Autor: Fr. Nelson M.
Fuente:
www.apologética.org 
Los 144.000
Cómo interpreta la iglesia católica los 144.000 elegidos para la salvación que menciona el libro del Apocalipsis?
  Respuesta de 
  APOLOGETICA.ORG. 
  
  Dicen los Testigos de Jehová:
  
  Los que son llamados por Dios para participar en el 
  servicio celestial son pocos. Como dijo, son "un pequeño rebaño". Años después 
  de su regreso al cielo, Jesús dio a saber el número exacto en una visión dada 
  al Apóstol Juan, quien escribió: "Vi, y,¡miren! el cordero de pie sobre el 
  monte Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil... que han sido comprados de 
  la tierra" (Revelación 14, 1-3). El "Cordero" al que se hace referencia aquí 
  es, por supuesto, Jesucristo; el "monte Sión " no está en la tierra, sino en 
  el cielo donde Jesús está (Jn 1, 29; Heb 12, 22). De modo que los 144.000 son 
  personas que mueren en la tierra como hermanos y son resucitados a la vida 
  celestial como criaturas espíritus, tal como le sucedió a Jesús (Rom 6, 5). 
  Cuando se les compara con los miles de millones de personas que viven en la 
  tierra, son, verdaderamente, un "rebaño pequeño" . 
  (La verdad que lleva a vida eterna, 77). Taze Russell 
  dice más. De esos 144.000, doce mil pertenecen a su grupo de Testigos de 
  Jehová, y el resto pertenecieron a los siglos pasados. Dice literalmente:
  
  
  En la tierra hoy día sólo sobrevive un resto de los 
  144.000 escogidos quienes son cristianos dedicados, bautizados, engendrados 
  por el espíritu de Jehová Dios para ser coherederos con su Hijo Jesucristo en 
  el reino celestial (Rom 8, 14-17). Los informes muestran que ahora hay menos 
  de 12.000 de estos sobrevivientes. No todos los "Testigos de Jehová" esperan 
  ir al cielo. Verdaderamente, sólo una porción pequeña esperan esto (Lc 12, 
  32). El todopoderoso Dios, quien coloca a todos los miembros en su 
  organización como a él le place, ha limitado a 144.000 el número del "´Cuerpo 
  de Cristo", cuyos miembros reinarán con Cristo Jesús en el reino celestial de 
  Dios. 
  
  (Cosas en las cuales es imposible que Dios mienta, 
  337). 
  
  Dice la Biblia:
  
  a) Jesús es nuestro Salvador Jesús de Nazaret 
  ha venido a dar la respuesta definitiva a las esperanzas de salvación que 
  alimentaba el Antiguo Testamento. Esta convicción expresa ya con toda claridad 
  el anciano Simeón (Lc 2, 29-32): Ahora, Señor, dejas marchar a tu siervo... 
  mis ojos han visto tu salvación... El mismo nombre de Jesús significa 
  "Salvador" (Mt 1, 21; Hech 4,12). Somos herederos de la salvación y estamos 
  plenamente justificados (Rom 5, l). Sin embargo, sólo en esperanza estamos 
  salvados (Rom, 8, 24). Dios nos destina a la salvación, pero se trata de una 
  herencia que sólo se manifestará plenamente al fin de los tiempos (1 Tes 5,9): 
  "Dios no nos ha destinado al castigo, sino a obtener la salvación por medio de 
  nuestro señor Jesucristo". De manera parecida se expresa 1 Ped 1, 4-5. Cristo 
  aparecerá para damos la salvación. Así lo dice Heb 9, 28: "Cristo, después de 
  ofrecerse una sola vez para quitar los pecados de muchos, se presentará por 
  segunda vez, sin pecado, a los que le esperan para la salvación ".
  
  b) Dios quiere que todos se salven 1 Tim 2, 
  3-4: Dios, nuestro Salvador, quiere que todos los hombres se salven y lleguen 
  al conocimiento de la verdad. La voluntad de Dios es la Salvación de todos los 
  hombres. La obra de la Redención tiene un valor universal. No se trata de una 
  voluntad absoluta que se cumplirá a pesar de todo, sino de un deseo ardiente, 
  cuya eficacia está condicionada por la libertad del hombre. El hombre, a quien 
  se han aplicado todos los méritos del sacrificio de Cristo, de la predicación 
  apostólica y de la oración de los hermanos, debe cooperar en la aceptación de 
  la verdad. Llegar al conocimiento de la verdad es la condición indispensable 
  para salvarse, y en cierto modo es la salvación misma, como enseña Jesucristo: 
  "La vida eterna es ésta: que te conozcan a ti como el único Dios verdadero, y 
  al que enviaste, Jesucristo" (Jn 17, 3). 
  
  c) El número de los que se salvan Lc 13,23-30: 
  Cuando uno pregunta a Jesús si son pocos los que se salvan, Jesús no establece 
  ninguna limitación en cuanto al número; exhorta a entrar por la puerta 
  estrecha, antes de que esa puerta se cierre. El libro del Apocalipsis habla de 
  los 144.000 que se salvan. El libro del Apocalipsis tiene como tema 
  fundamental nuestra lucha actual y la victoria que nos espera; aborda la 
  cuestión de los que se salvan y, por dos veces, señala el número determinado 
  de 144.000. ¿Se trata de un número matemático exacto? ¿Tan reducido es el 
  número de los que se salvan? Habrá que tener en cuenta que el Apocalipsis 
  utiliza con frecuencia el simbolismo de los números y de los colores. Por 
  ejemplo: 7 es el número perfecto;
  8 (7+1) es la superabundancia de la perfección;
  6 (7-1) es la deficiencia, el mal: la bestia está 
  expresada por 666;
  3 1/2 (7/2) = tres años y medio = 42 meses = 1.260 
  días. Significa un período corto, un tiempo escaso;
  1.000 es número inmenso, infinito.
  12 es cifra santa, in dica plenitud;
  Blanco = victoria, pureza;
  Rojo = sangre, crueldad, guerra;
  Púrpura = poder imperial;
  Negro = miseria;
  Verde (o amarillo) = peste;
  Arco iris (descomposición de colores) = presencia 
  divina. 
  
  Apoc 7,4-10: Oí también el número de los marcados, 
  ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel: de la tribu de 
  Judá, doce mil marcados, de la tribu de Rubén, doce mil, de la tribu de Gad, 
  doce mil, de la tribu de Aser, doce mil, de la tribu de Neftalí, doce mil, de 
  la tribu de Manasés, doce mil, de la tribu de Simeón, doce mil, de la tribu de 
  Leví, doce mil, de la tribu de Isacar, doce mil, de la tribu de Zabulón, doce 
  mil; de la tribu de José, doce mil; de la tribu de Benjamín, doce mil 
  marcados. 
  
  Después de esto apareció en la visión una muchedumbre 
  innumerable de toda nación y raza, pueblo y lengua; estaban de pie ante el 
  trono y ante el cordero, vestidos de blanco y con palmas en la mano; aclamaban 
  a gritos: La victoria pertenece a nuestro Dios, que está sentado en el trono, 
  y al Cordero. Apoc 14, 1-13: En la visión apareció el Cordero de pie sobre el 
  monte Sión y con él ciento cuarenta y cuatro mil que llevaban inscrito en la 
  frente el nombre del cordero y el nombre de su Padre. Oí también un fragor que 
  bajaba del cielo, parecido al estruendo del océano y al estampido de un trueno 
  fuerte: era el son de citaristas que tañían sus cítaras delante del trono, 
  delante de los cuatro vivientes y los ancianos, cantando un cántico nuevo. 
  Nadie podía aprender aquel cántico fuera de los ciento cuarenta y cuatro mil, 
  los adquiridos en la tierra. Éstos son los que no se pervirtieron con mujeres, 
  porque son vírgenes; éstos son los que siguen al Cordero adonde quiera que 
  vaya; los adquirieron como primicias de la humanidad para Dios y el Cordero. 
  En sus labios no hubo mentira, no tienen falta. Vi otro ángel que volaba por 
  mitad del cielo; llevaba un mensaje irrevocable para anunciarlo a los 
  habitantes de la tierra, a toda nación, raza, lengua y pueblo... Oí una voz 
  del cielo que decía: Escribe: Dichosos los que en adelante mueran en el Señor. 
  Cierto, dice el Espíritu, que descansen de sus fatigas, porque sus obras los 
  acompañan. ¿Cómo interpretar estos textos? -Los ciento cuarenta y cuatro mil 
  marcados son todos del pueblo de Israel. A continuación se habla de una 
  multitud incontable de todos los demás pueblos y razas. -El número ciento 
  cuarenta y cuatro mil hay que entenderlo en sentido simbólico, de acuerdo con 
  el carácter del Apocalipsis, y no con un valor matemático exacto. De cada una 
  de las tribus son sellados doce mil. El doce es número sagrado que indica 
  plenitud; el mil es número de inmensidad.
  
  Quiere, pues, decir, que de cada tribu son muchos los 
  que se salvan. En la enumeración de las tribus, se omite la de Dan. Tal vez 
  porque -según una tradición judía- de ella nacería el anticristo; por eso era 
  considerada como maldita. No obstante, hay que mantener el número de doce por 
  su simbolismo; para ello, además de nombrar a José, nombra a su hijo Manasés.
  
  
  -La multitud incontable (a la que podemos pertenecer 
  los que no somos descendientes de Israel) alcanza igualmente la Salvación, 
  pues: -tienen vestiduras blancas (color de victoria), -tienen palmas en la 
  mano (símbolo de triunfo), -están delante del trono y del Cordero. -En el 
  capítulo 14 esta muchedumbre está en la tierra, mientras que los ciento 
  cuarenta y cuatro mil están en el cielo. Es decir, "el Resto de Israel" ya se 
  ha salvado y está en el cielo cuando Juan escribe este libro, porque Israel 
  como pueblo religioso ha acabado. 
  
  En cambio, hay muchas gentes que se han de salvar y 
  están todavía en la tierra, en la tribulación, en la lucha. A éstos exhorta el 
  ángel para que se mantengan fieles, reconozcan y teman a Dios ... porque 
  "dichosos los que en -adelante mueran en el Señor". Se trata de una diferencia 
  actual: unos salvados están ya en el cielo, mientras que otros q ue se han de 
  salvar están todavía en la tierra. No hay nada en el texto que haga pensar que 
  unos alcanzan una salvación plena en el cielo, mientras que la salvación de 
  otros es de menor valor, permaneciendo para siempre en la tierra. Esta 
  distinción no estaría de acuerdo tampoco con los muchos textos que hablan de 
  la salvación, y nunca mencionan una categoría diversa en los salvados. -La 
  virginidad de los ciento cuarenta y cuatro mil, de que habla el capítulo 14, 
  hay que entenderla igualmente en sentido simbólico. Si sólo se salvaran los 
  "vírgenes" en sentido fisiológico, habría que excluir de la salvación a todos 
  los Patriarcas comenzando por el mismo Abraham. En el AT se habla con 
  frecuencia de la Alianza de Dios con Israel con el simbolismo de la alianza 
  matrimonial. El pueblo debe mantenerse fiel a estos desposorios. Si abandona a 
  Yahveh, su legítimo esposo, para servir a otros dioses, comete adulterio. La 
  virginidad, en consecuencia, es la fidelidad a Dios, evitando toda idolatr ía. 
  Viene, pues a decir el Apocalipsis: Muchos judíos han alcanzado la salvación 
  ya. Muchos más de la gentilidad la alcanzarán, pero todavía están en la lucha, 
  todavía han de esforzarse por alcanzar esta salvación. 
  
  
  Fr. Nelson M.