Padres, hijos... y además, buenos amigos

 

Rocío Serrano

 

Ante las primeras muestras de que su hijo se ha convertido en una persona adulta, los padres pueden sentirse desconcertados y reaccionar de diversas maneras.

 

Unos se aferran al autoritarismo: es el caso de los padres forofos del "aquí mando yo y

mientras estés bajo mi techo harás lo que yo diga". Esto sólo puede conducir a la rebelión del chico o, lo que es casi peor, a un sometimiento que le impedirá desarrollar su propia personalidad.

 

Otros, simplemente se cohíben ante una situación que se les escapa de las manos y dejan a sus hijos funcionar a su aire. No se atreven a ejercer su autoridad y, por tanto, no entran en las cuestiones que saben que pueden provocar conflicto, como los estudios, las horas de llegada, los amigos, etc. Se produce entonces un distanciamiento entre padres e hijos, un vivir sin convivir que llena de tensión la vida familiar.

 

No se trata de una cosa ni de la otra. Debemos encontrar un equilibrio entre nuestra autoridad irrenunciable, y una concesión gradual de autonomía y responsabilidades. Sólo así llegaremos a esa relación ideal en la que el hijo sea, además, amigo de sus padres.

 

PADRES PARA SIEMPRE

 

Los jóvenes tienen en gran estima la amistad y están deseando relacionarse con sus padres no sólo como hijos sino como amigos.

 

Ahora bien, ese nuevo cariz en la relación entre padres e hijos no está reñido con el hecho de que los hijos busquen siempre en sus padres alguien con autoridad, con experiencia.

 

Esta amistad es beneficiosa para ambos, pero el primer paso para conjugarla deben darlo los padres. Han de ser ellos quienes de forma progresiva den un vuelco en su relación hacia el hijo, pasando de dar órdenes a pedir su colaboración, exponiendo críticas en vez de regaños. En definitiva, tratarle como a una persona mayor y responsable, cuyas opiniones son escuchadas y tenidas en cuenta en los asuntos familiares. El chico es ahora muy sensible a estos matices, y podrá coger el relevo al vuelo.

 

Además, tanto los padres como los hijos han de ser conscientes también de que amistad significa correspondencia. Es decir, ambas partes han de implicarse con igual intensidad en la relación: ambas han de dar y recibir, confiar y guardar secreto.

 

EL AMIGO BUENO

 

Si queremos ayudarle, ahora que ya es casi un adulto, tendremos que incrementar nuestra confianza en él, para lo cual habremos de aprender a escucharle con atención, de igual a igual. Escuchándole, podremos conocerle y, por tanto, comprenderle.

 

Y por supuesto, esta confianza no debemos traicionarla nunca. Las confidencias entre amigos son sagradas y deben mantenerse en secreto. Así, si nuestra hija nos cuenta, confidencialmente, que una de sus amigas, sin decir nada en casa, ha dejado pendientes asignaturas del curso anterior, nosotros no debemos sin su permiso, hacer uso de dicha información, aunque nos parezca más sensato desde la perspectiva de nuestra edad, poner sobre aviso a sus padres.

 

También hay que demostrarles que nosotros les consideramos dignos de nuestra confianza, tanto haciéndoles partícipes de nuestras propias preocupaciones, proyectos, alegrías... como escuchando y valorando sus opiniones y puntos de vista. En este sentido, cabe señalar que a menudo los padres pretenden que sus hijos les abran el corazón como hacen con sus amigos íntimos, y les den su confianza, por el mero hecho de ser sus padres.

 

Otra demostración de confianza es delegar en ellos responsabilidades acordes a su edad, como representar a sus padres en las reuniones de vecinos o hacerse cargo de la casa un fin de semana que los padres están fuera.

 

AQUÍ ME TIENES

 

Una característica de los amigos de verdad es la disponibilidad recíproca: el chico estará dispuesto a dejar colgado el cine con sus amigos para acompañar a su padre a solucionar un asunto familiar importante, si éste apaga el partido de liga cuando su hija le pide un rato de conversación al llegar a casa decepcionada por un suspenso inesperado.

 

Las confidencias tienen "su" momento, que elige el interesado con total independencia. Tanto los padres como los hijos necesitan un cierto espacio de intimidad que el otro ha de respetar. No ha de contar "todo y ahora". Lo importante es que sepa que estamos ahí, a mano, cuando nos necesita. Y, precisamente, lo que nos debe honrar que nos cuenten no son los hechos concretos, sino las ideas que les rondan la cabeza.

 

CREO QUE TE EQUIVOCAS

 

Otro aspecto en el que ha de producirse un cambio en la relación con los hijos es en las críticas y correcciones. Los padres hemos de aprender a argumentar y discutir con ellos en un clima de diálogo abierto. Aprender a escuchar sus posibles críticas y tener la suficiente humildad como para saber reconocer cuándo tienen razón. Todo ello, por supuesto, exigiendo el respeto que merecemos como padres.

 

Es un tema difícil, ya que muchos padres piensan que con ello pierden autoridad. Sin embargo los jóvenes saben valorar y respetar el que sus padres tengan la valentía necesaria para reconocer su error y agradecer su consejo.

 

AMIGOS, NO COMPADRES

 

La amistad de los hijos jóvenes no se consigue “rebajándose” hasta ellos. Un padre puede ser un buen amigo de su hijo sin menoscabo de su autoridad, aunque sea distinto el vocabulario, el modo de vestir o los modales. Cuando los padres pretenden hacerse "amiguetes" de su hijo, se produce una situación grotesca y desprestigiadora para ellos que puede terminar con la pérdida del respeto natural que el joven les debe por ser sus padres.

 

No olvidemos que los jóvenes no buscan en sus padres un "colega" sino un amigo con experiencia y autoridad en quien poder confiar.

 

EN RESUMEN...

 

§         Nunca es tarde, aunque sí será más difícil, para lograr ser amigo de tu hijo. Los padres tienen que decidirse a dar el primer paso.

 

§         Párate a pensar qué conoces de tu hijo,  de sus intereses y proyectos, de lo que valora por encima de todo.

 

§         Has de poder hablar con tu hijo mayor sobre cualquier tema, siempre que no vaya el reproche por delante. Aconséjale sin censurar. Está deseando, aunque no lo manifieste, que se preocupen por él.

 

§         Procura que las conversaciones en casa traten tanto de temas triviales como de asuntos más profundos. Esto te ayudará a conocer lo que valora tu hijo.

 

§         Cuenta a tu hijo, de vez en cuando, algo personal acerca de tus ideas, de tus proyectos de futuro (profesionales o no), de tus alegrías o tristezas, para lograr intimar con él. Le conocerás cuando él te conozca a ti.

 

§         Respeta su intimidad. No trates de sacar a tu hijo sus confidencias a base de interrogatorios.

 

§         Tu hijo ha de ver en ti alguien en quien poder confiar siempre. Recuérdaselo de vez en cuando, pero sobre todo procura estar preparado para cuando realmente necesite confiar en ti.

 

§         Entre amigos, lo que prima es la sinceridad, siempre. Aunque nos cueste aceptar la verdad en boca de nuestros hijos, así les demostraremos que los consideramos realmente nuestros amigos.

 

§         Pídele su opinión en algún asunto serio. Presta atención a su consejo y extrae consecuencias de él. Después, manténle al tanto de cómo van las cosas, en qué aplicaste lo que dijo, etc. Será una forma de demostrarle que confías en él.