Haz la diferencia en esta Cuaresma
 (1ª parte)

P. DENNIS DOREN L.C.

26 Febrero 2012, www.am.com.mx

 

Cuarenta días dedicados a contemplar el rostro doliente de Cristo crucificado, en el cual se nos revela nuestra identidad más íntima como hombres y como cristianos; y en el que podemos aprender, además, la lección suprema que Él vino a enseñarnos: la vida sólo tiene sentido cuando se ama, y el amor consiste en la donación plena de sí mismo a ejemplo de Cristo. En Cristo Crucificado, por tanto, encontramos el secreto para ser felices y para vivir con plenitud nuestra vocación cristiana. ¿Qué sentido tiene todo esto?, ¿de qué ha servido tanto sufrimiento?

«¡Oh, vosotros, todos los que pasáis por el camino -nos dice Cristo desde la Cruz-, mirad y ved si puede haber un dolor tan grande como el mío!» (Lm 1,12). ¿Podía Dios haber hecho algo más para demostrarme su amor? Si fuese yo el único en esta tierra, la única persona necesitada de Su Redención, Él se habría encarnado y habría muerto igualmente en la Cruz por amor a mí, para salvarme de mi pecado.

Te comparto algunas reflexiones que te ayuden a vivir este tiempo con un deseo sincero de rectificar el rumbo, de forma que puedas dirigir tu vida hacia Dios y corresponder un poco a Su gran Amor.

1.  Despréndete de tantas palabras huecas y sin sentido, llénate de la Palabra de Dios, ella guiará tus pasos hacia la Voluntad de Dios.

2.  Abona tu Fe con la participación frecuente en la Eucaristía, un peregrino no puede llegar al final de su trayecto sin saber por qué o por quién lo hace: “El que come mi carne y bebe mi Sangre tiene Vida Eterna” (Jn 6, 54).

3.  Carga tu conciencia con la rectitud del Espíritu, no caigas en la tentación de pensar que tu conciencia, es aquello que te da la posibilidad de realizar, pensar o creer lo que a ti te convenga. Deja que Dios la eduque.

4.  Vive con sobriedad estos días, no por tener mucho se es más feliz; la felicidad la da el uso correcto y sensato de las cosas, no el despilfarro ni la simple apariencia.

5.  Busca, insistentemente, un espacio de silencio, en el silencio escucharás a Dios; para y Él te hablará al corazón. En el silencio de la iglesia o de tu cuarto te encontrarás con Él.

6.  Recapacita sobre quién necesita de tu comprensión o de tu perdón. Si estás enojado con alguien, derriba esos muros que les separan; si, por el contrario, otros están distantes de ti, no dudes en pedir perdón y acercarte a ellos.

7.  Lee cada noche, un fragmento de la Palabra de Dios. ¿De qué nos sirve una mesa si no se sirve comida?, para qué una valiosa joya si nunca se luce?. La Biblia es la perla más preciosa y no siempre la más codiciada en un hogar cristiano.

 

No lo olvides, la Cruz de Cristo es una eterna paradoja. Una vida tronchada brutalmente en su plena madurez; un hombre fracasado, desnudo y abandonado, que se apaga en los estertores de una lenta y horrible agonía... Todo en la Cruz invita a hundirse en el abismo de la desesperación, y, sin embargo, es precisamente en la más densa y amarga oscuridad donde Cristo realiza el gesto más luminoso y rico de significado que un hombre pueda realizar: ofrecerse a sí mismo al Padre y a cada uno de nosotros en un acto perfecto de amor. «Nadie tiene más amor que aquel que da la vida por sus amigos» (Jn 15,13). Vive con sentido tu Cuaresma