La cristología

ante los retos

del diálogo interreligioso

Jerónimo Bórmida,

setiembre 2006

 

I.- DOS NOTAS PREVIAS

La primera: estamos trabajando teológicamente la persona y el rol de Cristo en una época bisagra. El eje de la cultura está cambiando y no sabemos muy bien dónde ubicarlo y cómo describirlo. Queramos o no el vértigo de los cambios afecta nuestro pensamiento y nuestro discurso.

La segunda: no podemos olvidar ni un segundo que la religión del mercado es hoy la dominante, omniabarcante y omnipresente. Las diferentes confesiones cristianas, las corrientes del Islam, los diversos tipos de budismos, y todas las demás religiones, aparecen subordinadas al Dios mercado.

1.- Tiempo axial

Estamos ante uno de los tiempos axiales o tiempos ejes, ante un verdadero cambio de  época. Un cambio así se produjo, probablemente durante el primer milenio a.C. el paso de la conciencia arcaica, cósmica, mítica, a la preponderancia la condición reflexiva, abstractiva, objetivadora. El panteísmo de la cosmovisión fetichista-animista dio paso a politeísmos en los que los dioses abandonan la tierra y se refugian en Olimpo, dejando al hombre solo en la tierra, en lucha con las divinidades por el dominio y transformación de la naturaleza.   

Se dice que hoy estamos pasando de una conciencia fundamentalmente colectiva a otra en la que emerge la identidad personal individual. La persona ya no lucha por independizarse de los dioses, sino de la sociedad  y sus condicionamientos.

Sea como fuera, nadie duda que estamos cambiando de mundo y las religiones no se libran de la transformación. Una realidad desaparece y otra está emergiendo sin modelos ni preestablecidos ni previsibles.

La Cristología hoy se enfrenta no solamente a una nueva relación entre movimientos religiosos, sino a un crecimiento de la increencia.  Ciertamente que el mundo cristiano se descristianiza, pero también están en crisis todas las creencias, las prácticas, las constelaciones de símbolos, las normas y los comportamientos éticos, los sentimientos, las configuraciones institucionales (democracia, monarquía, parlamento, universidad... Iglesias, etc, etc). Parecería que está naciendo un cambio de sentido global en la autocomprensión del ser humano.

Señalo dos aspectos estructurantes de esta nueva perspectiva: la cosmovisión evolutiva y las nuevas dimensiones de tiempo y espacio.

a) El desafío de una cosmovisión evolutiva

Creo que aquí radica la revolución copernicana de toda la teología, elaborada sobre paradigmas estáticos y fijistas del hombre en el universo.

Hasta hace pocos decenios era doctrina común que el universo tenía una edad de unos seis mil años. Era un tiempo encuadrable en la historia bíblica. Repasemos algunos de los datos que nos eran pacíficos:

Ateniéndonos a la cronología de la Biblia desde la creación del mundo hasta el advenimiento de Jesucristo habían transcurrido cuatro mil cuatro años. El año 129 empezó la tierra a llenarse, y los crímenes a aumentar. El año 1656 sucedió el Diluvio. En 1757, los hombres intentaron construir la Torre de Babel. Dios llamó a Abraham en 2083. La ley escrita fue dada a Moisés cuatrocientos treinta años después del Diluvio y el mismo año que el pueblo hebreo salió de Egipto y así siguiendo...

En primer lugar hoy tenemos que adoptar un nuevo paradigma: el de un mundo evolutivo que no terminó de evolucionar.

Tiende a aparecer en todo nivel (países, familia, credos, profesiones) como dos tipos humanos, más y más marcados e irreductibles: de una parte, el hombre que cree y de otra el que no cree en el progreso.

Lo que finalmente tiende a separar a los hombres de hoy en dos campos, no es una clase, sino un espíritu: el espíritu de movimiento.

Infaliblemente, en cada caso, aquello que nos parecía antaño lo más inmóvil, y lo más estable, se descubre a nuestros ojos como lo más irresistible y fundamentalmente moviente.

La Evolución, una condición general a la cual deben ajustarse y satisfacer, para ser pensables y verdaderas, todas las teorías y todas las hipótesis, todos los sistemas. Una luz esclarecedora de todos los hechos..."[1]

Hoy se habla de 15 millones de años para el Big-Bang inicial, de al menos un millón de años para la vida de la humanidad en el planeta. El planeta tierra aparecería hace 5 mil millones de años, la vida en el océano hace 3 mil quinientos, hace 245 millones aparecerían los dinosaurios y los primeros mamíferos pequeños.  Si se hiciera un cuadro con 365 divisiones, como si fueran los días del año, y se pone la aparición de la tierra el 1 de enero, los dinosaurios tiene que esperar hasta octubre, el hombre hasta el 31 de diciembre a las 5 de la tarde. La aparición de Cristo la ubicaríamos en las últimas milésimas de segundo del año.

Piénsese en lo que significa a esa escala el brevísimo lapso de la revelación bíblica, y sáquese la consecuencia: la inmensa mayoría de los seres, la mayoría de los humanos nada tuvieron que ver con la Biblia y menos con Cristo.

Desde el enfoque evolutivo Teilhard de Chardin encuentro un nuevo sentido a la cristología:

En el mundo estrecho y parcelado y estático donde vivían nuestros padres, Cristo ciertamente era amado y vívido por los fieles, tanto como en la actualidad, como aquel de quien todas las cosas dependen y en quien el universo "encuentra su consistencia". La teología no parecería preguntarse acerca de si cualquier forma posible de universo era compatible con una economía de encarnación. En un universo unificado, de estructura cónica, Cristo encuentra un lugar preparado con toda lógica: el de la cima, de donde irradiar hacia todos los siglos y todos los seres. Y gracias a los lazos genéticos que corren entre todos los grados del tiempo y del espacio, entre elementos del mundo convergente, la influencia crítica, lejos de confinarse en las misteriosas zonas de la "gracia", se difunde y penetra en la masa entera de la naturaleza en movimiento.[2]

El tiempo tiene otra dimensión:

Las prodigiosas duraciones que preceden a la primera Navidad no están vacías de Cristo, sino penetradas de su influjo poderoso. El bullir de su concepción es el que remueve las masas cósmicas y dirige las primeras corrientes de la biosfera. La preparación de su alumbramiento es la que acelera los progresos del instinto y la eclosión del pensamiento sobre la Tierra.

No nos escandalicemos tontamente de las esperas interminables que nos ha impuesto el Mesías. Todas estas preparaciones eran cósmicamente, y biológicamente necesarias para que Cristo hiciera su entrada en la escena humana.

b) El desafío de un espacio enormemente grande e insospechadamente pequeño

Y pregunto yo: ¿Es que no han oído? ¡Cierto que sí! Por toda la tierra se ha difundido su voz y hasta los confines de la tierra sus palabras (Rom  10, 18).  

San Pablo pudo todavía abrigar la ilusión de haber llegado con el anuncio de Jesús hasta las últimas fronteras de la tierra. La ecumene de los griegos es ridículamente pequeña en relación a cualquier mapamundi actualizado, en el que conste el número y la diversidad de pueblos y culturas que habitaron y habitan el planeta. La mayoría aún hoy ignora el hecho Cristo.

La Vida pertenece tempóreo-espacialmente a la categoría de los objetos inmensos. Pertenece a lo Inmenso. Inmensamente grande e inmensamente pequeño.

Teilhard nos ha permitido ubicar a Cristo tanto en el vértigo de las distancias siderales, como en asombrosa pequeñez de la física quántica. Desde la galaxia hasta el quark. Podría decirse que en este momento la Ciencia no progresa más que rompiendo una tras otra, en el mundo, todas las envolventes de estabilidad, ya que el resultado ha de ser que, bajo la inmovilidad de lo ínfimo, aparezcan movimientos extra-rápidos; y, bajo la inmovilidad de lo inmenso, movimientos extra-lentos.

Esto reformula radicalmente el axioma de Hechos 4,12: no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos.

2.- La religión del mercado

En la Gran Confrontación, el Armagedón del Apocalipsis (Ap 16, 13; cf 12, 7), los antagonistas no son las llamadas religiones mundiales que combaten entre sí. Por un lado tenemos a las Religiones, llamémosle clásicas y por otro la nueva Religión del Mercado.

La Religión del Mercado es la prevalente, la más extendida en nuestro mundo contemporáneo. Especialmente en los países dominantes es la religión a la que pertenece la mayoría de la población. La Religión del Mercado es más importante que las grandes religiones de pertenencia social o cultural, llámese cristianismo, judaísmo, budismo o con cualquier otro nombre...

No hay salvación fuera del consumo y el culto a los dioses del mercado exige liturgia y adoración diarias, que no conoce días de precepto: se adora de lunes a lunes, las 24 horas.

Exige fe total, absoluta, ciega, en el dogma de que el crecimiento económico, sin restricciones y sin interferencias de los gobiernos, traerá la salvación al mundo entero. Todos los demás valores desde la soberanía nacional hasta la ética individual, se subordinan al mercado, seguros de que la prosperidad permitirá al ser humano solucionar sus necesidades no económicas.

El Libre Mercado es el Señor tu Dios; no tendrás dioses extraños delante de él es el gran y único mandamiento. El dogma principal: Fuera del libre mercado no hay salvación.

II. DIÁLOGO INTERRELIGIOSO Y  CRISTOLOGÍA

También aquí dos prenotanda.

En primer término hay que tener en cuenta que las iglesias cristianas están urgidas por el diálogo con otras religiones cuando han perdido, al parecer definitivamente, el status hegemónico que detentaban en los regímenes de cristiandad.

En segundo lugar, por primera vez en la historia el planeta toma conciencia clara de la real dimensión del pluralismo cultural, étnico, lingüístico y religioso de la humanidad. La contracara de la globalización ha sido el reclamo de respeto, dignidad y autonomía a una innumerable gama de las particularidades de los pueblos. Como ejemplo: en Ecuador, hace pocos años, el movimiento indígena exigía que el gobierno se reconociese como un Estado pluri-cultural, pluri-lingüístico, pluri-étnico y pluri-nacional. 

 

1.- Pérdida de hegemonía de las religiones oficiales

Generalmente las iglesias de occidente parten del supuesto de la secularización de las sociedades que se dan en llamar poscristianas. La realidad es algo más cruel. Si las creencias religiosas formaban parte de los supuestos culturales de la sociedad occidental desarrollada, hoy en día no solo el factor religioso perdió vigencia cultural, sino que hasta la palabra Dios resulta un resto fósil que perdura por inercia en el lenguaje. Seguimos nombrando a Dios como decimos que el sol se pone y sale la luna, imágenes precopernicanas sin sentido real[3].

Las declaraciones del magisterio de la iglesia la emprenden contra doctrinas teológicas y contra personas de teólogos; parecen olvidar que el problema es la realidad, no las teorías.

Por una parte, la religión perdió influjo no solo en los terrenos político, social y cultural sino en el de la vida cotidiana. La moral oficial de la Iglesia ya no regula la moral familiar, sexual y social de los fieles. Hasta el ateísmo militante dejó su lugar a la increencia, peor, la indiferencia. El cristianismo es considerado un fenómeno histórico que no interesa.

De un lado vemos a muchos jóvenes criados en una cultura arreligiosa ya no sienten ni nostalgia por lo religioso ni la necesidad de religiones establecidas. Por otro, parece cierto también que muchos contemporáneos mantienen la búsqueda de lo trascendente a través de experiencias estéticas, éticas o de compromiso con los otros. Está de vuelta lo sagrado más primitivo y tienen un cierto éxito grupos religiosos de tipo fundamentalista, las más de las veces sincretistas.

Ante la incapacidad de respuesta de las estructuras religiosas oficiales son posibles dos reacciones contrapuestas.

La primera consiste en replegarse, preocuparse solamente por la propia identidad y por la fijación ortodoxa de las creencias. La segunda se preocupa por subsistir a toda costa dentro de las nuevas coordenadas culturales, que puede implicar la descomposición de la propia identidad.

2.- El pluralismo religioso

El pluralismo es uno de los rasgos distintivos de la modernidad. Las identidades culturales y religiosas han entrado a formar parte de la conciencia planetaria. Todas las religiones se han debido confrontar a pueblos extraños a la propia religión y cultura y poco a poco se han visto obligadas a abandonar las posturas exclusivistas (somos los únicos que ofrecemos salvación), al menos en sus formulaciones más radicalizadas. Recuérdese la Lumen Gentium 14: no podrían salvarse quienes, sabiendo que la Iglesia católica fue instituida por Jesucristo como necesaria, rehusaran entrar o no quisieran permanecer en ella.

El clima de comprensión y diálogo entre las religiones ha crecido cualitativamente. Juan Pablo II ha sentado magisterio tanto gestual como textual[4].

Quisiera precaver de un punto de vista tan engañoso como habitual en la teología católica: pensar a Cristo en relación con las grandes religiones tradicionales, olvidando generalmente las religiones periféricas al pensamiento etnocéntrico europeo de la teología católica. La Bibliografía apunta al Islam, el Budismo… quizá el hinduismo… difícilmente integre el mundo de las religiones africanas o americanas, maya, azteca, guaraní o afroamericana. 

La sociedad plural se va deslizando insensiblemente del concepto de diálogo interreligioso a la noción de pluricentrismo religioso, cuyos corolarios preocupan a los dirigentes de la iglesia católica.

Mencionemos solo tres:

El cuerpo de mediaciones (libros sagrados, dogmas, ritos…) que constituye cada religión no puede atribuirse carácter universal y absoluto.

Las religiones nacen y se desarrollan en un humus histórico-cultural, y por lo tanto son relativas.

Toda religión se ubica frente a las demás como una de las propuestas, históricamente condicionadas y relativas.

El debate cristológico contemporáneo se ha centrado en torno a las llamadas teologías del pluralismo religioso y no es fácil medir las consecuencias de este pluricentrismo para la cristología.

En el fondo subyace la convicción de que la verdad divina es inasible tanto por el entendimiento como por la experiencia religiosa. El Absoluto no puede revelarse en la historia de forma plena y definitiva. Todo lo más que se encuentra en la historia son modelos, figuras ideales que remiten al Totalmente Otro.

Además, si bien Jesucristo es Dios y hombre verdadero, la limitación de la naturaleza humana de Jesús hace que la Revelación de Dios en Él no se puede considerar completa y definitiva y solamente puede ser entendida cabalmente en relación a otras posibles “revelaciones” de Dios expresadas en los guías religiosos de la Humanidad y en los fundadores de las religiones del mundo.

III.- CRISTO Y LAS RELIGIONES

Nota previa

El planteamiento de la cuestión a mi entender está viciado desde la raíz. El discurso sobre el hombre y sobre Dios se reduce a la búsqueda humana de la salvación del hombre. La cristología se ha reducido a soteriología. Nuestra teología, nuestra moral, nuestra praxis sacramental no está centrada en el absoluto de Dios. Las religiones son vistas como caminos humanos para la salvación humana, y no como ofertas amorosas de un Dios loco de amor. Si no mantenemos en el horizonte el manikon eros de Dios el discurso cristológico aparecerá irremediablemente falseado.

En la primera mitad del Siglo XX, impedido el acceso del fiel normal a los libros santos, llamábamos historia sagrada al caminar de Dios con su pueblo. Superado el dualismo sagrado-profano prevaleció la expresión Historia de salvación aplicada a la Biblia y a la vida del Antiguo y del Nuevo Pueblo de Dios. Sin embargo la Biblia puede ser llamada también con toda legitimidad, historia de la alianza, o de las alianzas de Dios con su Pueblo; historia de la pedagogía de Dios; historia de la admirable condescendencia de Dios que caminó con su Pueblo y con los pasos de su Pueblo. Yo prefiero llamarla historia de la progresiva divinización del hombre y del cosmos en Cristo... 

Todo el discurso sobre las religiones se centra y casi se reduce a la discusión sobre la calidad de la oferta soteriológica comparada y esto inviabiliza el discurso. A pesar de lo cual me mantendré en el horizonte epistemológico habitual, por problemas comunicación y de lenguaje. A la hora de relacionar a la salvación que ofrece Jesús con las ofertas de otras propuestas religiosas, presentaré las siguientes cinco alternativas, más o menos complementarias

1.- Cristo contra las religiones: mi religión es la única verdadera; 2.- Cristo en las religiones: mi religión incluye a todas las demás;  3.- Cristo y las religiones: mi religión convive con las demás; 4.- Cristo con las religiones: todas las religiones son verdaderas; 5.- El Cristo del Reino de Dios: Jesús no fundó una religión, anunció el Reino de Dios.

1.- Cristo contra las religiones

Es la postura típica de una teología caracterizada por un cristocentrismo y un eclesiocentrismo excluyentes. Cristo y el cristianismo mantienen una relación irreconciliable con todo el resto de las religiones. Se desliza naturalmente de un no hay otro nombre que el de Jesucristo por el que podamos ser salvos, del libro de los Hechos, a un “fuera de la Iglesia, no hay salvación”[5].

El concilio de Florencia, en 1442 afirma: 

Firmemente cree, predica  y profesa –el concilio- que nadie que no esté dentro de la Iglesia católica, no sólo  paganos, sino también judíos, herejes y cismáticos, puede hacerse  partícipe de la vida eterna, sino que irá al fuego eterno que está  aparejado para el diablo y sus ángeles (Mt 25,41), a no ser que antes  de su muerte se incorporase a la Iglesia.

Pío IX, en su Syllabus, condena esta proposición del Indiferentismo:

Por lo menos deben tenerse fundadas  esperanzas acerca de la eterna salvación de todos aquellos que no se  hallan de modo alguno en la verdadera Iglesia de Cristo.

BONIFACIO VIII, en su Bula Unam sanctam (18 de noviembre de 1302) reduce aún más las posibilidades de salvación: someterse al Romano Pontífice es condición de toda necesidad de salvación para toda humana criatura[6].

Juan XXII[7] en 1321 propone como doctrina de la Iglesia Romana que las almas de aquellos que salen del mundo sólo con el pecado original bajan inmediatamente al infierno.

El doctor Juan Ginés de Sepúlveda (años 1552-1553) en su conocida controversia con Bartolomé de Las Casas sobre los medios que deben ser utilizados para la guerra justa contra la idolatría, concluye que:

es lícito subjectar estos bárbaros desde el principio para quitarles la idolatría y los malos ritos, y para que después desto no puedan tornar atrás ni caer en herejías y con la conversación de los cristianos españoles más se confirmen en la fe y pierdan ritos y costumbres barbáricas.

Cristo es el único mediador de la salvación a través de la Iglesia, que se autodefine, a su vez, como mediación religiosa única de la salvación.

La religión cristiana es la única verdadera, las no cristianas son todas falsas. Sus manifestaciones son idolátricas y deben ser combatidas inclusive por métodos violentos, sin excluir la tortura y la muerte. Esta concepción excluyente arranca de los primeros siglos del cristianismo y culmina con la Inquisición.

No faltan autores: Hermas y Taciano, Agustín y Cipriano. Agustín afirma que ni los justos antiguos pudieron ser limpiados de sus pecados..., ni pudieron ser justificados por la gracia divina (De pecc. orig., 24, 28)[8]. En los paganos no cabe hablar de virtudes, ya que no han recibido la gracia de Cristo.

Fulgencio de Ruspe (s. VI) es aún más drástico: no sólo todos los paganos, sino todos los judíos, todos los herejes y cismáticos que mueren fuera de la Iglesia Católica irán al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles (De Fide ad Petrum 38, 79).

Esta mentalidad pone al cristianismo en lucha con todas las religiones y hace imposible hasta el mero intento de diálogo interreligioso. En el fondo de esta postura late el viejo principio agustiniano de que el sujeto de derecho es la verdad y no la persona. El error no tiene derechos, ni siquiera el derecho a expresarse.

De esta pestífera fuente del indiferentismo, mana aquella sentencia absurda y errónea, más bien, aquel delirio de que la libertad de conciencia ha de ser afirmada y reivindicada para cada uno[9].

Para el Magisterio Solemne de fines del siglo XIX el católico no puede afirmar que

la libertad de conciencia y de cultos es derecho propio de cada hombre, que debe ser proclamado y asegurado por la ley en toda sociedad bien constituida, y que los ciudadanos tienen derecho a una omnímoda libertad, que no debe ser coartada por ninguna autoridad eclesiástica o civil por el que puedan manifestar y declarar a cara descubierta y públicamente cualesquiera conceptos suyos, de palabra o por escrito o de cualquier otra forma.

Esta es una libertad de perdición que si siempre fuera libre discutir de las humanas persuasiones, nunca podrán  faltar quienes se atrevan a oponerse a la verdad[10].

Dice León XIII en su Libertas prestantissimus,

la libertad de cultos es contraria a la virtud de la religión, tesis según la cual cada uno puede, a su arbitrio, profesar la religión que prefiera o no profesar ninguna. Esta tesis es contraria a la verdad. Esto, lo hemos dicho ya, no es libertad, es una depravación de la libertad y una esclavitud del alma entregada al pecado.

Considerada desde el punto de vista social y político, esta libertad de cultos pretende que el Estado no rinda a Dios culto alguno o no autorice culto público alguno, que ningún culto sea preferido a otro, que todos gocen de los mismos derechos y que el pueblo no signifique nada cuando profesa la religión católica.

La cristiandad conquistadora del siglo XVI se ve confrontada con pueblos a los que hay que anunciar a Jesucristo. Estas gentes tienen su religión y sus dioses. Para Bartolomé de las Casas los naturales justamente y sin pecado honran  a sus ídolos… dado que

supuesto el error o la errónea consciencia que tienen los idólatras de que aquellos dioses son verdadero Dios, o al que tienen por Dios verdadero en ellos honran y veneran, no solamente tienen justa, o si es mejor decir, probable causa de defender su religión…

Añade Bartolomé que ellos están obligados a defender su religión por derecho natural.  

Si los aborígenes no lo hacen hasta si fuere menester perder las vidas por la defensa della y de sus ídolos o dioses, pecan mortalmente e se irán al infierno por solo aquel pecado (...)

Y sigue aclarando:

no hay ninguna diferencia cuanto a la obligación de los que conocen el verdadero Dios, como somos los cristianos, a los que no lo conocen, con que tengan o estimen por verdadero a algún Dios (...)

Pues como los idólatras estimen y aprendan ser aquellos ídolos el verdadero Dios, o que en ellos se sirve y adora al verdadero Dios, porque en verdad el concepto universal suyo no se endereza ni va a parar sino al verdadero Dios (según san Juan Damasceno y Gregorio Nacianceno y san Agustín y Boecio y Santo Tomás y todos los santos que de esta materia tratan)... síguese que... son obligados a defender su Dios o sus dioses que tienen por verdadero Dios y su religión, como nosotros los cristianos lo somos a defender el nuestro verdadero Dios y la cristiana religión...

Y como la Iglesia no tenga más poder que tuvo Jesucristo en cuanto a hombre, si se entremetiese a castigar los delictos de los gentiles, haría a Dios injuria usurpándole el juicio que El reservó para sí en el día del juicio...

Porque Cristo no vino al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por El[11].

Hoy el Magisterio parece haber abandonado una postura exclusivista radical y se sitúa más en la línea de Bartolomé que de Agustín y de Trento. La Gaudium et Spes n° 26 afirma: 

Es necesario que se facilite al hombre todo lo que éste necesita para vivir una vida verdaderamente humana… a obrar de acuerdo con la norma recta de su conciencia, a la protección de la vida privada y a la justa libertad también en materia religiosa.

Juan Pablo II es aún más rotundo en su Veritatis Splendor de 1993, Nº 31.

El derecho a la libertad religiosa y al respeto de la conciencia en su camino hacia la verdad es sentido cada vez más como fundamento de los derechos de la persona, considerados en su conjunto.

Cristo y el cristianismo hoy se han puesto en actitud de diálogo y no solo con las religiones, sino con culturas, ideologías, civilizaciones…

2.- Cristo en las religiones

La segunda posición podríamos llamarla inclusivista. Cristo sigue siendo el mediador único de la salvación, pero no de manera exclusiva, sino inclusiva.

Sigue siendo cierto que sin Cristo no hay salvación, pero ésta puede alcanzar a quienes no viven en el horizonte de la fe explícita en Cristo y a quienes no pertenecen a la Iglesia. Las religiones no cristianas pueden ser caminos de salvación porque toda realidad humana y cósmica está orientada constitutivamente hacia Cristo.

Este cristocentrismo inclusivo no es novedoso. Lo encontramos en los padres apologetas y en la gran patrología griega. Justino, Ireneo, Clemente de Alejandría y otros valoraron positivamente las religiones no cristianas. Tratan de demostrar que el cristianismo está en continuidad y sintonía con los valores de las religiones paganas. Cristo recapitula la historia humana que lo precede.

Para Justino, Cristo es el primogénito de Dios, el Logos, del cual todo el género humano ha participado... Todos los que han vivido conforme al Logos son cristianos, aunque fueran tenidos por ateos, como Sócrates, Heráclito y otros (1 Apol., 46). Cristo es el Logos germinal ya presente en los filósofos.

Para Clemente de Alejandría la filosofía griega es una especie de preparación evangélica: La filosofía es una preparación que pone al ser humano en camino hacia la perfección que ha de recibir por medio de Cristo (Strom. I, 5, 28). El Logos es que da sentido al camino de la humanidad desde el principio hasta el fin de la historia.

En la doctrina del concilio Vaticano sobre las religiones predomina este cristocentrismo inclusivo y hoy por hoy es doctrina común en la teología católica.

El gran principio de la Lumen Gentium Nº 9, retoma la experiencia de Pedro en los Hechos: En todo tiempo y en todo pueblo son aceptos a Dios los que le temen y practican la justicia (Hech 10,35).  

En la Nostra Aetate  n° 2  comienza declarando que la Iglesia católica no rechaza nada de lo que en las religiones hay de santo y verdadero

Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que, por más que discrepen en mucho de lo que ella profesa y enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres. 

Recuerda, sin embargo que solo Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida (Jn.  14,6) en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa.

La Lumen Gentium  n° 8 en otro texto paradigmático y aclara que la única Iglesia de Cristo, subiste en la Iglesia católica…, aunque pueden encontrarse fuera de ella muchos elementos de santificación y de verdad… Sin olvidar que todas estas positividades son dones propios de la Iglesia de Cristo, que inducen hacia la unidad católica.

En el n° 16  se recuerda que los que todavía no recibieron el Evangelio, están ordenados al Pueblo de Dios.  En primer lugar los judíos, luego los musulmanes y por fin los que entre sombras e imágenes buscan al Dios desconocido, puesto que les da a todos la vida, la inspiración y todas las cosas (Hech  17,25 - 28). 

Pues los que inculpablemente desconocen el Evangelio de Cristo y su Iglesia, y buscan con sinceridad a Dios, y se esfuerzan bajo el influjo de la gracia en cumplir con las obras de su voluntad, conocida por el dictamen de la conciencia, pueden conseguir la salvación eterna. 

Rahner hizo época con sus cristianos anónimos. El problema de esta postura es que las religiones no cristianas no tienen valor en sí mismas, sino en cuanto se orientan a Cristo y por ende a la Iglesia. Las religiones aparecen al servicio del cristianismo. Desde ella teoría no puede mantenerse un verdadero diálogo interreligioso.

 

 

3.- Cristo y las religiones

La tercera perspectiva ve a Cristo entre las religiones. Una religión, como una cultura, vale por sí misma y no por su orientación o finalización en otra realidad, Cristo o el cristianismo en nuestro caso.

Un budista en un budista y no un cristiano anónimo. No hay necesidad de buscar en las religiones no cristianas presencia de Cristo más o menos explícita. Dios ha escrito su ley y su nombre en los corazones de todos los hombres:

En efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza...(Rom 2,14)

Cristo sería la revelación plena de Dios para toda la humanidad. Cristo está por encima de las religiones. El centro de la experiencia religiosa y de la salvación se desplaza de la Iglesia y de Cristo y se pone en Dios. Si bien toda manifestación religiosa revela a Dios, se confiesa a un Dios que ha puesto a Cristo como referencia normativa para que toda otra experiencia religiosa tenga validez. 

Estamos ante un cristocentrismo teocéntrico, en el cual las religiones no cristianas siguen ordenadas a la religión de Cristo.

4.- Cristo con las religiones

Un paso más y encontramos la propuesta de un teocentrismo pluralista. Las religiones son todas valederas, todas proporciona un verdadero camino de acceso a Dios y de salvación,  independientemente de Cristo. Todas son respuestas humanas a la única realidad divina, que se diferencian por sus marcos socio-culturales propios. Como la cultura, la religión posee una individualidad complementaria y debe permanecer abierta y en diálogo con otras religiones.

Cada religión y cada fundador de religiones constituyen un referente único y decisivo sólo para aquellas personas que los siguen. Sin lugar a dudas que Cristo es revelador de Dios, pero no es el único. Lo mismo podemos afirmar de Buda, Mahoma, Moisés, etc.

Dios es que toma la iniciativa, él nos amó primero (1Jn 4,9) y los seres humanos han respondido a lo largo de los milenios de manera pluriforme a la iniciativa divina. La defensa del carácter universal, único y absoluto de Cristo constituye un obstáculo para el diálogo. Dice Walter Kasper en 1976:

En teología católica se entiende ordinariamente por carácter absoluto del cristianismo la tesis de que éste no sólo es de hecho la más alta de las religiones existentes, sino que constituye además la definitiva manifestación de Dios a todos los hombres de todos los tiempos, manifestación que por esencia es insuperable, exclusiva y universalmente válida.

Esta pretensión le parece al hombre actual, no sólo un escándalo intolerable, sino también incompatible con datos o hechos indiscutibles de la historia de las religiones y con la fundamental historicidad de todo ser humano.

Semejante tesis se le presenta como desamor, intolerancia, rotura de toda comunicación y fuente de fanatismo. Carácter absoluto del cristianismo[12]

Esta alternativa se aleja esta postura del núcleo fundamental de la fe cristiana que confiesa el primado absoluto de Cristo:

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad… dándonos a conocer el Misterio de su voluntad según el benévolo designio que en él se propuso de antemano, para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra. (Ef 1,3-10)

El es Imagen de Dios invisible, Primogénito de toda la creación,  porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él,  él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia… (Col 1,15)

Sea como fuera el cristiano comprometido totalmente con Cristo debe hoy estar abierto a los mensajes dispares que Dios transmite por medio de otros mediadores religiosos. Todo fiel religioso debe seguir la propia religión, pero en actitud de escucha y de aprendizaje de las otras.

5.- El Cristo del Reino de Dios

Las teologías latinoamericanas parecen estar más preocupadas por los retos de la injusticia que en diálogo teórico con las religiones. Metz hizo famosa su pregunta: ¿cómo hablar de Dios después de Auschwitz? Gustavo Gutiérrez, comentando el librito de Job, se preguntaba cómo hablar de Dios desde el sufrimiento inocente[13].

El conocimiento de Dios lleva a practicar a Dios. Se conoce a Dios liberador en la praxis de liberación, como se conoce amando al Dios que es amor. La opción por los pobres y oprimidos es un elemento constitutivo de Dios, y la praxis de liberación, la traducción histórica de esa opción.

Cristo sería la encarnación del pacto de Dios con los oprimidos, y Dios ha hecho ese pacto con todos los fieles de todas las religiones, comprometidos radicalmente en la humanización y el bienestar de la humanidad. El diálogo entre las religiones no consiste en discusiones doctrinales sino en el trabajo en común por el reino de Dios.

Recordemos que los evangelios nos presentan a un Jesús como el anunciador del Reino de Dios y no como no es uno de los fundadores de Religiones.

El desplazamiento ahora va hacia el Reino. Del eclesiocentrismo al cristocentrismo, del teocentrismo se pasa al reino-centrismo.

IDEAS FINALES

Un nuevo paradigma

En la Iglesia Católica los paradigmas de relacionamiento con las religiones dieron un giro de 180 grados. El diálogo sustituyó definitivamente a la guerra santa. La Tertio Milennio Nº 35 abre a los cristianos a arrepentirse por la aquiescencia manifestada, especialmente en algunos siglos, con métodos de intolerancia y hasta de violencia en el servicio a la verdad… la evangelización ha empleado instrumentos impropios para anunciar la verdad, o no ha respetado las conciencias de las personas a las que se presentaba la fe, e igualmente a las formas de violencia ejercidas en la represión y corrección de los errores.

El diálogo interreligioso no es una de las modas que la iglesia adopta para estar a tono con la época: forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia (Redemptoris Missio).  Ya en l969 el teólogo Ratzinger escribía:

El conocimiento de esta implicación de lo cristiano con la historia espiritual y religiosa de la humanidad.... constituye una de las cuestiones más apremiantes del cristianismo de nuestro tiempo y ha venido a ser uno de los interrogantes, al parecer ineludibles, de nuestra fe… el problema de la relación del cristianismo con las religiones universales ha venido a ser hoy una necesidad interna para la fe. Hoy está en juego el sentido de nuestra propia capacidad y obligación de creer.

Las religiones del mundo se han convertido en interrogante que se la plantea al cristianismo, que debe repensarse ante ellas en su pretensión y recibir así de las mismas por lo menos un servicio de purificación, que ya en su primer perfil permite barruntar cómo pueda entender también el cristiano tales religiones en su existencia necesaria dentro de la historia de la salvación[14].

Estamos ante un gran desafío en el cual estaremos todavía comprometidos durante el nuevo siglo, en la línea indicada por el Concilio Vaticano II… El diálogo parece imprescindible para proponer una firme base de paz y alejar el espectro funesto de las guerras de religión que han bañado de sangre tantos períodos en la historia de la humanidad. El nombre del único Dios tiene que ser cada vez más, como ya es de por sí, un nombre de paz y un imperativo de paz (Novo millennio ineunte, 55,2001).

Cristianismo, fe y religión

Tendríamos que referirnos a la concepción del cristianismo como fe  y no como religión, que introduce Karl Barth, y a la defensa del cristianismo como religión, que propone Karl Rahner[15].

Para Karl Barth, mirar el cristianismo como una religión significaba considerarlo como una experiencia y una actividad humanas a nivel de todas las demás experiencia humanas –la religiosa entre ellas-, y por lo tanto igual a todas ellas. Es muy difícil, sino imposible, defender el carácter absoluto del cristianismo como religión[16].

El cristiano es aquél que acepta la irrupción del Padre de Cristo por obra del Espíritu de Cristo en su vida. El cristianismo es la adhesión entusiasta a Jesús, que siempre e inevitablemente asume las más diversas experiencias religiosas por ley de encarnación. El cristianismo es una fe que inevitablemente y por dinámica interna de su propia naturaleza, asume las más diversas formas culturales, sociales, políticas y religiosas. Ya nos habituamos a hablar de la inculturación de la fe, hoy aparece un nuevo barbarismo: la fe siempre se nos presenta inreligionada.

Recordemos la solución al primer problema del cristianismo naciente: no es necesario ser de religión judía para ser cristiano. Hoy podríamos decir que no es necesario dejar de ser budista para ser cristiano.

Diálogo entre individuos que practican una religión

De hecho no podemos olvidar que no hay diálogo entre dos religiones, sino sólo entre personas que practican y viven la propia religión. Deberíamos preguntarnos si es posible, y hasta qué punto, condividir dos “fes” religiosas diversas, haciendo propias ambas y viviéndolas contemporáneamente en la propia vida religiosa. Esta postura es mucho más habitual de lo que se piensa en nuestro continente de mayoría católica.

Le llamamos despectivamente sincretista, pero lo no ven tan así latinoamericanos originales que luchan por preservar tanto su cultura como su fe en Jesús. Un ejemplo:

No podemos negar la presencia revelada del Jesús encarnado en nuestros pueblos. Él, junto a nuestras divinidades, nos marca el camino de nuestra liberación, que consiste en ir creando un mundo más justo y armónico. El Cristo cósmico, asume también la presencia de las divinidades en las culturas y religiones. En nuestro caso Él está junto a nuestro Wilca Nina, Mama Cocha, Tayta Wayra y nuestra Sagrada Pachamama, generando proyectos de Vida.

En nuestra vivencia espiritual, en nuestros relatos, descubrimos al Dios de la Vida, Padre y Madre. Ellos se manifiestan en nuestros rituales, como en la veneración a nuestra Madre tierra Pachamama, y en todos nuestros ritos que nos ayudaron a resistir por más de 500 años.

«Yo quiero a mis Dioses vivos y no a un dios muerto»… nos dice un abuelo, y tiene razón. En nuestro mundo andino nuestros dioses están vivos y nos orientan para ir viviendo en comunidad y armonía. Esta concepción no concuerda con el Dios único y salvador propuesto por el documento[17].

Es un desafío no puramente teórico, sino un hecho cotidiano:

·       miles de conciudadanos bregan por ser discípulos de Jesús mientras adhieren a la religión del Estado, porque todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, tienen que hacerse marca en la mano derecha o en la frente, y que nadie pueda comprar nada ni vender, sino el que lleve la marca con el nombre de la Bestia o con la cifra de su nombre (Ap 13, 16-17).

·       En 1996 apareció un estudio sobre la religiosidad de los uruguayos[18] y la prensa de hacía eco de algunos datos de una encuesta hecho por el INEC en el 2006. Si bien casi la mitad de los uruguayos de declara católico, la adhesión a la creencias y a la moral básicas de la iglesia católica es mucho más matizada. Algunos ejemplos: en torno a un tercio cree en los videntes, la lectura de manos y los horóscopos; un tercio también, ha concurrido a curanderos; el 70% admite el divorcio, el 60 % las relaciones prematrimoniales, el 46 % la legalización del aborto; el 20%° cree que los tréboles de cuatro hojas y los ñoquis del 29 traen buena suerte; un 11% cree en la reencarnación… el diálogo interreligioso se da al interior mismo de los individuos.

Doctrina “católica”

Hoy por hoy la doctrina católica es clara y firme. En marzo de este año la Conferencia Episcopal Española ha hecho pública una Instrucción sobre el tema de la teología y la secularización en España, continuando del algún modo la Dominus Iesus del año 2000, profusamente citada[19].

La Instrucción recuerda que es erróneo entender la Revelación como el desarrollo inmanente de la religiosidad de los pueblos y considerar que todas las religiones son “reveladas”, según el grado alcanzado en su historia, y, en ese mismo sentido, verdaderas y salvíficas. La Revelación cristiana no puede ser equiparada a las “revelaciones” de otras religiones.

Por una parte recuerda que es legítimo sostener que, mediante los elementos de verdad y santidad que se contienen en las otras religiones, el Espíritu Santo obra la salvación en los no cristianos. Por otra pretender que las “revelaciones” de otras religiones son equivalentes o complementarias a la Revelación de Jesucristo significa negar la verdad misma de la Encarnación y de la Salvación[20].

Así seguimos navegando, contenidos por la iglesia, zarandeados por la realidad.

Bibliografía

En el portal de Koinonia se encuentra abundante material, me remito, es de fácil acceso: (http://servicioskoinonia.org/)

ALEMANY, José Joaquín, El diálogo interreligioso en el magisterio de la Iglesia, Desclée, Bilbao.

AMALADOSS, Michael, Le Royaume, but de la missión, «Spiritus» 36/140(1995)302.

ASSET, Por los muchos caminos de Dios, vol. I, Aya Yala, Quito, Ecuador, 2003, pp 187.

BALASURIYA, Tissa, Teologia planetaria, EDB, Bologna 1986.

BASSET, Jean Claude, El diálogo interreligioso, Desclée, Bilbao 1999, colección Teoría, 3

BERNHARDT, Reinhold, La pretensión de absolutez del cristianismo. Desde la Ilustración hasta la teología pluralista de la religión, Desclée, Bilbao 2000, colección Teoría, 6.

COBB, J.B., ¿Es el cristianismo una religión?, «Concilium» 156(1980)314-328.

COMBLIN, J., La actual discusión sobre la universalidad del cristianismo, «Concilium» 16(1980). El debate actual sobre la universalidad cristiana, «Concilium» 150(1979)248-257.

COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, El cristianismo y las religiones, EDIM Ediciones, Valencia, España, 1996;

CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Declaración ‘Dominus Iesus’: documentos, comentarios y estudios, Libros Palabra, Madrid 2002, 185 pp

CORBÍ, Mariano, Religión sin religión, PPC, Madrid 1996.

CROCIATA, M., Teologia delle religioni. Bilanci e prospettive, Paoline, Milano 2001

DE AQUINO JÚNIOR, Francisco, Diálogo inter-religioso a partir dos pobres, «Revista Electrónica Latinoamericana de Teología», RELaT, número 311 (http://servicioskoinonia.org/relat/311.htm).

DHAVAMONY, Mariasusai, Teología de las religiones. Reflexión sistemática para una comprension cristiana de las religiones, San Pablo, Madrid 1997, 292 pp.

DUPUIS, J., Jesucristo al encuentro de las religiones, Paulinas, Madrid 1989, pp 363.

DUPUIS, Jacques, El pluralismo religioso en el plan divino de la salvación, «Selecciones de teología» 151/38(1999)241-253.

DUPUIS, J., El cristianismo y las religiones. Del desencuentro al diálogo, Sal Terrae 2002, 360 pp

ELIADE, Mircea, Historia de las creencias y de las ideas religiosas, Cristiandad, Madrid 1978 y 1979.

ELIADE, Mircea, Tratado de historia de las religiones. Morfología y dialéctica de lo sagrado, Cristianand, Madrid 32000 (primera ed. 1974, original francés de 1949).

FRANÇA MIRANDA, M., Jesucristo, ¿un obstáculo al diálogo interreligioso?, «Selecciones de teología» 151/38(1999)219-230.

GARAY, Joaquín, Teología del pluralismo religioso y teología de la liberación, RELaT nº 310 (http://servicioskoinonia.org/relat/310.htm).

GEFFRÉ, C., La verdad del cristianismo en la era del pluralismo religioso, en «Selecciones de Teología» 146 (1998) 138.

GEFFRE, C., Para un cristianismo mundial, «Selecciones de teología» 151/38(1999)203-213.

GEFFRÉ, C., La verdad del cristianismo en la era del pluralismo religioso, «Selecciones de Teología» 37/146(abril-junio 1998)135-144.

GEFFRÉ, C., Pluralismo religioso e indiferentismo. El auténtico desafío de la teología cristiana, en «Sal Terrae» 158(abril-junio 2001)83-98; y en http://servicioskoinonia.org/relat/277.htm

HICK, John, & KNITTER, Paul F, L’unicità cristiana: un mito? Per una teologia pluralista delle religioni. Assisi: Cittadella Editrice, 1994.

HICK, J., La metáfora del Dios encarnado, colección «Tiempo Axial» nº 2, Abya Yala, Quito 2004. Dos capítulos de este libro están -en castellano y en portugués-en la RELaT: http://servicioskoinonia.org/relat , nº 305,

JAYANTH, Mathew, De la pluralidad al pluralismo, en «Selecciones de Teología» 163(sept. 2002)163-176.

JÚNIOR, Francisco Aquino, Diálogo inter-religioso a partir dos pobres: Por uma teologia da libertação das religiões, en REB 63(2003)515-554, Petrópolis, Brasil. También en: http://servicioskoinonia.org/relat/311.htm

KNITTER, P., El cristianismo como religión absoluta, «Concilium» 156(junio 1980)329-347. RELaT 323: http://servicioskoinonia.org/relat/323.htm

KNITTER, P. La teología de las religiones en el pensamiento católico, «Concilium» 203(enero 1986)123-134.

KNITTER, Hacia una Teología de la Liberación, de las religiones, http://servicioskoinonia.org/relat/255.htm.

KUNG, H., El cristiansmo y las grandes religiones, Cristiandad, Madrid 1986

KÜNG, H., Projeto de Ética Mundial. Uma moral ecumênica em vista da sobrevivência humana, Paulinas, São Paulo 32001.

KÜNG, H., Uma ética mundial e responsabilidades globais, Loyola, São Paulo 2001.

KÜNG, H., -KUSCHEL, K.J. (eds.), Hacia una ética mundial. Declaración del Parlamento de las Religiones del mundo, Trotta, Madrid 1994.

KUNG, Hans, Para una teologia ecumênica das religiões, «Concilium» 203(1986)124-131

KUSCHEL, Karl-Josef, Cristología y diálogo interreligioso, «Selecciones de Teología» 123(1992)211-221.

LOPES, Paulo César, Pode um cristão ser budista?, Paulus, São Paulo 2004.

MARTIN VELASCO, J., Metamorfosis de lo sagrado y el futuro del cristianismo, Sal Terrae, Santander 1998

MOLTMANN, J., No hay dos monoteísmos iguales, «Selecciones de Teología», 43/169(2004)54-62..

PANASIEWICZ, Roberlei, Elección y exclusivismo, «Misiones Extranjeras» 169-170(1999)25-45

PANIKKAR, R., L’incontro indispensabile: Dialogo delle religioni, Jaca Book, Milano 2001, 75 pp

PANIKKAR, R., Toda religião autêntica é caminho de salvação, in VARIOS, Ecumenismo das religiões, Vozes, Petrópolis 1971.

PANIKKAR, El Cristo desconocido del hinduismo, Marova y Fontanella, Madrid 1970.

PIERIS, Alouysius,El rostro asiático de Cristo, Sígueme, Salamanca, 1991.

PIERIS, A., Hablar del Hijo de Dios en las culturas no cristianas en Asia, «Concilium» 173(1982)391-399.

PUTHIADAM, I., Fe y vida cristianas en un mundo religioso pluralista, «Concilium»155(1980)274-288.

RAHNER, K., El cristianismo y las religiones no cristianas, Escr. Teol. 5, Taurus, Madrid 1964, 135-156.

RATZINGER, J., Il nuovo popolo di Dio, Queriniana, Brescia 1971 (parte IV, sobre “La Iglesia y el mundo no cristiano”, 349-434).

SCHILLEBEECKX, E., Universalité unique d’une figure religieuse historique nommée Jésus de Natzareth, «Laval Théologique et Philosophique» 50/2 (1994) 273.

SMITH, Huston, Las religiones del mundo, Kairós, Barcelona 2000, 402 pp

SOBRINO, Jon, Mesías y mesianismos, en http://servicioskoinonia.org/relat/069.htm

TAMAYO, J.J., Fundamentalismos y diálogo entre religiones, Trotta, Madrid 2004. pp 309.

TEIXEIRA, Faustino, Teología de las religiones. Una visión panorámica, Abya Yala, Quito 2005, colección «Tiempo Axial» 4.

TILLICH, P., El futuro de las religiones, Aurora, Buenos Aires 1976.

TORRES QUEIRUGA, A., La revelación de Dios en la realización del hombre, Cristiandad, Madrid 1987, pp 505.

TORRES QUEIRUGA, Andrés, Creer de otra manera, Sal Terrae, Santander 1999, 40 pp. También en la bilioteca de Koinonía: http://servicioskoinonia.org/biblioteca

TORRES QUEIRUGA, A., Cristianismo y religiones: inreligionación» y cristianismo asimétrico, «Sal Terrae» 997(enero 1999)3-19; RELaT nº 241 (http://servicioskoinonia.org/relat/241.htm)

TORRES QUEIRUGA, A., El diálogo de las religiones, Sal Terrae, Santander 1992, pp 40. También en la bilioteca de Koinonía: http://servicioskoinonia.org/biblioteca

TORRES QUEIRUGA, A., El diálogo de las religiones en el mundo actual, en J. GOMIS (org.),

TORRES QUEIRUGA, A., El Vaticano III. Cómo lo imaginan 17 cristianos, Herder-El Ciervo, Barcelona 2001, pág. 67-84. También en: http://servicioskoinonia.org/relat/312.htm

TROELTSCH, E., El carácter absoluto del cristianismo, Sígueme, Salamanca 1979.

VARIOS, CRISTIANISME I JUSTÍCIA, Universalidad de Cristo. Universalidad del pobre, Sal Terrae, Santander 1995.

VARIOS, CRISTIANISME I JUSTÍCIA, Religiones de la tierra y sacralidad del pobre. Aportación al diálogo interreligioso, Sal Terrae, Santander 1997.

VIGIL, José María (coordinador), El actual debate de la Teología del Pluralismo. Después de la Dominus Iesus, Libros Digitales Koinonía, volumen 1, 98 páginas, en http://servicioskoinonia.org/LibrosDigitales

VIGIL, José María, Teología del Pluralismo Religioso. Curso sistemático de teología popular, Editorial El Almendro, Córdoba, España, 2005, 390 pp; Editorial Abya Yala, Quito, Ecuador, 2005, pp 390.

ASETT (Asociación de Teólogos/as del Tercer Mundo), L. TOMITA -M. BARROS, J.M. VIGIL,, Por los muchos caminos de Dios I. Desafíos del pluralismo religioso a la teología de la liberación, Editorial Verbo Divino, Quito (Ecuador) 2003, colección «Tiempo axial» Varios volúmenes.

VIGIL, JM., Crisis de la religión a partir del pluralismo religioso, «Alternativas» 29(junio 2005)167-180.

VIGIL, JM., Valor salvífico de las religiones no cristianas, http://servicioskoinonia.org/relat/027.htm; «Diakonía» 61(marzo 1992)23-40, Managua. «Estudios Ecuménicos» 33(enero 1993)23-29, México.


 

[1]    TEHILLARD DE CHARDlN, El Fenómeno humano; El futuro del hombre.

[2]    TEHILLARD DE CHARDIN, L'Avenir de I’homme.

[3] Véase el sugerente artículo de MARTIN VELASCO, J., Metamorfosis de lo sagrado y el futuro del cristianismo, Sal Terrae, Santander 1998

[4]    Piénsese en lo muchos gestos de Juan Pablo II, la oración por la paz en Asís, la visita a sinagogas y mezquitas, el beso al Corán, el pedido de Perdón. A nivel textual baste recordar la Redemptoris Missio, de Marzo 1990. Habitualmente no se tiene suficientemente en cuenta el magisterio gestual: Cf DV  n°4  Jesucristo, con su total presencia y manifestación personal, con palabras y obras, señales y milagros…, completa la revelación…

[5] La fórmula aparece por primera vez en san Cipriano y en Orígenes en torno al año 250 (Epist., 73, 21, 2).

[6] Ahora bien, someterse al Romano Pontífice, lo declaramos, lo decimos, definimos y pronunciamos como de toda necesidad de salvación para toda humana criatura.

[7] Carta Nequaquam sine dolore a los armemos, 21 de noviembre de 1321

[8] El horizonte hermenéutico de de Agustín es la polémica con Pelagio.

[9] GREGORIO XVI, 1831-1846 Encíclica Mirari vos arbitramur, de 15 de agosto de 1832

[10] Pío IX, Encíclica Quanta cura, de 8 de diciembre de 1864

[11] MARTÍNEZ ARGOTE,   G.  Ideología y praxis de la Conquista.   Denuncia de Montesinos y las Casas.   Selección de textos. Nueva América, Bogotá,  1984  De esta suprema libertad cristiana de la conciencia, deduce Las Casas la total ilegitimidad de la guerra de los conquistadores Su postura se distancia en este punto no sólo de la más «derechista» de Sepúlveda (= la guerra es lícita como paso previo a la evangelización), sino también de la postura «centrista» de Vitoria (:la guerra será lícita sólo si los indios resisten a la predicación). Frente a ambas, la postura de Las Casas la resume así, otra vez, el maestro Domingo Soto.

[12] Walter KASPER Sacramentum Mundi, Herder, Barcelona 1976

[13] Gutiérrez, Gustavo.  Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente.  Salamanca. Sígueme. 1986.

[14] Ratzinger, Nuevo Pueblo de Dios, 1969 402, selección de citas sacadas de Internet.

[15] Karl RAHNER, Esencia del cristianismo, Sacramentum Mundi, Herder, Barcelona 1976, vol II, cols. 28-54.

[16] COBB J. B., ¿Es el cristianismo una religión?, Concilium 156, 1980, 314‑328

[17] Pedimos respeto para nuestras tradiciones. Nuestros pueblos originarios siguen celebrando la vida. Declaración de sacerdotes católicos de origen Qolla Desde el Ayllu Karwa-Pampa Jallalla Tawaintisuyu.

[18] DA COSTA Néstor, MIERES, Pablo; KERBER Guillermo, Religiosidad de los uruguayos, estudio auspiciado por UCUDAL, CLAEH y OBSUR sobre religiones, creencias y supersticiones, 1996.

[19] Instrucción Pastoral de la LXXXVI Asamblea Plenaria de la CEE, Teología y secularización en España. A los cuarenta años del Concilio Vaticano II, Madrid, 30 de marzo de 2006. Remite siempre a la Declaración ‘Dominus Iesus’, CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, 6 de agosto del 2000.

[20] Congregación para la Doctrina de la Fe, Notificación a propósito del libro del Rvdo. Jacques Dupuis, S.J. “Hacia una teología cristiana del pluralismo religioso”, Maliaño (Cantabria), Editorial Sal Terrae 2000»,  (24.1.2001), 8; cf. Comisión Teológica Internacional, El cristianismo y las religiones (1996), 81-87. Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Dominus Iesus (6.8.2000), 6.