El
espíritu de la maternidad
¡Estoy esperando un hijo!
Por Sheila Morataya
Esperar un hijo es una oportunidad que se te concede para exigirte más a ti
misma.
“Un hijo es como una estrella a lo lejos del camino una palabra muy breve que
tiene un eco infinito”. Romance del Hijo, José María Pemán.
¿Recuerdas aquel maravilloso y mágico momento de tu vida en que te dieron la
noticia de que serías mamá por primera vez? ¿Puedes evocar la cara de tu esposo
cuando se lo contaste con el corazón rebozante de alegría? ¡Un hijo! Vamos a
tener un hijo -exclamabas- tus ojos brillaban más que nunca y en ellos se
vislumbraba esa nueva vida que ya crecía en lo más íntimo de tu ser femenino. La
mayor responsabilidad de sus vidas comenzaba. El proceso de educación a largo
plazo se iniciaba a partir de ese momento para ti y tu marido. ¿Los encontraría
preparados y sobre todos conscientes para llevar a cabo la gran tarea de la
educación?
Educar desde el vientre.
¿Qué es la educación? Podríamos decir que es un trabajo ininterrumpido en el que
influyen, al mismo tiempo, mil detalles distintos, que se complementan entre sí,
sobre todo, el propio ejemplo. André Berge lo expresa así: “Para formar una
conciencia es preciso dejar ver la propia recta, delicada; para formar un
corazón hace falta dejar ver el nuestro paciente, comprensivo; para formar un
alma es necesario mostrar la de uno fiel a la oración….Y así para todo. Para
formar el gusto por el trabajo, por el orden, por la caridad. De la educación
por discursos puede el niño, al llegar a mayor, evadirse, pero no puede escapar
a la influencia de una vida ejemplar.“
Lo anterior amiga mía, es algo que vale la pena memorizar, escribir en un trozo
de papel, hacer copias y ponerlo visible en lugares estratégicos de la casa. Te
invito a interiorizar esas palabras y a que con ellas te ayudes a encontrar esas
áreas como ser humano, mujer, esposa, madre, hija y amiga que necesitas mejorar
con el objeto de educar mejor a tus hijos. Por ejemplo: ¿estás embarazada? Es el
momento de empezar a educar y sembrar el amor y sentimientos de seguridad.
Puedes escuchar música clásica todos los días a hora fija y hacer tu oración
incluyendo al pequeño que llevas en el vientre. Cuando oramos, nos abrimos al
amor puro y verdadero. Al amor que no conoce límites, dejamos escuchar la voz de
Dios en nuestra conciencia y sí eres dócil, el Espíritu Santo te irá
descubriendo esas zonas que necesitan crecer. Toda esta posición de apertura a
Dios, el niño, tu hijo, la vive, la siente contigo y contigo la interioriza pues
el único momento de tu vida en que es totalmente tuyo. Esta, por así decirlo
“atado a ti “, a tu corazón, a tus sentimientos, a tu conciencia. Todo lo que
hagas en esos nueve meses, quedará grabado para siempre en la mente y corazón de
tu pequeño. Su sistema nervioso y la seguridad que muestre al venir al mundo
dependerá en gran medida de lo que hagas cuando estés embarazada y esperando con
ansiedad su venida al mundo.
¿Qué más puedes hacer?
Haz que cada embarazo sea un nueva tarea educativa para ti. Porque sabes que
llevas una vida que depende de tí y tu estado anímico proponte:
-hacer lecturas que te inspiren a ser una excelente madre.
-escoger locaciones diferentes para hacer una rato de meditación. ¿Qué tal un
Jardín botánico, O una caminata por la playa?
-escuchar diario a Beethoven, Mozart y Vivaldi. Estudios han comprobado la
efectividad de está música en el desarrollo de la inteligencia y mejor
disposición para el aprendizaje de lenguas en los niños.
-no dejar que circunstancias exteriores afecten tu paz mental.
-no dar paso al enojo y la tristeza.
-hacer ejercicios diarios por 30 minutos.
-Resolver crucigramas, tejer, tomar clases de pintura…todo aquello que te
presione a ser creativa.
-si eres una mujer oficinista con el tiempo muy limitado, comprométete contigo
misma a reservar 20 minutos al día en un rincón de tu casa para comunicarte
afectivamente con tu hijo.
El rol del padre.
Estoy segura que sabes lo importante que es la participación de tu esposo en
esta etapa tan importante y crítica en la vida de tu hijo. No permitas que el se
haga a un lado en esos importantes nueve meses. Como papá y desde fuera puede
ayudar a educar a tu hijo en el amor y la aceptación. ¿Qué debe hacer?
-Tener atenciones especiales contigo con el objeto de transmitir al niño lo que
es la delicadeza entre los seres humanos, especialmente entre aquellos que han
decidido ser uno.
-Invitarlo a hacer una oración a la Virgen todos los días. ¿Qué tal si dice
contigo un misterio aunque no sea en el un hábito diario? Lo importante es que
el niño interiorice la fe junto a los dos más grandes amores de su vida.
-Por las noches invítalo a que te ponga crema en el vientre y transmita su voz y
su amor al niño. Para tu esposo será una experiencia inolvidable, ya que a
medida en el que el niño crece sentirá como le reconoce al empezar a golpear las
paredes de tu estómago cada vez que lo sienta. Para tu hijito, una vitamina
psicológica muy importante, pues exclamará: ¡soy bienvenido! Me aman.
Esperar un hijo es una oportunidad que se te concede para exigirte más a ti
misma, para perseguir la madurez emocional, para tener un compromiso más
auténtico con la fe que profesas pues no olvides que nuestra sociedad hoy más
que nunca está urgida de seres humanos que estén dotados de una educación
integral y sepan pensar con rigor. A pesar de que a veces tengamos la impresión
de vivir en una sociedad quebrantada por la falta de educación de los valores
morales y espirituales, no olvides que mientras existan mujeres como tú, que se
preocupen desde el mismo instante en que te sabes embarazada por el cuidado del
alma de tu hijo, los seres humanos podremos seguir confiando y depositando
nuestra esperanza en la bondad, entrega y fortaleza del corazón femenino.