Los Mandamientos no son un capricho de Dios, ni unos obstáculos que nos coloca en nuestro camino.

Son algo asi como las señales de tráfico en la carretera. La señal no crea el peligro, simplemente, lo señala, lo avisa. El peligro ya está ahí. Dios, porque nos ama, nos indica lo que nos conviene, lo que es bueno para nosotros y lo que no.

El habernos dado e indicado los Mandamientos, es una prueba de amor. Y la respuesta lógica, por nuestra parte, debería ser el agradecimiento.

No conviene confundir fácil o agradable con bueno. Ni tampoco costoso con malo. Normalmente las cosas buenas cuestan.