EXPERIENCIA DE DIOS

 

Necesidad de la experiencia de Dios. "El hombre religioso de mañana será un místico, una persona que haya experimentado algo, o no podrá ser religioso, pues la religiosidad del mañana no será ya compartida en base a una convicción pública unánime y obvia" (Rahner).

 

El futuro de la fe está ligado al cultivo de la experiencia personal de Dios. Sin experiencias de Dios no habrá creyentes. Antes bastaba no romper con la religión establecida. Hoy no basta con un pertenencia pasiva, ni la adhesión de unas verdades, ni la aceptación de unas normas, ni la práctica de unos ritos.

 

El hombre, para ser creyente, ha de descubrir que "es un ser con un misterio en su corazón que es mayor que él mismo" (H.U. von Balthasar). Esta experiencia hace entrar al hombre de alguna manera en el misterio de Dios, "donde ya no comprende, sino que viene tocado profundamente; donde ya no elabora razonamientos, sino que adora; donde ya no domina, sino que viene dominado" (K. Rahner). "Este movimiento de transcendimiento, que lleva a la persona a dejar de vivir ante sí misma y ante su propio deseo para existir ante Dios y desde Dios, es el núcleo de lo que llamamos "experiencia de Dios" (Pagola, p.31).