El error más frecuente, al hablar de la responsabilidad, consiste en confundirla con la obediencia. Ejecutar órdenes a pies juntillas no significa ser responsable. Cuando una persona obedece lo hace para agradar a otra, para evitar un castigo, etc. Sin embargo, actúa responsablemente cuando decide qué hacer y se motiva a sí misma para hacerlo.
Al obedecer, el hijo hace lo que le mandan sin tener por qué estar de acuerdo: tanto la decisión como la motivación son externas al niño. Sin embargo, una actuación responsable implica una aceptación personal y libre de la tarea y una motivación interna, personal, para llevarla a cabo.
Cuando sólo se actúa por obligaciones impuestas, los hijos no llegan a experimentar el éxito o el fracaso como consecuencia de una decisión personal de la que son responsables. Y equivocarse, tanto como acertar, son necesarios para aprender a ser responsable.
BASES DE LA RESPONSABILIDAD:
Tener información. Los hijos han de saber lo que deben hacer y cómo hacerlo. Por eso, es importante indicarles el propósito de la tarea y la forma de realizarla, animándoles a hacer las preguntas necesarias para entenderlo bien.
Dar oportunidades de escoger. Que el hijo pueda aceptar hacer una determinada tarea supone también que pueda no aceptarla. Si puede escoger libremente, estará ejercitando la responsabilidad. Está claro que algunas tareas han de realizarse por obligación, pero también es interesante considerar que para que los niños aprendan a pensar y a decidir por si mismos deben practicar la toma de decisiones... y esto también se logra diciendo "no" algunas veces.
Contar con capacidad para automotivarse. A medida que los hijos van creciendo, los padres han de procurar que la motivación sea cada vez más interna (que provenga de ellos mismos) que externa. Cuando son más pequeños se les dan motivos; después interesa presentarles algunos motivos, para que “si quieren” los hagan propios.
Si queremos hijos responsables, habrá que correr el riesgo de la libertad. Sólo soy responsable de lo que he decidido con libertad (que no significa ausencia de ayuda o consejo). Cuando no se dan ocasiones para ejercitar la propia libertad, no se puede pretender que los hijos crezcan como personas responsables: quizá pueden ser dóciles y sumisos, pero no responsables.
¿CÓMO DESARROLLAR LA RESPONSABILIDAD?
Encomendando responsabilidades a los hijos. Según crezcan, cada vez será mayor el número de situaciones de las que puedan responsabilizarse y su sentido de la responsabilidad se irá perfeccionando.
Informándoles de cómo lo están haciendo. Los niños necesitan información sobre si sus conductas son las esperadas por sus padres o no. El reconocimiento de lo bien hecho, la satisfacción manifestada por los padres, la alabanza, cumplen esta función. También es necesario informar de que no se ha actuado bien o como se esperaba.
Ayudándoles a pensar, a sopesar distintas posibilidades de realizar lo que han decidido. En su acepción más común, responsabilidad es la capacidad para decidir apropiadamente y con eficacia. Los hijos necesitan aprender a tomar decisiones personales con responsabilidad. Para ello es muy interesante hacerles conscientes de las decisiones que continuamente están tomando y ayudarles a prever las consecuencias.
SITUACIÓN: La familia Gutiérrez de Simancas, Ramona y Casimiro, tienen dos hijos: Josemaría y Elena. Ramona trabaja como secretaria en el Ayuntamiento y Casimiro tiene una contrata de pinturas. Josemaría tiene 9 años y es un buen estudiante. Elena ha cumplido 7 años y parece que sigue el camino de su hermano.
Ramona y Casimiro tienen la costumbre de hablar de sus hijos los sábados por la noche, especialmente sobre sus avances. Ayer hablaron sobre cómo ayudar a Josemaría a usar su libertad responsablemente. Josemaría es un hijo responsable en sus encargos pero era necesario darle más libertad en la toma de decisiones.
OBJETIVO: La responsabilidad en la toma de decisiones.
MEDIOS: Darle más oportunidades de ejercer su libertad en los temas propios de su edad y que se responsabilice de las decisiones tomadas. Para empezar se acordaron dos campos de actuación:
1°-. Elegir la ropa que le compren y cómo vestirse los fines de semana.
2°-. Para aprender también a manejar su tiempo libre, le irían dando, de vez en cuando, la posibilidad de proponer actividades que pudieran hacer toda la familia los fines de semana.
MOTIVACIÓN: su padre le razonó así: para ser una persona libre y responsable es necesario irse acostumbrando poco a poco a tomar decisiones libremente y actuar en consecuencia. Josemaría, con sus 9 años, ya era mayor y tenía que ampliar su grado de libertad en la familia. Josemaría lo entendió muy bien, le hacía ilusión tener más libertad en sus propias decisiones.
HISTORIA-RESULTADO: A las dos semanas de plantear el plan surgió la primera posibilidad, ya que había que comprarle algo de ropa de primavera. Ramona tenía claro que debía dejarle iniciativa, aunque luego fuera ella la que tomara la última decisión. La verdad es que le costó no opinar la primera. Josemaría eligió una chaqueta muy bonita, pero de las más caras. Ramona le explicó que había que ajustarse al presupuesto y lo entendió perfectamente. Es un primer paso para aprender a tomar decisiones. Por cierto, Josemaría demostró un gran gusto.
Lo de elegir actividades los fines de semana aún no lo han puesto en marcha, en parte porque no ha hecho buen tiempo últimamente.
COMENTARIO: saber tomar decisiones responsablemente es importante a esta edad, pero mucho más para cuando lleguen a la adolescencia. Los hijos deben saber comportarse como personas libres. Josemaría está en una buena edad para acostumbrarse a tomar sus propias decisiones y responsabilizarse de ellas. Los padres le están dando la oportunidad en este campo de prepararse para la adolescencia.