ICONOS DEL ORIENTE CRISTIANO

 (Para comprender la fe católica de las Iglesias orientales)

Vicente Sastre y María Dolores Ferrer

¿Qué es un icono? La lengua de la primitiva Iglesia fue el griego. Los escritos del Evangelio están en griego y esa lengua fue la prevalente durante muchos siglos. La palabra icono es una palabra griega que significa imagen. Los iconos son pues imágenes de Jesucristo la Madre de Dios y los santos.

Cuando se dice que el hombre fue creado como imagen de Dios es lo mismo que decir que el hombre es el "icono de Dios". Cuando la imagen se la considera "cosa en si" y que no revela otra realidad se dice que es un ídolo Se llama ídolo porque a la imagen misma se la considera dios. En el pensamiento griego la imagen participa de la realidad de la cosa representada. El hombre como icono de Dios participa de algo sagrado y la imagen de Jesucristo y los santos muestran al creyente que ellos están presentes.

Antes de la venida de Cristo el pueblo judía tenía prohibido las imágenes porque todavía no había venido Jesucristo la imagen del Dios invisible. (2 cor. 4,4 y Col 1,15). Pero con la presencia del Hijo de Dios entre los hombres en Cristo contemplamos a Dios (Cfr. Jn.14,9). Igualmente por la participación en Cristo el cristiano se convierte a su vez en "imagen de Dios", trastocada por el pecado de Adán (Cor. 3, 18; col 3,10) pero recreada en Cristo. . De este modo los santos que más plenamente participan de la gracia de Dios son también "iconos". Esas imágenes puente entre la realidad espiritual y la vida real. La imagen (el icono) evoca la presencia de Dios e invita a la comunicación y la oración.

La Iglesia de los primeros tiempos sentía un irresistible atractivo por la figura de Jesús y por la de aquellos que de forma especial se habían relacionado con él y pudieron contemplar su rostro principalmente su Madre. Por ello querían retener su imagen visible. La Iglesia Oriental implantada en lo que hoy es Turquía, Grecia, Creta, Siria, Egipto, Palestina etc. Ha mantenido una gran tradición de iconos (imágenes) que han formado parte muy fundamental de la vida de las iglesias de Oriente. Estas imágenes se hallan integradas en la liturgia y la oración. De esta forma el diálogo con Cristo y con las personas especialmente elegidas de Dios se realiza por medio del icono tanto en los templos como en la vida doméstica. El icono en la familia es la imagen de la protección de Dios, de su santa Madre y de los santos.

En los templos de las Iglesias de Oriente existe entre el altar y el pueblo asistente a la liturgia un cercado de madera en el que se cuelgan grandes iconos que representan la mediación humana de los que Dios ha escogido como mediadores. Este sitio se llama "iconostasio" que quiere decir el lugar de las imágenes

El hombre se relaciona con Dios por la palabra que dice en su interior, su conciencia y su ser más personal. Pero la palabra está hecha de conceptos que con facilidad se enfrían y acaban por separarse de la conciencia. El icono cumple la función de dar ambiente y calor a la palabra, de manifestar que hablamos con alguien con rostro y figura. El icono quiere traslucir la otra realidad. Por eso no es una fotografía, es el intento de manifestar una imagen de la cercanía de Dios. Por ello cuando la religión se convierte en concepto meramente racional se evapora la cercanía a la otra realidad y las imágenes se quedan mudas.

Dios creador del mundo es imperceptible a los ojos humanos adaptados a lo material, pero ha querido comunicarse a los hombres lo ha hecho tomando la figura y la realidad humana, Así el primero de los iconos (imágenes) de Dios es Jesucristo el Hijo de Dios hecho hombre. Con Jesucristo, aquellos a quienes él ha escogido se convierten igualmente en manifestación de Dios –iconos de Dios -.

En la Iglesias orientales se produjo en el siglo VIII una gran controversia sobre las imágenes. Ninguna religión se había atrevido a representar en imagen a la divinidad. En realidad las religiones orientales representan a los dioses como seres irreales y con diversos nombres aparecen en la historias antiguas. El pueblo de Israel prohibía las imágenes porque a Dios nadie lo podía ver dentro del mundo material y se corría el riesgo de convertir las imágenes en dioses. El Islam también prohíbe las imágenes porque Mahoma sólo es un profeta. Es comprensible esta renuncia a las imágenes porque no reconocen que Dios se ha hecho hombre verdadero. Las tendencias espiritualistas de todos los tiempos han tratado siempre de no mezclar a Dios con las realidades humanas.

Pero la Iglesia de los primeros tiempos extendida por el oriente se dio cuenta que Jesucristo como imagen visible de Dios invisible había abierto nuevos modos de relacionarse el hombre con Dios. Jesucristo es la primera y original imagen de Dios perceptible por ojos humanos y con él todos los que han participado de su realidad humana (los santos).

La primera gran lucha de las Iglesias orientales consistió en afirmar la verdadera identidad de Jesucristo: Dios y hombre verdadero. Además si era Dios verdadero su Madre auque criatura humana era "Madre de Dios". Por ello los iconos orientales se incorporan a la liturgia y constituyen afirmaciones de la fe de la Iglesia. Pero la Iglesia de los primeros tiempos tuvo que sufrir sus luchas, pueden señalarse dos peridos

1.- Hasta el Concilio de Nicea (325)

El cristianismo era un hecho demasiado desconcertante para la cultura hebrea, griega y romana. La Iglesia crece en el corazón de un mundo en la que convivían y se enfrentaban griegos, romanos, judíos, paganos, gnósticos, filósofos, teósofos y mistagogos. El cristianismo que afirma ser la verdadera gnosis (ciencia) y depositario de la verdadera fe, asume un lenguaje abierto y dispuesto al diálogo. En el Areópago (centro de discusión de los sabios griegos), Pablo reconoce un el altar "al Dios desconocido" y afirma que ese desconocido es Cristo, aquel que los atenienses, "los más religiosos entre los hombres", adoran "sin conocer". Justino de Roma, afirma que Dios no se esconde a quien le busca con sincero corazón.. Con su Verbo Él aclara e ilumina cada alma de buena voluntad; en su luz, y los filósofos y poetas, como buscadores de la verdad, son cristianos que no saben lo que son.

Judíos y espiritualistas orientales no podían comprender el gran acontecimiento de la encarnación del Hijo de Dios. Tampoco que se representaran en imágenes para su veneración. Así tuvo que celebrase un concilio.

Reunidos en el Concilio de Nicea en el año 325, los 357 obispos definieron con la verdadera doctrina de Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre, la doctrina sobre los iconos. El arte religioso adquirió así su definición dogmática:

"Nosotros decretamos en toda exactitud y conciencia que, junto a la reproducción de la preciosa Cruz vivificante, es deber conceder un espacio a los iconos pintados o en mosaico o aún de cualquier otro material que adornan las Santas Iglesias de Dios, los objetos de culto, los sagrados hábitos, los muros y las tablas de madera, las casas y las calles, tanto el icono de Nuestro Señor, Dios y Salvador, Jesucristo como a los de Nuestra Señora Inmaculada, la Santa Madre de Dios, de los ángeles venerables y de todos los hombres santos. Puesto en la medida en que continuamente son representados y contemplados en imagen, aquellos que los contemplan ascienden hacia la memoria y el deseo de su prototipo..."

2.- Hijo de Dios e Hijo del hombre. Los espiritualismos

Cuando en 625 comenzó el Islam se presentó como una reacción al cristianismo. Dios es tan absolutamente inalcanzable que no es posible que se hiciera hombre. Así se añadió una nueva presión sobre la Iglesia en los países de oriente en los que triunfaba la doctrina del profeta Mahoma.

El emperador de Bizancio por la influencia de los judíos y musulmanes, en el año 726 ordenó que desaparecieran todas las imágenes de las Iglesias, los cristianos orientales trataron de salvar sus iconos a pesar de las prohibiciones imperiales. La emperatriz Teodora cerca de 120 años después volvió a autorizar la veneración de las imágenes el 11 de marzo de 843 y la Iglesia de Oriente todavía celebra hoy en esa fecha la fiesta de la Ortodoxia (la fe verdadera).

los iconos en La expansión del cristianismo

El icono ha sido en el oriente cristiano un medio de evangelización. Pensemos que la propagación del cristianismo se realizó entre pueblos muchas veces incultos que casi nadie sabía leer. La extensión del cristianismo en los Balcanes y en Rusia se hizo de la mano de los iconos que mostraban la realidad de la fe. Jesucristo por ser verdadero Dios mostraba un mundo nuevo, descubría un nuevo sentido a la vida y a la dignidad humana. Pero también era verdadero hombre y para ello había que mostrar el rostro de su Madre. Desde este punto de partida adquiría todo su sentido la novedad de la buena noticia del Evangelio y la nueva luz que significaba para la vida humana.

La difusión del cristianismo se llevó a cabo por la comunicación del Evangelio. En la Iglesia nunca han faltado personas que inspiradas por Dios han salido de su tierra a evangelizar otros pueblos.¿Cómo se desplazaban al principio de la era cristiana?.

Hoy los aviones, los trenes y las carreteras nos facilitan los desplazamientos. Imaginemos los tiempos en los que no existían estos medios de transporte. Sin trenes ni carreteras. Encima por los pocos y malos caminos nadie estaba seguro y era un peligro moverse. De hecho el gran medio de comunicación fue la mar. Conociendo los vientos y las épocas de bonanza los pequeños barcos se hacían a la mar para trasportar bienes y personas. Las principales ciudades estaban junto al mar. El Mediterráneo y el mar Negro fueron grandes espacios de comunicación por los que surcaban las naves de la comunicación.

En este escenario se entienden los viajes de San Pablo y sus peligros de naufragio. Se entiende la comunicación de las Iglesias de oriente y Occidente y la presencia en todas las iglesias de oriente y Occidente de ejemplares de iconos orientales. Pero en occidente los iconos no tenía esa recepción contemplativa oriental. Las Iglesias griegas se expandieron sobre los caminos del mar Negro hasta Rusia y allí se desarrolló una gran tradición de iconos de los que nos quedan magníficas muestras.

Tras el allanamiento de las tradiciones religiosas en Rusia todavía los iconos fueron conservados en el ámbito de las tradiciones familiares y hoy cuando se ha perdido parte de su sentido original o la pobreza acosa a los países postcomunistas se ha creado un tráfico de iconos hacia el occidente despojado muchas veces de sentido religioso.

La imagen y la Escritura

El arte del icono es testimonio de una perennidad no individual. Es la obra dedicada a la celebración de lo sagrado no ha podido nacer en una sola época ni con las investigaciones de una sola escuela ni por la imaginación creadora de un artista sino que ha ido surgiendo en el transcurso de largos siglos de trabajo ininterrumpido. pedagógico y mistérico, el icono obedece a cánones artísticos. El pensamiento ortodoxo ha enfatizado el papel y el deber de la imagen. La tradición iconográfica se inscribe en el corazón de este pensamiento: un lenguaje teológico pictórico constituye la base y el edificio interior de cada icono.

El último Concilio Ecuménico subrayando la proximidad del icono a las Sagradas Escrituras, lo eleva hasta el rango de los Santos Evangelios: «La imagen sagrada de Nuestro Señor Jesucristo debe ser venerada con el mismo honor con el que son venerados los Santos Evangelios». La imagen constituye la tradición pictórica de la Iglesia de Oriente con el mismo título que las tradiciones escrita y oral: Así es la manifestación material de la Tradición Sagrada. En esta perspectiva exclusivamente eclesial el arte del iconógrafo no es el arte de un individuo.

«Cada uno de nosotros es de la tierra. Sólo la Iglesia es del cielo», dice Khomiakov. Al pintor la Iglesia le impone una disciplina tanto espiritual como artística. Los manuales prescriben reglas detalladas: para preservar la pureza del arte religioso, los cánones fijan las instrucciones relativas a la tipología de santos y festividades. La Iglesia lleva las riendas del talento. El iconógrafo escribe la santidad por medio de la pintura. Su arte es el de la Iglesia. El VII Concilio Ecuménico afirma formalmente esta dependencia: «Este arte no ha sido inventado por los artistas. Muy al contrario, es una institución aprobada por la Iglesia "católica". Sólo el lado artístico de la obra pertenece al artista pero su institución depende en modo evidente de los santos Padres y les pertenece.»

Los iconos fueron inicialmente pintados por monjes. Eran hombres entregados a Dios y al ejercicio de la oración en los monasterios de Oriente. Su trabajo no era obra de meros pintores. Muchos de ellos pasaban muchos días de oración antes de pintar y cuando pintaban. Tenían que reflejar su experiencia de relación con Dios. Debían mostrar en el icono no sólo una figura sino que debían traslucir en ella esa otra realidad que sólo se percibe en el encuentro con Dios. Por ello un icono no es una pintura decorativa ni un retrato sino una invitación al encuentro con Dios.

Sólo las personalidades dotadas de un verdadero espíritu son llamadas a consagrarse a la iconografía. Recordando la importancia del icono, la Iglesia prohíbe esta pintura a los artesanos no dotados «para que su incapacidad no sea una ofensa a Dios» En su manual titulado Hermenéutica de la pintura, Dionisio de Furna, iconógrafo atonita del siglo XVII, invita a los pintores a que practiquen el dibujo antes de enfrentarse a la iconografía: «Aquel que quiera aprender el arte de la pintura ante todo que estudie y se ejercite en el dibujo, sólo, incluso sin cánones hasta que sea capaz.»

3.- EL ICONO EN LA IGLESIA

Las formas arquitectónicas de un templo, los frescos, iconos, objetos de culto, no están como los objetos de un museo, sino que, como los miembros de un cuerpo, viven de una misma vida mistérica, están integrados en el misterio litúrgico. Es incluso tan esencial, que nunca se puede comprender un icono fuera de esta integración. En las casas de los fieles, el icono está situado en un punto alto y dominante de la habitación, guiando la mirada hacia lo alto, hacia el Altísimo y hacia lo único necesario. La contemplación orante atraviesa, por así decirlo, el icono y sólo se detiene en el contenido vivo que traduce. En su función litúrgica, simbiosis del sentido y de la presencia, consagra los tiempos y lugares; de una habitación neutra hace una «iglesia doméstica», de la vida de un fiel, una vida orante, liturgia interiorizada y continuada. Un visitante, al entrar, se inclina ante el icono, recoge la mirada de Dios y enseguida saluda al dueño de la casa.. Punto de mira, nunca decoración, el icono centra toda la estancia en el resplandor del más allá.

El verdadero valor del icono

Un icono nunca puede descender por debajo de un cierto nivel artístico y de inspiración. Delante de él se abre un espacio teológico, de alabanza, canto, de poesía religiosa en colores. El iconógrafo debe poseer el sentido de los colores, el oído para la consonancia musical de las líneas y las forma, una maestría sobre los medios para poder describir el cielo. Por encima de este nivel se abre la visión inspirada. Sin embargo, nunca el icono es sólo lo bello sino la verdad que desciende a él y se viste con sus formas. Todo terminado desde el punto de vista de las formas, constituye la relación de los dos infinitos. Del mismo modo, todo icono relaciona dos infinitos; la luz divina y el espíritu humano.

El icono, en efecto, es algo más que una imagen religiosa, es arte sacro; tiene un puesto bien determinado en le culto litúrgico y de devoción privada, como medio eficaz para conocer a Dios, a la Virgen y a los Santos y a unirse a ellos imitándolos. El icono es una confesión de las verdaderas religiosas, no sólo un arte que ilustra la Sagrada Escritura, es un lenguaje que se equipara a aquéllas, que equivale a la predicación evangélica, igual que a los textos litúrgicos.

"El contenido de la Sagrada Escritura es transmitido en e icono no en forma de una enseñanza teórica, sino en modo litúrgico, esto es, de modo vivo, dirigiéndose a todas las facultades del hombre."

Con ello el icono logra que la atención no se desvíe hacia la complacencia o el placer sensual de su belleza. El icono muestra el paisaje de un modo particular, estilizando montículos y escalones; tierra, agua y árboles son reproducidos sin la extensión de la profundidad y el paisaje jamás adquiere un significado autónomo en el icono. La naturaleza, en el icono, sólo participa del plan divino para la salvación del hombre, que es corona de la creación y sin él es inconcebible. Aun cuando la naturaleza resulta necesaria, en la figuración no llama de modo especial la atención del iconógrafo, porque toda su atención se fija en el mundo del más allá.

La concentración orante y la quietud de la pacificación celeste son tan fuertes en el icono que inevitablemente aplaca los sentimientos y detiene la indomable corriente de los pensamientos de todo el que lo mira. Mediante el icono nos remontamos a la Imagen Primera, nos ponemos en contacto con ella mediante la fe y la plegaria y, en respuesta a nuestra fe y plegaria, el icono, este signo sensible —madera y color—, se llena de espíritu de vida que brotan del Prototipo. El icono deviene así, onda transmisora de su gracia.

Lo que para el pintor es el estudio de la naturaleza, lo es para el iconógrafo la copia de los antiguos iconos. Copiarlos tiene una importancia primaria, equivale a instruirse es introducirse en la misma región espiritual. Sin oración, por otra parte, el iconógrafo está muerto para el mundo espiritual y, aunque poseyera perfectamente la técnica del icono, su obra resultaría siempre sin alma".

 

 CÓMO SE PINTAN LOS ICONOS  (Técnicas)

   María Dolores Ferrer, Pintora

Los iconos se pintan sobre madera sólida (materia viva). Se colocan por detrás unos contrafuertes incrustados en la madera para evitar que con el tiempo se produzca alguna curvatura. Gracias a la cualidad del soporte conservamos hoy obras de gran antigüedad.

Para pintar no se coloca sobre un caballete sino tendido sobre una mesa como un altar en el que se celebra una liturgia de alabanza, adoración y entrega

Sobre la madera se aplica una cola animal y una vez absorbida se imprime el "leukos" o estuco que es una mezcla de cola de conejo, sulfato de cal o polvo finísimo de alabastro. A la tabla se le da de ocho a diez capas de este material blanco que forma la base. Después se lija y se pule con un paño fino para que queda suave como el cristal.

Una vez preparada la tabla se dibuja la figura con un punzón. Es una grabación que jamás puede borrarse. Es la obra de Dios que no se borra. Su dibujo ha de expresar la verdad sin tapados.

Los antiguos iconógrafos conservaban los diseños de sus iconos para utilizarlos en trabajos posteriores. De esta forma surgen en Rusia manuales de diseños auténticos que se llaman "podlinki". Un icono se ha de pintar contando con la tradición de la Iglesia contenida en esos manuales aprobados.

Sobre la superficie preparada y grabada se procede al dorado. Es un trabajo muy delicado que requiere circunstancias especiales ara su colocación. La lámina de otro de gran finura se extiende y se fija con una capa de barro llamado bol. Este dorado exige gran calidad. Hoy se conservan tablas de miles de años de antigüedad.

El oro es un material que no se deteriora y es el símbolo de la luz increada, y de la presencia de Dios. El iconógráfo debe usar oro de gran pureza que el tiempo no lo oscurezca. Todos los elementos de la pintura deben desprender luz por ello se utiliza el temple al huevo con una técnica adaptada.

La diferencia de un icono auténtico con otros que circulan en el mercado aparece sobre todo en la luz. La primera mano después del oro (proplasma) es de color oscuro y se obtiene con pigmentos negros (tinieblas), rojo (color de la sangre del sacrificio y ocre amarillo (color de la luz ( todo el procedimiento técnico consiste en buscar con los colores la luz ( la luz de Dios).

Las pinturas se preparan a partir de pigmentos naturales mezclados con yema de huevo y agua desmineralizada. Con sucesivas capas de temple va surgiendo de las sombras la luz que se contiene en las primeras capas de la pintura.

En un icono participan todos los elementos del mundo visible ( el mundo animal con la cola y la yema de huevo, el vegetal (la madera) y el mineral con los pigmentos y el yeso.

El artista no es meramente un pintor sino una persona de fe con una fuerte dimensión de contemplación y disciplina interior, Su trabajo tiene la ardua labor de hacer que la imagen manifieste la presencia de Dios y de sus santos. Por ello el pintor de iconos invoca al Espíritu Santo y solicita en su oración docilidad a su inspiración