Autor:
Gustavo Daniel D´Apice
Demonios: Ángeles caidos
Los ángeles fueron creados con una naturaleza buena, eran libres, bellos e inteligentes.
Los
ángeles fueron creados con una naturaleza buena, eran libres, bellos e
inteligentes, según la categoría de cada cual. Ante el primer acto libre se
determinaban: Con Dios para siempre, en el estado de gloria, o contra Él,
también por toda la eternidad.
Lucifer era uno de los ángeles más bellos y hermosos (su nombre significa
"lucero", la estrella radiante de la mañana), y su inteligencia también era
aguda y fascinante. A tal punto que en el momento de la elección se prefirió a
sí mismo; prefirió buscar la felicidad, la realización, la dicha,
autocontemplándose, como iba a hacer Narciso que, autocontemplando su belleza
en las aguas del lago, cayó en él y pereció ahogado.
Del mismo modo Lucifer, prefiriendo buscar su felicidad en sí mismo y no en su
Creador, consiguió su eterna desdicha y desventura.
¿Pero es que no podía preverlo, ya que era tan aguda su inteligencia?
Sí, lo preveía, pero lo cegó lo inmediato.
Como a nosotros: Sabemos las consecuencias nefastas, personales y sociales, de
abandonar los caminos de Dios, pero nos ciega el placer y la conveniencia de
lo inmediato, sin darnos espacio a recapacitar sobre las consecuencias
posteriores: así la fornicación, el adulterio, el robo, la mentira, la coima,
el ser corrupto... Sabemos que así la cosa no va, pero hay una aparente
"conveniencia" que nos ciega en lo inmediato y perturba la serena reflexión
del momento del después.
Así pasó con quien ahora llamamos el Demonio.
Jesús, en el evangelio de Lucas, capítulo 10 versículo 18 (Lc. 10, 18), dice
que lo vió caer desde el cielo como un rayo. Claro que lo vió como Hijo eterno
de Dios, igual al Padre, con Quien coexiste desde siempre, antes de la
creación corpórea de los seres, luego de haber creado el mundo "invisible"
(que son los ángeles).
En el último libro del Nuevo Testamento y, por lo tanto, de la Biblia, se
narra su ca ía (la de Satanás), la vista por Jesús antes de que las cosas
comenzaran a ser: Es en el Apocalipsis, capítulo 12, versículos 7 al 9 (Ap.
12, 7-9): Narra que hubo una gran batalla en el cielo, donde el Arcángel
Miguel combatió contra el Demonio (a quien también se le dá el nombre de
Satanás, o Dragón. y se lo llama el seductor del mundo entero), ambos al
frente de grupos de ángeles. Lucifer fué precipitado hacia la tierra, y luego
de perseguir a la Madre del Mesías, va a hacer la guerra al resto de sus
hijos, "los que guardan el testimonio de Jesús", es decir, a los cristianos de
cualquier denominación, y aún a los hombre de buena voluntad que siguen la
verdad testificada por su conciencia, sagrario de Dios, pues siguiendo la
Verdad que ella les dicta, siguen al que es la Verdad, el Camino y la Vida, es
decir, a Jesús, aunque sea implícitamente.
El profeta Isaías, unos seis siglos antes de la venida de Jesús, también hace
referencia a su caída. Recordemos sus palabras, que podemos meditar en el
capítulo 14, versículos 12 al 15 (Is 14, 123-15): "¡Cómo has caído del cielo,
Lucero de la aurora, y estás tirado por tierra! Tú que decías: Escalaré los
cielos, pondré mi trono por encima de las estrellas, y me sentaré en el monte
más alto, en la cima de la montaña celeste; escalaré las nubes, seré igual que
Dios. ¡Has caído en el Abismo, en lo más hondo de la fosa!"
Se dice que arrastró a la tercera parte de los ángeles, los que ahora llamamos
demonios. La Biblia hace referencia a ello cuando dice que "arrastró a la
tercera parte de las estrellas del cielo", teniendo por "estrellas del cielo"
a estas creaturas celestes.
Siempre las personas bellas y/o inteligentes tienen cierto ascendiente sobre
las demás, que muchas veces las siguen y admiran, y más cuando poseen las dos
cualidades a la vez: Esto pasó ciertamente con los ángeles de Dios que se
dejaron "seducir" por Satanás. Pero los buenos son los más, y ellos son los
que nos auxilian y acompañan, no permitiendo que "el enemigo del género
humano" (que querría ver nuestra eterna desdicha y destrucción), tenga dominio
sobre nosotros, si nos entregamos a Dios.
El libro de la Sabiduría, en su capítulo 2 versículo 24, dice que por envidia
del Diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le
pertenecen: muerte espiritual y muerte física, que Jesús Resucitado vence con
el don de la gracia y la santidad, y con la vida corporal eterna fruto de la
Resurrección, de la Pascua: De ambas cosas se hacen partícipes los que
pertenecen a Jesús, es decir, los cristianos.
Envidia de que el varón y la mujer, siendo de naturaleza inferior (compuesto
de materia y espíritu, cuerpo y alma), sea elevado al estado de familiaridad
con Dios, destinado a la vida de la gracia y de la gloria. De ahí deriva su
"persecución infernal" para tratar de "perder" al hombre.
Fué una caída (la de Satanás) fruto de la soberbia y de la vanidad:
Eligiéndose a s í mismo quiso tener dominio sobre los demás. Buscó el poder de
Dios sin ser Dios. Fijémonos si muchos de nosotros no lo tomamos actualmente
como modelo, y le rendimos honor y pleitesía, tratando de con-formarnos con
sus antivalores, aunque no lo digamos explícitamente.
Y su naturaleza quedó desequilibrada, repleto de odio en su voluntad,
"pervertido y pervertidor", como solía decir el venerado Pablo VI, que
aprovecha las "grietas de la psicología" para influír en la naturaleza humana.
Allí donde ve duda, desazón, falta de seguridad y de paz, carencia del sentido
de la vida y de los valores, aprovecha para reinar.
"Fue creado bueno por Dios, pero a sí mismo se hizo malo".
¿Nos pasará a nosotros lo mismo?