Ver también: Cómo hablar a los niños (y II), jóvenes y adultos sobre la muerte
Cómo hablarles a los niños de la muerte (I) / ¿Cómo superar la muerte de un ser querido?
La muerte forma parte de la vida, pero a muchos padres a la hora de hablar con sus hijos sobre el tema, se les hace muy cuesta arriba. Veamos cómo podemos abordar este tema con sencillez y profundidad.
Enseñar a vivir a un niño es no solamente enseñarles las cosas buenas y agradables de la vida sino también que en la vida hay sufrimiento, dolor y muerte. Si preparamos bien a los niños cuando ellos lleguen a estos momentos en sus vidas sabrán encajarlos.
Los niños desarrollan sus propias teorías sobre la muerte cuando todavía son pequeños. Es bueno jugar con los niños pequeños a esconderse, a aparecer y desaparecer. El niño empezará a notar la diferencia en estar y no estar.
Las primeras preguntas sobre la muerte empiezan hacia los cuatro o cinco años de edad y reaparecen más tarde con virulencia en la preadolescencia. Veamos el proceso:
Hacia los 4-5 años: Empieza a preguntar sobre la muerte, pero la muerte la entiende como algo reversible, como si el muerto se hubiera ido de viaje y pudiera reaparecer en cualquier momento. En esta edad ellos identifican la muerte y la vida de una manera muy borrosa, entienden la muerte como enfermedad, al dolor. Junto al miedo por su propia muerte, aparece la angustia por la muerte (ausencia) de sus padres.
Entre los 5 y 10 años: Los niños empiezan a comprender que la muerte es un estado permanente. El niño empieza a ser consciente de que algunas cosas que han desaparecido, simplemente no volverán y le interesa saber qué le pasa a la gente una vez que ha muerto. Es en esta edad que empiezan a personificarla con monstruos o con catástrofes naturales o a reproducirla en dibujos.
A partir de 8 o 9 años: Es cuando el niño entiende el ciclo de la vida y descubre conscientemente la obligatoriedad de la muerte, el hecho que es un proceso irreversible y que él también morirá llegado el momento. A esta edad empiezan a preguntarse por el sentido de la vida y, si sufren alguna pérdida cercana, a temer por la suerte de los que han sobrevivido.
Los psicólogos se definen porque sea el niño quien decida. Si quiere ir que vaya, pero nunca debemos obligarles a asistir.
Después de la muerte de un ser querido del niño hay que hacer un seguimiento del niño para comprobar que no se trastornen sus costumbres: comida, sueño, colegio, deseo de estar solo, etc. Si esto sucede es interesante que lo vea un especialista.
En un estudio hecho con niños de seis años al preguntarles qué pasaba con la muerte, ellos decían que cuando alguien se moría "se iba al cielo". Los padres que encuentran más fácil hablar de la muerte con sus hijos son los que tienen firmes convicciones religiosas.
En muchas ocasiones los niños pasado un tiempo de la muerte empiezan a preguntar. "¿Cómo y por dónde se sube al cielo" "cuando alguien se muere ¿se lleva la ropa y los zapatos?"
No evites hablar de la muerte.
Anima al niño a expresar sus sentimientos.
No digas a los niños algo que después deberán desaprender.
Responder con honestidad.
No hables más allá de su nivel de comprensión.