BLAS PASCAL

 

"El último paso de la razón está en reconocer que hay una infinidad de cosas que la superan; ella es muy débil si no llega a conocer esto. Pues si las cosas naturales la superan, qué no habrá que decir de las sobrenaturales. No hay nada tan conforme a la razón como esta orientación" (PASCAL, Pensamientos).


 

«No solamente no conocemos a Dios más que a través de Jesucristo, sino que sin Jesucristo no nos conocemos a nosotros mismos. Sólo en Jesucristo conocemos la vida, la muerte. Fuera de Jesucristo no sabemos lo que es nuestra vida ni nuestra muerte, ni lo que es Dios, ni lo que somos nosotros mismos» (Pensées, Édition Lafuma, n° 417; Edición Brunschvicg n° 548).



Pascal: un hombre de hace 300 años, también laico convertido, que razonaba como yo, que no quería renunciar a la razón y que, antes de rendirse a la fe, deseaba agotar todas las posibilidades.



Realiza y publica diversos estudios de Física, entre los que sobresalen sus experiencias sobre el vacío, y su descubrimiento de la presión (v.) atmosférica en paralelo con Torricelli (Abrégé du traité du vide, 1-651; De la pesanteur el de la masse de I'air, 1653; y otros). Después mantiene una correspondencia con Fermat (v.), importante porque constituye el comienzo de los estudios del cálculo (v.) de probabilidades, al que contribuyó también con sus trabajos sobre la ruleta


 

Como dice Pascal, «los hombres desprecian la religión; le tienen miedo, y miedo de que sea verdadera. Para curar esto es preciso comenzar por probar que la religión no es nada contraria a la razón; que es venerable, digna de respeto; volverla enseguida amable, hacer desear a los buenos que sea verdadera y después demostrar que es verdadera». Me parece un programa perfecto para un filósofo cristiano. Cuatro son los tareas que describe Pascal:

----Probar que la religión cristiana --la verdad cristiana-- es razonable, no contraria a la razón.

----Mostrar que es venerable y digna de respeto, pues en ella el hombre se conoce en su justa realidad.

----Mostrar, además, que es amable (digna de ser amada), ya que promete el único y definitivo bien, lo único que vale la pena amar: Dios.

----Y finalmente, demostrar que es verdadera después de haber hecho desear que lo sea.



Pascal: "La grandeza del hombre está en reconocerse miserable. Un árbol no se reconoce miserable" (Pensées, n. 397).



"la grandeza del hombre —escribía el mismo Pascal— consiste en que él se trasciende infinitamente a sí mismo" (Pensées, n. 434).



Hay más de Dios que de agua en cada gota de agua. ·PASCAL-B



«Qué quimera es, pues, el hombre? ¡Qué novedad, qué monstruo, qué caos, qué sujeto de contradicciones, qué prodigio! Juez de todas las cosas, imbécil gusano de la tierra; depositario de la verdad, cloaca de incertidumbre y de error, gloria y excrecencia del universo. ¿Quién desenredará este embrollo?... Conoced, pues, soberbios, qué paradoja sois para vosotros mismos. Humillaos, razón impotente; callaos, naturaleza imbécil, aprended que el hombre supera infinitamente al hombre y escuchad de vuestro maestro vuestra condición verdadera que vosotros ignoráis. Escuchad a Dios» (·PASCAL-BLAS: Pensamientos, 433).



Prefiero equivocarme creyendo en un Dios que no existe, que equivocarme no creyendo en un Dios que existe. Porque si después no hay nada, evidentemente nunca lo sabré, cuando me hunda en la nada eterna; pero si hay algo, si hay Alguien, tendré que dar cuenta de mi actitud de rechazo.  Blaise Pascal



Pascal hubiera respondido que sólo concibe dos tipos de personas inteligentes: las que aman a Dios de todo corazón porque le conocen, y las que le buscan de todo corazón porque no le conocen.


 

Otro curioso argumento de Pascal es el conocido como el del apostador. Dios existe o no existe, y si debemos necesariamente apostar a favor o en contra de Él:

Si apuesto a favor y Dios es -- ganancia infinita;

Si apuesto a favor y Dios no es -- ninguna pérdida.

Si apuesto en contra y Dios es – pérdida infinita;

Si apuesto en contra y Dios no es – ni pérdida ni ganancia.

En el segundo caso existe una hipótesis en que me expongo a perderlo todo. En consecuencia, el sentido común me aconseja apostar por la que me asegura ganarlo todo o no perder nada, en el peor caso.