casa y siguió preguntándose cosas: "Finalmente un día acudí
al edificio que había detrás de la iglesia y a la mujer que me preguntó qué
quería le dije que necesitaba formación. Se rió, y me dijo que ella era la direc
tora de la formación religiosa en la parroquia, y me apuntó a las clases de
catecumenado". Luego conoció al párroco, quien le dijo con humor que nunca había
conocido a nadie que llegase a la Iglesia gracias a Enrique VIII.
Catherine amaba cada vez más a su párroco y al matrimonio que tutelaba su
aprendizaje, y lloró cuando vio el lavatorio de pies y cuando conoció al obispo:
"La Iglesia era, punto por punto, todo lo contrario de lo que yo siempre había
pensado que era".
Cuando anunció a sus amigos y a su madre que quería hacerse católica, se
quedaron "horrorizados"... pero su marido le regaló unas imágenes de la Virgen y
de San Judas Tadeo.
La felicidad
"El 7 de abril de 2012, día de mi bautismo, estaba tan feliz que lloré. Pasé
mucho tiempo a solas con el Cuerpo de Cristo y lloré de agradecimien to. Tras
años buscando la verdad, la había encontrado". Y más cosas cambiaron. Su esposo
está ahora también haciendo el catecumenado; su madre, tan irreligiosa, ya cree
en Dios y lee la Biblia; y su hijo es también católico.
"Finalmente encontré de nuevo a mi amigo Jesús. Y aprendí el valor y la
verdadera belleza de ser mujer. En su sentido más puro, descubrí mi verdadero
derecho a elegir. Amo a mi Iglesia. Amo a mi
familia. Amo a mi parroquia. Amo a mi sacerdote. Y estoy realmente muy
agradecida de estar en casa".