LA CODICIA DEL DINERO
ES INCOMPATIBLE
CON EL CRISTIANISMO

Para calibrar a un cristiano poco importa lo que pueda decir acerca de Dios, lo que interesa es ver su actitud ante el dinero.

Anteponer la codicia del dinero al servicio solidario del prójimo no es servir a Dios. Para Jesús el Dios real es el que no puede ser servido a la vez que el dinero.

Jesús no defiende el pauperismo, sino la solidaridad que haga posible una promoción económica y liberadora para todos.

El cristiano tiene que procurar adquirir un nivel de vida justo, humano, que le haga vivir contento, excluyendo la actitud de «codicia» ilimitada de « tener más ».

El cristiano tiene que vivir en oposición radical al capitalismo, porque todo el capitalismo moderno está montado sobre la negación de la moderación (de lo suficiente para vivir justamente) y sobre la apasionada afirmación del deseo ilimitado de lucro, de la aspiración ilimitada a «tener» siempre más «cosas».

 

MATEO

(25, 31-46)

Cuando el Hijo del hombre venga con su esplendor acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono real y reunirán ante él a todas las naciones. El separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras, y pondrá a las ovejas a su derecha y a las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha:

-Venid, benditos de mi Padre; heredar el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui extranjero y me recogisteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, estuve en la cárcel y fuisteis a verme.

Entonces los justos le replicarán:

-Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te dimos de comer, o con sed y te dimos de beber?, ¿cuándo llegaste como extranjero y te recogimos o desnudo y te vestimos?, ¿cuándo estuviste enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?

Y el rey les contestará:

-Os lo aseguro: cada vez que lo hicisteis con un hermano mío de esos más humildes, lo hicisteis conmigo,

Después dirá a los de su izquierda:

-Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hamtre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui extranjero y no me recogisteis estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en 1a cárcel y no me visitasteis.

Entonces también éstos replicarán:

-Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o extranjero o desnudo, o enfermo o en la cárcel y no te asistimos?

Y él contestará:

-Os lo aseguro: cada vez que dejasteis de hacerlo con uno de esos más humildes, dejasteis de hacerlo conmigo.

Estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna.

 

MARCOS

(10, 17-27)

Se ponía ya (Jesús) en camino, cuando uno corrió a su encuentro, se arrodillo y le preguntó:

-Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?

Jesús le contestó:

-¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, más que Dios sólo. Ya sabes los mandamientos: no mates, no cometas adulterio no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre.

Entonces aquél le dijo:

-Maestro, todo eso lo he cumplido desde que era joven.

Jesús, mirándole fijamente, afectuosamente, le dijo:

-Te falta una cosa: vete a vender lo que tienes y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego vente conmigo.

Pero aquél, desanimado por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía una gran fortuna.

Jesús, mirando alrededor, les dijo a sus discípulos:

-¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de los Cielos!

Los discípulos se quedaron pasmados al oírle estas palabras. Pero Jesús insistió:

-Hijos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Más fácil es que pase un camello por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios.

Ellos se sentían más desconcertados todavía y comentaban entre sí:

-Pues entonces ¿quién podrá salvarse?

Jesús, mirándoles fijamente, dijo:

-Para los hombres imposible; pero no para Dios, porque Dios lo puede todo.

 

LUCAS

16 1-12

El Señor alabó al administrador injusto, porque había obrado sagazmente, porque los hijos de este mundo son más sagaces con su gente que los hijos de la luz.,

Yo os digo: haceos amigos mediante el dinero injusto, para que, cuando esto se acabe, os reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo mínimo, lo es en lo grande también; y el que no es fiel en lo mínimo, tampoco lo será en lo grande. Por eso, si no habéis sido de fiar con el dinero injusto, ¿quién os va a confiar lo que vale de veras? Si no habéis sido de fiar en lo ajeno, ¿quién os va a confiar lo propio vuestro?

 

16, 19-31

Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y  banqueteaba todos los días espléndidamente. Un mendigo llamado Lázaro estaba echado en el portal, cubierto de llagas; habría querido llenarse el estómago con lo que tiraban de la mesa del rico; más aún, hasta se le acercaban los perros a lamerle las llagas. Se murió el mendigo, y los ángeles lo pusieron a la mesa a la derecha de Abraham. Se murió también el rico, y lo enterraron. Estando en el abismo, en medio de los tormentos, levantó los ojos, vio de lejos a Abraham con Lázaro a su derecha y gritó:

-Padre Abraham, ten piedad de mí; manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, que me atormentan estas llamas.

-Hijo, recuerda que en la vida te tocó a ti lo bueno y a Lázaro lo malo; por eso ahora él encuentra consuelo y tú padeces. Además, entre nosotros y vosotros se abre una sima inmensa; por más que quiera, nadie puede cruzar de aquí para allá, ni de allí para acá.

El rico insistió:

-Entonces, padre, por favor, manda a Lázaro a mi casa, porque tengo cinco hermanos: que los prevenga no sea que acaben también ellos en este lugar de tormento.

Abraham le contestó:

-Tienen a Moisés y a los profetas, que les escuchen.

El rico insistió:

-No, no, padre Abraham, pero si un muerto fuera a verlos se arrepentirían.

Abraham le replicó:

-Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no le harán caso ni a un muerto que resucite.

 

14, 12-14

Cuando des una comida o una cena no invites a tus amigos ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; no sea que te inviten ellos para corresponder y tengas tu recompensa. Cuando des un banquete invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y dichoso tú entonces porque no pueden pagarte, porque se te recompensará cuando resuciten los justos.

 

19, 1-10

Entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.

Un hombre que había allí, llamado Zaqueo, que era jefe de recaudadores y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero la masa de gente se lo impedía, porque era de baja estatura. Para poder verlo, se adelantó corriendo y se subió a una higuera, porque iba a pasar por allí. A1 llegar Jesús a aquel sitio, alzó la vista y le dijo:

-Zaqueo, baja en seguida, que hoy tengo que alojarme en tu casa.

Se apresuró a bajar y lo recibió contentísimo. Al ver aquello, todos murmuraban, diciendo:

-¡Ha ido a hospedarse en casa de un pecador!

Zaqueo se puso de pie y le dijo al Señor:

-La mitad de mis bienes se la daré a los pobres; y si a alguien le he engañado en algo, le devolveré el cuádruplo.

Jesús le dijo:

-Hoy ha llegado la salvación a esta casa; porque también éste es hijo de Abraham; pues el hijo del hombre ha venido a buscar lo que estaba perdido y a salvarlo.

 

16, 13

Ningún siervo (nadie) puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se consagrará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero.

 

6, 20-24

Jesús, dirigiendo la mirada a sus discípulos, dijo: Bienaventurados vosotros, los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios... Pero, ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo.

 

PABLO

2 Cor. 9, 6-8

Fijaos: a siembra mezquina, cosecha mezquina; a siembra generosa, cosecha generosa. Cada uno dé lo que le dicte su  corazón, no a disgusto y por compromiso, pues Dios ama a quien da de buena gana. Y poder tiene Dios para colmaros de toda clase de favores, de modo que, además de tener siempre y en todo plena suficiencia, es sobre para toda clase de obras buenas.

 

1 Tim. 6, 6-10

Provechosa, ciertamente, lo es en gran modo la piedad para quien se contenta con lo que tiene. Porque nada hemos traído al mundo y exactamente igual nada podemos sacar de él. Teniendo, pues, alimento y vestido, sepamos contentarnos. Respecto a los que quieren acumular riquezas, cae en la tentación, en el lazo, en una multitud de codicias insensatas y funestas, que, sumergen a los hombres en la ruina y la perdición. Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero. Por haberse entregado a él, algunos se han extraviado lejos de la fe y se han apuñalado a sí mismos con muchos tormentos.

 

Col. 3,5)

Extirpad... la codicia, que es una idolatría.

 

Eph. 5, 5

Ningún codicioso -que es ser idólatra- tendrá parte en el reino de Cristo y de Dios.

 

1 Tim. 6, 17-19

A los que son ricos en este mundo encomiéndales que no juzguen con altanería ni pongan su confianza en riquezas precarias, sino en Dios que nos provee abundantemente de todo para que disfrutemos. Que obren el bien, se enriquezcan de buenas obras, den de buena gana, sepan repartir, atesorando para sí mismos un buen fondo con vistas al futuro, a fin de poder adquirir la verdadera vida.

 

Heb. 13, 16

No os olvidéis de la beneficencia y de ayudaros mutuamente, que tales sacrificios son los que agradan a Dios.

 

2 Cor. 8, 9

Porque os es conocida la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, que, siendo rico, se hizo pobre por vosotros, para enriqueceros con su pobreza.

 

2 Cor. 8, 12-14

Donde hay buena voluntad se la acepta con lo que tenga; y si no hay, no pasa nada. No se trata de sufrir vosotros apuros para que otros tengan abundancia; lo que hace falta es la igualdad. Ahora vuestra abundancia remedia su necesidad, para que su abundancia pueda remediar un día vuestra necesidad y reine la igualdad.

 

Rom. 15, 26-27

Macedonia y Grecia han decidido hacer una colecta en favor de los pobres de entre los consagrados en Jerusalén. Lo han decidido y era algo que les debía, porque si los demás pueblos han participado de sus bienes espirituales, les deben a su vez el servicio de sus bienes materiales.