Mensaje del cardenal Hummes a los catequistas del mundo

Prefecto de la Congregación para el Clero

CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 22 octubre 2007 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje que ha enviado el cardenal Claudio Hummes, prefecto de la Congregación vaticana para el Clero, a los catequistas del mundo.

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Queridos catequistas:


¡La paz del Señor esté con ustedes!

En este primer año de mi servicio al Santo Padre, Benedicto XVI, en la Congregación para el Clero, a la cual está confiada también la catequesis, deseo hacerles llegar mi saludo cordial y fraterno.
A Dios bueno y grande en el amor, rico en misericordia, pido que los bendiga de modo muy especial.

Lo hago en la Fiesta de San Lucas evangelista, recordando su contribución fundante para el anuncio universal de Jesucristo muerto y resucitado y de su Reino.

Deseo, antes que nada, decirles mi admiración por su servicio eclesial a menudo incansable en la educación de la fe católica de muchos catecúmenos o de ya bautizados confiados a ustedes.
Les aseguro mi cariño como hermanos y hermanas queridos, comprometidos en la buena lucha por la fe que les solicita a menudo sacrificios heroicos, a los que, sin embargo, ustedes responden con alegría y perseverancia.

En la cotidiana fidelidad a Dios y fidelidad al hombre, ustedes siguen siendo para sus comunidades parroquiales una verdadera riqueza. Ustedes son uno de los signos más prometedores, con el cual el Señor no deja de confortarnos y de sorprendernos.

Continúen mostrando pasión y voluntad en la adquisición sincera de esa fisonomía propia de maestros, educadores y testigos de la verdad para transmitirla integralmente y fielmente al hombre de nuestro tiempo.

Sean capaces de fortalecer su fe, "siempre dispuestos a defenderse de cualquiera que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen" [1Pe 3,15], con la oración, con la formación, con la caridad. Siempre sean alegres y diligentes para que, también a través de su obra, "Dios sea glorificado en todo por Jesucristo. A él sea la gloria y el poder" [1 Pe 4,11].

Los exhorto a rezar y a cultivar con confianza una relación de amor, de dedicación, de escucha y de silencio con el Señor.

¡En un mundo a menudo sin esperanza, víctima de la violencia y del egoísmo, que cada gesto, cada sonrisa, cada palabra de ustedes sea un testimonio viviente que el Señor ha vencido el pecado y la muerte y que el amor es posible!

Los exhorto a redescubrir las raíces profundas de vuestro testimonio en el Bautismo y en la Confirmación. A nutrir vuestro servicio de catequistas con el alimento de los fuertes: la Eucaristía.
A revelar el rostro de Cristo a todos los que encuentren, en la gratuidad y en la fidelidad de su servicio.

Que el Espíritu del Señor haga nueva vuestra vida y haga crecer la comunión entre ustedes.

“Que el mundo actual — que busca a veces con angustia, a veces con esperanza — pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo, y aceptan consagrar su vida a la tarea de anunciar el Reino de Dios y de implantar la Iglesia en el mundo”. (EN 80)

Invoco sobre ustedes la Bendición que tanto amaba San Francisco de Asís:
"Que el Señor te bendiga y te proteja.
Haga resplandecer su rostro sobre ti y te done su misericordia.
Que el Señor dirija su mirada sobre ti y te done su paz."

Y que la Virgen María, Estrella de la evangelización, los conduzca y los asista y sea para ustedes signo de segura esperanza.


Ciudad del Vaticano, 18 de octubre de 2007
Fiesta de San Lucas evangelista

Claudio card. Hummes
Prefecto


[Traducción distribuida por la Congregación para el Clero]