Autor: Oscar Schmidt

Los caminos a Cristo

Meditación. Identifícate con un santo, amalo, él intercederá por ti ante
Dios.

Todos tenemos dentro una fuerza que nos lleva a Dios. Pero esa fuerza,
misteriosa y poderosa, toca nuestras almas en los lugares donde más
provecho se puede obtener para beneficio de nuestra propia salvación,
creando el camino que nos abre a la gracia y a la luz. ¿Existe entonces
un sólo camino para llegar a Jesús?. Si, y no. Si, porque el camino del
amor es el único sendero que nos lleva al Reino. Angosto y empinado,
ondulante y lleno de dificultades, pero luminoso y claro para quienes
buscan hacer la Voluntad del Creador. Y también no, porque cada uno de
nosotros tiene una esencia que le indica distintos modos de manifestar su
espiritualidad.

De este modo vemos claramente que existen distintos tipos de
espiritualidad, distintos modos de manifestar nuestro deseo de hacer la
Voluntad de Dios. ¿Dónde podemos ver claramente manifestadas estas
distintas espiritualidades, en su plena diversidad?. ¡En la vida de los
santos!.

La espiritualidad de l os que se aproximaron a la perfección que Dios nos
pide, nuestros amados santos, se muestra variada e iridiscente. Como una
joya que brilla en sus diversas tonalidades, pero siempre hermoso a los
ojos de Dios. Rubíes, diamantes, amatistas, esmeraldas, zafiros. Todas
estas distintas formas de manifestar la gloria de Dios nos muestran los
caminos que se nos ofrecen como ejemplo a imitar. ¿Quién puede decir que
el Padre Pío (¡San Pío!), o que Santa Rita, o Santa Teresita, o San
Francisco, o el Santo Cura de Ars, o San Pablo son idénticos?. No lo son,
y sin embargo todos ellos son hermosos y fascinantes a los ojos de los
que los admiran en su santidad. Algunos impetuosos y llenos de fuerza
evangelizadora, otros humildes y pequeños en su entrega a Dios, unos
buenos y caritativos hasta el infinito, otros abnegados y entregados en
su sufrimiento a los dolores que Dios les dio como misión de vida. Todos
tienen puntos de comparación con algún aspecto de la vida de Cristo, pero
ninguno es tan perfecto como el propio Hijo de Dios lo fue en Su vida de
Hombre-Dios.

De este modo, podemos ver que las distintas espiritualidades que los
santos nos han enseñado y nos enseñan (porque santos han habido siempre y
los hay en nuestro tiempo), son espejos en los que cada uno de nosotros
se puede buscar. Es muy importante encontrar cual es la espiritualidad
que mejor se adapta a los dones que Dios nos ha dado, a la esencia de
nuestra alma. Y si podemos amar al santo que representa esa
espiritualidad, tendremos un punto de apoyo y un mapa que facilitará
nuestro crecimiento en la fe y el amor. Ese santo representará la meta
que debemos buscar, como camino de llegada a Cristo. Pero también es
importante comprender y respetar la existencia de otras espiritualidades,
otras formas de santidad que conviven en armonía en la gracia de Dios.

El Señor se adapta a nosotros, porque Su Amor es infinito. El es el amor,
y en su inmensa caridad se amolda a nuestras necesidades y debilidades.
Porque nuestras fortalezas (nuestras virtudes naturales) también acarrean
nuestras debilidades. Si tuviéramos un balance perfecto entre todas las
virtudes Divinas, seríamos como Cristo. Pero sólo El puede lograrlo.

Elige un santo que te represente, con el que te sientas especialmente
identificado, y ámalo. Conócelo, aprende sobre su vida, pídele su
intercesión ante Dios, no te apartes de el. Dios lo ha enviado para
ayudarte y socorrerte cuando la tempestad del mundo te sacuda como una
hoja en el viento. El es tu ancla, tu brújula y tu vela. Deja que su
viento te lleve a tierras de paz espiritual y amor fraterno. Si lo haces
bien, te encontrarás en el Reino con todas las demás espiritualidades,
con todos los santos que han llegado a merecer contemplar la Luz del
Rostro de Dios.