Un hombre de contrastes

Y  el gentio  que iba  delante de Jesus,  asi como  los que  le seguían, empezaron a gritar: ¡Hosanna  al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del  Señor! (San Mateo 21,9)
 



Aquel primer Domingo de Ramos, uno hubiera esperado que Jesús, el Rey, entrara en Jerusalén montado en un potente corcel. Pero en lugar de eso, Él escogió un humilde burrito. Antes de poder venir a reinar como Rey tenía que venir a morir como Salvador. Durante toda su vida terrenal, Jesús fue un hombre de impresionantes contrastes, reflejando tanto su genuina humanidad como su deidad plena.

 

Alguien escribió lo siguiente acerca de Jesús: «Él que es el Pan de vida, empezó su ministerio con hambre. Él que es el Agua viva, terminó su ministerio con sed. Cristo padeció hambre como ser humano, pero alimentó a los hambrientos como Dios. Se cansó, pero es nuestro descanso. Pagó tributos, pero es Rey. Lo llamaron diablo, pero echó fuera demonios. Oró, pero escucha la oración. Lloró y es quien seca nuestras lágrimas. Fue vendido por 30 piezas de plata, pero redime a los pecadores. Fue llevado como oveja al matadero, pero es el Buen Pastor. Dio su vida, y al morir, destruyó la muerte.»

 

Uno esperaría encontrar tales contrastes en la vida de Uno que fue plenamente Dios y plenamente hombre. Jesús, el Señor soberano del universo, se hizo hombre para darnos redención. Y un día regresará como Rey de reyes.

Jesús, el Dios-hombre, merece toda nuestra alabanza. --RWD

EL HUMILDE CARPINTERO DE NAZARET FUE  EL PODEROSO ARQUITECTO DEL UNIVERSO.