La Razón - José María Alimbau
Edith Stein, hebrea convertida al catolicismo, discípula predilecta del filósofo
alemán doctor E. Husserl, antes de hacerse carmelita, ya era conocida en el
mundo intelectual alemán. Fue profesora del Instituto Universitario de pedagogía
científica. Ante la campaña antisemita nazi, fue trasladada del carmelo de
Colonia (Alemania) al de Echt (Holanda). Allí se entera de que su hermano Pablo
(con su mujer e hija) y su hermana Frieda han sido internados en un campo de
concentración. Poco después, ella también es detenida por la Gestapo y conducida
a un campo de concentración de Holanda, junto con su hermana Rosa, también
carmelita, y de allí pasan a Auschwitz, donde, al llegar, son conducidas a las
cámaras de gas, ideadas y construidas por gente culta: ingenieros, químicos...
En medio de tanto sufrimiento, Edith Stein escribe:
-«La ciencia de la cruz no puede adquirirse... sólo por los medios
intelectuales...
-La ciencia de la cruz se adquiere... sintiendo, experimentando,
padeciendo... su peso sobre los hombros de uno mismo...
-Siempre entendí y me convencí de la importancia de la ciencia de la cruz. Me
dije: ¿Ave crux, spes única! , ¿Salve oh Cruz, esperanza única ».
Santa Teresa de Jesús escribió: «En la cruz está el Señor / del cielo y
tierra, / y el gozar de mucha paz, / aunque haya guerra... / todos los males
destierra / en este suelo, / y ella sola -la cruz- es el camino / para el
cielo».
Jesús (Lc 9,23) les decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de Mí, que
renuncie a sí mismo y lleve su cruz de cada día y me siga».