Los signos de los tiempos!.
La iglesia, el Mundo y el  Reino de Dios.

 

Por: Gabriel Alberto Chaves - Jhonnier Alexander Cardona.
http://www.seminari obogota.org

·           -La evangelizació n no se debe limitar a un quehacer, o sea, hacer y hacer cosas sin pensar, sino que se evangeliza  pensando, reflexionando y actuando. Teniendo como punto de referencia, la situación particular-.

            El trabajo PASTORAL nos permite descubrir que para que haya verdadera eficacia debe existir -equilibrio, un punto intermedio, la ponderación-, en todos los componentes de una Evangelizació n, una Iglesia que anuncie el Reino y sea fiel a su misión, que este en consonancia con el mundo, y constantemente valorando, analizando, e interpelando sobre sus necesidades y circunstancias particulares, clave del éxito pastoral.

 Aprender a discernir, esta es  una labor delicada y enseñar a discernir la presencia del Reino, ya que este se encuentra mezclado con otras realizaciones que son anti-reino, constituye todo un desafío para la labor apostólica.

Habrá que confrontar esos signos con el evangelio para comprobar que el Reino está presente, aunque amenazado, que hay que tener paciencia, para no arrancar el trigo con la cizaña, y aprender a vivir esperanzadamente las tensiones dialécticas que nos rodean, porque estamos empeñados en una lucha sin cuartel contra el mal, donde la criba final hay que dejársela a Dios.

           

·           El Reino es escatológico, y es un misterio escondido el cual ha sido revelado en Cristo. Quiere decir que el Reino mismo es Jesús, el cristos (Cristo), el  Kyrios,  el Hijo de Dios. En otras palabras, es el anuncio kerigmático vivido a partir de la fe post-pascual como acontecimiento salvífico.

·            Descubrimos, alegremente, que la Iglesia es ese cuerpo de Cristo que es un misterio y sacramento de Salvación para los hombres. La cual se plenifica, por así decirlo, en primer lugar con Cristo y en segundo lugar con la comunidad  inserta en el mundo a la cual se le anuncia el Reino. De ahí que se diga y que el fin de la Iglesia es la evangelización.

·            Fundamental para la eficacia de la misión a la cual ha sido llamada la Iglesia la especial  atención a los signos de los tiempos  como una tarea irrenunciable y una responsabilidad para cada uno.

Con ello se hace más inmediato el descubrimiento de  todo lo que hay de bello, de bueno y de verdadero en nuestra historia y en el mundo del cual hacemos parte. Pero, para  los creyentes, esos signos tienen un significado ulterior. La presencia permanente de un Dios que, incluso después del acontecimiento de la encarnación, sigue habitando en medio de nosotros y viviendo con nosotros. Cristo que continúa irrumpiendo en la historia de cada persona y de la humanidad.

Por tanto, creemos crucial, presentarles estos componentes, para un desarrollo efectivo, de la praxis pastoral apropiada, a los requerimientos del tercer milenio.

I. REINO DE DIOS.

1. Síntesis Bíblico - Teológica.

En el Antiguo Testamento se nos presenta la designación de un dios como rey, lo cual se encuentra muy propagado en el antiguo oriente. La divinidad ejerce  soberanía sobre su ciudad, sobre su reino, sobre los príncipes, y el pueblo  es dueño del país, otorga prosperidad y bienestar, corrige y castiga. Se presentan otros títulos, como “Dios Padre” (Ex 3,13),  pero el título de rey gana rápidamente terreno, por ejemplo: en Salmos y doxologías (Sal 29). El arca de la alianza como trono de Dios es garantía de su poderosa presencia (Núm 10, 35), Yahvé como rey del mundo. Su acción  y su función de Juez del mundo. Israel debe pensar que él mismo fue liberado por Dios de la servidumbre y de la esclavitud.

Con los profetas el matiz principal se toma a partir de las promesas. El nuevo reinado de Yahvé se describe como felicidad consumada, que por Israel viene comunicada a todos los pueblos, origina una transformació n interior, abarca la tierra como un espacio vital, y hasta creación entera.

En el Nuevo Testamento: Jesús no dio a sus oyentes una definición del reino, les aportó la radical novedad de su persona y su vida, al presentarse ante ellos como el alegre mensajero anunciado por Isaías. En este orden de ideas,  Cristo mismo es el Reino de Dios, Jesús empezó su predicación anunciando que “ el Reino de Dios está cerca” (Mc 1, 15). Jesús percibía que el Reino futuro de Dios se estaba haciendo  presente en su acción y que, en su persona, estaba apareciendo en la tierra algo nuevo el amor  infinito del Abbá, del Padre, por todos los humanos. Él anunciaba la llegada del  Reino, dando, con sus palabras y acciones, inequívocas muestras de la misma, al mismo tiempo que invitaba a todos a la conversión y a la fe. ( Mc 1, 15).

2. Señales del Reino:

Él ama y perdona, invita a todos, pero con especial interés a los pecadores, a la comunión de vida y amor con él, ofrece un nuevo comienzo para la vida. Jesús realizó muchos “milagros, prodigios y señales” (Hech 2, 22),  como manifestaciones - signos de que Dios quiere siempre  la vida para todos y de que el mal retrocede en su presencia-.. Las curaciones y expulsiones de demonios son signos del Reino de Dios, que se ha acercado en Jesús, “ Si yo arrojo a los demonios por el dedo de Dios es que el Reino de Dios ha llegado a vosotros” (Lc 11, 20).

3. Características del Reino.

Un rasgo fundamental es que cuando Jesús presenta el reino lo hace con lo que es pequeño, ordinario, insignificante para nuestro mundo, y para Jesús, por el contrario, es de gran valor. Gestos ignorados y sin relieve, van paulatinamente creando espacios de fraternidad.  Ciertamente menudean las imágenes perlas finas y tesoros escondidos (Mt 13, 44-46), ceremonias nupciales de jóvenes previsoras o descuidadas (Mt 25, 1 -13), banquetes de bodas regias, (Mt 22, 2-10), dineros confiados en custodia, (Mt 25, 14-30), viñadores generosamente contratados, (Mt 20, 1-16).

Con imágenes de la vida real, comunicaba Jesús los secretos del Reino a sus oyentes. En últimas el Reino es un misterio. Está escondido. Se insinúa en todas partes, en medio de todo, pero sólo lo perciben y acogen los sencillos de corazón (Mt 11,25, Lc 10,21).

4. Concepción del Reino de los primeros Cristianos:

Los cristianos primitivos anunciaban a Jesús, el Cristo, el  Kyrios,  el Hijo de Dios como el Reino mismo. Es decir,  es el anuncio kerigmático vivido a partir de la fe post-pascual como acontecimiento salvífico.

Por ejemplo, para Pablo, la realeza de Dios se realiza fundamentalmente en el Reinado de Cristo ( 1 Cor 14,24). Este Reinado está presente en los fieles (Col 3,1-4), en la Iglesia, (Col 1, 18-24), en la acción de los ministros y carismáticos autorizados, (Ef 4, 11-16).. Mediante la predicación se manifiesta entre los gentiles, “la fragancia de este conocimiento” . (2 Cor 2,14).

II. LA IGLESIA.

1. Definición :

La expresión Iglesia , etimológicamente,  significa (ekklesía, asamblea, convocación), indica una comunidad convocada por el Señor, propiedad esponsal suya. Por ser Cristo su cabeza, ésta se llama Cuerpo de Cristo (Ef 1, 22-33). La teología nos proporciona 4 características propias de la Iglesia a saber: Unidad, catolicidad, apostolicidad y santidad.

En este contexto al intentar definir el término Iglesia, se deben considerar varios elementos teológicos como :

·           En primer lugar ,la Iglesia  es ante todo una realidad concreta y experimentable, cuya significación verdadera solo se descubre en la fe.

·           La Iglesia como  Misterio y Sacramento de la salvación, que alcanza su más profunda significación  dentro de la perspectiva trinitaria. Cuando decimos que la Iglesia es en Cristo el sacramento , nos referimos a que es el signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de la humanidad 

·           La Iglesia , es  aquella comunidad en la que, por la opción del Espíritu Santo, se hace presente Jesucristo, el crucificado y resucitado, con su misterio pascual de salvación y de cara al futuro y al mundo. La Iglesia está llamada a revelar el misterio del Señor, ante el mundo.

·           La Iglesia también se define como cuerpo de Cristo porque ella está fundada en la comunidad de la fe testimoniada en el bautismo y se continúa en la comunión del mismo pan eucarístico, que une a los creyentes con el cuerpo resucitado del Señor. La hora natal de la Iglesia es en Pentecostés, por tanto, el fundamento de la Iglesia en cuanto comunidad y como institución es el Espíritu.

·           La Iglesia también es el pueblo de Dios que por el espíritu se ha hecho cuerpo de Cristo, la Iglesia tiene su origen como pueblo de Dios  de la alianza nueva y eterna en la muerte de Jesús y en la experiencia del Pneuma el día de Pentecostés. Subsiste por la predicación del Evangelio, por el bautismo y la fe, en unidad y comunión con el Cristo muerto y resucitado ( 1 Cor 10, 16 ss)

2. El magisterio actual acerca de la Iglesia :

La Iglesia es la Familia de Dios, querida por el Padre a través de la historia , prefigurada ya desde el origen del mundo y preparada maravillosamente en la historia del Pueblo de Israel y en la antigua alianza. [1]

La Iglesia es fruto de la Redención, es decir, del Espíritu Santo comunicado por Jesús, puesto que del “costado de Cristo, dormido en la Cruz, nació el Sacramento admirable de toda la Iglesia” [2] .

La eficacia del misterio de Cristo escondido y manifestado en ella, se convierte en misión,  La Iglesia es misionera por su misma naturaleza [3] . Su acción evangelizadora no es facultativa, sino un acto profundamente eclesial [4] . Ser Iglesia equivale a formar parte de una comunidad que es evangelizadora [5] .

Iglesia es comunión :  La Iglesia, por su misma naturaleza de comunidad fundada y convocada por Jesús, es comunión de hermanos, esto significa ser y poner en común, compartir la misma vida. [6]

La Iglesia es esposa : Los contenidos bíblicos sobre el Pueblo de Dios tienen un sentido esponsal. Efectivamente se trata de la comunidad que es propiedad esponsal de Dios, con base en un pacto de amor o Alianza (Ex 6,7). Jesucristo ha querido usar esta terminología al calificarse de esposo (Mc 2, 19). El desposorio con Cristo indica una amistad profunda con él, expresada en  relación  y seguimiento, con el compromiso de amarle y de hacerle amar.

La iglesia es Madre :  La Iglesia es madre como esposa fecunda y virgen fiel. Esta Maternidad, propia de todo bautizado, tiene lugar especialmente por medio de la santificación y de la acción apostólica. La maternidad de la iglesia es ministerial  en cuanto se relaciona estrechamente  con los signos que constituyen su sacramentalidad. A través de los signos ministeriales y de los signos sacramentales.

3. Concepción de la Iglesia en el Nuevo Testamento :

La Iglesia es  jerárquica  fundada por el Mismo Jesucristo , “ Yo te digo, Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” ( Mt 16, 18). El  Nuevo Testamento describe la Iglesia bajo las siguientes ideas : Comunidad (Act 2, 42), fe concorde, participación en la Eucaristía y en la misma oración, comunión en la Jerarquía (Gál 2, 9), servicio a los pobres y cuidado de ellos (2 Cor 9, 13).

III. MUNDO.

El concepto “mundo” es esencial en la historia de la filosofía, de la teología y de las religiones, pero  es utilizado con significados diversos, no siempre reflejos y plurivalentes. Así, pues, “mundo” puede significar la totalidad de la humanidad viviente, la totalidad de cuanto existe, el cosmos o el universo como naturaleza  - objeto de las ciencias naturales - , el ámbito de las cosas visibles o materiales, la creación , etc.

Por no existir un concepto previo, suficientemente determinado de mundo, este fenómeno se ha interpretado a lo largo de la historia desde diversas perspectivas. Ciertamente la visión que interesa en este caso es la de mundo como una función determinante en la historia de la fe y de la teología.

La reflexión teológica considera al  mundo como la totalidad de las cosas ónticamente localizables, materiales y visibles, surge primeramente la cuestión moral acerca del recto uso de este mundo en orden al fin último del hombre. El cristiano debe enfrentarse a la actitud naturalista e inmanentista de puro goce del mundo  y una consideración dualista, afirmando, conforme a la doctrina paulina del  ( 1 Cor 7, 29-31),  que el mundo  es creación de Dios y, al mismo tiempo, reconociendo con objetivismo crítico su “estado de lesión”, proveniente  de la culpa original (Cf, Rom 8, 20-22). El mundo es considerado como un peligro para el cristiano , sin embargo, el peligro no se encuentra tanto en las cosas del mundo como en el corazón humano. La perspectiva decisiva para toda la comprensión teológica del mundo reside en el misterio de la encarnación y de la cruz.

1.  El mundo en el NT..

Por ejemplo, En los sinópticos el advenimiento del Reino de Dios, es presentado como aniquilamiento del dominio de Satanás, que tiene sometido al mundo ( Mt 12,28). Las enfermedades y las miserias que caracterizan al mundo tienen su origen en esta posesión diabólica. El mundo es un peligro para los creyentes ( Mc 4, 19 ; 8,36). Pero los discípulos son sal y luz para el mundo (Mt 5,13).

En San Pablo, él no posee una imagen previa del mundo desde la cual teologice. Su juicio será sobre el mundo, está condicionado por el evangelio de la única salvación  en Jesucristo, de modo que antes y al margen de Cristo todo es perdición. El mundo es siempre lo que es para el hombre, y el mundo  es para el hombre únicamente lo que es desde la perspectiva de Cristo. El mundo para Pablo, es entendido como algo  opuesto a Dios, al Señor, al espíritu y a la libertad, en este sentido, es este mundo (1 Cor 1, 20 ss).

El concepto joánico de mundo está esbozado en la perspectiva  de la fe en Cristo. El mundo es fundamentalmente considerado en su oposición a Dios. El mundo es el lugar de advenimiento, de la acción y del juicio del Logos  preexistente (Jn 16,28). La valoración positiva del mundo se encuentra en que la luz vino a este mundo, de que en su historia tuvo lugar la revelación cuando el Logos se hizo carne y se apropió la figura de este mundo ( JN 1, 14). El mundo es enemigo del cristiano, el cual debe y puede vencerlo por la fe en Jesús ( 1 Jn 5,4 ss). Por proceder de Dios los cristianos son superiores al mundo, pues Dios es mayor que el anticristo  ( 1 Jn 4, 4-6) . Jesús ya ha vencido el mundo (16,33)

IV SIGNOS DE LOS TIEMPOS.

La atención constante a la historia y la relación  del Evangelio con ella hacen surgir teológicamente, el tema de los signos de los tiempos. Signos de los tiempos es una expresión antigua; su origen evangélico remite a la necesidad que ha de tener el creyente de escrutar constantemente el mundo en el que vive para poder comprender ante todo las expresiones positivas o negativas que se dan en él, verificar luego las orientaciones que asume y , finalmente, poder influir en él con la fuerza provocadora y renovadora del evangelio. Ciertamente , la expresión aparece por primera vez en Mt 16,3 , Lc 12, 54 - 56.

En este orden de ideas, podemos definir este término como  los acontecimientos históricos que crean un consenso universal, por los que el creyente es confirmado  en la verificación del obrar inmutable y dramático de Dios en la historia, y el no creyente  se orienta hacia la individuación de opciones cada vez más verdaderas, coherentes y fundamentales en favor de una promoción de la humanidad. [7]

Esta definición intenta sintetizar algunas ideas constitutivas para la identificació n de los signos de los tiempos. Se habla ante todo de acontecimientos históricos, esto significa que no todos los hechos pueden ser considerados signos de los tiempos; sino que sólo aquellos que tienen la característica de ser acontecimientos.

Se dice además que se requiere el consenso universal; por eso estos signos deben ser catalizadores de alguna manera. Tienen que expresar  una  característica de universalidad. Por tanto, los signos, de los tiempos están llamados a expresar el signo progresivo de unidad de los diversos elementos humanos que, prescindiendo de análisis propios, de intereses privados, tienden hacia el bien de la humanidad.

En la definición que hemos dado se distingue expresamente entre la lectura del creyente y la del no creyente. Así, pues, entendemos por creyente aquél que está  inserto en la comunidad cristiana y al que, en virtud de esto, está llamado a leer los signos de los tiempos a la luz de la Palabra de Dios Para el no creyente los signos de los tiempos podrán expresar las tensiones y aspiraciones de los hombres hacia una forma de vida más humana.

Consideramos  que, como principio teológico el intérprete cualificado de los signos de los tiempos tiene que ser la comunidad creyente. El concilio dice que el sujeto de la interpretació n  es la “Iglesia".

En unos pocos rasgos encontramos que los principios fundamentales que determinan el modo de situarse ante los signos de los tiempos son reconocimiento, lectura, interpretació n, Juicio, pero dentro de la comunidad y con la competencia específica de cada uno. Por tanto, la Iglesia local se hace intérprete de los signos de  los tiempos, respetando las funciones y los carismas de cada uno, pero caminando  “ junto con toda la humanidad” (GS 40).


 

V. ARTICULACIÓN Y RELACIÓN.

Una vez  presentado el significado y el sentido de cada uno de los términos ahora nos detendremos a señalar la relación y articulación de cada uno de ellos.

En este orden de ideas, descubrimos que La Iglesia  y su misión juegan un papel clave en toda la articulación, porque es esta Iglesia instituida por Nuestro Señor,  la que está al servicio del Reino, para que continuemos con su praxis pastoral, la cual se encuentra inserta en este mundo, y a la que le corresponde reflexionar sobre los signos de nuestros tiempos, de manera que haya un eficaz anuncio del Reino de Dios a toda la humanidad ,y esta sencillamente es la misión que Jesús nos encomendó  y que nos corresponde  afrontar y responder  con valentía a lo largo de todos los tiempos.

Expliquemos más detalladamente estas conexiones . Las relaciones existentes entre la Iglesia y el mundo se  fundamentan en el carácter sacramental que tiene la Iglesia y de la toma de conciencia  de su misión salvífica .

Ésta  ha reconocido que debe anunciar la salvación  a la humanidad concreta, social e histórica que se renueva en cada generación , a un mundo  que está transformándose totalmente  y en donde actualizamos la praxis misma del Señor.

 “ Así el pueblo de Dios ha de aparecer ante el mundo como la realización escatológica  en el germen de la ardiente aspiración a la unidad, la paz, la  justicia, la libertad y el amor que mueve a la humanidad entera” [8] . Ciertamente para lograr ser ese “germen” salvífico , ese signo sacramental , tenemos una gran responsabilidad  y  labor , el de discernir constantemente sobre los “signos de los tiempos”, de manera que descubramos  concretamente ¿Qué es lo que nos pide el mundo ?, ¿ Qué es lo que éste necesita ?.

En últimas nos parece que el discernimiento y reflexión que gira en torno a éste término (signo de los tiempos), se trata de una invitación a ser perspicaces, esto es, a saber estar dispuestos a mirar en profundidad, en lo más íntimo, la realidad, para poder así reconocer lo esencial.  Lo fundamental de este concepto es que  se debe  aprender a mirar los cambios del mundo contemporáneo  para poder anunciar de nuevo el Evangelio de Cristo de forma que pueda ser comprendido.

Esta tarea  y responsabilidad la ha entendido perfectamente , nuestra Iglesia, prueba de ello, este numeral de  la “Gaudium et spes” :

“Para cumplir esta misión, es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de la época e interpretarlos a la luz del evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda la Iglesia responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida  presente y de la vida futura y sobre la mutua relación de ambas. Es necesario por ello conocer y comprender el mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y el sesgo dramático que con frecuencia le caracteriza” [9]

 

 “ Es propio  de todo el pueblo de Dios, pero principalmente de los pastores y de los teólogos, auscultar, discernir e interpretar, con la ayuda del Espíritu Santo, las múltiples voces de nuestro tiempo y valorarlas a la luz de la palabra divina, a fin de que la verdad revelada pueda ser mejor  percibida , mejor entendida y expresada de forma más adecuada “.

¿ Qué quiere decir esto ?  Para cumplir la misión recibida del Señor, y para prolongar su acción en el mundo. La Iglesia pide la ayuda de los hombres de su tiempo, a fin de ser capaz de leer atentamente los fenómenos  humanos y las tensiones que se vienen  en la historia, de manera que desarrolle  un plan adecuado, por llamarlo de alguna manera, que impulse  integralmente  la acción y misión  a la cual ha sido llamada.

Ciertamente ante los signos de los tiempos, la Iglesia se ve comprometida  a leerlos constantemente y a  emitir un juicio sobre ellos. Los signos de los tiempos representan aquellas etapas necesarias para aquellos que vivimos todavía la condición de peregrinos, mediante las cuales es posible vivir con vigilancia y con espíritu atento  la espera del esposo que ha de venir.

Una vez hemos descubierto las necesidades que requiere nuestro tiempo , sí podremos  inculturar el  Evangelio .  Recordemos siempre que el compromiso es el de mostrarle al hombre de hoy que el Reino de Dios constituye una dimensión real de la existencia humana, y que es un elemento central de la predicación y de la actividad de Jesús. Se trata de que descubramos que Jesús anunció el reino de Dios... y definió este anuncio como el Evangelio.

La manifestación del resucitado y la venida del Espíritu Santo confirmaron definitivamente a los discípulos el comienzo  de la llegada del Reino que Jesús había anunciado en su existencia terrena. El Reino va a constituir en adelante el objetivo de su acción misionera. Todos han recibido el Espíritu para ser, movidos por él, testigos del Resucitado en medio del mundo.  Así, la  Iglesia podrá ser Señal. La Iglesia está al servicio del reino. La tarea de la evangelizació n de todos los hombres constituye su misión esencial, su dicha y su vocación más profunda. Ella existe para evangelizar, como Jesús está  llamada a ser la señal del Reino en el Mundo a significar su presencia, con hechos  y con palabras. Más concretamente  es germen del Reino.

Representa un gran desafío para la Iglesia encontrar, discernir y desarrollar en la cultura actual indicios de una vida que rige el Espíritu  y se deja impregnar por la acción de Dios.

En síntesis, ,evidentemente descubrimos que  La Iglesia por ser conformada por el mismo Señor, recibe un encargo especial, el de anunciar el Reino, pero este anuncio aunque sigue siendo básicamente el mismo, cambia en  la manera en que se transmite a lo largo de los siglos, porque la historia y las personas van cambiando, las necesidades y circunstancias van variando porque la existencia misma es dinámica. La Iglesia fiel a su misión trata de anunciar el Reino , y de actualizarlo en el mundo, pero para que su mensaje tenga eco particularmente en la vida de las personas, tiene que constantemente leer los signos de los tiempos que se  presentan  a lo largo de la historia , debe descubrir sus realidades y sus  necesidades para que desde allí pueda dar una respuesta convincente y adecuada.

Aparentemente, el núcleo de esta relación se encuentra en la Iglesia y su misión, sin embargo, mundo, signos de los tiempos, Reino, etc., se desarrollan  y desenvuelven en una relación  recíproca , intrínseca,  donde llegue a faltar o a cojear uno de sus componentes , la finalidad o el objeto mismo de la misión serán inapropiados e ineficaces.

Indudablemente, la semilla del Reino ha sido sembrada en el mundo por parte de la Iglesia  a lo largo de todos estos siglos, pero ésta semilla ha caído en diferentes terrenos, este hecho trae consigo una serie de implicaciones  y retos pastorales  que se reflejan  en la vida cristiana.  Nuestra responsabilidad  es la seguir trabajando en pro  del reino, en los diferentes campos que  nuestro mundo actual requiere.

 

Esfuerzo de ello es por ejemplo, el campo de la catequesis, es un buen espacio para continuar en la labor evangelizadora , el campo de las pastorales  especializadas  surge como fruto de una serie de reflexiones que versan sobre los signos de nuestros tiempos actuales , donde existen una serie de problemáticas en el campo social, económico, etc., y  es el espacio propicio para responder  a ellas. A pesar de los esfuerzos que nuestra Iglesia particular hace para responder certeramente a la misión, (Plan global de Pastoral, Sínodo arquidiocesano) , observamos que nos hace falta una conciencia o mejor, una educación en el campo pastoral que nos lleva a una serie de desaciertos o estancamientos.

En la práctica veo como hay una carencia de reflexión sobre los signos de los tiempos, sobre lo que nos pide el mundo, sobre lo que necesitan las personas de HOY, simplemente hacemos y hacemos cosas o  mejor copiamos cosas , sin ningún tipo de reflexión,  respondemos con métodos  pasados, hechos para circunstancias pasadas, o respondemos  adoptando  temáticas metodológicas que se pensaron  y diseñaron para  otros países.  Que pueden hacer de la pastoral algo anárquico, improvisado, centralista, individualista, disperso o fragmentado.

 Aún en el esquema mental  de muchos presbíteros continúa existiendo  la idea de “pastor - oveja”, yo mando, la oveja obedece. Hoy nos parece que la clave está en que  el “pastor” se debe adaptar a las problemáticas y necesidades del mundo y de la “oveja”. Y desde allí  dar un anuncio claro del kerigma. Parte de la problemática también reside en la concepción eclesiológica  que tengamos si el “cura”, se cree protagonista de la acción evangelizadora, se olvida que todos los bautizados somos Iglesia y que estamos llamados a responder a nuestra misión.

BIBLIOGRAFIA.

·           Concilio Vaticano  II

·            FISICHELLA, Rino, “ Signos de los tiempos”, en Latourelle, R. et al., “ Diccionario de la Teología fundamental”, Paulinas, Madrid 1.992.

·           FORTE, B, “La Iglesia icono de la Trinidad” ,  Salamanca ,1.997

·            Enciclopedia Teológica, “Sacramentum Mundi”, Barcelona 1.973.

•          Nuevo Diccionario Catequético, V - I-II, Madrid 1.999.


 

[1] LG 2

[2] SC 5

[3] AG 2 ; LG 17

[4] EN 60

[5] EN 13 ; EN 14 ; Rm 19

[6] AG 3

[7]   Fisichella R, “La revelación , evento y credibilidad” , Salamanca 1989.

[8]   LG 9

[9] GS 4