Autor: Marta Tellaeche
| Fuente: Son tus hijos
Cómo hablar de Dios a los hijos
La Educación Cristiana en la Fe se inicia desde la familia.
Antes de empezar a hablar de cómo hablar a los
hijos de Dios debemos responder a dos preguntas previas: ¿Quién tiene que
hablarles? Y, ¿Por qué?
1.- ¿Quién?
Nosotros los padres somos los primeros educadores y primeros responsables de
su educación cristiana. De igual forma que somos los primeros responsables de
todos los aspectos de su educación: enseñarles a comer, a lavarse los dientes,
a vestirse, a ser ordenados...
No podemos pensar que como nuestros hijos ya van a un colegio con un ideario
cristiano nos podemos relajar. Nada ni nadie nos puede eximir de esta
responsabilidad.
2.- ¿Por qué?
• Porque somos cristianos y hemos recibido un mandato, una misión de
Jesucristo “Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio”, que para los
padres se concreta, en primer lugar, en sus hijos. Después ya tendremos tiempo
de anunciar el Evangelio a los demás.
• Porque como cristianos, y especialmente si vivimos intensamente nuestra vida
cristiana, la consideramos como un tesoro que no podemos guardar para
nosotros, queremos hacer partícipes de ese tesoro especialmente a los más
cercanos, a las personas que más queremos, nuestros hijos. Lo mismo que cuando
hemos leído un libro o visto una película que nos ha gustado mucho, no paramos
de recomendarla a nuestros amigos.
3.- Qué supone para los padres educar en la fe?
Educar en la fe hace que los padres nos replanteemos muchas cosas; nos obliga
a profundizar en muchos aspectos ya que tenemos que estar seguros de lo que
vamos a transmitir. Nuestros hijos nos van a hacer muchas preguntas: ¿Por qué
rezas? ¿Por qué vamos a Misa? ¿Por qué bautizamos a un niño? Puede ocurrir que
no sepamos dar una respuesta clara, o que nuestra respuesta sirva para un niño
pero que a nosotros no nos resulte convincente. Es el momento de profundizar.
Nos tenem os que poner las pilas y reciclarnos. A medida que pase el tiempo
las preguntas se complicarán y tenemos que estar preparados.
4.- Pero... no estamos solos
No podemos olvidar que Jesucristo ha instituido el sacramento del matrimonio
para ayudarnos en esta labor educativa. Tenemos la ayuda específica –gracia-
de Dios para educar a nuestros hijos. A veces podemos pensar “no puedo” y
efectivamente es así “yo solo no puedo” pero como no estoy solo, tengo la
ayuda de Díos “juntos podemos”.
Es importante que hablemos a Dios de nuestros hijos y pedirle ayuda para que
nos haga verlos con sus ojos. A veces nuestra visión es limitada, tenemos poco
ángulo de visión. Por otro lado, ¡qué importante es aceptar a los hijos tal y
como son!. Cada hijo es diferente, algunos se parecen bastante a nosotros-no
sólo físicamente sino en su carácter- y esto nos encanta, porque se comportan
de manera parecida a como nos gusta, reaccionan de forma esperable según nues
tros razonamientos. Pero otros no,… a pesar de recibir la misma educación, es
más, de intensificar algunos aspectos de la misma, responden de forma desigual
y nos rompen los esquemas. Nos preguntamos, ¿pero por qué es así este hijo/a?
¿por qué hace esto? Sólo se me ocurre una respuesta: es así porque Dios
quiere, y Dios me lo ha puesto a mi para que yo le quiera, le acepte como es,
le ayude a desarrollar sus talentos y sobre todo para que yo crezca en
humildad y entienda o vislumbre cómo es el amor de Dios que vino al mundo y
murió por todos y cada unos de los hombres sin hacer distinciones entre unos y
otros. Dios nos da los hijos que necesitamos.
5.- ¿Qué hay qué hacer para educar cristianamente a nuestros hijos?
A los niños pequeños hay que decirles pocas cosas, las explicaciones han de
ser breves. Lo que les ayuda es nuestro ejemplo y hacer cosas con ellos. Es
importante apoyarse en estímulos sensibles como las imágenes, las oraciones y
canciones. Al gunas ideas que podemos poner en práctica son:
• Rezar por las noches: desde que son bebés, podemos empezar a hacerles la
señal de la cruz cuando les acostamos. En cuanto empiecen a sonreír, a
mirarnos, … podemos empezar a rezar con ellos por la noche. Nunca es demasiado
pronto. Poco a poco, según se van haciendo mayores y tienen más capacidad de
razonamiento podemos acompañar a las oraciones vocales tradicionales una
acción de gracias por el día tan estupendo que han pasado, un pedir perdón por
algo que han hecho mal, pedir por alguna persona que lo necesita, pedir
fuerzas para ser mejores, ….
• Bendecir la mesa
• Tener alguna imagen de la Virgen en casa, de la Sagrada Familia, del Ángel
de la Guarda. No puede faltar el Belén en Navidad que nos permite hablar de
los primeros años de la vida de Jesús con naturalidad.
• Hablarles de Jesús: ¿Cuándo? Por la noche o bien podemos dedicar un día a la
semana, como el domingo, para explicarles e l Evangelio de ese día. Existen
Evangelios con comentarios que pueden resultar muy útiles así como las Biblias
para niños.
Enseñarles a rezar tiene gran importancia: cuando enseñamos a un hijo a rezar,
primero enseñándole las oraciones de siempre y luego enseñándole a que hablen
con Dios de forma natural, estamos estableciendo una relación de nuestro hijos
con Dios única e intransferible. Nosotros damos el primer empujón,
“concertamos esa primera cita”, pero luego es Dios el que hace el resto y va
actuando sobre nuestros hijos.
6.- Sobre la Misa
¿Qué le podemos explicar a un niño sobre la Misa?
• El Domingo es el día más importante de la semana porque es el día de Jesús,
por eso no trabajamos y tenemos fiesta.
•¿Por qué el domingo? Porque es el día que Jesús resucitó. Para celebrarlo, a
Jesús le gusta que todos los que le queremos nos reunamos juntos y recemos
juntos, al igual que a ti cuando es tu cumpleaños te gusta i nvitar a todos
tus amigos y todos te cantan para felicitarte. También nosotros, los amigos de
Jesús rezamos a la vez unas oraciones muy bonitas, algunas de esas oraciones
las decimos cantando
• El domingo es un día especial y en una familia cristiana se tiene que notar:
aperitivo, comida especial, postre, chuches, .... (no vaya a ser que sólo
noten que es especial porque van a Misa, ¡menudo rollo!).
• Como es el día de Jesús vamos a la Iglesia a celebrarlo con la Misa. En la
Misa vamos a dar gracias a Jesús, a pedirle perdón, a pedirle ayuda y a pedir
por los demás. Jesús está presente en la Misa y por eso es tan especial.
Cuando estamos en casa y rezamos Jesús nos ve y nos oye, pero en la Misa Él
está realmente presente. Hay un momento en la Misa en el que Jesús se hace
presente en el pan y en el vino y se nos da como comida para ayudarnos a ser
mejores.
• Podemos hablarles del momento de la Consagración: todos los Ángeles de la
Guarda van al altar a estar junto a Jesús que se hace allí presente
A pesar de nuestras explicaciones hay momentos en los que los niños se aburren
porque no entienden, pero se van acostumbrando a que hay que estar en silencio
y sin moverse mucho. Poco a poco irán entendiendo un poco mejor la Misa y se
les hará más llevadera.
Tan importante como las explicaciones que les demos a los niños es nuestra
actitud. He aquí algunos consejos prácticos:
1.- Ponerse en los bancos de delante: evitamos distracciones y ven mejor lo
que pasa, están más atentos. (si fuésemos a un espectáculo a todos nos
gustaría estar en primera fila)
2.- Cuidar la forma de vestir. No es lo mismo ir a la playa que a Misa.
Llegar puntuales (cuidamos la puntualidad en ir a clase, en llegar al cine,
....). Jesús no espera, no podemos hacerle esperar. ¿Haríamos esperar a una
persona importante?
3.- Que nos oigan contestar, es recomendable pronunciar bien, vocalizando, par
a que ellos oigan y aprendan. Echarles una miradita animándoles a que
participen.
4.- Cantar: a los niños les encantan las canciones. Es recomendable asistir a
alguna Misa en la que se cante.
5.- Que nos vean atentos y que nos vean rezar (después de la comunión), con
respeto. Podemos animarles a que ellos también se pongan de rodillas y recen.