Autor: P. Antonio
Rivero,
L.C. | Fuente: Catholic.net
Judas, el traicionero
Judas no llegó a la traición, a ese beso de traición de la noche a la mañana... sino progresivamente, poco a poco
Sí, el que besó a Jesús y
lo traicionó. Sí, el escogido por Cristo por amor para ser seguidor,
compañero, apóstol de primera fila de Jesús. Sí, el que vio los milagros de
Jesús y escuchó las palabras bondadosas y pacificadoras de Jesús y partió el
pan de la mesa muchas veces con Jesús en la intimidad de un almuerzo.
Adentrémonos un poco en le alma de Judas. ¿Desde
cuándo trama la traición? ¿Por qué llegó a este extremo? ¿Quién o que le
empujo a ello? ¿Qué ganó con la traición?
I. Con el beso de Judas se inicia la Pasión.
Jesús sintió como una quemadura en el rostro. ¡Fue traicionado por uno de sus
íntimos, fue totalmente doloroso para Jesús!
En algunos lugares de México existen Cristos que de
talla, cubiertos de heridas, que lleva en la mejilla una llaga especialmente
honda, llena de sangre, que llaman el beso de Judas.
Este beso son las heridas que Jesús recibe en la casa
de sus ami gos.
II. Judas era de Karioth, de la región de Judea.
Él bajó a Galilea, al lago en Cafarnaún para oír la palabra de Jesús... Era
uno más de los judíos que anhelaba la liberación de los romanos y de toda
esclavitud. ¿Será este el Mesías? -se decía de Jesús.
Judas era doble. No era transparente como Natanael.
Por lo que colegimos del Evangelio Judas tenía dobles intenciones desde el
inicio.
¿Será un espía del Sanedrín? De hecho tenía contactos
con Caifás.
¿Será un zelote que buscaba un libertador político?
Como Jesús le defraudó, decidió canjearlo por la libertad de Barrabas.
¿Sería un ladrón que vio en Jesús la forma de hacerse
rico robando de la “bolsa” del grupo?
Judas era doble por eso nunca podremos conocer
realmente sus intenciones más profundas.
· ¿Por qué traicionó al Maestro?
· ¿Por qué con un beso?
· ¿Por qué en la noche, y en el huerto de Gethsemaní?
· ¿Por qué llevó toda esa turba de gente con palos y garrotes?
·
¿Por qué después de traicionarle se suicida, se mata,
se ahorca?
III. Treinta monedas de plata. Dentro de las
leyes de Moisés, cuando el buey de una persona embestía a un esclavo, el dueño
del animal debía pagar una compensación 30 siclos de plata al propietario del
esclavo y luego matar al animal.
¡Treinta monedas! ¡El precio de un esclavo!
¿Es que hoy no hay gente que vende a Cristo incluso
por menos? ¿Es que acaso no le he traicionado yo alguna vez?
IV. Sigue la pregunta: ¿por qué Judas traiciono a
Jesús? Se han escrito kilómetros de páginas sobre Judas. Ningunas se ponen
de acuerdo. Todos elucubran.
Solo Dios conoce el corazón del hombre.
Judas no era peor ni mejor que los demás apóstoles, a
la hora de ser elegido. Todos tenían sus zonas de luz y sus rincones oscuros.
¿Qué le pasó a Judas, con la convivencia continua de
Jesús, que era el Sol del mediodía, sin ocaso, sin ec lipse?
¿Qué le pasó a Judas, con el trato continuo de Jesús,
que era todo amor, y solo amor compasivo, tierno y misericordioso?
Tal vez, cada día iba alejándose de Jesús, el corazón
de Judas ya no comulgaba con el mensaje de Jesús, con las ideas de Jesús, con
las actitudes de Jesús. ¿Cómo era el mensaje de Jesús, las ideas de Jesús y
las actitudes de Jesús, que tanto detestaba Judas?
¡El amor!
Judas no quiso abrirse al amor. Un amor que perdona,
que hace el bien, que busca el bien, que no tiene en cuenta el mal, que vence
el mal con el bien, que sabe darse sin medida a los demás, que nunca piensa en
sí mismo, que está pendiente sólo del otro.
Judas, tal vez, no aguantó la luz y el calor de tanto
amor que despedía Jesús.
Tanto amor de Jesús le quemaba, le irritaba el corazón
a Judas... Es como si yo tuviera una herida y me colocan alcohol para curarme:
me escuece mucho, me quemo, me molesta, pero sé que esa herida curará.
Judas llevaba esa herida abierta, con pus. Una herida
provocada por el egoísmo: sólo pensaba en sí mismo. Ese egoísmo le llevaba a
alejarse de Jesús, a alejarse de los demás, a pensar sólo en su beneficio:
¿qué ganaré si sigo a Jesús?
Jesús quiso curar su herida terrible del corazón de
Judas. Pero Judas se resistió. No aguantó el amor de Jesús. Curiosamente no
soportó tanto amor de Jesús. ¡No puede ser! ¿Por qué sigue amándome, si yo soy
tan mezquino? ¿Por qué sigue echándome salvavidas, si yo no lo amo?
Y creció en el corazón de Judas el odio, que es
sentimiento pervertido del amor; El amor de Jesús rebotaba en el corazón de
Judas, y lo hacía más duro, más pétreo.
Judas, ¡ábrete al amor de Jesús! ¿No ves que Él te
quiere? ¿No sientes que Él te ama? ¿No escuchas su dulce voz de Pastor que
quiere atravesarte con sus silbos amorosos?
Tal vez el drama de Judas fue éste: ¡poco a poco se
fue distanciando del corazón de Jesús... y a unque estaba a dos o tres metros,
físicamente, sin embargo, espiritualmente estaba a años luz, a muchas leguas
de Jesús!
Y cuando uno enfría el amor a Cristo, comienza a
crecer el egoísmo, abierto a disfrazado, que sólo piensa en sí mismo, sólo se
busca a sí mismo, sólo está pendiente de sí mismo, sólo se ama a sí mismo.
Por eso Judas no llegó a la traición, a ese beso de
traición de la noche a la mañana... sino progresivamente, poco a poco...
Alejándome de la luz, voy entrando en la oscuridad de la noche: “y era de
noche”... Alejándome del amor, voy entrando en el túnel del desamor y del
odio: “a quién yo besa, ese es. Prendedle... Alejándome de la paz, voy
entrando en el espiral del remordimiento: “y a él, a Judas, le remordió la
conciencia. Fue y se ahorcó”.
Ahora entendemos un poco más por que no le interesaron
las 30 monedas de plata... por qué se ahorcó... no pudo abrirse, no quiso
abrirse al amor misericordioso de Jesús. No toleraba más los ojo s dulces de
Jesús. No aguantaba más esa voz tierna de Jesús. No soportaba más esas manos
cariñosas de Jesús dispuestas a levantar al caído.
El P. Antonio Rivero es
párroco de Santa María de Betania en Argentina