29 Diciembre 2006

 

 

 

 

 

COLECCIÓN DE ORACIONES DE LA BIBLIA

 

 

En su "campaña mundial de oración", la Agencia Fides presenta esta COLECCIÓN DE ORACIONES con ocasión de la Fiesta de Navidad, de la llegada del Salvador de los hombres. La "Nueva Evangelización" quiere decir recibir la Buena Nueva para aquellos que la han olvidado y para los que no la conocen. Es, primero de todo, ponerse a la escucha de Dios que se ha revelado con su Hijo Jesús, concebido por obra del Espíritu Santo en el regazo de la Virgen Maria. Es ponerse en contacto con Dios con la intermediación de Jesús, que no es un Rey dominador sino un Rey que reina con la Cruz "Regnavit a ligno Deus" (himno Vexilla Regis del Tiempo de la Pasión): "Dios reina con la Cruz". Es un Rey que propone y no se impone. Es un Rey humilde que se presenta a nosotros para establecer un diálogo con los hombres, para llevarles las palabras de salvación, ofrecerles su Amor, hacerles entrar en su intimidad para llegar un día a verlo cara a cara, tal como es. Pero ya en esta tierra es posible esta intimidad, y es Dios quien toma, como siempre, la iniciativa, en su amor infinito y desinteresado, en un amor lleno de humildad: Él nos pide que le dejemos entrar en nosotros"… He aquí, que estoy a la puerta y llamo. Si alguien me escucha y me abre la puerta, entraré en él, y cenaremos juntos" (Apocalipsis 3, 20).

Ponerse a la escucha de Jesús, alimentarse de su Palabra, comer con Él y alimentarse de Su Cuerpo y convertirse así en Templo de la Santísima Trinidad: "Si uno me ama, observará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él" (Jn 14, 23).

Si "¡… bienaventurados los invitados al banquete de la bodas del cordero!" (Apocalipsis 19, 9).

Las oraciones de la Biblia son un diálogo del fiel con Dios, en todas las circunstancias de la vida, y expresan la adoración, agradecimiento, petición de ayuda y socorro de los pobres, de protección contra los enemigos, de liberación del opresor, el amor hacia Dios y sus mandamientos, la confianza en su fidelidad.

Hemos elegido todas las oraciones de la vida cotidiana de los diversos personajes presentados en la Biblia, para hacerlas nuestras, en los momentos alegres y en las vicisitudes de la vida. La Colección no incluye el Libro de los Salmos, que forma un todo aparte, y que todo fiel puede consultar fácilmente, y rezar con dichos salmos tal como hizo el Señor Jesús y su Santa Madre, la Virgen Maria. (J.M) (Agencia Fides, diciembre del 2006)

 

LAS ORACIONES DE LA BIBLIA

 

La intercesión de Abraham en favor de Sodoma

Génesis 18, 22b-33

22 Y marcharon desde allí aquellos individuos camino de Sodoma, en tanto que Abraham permanecía parado delante de Yahveh.

23 Abordóle Abraham y dijo: «¿Así que vas a borrar al justo con el malvado?

24 Tal vez haya cincuenta justos en la ciudad. ¿Es que vas a borrarlos, y no perdonarás a aquel lugar por los cincuenta justos que hubiere dentro?

25 Tú no puedes hacer tal cosa: dejar morir al justo con el malvado, y que corran parejas el uno con el otro. Tú no puedes. El juez de toda la tierra ¿va a fallar una injusticia?»

26 Dijo Yahveh: «Si encuentro en Sodoma a cincuenta justos en la ciudad perdonaré a todo el lugar por amor de aquéllos.

27 Replicó Abraham: «¡Mira que soy atrevido de interpelar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza!

28 Supón que los cincuenta justos fallen por cinco. ¿Destruirías por los cinco a toda la ciudad?» Dijo: «No la destruiré, si encuentro allí a 45.»

29 Insistió todavía: «Supón que se encuentran allí cuarenta.» Respondió: «Tampoco lo haría, en atención de esos cuarenta.»

30 Insistió: «No se enfade mi Señor si le digo: "Tal vez se encuentren allí treinta".» Respondió: «No lo haré si encuentro allí a esos treinta.»

31 Díjole. «¡Cuidado que soy atrevido de interpelar a mi Señor! ¿Y si se hallaren allí veinte?»

32 Respondió: Tampoco haría destrucción en gracia de los veinte.» Insistió: «Vaya, no se enfade mi Señor, que ya sólo hablaré esta vez: "¿Y si se encuentran allí diez?"» Dijo: «Tampoco haría destrucción, en gracia de los diez.»

33 Partió Yahveh así que hubo acabado de conversar con Abraham, y éste se volvió a su lugar.

Cántico de agradecimiento después del paso del Mar Rojo y la destrucción de la armada del Faraón

Exodo 15, 1-18

Entonces Moisés y los israelitas cantaron este cántico a Yahveh. Dijeron: «Canto a Yahveh pues se cubrió de gloria arrojando en el mar caballo y carro.

2 Mi fortaleza y mi canción es Yah. El es mi salvación. El, mi Dios, yo le glorifico, el Dios de mi padre, a quien exalto.

3 ¡Un guerrero Yahveh, Yahveh es su nombre!

4 Los carros de Faraón y sus soldados precipitó en el mar. La flor de sus guerreros tragó el mar de Suf;

5 cubriólos el abismo, hasta el fondo cayeron como piedra.

6 Tu diestra, Yahveh,relumbra por su fuerza; tu diestra, Yahveh, aplasta al enemigo.

7 En tu gloria inmensa derribas tus contrarios, desatas tu furor y los devora como paja.

8 Al soplo de tu ira se apiñaron las aguas, se irguieron las olas como un dique, los abismos cuajaron en el corazón del mar.

9 Dijo el enemigo: «Marcharé a su alcance, repartiré despojos, se saciará mi alma, sacaré mi espada y los aniquilará mi mano.»

10 Mandaste tu soplo, cubriólos el mar; se hundieron como plomo en las temibles aguas.

11 ¿Quién como tú, Yahveh, entre los dioses? ¿Quién como tú, glorioso en santidad, terrible en prodigios, autor de maravillas?

12 Tendiste tu diestra y los tragó la tierra.

13 Guiaste en tu bondad al pueblo rescatado. Tu poder los condujo a tu santa morada.

14 Oyéronlo los pueblos, se turbaron, dolor como de parto en Filistea.

15 Los príncipes de Edom se estremecieron, se angustiaron los jefes de Moab y todas las gentes de Canaán temblaron.

16 Pavor y espanto cayó sobre ellos. La fuerza de tu brazo los hizo enmudecer como una piedra, hasta que pasó tu pueblo, oh Yahveh, hasta pasar el pueblo que compraste.

17 Tú le llevas y le plantas en el monte de tu herencia, hasta el lugar que tú te has preparado para tu sede, ¡oh Yahveh! Al santuario, Adonay, que tus manos prepararon.

18 ¡Yahveh reinará por siempre jamás!»

 

El cántico de Miriam, la hermana de Moisés

Exodo 15, 20-21:

20 María, la profetisa, hermana de Aarón tomó en sus manos un tímpano y todas la mujeres la seguían con tímpanos y danzando en coro.

21 Y María les entonaba el estribillo: «Cantad a Yahveh pues se cubrió de gloria. arrojando en el mar caballo y carro.»

Dios advierte a Moisés que el pueblo ha prevaricado adorando un Becerro de oro - Oración de Moisés

Exodo 32, 11-14

1 Pero Moisés trató de aplacar a Yahveh su Dios, diciendo: "¿Por qué, oh Yahveh, ha de encenderse tu ira contra tu pueblo, el que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y mano fuerte?

12 ¿Van a poder decir los egipcios: Por malicia los ha sacado, para matarlos en las montañas y exterminarlos de la faz de la tierra? Abandona el ardor de tu cólera y renuncia a lanzar el mal contra tu pueblo.

13 Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel, siervos tuyos, a los cuales juraste por ti mismo: Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; toda esta tierra que os tengo prometida, la daré a vuestros descendientes, y ellos la poseerán como herencia para siempre.»

14 Y Yahveh renunció a lanzar el mal con que había amenazado a su pueblo.

Nueva oración de Moisés después de la adoración del Becerro de oro del pueblo de Israel

Exodo 32, 30-35

30 Al día siguiente dijo Moisés al pueblo: «Habéis cometido un gran pecado. Yo voy a subir ahora donde Yahveh; acaso pueda obtener la expiación de vuestro pecado.»

31 Volvió Moisés donde Yahveh y dijo: «¡Ay! Este pueblo ha cometido un gran pecado al hacerse un dios de oro.

32 Con todo, si te dignas perdonar su pecado..., y si no, bórrame del libro que has escrito.»

33 Yahveh respondió a Moisés: Al que peque contra mí, le borraré yo de mi libro.

34 Ahora ve y conduce al pueblo adonde te he dicho. He aquí que mi ángel irá delante de ti, mas en el día de mi visita los castigaré yo por su pecado.»

35 Y Yahveh castigó al pueblo a causa del becerro fabricado por Aarón.

Oración de Moisés y anuncio de la visión de Dios en la Montaña

Éxodo 33, 12-23

12 Dijo Moisés a Yahveh: «Mira, tú me dices: Haz subir a este pueblo; pero no me has indicado a quién enviarás conmigo; a pesar de que me has dicho: "Te conozco por tu nombre", y también: "Has hallado gracia a mis ojos."

13 Ahora, pues, si realmente he hallado gracia a tus ojos, hazme saber tu camino, para que yo te conozca y halle gracia a tus ojos, y mira que esta gente es tu pueblo.»

14 Respondió él: «Yo mismo iré contigo y te daré descanso.»

15 Contestóle: «Si no vienes tú mismo, no nos hagas partir de aquí.

16 Pues ¿en qué podrá conocerse que he hallado gracia a tus ojos, yo y tu pueblo, sino en eso, en que tú marches con nosotros? Así nos distinguiremos, yo y tu pueblo, de todos los pueblos que hay sobre la tierra.»

17 Respondió Yahveh a Moisés: «Haré también esto que me acabas de pedir, pues has hallado gracia a mis ojos, y yo te conozco por tu nombre.»

18 Entonces dijo Moisés: «Déjame ver, por favor, tu gloria.»

19 El le contestó: «Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad y pronunciaré delante de ti el nombre de Yahveh; pues hago gracia a quien hago gracia y tengo misericordia con quien tengo misericordia.»

20 Y añadió: «Pero mi rostro no podrás verlo; porque no puede verme el hombre y seguir viviendo.»

21 Luego dijo Yahveh: «Mira, hay un lugar junto a mí; tú te colocarás sobre la peña.

22 Y al pasar mi gloria, te pondré en una hendidura de la peña y te cubriré con mi mano hasta que yo haya pasado.

23 Luego apartaré mi mano, para que veas mis espaldas; pero mi rostro no se puede ver.»

Oración de Moisés después del lamento del pueblo cansado de comer el maná

Números 11, 10-15

10 Moisés oyó llorar al pueblo, cada uno en su familia, a la puerta de su tienda. Se irritó mucho la ira de Yahveh. A Moisés le pareció mal,

11 y le dijo a Yahveh: «¿Por qué tratas mal a tu siervo? ¿Por qué no he hallado gracia a tus ojos, para que hayas echado sobre mí la carga de todo este pueblo?

12 ¿Acaso he sido yo el que ha concebido a todo este pueblo y lo ha dado a luz, para que me digas: "Llévalo en tu regazo, como lleva la nodriza al niño de pecho, hasta la tierra que prometí con juramento a sus padres?"

13 ¿De dónde voy a sacar carne para dársela a todo este pueblo, que me llora diciendo: Danos carne para comer?

14 No puedo cargar yo solo con todo este pueblo: es demasiado pesado para mí.

15 Si vas a tratarme así, mátame, por favor, si he hallado gracia a tus ojos, para que no vea más mi desventura.»

Intercesión de Moisés después del lamento del pueblo a la vuelta de un reconocimiento en Canaán y el castigo anunciado por Dios

Números 14, 13-23

13 Moisés respondió a Yahveh: «Pero los egipcios saben muy bien que, con tu poder, sacaste a este pueblo de en medio de ellos.

14 Se lo han contado a los habitantes de este país. Estos se han enterado de que tú, Yahveh, estás en medio de este pueblo, y te das a ver cara a cara; de que tú, Yahveh, permaneces en tu Nube sobre ellos, y caminas delante de ellos de día en la columna de Nube, y por la noche en la columna de fuego.

15 Si haces perecer a este pueblo como un solo hombre, dirán los pueblos que han oído hablar de ti:

16 Yahveh, como no ha podido introducir a ese pueblo en la tierra que les había prometido con juramento, los ha matado en el desierto."

17 Muestra, pues, ahora tu poder, mi Señor, como prometiste diciendo:

18 Yahveh es tardo a la cólera y rico en bondad, tolera iniquidad y rebeldía; aunque nada deja sin castigo, castigando la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación."

19 Perdona, pues, la iniquidad de este pueblo conforme a la grandeza de tu bondad, como has soportado a este pueblo desde Egipto hasta aquí.»

20 Dijo Yahveh: «Le perdono, según tus palabras.

21 Pero, vivo yo y la gloria de Yahveh llena toda la tierra,

22 que ninguno de los que han visto mi gloria y las señales que he realizado en Egipto y en el desierto, que me han puesto a prueba ya diez veces y no han escuchado mi voz,

23 verá la tierra que prometí con juramento a sus padres. No la verá ninguno de los que me han despreciado.

Cántico de Moisés, que exalta la potencia única del Dios de Israel, único verdadero Dios, antes de morir

Deuteronomio 32, 1-44

1 Prestad oído, cielos, que hablo yo, escuche la tierra las palabras de mi boca.

2 Como lluvia se derrame mi doctrina, caiga como rocío mi palabra, como blanda lluvia sobre la hierba verde, como aguacero sobre el césped.

3 Porque voy a aclamar el nombre de Yahveh; ¡ensalzad a nuestro Dios!

4 El es la Roca, su obra es consumada, pues todos sus caminos son justicia. Es Dios de la lealtad, no de perfidia, es justo y recto.

5 Se han pervertido los que él engendró sin tara, generación perversa y tortuosa.

6 ¿Así pagáis a Yahveh, pueblo insensato y necio? ¿No es él tu padre, el que te creó, el que te hizo y te fundó?

7 Acuérdate de los días de antaño, considera los años de edad en edad. Interroga a tu padre, que te cuente, a tus ancianos, que te hablen.

8 Cuando el Altísimo repartió las naciones, cuando distribuyó a los hijos de Adán, fijó las fronteras de los pueblos, según el número de los hijos de Dios;

9 mas la porción de Yahveh fue su pueblo, Jacob su parte de heredad.

10 En tierra desierta le encuentra, en la soledad rugiente de la estepa. Y le envuelve, le sustenta, le cuida, como a la niña de sus ojos.

11 Como un águila incita a su nidada, revolotea sobre sus polluelos, así el despliega sus alas y te toma, y le lleva sobre su plumaje.

12 Sólo Yahveh le guía a su destino, con él ningún dios extranjero.

13 Le hace cabalgar por las alturas de la tierra, le alimenta de los frutos del campo, le da a gustar miel de la peña, y aceite de la dura roca,

14 cuajada de vacas y leche de ovejas, con la grasa de corderos; carneros de raza de Basán, y machos cabríos, con la flor de los granos de trigo, y por bebida la roja sangre de la uva.

15 Come Jacob, se sacia, engorda Yesurún, respinga, - te has puesto grueso, rollizo, turgente -, rechaza a Dios, su Hacedor, desprecia a la Roca, su salvación.

16 Le encelan con dioses extraños, le irritan con abominaciones.

17 Sacrifican a demonios, no a Dios, a dioses que ignoraban, a nuevos, recién llegados, que no veneraron vuestros padres.

18 (¡Desdeñas a la Roca que te dio el ser, olvidas al Dios que te engendró!)

19 Yahveh lo ha visto y, en su ira, ha desechado a sus hijos y a sus hijas.

20 Ha dicho: Les voy a esconder mi rostro, a ver en qué paran. Porque es una generación torcida, hijos sin lealtad.

21 Me han encelado con lo que no es Dios, me han irritado con sus vanos ídolos; ¡pues yo también voy a encelarles con lo que no es pueblo, con una nación fatua los irritaré!

22 Porque ha saltado fuego de mi ira, que quemará hasta las honduras del seol; devorará la tierra y sus productos, abrasará los cimientos de los montes.

23 Acumularé desgracias sobre ellos, agotaré en ellos mis saetas.

24 Andarán extenuados de hambre, consumidos de fiebre y mala peste. Dientes de fieras mandaré contra ellos, veneno de reptiles.

25 Por fuera la espada sembrará orfandad, y dentro reinará el espanto. Caerán a la vez joven y doncella, niño de pecho y viejo encanecido.

26 He dicho: A polvo los reduciría, borraría su recuerdo de en medio de los hombres,

27 si no temiera azuzar el furor del enemigo, y que lo entiendan al revés sus adversarios, no sea que digan: «Nuestra mano prevalece, y no es Yahveh el que hace todo esto.»

28 Porque es gente de consejo obtuso, y no hay inteligencia en ellos.

29 Si fueran sabios, podrían entenderlo, sabrían vislumbrar su suerte última.

30 Pues, ¿cómo un solo hombre puede perseguir a mil, y dos poner en fuga a una miríada, sino porque su Roca se los ha vendido, porque Yahveh los ha entregado?

31 Mas no es su roca como nuestra Roca, y nuestros enemigos son testigos.

32 Porque su viña es viña de Sodoma y de las plantaciones de Gomorra: uvas venenosas son sus uvas, racimos amargos sus racimos;

33 su vino, un veneno de serpiente, mortal ponzoña de áspid.

34 Pero él, ¿no está guardado junto a mí, sellado en mis tesoros?

35 A mí me toca la venganza y el pago para el momento en que su pie vacile. Porque está cerca el día de su ruina, ya se precipita lo que les espera.

36 (Que va hacer Yahveh justicia al pueblo suyo, va a apiadarse de sus siervos.) Porque verá que su fuerza se agota, que no queda ya libre ni esclavo.

37 Dirá entonces: ¿Dónde están sus dioses, roca en que buscaban su refugio,

38 los que comían la grasa de sus sacrificios y bebían el vino de sus libaciones? ¡Levántense y os salven, sean ellos vuestro amparo!

39 Ved ahora que yo, sólo yo soy, y que no hay otro Dios junto a mí. Yo doy la muerte y doy la vida, hiero yo, y sano yo mismo (y no hay quien libre de mi mano).

40 Sí, yo alzo al cielo mi mano, y digo: Tan cierto como que vivo eternamente,

41 cuando afile el rayo de mi espada, y mi mano empuñe el Juicio, tomaré venganza de mis adversarios, y daré el pago a quienes me aborrecen.

42 Embriagaré de sangre mis saetas, y mi espada se saciará de carne: sangre de muertos y cautivos, cabezas encrestadas de enemigos.

43 ¡Cielos, exultad con él, y adórenle los hijos de Dios! ¡Exultad, naciones, con su pueblo, y todos los mensajeros de Dios narren su fuerza! Porque él vengará la sangre de sus siervos, tomará venganza de sus adversarios, dará su pago a quienes le aborrecen y purificará el suelo de su pueblo.

44 Fue Moisés y pronunció o oídos del pueblo todas las palabras de este cántico, acompañado de Josué, hijo de Nun.

 

Oración de Josué ante la sanción del sacrilegio, causa de la derrota sufrida por Ay

Josué 7, 6-10

Josué desgarró sus vestidos, se postró rostro en tierra delante del arca de Yahveh hasta la tarde, junto con los ancianos de Israel, y todos esparcieron polvo sobre sus cabezas.

7 Dijo Josué: «¡Ah, Señor Yahveh! ¿Por qué has hecho pasar el Jordán a este pueblo, para entregarnos en manos de los amorreos y destruirnos? ¡Ojalá nos hubiésemos empeñado en establecernos al otro lado del Jordán!

8 ¡Perdón, Señor! ¿Qué puedo decir ahora que Israel ha vuelto la espalda a sus enemigos?

9 Se enterarán los cananeos y todos los habitantes del país: se aliarán contra nosotros y borrarán nuestro nombre de la tierra. ¿Que harás tú entonces por tu gran nombre?»

10 Yahveh respondió a Josué: «¡Arriba! ¡Vamos! ¿Por qué te estás así rostro en tierra?

Cántico de Deborah y Baraq después de la liberación de Israel de los Cananeos

Jueces 5, 1-31

1 Aquel día, Débora y Baraq, hijo de Abinoam, entonaron este cántico:

2 Al soltarse en Israel la cabellera, cuando el pueblo se ofrece voluntario, ¡bendecid a Yahveh!

3 ¡Escuchad, reyes! ¡Prestad oídos, príncipes! yo a Yahveh, yo voy a cantar. tocaré el salterio para Yahveh, Dios de Israel.

4 Cuando saliste de Seír, Yahveh, cuando avanzaste por los campos de Edom, tembló la tierra, gotearon los cielos, las nubes en agua se fundieron.

5 Los montes se licuaron delante de Yahveh, el del Sinaí, delante de Yahveh, el Dios de Israel.

6 En los días de Samgar, hijo de Anat, en los días de Yael, no había caravanas; los que hollaban calzadas marchaban por senderos desviados,

7 Vacíos en Israel quedaron los problados, vacíos hasta tu despertar, oh Débora, hasta tu despertar, oh madre de Israel.

8 Se elegían dioses nuevos; por entonces la guerra en las puertas; ni un escudo se ve ni una lanza para 40.000 en Israel!

9 Mi corazón con los jefes de Israel, con los voluntarios del pueblo. ¡Bendecid a Yahveh!

10 Los que cabalgáis en blancas asnas, los que os sentáis sobre tapices, los que vais por el camino, cantad,

11 al clamor de los repartidores junto a los abrevaderos. Allí se cantan los favores de Yahveh, los favores a sus poblados de Israel. (Entonces el pueblo de Yahveh bajó a las puertas).

12 Despierta, Débora, despierta! ¡Despierta, despierta, entona un cantar! ¡Animo! ¡Arriba, Baraq! ¡Apresa a los que te apresaron, hijo de Abinoam!

13 Entonces Israel bajó a las puertas, el pueblo de Yahveh bajó por él, como un héroe.

14 Los principales de Efraím en el valle. Detrás de ti Benjamín entre tu gente. De Makir han bajado capitanes, de Zabulón los que manejan cetro.

15 Los jefes de Isacar están con Débora, y Neftalí, con Baraq, en la llanura, lanzado tras sus huellas. En los arroyos de Rubén, magnánimas decisiones.

16 ¿Por qué te has quedado en los corrales, escuchando silbidos entre los rebaños? (En los arroyos de Rubén, magnánimas decisiones.)

17 Allende el Jordán, Galaad se queda, y Dan, ¿por qué vive en naves extranjeras? Aser se ha quedado a orillas del mar, tranquilo en sus puertos mora.

18 Zabulón es un pueblo que reta a la muerte, y Neftalí, en las alturas del país.

19 Vinieron los reyes, combatieron, entonces combatieron los reyes de Canaán, en Tanak, en las aguas de Meguiddó, mas sin lograr botín de plata.

20 Desde los cielos lucharon las estrellas, desde sus órbitas lucharon contra Sísara.

21 El torrente Quisón barriólos, ¡el viejo torrente, el torrente Quisón! ¡Avanza, alma mía, con denuedo!

22 Cascos de caballos sacuden el suelo: ¡galopan, galopan sus corceles!

23 Maldecid a Meroz, dice el Angel de Yahveh, maldecid, maldecid a sus moradores: pues no vinieron en ayuda de Yahveh, en ayuda de Yahveh como los héroes.

24 ¡Bendita entre las mujeres Yael (la mujer de Jéber el quenita), entre las mujeres que habitan en tiendas, bendita sea!

25 Pedía agua, le dio leche, en la copa de los nobles le sirvió nata.

26 Tendió su mano a la clavija, la diestra al martillo de los carpinteros. Hirió a Sísara, le partió la cabeza, le golpeó y le partió la sien;

27 a sus pies se desplomó, cayó, durmió, a sus pies se desplomó, cayó; donde se desplomó, allí cayó, deshecho.

28 A la ventana se asoma y atisba la madre de Sísara, por las celosías: «¿Por qué tarda en llegar su carro? ¿por qué se retrasa el galopar de su carroza?

29 La más discreta de sus princesas le responde; ella se lo repite a sí misma:

30 ¡«Será que han cogido botín y lo reparten: una doncella, dos doncellas para cada guerrero; botín de paños de colores para Sísara, botín de paños de colores; un manto, dos mantos bordados para mi cuello!»

31 ¡Así perezcan todos tus enemigos, oh Yahveh! ¡Y sean los que te aman como el salir del sol con todo su fulgor! Y el país quedó tranquilo cuarenta años.

Oración de Ana pidiendo a Dios que le libere de la esterilidad

I Samuel 1, 11

10 Estaba ella llena de amargura y oró a Yahveh llorando sin consuelo,

11 e hizo este voto: «¡Oh Yahveh Sebaot! Si te dignas mirar la aflicción de tu sierva y acordarte de mí, no olvidarte de tu sierva y darle un hijo varón, yo lo entregaré a Yahveh por todos los días de su vida y la navaja no tocará su cabeza.»

Cántico de Ana de después del nacimiento de Samuel

I Samuel 2, 1-11

1 Entonces Ana dijo esta oración: «Mi corazón exulta en Yahveh, mi cuerno se levanta en Dios, mi boca se dilata contra mis enemigos, porque me he gozado en tu socorro.

2 No hay Santo como Yahveh, (porque nadie fuera de ti), ni roca como nuestro Dios.

3 No multipliquéis palabras altaneras. No salga de vuestra boca la arrogancia. Dios de sabiduría es Yahveh, suyo es juzgar las acciones.

4 El arco de los fuertes se ha quebrado, los que tambalean se ciñen de fuerza.

5 Los hartos se contratan por pan, los hambrientos dejan su trabajo. La estéril da a luz siete veces, la de muchos hijos se marchita.

6 Yahveh da muerte y vida, hace bajar al seol y retornar.

7 Yahveh enriquece y despoja, abate y ensalza.

8 Levanta del polvo al humilde, alza del muladar al indigente para hacerle sentar junto a los nobles, y darle en heredad trono de gloria, pues de Yahveh los pilares de la tierra y sobre ellos ha sentado el universo.

9 Guarda los pasos de sus fieles, y los malos perecen en tinieblas, (pues que no por la fuerza triunfa el hombre).

10 Yahveh, ¡quebrantados sus rivales! el Altísimo truena desde el cielo. Yahveh juzga los confines de la tierra, da pujanza a su Rey, exalta el cuerno de su Ungido.»

11 Partió Elcaná para Ramá, y el niño se quedó para servir a Yahveh a las órdenes del sacerdote Elí.

Oración de alabanza y agradecimiento de David en respuesta a la promesa de una Soberanía eterna

II Samuel 7, 18-29

18 El rey David entró, y se sentó ante Yahveh y dijo: «¿Quien soy yo, señor mío Yahveh, y qué mi casa, que me has traído hasta aquí?

19 Y aun esto es poco a tus ojos, señor mío, Yahveh que hablas también a la casa de tu siervo para el futuro lejano... Señor Yahveh.

20 ¿Qué más podrá David añadir a estas palabras? Tú me tienes conocido, Señor Yahveh.

21 Has realizado todas estas grandes cosas según tu palabra y tu corazón, par dárselo a conocer a tu siervo.

22 Por eso eres grande, mi Señor Yahveh; nadie como tú, no hay Dios fuera de ti, como oyeron nuestros oídos.

23 ¿Qué otro pueblo hay en la tierra como tu pueblo Israel a quien un dios haya ido a rescatar para hacerle su pueblo, dándole renombre y haciendo en su favor grandes y terribles cosas, expulsando de delante de tu pueblo, al que rescataste de Egipto, a naciones y dioses extraños?

24 Tú te has constituido a tu pueblo Israel para que sea tu pueblo para siempre, y tú, Yahveh, eres su Dios.

25 Y ahora, Yahveh Dios, mantén firme eternamente la palabra que has dirigido a tu siervo y a su casa y haz según tu palabra.

26 Sea tu nombre por siempre engrandecido; que se diga: Yahveh Sebaot es Dios de Israel; y que la casa de tu siervo David subsista en tu presencia,

27 ya que tú, Yahveh Sebaot, Dios de Israel, has hecho esta revelación a tu siervo diciendo: "yo te edificaré una casa": por eso tu siervo ha encontrado valor para orar en tu presencia.

28 Ahora, mi Señor Yahveh, tú eres Dios, tus palabras son verdad y has prometido a tu siervo esta dicha;

29 dígnate, pues, bendecir la casa de tu siervo para que permanezca por siempre en tu presencia, pues tú mi Señor Yahveh, has hablado y con tu bendición la casa de tu siervo será eternamente bendita.»

Salmo de David que Dios ha liberado de todos sus enemigos

II Samuele 22, 1-51

1 David dijo a Yahveh las palabras de este cántico el día que le salvó Yahveh de la mano de todos sus enemigos y de la mano de Saúl.

2 Dijo: Yahveh, mi roca, y mi baluarte, mi liberador,

3 mi Dios, la peña en que me amparo, mi escudo y fuerza de mi salvación, mi ciudadela y mi refugio, mi salvador que me salva de la violencia.

4 Invoco a Yahveh que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos.

5 Los olas de la muerte me envolvían, me espantaban las trombas de Belial,

6 los lazos del seol me rodeaban, me aguardaban los cepos de la muerte.

7 Clamé a Yahveh en mi angustia, a mi Dios invoqué, y escuchó mi voz desde su templo, resonó mi llamada en sus oídos.

8 La tierra fue sacudida y vaciló, las bases de los cielos retemblaron. Vacilaron bajo su furor.

9 Una humareda subió de sus narices y de su boca un fuego que abrasaba; de él salían carbones encendidos.

10 El inclinó los cielos y bajó, un espeso nublado debajo de sus pies.

11 Cabalgó sobre un querube, emprendió el vuelo, sobre las alas de los vientos planeó.

12 Se puso como tienda un cerco de tinieblas, tinieblas de las aguas, espesos nubarrones.

13 Del fulgor que le precedía se encendieron granizo y ascuas de fuego.

14 Tronó Yahveh dese los cielos, lanzó el Altísimo su voz;

15 arrojó saetas y los puso en fuga, rayos fulminó y sembró derrota.

16 El fondo del mar quedó a la vista, los cimientos del orbe aparecieron ante la increpación de Yahveh, al resollar al aliento en sus narices.

17 Extiende su mano de lo alto para asirme, para sacarme de las profundas aguas.

18 Me libera de un enemigo poderoso, de mis adversarios más fuertes que yo.

19 Me aguardaban el día de mi ruina, Mas Yahveh fue un apoyo para mí.

20 Me sacó a espacio abierto, Me savló porque me amaba.

21 Yahveh me recompensa conforme a mi justicia, el me paga conforme a la pureza de mis manos.

22 Porque he guardado los caminos de Yahveh, y no he hecho el mal lejos de mi Dios.

23 Porque tengo ante mí todos sus juicios, y sus preceptos no aparto de mi lado.

24 He sido ante él irreprochable, y de incurrir en culpa me he guardado.

25 Y Yahveh me devuelve según mi justicia, según mi pureza que está a sus ojos.

26 Con el piadoso eres piadoso, intachable con el hombre sin tacha.

27 Con el puro eres puro, con el ladino, sagaz.

28 Tú que salvas al pueblo humilde, y abates los ojos altaneros.

29 Tú eres, Yahveh, mi lámpara, mi Dios que alumbra mis tinieblas.

30 Con tu ayuda las hordas acometo, con mi Dios escalo la muralla.

31 Dios es perfecto en sus caminos, la palabra de Yahveh, acrisolada, él es el escudo de cuantos a él se acogen.

32 Pues ¿quién es Dios, fuera de Yahveh? ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?

33 El Dios que me ciñe de fuerza y hace mi camino irreprochable.

34 Que hace mis pies como de ciervas, y en las alturas me sostiene en pie.

35 El que mis manos para el combate adiestra, y mis brazos para tensar arcos de bronce.

36 Tú me das tu escudo salvador, multiplicas tus respuestas favorables

37 Mis pasos ensanchas ante mí; no se tuercen mis tobillos.

38 Persigo a mis enemigos, los deshago, no vuelvo hasta haberlos acabado.

39 Los quebranto, no pueden levantarse, sucumben debajo de mis pies.

40 Para el combate de fuerza me ciñes, doblegas bajo mí a mis agresores,

41 a mis enemigos haces dar la espada, extermino a los que me odian.

42 Claman, mas no hay salvador, a Yahveh, y no les responde.

43 Los machaco como polvo de la tierra, como al barro de las calles los piso.

44 De las querellas de mi pueblo me libras. me pones a la cabeza de las gentes, pueblos que no conocía me sirven.

45 Los hijos de extranjeros me adulan, son todo oídos, me obedecen.

46 Los hijos de extranjeros desmayan, y dejan temblando sus refugios.

47 ¡Viva Yahveh bendita sea mi Roca, el Dios de mi salvación sea ensalzado!

48 El Dios que la venganza me concede y abate los pueblos a mis plantas.

49 Tú me libras de mis enemigos, me exaltas sobre mis agresores, y del hombre violento me salvas.

50 Por eso, Yahveh, quiero alabarte entre los pueblos y cantar tu nombre.

51 El hace grandes las victorias de su rey y muestra su amor a su ungido, a David y su linaje para siempre.

Oración de David ante el arca de la alianza

I Crónicas 16, 7-36

7 Aquel día David, alabando el primero a Yahveh, entregó a Asaf y a sus hermanos este canto:

8 ¡Dad gracias a Yahveh, aclamad su nombre, divulgad entre los pueblos sus hazañas!

9 ¡Cantadle, salmodiad para él, sus maravillas todas recitad!

10 ¡Gloriaos en su santo Nombre, se alegre el corazón de los que buscan a Yahveh!

11 ¡Buscad a Yahveh y su fuerza, id tras su rostro sin descanso!

12 Recordad las maravillas que él ha hecho, sus prodigios y los juicios de su boca,

13 raza de Israel, su servidor, hijos de Jacob, sus elegidos.

14 El, Yahveh, es nuestro Dios, por toda la tierra sus juicios.

15 Recordad para siempre su alianza, palabra que impuso a mil generaciones;

16 lo que pactó con Abraham, el juramento que hizo a Isaac.

17 Y que puso a Jacob como precepto, a Israel como alianza eterna,

18 diciendo: «Yo te daré la tierra de Canaán, por parte de vuestra herencia»,

19 cuando erais escasa gente, poco numerosos, y forasteros allí.

20 Cuando iban de nación en nación desde un reino a otro pueblo,

21 a nadie permitió oprimirles. Por ellos castigó a los reyes.

22 «Guardaos de tocar a mis ungidos ni mal alguno hagáis a mis profetas.»

23 Cantad a Yahveh toda la tierra anunciad su salvación día tras día.

24 Contad su gloria a las naciones, a todos los pueblos sus maravillas.

25 Que es grande Yahveh y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses.

26 Porque nada son todos los dioses de los pueblos, mas Yahveh los cielos hizo.

27 Gloria y majestad están ante él, fortaleza y alegría en su Morada.

28 ¡Rendid a Yahveh, familias de los pueblos, rendid a Yahveh gloria y poder!

29 ¡Rendid a Yahveh la gloria de su Nombre! Traed ofrendas y en sus atrios entrad. ¡Postraos ante Yahveh en esplendor sagrado!

30 ¡Tiemble ante su faz la tierra entera! El orbe está seguro, no vacila.

31 Alégrense los cielos y la tierra jubile. Decid entre las gentes: «¡Yahveh es rey!»

32 ¡Retumbe el mar y cuanto encierra! ¡Exulte el campo y cuanto en él existe!

33 Griten de júbilo los árboles de los bosque ante Yahveh, pues viene a juzgar la tierra.

34 ¡Dad gracias a Yahveh, porque es bueno, porque es eterno su amor!

35 Y decid: «¡Sálvanos, oh Dios de nuestra salvación! Reúnenos y líbranos de las naciones, para dar gracias a tu Nombre santo y gloriarnos en tu alabanza.»

36 Bendito sea Yahveh, el Dios de Israel, por eternidad de eternidades.» Y todo el pueblo dijo: «Amén.» Y alabó a Yahveh.

Agradecimiento de David por los dones realizados para la construcción futura del Templo

I Crónicas 29, 10-19

10 Después bendijo David a Yahveh en presencia de toda la asamblea diciendo: «¡Bendito tú, oh Yahveh, Dios de nuestro padre Israel, desde siempre hasta siempre!

11 Tuya, oh Yahveh, es la grandeza, la fuerza, la magnificencia, el esplendor y la majestad; pues tuyo es cuanto hay en el cielo y en la tierra. Tuyó, oh Yahveh, es el reino; tú te levantas por encima de todo.

12 De ti proceden las riquezas y la gloria. Tú lo gobiernas todo; en tu mano están el poder y la fortaleza, y es tu mano la que todo lo engrandece y a todo da consistencia.

13 Pues bien, oh Dios nuestro, te celebramos y alabamos tu Nombre magnífico.

14 Pues, ¿quién soy yo y quién es mi pueblo para que podamos ofrecerle estos donativos? Porque todo viene de ti, y de tu mano te lo damos.

15 Porque forasteros y huéspedes somos delante de ti, como todos nuestros padres; como sombras son nuestros días sobre la tierra y no hay esperanza.

16 Yahveh, Dios nuestro, todo este grande acopio que hemos preparado para edificarte una Casa para tu santo Nombre, viene de tu mano y tuyo es todo.

17 Bien sé, Dios mío, que tú pruebas los corazones y amas la rectitud; por eso te he ofrecido voluntariamente todo esto con rectitud de corazón, y ahora veo con regocijo que tu pueblo, que está aquí, te ofrece espontáneamente tus dones.

18 Oh Yahveh, Dios de nuestros padres Abraham, Isaac, e Israel, conserva esto perpetuamente para formar los pensamientos en el corazón de tu pueblo, y dirige tú su corazón hacia ti.

19 Da a mi hijo Salomón un corazón perfecto, para que guarde tus mandamientos, tus instrucciones y tus preceptos, para que todo lo ponga por obra y edifique el alcázar que yo te he preparado.»

Dios toma posesión del Templo – Oración personal de Salomón y por el pueblo

I Reyes 8, 10-13; 22-29; 30-61

10 Al salir los sacerdotes del Santo, la nube llenó la Casa de Yahveh.

11 Y los sacerdotes no pudieron continuar en el servicio a causa de la nube, porque la gloria de Yahveh llenaba la Casa de Yahveh.

12 Entonces Salomón dijo: «Yahveh quiere habitar en densa nube.

13 He querido erigirte una morada un lugar donde habites para siempre.»

22 Salomón se puso ante el altar de Yahveh en presencia de toda la asamblea de Israel; extendió sus manos al cielo

23 y dijo: «Yahveh, Dios de Israel, no hay Dios como tú en lo alto de los cielos ni abajo sobre la tierra, tú que guardas la alianza y el amor a tus siervos que andan en tu presencia con todo su corazón,

24 tú que has mantenido a mi padre David la promesa que le hiciste, pues por tu boca lo prometiste y por tu mano lo has cumplido este día.

25 Ahora, pues, Yahveh, Dios de Israel, mantén a tu siervo David mi padre la promesa que le hiciste deciéndole: " Nunca será quitado de mi presencia uno de los tuyos que se siente en el trono de Israel, con tal que tus hijos guarden su camino andando en mi presencia como has andado tú delante de mí."

26 Ahora, Dios de Israel, que se cumpla la palabra que dijiste a tu siervo David, mi padre.

27 ¿Es que verdaderamente habitará Dios con los hombres sobre la tierra? Si los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta Casa que yo te he construido!

28 Atiende a la plegaria de tu siervo y a su petición, Yahveh Dios mío, y escucha el clamor y la plegaria que tu siervo hace hoy en tu presencia,

29 que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre este lugar del que dijiste: "En él estará mi Nombre"; escucha la oración que tu servidor te dirige en este lugar.

30 «Oye, pues, la plegaria de tu siervo y de tu pueblo Israel cuando oren en este lugar. Escucha tú desde el lugar de tu morada, desde el cielo, escucha y perdona.

31 «Cuando un hombre peque contra su prójimo y éste pronuncie una imprecación sobre él haciéndole jurar delante de tu altar en esta Casa,

32 escucha tú desde los cielos y obra; juzga a tus siervos, declarando culpable al malo, para hacer recaer su conducta sobre su cabeza y declarando inocente al justo para darle según su justicia.

33 «Cuando tu pueblo Israel sea batido por su enemigo por haber pecado contra ti, si se vuelven a ti y alaban tu Nombre, orando y suplicando ante ti en esta Casa,

34 escucha tú desde los cielos y perdona el pecado de tu pueblo Israel y vuélvelos a la tierra que diste a sus padres.

35 «Cuando los cielos estén cerrados y no haya lluvia porque pecaron contra ti, si oran en este lugar y alaban tu Nombre y se convierten de su pecado porque les humillaste,

36 escucha tú desde los cielos y perdona el pecado de tu siervo y de tu pueblo Israel, pues les enseñarás el camino bueno por el que deberán andar, y envía lluvia sobre tu tierra, la que diste a tu pueblo en herencia.

37 «Cuando haya hambre en el país, cuando haya peste, tizón, añublo, langosta o pulgón, cuando su enemigo le asedie en una de sus puertas, en todo azote y toda emfermedad,

38 si un hombre cualquiera, experimentando remordimiento en su corazón, eleva cualquier plegaria o cualquier súplica y extiende las manos hacia esta Casa,

39 escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada, perdona y da a cada uno según sus caminos, pues tú conoces su corazón y sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres,

40 para que te teman todos los días que vivan sobre la faz de la tierra que has dado a nuestros padres.

41 «También al extranjero que no es de tu pueblo Israel, al que viene de un país lejano a causa de tu Nombre,

42 porque oirá hablar de tu gran Nombre, de tu mano fuerte y de tu tenso brazo, y vendrá a orar a esta Casa,

43 escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada, y haz según cuanto te pida el extranjero, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu Nombre y te teman como tu pueblo Israel, y sepan que tu Nombre es invocado en esta Casa que yo he construido.

44 «Si tu pueblo va a la guerra contra su enemigo por el camino por el que tú le envíes, y suplican a Yahveh vueltos hacia la ciudad que has elegido y hacia la Casa que yo he construido para tu Nombre,

45 escucha tú desde los cielos su oración y su plegaria y hazles justicia.

46 Cuando pequen contra ti, pues no hay hombre que no peque, y tú irritado contra ellos los entregues al enemigo, y sus conquistadores los lleven al país enemigo, lejano o próximo,

47 si se convierten en su corazón en la tierra a que hayan sido llevados, si se arrepienten y te suplican en la tierra de sus deportadores diciendo: "Hemos pecado, hemos sido perversos, somos culpables",

48 si se vuelven a ti con todo su corazón y con toda su alma en el país de los enemigos que los deportaron, y te suplican vueltos hacia la tierra que tú diste a sus padres y hacia la ciudad que has elegido y hacia la Casa que he edificado a tu Nombre,

49 escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada,

50 y perdona a tu pueblo, que ha pecado contra ti, todas las rebeliones con que te han traicionado, y concédeles que hallen compasión entre sus deportadores para que éstos les tengan piedad,

51 porque son tu pueblo y tu heredad, los que sacaste de Egipto, de en medio del crisol del hierro.

52 «Que tus ojos estén abiertos a las súplicas de tu siervo y a la súplica de tu pueblo Israel, para escuchar todos sus clamores hacia ti.

53 Porque tú los separaste para ti como herencia tuya de entre todos los pueblos de la tierra, como dijiste por boca de Moisés tu siervo cuando sacaste a nuestros padres de Egiptko, Señor Yahveh.»

54 Cuando Salomón acabó de dirigir a Yahveh toda esta plegaria y esta súplica, se levantó de delante del altar de Yahveh, del lugar donde se había arrodillado con las manos extendidas hacia el cielo,

55 y se puso de pie para bendecir a toda la asamblea de Israel, diciendo en alta voz:

56 «Bendito sea Yahveh que ha dado reposo a su pueblo Israel, según todas sus promesas; no ha fallado ninguna de las palabras de bien que dijo por boca de Moisés su siervo.

57 Que Yahveh, nuestro Dios, esté con nosotros como estuvo con nuestros padres, que no nos abandone ni nos rechace.

58 Que incline nuestros corazones hacia él para que andemos según todos sus caminos y guardemos todos los mandamientos, los decretos y las sentencias que ordenó a nuestros padres.

59 Que estas palabras con que he suplicado ante Yahveh permanezcan día y noche junto a Yahveh, nuestro Dios, para que dé lo justo a su siervo y justicia a su pueblo Israel, según las necesidades de cada día,

60 para que todos los pueblos de la tierra sepan que Yahveh es Dios y no hay otro,

61 y vuestros corazones estarán enteramente con Yahveh, nuestro Dios, para caminar según sus decretos y para guardar sus mandamientos como hoy.»

II Cronache 6, 12-42

12 Salomón se puso ante el altar de Yahveh en presencia de toda la asamblea de Israel y extendió las manos.

13 Salomón había hecho un estrado de bronce de cinco codos de largo, cinco codos de ancho, y tres codos de alto, que había colocado en medio del atrio; poniéndose sobre él se arrodilló frente a toda la asamblea de Israel. Y extendiendo sus manos hacia el cielo,

14 dijo: «Yahveh, Dios de Israel, no hay Dios como tú ni en el cielo ni en la tierra; tú que guardas la alianza y el amor a tus siervos que andan en tu presencia con todo su corazón;

15 tú que has mantenido a mi padre David la promesa que le hiciste, pues por tu boca lo prometiste, y con tu mano lo has cumplido este día.

16 Ahora, pues Yahveh, Dios de Israel, mantén a tu siervo David, mi padre, la promesa que le hiciste, diciendo: " Nunca será quitado de mi presencia uno de los tuyos, que se siente en el trono de Israel, con tal que tus hijos guarden su camino andando en mi Ley, como tú has andado delante de mí."

17 Ahora, Yahveh, Dios de Israel, que se cumpla la palabra que dijiste a tu siervo David.

18 Pero ¿es que verdaderamente habitará Dios con los hombres sobre la tierra? Si los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta Casa que yo te he construido!

19 Atiende a la plegaria de tu siervo y a su petición, Yahveh, Dios mío, y escucha el clamor y la plegaria que tu siervo hace en tu presencia.

20 ¡Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre este lugar del que dijiste que pondrías en él tu Nombre para escuchar la oración que dirige tu siervo hacia este lugar!

21 «Oye, pues, las plegarias de tu siervo Israel, tu pueblo, cuando oren hacia este lugar. Escucha tú desde el lugar de tu morada, desde los cielos; escucha y perdona.

22 «Cuando un hombre peque contra su prójimo, y éste pronuncie una imprecación sobre él, haciéndole jurar delante de tu altar en esta Casa,

23 escucha tú desde los cielos y obra; juzga a tus siervos. Da su merecido al inicuo, haciendo recaer su conducta sobre su cabeza y declarando inocente al justo, para darle según su justicia.

24 «Si Israel, tu pueblo, es batido por el enemigo por haber pecado contra ti, y ellos se vuelven y alaban tu Nombre orando y suplicando ante ti en esta Casa,

25 escucha tú desde los cielos, perdona el pecado de tu pueblo Israel, y vuélvelos a la tierra que les diste a ellos y a sus padres.

26 «Cuando los cielos estén cerrados y no haya lluvia porque pecaron contra ti, si oran en este lugar y alaban tu nombre, y se convierten de su pecado porque les humillaste,

27 escucha tú desde los cielos y perdona el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, pues les enseñarás el camino bueno por el que deben andar, y envía lluvia sobre tu tierra, la que diste a tu pueblo por herencia.

28 «Cuando haya hambre en esta tierra, cuando haya peste, tizón, añublo, langosta o pulgón, cuando su enemigo le asedie en una de sus puertas, en todo azote y toda enfermedad,

29 si un hombre cualquiera, o todo Israel, tu pueblo, hace oraciones y súplicas, y, reconociendo su pena y su dolor, tiende sus manos hacia esta Casa,

30 escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada, y perdona, dando a cada uno según todos sus caminos, pues tú conoces su corazón - y sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres -

31 para que teman y sigan tus caminos todos los días que vivan sobre la haz de la tierra que has dado a nuestros padres.

32 «También al extranjero, que no es de tu pueblo Israel, el que viene de un país lejano a causa de tu gran Nombre, tu mano fuerte y tu tenso brazo, cuando venga a orar en esta Casa,

33 escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada, y haz cuanto te pida el extranjero, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu Nombre y te teman, como tu pueblo Israel, y sepan que tu Nombre es invocado sobre esta Casa que yo he construido.

34 «Si tu pueblo va a la guerra contra sus enemigos por el camino por el que tú le envíes, si oran a ti, vueltos hacia esta ciudad que tú has elegido, y hacia la Casa que yo he construido a tu Nombre,

35 escucha tú desde los cielos su oración y su plegaria y hazles justicia.

36 Cuando pequen contra ti - pues no hay hombre que no peque - y tú, irritado contra ellos, los entregues al enemigo, y sus conquistadores los lleven cautivos a un país lejano o cercano,

37 si se convierten en su corazón en la tierra a que hayan sido llevados, si se arrepienten y te suplican en la tierra de su cautividad, diciendo: "Hemos pecado, hemos sido perversos, somos culpables";

38 si se vuelven a ti con todo su corazón y con toda su alma en el país de la cautividad al que fueren deportados, y te suplican vueltos hacia la tierra que tú diste a sus padres y hacia la ciudad que tú has elegido y hacia la Casa que yo he edificado a tu Nombre,

39 escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada, su oración y su plegaria; hazles justicia y perdona a tu pueblo los pecados cometidos contra ti.

40 «Que tus ojos, Dios mío, estén abiertos, y tus oídos atentos a la oración que se haga en este lugar.

41 Y ahora ¡levántate, Yahveh Dios, hacia tu reposo, tú y el arca de tu fuerza! ¡Que tus sacerdotes, Yahveh Dios, se revistan de salvación. y tus fieles gocen de la felicidad!

42 Yahveh, Dios mío, no rehaces el rostro de tu Ungido; acuérdate de las misericordias otorgadas a David tu siervo.»

Oración de los Levitas a la vuelta del destierro en expiación después de la lectura de Esdras del Libro de la Ley

Nehemías 9, 5-37

5 y los levitas Josué, Cadmiel, Baní, Jasabneías, Serebías, Hodiyías, Sebanías y Petajías dijeron: «¡Levantaos, bendecid a Yahveh nuestro Dios!») ¡Bendito seas, Yahveh Dios nuestro, de eternidad en eternidad! ¡Y sea bendito el Nombre de tu Gloria que supera toda bendición y alabanza!

6 ¡Tú, Yahveh, tú el único! Tú hiciste los cielos, el cielo de los cielos y toda su mesnada, la tierra y todo cuanto abarca, los mares y todo cuanto encierran. Todo esto tú lo animas, y la mesnada de los cielos ante ti se prosterna.

7 Tú, Yahveh, eres el Dios que elegiste a Abram, le sacaste de Ur de Caldea y le diste el nombre de Abraham.

8 Hallaste su corazón fiel ante ti, con él hiciste alianza, para darle el país del cananeo, del hitita y del amorreo, del perizita, del jebuseo y del guirgasita, a él y a su posteridad. Y has mantenido tu palabra, porque eres justo.

9 Tú viste la aflicción de nuestros padres en Egipto, y escuchaste su clamor junto al mar de Suf.

10 Contra Faraón obraste señales y prodigios, contra sus siervos y todo el pueblo de su país, pues supiste que eran altivos con ellos. ¡Te hiciste un nombre hasta el día de hoy!

11 Tú hendiste el mar ante ellos: por medio del mar pasaron a pie enjuto. Hundiste en los abismos a sus perseguidores, como una piedra en aguas poderosas.

12 Con columna de nube los guiaste de día, con columna de fuego por la noche, para alumbrar ante ellos el camino por donde habían de marchar.

13 Bajaste sobre el monte Sinaí y del cielo les hablaste; les diste normas justas, leyes verdaderas, preceptos y mandamientos excelentes;

14 les diste a conocer tu santo sábado; les ordenaste mandamientos, preceptos y Ley por mano de Moisés, tu siervo.

15 Del cielo les mandaste el pan para su hambre, para su sed hiciste brotar el agua de la roca. Y les mandaste ir a apoderarse de la tierra que tú juraste darles mano en alto.

16 Altivos se volvieron nuestros padres, su cerviz endurecieron y desoyeron tus mandatos.

17 No quisieron oír, no recordaron los prodigios que con ellos hiciste; endurecieron la cerviz y se obstinaron en volver a Egipto y a su servidumbre. Pero tú eres el Dios de los perdones, clemente y entrañable, tardo a la cólera y rico en bondad. ¡No los desamparaste!

18 Ni siquiera cuando se fabricaron un becerro de metal fundido y exclamaron: «¡Este es tu dios que te sacó de Egipto!» (grandes desprecios te hicieron).

19 Tú, en tu inmensa ternura, no los abandonaste en el desierto: la columna de nube no se apartó de ellos, para guiarles de día por la ruta, ni la columna de fuego por la noche, para alumbrar ante ellos el camino por donde habían de marchar.

20 Tu Espíritu bueno les diste para instruirles, el maná no retiraste de su boca, y para su sed les diste agua.

21 Cuarenta años los sustentaste en el desierto, y nada les faltó: ni sus vestidos se gastaron ni se hincharon sus pies.

22 Reinos y pueblos les donaste y las tierras vecinas repartiste: se apoderaron del país de Sijón, rey de Jesbón, y del país de Og, rey de Basán.

23 Y multiplicaste sus hijos como estrellas del cielo, los llevaste a la tierra que a sus padres dijiste que entrarían a poseer.

24 Llegaron los hijos y tomaron el país, y tú ante ellos aplastaste a los habitantes del país, los cananeos, los pusiste en sus manos, con sus reyes y las gentes del país, para que los trataran a merced de su capricho.

25 Ciudades fuertes conquistaron y una tierra generosa; y heredaron casas de toda suerte de bienes rebosantes, cisternas ya excavadas, viñas y olivares, árboles frutales sin medida: comieron, se saciaron, engordaron, se deleitaron en tus inmensos bienes.

26 Pero después, indóciles, se rebelaron contra ti, arrojaron tu Ley a sus espaldas, mataron a los profetas que les conjuraban a convertirse a ti; (grandes desprecios te hicieron).

27 Tú los entregaste en poder de sus enemigos que los oprimieron. Durante su opresión clamaban hacia ti, y tú los escuchabas desde el cielo; y en tu inmensa ternura les mandabas salvadores que los libraron de las manos opresoras.

28 Pero, apenas en paz, volvían a hacer el mal ante ti, y tú los dejabas en mano de sus enemigos que los oprimían. Ellos de nuevo gritaban hacia ti, y tú escuchabas desde el cielo: ¡muchas veces, por ternura, los salvaste!

29 Les conminaste para volverlos a tu Ley, pero ellos en su orgullo no escucharon tus mandatos; contra tus normas pecaron, contra aquellas que, cumplidas, dan la vida; dieron la espalda, endurecieron su cerviz y no escucharon.

30 Tuviste paciencia con ellos durante muchos años; les advertiste por tu Espíritu, por boca de tus profetas; pero ellos no escucharon. Y los pusiste en manos de las gentes de los países.

31 Mas en tu inmensa ternura no los acabaste, no los abandonaste, porque eres tú Dios clemente y lleno de ternura.

32 Ahora, pues, oh Dios nuestro, tú, Dios grande, poderoso y temible, que mantienes la alianza y el amor, no menosprecies esta miseria que ha caído sobre nosotros, sobre nuestros reyes y príncipes, nuestros sacerdotes y profetas, sobre todo tu pueblo, desde los tiempos de los reyes de Asiria hasta el día de hoy.

33 Has sido justo en todo lo que nos ha sobrevenido, pues tú fuiste fiel, y nosotros malvados:

34 nuestros reyes y jefes, nuestros sacerdotes y padres no guardaron tu Ley, no hicieron caso de los mandamientos y dictámenes que tú les diste.

35 Mientras vivían en su reino, entre los grandes bienes que tú les regalabas, y en la espaciosa y generosa tierra que tú les habías preparado, no te sirvieron ellos ni se convirtieron de sus malas acciones.

íranos hoy a nosotros esclavos, y en el país que habías dado a nuestros padres para gozar de sus frutos y bienes, mira que aquí en servidumbre nos sumimos.

37 Sus muchos frutos son para los reyes, que por nuestros pecados tú nos impusiste, y que a capricho dominan nuestras personas, cuerpos y ganados. ¡En gran angustia nos hallamos!

Oración de lamento de Tobít ciego

Tobías 3, 1-6

1 Anegada entonces mi alma de tristeza, suspirando y llorando, comenzé a orar con gemidos:

2 Tú eres justo, Señor, y justas son todas tus obras. Misericordia y verdad son todos tus caminos. Tú eres el Juez del Universo.

3 Y ahora, Señor, acuérdate de mí y mírame. No me condenes por mis pecados, mis inadvertencias y las de mis padres. Hemos pecado en tu presencia,

4 no hemos escuchado tus mandatos y nos has entregado al saqueo, a la burla, al comentario y al oprobio de todas las gentes entre las que nos has dispersado.

5 Pero cierto es, Señor, que todas tus sentencias a la verdad responden cuando me tratas según mis pecados y los de mis padres; porque no hemos cumplido tus mandatos, y no hemos caminado en la verdad delante de ti.

6 Haz conmigo ahora según lo que te plazca y ordena que reciban mi vida para que yo me disuelva sobre la faz de la tierra, porque más me vale morir que vivir. Tengo que aguantar injustos reproches y me anega la tristeza. Manda, Señor, que sea liberado de esta aflicción y déjame partir al lugar eterno, y no apartes, Señor, tu rostro de mí, pues prefiero morir a pasar tanta aflicción durante la vida y tener que seguir oyendo injurias.

Oración de Sara hija de Ragüel 7 veces viuda

Tobías 3, 11b-16

1 Y en aquel momento, extendiendo las manos hacia la ventana, oró así: Bendito seas tú, Dios de misericordias, y bendito sea tu Nombre por los siglos, y que todas tus obras te bendigan por siempre.

12 Vuelvo ahora mi rostro y alzo mi ojos hacia ti.

13 Manda que yo sea librada de la tierra, para no escuchar ultrajes.

14 Tú sabes, Señor, que yo estoy pura de todo contacto de varón;

15 que no he mancillado mi nombre ni el nombre de mi padre en la tierra de mi cautividad. Soy la única hija de mi padre; no tiene otros hijos que le hereden, no tiene junto a sí ningún hermano ni pariente a quien me deba por mujer. Ya perdí siete maridos: ¿para qué quiero la vida? Si no te place, Señor, darme la muerte, ¡mírame con compasión! y no tenga yo que escuchar injurias.

16 Fue oída en aquel instante, en la Gloria de Dios, la plegaria de ambos

Oración de Tobías y Sara para obtener la gracia y la protección del Señor

Tobías 8, 4-8

4 Los padres salieron y cerraron la puerta de la habitación. Entonces Tobías se levantó del lecho y le dijo: «Levántate, hermana, y oremos y pidamos a nuestro Señor que se apiade de nosotros y nos salve.»

5 Ella se levantó y empezaron a suplicar y a pedir el poder quedar a salvo. Comenzó él diciendo: ¡Bendito seas tú, Dios de nuestros padres, y bendito sea tu Nombre por todos los siglos de los siglos! Bendígante los cielos, y tu creación entera, por los siglos todos.

6 Tú creaste a Adán, y para él creaste a Eva, su mujer, para sostén y ayuda, y para que de ambos proviniera la raza de los hombres. Tú mismo dijiste: = No es bueno que el hombre se halle solo; hagámosle una ayuda semejante a él. =

7 Yo no tomo a esta mi hermana con deseo impuro, mas con recta intención. Ten piedad de mí y de ella y podamos llegar juntos a nuestra ancianidad.

8 Y dijeron a coro: «Amén, amén.»

Oración de agradecimiento de Ragüel porque Tobías no ha muerto como los 7 anteriores

Tobías 8, 15-17

15 Ragüel bendijo al Dios del Cielo, diciendo: ¡Bendito seas, oh Dios, con toda pura bendición y seas bendecido por los siglos todos!

16 Seas bendecido por haberme alegrado y no haber ocurrido el mal que temía, sino que has hecho con nosotros según tu gran piedad.

17 Seas bendecido por tener compasión de dos hijos únicos. Ten, Señor, piedad de ellos y dales tu salvación, y haz que su vida transcurra en alegría y piedad.

Oración de Tobít a quien Rafael a devuelto la vista

Tobías 11, 13b-15

14 Y añadió: ¡Bendito sea Dios! ¡Bendito su gran Nombre! ¡Bendito todos sus santos ángeles! ¡Bendito su gran Nombre por todos los siglos!

15 Porque me había azotado, pero me tiene piedad y ahora veo a mi hijo Tobías. Tobías entró en casa lleno de gozo y bendiciendo a Dios con toda su voz; luego contó a su padre el éxito de su viaje, cómo traía el dinero y cómo se había casado con Sarra, la hija de Ragüel, y que venía ella con él y estaba ya a las puertas de Nínive.

Oración de Tobías después de la salida del Arcángel Rafael

Tobías 13, 1-17

1 Y dijo: ¡Bendito sea Dios, que vive eternamente, y bendito sea su reinado!

2 Porque él es quien castiga y tiene compasión; el que hace descender hasta el más profundo Hades de la tierra y el que hace subir de la gran Perdición, sin que haya nada que escape de su mano.

3 Confesadle, hijos de Israel, ante todas las gentes, porque él os dispersó entre ellas

4 y aquí os ha mostrado su grandeza. Exaltadle ante todos los vivientes, porque él es nuestro Dios y Señor, nuestro Padre por todos los siglos.

5 Os ha castigado por vuestras injusticias, mas tiene compasión de todos vosotros y os juntará de nuevo de entre todas las gentes en que os ha dispersado.

6 Si os volvéis a él de todo corazón y con toda el alma, para obrar en verdad en su presencia, se volverá a vosotros sin esconder su faz. Mirad lo que ha hecho con vosotros y confesadle en alta voz. Bendecid al Señor de justicia y exaltad al Rey de los siglos. Yo le confieso en el país del destiero, y publico su fuerza y su grandeza a gentes pecadoras. ¡Volved, pecadores! Practicad la justica en su presencia. ¡Quién sabe si os amará y os tendrá misericordia!

7 Yo exalto a mi Dios y mi alma se alegra en el Rey del Cielo. Su grandeza

8 sea de todos celebrada y confiésenle todos en Jerusalén.

9 ¡Jerusalén, ciudad santa! Dios te castigó por las obras de tus hijos, mas tendrá otra vez piedad de los hijos de los justos.

10 Confiesa al Señor cumplidamente y alaba al Rey de los siglos para que de nuevo levante en ti, con regocijo, su Tienda, y llene en ti de gozo a todos los cautivos y muestre en ti su amor a todo miserable por todos los siglos de los siglos.

11 Brillará luz de lámparas por todos los confines de la tierra. Vendrán a ti de lejos pueblos numerosos, y los habitantes del confín del mundo, al Nombre del Señor, tu Dios, llevando en sus manos los obsequios para el Rey del Cielo. Todas las generaciones darán en ti señales de alegría, y el Nombre del Elegido durará por siempre.

12 ¡Malditos cuantos digan palabras crueles! ¡Malditos sean cuantos te destruyan! ¡Cuantos derriben tus muros echen tus torres por tierra y pasen a fuego tus moradas! ¡Mas sean benditos por siempre los que te construyan!

13 Entonces exultarás, te alegrarás por los hijos de los justos, pues serán reunidos todos y bendecirán al Señor de los siglos.

14 ¡Dichosos los que te amen! ¡Dichosos los que se alegren en tu paz! ¡Dichosos cuantos hombres tuvieron tristeza en todos tus castigos, pues se alegrarán en ti y verán por siempre toda tu alegría!

15 Bendice, alma mía, al Señor y gran Rey,

16 que Jerusalén va a ser reconstruida y en la ciudad su Casa para siempre. Seré feliz si alguno quedare de mi raza para ver tu Gloria y confesar al Rey del Cielo. Las puertas de Jerusalén serán rehechas con zafiros y esmeraldas, y de piedras preciosas sus murallas. Las torres de Jerusalén serán alzadas con oro, y con oro puro sus defensas.

17 Las plazas de Jerusalén serán soladas con rubí y piedra de Ofir; las puertas de Jerusalén entonarán cantos de alegría y todas sus casas cantarán: ¡Aleluya! ¡Bendito sea el Dios de Israel! Y los benditos bendecirán el Santo Nombre por todos los siglos de los siglos.

 

 

Oración de Judit antes de ir ante Holofernes, general en jefe de las armadas de Assur, durante el asedio de Abedul

Judit 9, 1-14

1 Cayó Judit, rostro en tierra, echó ceniza sobre su cabeza, dejó ver el sayal que tenía puesto y, a la misma hora en que se ofrecía en Jerusalén, en la Casa de Dios, el incienso de aquella tarde, clamó al Señor en alta voz diciendo:

2 Señor, Dios de mi padre Simeón, a quien diste una espada para vengarse de extranjeros que habían soltado el ceñidor de una virgen para mancha, que desnudaron sus caderas para vergüenza y profanaron su seno para deshonor; pues tú dijiste: «Eso no se hace», y ellos lo hicieron.

3 Por eso entregaste sus jefes a la muerte y su lecho, rojo de vergüenza por su engaño, lo dejaste engañado hasta la sangre. Castigaste a los esclavos con los príncipes, a los príncipes con los siervos.

4 Entregaste al saqueo a sus mujeres, sus hijas al destierro, todos sus despojos en reparto para tus hijos amados, que se habían encendido de tu celo, y tuvieron horror a la mancha hecha a su sangre y te llamaron en su ayuda. ¡Oh Dios, mi Dios, escucha a esta viuda!

5 Tú que hiciste las cosas pasadas, las de ahora y las venideras, que has pensado el presente y el futuro; y sólo sucede lo que tú dispones,

6 y tus designios se presentan y te dicen: «Aquí estamos!» Pues todos tus caminos están preparados y tus juicios de antemano previstos.

7 Mira, pues, a los asirios que juntan muchas fuerzas, orgullosos de sus caballos y jinetes, engreídos por la fuerza de sus infantes, fiados en sus escudos y en sus lanzas, en sus arcos y en sus hondas, y no han reconocido que tú eres el Señor, quebrantador de guerras.

8 Tu Nombre es «¡Señor!» ¡Quebranta su poder con tu fuerza! ¡Abate su poderío con tu cólera!, pues planean profanar tu santuario, manchar la Tienda en que reposa la Gloria de tu Nombre, y derribar con fuerza el cuerno de tu altar.

9 Mira su altivez, y suelta tu ira sobre sus cabezas; da a mi mano de viuda fuerza para lo que he proyectado.

10 Hiere al esclavo con el jefe, y al jefe con su siervo, por la astucia de mis labios. Abate su soberbia por mano de mujer.

11 No está en el número tu fuerza, ni tu poder en los valientes, sino que eres el Dios de los humildes, el defensor de los pequeños, apoyo de los débiles, refugio de los desvalidos, salvador de los desesperados.

12 ¡Sí, sí! Dios de mi padre y Dios de la herencia de Israel, Señor de los cielos y la tierra, Creador de las aguas, Rey de toda tu creación, ¡escucha mi plegaria!

13 Dame una palabra seductora para herir y matar a los que traman duras decisiones contra tu alianza, contra tu santa Casa y contra el monte Sión y la casa propiedad de tus hijos.

14 Haz conocer a toda nación y toda tribu que tú eres Yahveh, Dios de todo poder y toda fuerza, y que no hay otro protector fuera de ti para la estirpe de Israel.

Oración de Judit antes de decapitar Holofernes

Judit 13, 4-5

4 Todos se habían retirado; nadie, ni grande ni pequeño, quedó en el dormitorio. Judit, puesta de pie junto al lecho, dijo en su corazón: «¡Oh Señor, Dios de toda fuerza! Pon los ojos, en esta hora, a la empresa de mis manos para exaltación de Jerusalén.

5 Es la ocasión de esforzarse por tu heredad y hacer que mis decisiones sean la ruina de los enemigos que se alzan contra nosotros.»

Judit, el pueblo y el Rey Ozias dan gloria a Dios por la ruina de Holofernes Alabanza de Ozias a Judit

Judit 13, 14-20

14 Judit, con fuerte voz, les dijo: «¡Alabad a Dios, alabadle! Alabad a Dios, que no ha apartado su misericordia de la casa de Israel, sino que esta noche ha destrozado a nuestros enemigos por mi mano.»

15 Y sacando de la alforja la cabeza, se la mostró, diciéndoles: «Mirad la cabeza de Holofernes, jefe supremo del ejército asirio, y mirad las colgaduras bajo las cuales se acostaba en su borracheras. ¡El Señor le ha herido por mano de mujer!

16 ¡Vive el Señor!, el que me ha guardado en el camino que emprendí, que fue seducido, para perdición suya, por mi rostro, pero no ha cometido conmigo ningún pecado que me manche o me deshonre.»

17 Todo el pueblo quedó lleno de estupor y postrándose adoraron a Dios y dijeron a una: «¡Bendito seas, Dios nuestro, que has aniquilado el día de hoy a los enemigos de tu pueblo!»

18 Ozías dijo a Judit: «¡Bendita seas, hija del Dios Altísimo más que todas las mujeres de la tierra! Y bendito sea Dios, el Señor, Creador del cielo y de la tierra, que te ha guiado para cortar la cabeza del jefe de nuestros enemigos.

19 Jamás tu confianza faltará en el corazón de los hombres que recordarán la fuerza de Dios eternamente.

20 Que Dios te conceda, para exaltación perpetua, el ser favorecida con todos los bienes, porque no vacilaste en exponer tu vida a causa de la humillación de nuestra raza. Detuviste nuestra ruina procediendo rectamente ante nuestro Dios.» Todo el pueblo respondió: «¡Amén, amén!»

 

Alabanza del sumo sacerdote Joaquín a Judit - Canto de Judit por la derrota de los enemigos

Judit 16, 1-17

1 ¡Alabad a mi Dios con tamboriles, elevad cantos al Señor con címbalos, ofrecedle los acordes de un salmo de alabanza, ensalzad e invocad su Nombre!

2 Porque el Señor es un Dios quebrantador de guerras, porque en sus campos, en medio de su pueblo me arrancó de la mano de mis perseguidores.

3 Vinieron los asirios de los montes del norte, vinieron con tropa innumerable; su muchedumbre obstruía los torrentes, y sus caballos cubrían las colinas.

4 Hablaba de incendiar mis tierras, de pasar mis jóvenes a espada, de estrellar contra el suelo a los lactantes, de entregar como botín a mis niños y de dar como presa a mi doncellas.

5 El Señor Omnipotente por mano de mujer los anuló.

6 Que no fue derribado su caudillo por jóvenes guerreros, ni le hirieron hijos de Titanes, ni altivos gigantes le vencieron; le subyugó Judit, hija de Merarí, con sólo la hermosura de su rostro.

7 Se despojó de sus vestidos de viudez, para exaltar a los afligidos de Israel; ungió su rostro de perfumes,

8 prendió con una cinta sus cabellos, ropa de lino vistió para seducirle.

9 La sandalia de ella le robó los ojos, su belleza cautivóle el alma ¡y la cimitarra atravesó su cuello!

10 Se estremecieron los persas por su audacia, se turbaron los medos por su temeridad.

11 Entonces clamaron mis humildes, y ellos temieron; clamaron mis débiles y ellos quedaron aterrados; alzaron su voz éstos, y ellos se dieron a la fuga.

12 Hijos de jovenzuelas los asaetearon, como a hijos de desertores los hirieron, perdieron en la batalla contra mi Señor.

13 Cantaré a mi Dios un cantar nuevo: «¡Tú eres grande, Señor, eres glorioso, admirable en poder e insuperable!»

14 Sírvante a ti las criaturas todas, pues hablaste tú y fueron hechas, enviaste tu espíritu y las hizo, y nadie puede resitir tu voz.

15 Pues los montes, desde sus cimientos, serán sacudidos con las aguas; las rocas en tu presencia se fundirán como cera; pero con aquellos que te temen, te muestras tú siempre propicio.

16 Porque es muy poca cosa todo sacrificio de calmante aroma, y apenas es nada la grasa para serte ofrecida en holocausto. Mas quien teme al Señor será grande para siempre.

17 ¡Ay de las naciones que se alzan contra mi raza! El Señor Omnipotente les dará el castigo en el día del juicio. Entregará sus cuerpos al fuego y a los gusanos, y gemirán en dolor eternamente.

Oración de Mardoqueo ante el decreto de exterminio de los Judíos

Ester 4, 17 (a…i)

7-a = Mardoqueo oró al Señor, acordándose de todas sus maravillas, y exclamó: =

17-b = «¡Señor, Señor, Rey Omnipotente! Todo está sometido a tu poder, y no hay quien pueda resistir tu voluntad si has decidido salvar a Israel. =

17-c = Tú hiciste el cielo y la tierra y cuantas maravillas existen bajo el cielo. Eres Señor de todo, y nadie puede oponerse a ti, Señor. =

17-d = Tú lo conoces todo, tú sabes, Señor, que no por insolencia, orgullo o pundonor, hice yo esto de rehusar inclinarme ante el orgulloso Amán, pues gustoso besaría las plantas de sus pies por la salvación de Israel. =

17-e = Pero yo lo hice por no rendir a un hombre gloria por encima de la gloria de Dios; no me postraré ante nadie, sino ante ti solo, Señor; y no dicta el orgullo mi conducta. =

17-f = Ahora, pues, Señor, Dios, Rey, Dios de Abraham, perdona a tu pueblo, porque andan mirando cómo destruirnos y han deseado exterminar la heredad que fue tuya desde siempre. =

17-g = No desprecies tu parte, la que rescataste para ti del país de Egipto. =

17-h = Escucha mi oración, muéstrate propicio a tu heredad; convierte nuestro duelo en alegría, para que, viviendo, cantemos himnos a tu Nombre, Señor. No tapes la boca de los que te alaban.» =

17-i = Todo Israel clamaba con todas sus fuerzas, pues tenían la muerte ante los ojos.

Oración de Ester antes de ir ante el Rey Asuero para obtener la gracia del pueblo de Israel

Ester 4, 17 (k…z)

17-k = Por su parte, la reina Ester se refugió en el Señor, presa de mortal angustia. Despojándose de sus magníficos vestidos, se vistió de angustia y duelo. En vez de exquisitos perfumes, echó sobre su cabeza ceniza y suciedad, humilló su cuerpo hasta el extremo, encubrió, con sus desordenados cabellos la gozosa belleza de su cuerpo, y suplicó al Señor, Dios de Israel, diciendo: =

17-l = «Mi Señor y Dios nuestro, tú eres único. Ven en mi socorro, que estoy sola y no tengo socorro sino en ti, y mi vida está en peligro. =

17-m = Yo oí desde mi infancia, en mi tribu paterna, que tú, Señor, elegiste a Israel de entre todos los pueblos, y a nuestros padres de entre todos sus mayores para ser herencia tuya para siempre cumpliendo en su favor cuanto dijiste. =

17-n = Ahora hemos pecado en tu presencia y nos has entregado a nuestros enemigos porque hemos honrado a sus dioses. ¡Justo eres, Señor! =

17-o = Mas no se han contentado con nuestra amarga esclavitud, sino que han puesto sus manos en las manos de sus ídolos para borrar el decreto de tu boca y destruir tu heredad; para cerrar las bocas que te alaban y apagar la gloria de tu Casa y de tu altar; =

17-p = para abrir las bocas de las gentes en alabanza de sus dioses y admirar eternamente a un rey de carne. =

17-q = No entregues, Señor, tu cetro a los que son nada; que no se regocijen por nuestra caída, mas vuelve en contra de ellos sus deseos, y el primero que se alzó contra nosotros has que sirva de escarmiento. =

17-r = Acuérdate, Señor, y date a conocer en el día de nuestra aflicción; y dame a mí valor, rey de los dioses y señor de toda autoridad. =

17-s = Pon en mis labios palabras armoniosas cuando esté en presencia del león; vuelve el odio de su corazón contra el que nos combate para ruina suya y de los que piensan como él. =

17-t = Libranos con tus manos y acude en mi socorro, que estoy sola, y a nadie tengo, sino a ti, Señor. =

17-u = Tú que conoces todas las cosas, sabes que odio la gloria de los malos, que aborrezco el lecho incircunciso y el de todo extranjero. =

17-v = Tú sabes bien la necesidad en que me hallo, que me asquean los emblemas de grandeza que ciñen mi frente los días de gala como asquea el paño menstrual, y que no me los pongo en días de retiro. =

17-x = Que tu sierva no ha comido a la mesa de Amán, que no he tenido a honra los regios festines, ni bebido el vino de las libaciones. =

17-y = Que no tuvo tu sierva instante de alegría, desde su encumbramiento hasta el día de hoy, sino sólo en ti, Señor y Dios de Abraham. =

17-z = Oh Dios, que dominas a todos, oye el clamor de los desesperados, libranos del poder de los malvados y librame a mí de mi temor. =

Preghiera di Giobbe dopo le prove

Job 1, 20-22

20 Entonces Job se levantó, rasgó su manto, se rapó la cabeza, y postrado en tierra,

21 dijo: «Desnudo salí del seno de mi madre, desnudo allá retornaré. Yahveh dio, Yahveh quitó: ¡Sea bendito el nombre de Yahveh!»

22 En todo esto no pecó Job, ni profirió la menor insensatez contra Dios.

 

 

 

 

Himno de Elias a la sabiduría omnipotente

Job 36, 22-33/37, 1-24

36

22 Mira, Dios es sublime por su fuerza, ¿quién es maestro como él?

23 ¿Quién le señaló el camino a seguir? ¿quién le diría: «Has hecho mal»?

24 Acuérdate más bien de ensalzar su obra, que han cantado los hombres.

25 Todo hombre la contempla, el hombre la mira desde lejos.

26 Sí, Dios es grande y no le comprendemos, el número de sus años es incalculable.

27 El atrae las gotas de agua, pulveriza la lluvia en su vapor,

28 que luego derraman las nubes, la destilan sobre la turba humana.

29 ¿Quién además comprenderá el despliegue de la nube, los fragores de su tienda?

30 Ved que despliega su niebla por encima cubre las cimas de los montes.

31 Pues por ellas sustenta él a los pueblos, les da alimento en abundancia.

32 En sus manos el rayo levanta y le ordena que alcance su destino.

33 Su trueno le anuncia, la ira se inflama contra la iniquidad.

37

1 Mi corazón también por eso tiembla, y salta fuera de su sitio.

2 ¡Escuchad, escuchad el fragor de su voz, el bramido que sale de su boca!

3 Hace relampaguear por todo el cielo, su fulgor llega a los extremos de la tierra.

4 Detrás de él una voz ruge: truena él con su soberbia voz, y sus rayos no retiene, mientras su voz retumba.

5 Dios nos da a ver maravillas, grandes cosas hace que no comprendemos.

6 Cuando dice a la nieve: «¡Cae sobre la tierra!», y a los aguaceros: «¡Lloved fuerte!»,

7 la mano de todo hombre retiene bajo sello, para que todos conozcan su obra.

8 Las fieras a sus guaridas huyen y en sus cubiles se cobijan.

9 Del sur llega el huracán, el frío, de los vientos del norte.

10 Al soplo de Dios se forma el hielo, se congela la extensión de las aguas.

11 El carga a la nube de un rayo, el nublado esparce su fulgor,

12 y éste, gira girando, circula conforme a sus designios. Así ejecutan sus órdenes en todo sobre la haz de su orbe terráqueo.

13 Ya como castigo para los pueblos de la tierra, ya como gracia, él los envía.

14 Presta, Job, oído a esto, tente y observa los prodigios de Dios.

15 ¿Sabes acaso cómo Dios los rige, y cómo su nube hace brillar el rayo?

16 ¿Sabes tú cómo las nubes cuelgan en equilibrio, 7 maravilla de una ciencia consumada?

17 Tú, cuyos vestidos queman cuando está quieta la tierra bajo el viento del sur,

18 ¿puedes extender con él la bóveda del cielo, sólida como espejo de metal fundido?

19 Enséñanos qué le hemos de decir: no discutiremos más, debido a las tinieblas.

20 Si hablo yo, ¿alguien se lo cuenta? ¿es informado de lo que un hombre ha dicho?

21 Ahora ya no se ve la luz, que queda oscurecida por las nubes; pero pasa el viento y las despeja,

22 y una claridad llega del norte: gloria terrible alrededor de Dios,

23 ¡es Sadday!, no podemos alcanzarle. Grande en fuerza y equidad, maestro de justicia, sin oprimir a nadie.

24 Por eso le temen los hombres: ¡a él la veneración de todos los sabios de corazón!

Respuesta de Job a Dios

Job 40, 3-5

Y Job respondió a Yahveh:

4 ¡He hablado a la ligera: ¿qué voy a responder? Me taparé la boca con mi mano.

5 Hablé una vez..., no he de repetir; dos veces..., ya no insistiré.

Última respuesta de Job a Dios

Job 42, 1-6

1 Y Job respondió a Yahveh:

2 Sé que eres todopoderoso: ningún proyecto te es irrealizable.

3 Era yo el que empañaba el Consejo con razones sin sentido. Sí, he hablado de grandezas que no entiendo, de maravillas que me superan y que ignoro.

4 (Escucha, deja que yo hable: voy a interrogarte y tú me instruirás.)

5 Yo te conocía sólo de oídas, mas ahora te han visto mis ojos.

6 Por eso me retracto y me arrepiento en el polvo y la ceniza.

Cántico de Ezequías durante la enfermedad de la que fue curado

Isaías 38, 10-20

10 Yo dije: A la mitad de mis días me voy; en las puertas del seol se me asigna un lugar para el resto de mis años.

11 Dije: No veré a Yahveh en la tierra de los vivos; no veré ya a ningún hombre de los que habitan el mundo.

12 Mi morada es arrancada, se me arrebata como tienda de pastor. Enrollo como tejedor mi vida, del hilo del tejido me cortaste. De la noche a la mañana acabas conmigo;

13 grité hasta la madrugada: Como león tritura todos mis huesos. De la noche a la mañana acabas conmigo.

14 Como grulla, como golondrina chirrío, zureo como paloma. Se consumen mis ojos de mirar hacia arriba. Yahveh, estoy oprimido, sal por mí.

15 ¿Qué diré? ¿De qué le hablaré, cuando él mismo lo ha hecho? Caminaré todos mis años en la amargura de mi alma.

16 El Señor está con ellos, viven y todo lo que hay en ellos es vida de su espíritu. Tú me curarás, me darás la vida.

17 Entonces mi amargura se trocará en bienestar, pues tú preservaste mi alma de la fosa de la nada, porque te echaste a la espalda todos mis pecados.

18 Que el Seol no te alaba ni la Muerte te glorifica, ni los que bajan al pozo esperan en tu fidelidad.

19 El que vive, el que vive, ése te alaba, como yo ahora. El padre enseña a los hijos tu fidelidad.

20 Yahveh, sálvame, y mis canciones cantaremos todos los días de nuestra vida junto a la Casa de Yahveh.

Lamentos de Jeremías por la suerte de los malos

Jeremías 12, 1-6

1 Tu llevas la razón, Yahveh, cuando discuto contigo, no obstante, voy a tratar contigo un punto de justicia. ¿Por qué tienen suerte los malos, y son felices todos los felones?

2 Los plantas, y enseguida arraigan, van a más y dan fruto. Cerca estás tú de sus bocas, pero lejos de sus riñones.

3 En cambio a mí ya me conoces, Yahveh; me has visto y has comprobado que mi corazón está contigo. Llévatelos como ovejas al matadero, y conságralos para el día de la matanza.

4 (¿Hasta cuándo estará de luto la tierra y la hierba de todo el campo estará seca? Por la maldad de los que moran en ella han desaparecido bestias y aves.) Porque han dicho: «No ve Dios nuestros senderos.»

5 - Si con los de a pie corriste y te cansaron, ¿cómo competirás con los de a caballo? Y si en tierra abierta te sientes seguro. ¿qué harás entre el boscaje del Jordán?

6 Porque incluso tus hermanos y la casa de tu padre, ésos también te traicionarán y a tus espaldas gritarán. No te fies de ellos cuando te digan hermosas palabras.

Diálogo de Jeremías con Dios sobre su vocación

Jeremías 15, 10-18

10 ¡Ay de mí, madre mía, porque me diste a luz varón discutido y debatido por todo el país! Ni les debo, ni me deben, ¡pero todos me maldicen!

11 Di, Yahveh, si no te he servido bien: intercedí ante ti por mis enemigos en el tiempo de su mal y de su apuro.

12 ¿Se mella el hiero, el hierro del norte, y el bronce?

13 Tu haber y tus tesoros al pillaje voy a dar gratis, por todos tus pecados en todas tus fronteras,

14 y te haré esclavo de tus enemigos en un país que no conoces, porque un fuego ha saltado en mi ira que sobre vosotros estará encendido.

15 Tú lo sabes. Yahveh, acuérdate de mí, visítame y véngame de mis perseguidores. No dejes que por alargarse tu ira sea yo arrebatado. Sábelo: he soportado por ti el oprobio.

16 Se presentaban tus palabras, y yo las devoraba; era tu palabra para mí un gozo y alegría de corazón, porque se me llamaba por tu Nombre Yahveh, Dios Sebaot.

17 No me senté en peña de gente alegre y me holgué: por obra tuya, solitario me senté, porque de rabia me llenaste.

18 ¿Por qué ha resultado mi penar perpetuo, y mi herida irremediable, rebelde a la medicina? ¡Ay! ¿serás tú para mí como un espejismo, aguas no verdaderas?

Oración de Jeremías por un atentado contra él

Jeremías 18, 18-23

18 Entonces dijeron: «Venid y tramemos algo contra Jeremías, porque no va a faltarle la ley al sacerdote, el consejo al sabio, ni al profeta la palabra. Venid e hirámosle por su propia lengua: no estemos atentos a todas sus palabras.»

19 Estáte atento a mí, Yahveh, y oye lo que dicen mis contrincantes.

20 ¿Es que se paga mal por bien? (Porque han cavado una hoya para mi persona.) Recuerda cuando yo me ponía en tu presencia para hablar en bien de ellos, para apartar tu cólera de ellos.

21 Por tanto, entrega a sus hijos al hambre y desángralos a filo de espada; queden sus mujeres sin hijos y viudas, sean sus varones asesinados, sus mancebos acuchillados en la guerra.

22 Oigase griterío en sus casas, cuando traigas sobre ellos pillaje repentino. Porque han cavado una hoya para prenderme, y trampas han escondido para mis pies.

23 Pero tú, Yahveh, conoces todo su plan de muerte contra mí. ¡No disimules su culpa, no borres de tu presencia su pecado! ¡Que caigan ante ti, al tiempo de tu ira, descarga en ellos!

"Confesiones" de Jeremías

Jeremías 20, 7-18

7 Me has seducido, Yahveh, y me dejé seducir; me has agarrado y me has podido. He sido la irrisión cotidiana: todos me remedaban.

8 Pues cada vez que hablo es para clamar: «¡Atropello!», y para gritar: «¡Expolio!». La palabra de Yahveh ha sido para mí oprobio y befa cotidiana.

9 Yo decía: «No volveré a recordarlo, ni hablaré más en su Nombre.» Pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos, y aunque yo trabajada por ahogarlo, no podía.

10 Escuchaba las calumnias de la turba: «¡Terror por doquier!, ¡denunciadle!, ¡denunciémosle!» Todos aquellos con quienes me saludaba estaban acechando un traspiés mío: «¡A ver si se distrae, y le podremos, y tomaremos venganza de él!»

11 Pero Yahveh está conmigo, cual campeón poderoso. Y así mis perseguidores tropezarán impotentes; se avergonzarán mucho de su imprudencia: confusión eterna, inolvidable.

12 ¡Oh Yahveh Sebaot, juez de lo justo, que escrutas los riñones y el corazón!, vea yo tu venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa.

13 Cantad a Yahveh, alabad a Yahveh, porque ha salvado la vida de un pobrecillo de manos de malhechores.

14 ¡Maldito el día en que nací! ¡el día que me dio a luz mi madre no sea bendito!

15 ¡Maldito aquel que felicitó a mi padre diciendo: «Te ha nacido un hijo varón», y le llenó de alegría!

16 Sea el hombre aquel semejante a las ciudades que destruyó Yahveh sin que le pesara, y escuche alaridos de mañana y gritos de ataque al mediodía.

17 ¡Oh, que no me haya hecho morir desde el vientre, y hubiese sido mi madre mi sepultura, con seno preñado eternamente!

18 ¿Para qué haber salido del seno, a ver pena y aflicción, y a consumirse en la vergüenza mis días?

Oración Jonás en las entrañas del pez

Jonás 2, 2-11

2 Jonás oró a Yahveh su Dios desde el vientre del pez.

3 Dijo: Desde mi angustia clamé a Yahveh y él me respondió; desde el seno del seol grité, y tú oíste mi voz.

4 Me habías arrojado en lo más hondo, en el corazón del mar, una corriente me cercaba: todas tus olas y tus crestas pasaban sobre mí.

5 Yo dije: ¡Arrojado estoy de delante de tus ojos! ¿Cómo volveré a contemplar tu santo Templo?

6 Me envolvían las aguas hasta el alma, me cercaba el abismo, un alga se enredaba a mi cabeza.

7 A las raíces de los montes descendí, a un país que echó sus cerrojos tras de mí para siempre, mas de la fosa tú sacaste mi vida, Yahveh, Dios mío.

8 Cuando mi alma en mí desfallecía me acordé de Yahveh, y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo Templo.

9 Los que veneran vanos ídolos su propia gracia abandonan.

10 Mas yo con voz de acción de gracias te ofreceré sacrificios, los votos que hice cumpliré. ¡De Yahveh la salvación!

11 Y Yahveh dio orden al pez, que vomitó a Jonás en tierra.

Primera oración de Habacuc que se lamenta con Dios de la desdicha del pueblo

Habacuc 1, 2-4

2 Y me respondió Yahveh y dijo: «Escribe la visión, ponla clara en tablillas para que se pueda leer de corrido.

3 Porque es aún visión para su fecha, aspira ella al fin y no defrauda; si se tarda, espérala, pues vendrá ciertamente, sin retraso.

4 «He aquí que sucumbe quien no tiene el alma recta, más el justo por su fidelidad vivirá.»

Segunda oración de Habacuc que se lamenta de los abusos del opresor

Habacuc 1, 12-17

12 ¡Ay de quien edifica una ciudad con sangre, y funda un pueblo en la injusticia!

13 ¿No viene de Yahveh Sebaot que los pueblos se fatiguen para el fuego y las gentes se agoten para nada?

14 = ¡Pues la tierra se llenará del conocimiento de la gloria de Yahveh, como las aguas cubren el mar! =

15 ¡Ay del que da de beber a sus vecinos, y les añade su veneno hasta embriagarlos, para mirar su desnudez!

16 ¡Te has saciado de ignominia, no de gloria! ¡Bebe tú también y enseña tu prepucio! ¡A ti se vuelve el cáliz de la diestra de Yahveh, y la ignominia sobre tu gloria!

17 Pues la violencia hecha al Líbano te cubrirá y la matanza de los animales te aterrará, (por la sangre del hombre y la violencia a la tierra, a la ciudad y a todos los que la habitan).

Llamamiento de Habacuc a la intervención de Dios - La llegada de Dios - Temor humano y fe en Dios

Habacuc 3, 1-19

1 Oración del profeta Habacuc, en el tono de las lamentaciones.

2 ¡Yahveh, he oído tu fama, tu obra venero, Yahveh! ¡En medio de los años hazla revivir en medio de los años dala a conocer, aun en la ira acuérdate de tener compasión!

3 Viene Dios de Temán, el Santo, del monte Parán. = Pausa. = Su majestad cubre los cielos, de su gloria está llena la tierra.

4 Su fulgor es como la luz, rayos tiene que saltan de su mano, allí se oculta su poder.

5 Delante de él marcha la peste, sale la fiebre tras sus pasos.

6 Se planta él y hace temblar la tierra, mira y hace estremecerse a las naciones; se desmoronan los montes eternos, se hunden los collados antiguos, ¡sus caminos de siempre!

7 En desgracia he visto las tiendas de Kusán, se estremecen los pabellones de Madián.

8 ¿Contra los ríos arde tu cólera, Yahveh, contra el mar tu furor, para que montes en tus caballos, en tus carros de victoria?

9 Tú desnudas tu arco, sacias su cuerda de saetas. = Pausa. = De ríos surcas tú la tierra;

10 te ven y se espantan los montes, un diluvio de agua pasa, el abismo deja oír su voz. En alto levanta sus manos

11 el sol, la luna se detiene en su sitio, a la luz de tus saetas que parten, al fulgor del centellear de tu lanza.

12 Con furia atraviesas la tierra, con cólera pisoteas las naciones.

13 Tú sales a salvar a tu pueblo, a salvar a tu ungido. Estrellas la cabeza de la casa del impío, desnudas sus cimientos hasta el cuello. = Pausa. =

14 Traspasas con tus dardos la cabeza de sus nobles que se lanzaban para dispersarnos con su estrépito, como si fuesen a devorar al desdichado en su escondrijo.

15 Tú surcas el mar con tus caballos, el borbotar de las inmensas aguas.

16 ¡He oído y mis entrañas se estremecen, a esa voz titubean mis labios, penetra la caries en mis huesos, bajo mí tiemblan mis pasos! Tranquilo espero el día de la angustia, que va a subir sobre el pueblo que nos asalta.

17 (Pues la higuera no volverá a echar brotes, ni habrá que recoger en las viñas. Fallará la cosecha del olivo, los campos no darán alimento, faltará el ganado menor en el aprisco, no habrá ganado mayor en los establos.)

18 ¡Mas yo en Yahveh exultaré, jubilaré en el Dios de mi salvación!

19 Yahveh mi señor es mi fuerza, él me da pies como los de ciervas, y por las alturas me hace caminar. Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda.

Cántico de Maria durante la visitación a su prima Isabel (Magnificat)

Lucas 1, 46-56

46 Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor

47 y mi espíritu = se alegra en Dios mi salvador =

48 porque = ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, = por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada,

49 porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, = Santo es su nombre =

50 = y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. =

51 Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón.

52 = Derribó a los potentados = de sus tronos = y exaltó a los humildes. =

53 = A los hambrientos colmó de bienes = y despidió a los ricos sin nada.

54 = Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia =

55 - como había anunciado a nuestros padres - en favor de Abraham y de su linaje por los siglos.»

56 María permanceció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.

Cántico de agradecimiento de Zacarías con ocasión de la circuncisión de Juan Bautista (Benedictus)

Lucas 1, 67-79

67 Zacarías, su padre, quedó lleno de Espíritu Santo, y profetizó diciendo:

68 = «Bendito el Señor Dios de Israel = porque ha visitado y = redimido a su pueblo. =

69 y nos ha suscitado una fuerza salvadora en la casa de David, su siervo,

70 como había prometido desde tiempos antiguos, por boca de sus santos profetas,

71 que nos salvaría de nuestros = enemigos y de las manos de = todos = los que nos odiaban =

72 haciendo = misericordia = a = nuestros padres y recordando su = santa = alianza =

73 y el juramento que juró a Abraham nuestro padre, de concedernos

74 que, libres de manos enemigas, podamos servirle sin temor

75 en santidad y justicia delante de él todos nuestros días.

76 Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues irás delante = del Señor = para = preparar sus caminos =

77 y dar a su pueblo conocimiento de salvación por el perdón de sus pecados,

78 por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, que harán que nos visite una Luz de la altura,

79 a fin de iluminar = a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte = y guiar nuestros pasos por el = camino de la paz.» =

Canto de agradecimiento del viejo Simeón durante la presentación de Jesús en el templo (Nunc dimittis)

Lucas 2, 29-32

29 «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz;

30 porque han visto mis ojos tu salvación,

31 la que has preparado a la vista de todos los pueblos,

32 luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.»

Jesús enseña a orar

Mateo 6, 5-8

5 «Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga.

6 Tú, en cambio, cuando vayas a orar, = entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora = a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

7 Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados.

8 No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo.

Jesús enseña el "Padre Nuestro " a sus discípulos

Mateo 6, 9-13

9 «Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre;

10 venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.

11 Nuestro pan cotidiano dánosle hoy;

12 y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores;

13 y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal.

// Lucas 11, 2-4

2 El les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino,

3 danos cada día nuestro pan cotidiano,

4 y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación.»

Enseñanza de Jesús sobre el "Pan de Vida" después de la multiplicación de los panes

Juan 6, 22-67

22 Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar, vio que allí no había más que una barca y que Jesús no había montado en la barca con sus discípulos, sino que los discípulos se habían marchado solos.

23 Pero llegaron barcas de Tiberíades cerca del lugar donde habían comido pan.

24 Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús.

25 Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?»

26 Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado.

27 Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.»

28 Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?»

29 Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado.»

30 Ellos entonces le dijeron: «¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas?

31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: = Pan del cielo les dio a comer.» =

32 Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo;

33 porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo.»

34 Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan.»

35 Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed.

36 Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis.

37 Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera;

38 porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.

39 Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día.

40 Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día.»

41 Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo.»

42 Y decían: «¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?»

43 Jesús les respondió: «No murmuréis entre vosotros.

44 «Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día.

45 Está escrito en los profetas: = Serán todos enseñados por Dios. = Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.

46 No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre.

47 En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna.

48 Yo soy el pan de la vida.

49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron;

50 este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera.

51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.»

52 Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»

53 Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.

54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.

55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.

56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él.

57 Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí.

58 Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.»

59 Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.

60 Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: «Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?»

61 Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: «¿Esto os escandaliza?

62 ¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?...

63 «El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida.

64 «Pero hay entre vosotros algunos que no creen.» Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar.

65 Y decía: «Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre.»

66 Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él.

67 Jesús dijo entonces a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?»

Oración de oblación e intercesión del Salvador antes de la Hora de su Sacrifico, después de la última Cena (Oración Sacerdotal)

Juan 17, 1-26

1 Así habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti.

2 Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado.

3 Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo.

4 Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar.

5 Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese.

6 He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu Palabra.

7 Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti;

8 porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado.

9 Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos;

10 y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos.

11 Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros.

12 Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura.

13 Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada.

14 Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo.

15 No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno.

16 Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo.

17 Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad.

18 Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo.

19 Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad.

20 No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí,

21 para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.

22 Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno:

23 yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.

24 Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que contemplan mi gloria, la que ma has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo.

25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido y éstos han conocido que tú me has enviado.

26 Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos.»

 

Oración de Jesús en Getsemaní

Mateo 26, 39-42

39 Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así: «Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú.»

40 Viene entonces donde los discípulos y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: «¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo?

41 Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.»

42 Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: «Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad.»

Marcos 14, 34-36

4 Y les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad.»

35 Y adelantándose un poco, caía en tierra y suplicaba que a ser posible pasara de él aquella hora.

36 Y decía: «¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú.»

Lucas 22, 41-42-44

41 Se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba

42 diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.»

43 Entonces, se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba.

44 Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra.

 

 

 

Jesús reza por sus verdugos

Lucas 23, 34

34 Jesús decía: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.» Se repartieron sus vestidos, echando a suertes.

Oración de Jesús en la Cruz

Mateo 27, 46

46 Y alrededor de la hora nona clamó Jesús con fuerte voz: = «¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?», = esto es: = «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?» =

Marcos 15, 34

34 A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: = «Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?», - que quiere decir - = «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?» =

Oración del "buen ladrón" en la Cruz

Lucas 23, 42

42 Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.»

Jesús confía su Madre al discípulo Juan

Juan 19, 26-27

26 Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»

27 Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.

Oración de los Apóstoles durante la persecución (después la liberación de Pedro y Juan juzgados por el sanedrín)

Hechos 4, 24-31

24 Al oírlo, todos a una elevaron su voz a Dios y dijeron: «Señor, tú que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos,

25 tú que has dicho por el Espíritu Santo, por boca de nuestro padre David, tu siervo: = ¿A qué esta agitación de las naciones, estos vanos proyectos de los pueblos? =

26 = Se han presentado los reyes de la tierra y los magistrados se han aliado contra el Señor y contra su Ungido. =

27 «Porque verdaderamente en esta ciudad se = han aliado = Herodes y Poncio Pilato con las naciones y los pueblos de Israel contra tu santo siervo Jesús, a quien has = ungido =,

28 para realizar lo que en tu poder y en tu sabiduría habías predeterminado que sucediera.

29 Y ahora, Señor, ten en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos que puedan predicar tu Palabra con toda valentía,

30 extendiendo tu mano para realizar curaciones, señales y prodigios por el nombre de tu santo siervo Jesús.»

31 Acabada su oración, retembló el lugar donde estaban reunidos, y todos quedaron llenos del Espíritu Santo y predicaban la Palabra de Dios con valentía.

Oración del diácono Sebastián durante el apedreamiento

Atti 7, 59-60

59 Mientras le apedreaban, Esteban hacía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.»

60 Después dobló las rodillas y dijo con fuerte voz: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y diciendo esto, se durmió.

Agradecimiento de Pablo cuya intención es ir a Roma

Romanos 1, 15

Romanos 1, 14-15

4 Me debo a los griegos y a los barbaros; a los sabios y a los ignorantes:

15 de ahí mi ansia por llevaros el Evangelio también a vosotros, habitantes de Roma.

Himno de Pablo al amor de Dios

Romanos 8, 31-39

31 Ante esto ¿qué diremos? Si Dios está por nosotros ¿quién contra nosotros?

32 El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él graciosamente todas las cosas?

33 ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? = Dios es quien justifica. =

34 = ¿Quién condenará? = ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió; más aún el que resucitó, el que está a la diestra de Dios, y que intercede por nosotros?

35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?,

36 como dice la Escritura: = Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas al matadero. =

37 Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó.

38 Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades

39 ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro.

Doxología al final de la Carta a los romanos

Romanos 16, 25-27

25 Os saluda Erasto, cuestor de la ciudad, y Cuarto, nuestro hermano. A Aquel que puede consolidaros conforme al Evangelio mío y la predicación de Jesucristo: revelación de un Misterio mantenido en secreto durante siglos eternos,

26 pero manifestado al presente, por la Escrituras que lo predicen, por disposición del Dios eterno, dado a conocer a todos los gentiles para obediencia de la fe,

27 a Dios, el único sabio, por Jesucristo, ¡a él la gloria por los siglos de los siglos! Amén.

"Bendito sea Dios en el plan de divino de salvación"

Efesios 1, 3-14

3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo;

4 por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor;

5 eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad,

6 para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado.

7 En él tenemos por medio de su sangre la redención, el perdón de los delitos, según la riqueza de su gracia

8 que ha prodigado sobre nosotros en toda sabiduría e inteligencia,

9 dándonos a conocer el Misterio de su voluntad según el benévolo designio que en él se propuso de antemano,

10 para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra.

11 A él, por quien entramos en herencia, elegidos de antemano según el previo designio del que realiza todo conforme a la decisión de su voluntad,

12 para ser nosotros alabanza de su gloria, los que ya antes esperábamos en Cristo.

13 En él también vosotros, tras haber oído la Palabra de la verdad, el Evangelio de vuestra salvación, y creído también en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la Promesa,

14 que es prenda de nuestra herencia, para redención del Pueblo de su posesión, para alabanza de su gloria.

El anonadamiento del Hijo de Dios

Filipenses 2, 5-11

5 Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo:

6 El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios.

7 Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre;

8 y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz.

9 Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre.

10 Para que al nombre de Jesús = toda rodilla se doble = en los cielos, en la tierra y en los abismos,

11 = y toda lengua confiese = que Cristo Jesús es SENOR para gloria de Dios Padre.

Última oración de Pablo los Tesalonicenses

I Tesalonicenses 5, 23-24

23 Que El, el Dios de la paz, os santifique plenamente, y que todo vuestro ser, el espíritu, el alma y el cuerpo, se conserve sin mancha hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo.

24 Fiel es el que os llama y es él quien lo hará.

II Tesalonicenses 3, 16

16 Que El, el Señor de la paz, os conceda la paz siempre y en todos los órdenes. El Señor sea con todos vosotros.

Cántico de los Cuatro Vivientes y de los Veinticuatro venerables al Cordero y de una multitud de Ángeles

Apocalipsis 5, 9-14

9 Y cantan un cántico nuevo diciendo: «Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos porque fuiste degollado y compraste para Dios con tu sangre hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;

10 y has hecho de ellos para nuestro Dios = un Reino de Sacerdotes, = y reinan sobre la tierra.»

11 Y en la visión oí la voz de una multitud de Angeles alrededor del trono, de los Vivientes y de los Ancianos. Su número era = miríadas de miríadas y millares de millares, =

12 y decían con fuerte voz: «Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.»

13 Y toda criatura, del cielo, de la tierra, de debajo de la tierra y del mar, y todo lo que hay en ellos, oí que respondían: «Al que está sentado en el trono y al Cordero, alabanza, honor, gloria y potencia por los siglos de los siglos.»

14 Y los cuatro Vivientes decían: «Amén»; y los Ancianos se postraron para adorar.

Cántico de los elegidos a la alabanza de Aquel que salva

Apocalipsis 15, 2-4

2 Y vi también como un mar de cristal mezclado de fuego, y a los que habían triunfado de la Bestia y de su imagen y de la cifra de su nombre, de pie junto al mar de cristal, llevando las cítaras de Dios.

3 Y cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: «Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios Todopoderoso; justos y verdaderos tus caminos, = ¡oh Rey de las naciones! =

4 = ¿Quién no temerá, = Señor, y no glorificará tu nombre? Porque sólo tú eres santo, = y todas las naciones vendrán y se postrarán ante ti, = porque han quedado de manifiesto tus justos designios».

 

 

Cantos de triunfo en el Cielo de los elegidos a la Bodas del Cordero

Apocalipsis 19, 1-9

1 Después oí en el cielo como un gran ruido de muchedumbre inmensa que decía: «¡Aleluya! La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,

2 porque sus juicios son verdaderos y justos; porque ha juzgado a la Gran Ramera que corrompía la tierra con su prostitución, y ha vengado en ella la sangre de sus siervos.»

3 Y por segunda vez dijeron: «¡Aleluya! La = humareda de la = Ramera = se eleva por los siglos de los siglos.» =

4 Entonces los veinticuatro Ancianos y los cuatro Vivientes se postraron y adoraron a Dios, que está sentado en el trono, diciendo: «¡Amén! ¡Aleluya!»

5 Y salió una voz del trono, que decía: «Alabad a nuestro Dios, todos sus siervos = y los que le teméis, pequeños y grandes.» =

6 Y oí el ruido de muchedumbre inmensa y como el ruido de grandes aguas y como el fragor de fuertes truenos. Y decían: «¡Aleluya! Porque ha establecido su reinado el Señor, nuestro Dios Todopoderoso.

7 Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria, porque han llegado las bodas del Cordero, y su Esposa se ha engalanado

8 y se le ha concedido vestirse de lino deslumbrante de blancura - el lino son las buenas acciones de los santos». -

9 Luego me dice: «Escribe: Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero.» Me dijo además: «Estas son palabras verdaderas de Dios.»