Homilía matrimonial   (Texto: Jn 15, 9-12)

(para novios cristianos que entienden la fe y se toman en serio este sacramento)

 

 

Queridos N. y N.:

 

Por fin ha llegado el momento que con tanta ilusión habéis deseado y preparado desde hace tiempo. Y habéis llegado hasta aquí, acompañados de la gente que más os quiere, familias y amigos, en este día tan grande para vosotros, el más importante de vuestra vida hasta hoy.

 

Pero os quiero hacer caer en la cuenta de algo importante: si hoy venís ante el altar, es porque alguien os ha llamado previamente. Sí. Ese alguien es Dios mismo. Y vosotros, de una manera totalmente libre y voluntaria, habéis respondido que sí a esta vocación. Sí, sí, vocación, habéis oído bien, porque vocación no tenemos sólo los curas o las monjas sino todo cristiano bautizado. Y el matrimonio cristiano es una vocación porque es, por excelencia,  un “misterio” de amor.

 

¿Qué es la vocación del amor?  Haber descubierto, llenos de asombro, que hemos sido amados por Dios antes de nada. Él se nos adelanta siempre. Y de una manera absoluta, sin condiciones ni límites. 

 

¿Cómo es ese amor de Dios? Es el amor del Padre, manifestado por Cristo, como nos ha expresado San Juan en su evangelio; un amor que tiene estas 4 notas:

 

1)Es un amor creador. Fuimos creados en un acto de amor. Esa es la primera llamada, la VIDA. Sin ella todo lo demás es nada. Es, por tanto, un amor fecundo, dinámico, abierto... como todo lo vivo, que vive y hace vivir, generando crecimiento a su alrededor.

2)Es un amor fiel, en el sentido de que permanece, no es “para un tiempo” hasta ver qué pasa, porque es un amor basado en la verdad; por eso, la segunda llamada es la FIDELIDAD, que tenemos que vivir en la lucha de cada día.

3)Es un amor único, personal, libre y liberador, original, pues para cada uno tiene Dios un camino nuevo. La tercera llamada es la RESPONSABILIDAD personal. Es decir, a dar respuesta concreta y libre a lo que Dios me da y me pide.

4)Y, por último es un amor misericordioso, que perdona, que tiene detalles de ternura, que no es sentimentalismo sino voluntad de querer amar sin reservas. Escuchamos aquí la llamada de Jesús a amar como Él nos amó, hasta el final; la llamada a la ENTREGA total, sin condiciones.

 

 

El matrimonio cristiano, como os he dicho, es Misterio, sacramento o signo visible de ese amor invisible de Dios, que entre un varón y una mujer se llama amor conyugal; que no es lo mismo que cualquier otra cosa que hoy se confunde con “amor” (creo ya me entendéis...)

 

Por eso, como dice Lorenzo Trujillo en su libro Paternidad,  creo que hoy corren buenos tiempos para el matrimonio cristiano ¿Por qué? Porque hoy vivimos en una cultura donde las “necesidades” de la sexualidad ya se pueden satisfacer por vías extra-matrimoniales aceptadas por la sociedad; incluso no necesariamente heterosexuales ni por supuesto para toda la vida. Y nadie se escandaliza por eso.

 

Una de cada 4 parejas se divorcia en España y vamos a más. Pero ya nadie se escandaliza por eso. Tener hijos ha perdido interés. Somos el país que menos hijos tiene de Europa. Pero ya nadie se escandaliza de eso. El matrimonio ya no es como antes, el sueño de dos adolescentes para unir sus cuerpos y almas sino el compromiso temido y esquivado por adultos que no quieren abandonar la adolescencia.

 

Porque sólo ahora empieza a ser más comprensible y soportable la vocación y la misión del matrimonio desde la el punto de vista de la obediencia cristiana. Y este es el camino que vais a empezar.

 

Los esposos cristianos son misioneros, pero ¿misioneros de qué? Del AMOR del Padre, “como el Padre me amó”... la misión, vuestra a partir de ahora, es la de  representar la paternidad divina en un mundo que la está dando de lado aceleradamente, que no acepta la distinción sexual, que ha rechazado al padre, y con él, a la vida realmente humana. 

 

Ahora bien, toda misión empieza por un “don”. ¿Cuál es, en este sacramento? Vosotros mismos: El Padre “entrega” al varón concreto a la mujer concreta y viceversa. Cuando expreséis el consentimiento: “¿quieres por esposo a ...? ¿quieres por esposa a ...?”, Dios os dirá: ¿Aceptas la misión que te unirá con...? La respuesta afirmativa de ambos expresa la existencia de una voluntad superior que os llama, potencia y garantiza esa misión. El Padre Dios os dirá: “Te entrego a esta mujer(hombre) para que seas su pastor en esta vida y la lleves a su plenitud de mujer (varón). Y para que los dos representéis mi paternidad en el trozo de historia que hagáis juntos en esta tierra.”

 

En esa misión entran, por supuesto, la vida y la educación de los hijos, pero su ausencia no anula el matrimonio, porque la paternidad no es sólo cuestión biológica y el matrimonio no se puede reducir a la paternidad física. Recordad a S. José...

 

Y la misión es para toda la vida juntos. Hoy es sólo el comienzo, no os asuste la tarea. Dios ya os ha dado el mínimo para empezar. El resto se os irá regalando conforme recorráis el camino y pidáis y recibáis, como hacemos en el Padrenuestro, el pan justo para cada día. Tened paciencia y sentido de la espera, que mantenerse tan radiantes como hoy no es fácil. Es una misión para valientes, casi héroes hoy. Crear una familia, un hogar cristiano que será célula de la sociedad, sagrario de la vida, iglesia doméstica... ¡Menuda misión!

 

Al final de la vida, en el encuentro definitivo con Dios en Jesucristo, Él os hará una pregunta parecida a ésta: ¿es hoy tu esposa más mujer? ¿es hoy tu esposo más varón? Y si es así ya no hará falta la segunda: ¿habéis cumplido la misión de representar mi paternidad en el mundo? Todos los que compartimos la fe os ayudaremos a ello, porque lo necesitamos mucho. 

  

Nos llena de esperanza y de gozo contemplar cuánto os queréis, cuánto os quiere y nos quiere Dios en este sacramento. Ahora viene el momento de expresarlo con las palabras y gestos que la Iglesia os propone, para recibir después la bendición del Señor que sellará esta unión.

 

Que la Virgen María, esposa y madre, os acompañe y os bendiga siempre. Así sea.

 

 

 

Raúl López de Toro, sacerdote,

Formador del Seminario Menor de Ciudad Real