Catequesis sobre la Eucaristía
Autor: Arquidiócesis de Guadalajara
Fuente: Catholic.net


 

TEMA 12

Ritos de introducción: nos reúne y reconcilia



OBJETIVO


Profundizar en la experiencia de ser convocados y reunidos por Dios Padre, para vivir la hermandad como medio necesario para el crecimiento personal hacia la madurez y la santidad.

NOTAS PEDAGÓGICAS

Reconocernos humanos, es decir necesitados de los demás y del perdón (darlo y que nos lo den), como exigencia de nuestro cristianismo.

Estas catequesis sobre la celebración eucarística son una magnífica oportunidad para educar en las actitudes básicas que exige la participación en la Eucaristía. Hoy se puede insistir en la capacidad de reunirse y celebrar juntos, el “sentido de comunidad”, etc.

Preparar la capilla o un altar con un crucifijo. Canto: “Somos un pueblo que camina”.

VEAMOS


En el tema anterior decíamos que hay diferentes formas de vivir una fiesta. Y comprendemos que hay fiestas en las que salimos más alegres y otras en las que hay dificultades.

Vamos a compartir algunas ideas sobre la experiencia de tener una identidad social. Por ejemplo, es muy diferente el vivir en una ciudad o en un pueblo chico en el que todo mundo se conoce, se saluda. En una ciudad se vive de manera diferente de una colonia a otra, pero lo que si es común a todo ser humano es la necesidad y la capacidad de ser persona sociable, hermanable, amigable. Lamentablemente la vida acelerada y la vida moderna, con todo lo que nos propone la cultura de los medios de comunicación, es muy alejada a lo que nuestro corazón requiere.

- ¿Qué es lo que nos hace más personas, más amables, más positivas?
- ¿Qué vivencias o situaciones nos despersonalizan? ¿Cuáles nos bloquean?

PENSEMOS


Lo que Dios nos propone siempre es el ser sus hijos, el ser hermanos y compartir la vida del Reino. Sabe que nos hizo con un gran anhelo de fraternidad y con una gran capacidad de realizarla. La Eucaristía es la gran fiesta en la que el amor del Padre nos llama para facilitar el encuentro y la experiencia de la hermandad. La Eucaristía es la fiesta de la unión y la exigencia de la comunión.

La liturgia de la Eucaristía comprende dos grandes momentos que forman una unidad básica: la liturgia de la Palabra, con las lecturas, la homilía y la oración universal; y la liturgia eucarística, con la presentación del pan y el vino, la acción de gracias consecratoria y la comunión.

“La liturgia de la Palabra y la liturgia eucarística constituyen juntas ‘un solo acto de culto’ (SC 56)” (CIC 1346).

Estas dos grandes partes están acompañadas de los ritos introductorios, así como de los ritos de despedida.

Hoy veremos los ritos introductorios.

Ritos Introductorios

a) Canto de entrada. La entrada procesional del sacerdote, que simboliza nuestro peregrinar hacia el cielo, es acompañada por un canto y nuestra permanencia de pie, para manifestar nuestra disponibilidad y respeto. El canto se introdujo en el siglo V para la solemne procesión papal hasta el altar.

Lo primero que hacemos en la Misa es responder a nuestra necesidad de ser personas con una identidad clara: ser cristianos. Y empezamos a responder con nuestro caminar, luego con nuestro encuentro en el mismo lugar: la casa de Dios Padre. Y lo hacemos cantando, pues el Dios de la vida y del amor nos quiere alegres y celebrando la vida.

b) Beso del altar. El sacerdote se inclina y besa el altar en señal de veneración y amor a Cristo, simbolizado en el altar. El beso en el altar es en nombre de todo el pueblo, como si nosotros mismos besáramos el altar.

c) La señal de la cruz, unida a la formula “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, es signación e invocación con la que debe iniciar todo lo que realiza el cristiano.

d) Intercambio de saludos: “El Señor esté con ustedes”. El sacerdote anuncia la presencia del Señor en nuestra celebración. Después nos invita a participar activamente en la celebración litúrgica.

e) El acto penitencial: “hermanos, para celebrar dignamente estos sagrados misterios reconozcamos nuestros pecados”. Se pasa a este momento de nuestra toma de conciencia sobre nuestra realidad, nuestra debilidad y nuestra necesidad de ser acogidos por el amor de Dios y por el perdón que Él nos brinda; por eso nos declaramos pecadores: “Yo confieso, ante Dios todopoderoso y ante ustedes...”. También nos confiamos a la intercesión de nuestra Señora, la Virgen María: “Por eso ruego a Santa María siempre Virgen”. De igual manera invocamos la intercesión de los ángeles, los santos y nuestros hermanos. Esta es una buena forma de vivir la comunión con los santos y con las demás personas.

f) El Kyrie: Se continúa la intercesión de Jesucristo, nuestro Pastor: “Señor ten piedad. Cristo ten...”

g) El Gloria: En él expresamos dos grandes anhelos: gloria a Dios y paz a los hombres.

h) Oración colecta: Concentrados en oración junto al sacerdote que eleva sus manos invocando ayuda, nos unimos al deseo del celebrante y del mismo Jesucristo.

Como se puede apreciar, esta primera parte de la Eucaristía nos convoca y nos reúne en el mismo caminar y también nos hermana a todos los creyentes.

ACTUEMOS


Saquemos por grupos de cinco personas las consecuencias de lo que acabamos de profundizar:

- Dios nos convoca y desea la vivencia de la fraternidad; ¿Qué dificultades tenemos para hacerlo vida?
- En el ámbito personal: ¿Deseo ser hermano de los demás, en la vida diaria?
- ¿Qué exigencias me dan miedo ante mi situación personal y cuáles me alegran o alientan hacia el camino de ser más persona y ser más hijo de Dios?
- ¿Cómo quiero ser portador de hermandad y de reconciliación?

CELEBREMOS

Se puede hacer una celebración en donde se vaya en procesión hacia la capilla o en torno a un altar previamente preparado con un Cristo crucificado.

Canto: “Somos un pueblo que camina”.

Celebrante o Guía: “Vamos a profundizar la experiencia de “saber ver”. Abramos nuestros ojos y nuestro corazón para ver. En primer lugar miramos a Jesucristo, con sus brazos abiertos, como lo hizo siempre: abiertos para abrazar a los niños, tocar los enfermos, levantar al caído o al pecador o para tocar el féretro. Siempre para dar acogida, vida, perdón, para hacernos experimentar que somos hijos del Padre.

Hoy tú y yo somos ojos abiertos, corazón abierto, mente abierta, una persona dispuesta a caminar, acoger y perdonar”.

Hagamos grupos de siete personas y expresemos nuestra reflexión del tema y la exigencia que deseamos llevarnos para nuestra vida.

Terminamos rezando el Padre Nuestro, tomados de las manos y teniendo un compromiso común.