Autor: Lucrecia Rego de Planas
¿Cuáles son tus graves razones?
Reflexiones acerca del Método Billings como estilo de vida y sus incongruencias con la Fe católica
Este documento no pretende
ser exhaustivo en cuanto a las diversas formas de expresión de amor en el
matrimonio, que son miles y muy diversas. Eso requeriría muchas páginas.
Únicamente pretendo hacer una reflexión acerca de las
incongruencias que he encontrado entre la fe católica y el método Billings
"como estilo de vida" y el daño que puede ocasionar en la única forma de
expresión de amor exclusiva y característica del matrimonio: las relaciones
sexuales.
Cabe aclarar que admiro enormemente a los Dres.
Billings, a quienes tuve el gusto de conocer en 1982 y aprecio muchísimo su
trabajo de investigación y promoción de la vida y que las reflexiones que he
escrito aquí, no se refieren de ninguna manera a "los fallos" que le achacan
al método Billings, pues estoy totalmente convencida de su alta efectividad
como método de regulación de la fertilidad.
Por otra parte, dado que mi nombre aparece en muchos
libros de religión, quiero dejar claro que la forma de pensar que aquí
manifiesto, no refleja necesariamente la línea de pensamiento de ninguna de
las organizaciones religiosas y civiles a las que pertenezco, sino que es
únicamente la expresión de las conclusiones a las que he llegado, después de
diez años de vivencia del método de la ovulación Billings como "el estilo de
vida de mi matrimonio", apegándome en todo momento a la doctrina católica.
Diez años con el método
Billings
Empezaré hablando de mí, lo cual tal vez no sea muy
correcto, pero esto resulta indispensable para que se puedan entender todas
mis posteriores reflexiones.
Soy una mujer de treinta y cuatro años con un
organismo sano. Mis períodos son de veintiocho días exactos, con clara
diferencia entre fases fértiles e infértiles. Conocí el método Billings mucho
antes de casarme y en ese entonces, me pareció la solución ideal para un
matrimonio cristia no que desea ser fiel a Dios y desea cumplir con una
paternidad responsable.
El estilo de vida Billings ha sido mi estilo de vida
durante diez años de matrimonio.
Todo parecía ir bien hasta que un día, mi conciencia
me empezó a decir que no estaba haciendo lo correcto, que algo no estaba bien
en la vivencia del método como un estilo de vida para mi matrimonio. Llegó un
momento en que la situación se volvió insoportable pues mi conciencia no me
dejaba en paz, y hace dos meses llegué con mi director espiritual y le dije:
"¡No estoy de acuerdo con el método Billings!. ¡Me choca!".
El soltó una carcajada, pues siempre fui una promotora
aguerrida del método.
Intenté explicarle, pero no lo logré, pues mis
sentimientos adversos eran fruto de mucha oración, muchas reflexiones, largas
conversaciones con mi marido y muchas horas de insomnio, por lo cual decidí
escribirlas y son las que ahora tienes en tus manos.
Las Primeras
Reflexiones... ¿es el Billings un método "natural"?
Debido a mi trabajo como redactora de libros
religiosos, he tenido que estudiar con profundidad las Sagradas Escrituras y
muchos documentos de la Iglesia.
Gracias a ello, he descubierto la grandeza del
matrimonio desde el punto de vista de Dios y he podido palpar cómo es que Dios
ha visualizado desde siempre las relaciones sexuales dentro del matrimonio,
como un medio inigualable de comunicación, amor y colaboración a su obra
creadora a través de la procreación.
Pero... no por esto mis primeras reflexiones fueron
muy elevadas. Al contrario, eran francamente terrenas, se limitaban a dos
preguntas:
¿Por qué lo llaman método natural, si funciona
exactamente al revés de las leyes naturales? A simple vista, es tan natural
como comer cuando no tienes hambre y dormir cuando no tienes sueño...
¿Quién inventó que el Billings mejora la comunicación
en la pa reja? ¿Existen acaso estadísticas al respecto?
Estas ideas surgieron al ver los sentimientos confusos
que el método genera con respecto a las relaciones sexuales,
en los matrimonios que lo llevan.
Para darme a entender, me he permitido transcribir,
con su autorización, las páginas del diario de una amiga a quién solía darle
asesoría cuando yo era instructora del método.
18 de abril
Querido diario...
Hoy estoy de un humor magnífico, me siento muy bien
física y psicológicamente. Mi marido amaneció guapísimo y mi nivel hormonal
está perfecto para sentir una atracción irresistible hacia él. Mi vientre está
plano, mis senos redondeados, mi pelo dócil, el cutis perfecto.
Me encantaría demostrarle mi amor juntando todo el
ágape, filios y eros que siento por él, pero hoy no es posible eso,
pues...¡qué horror! ¡estoy fértil! Y , si me le acerco aunque sea un poquito,
lo mas factible es, o que terminemos con una o fensa grave a la castidad en el
matrimonio, o que empecemos algo que sabemos que no vamos a terminar y nos
quedemos tristes e insatisfechos. Porque, definitivamente...¡ninguno de los
dos queremos otro hijo!
¡Bah! Lo mejor será ponerme mi pijama de franela e
irme a leer a la cama mientras él ve la tele. Cuando llegue él a la cama,
simularé que estoy dormida para huir de la tentación.
¿Por qué está tan guapo el día de hoy? ¡No es justo!
26 de abril
Querido diario...
Hoy he estado de un humor pésimo, mi nivel hormonal no
me ayuda nada: Me siento cansada, tengo dolor de cabeza y mi vientre está
inflamado por dentro y por fuera por la proximidad de mi regla...
Tengo granos en la cara, mis senos están adoloridos,
mi pelo imposible de peinar...
Al rato que llegue mi marido, se me antoja platicarle
todo lo que he sentido hoy y decirle que lo quiero, mientras jugamos una
partida de backgammon con una ta za de té de manzanilla bien caliente.
Se me antoja recibirlo con mi pijama de franela y mi
bata calientita. Pero...¡No! Hoy es un día infértil y hace muchos días que no
tenemos la oportunidad de tener relaciones. Haré un esfuerzo, me pondré guapa
(a ver si logro algo) y lo recibiré con besos y abrazos. Me va a costar
trabajo, pues no se me antoja nada, pero...¡Hoy nos toca! Y si le digo que no
estoy dispuesta....¡se muere! La ventaja es que ya descubrí que haciendo el
amor se me quita el dolor de cabeza.
2 de mayo
Querido diario...
¡Auxilio! ¡No me ha venido mi regla! Si estoy
embarazada.....¡me muero! ¿Cómo le voy a decir a mi marido? ¡me va a matar!
Seguro me va a decir que soy una tonta, que no sé observarme, qué no sé llevar
la gràfica, que he dicho mentiras...
Capaz que hasta piensa que lo he engañado con otro,
pues con él sólo he tenido relaciones en días infértiles...
¿Qué voy a hacer? Espero que s ea algo así como una
pesadilla y mañana descubra que ya me vino mi regla. Por lo pronto.... estoy
en la depresión total.
He mostrado estas páginas a varias usuarias del método
y todas sonríen y concuerdan en que éstas ilustran bastante acertadamente la
realidad que vive la mujer llevando un "estilo de vida" Billings.
Esta situación me llevó a cuestionarme:
¿Qué tiene que ver este diario con lo que Dios
visualizó cuando nos creó hombre y mujer?
¿Qué tiene que ver este diario, con el mandamiento que
da muchísimas veces en la Sagrada Escritura: "Procread y multiplicaos y
henchid la tierra"?
¿Qué tiene que ver con la comunicación e intimidad que
prometen los instructores del método?
¿Qué tiene que ver con la alegría que un nuevo hijo
debería ocasionar en un matrimonio cristiano?
Profundizando un poco
más sobre el método Billings
A través de estas reflexiones puramente terrenas, fui
profundizando en pensamientos un poco más teológicos y fue entonces cuando
llegué a una conclusión sumamente extraña y preocupante:
Si es verdad que Dios es infinitamente sabio, que Dios
es el único dador de la vida, que Dios es mi Padre providente, que ha amado a
cada hombre de una manera única e irrepetible y le ha asignado a cada uno una
misión específica e irremplazable en la tierra, entonces tener un hijo es algo
maravilloso y ... vivir un estilo de vida Billings para limitar el número de
hijos, es una verdadera tontería!
Si, por el contrario, lo sensato es vivir un estilo de
vida Billings, en pro de la "paternidad responsable"... entonces tendríamos
que poner en duda esas verdades eternas.
¿Será posible que Dios no sea tan sabio, ni tan bueno,
ni tan providente?
¿Será posible que mi marido, mis hijos y yo misma,
podamos ser un producto de la irresponsabilidad de nuestros padres y no
creaturas de Dio s, elegidas desde toda la eternidad?
Al llegar a este punto en mis reflexiones, fue cuando
estallé y acudí a mi orientador moral en busca de ayuda: "Me choca el método
Billings! ¡Es incongruente lo que creo! ¿Cómo es esto posible, si me lo han
enseñado, aconsejado y promovido los mismos que han sido mis maestros en la
fe? ¿Qué debo creer? ¡Auxilio!".
A pesar de ser mujer, soy bastante racionalista y me
he dado cuenta en mi trabajo de que la fe y la razón se complementan a la
perfección. No hay nada que no concuerde maravillosamente.
Por esto, decidí pensar y pensar en estas
conclusiones, rezar y rezar, hasta aclarar los fundamentos de cada una de
ellas. A mi marido le quiero agradecer sus críticas, refutaciones, reclamos, y
racionalismos, (bastante mas racionales que los míos), pues me ayudó
enormemente a aclarar y fundamentar todas mis ideas.
Primera Reflexión: Si
Dios es infinitamente sabio...
Yo creo firmemente que Dios es infinitamente Sabio.
Creo, por lo tanto, que todo lo creado por Él está hecho con infinita
Sabiduría.
Gracias a que Dios es sabio, las leyes que puso en el
Universo son perfectas. Cada una tiene razón de ser y gracias a ellas los
planetas no se estrellan unos con otros, sino que giran en órbitas
perfectamente diseñadas.
Gracias a ellas, el agua siempre moja, el fuego
siempre quema y el equilibrio del universo se mantiene.
La sabiduría que se palpa en las leyes que rigen el
Universo, nos confirma que a Dios no le fallaron los cálculos.
A lo largo de la historia, hemos podido constatar las
consecuencias nefastas que acarrea para el hombre, intentar violar las leyes y
los ciclos planeados por Dios.
Al crear a la mujer, puso Dios en ella una maquinaria
reproductora sujeta a ciertas leyes:
a) Esta maquinaria fue diseñada para ser fértil
solamente unos cuantos días de cada mes, dur ante unos cuantos años de su
vida.
b) Las leyes que rigen esta maquinaria hacen que el
mecanismo hormonal prepare el cuerpo y la mente de la mujer para tener
relaciones en los días fértiles y no así en los infértiles.
Con estos ciclos sabiamente diseñados, Dios planeó que
las mujeres no pudiéramos tener ochenta hijos, sino cuando mucho... unos
quince, y esto suponiendo mucha juventud, mucha salud y relaciones sexuales
muy, pero muy frecuentes.
Ahora, siendo realistas... las mujeres cada día se
casan menos jóvenes y el ajetreo de la vida moderna hace que las relaciones
conyugales se vuelvan más escasas de forma natural en cualquier matrimonio.
Estas dos situaciones, ya por sí mismas, harán que nazcan menos niños en el
mundo, sin necesidad de ningún método de control de la fertilidad.
Pienso... Si Dios hubiera querido un número menor de
hijos, ¿no hubiera sido más fácil para Él, diseñar a la mujer para que fuera
fértil cada dos o tres años y no cada mes?
Pero no lo hizo así. Dios, la Sabiduría plena, diseñó
a la mujer fértil cada veintiocho días... y con el cuerpo y la mente
preparados para las relaciones sexuales justo en los periodos fértiles.
¿Cuáles habrán sido sus pretensiones?
¿Qué se escribieran muchos diarios como el de mi amiga
o que las familias fueran más numerosas?
La otra opción que me quedaba, era dejar de creer en
la sabiduría de Dios y pensar que en esto sí le habían fallado los cálculos.
El método Billings, como estilo de vida, nos lleva a
dudar de la sabiduría de Dios en cuanto a la frecuencia que deberían tener los
periodos fértiles: nos observamos, apuntamos, nos cuidamos, huimos de la
fertilidad como si fuera una maldición enviada por Dios o , por lo menos, un
error de su parte.
Segunda Reflexión: Si
Dios es infinitamente bueno...
Si creo que Dios es bueno, entonces no puedo cre er
que la fertilidad de la mujer, creatura de Dios, pueda ser algo malo, que haya
que controlar como si fuera una pasión desordenada.
Definitivamente, la fertilidad es algo bueno y querido
por Dios para que existan más hombres que dominen la tierra y que puedan
después gozar de la felicidad eterna junto a Él.
Sin embargo, en algunos matrimonios que viven el
método Billings como un estilo de vida, la fertilidad se considera casi un
defecto, a pesar de que todos sabemos que Dios les dijo a Adán y Eva: "Creced
y multiplicaos y henchid la tierra y dominadla" y que nunca les dijo:
"Multiplíquense con prudencia, hagan cálculos para que no caigan en la
irresponsabilidad".
Algo curioso sucede en el rito del matrimonio cuando
se les pregunta a los novios: "¿Estáis dispuesto a aceptar los hijos que Dios
les dé?"
Todos contestamos: "Sí, estamos dispuestos", pero los
que conocemos el método Billings pensamos... "¡sin olvidar nuestra gráfica
para evita rlos!".
En cientos de casos he podido ver, que lo primero que
planean los que se van a casar, es en cómo van a controlar la fertilidad, en
vez de hacer un plan de cómo van a controlar su egoísmo, su soberbia, su
ira... que son mucho más peligrosos para una relación matrimonial.
¿No valdría la pena incluir en los cursos
prematrimoniales una sesión de cómo hacer un plan de vida para dominar las
pasiones que son algo real, en lugar de enseñarles a controlar una fertilidad
que, irónicamente, no saben todavía si existe? Una pasión desordenada nos
puede perder eternamente; en cambio, seguramente ninguna mamá se irá al
infierno por el simple hecho de haber tenido muchos hijos.
Tercera Reflexión: Los
"fallos" del Método Billings
Estoy convencida de que el método Billings es
infalible.
Si no tienes relaciones sexuales en los períodos
fértiles, es lógico que no concibas un hijo, porque... simplemente, no hay
óvulo al que fecundar o las condiciones para los espermatozoides son
totalmente adversas.
Entonces... ¿Cómo explicar la existencia de tantos
niños concebidos en matrimonios que llevan fielmente el método Billings?
La única explicación que he encontrado, es que Dios es
Todopoderoso. Si Él pudo crear a todo el Universo sacándolo de la nada, si
pudo hacer que su Hijo naciera de una Virgen, si pudo hacer que nacieran Isaac
y Juan el Bautista de vientres ancianos e infértiles, entonces... podrá
perfectamente permitir que "falle" el Billings o cualquier otro método.
Sí. Él es capaz de hacer que se rompan las leyes
naturales que Él mismo creó, cuando así lo cree conveniente. Es lo que
reconocemos con el nombre de milagros.
Esta es la explicación que yo le doy al hecho de que
nazcan, de pronto, hijos a mujeres con las trompas ligadas, a mujeres que
toman anticonceptivos, a mujeres con dispositivo intrauterino y a mujeres que
l levan fielmente el método Billings, absteniéndose de tener relaciones
sexuales en los períodos fértiles.
¡Claro! Si Dios considera que un hijo va a ser una
bendición para ese matrimonio, puede servirse de que fallen las pastillas, que
se desliguen las trompas, que se mueva el dispositivo, que la mujer no se dé
cuenta de que está fértil. Tiene el poder para hacerlo y lo hace, porque ama
al hombre y quiere lo mejor para él.
Todos esos niños, son milagros permitidos y queridos
por Dios.
Cuarta Reflexión:
¿Puede ser un hijo, el producto de una irresponsabilidad?
¡Eres una irresponsable!
Estas fueron las palabras con las que una tía "me
felicitó" cuando supo que estaba esperando a mi cuarto hijo.
Una amiga de ella que estaba ahí presente, fue la que
intervino a mi favor diciendo: realmente es muy afortunada, mis dos hijas no
han podido tener bebés y llevan muchos años buscándolos .
Aunque yo lo sabía en mi interior, una vez más me
sorprendió escucharla. ¿Cómo es posible que algunas nos quejemos de nuestra
fertilidad y nos intentemos escapar de ella, con nuestra gráfica del método
Billings, mientras hay cientos de parejas que mueren por tener un hijo y no lo
consiguen por más tratamientos hormonales, operaciones quirúgicas y
experimentos que hacen por lograrlo?
¿Por qué Dios permite esas diferencias tan extremas?
¿No sería más justo que todos pudieran tener el mismo número de hijos?
Eso es un misterio, pero si creemos realmente que Dios
es sabio y bueno, creeremos también que lo permite por razones sabias y
buenas.
¿Qué razones podrá tener Dios para permitir que
existan matrimonios estériles mientras hay otros demasiado fecundos?
Las razones de Dios deben de ser muchas y muy
variadas, pero una razón buena para permitir que un matrimonio sea muy fecundo
es simplemente para que el mundo se llene de hombres y mujeres santos y se los
otorga a aquéllos que cree capaces de educarlos para la santidad.
Pero existen más razones: en el medio rural de todo el
mundo, los hijos significan el apoyo y la fuerza de trabajo necesarias para la
supervivencia de toda la familia. Ellos agradecen a Dios su fecundidad.
Por supuesto, sé que también existen matrimonios
fecundísimos que viven en la miseria total, como es el caso de cientos de
familias en la India. Éstas tienen una misión importantísima y es la de abrir
los ojos a todos aquellos que tienen de sobra y dicen que no pueden mantener
un hijo más. Dios quiere que se despierten en ellos los sentimientos de
generosidad y solidaridad que les ayudarán a su salvación eterna.
¿Y los matrimonios
estériles?...
En algunos, puede ser que Dios permita su esterilidad
para que ellos como matrimonio, tengan el tiempo suficiente para dedicarse a
la extensión del Reino de Cristo a través de obras apostólicas o humanitarias.
También podría ser que Dios permitiera la esterilidad
en un matrimonio para despertar en ellos la generosidad que implicaría adoptar
aquellos hijos no deseados por otros.
Otra razón puede ser, para demostrar con éstos
ejemplos a la humanidad entera, que un hijo es siempre un don de Dios y no un
derecho de todo matrimonio que quiera tenerlo...
Podemos evitar la vida, pero no tenemos poder para
darla. En el dar la vida a un ser humano, tiene que haber forzosamente una
intervención directa, una acción voluntaria de Dios.
El hombre, por más que se esfuerce por engendrar un
hijo, si Dios no le concede el don de la vida... ese hijo no nacerá.
Si es cierto que Dios es el dueño de la vida y que es
el único que puede concederla, entonces, un hijo no puede ser nunca producto
de un accidente de la naturaleza o de la debilidad de hombre, sino que siempre
será una acción voluntaria de Dios, que desea que ese hijo nazca a la vida.
Entonces... ¿Qué sentido tiene llevar el método
Billings? ¿Para qué tanta continencia, tantos miedos, tantas recriminaciones
que genera en una pareja? ¿No sería más fácil aceptar de antemano, con
humildad, el Plan de Dios en mi vida, aceptar mi fecundidad o esterilidad y
vivir con una total apertura mi vida conyugal tal como Dios la ordenó desde el
principio?
Después de todo, si concibo un hijo, será porque Dios
así lo quiso, pues solo Él es el dueño de a vida.
Quinta Reflexión: Si es
cierto que Dios ama a cada hombre y lo ha elegido desde la eternidad para una
misión insustituible...
La fe nos dice que Dios tiene un plan para cada
hombre. Nos dice que cada ser humano que llega a la vida ha sido pensado y
amado por Dios desde toda la eternidad.
Esto significa que cada niño, cada niña que llega al
mundo, tiene una misión irremplazable en este lugar; que cada ni ño está
llamado a conocer a Dios y a gozar eternamente de su presencia en el Cielo.
Si hoy quitaran esta parte de la fe y nos dijeran que
no es cierto, que somos sólo un accidente de la naturaleza, una
irresponsabilidad de nuestros padres....¿Qué sentido podría tener la vida?
Entonces, si es cierto que todos hemos sido pensados y
amados por Dios, si es verdad que cada niño que nace tiene una misión
irremplazable... ¿Con qué cara puedo yo decirle a Dios que no deseo traer más
hijos al mundo? ¿Con qué cara le puedo decir a Dios que no quiero que esos
niños en los que Él ha pensado desde siempre, lo lleguen a conocer?
¿Con qué cara podré ver a Dios el día del juicio
cuando me diga que Él había pensado en doce hijos míos como doce grandes
apóstoles, pero yo sólo acepté darle cinco, porque "me dio flojera empezar de
nuevo con los pañales"?
¿Con qué cara podría decirle a ese hijo mío, al que
todavía no conozco, que no voy a permitir que venga al mundo, porque "ya no
cabe en el cuarto de sus hermanos"?
¿Cómo le puedo negar el derecho de conocer a Dios, de
convertirse en templo del Espíritu Santo, de llegar al Cielo y gozar de una
felicidad eterna?
¿Cómo puedo negarle la vida a alguien por flojera, por
egoísmo o por no confiar lo suficiente en Dios?
¿Cómo puedo negarle al mundo la oportunidad de que un
hijo mío haga algo bueno por la humanidad, porque no permití que éste naciera?
Sexta Reflexión: Si la
Divina Providencia existe...
La fe nos dice que Dios, en su infinita Bondad, Poder
y Sabiduría, permite aquéllo y sólo aquéllo que puede ser bueno para la
salvación del hombre, pues Él sabe cómo sacar del mismo mal, un bien mayor.
Si es verdad esto, si es verdad que Él es mi Padre y
es Todopoderoso, entonces, no va a permitir que suceda algo contrario a mi
salvación. De hecho, ni siquiera permite que el demonio me ponga tentaciones
que yo no pueda vencer.
Entonces, si Él me manda un hijo al que yo no deseaba
ni buscaba, porque me sentía incapaz de educarlo, debo confiar en que Él mismo
verá la manera de concederme todo lo necesario para darle a ese hijo la
educación y el cuidado necesarios, para que pueda ser capaz de llegar al Cielo
a gozar eternamente de su Gloria.
Por ejemplo, supongamos que la razón por la que yo no
quiero tener otro hijo, es porque vivo en un departamento muy chico y sé que
los niños necesitan espacio para correr. Supongamos que Dios me lo manda
aunque yo haya hecho "tejes y manejes" para evitarlo. Entonces, si creo en la
Divina Providencia, puedo estar segura de que Dios me concederá la gracia de
tener un parque cercano o amigos que nos inviten a jugar a sus jardines.
Dios mejor que nadie, sabe lo que los niños necesitan.
¡Él los inventó!
Si creemos en la Providencia divina, debemos confiar
en Dios. Él es nuestro Padre. Él nos dará todo lo que necesitemos: llámese
pobreza o riqueza, llámese salud o enfermedad, llámese fertilidad o
infertilidad, llámese exceso de tiempo para convertir al hijo único en un
super-hombre o llámese falta de tiempo para que los quince hijos aprendan a
compartir, a ayudar, a sacrificarse por el otro. ¡Todo lo que Él permite es
bueno y está encaminado a nuestra salvación!
La única condición que Dios nos pone para darnos todo
lo necesario es "Buscar primero el Reino de Dios", es decir, esforzarnos por
cumplir su Voluntad en el estado y condición donde nos encontremos.
La cosa cambia cuando voluntariamente no cumplimos la
Voluntad de Dios, pues entonces, nuestra confianza no la podremos poner en
Dios y la tendremos que poner en cosas tan inestables como el alza de las
acciones en la Bolsa o en las tasas de interés bancario, o en una empresa que
hoy puede estar bien y mañana mal... ¡Eso sí es para ponerse a temblar!
Séptima Reflexión: Un
hijo siempre es un don
Los hijos, buscados o no, siempre son un don, una
bendición, un regalo maravilloso de Dios.
Llevo diez años de matrimonio, diez años de vivencia
intensiva del estilo de vida Billings y tengo cinco hijos.
Los dos primeros fueron concebidos "medio cumpliendo"
las reglas del método Billings. No buscábamos al hijo, porque, según nosotros,
como todos los recién casados, "todavía no era el momento adecuado", pero
sabíamos que estábamos rompiendo las reglas en días posiblemente fértiles: En
vez de seguir la regla que dice "un día sí y un día no y por la noche", era
"un día si y otro también a cualquier hora".
Estábamos "abiertos" a la concepción, pero... en los
días francamente fértiles guardábamos continencia. Ahora me pregunto: ¿Para
qué? ¡De cualquier forma quedé embarazada! Hubiera sido mucho más enriquecedor
para los dos, sabernos abiertos totalmente a la vida y entregarnos sin
reservas y sin la angustia de: ¿Será el día tres? ¿Me habré observado bien?
¡Qué susto!
Los dos son unos niños maravillosos. Dios sabía lo que
hacía al mandármelos.
A mi tercera hija, que es una preciosura, la
encargamos voluntaria y conscientemente. Recuerdo ese momento como el más
feliz de mi vida matrimonial. Era pleno día cúspide, sabíamos que estábamos
concibiendo un hijo. No hubo reservas, ni miedos, ni nada que limitara nuestra
entrega mutua. ¿No debía de ser eso lo normal en la vida matrimonial? Y yo, en
diez años de matrimonio, lo he experimentado una sola vez. ¡Qué desperdicio!
Mi cuarto hijo y mi quinta hija, fueron concebidos no
sé ni cómo ni cuando. Total continencia en días fértiles y posiblemente
infértiles. Exagerábamos las reglas del Billings a "un día no y otro tampoco"
antes del período fértil y en vez del: 1, 2, 3, 4, era: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 y
por la noche, después del día cúspide.
¿Para qué? Dios nos mandó a dos hijos preciosos, que
han sido una verdadera bendición. Él sabe lo que es bueno para nosotros.
Nosotros no nos sentíamos capaces de mantener y educar a un hijo más y Dios
nos consideró capaces, confió en nosotros y se ha encargado de darnos todo lo
necesario.
Somos bienaventurados. Los hijos son una bendición y
no un castigo de Dios. Hay que perder el miedo a los hijos. El miedo al hijo
estropea las relaciones conyugales. Un hijo es lo mejor que puede suceder y
Dios no nos mandará más de los que Él quiera, guiado por su infinita sabiduría
y bondad. ¿Por qué tener miedo a no ser capaces, a no tener tiempo, a no tener
dinero, a no tener salud? El problema es de Dios y no de nosotros, pues Él se
ha comprometido: "Buscad el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os
dará por añadidura".
A pesar de esto, estoy de acuerdo con el refrán
mexicano que dice: "A Dios rogando y con el mazo dando". Sé que no es algo
fácil, pues un mayor número de hijos implicará más trabajo, más cansancio ,
más sacrificio, menos tiempo para uno mismo, pero todo eso está implícito en
el buscar el Reino de Dios y su justicia. Nunca Jesús nos dijo que el camino
fuera fácil y si, estando abiertos a la vida, Dios decide, con Sabiduría y
Bondad mandarnos muchos hijos, será una manifestación clara de su Voluntad, y
no un producto de nuestra irresponsabilidad.
Octava Reflexión: ¿Y
los hijos de Francisca?
Una amiga muy cercana leyó mis reflexiones cuando
estaban aún en borrador y me dijo:
“No tengo nada que objetarte si pienso en ti, en tu
marido y en tus hijos...todos los que llegues a tener. No dudo que sean una
bendición, que tengan una misión, que Dios los haya amado desde siempre.
Pero...¿y los hijos de Francisca...?”
Francisca es una señora que trabaja en casa de otra
amiga mutua. Es madre soltera de siete hijos, cada uno con un padre distinto.
Los niños viven “encargados” con la abuela, la tía, la c omadre, etc. Muchos
días no tienen qué comer y visten harapos conseguidos en las ventas de garage
del vecindario.
Su pregunta me hizo reflexionar, pero al final la
conclusión fue la misma:
Dejando a un lado los juicios que podamos emitir
acerca de la bondad o maldad de las acciones de la madre, su responsabilidad o
falta de ella al engendrar dichas vidas; si es verdad que Dios es Bueno,
Todopoderoso, Providente y Único dador de vida, no nos puede caber la menor
duda de que esos niños harapientos y desnutridos, fueron queridos por Él y
tienen una misión importante que cumplir en esta vida.
Humanamente es difícil de entender, pero si creemos en
la vida eterna, todo cobra sentido automáticamente. La vida siempre es un don,
aunque esté llena de sufrimientos y amarguras, pues es la oportunidad para
alcanzar una eternidad feliz junto a Dios.
La vida es sólo un puntito en la eternidad y cualquier
sufrimiento vale la pena, para alcanzar esa vida et ernamente feliz junto a
Dios.
A los hijos de Francisca se les pedirá mucho menos que
a otros para alcanzarla. ¡Esos niños también son una bendición, una muestra
del amor de Dios por el hombre!
Lo mismo podemos decir de los minusválidos, los
deformes, los enfermos mentales, los abandonados, los que mueren de hambre en
la India... Todos ellos fueron amados por Dios desde siempre y todos tienen
una misión especial e importante en este mundo.
Novena Reflexión: La
paternidad debe ser responsable
El término “paternidad responsable” surgió por primera
vez de la Iglesia, refiriéndose a la responsabilidad que implica ser padres.
Y el Papa y los obispos han seguido hablando de ello
en sus documentos, pero su significado original ha sido desvirtuado por
algunos gobiernos y asociaciones que dicen luchar contra la sobrepoblación.
De esta manera, el término “paternidad responsable” se
ha convertido en slogan publicitario y , usado de esta manera, nos ha llevado
a creer que la responsabilidad de los padres se mide en función al número de
hijos y ...¡no tiene nada que ver una cosa con la otra!
Lo triste es que esta situación ha engañado a muchos
creyentes y no creyentes, a sacerdotes y laicos. Ha disfrazado la verdad,
escondiendo bajo la palabra “responsabilidad” al egoísmo, a la sexualidad
desenfrenada, al materialismo, a la comodidad...
El término “paternidad responsable” entendido como
“pocos hijos para darles mucho” es un engaño, pues algunos de los que lo
siguen, justamente lo hacen por no asumir una nueva responsabilidad, ya sea
por flojera, por egoísmo, por falta de generosidad o por falta de confianza en
Dios.
Sin embargo el término es muy valioso cuando se le da
su primer significado que se refiere a hacerse responsables de los hijos que
se tengan. De esta manera, la paternidad responsable se ejerce una vez que el
hijo nace y no impidiendo que éste nazca.
La “paternidad responsable” no consiste en limitar el
número de hijos, sino en asumir la responsabilidad, desde el momento de la
concepción, de educar y amar a ese hijo con el esfuerzo, el tiempo, el
trabajo, el sacrificio que sea necesario.
Si un matrimonio no desea asumir esa
responsabilidad...¡que se abstenga de tener relaciones!
Pero si “a-priori” se ha asumido dicha responsabilidad
y se confía en que Dios suplirá nuestras limitaciones, entonces... ¿por qué
abstenerse de los goces propios y exclusivos del matrimonio, exactamente en
los días en que el organismo está preparado para ellos?
Es cierto que sería irresponsable aceptar una nueva
responsabilidad cuando se ve claramente que no puedo cumplirla. Pero la
responsabilidad de una nueva vida sólo la puede dar Dios y la da con una
promesa: “No os preocupéis... vuestro Padre que está en los Cielos ya sabe que
necesitan. Busquen el Reino de Dios y todo lo demá s se les dará por
añadidura”, que en otras palabras significa: “Yo te daré lo que necesites.
Confía. Soy Todopoderoso y te amo.”
Es cierto... es “menos malo” no aceptar la
responsabilidad, que aceptarla y no cumplirla. Pero sin duda, lo mejor es
aceptarla y cumplirla ¿no es cierto?
Décima Reflexión: ¿Cuál
puede ser una razón grave?
El Santo Padre, quien conoce muy bien a Dios, nos dice
que es lícito usar el método de la continencia periódica para espaciar los
embarazos, cuando exista una razón proporcionalmente grave que así lo amerite.
¡Ojo!, nos dice “es lícito”, pero no nos dice “es recomendable” o “es
obligatorio” y nos habla de “espaciar” mas no de “limitar”.
En todos los documentos de la Iglesia alrededor del
tema, desde la Humane Vitae hasta la Evangelium Vitae pasando por la
Familiaris Consortio y el Nuevo Catecismo, se habla de que una “razón grave”
puede ser: económica, social, fisiológ ica o psicológica, pero no se
especifíca cuantitativa ni cualitativamente, es decir: no se aclara qué tan
pobre o qué tan enfermo o qué tan loco tiene que estar uno para que sea lícito
espaciar los nacimientos.
Y como no se aclara, el deseo de “ser responsables” de
acuerdo al slogan, ha hecho que muchos matrimonios crean que una razón grave
puede ser:
- “el no poder mandar a los hijos a una escuela
costosa” ¿Qué sabemos nosotros si el ir a esa escuela les ayudará para su
salvación? Si Dios lo quiere y sabe que esto es indispensable para la
salvación de los hijos, ya se encargará Él de que podamos conseguir una beca.
- “el no podernos ir todos los años a Disneylandia” ¿
Nos enriquece Disneylandia de tal manera que sea indispensable para la
salvación? ¡San Agustín no la conoció y sin embargo se fue al Cielo!
- “el no tener una casa suficientemente grande para
que cada hijo tenga su recámara con baño y vestidor” ¿ No será más
enriquecedor para los niños el aprender a convivir en un espacio más pequeño?
- “el no tener tiempo suficiente para llevar a todos a
clases de karate, computación, tenis y todo lo necesario para ser super-hombres”
¿No será más santificante el convivir en casa y aprender a compartir a mamá
con los otros y a ayudarse mutuamente?
- “el no tener paciencia suficiente para lidiar con
más de dos” ¿No es la paciencia un fruto del Espíritu Santo? ¿No deberíamos
confiar en que Dios nos la dará, si sabe que la necesitamos, en que vendrá
incluida con el siguiente hijo?
- “el no tener tiempo para atender a todos como a mí
me gustaría” ¿Y cómo le gustaría a Dios que yo los atendiera? Las mamás
siempre tendemos a la sobreprotección y tal vez Dios quiere que nuestros hijos
aprendan a ser autosuficientes más rápido por alguna razón que Él conoce y
nosotros no.
Nosotros no lo podemos saber, pero Dios lo sabe todo y
nos ama. ¿Por qué no dejarlo decidir a Él si nuestra razón e s grave o no? El
camino fácil es poner cualquier pretexto de gravedad. ¡Hay que aprender a
confiar en su Divina Providencia, cuidando solamente el poner todo de nuestra
parte, para cuidar y educar a aquellos hijos que Él, guiado por su Bondad y
Sabiduría, nos mande!
Esos hijos serán una muestra clara de su Voluntad, una
prueba viviente de cuál es la misión que nos tiene encomendada desde toda la
eternidad.
A pesar de todo lo dicho, estoy de acuerdo en que
pueden existir razones verdaderamente graves, por ejemplo:
- “mi matriz está destrozada, me pongo en peligro de
muerte con un embarazo”.
- “mi marido y yo tenemos serias desavenencias y
pleitos continuos”.
- “estoy en tratamiento psiquiátrico pues tengo un
problema emocional grave”.
En esos casos, no se puede asumir la responsabilidad
de cuidar y educar a un hijo y por lo tanto, puede recomendarse la continencia
y tal vez no sólo periódica, sino total y permanente, pu es lo contrario sería
un atentado contra la misma vida.
Pero... ¿continencia por miedo al sacrificio que
traerá la concepción de un hijo? Eso tiene mucho de egoísmo y poco de amor.
Este sacrificio sería tan vano como el de las mujeres que dicen “sacrificar”
su maternidad por mantener una figura esbelta.
La continencia por miedo al hijo, puede ser más
egoísta que la misma píldora: eso de tener que tomarse diariamente y sin
falta, unas pastillas que engordan, sacan acné, generan hemorragias, destruyen
el sistema hormonal y lo peor de todo, anulan la posibilidad de recibir a
Jesús sacramentado, sólo por complacer a un marido que no quiere más hijos, es
más difícil y arriesgado sin duda alguna, que negarse a tener relaciones en
los períodos fértiles.
Del mismo modo, podría resultar menos egoísta el ser
capaz de arriesgarse por amor al marido, a una operación de ligado de trompas
o de vaciado de matriz que le generarán unas molestias horribles física y psi
cológicamente.
Usar el método Billings sin tener una razón grave para
evitar el embarazo, puede ser tanto o más nocivo que los métodos artificiales,
pues además de ser un camino más fácil, deteriora la comunicación en el
matrimonio y genera unas relaciones “semi-obligadas” y poco satisfactorias,
como se ve en el diario de mi amiga.
El método Billings no es malo, pero no debe ser un
“estilo de vida” sino solamente un “rómpase el cristal en caso de emergencia”
para recurrir a él en los momentos aislados de la vida matrimonial en los que
exista una razón verdaderamente grave para no tener otro hijo.
Valdría la pena preguntarles a todos los matrimonios
que creen santificarse por llevar el método Billings ¿Cuál es tu “razón grave”
para no desear más hijos?
También deberíamos preguntarles a algunos promotores
del método, si no se sienten mal de hacer creer a los jóvenes próximos a
casarse, que para ser “responsables” deben “controlar” el don mas grande que
han recibido de Dios, el de ser capaces de ser co-creadores con Él.
¿No sería mejor utilizar todos sus esfuerzos y
recursos, humanos y materiales, para convencer a los hombres de que deben
confiar en Dios Padre, Sabio, Todopoderoso, Providente y Bueno?
Decimoprimera
Reflexión: La continencia como medio de santificación
La continencia voluntaria de la pareja puede ser un
excelente medio de santificación, cuando está basada en el deseo de formar la
voluntad, hacer un sacrificio por alguna causa noble, mejorar las relaciones
de la pareja o reparar las penas merecidas por el pecado.
Pero... cuando está basada en el miedo a tener otro
hijo por falta de generosidad, no sirve como medio de santificación.
Hay gentes buenas que desean ser fieles a Dios, a las
que por desgracia, las presiones sociales les han hecho creer que su
continencia basada en deseos materialistas es un sacrifi cio con el que
agradan a Dios.
Las parejas que desean utilizar la continencia
periódica como medio de santificación, deberían poner una fecha fija para su
continencia, por ejemplo todos los viernes o toda la cuaresma y no fijar esas
fechas en función a los periodos fértiles, pues el miedo al hijo puede
estropear o enturbiar su trabajo de santificación.
Decimosegunda
Reflexión: ¿Es el método Billings un mal necesario?
Existen organizaciones buenas como WOOMB, que
promueven el método Billings entre las masas, para contrarrestar la acción de
las autoridades anti-natalistas.
Es verdad, si el método no se promueve, entonces la
gente caerá en el uso de anticonceptivos o en el aborto que tienen peores
consecuencias.
Pero...¿Es el Billings lo que debe promoverse o la
generosidad y la Confianza en Dios?
Cuando le preguntaron a Jesús acerca de por qué Moisés
aceptaba el repudio, Él di jo: “Eso era por la dureza del corazón del hombre,
pero en un principio no fue así...Lo que Dios ha unido, no lo separe el
hombre”.
Jesús contestó esto, no porque creyera que el corazón
del hombre había cambiado, sino porque sabía que nos iba a dejar el Sacramento
del Matrimonio, mediante el cual, el mismo Dios ayudaría al hombre a ser capaz
de cumplir con la indisolubilidad y la unicidad de la unión conyugal.
El hombre no había cambiado, pero antes estaba solo y
ahora contaba con la fuerza del Sacramento, con la fuerza del mismo Dios.
¿Será acaso que ahora se promueve el método “debido a
la dureza del corazón del hombre”? ¿Es la promoción indiscriminada del mismo,
un mal que se permite para evitar otros peores? ¿No es el Sacramento lo
suficientemente poderoso como para también ayudar a la pareja a confiar en
Dios en este aspecto? ¿Tendrá que venir Jesucristo de nuevo para instituir un
nuevo Sacramento que ayude a los matrimonios a confiar en la mano Providente
de Dios?
¡No es posible! La gracia del sacramento es
suficiente.
Lo que sucede y deberíamos de aceptar, es que nuestra
fe es muy débil y preferimos creer en las erróneas y falaces teorías
Maltusianas, las cuales, a pesar de haber sido desmentidas miles de veces,
siguen asustándonos con sus historias de un mundo superpoblado e incapaz de
alimentar a todos.
Aquí transcribo algunas citas del Evangelio que me
encontré cuando andaba en mi crisis de conciencia y todas ellas me confirmaron
mis conclusiones:
· “El que recibe a uno de estos pequeños, a mí me
recibe...”
· “No os preocupéis por lo que habéis de comer...pues
vuestro Padre Celestial ya sabe lo que necesitan...”
· “Busquen el reino de Dios y todo lo demás se os dará
por añadidura”
· “Todo lo que hicisteis a uno de ellos, a mi me lo
hicísteis”
· “¡Ay de aquél que rechace a uno de estos pequeños,
pues los ángeles que los cuidan miran l a gloria de Dios!”
· “Recibiréis el ciento por uno en esta vida y después
la vida eterna...”
No encontré ninguna que dijera: “Procread y
multiplicaos con responsabilidad, no vaya a ser que vuestra generosidad le
gane a la Providencia de Dios”.
Decimotercera
Reflexión: Lo que el Dr. Billings nos dice...
Mientras mi conciencia me gritaba que no estaba bien
el estilo de vida Billings, cayó en mis manos el libro “El Amor es más fuerte”
en el que el autor en la pág 208, cita al Dr.Billings, quien advierte:
“Es particularmente desaconsejable, en los primeros
años del matrimonio, que los momentos de experiencia sexual sean determinados
por la infertilidad mas bien que por la inclinación natural. Además, la
evasión del embarazo en esta época, es notablemente peligrosa para la
estabilidad del matrimonio” (Método de la ovulación, ed. Paulinas, México
1976)
¿Por qué no nos dicen eso en los cursos del método
Billings?
Conclusión final: El
mundo necesita hombres y mujeres santos
Si de verdad creo en el valor de la vida...
Si de verdad creo que Dios es Todopoderoso y que es el
único dador de vida...
Si de verdad creo en su Divina Providencia...
Si de verdad creo en la vida eterna...
¿Qué razón puede ser tan grave como para que sea
preferible no permitir que un nuevo ser humano tenga la oportunidad de gozar
de la felicidad eterna junto a Dios?
¿No será un grave pecado de omisión dejar de traer un
hijo a la vida, pudiéndolo haber hecho?
En cierta ocasión la Madre Teresa de Calcuta dijo:
“Los hijos son como las estrellas...
nunca podremos decir que hay demasiados.”
Y es verdad. Nunca serán demasiados, porque la
situación actual del mundo necesita de muchos hombres y mujeres santos que
enseñen la Verdad a toda la humanidad. Y si no los engendramos los
católicos....¿quién lo hará?
Termino retomando las palabras preferidas del Santo
Padre: “¡No tengaís miedo!”.
Si de verdad creo en Dios, no puedo desconfiar de Él,
no puedo tener miedo, ni siquiera ante la posibilidad de la enfermedad o la
muerte, pues Él mismo, con su Pasión, nos enseñó que cualquier sufrimiento
vale la pena con tal de conseguir la vida eterna. Y la única manera de que
nuestros hijos la alcancen, es permitiéndoles nacer.
“ Las familias numerosas son un signo de bendición
divina y de la generosidad de los padres”. (cf GS 50, 2)