Catequesis sobre la Eucaristía
Autor: Arquidiócesis de Guadalajara
Fuente: Catholic.net

 

TEMA 13

La Liturgia de la Palabra:

palabra que se vuelve diálogo y alimento de nuestra fe

 



OBJETIVO


Tomar conciencia de que en cada Eucaristía es Dios quien busca nuestro encuentro y desea nuestro diálogo con Él, para que no vayamos a Misa por costumbre u obligación sino por un deseo de encuentro con el Dios que nos busca y nos habla.

NOTAS PEDAGOGICAS

Motivar a la escucha del Dios que es verdad y fidelidad.

Darnos cuenta, desde nuestra propia experiencia, de lo que significa en nuestra vida la comunicación.

VEAMOS

Vivimos en la “cultura de la palabra”. Vemos palabras en los anuncios, canciones, novelas: ¿Qué prometen?, ¿A qué realidades de la vida responden? ¿Qué consecuencias ha traído a las familias?.

La palabra es la manera por excelencia de comunicación. Si algo hay que hace persona al ser humano es la capacidad de relacionarse, de comunicarse, de proyectarse. Y en nuestra realidad, encontramos en algunos hogares la unión y la comprensión formidable gracias al diálogo, al respeto, a lo que es y piensa cada integrante de la familia, a sus decisiones y formas de vida. Pero lamentablemente en la gran mayoría de hogares se encuentra la división, la incapacidad para comprender y acoger a cada persona. El dolor de no saberse aceptado y respetado trae muchas consecuencias. ¿Cuáles?

PENSEMOS

La Eucaristía es, ante todo, un “encuentro” en el cual la Palabra es el vínculo de diálogo, comprensión y compromiso. Pero... pocos escuchan la Palabra que es Cristo; pocos entienden la Palabra, y muy pocos viven cada Misa como un encuentro en el que es necesario el diálogo. Por eso muchos prefieren ir a Misa sólo cuando les nace o cuando el motivo de la Eucaristía es un motivo familiar: difunto, boda, XV años, primera comunión. Pero la vida de Dios se nos comunica cada día. En cada Misa Dios, a través de su Palabra, pide que perdonemos al enemigo, pide servicio, quiere un compromiso efectivo en la paz y en la justicia.

“En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba ante Dios... Vino a su propia casa, y los suyos no lo recibieron; pero a todos los que lo recibieron les dio capacidad para ser hijos de Dios.” (Jn 1, 1.11-12).

La Liturgia de la Palabra comprende lo siguiente:

a) Primera lectura.

Son palabras divinas para impulsarnos en nuestro peregrinar. Nos hablan del Pueblo de Dios en su caminar hacia el Padre a lo largo de cuatro mil años. A través de los profetas y de los apóstoles, Dios guía nuestra vida y alimenta nuestra fe.

b) El salmo responsorial.

Es nuestra respuesta comunitaria a la Palabra de Dios. Se eleva nuestra plegaria junto al salmista para encontrar y manifestar al Señor toda nuestra vida: en la alegría, en el dolor, en el abatimiento, en el peligro, etc.

c) El Aleluya.

Significa alabar al Señor, pero no encierra ese sentido literalmente, sino la alegría infinita en el corazón humano.

d) El Evangelio.

Es la lectura que está por encima de todas las demás lecturas, pues en ellas está Cristo que habla y por eso nos ponemos de pie. Jesucristo está entre nosotros y nos habla. Nosotros como discípulos, estamos de pie para seguirle, y nos comprometemos, como los apóstoles, a llevar el Evangelio a todos los rincones de la tierra. Si queremos vivir bien la santa Misa, debemos de hacer apostolado, impulsando a que tengan “las mismas disposiciones que estuvieron en Cristo Jesús” (Fil 2, 5) y que el cristiano debe apegarse a la recomendación de su Maestro: “Aprendan de mí...” (Mt 11,29).

e) La homilía.

El ministro de la homilía (Obispo, presbítero o diácono) debe explicar la palabra de Dios relacionándola con la vida. Pero es importante una actitud de acogida, interés y propio cuestionamiento ante la palabra del Señor. Hay que ir al encuentro de la Palabra de Dios con autenticidad y humildad para que encuentre buena tierra y dé buen fruto.

f) El Credo.

Es el símbolo o profesión de la fe en donde el pueblo da su asentimiento y su respuesta a la Palabra de Dios y a la homilía. Nuestra mente que va en busca de la verdad, la encuentra y la expresa en el credo.

g) La oración de los fieles.

El pueblo, ejerciendo su oficio sacerdotal, ruega por todas las necesidades de la Iglesia y del mundo.

En esta parte de la Misa, la Palabra de Dios se vuelve diálogo en la persona que es capaz de mantenerse abierta, activa y disponible al proyecto de Dios.

ACTUEMOS

- ¿Qué actitud tengo ante la Palabra de Dios que escucho en la Misa?
- ¿Qué se debe hacer para que las personas vivan en actitud de diálogo con la Palabra e Dios?
- ¿Por qué los protestantes la estudian y la escuchan con tanta intensidad y los católicos nos hacemos los indiferentes?
- ¿Cuál sería tu propio compromiso ante el Señor que te busca y te habla? ¿Encuentras resistencias o alegría al escucharle?

CELEBREMOS


El guía de los temas de reflexión lee con anticipación el salmo 118 y elige si lo distribuye por partes al grupo o si lo leen, cantando entre estrofas: “Tu palabra me da vida”.