Homilía para una boda sobre el texto 1 Cor 12, 31-13,8ª

Por José Carlos Redondo Ruiz

Sacerdote en San José de Puertollano

Mucho se ha escrito a lo largo de la historia acerca del amor. Pero, tal vez, nada tan intenso y desde la vida misma como la exposición que el apóstol Pablo hace del amor desde Dios en Jesucristo. Y es que Dios no tiene otra cara que la del Amor. Su mensaje para la humanidad comunicado en Jesús de Nazaret, no solo lo expresa en palabras sino que además lo realiza, lo vive. Y es este modo de amar, que nos comunica San Pablo, el modelo a seguir en toda condición humana y especialmente en el matrimonio, para nosotros los cristianos.

            No se trata de algo romántico sin más: es una forma de vivir, de relacionarnos, de estar atentos al otro, de controlar los malos impulsos, de perdonar cuando sea necesario. Vivir así nuestras relaciones no es solo cumplir la voluntad de Dios en nuestra vida, sino que además plenifica nuestra capacidad de amar y entregarnos, de dar sentido al cansancio que produce el amor. Porque no es lo mismo hacer las cosas esperando algo a cambio, que enfocar todo desde el amor y por el amor.

           

Yo no amo para que me amen, no entrego mi tiempo para que me lo paguen con creces … Cuando vivo desde el amor, cuando actúo desde el amor, cuando el único motor que me mueve en mi existencia es amar sin límites, sin poner precio a este amor, sin pedir nada a cambio, es verdad que, desde esta mirada uno recibe; pero lo que me mueve a hacerlo es la pura gratuidad, saber que ya antes lo he recibido yo y que mi única respuesta es ser un regalo para el otro.

           

Esto es difícil hoy en nuestra sociedad donde todo tiene su precio, incluso las relaciones; donde el sacrificio, incluso en el amor, no tiene valor porque no está de moda, donde la fidelidad es para los anticuados. Este no es mi estilo porque no es el de Jesucristo en quien creo. Pero ya no solo desde el ámbito de la fe. ¿Qué he visto yo en mi casa? ¿Qué he recibido de mis padres, de la gente que me ha acompañado en mi crecimiento? ¿Qué he recibido desde mis amistades? ¿No te han querido sin poner límites? ¿No te han aceptado totalmente? ¿No te han perdonado constantemente? ¿No te han aplaudido y te han reconocido sin pedirte nada a cambio? ¿No te han dado a fondo perdido? Si esto lo encuentras en tu vida y te sientes agradecido profundamente, no respondas por pagar la deuda, porque haría desaparecer la lógica del amor; responde así después de empaparte de tanta gratuidad y mantén el estilo desde tu relación con Dios. El ha sido el que te ha dado tanto a través de toda la gente que te acompaña. Responded a Dios en la gente que estén con vosotros cada día y especialmente en vuestra relación de amor. Porque si en vuestro matrimonio vivís de esta manera, todos los que nos acerquemos a vosotros y nos rocemos con vosotros recibiremos el mismo amor de Dios a través de vosotros.

           

Este estilo de vida no se mantiene por propia voluntad, por propio esfuerzo. Ya incluso a Jesucristo le costó mantener la entrega por amor en Getsemaní; ya Él nos manifestó que para amar como Dios nos ama hay que acercarse constantemente a Dios en la oración, en la Eucaristía fuente y culmen del amor de Dios, en la revisión de vida desde Jesucristo. Se trata de comparar y criticar nuestra vida, nuestras relaciones, nuestras actuaciones desde el Evangelio. No tengáis miedo, porque quien se carga las pilas en Dios tiene luz para toda tiniebla, para todo problema y dificultad, para toda crisis, para afrontar cualquier vicisitud y para dar gracias y ser feliz porque sé de quién me he fiado.

 

Hablad a menudo entre vosotros y los dos con Dios así:

 

“Señor, enséñanos a amar como Tú nos has amado,

como Tú nos has encargado amar,

como le inspiraste al apóstol que fuera el amor.

           

Asístenos,

para que seamos comprensivos sin complicidad,

para que seamos serviciales sin servilismo,

para que confiemos en el amor sin envidias,

para que no seamos egoístas,

ni rencorosos,

ni indiferentes.

           

Danos un corazón grande,

para disculpar sin límites,

para perdonar sin límites,

para confiar sin límites,

para aguantar sin límites,

para hacer el bien sin límites.

           

Ayúdanos,

a ser testigos de tu amor,

a poner paz en las contiendas,

amabilidad en las disputas,

cordialidad en las relaciones,

lealtad en los compromisos,

alegría en los momentos bajos,

gozo en la vida y vida en la tierra.

           

Señor,

que tu amor haga crecer en nosotros el amor

y que inundemos el mundo de amor. Amén”.   

 

José Carlos Redondo Ruiz