IGLESIA

Afirma Efrén el Sirio: «La Iglesia no es la asamblea de los justos; la Iglesia es una muchedumbre de pecadores que se arrepienten», y la palabra clave en esta definición no es «muchedumbre», ni tampoco «pecadores», sino «que se arrepienten». Arrepentimiento, por otra parte, no significa lamentarnos de nuestra propia miseria, sino tener conciencia de lo que es el pecado: separación de Dios, separación de los otros, división interior, separación de las raíces profundas y auténticas de nuestro propio ser. «Pecadores que se arrepienten» son los que han tomado conciencia de esta situación, han comprendido que ningún esfuerzo humano puede ponerle remedio y, por consiguiente, se han dirigido a Dios. El término «conversión» significa «volverse», «cambiar de orientación». La Iglesia es un cuerpo de personas que, por muy impías y miserables que puedan ser tomadas una a una, miran juntas hacia Dios, se dirigen a Dios, se vuelven a Dios a través de la súplica, a través de la Fe, a través de la esperanza, y dan los primeros pasos en el amor (A. Bloom, Vivere nella Chiesa, Magnano 1990, pp. 31 ss).