Autor: Monseñor José Ignacio Munilla Aguirre
Claves interpretativas del secreto de Fátima
Tercer secreto de Fátima apoyado en documento del Cardenal Ratzinger.
El lunes, día 26 de Junio,
la Iglesia Católica publicaba en su integridad el texto del llamado "Tercer
secreto de Fátima", acompañado de un comentario teológico del cardenal
Ratzinger, prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe. Pocos días
antes de las recientes beatificaciones en Fátima, el 27 de Abril, un enviado
del Papa, Mons Tarsicio Bertone, acompañado del obispo de Leiria-Fátima, se
entrevistaba en el Carmelo de Coimbra con Sor Lucia, con el objeto de
manifestarle la decisión del Santo Padre de revelar el secreto, y de pedirle
su opinión sobre el documento interpretativo. Las palabras de Sor Lucia fueron
claras: "Yo he escrito lo que he visto, no me corresponde a mí la
interpretación, sino al Papa".
Pero, al mismo tiempo, manifestó su conformidad en la
interpretación de su visión: "la visión de Fátima se refiere sobre todo a la
lucha del comunismo ateo contra la Iglesia y los cristianos, y describe el
inmenso su frimiento de las víctimas de la fe en el siglo XX".
Apoyados en el documento del Cardenal Ratzinger,
intentaremos dar algunas claves de interpretación de este secreto ahora
revelado:
1.- Valor de las revelaciones privadas
El valor de las revelaciones privadas, caso del
mensaje de Fátima, no es comparable al de la revelación pública. Esta última
exige nuestro asentimiento de fe; mientras que en el caso de las revelaciones
privadas, los fieles están autorizados a dar su adhesión prudente, después que
la Iglesia haya juzgado que el mensaje en cuestión no contiene nada que vaya
contra le fe y las costumbres.
Las revelaciones privadas son una ayuda para
comprender y vivir el Evangelio en el momento presente. Lo propio de éstas, no
es la aportación de datos nuevos, sino subrayar y acentuar aspectos del
Evangelio que hayan podido caer en el olvido en los momentos presentes. Por lo
tanto, la categoría teológica de las revelaciones privadas es la eq uiparable
al carisma de profecía. Así lo dice la primera carta de San Pablo a los
Tesalonicenses: "No apaguéis el Espíritu, no despreciéis las profecías;
examinad cada cosa y quedaros con lo que es bueno" (1 Tes 5, 19-21).
2.- Estructura psicológica de las revelaciones
privadas
Se distinguen tres tipos de visiones: la percepción
externa (que tenemos a través de los sentidos), la percepción interior, y la
visión espiritual (visión intelectual, sin imágenes, propia del estado
místico). El cardenal Ratzinger no duda en su documento que, en el caso
presente, nos encontramos con unas visiones de percepción interior. Baste
recordar que las personas que rodearon en aquellos momentos a los videntes, no
vieron nada. Las imágenes descritas por Sor Lucia son la síntesis entre el
impulso sobrenatural y la percepción de los sentidos interiores de los
videntes. Por este motivo, es claro que este lenguaje ha de ser interpretado
en un sentido simbólico, y no con detalle fotográ fico.
3.- Determinismo y libertad
No cabe duda de que aquellos que esperaban que el
secreto de Fátima revelase predicciones morbosas, al estilo de las efectuadas
por Paco Rabanne sobre la destrucción de París, habrán quedado decepcionados.
El sentido de la visión no es mostrar la película de un futuro ya determinado
de una forma irremediable. Todo lo contrario, se trata de movilizar nuestras
fuerzas hacia el bien, en el momento presente. Si se nos advierte de los
peligros, es para que nos libremos de ellos.
La visión parte de la certeza de que la oración y la
conversión personal, esconden un potencial capaz de cambiar el curso de la
historia. Ahora bien, todo ello tiene lugar con el concurso de nuestra
libertad. No cabe la interpretación que Alí Agca dio tras revelarse el tercer
secreto, en la que se consideraba un mero instrumento del destino. Es cierto
que nuestra historia personal está inmersa en una batalla más amplia entre el
bien y el mal; pero cada uno es responsable de sus actos y es sujeto activo de
su destino.
4.- El siglo de los mártires
El impacto mediático producido tras el adelanto que,
el 13 de Mayo, el cardenal Sodano hizo del tercer secreto, quizás haya
impedido una idea de conjunto del contenido de la visión de Sor Lucia. Es
cierto que en la visión se habla del martirio de "un Obispo vestido de
Blanco", y se matiza, "hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo
Padre"; pero el conjunto del mensaje va más allá, y nos describe un siglo de
martirio para la Iglesia: "y del mismo modo murieron uno tras otro los
obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares,
hombres y mujeres de diversas clases y posiciones".
El conocimiento que el Papa tenía de este mensaje, nos
hace entender las razones más profundas de la convocatoria ecuménica que él
mismo hizo en el Coliseo, el pasado 7 de Mayo, para conmemorar a los mártires
del siglo XX. A través de los inform es que allí se hicieron públicos, supimos
que en el presente siglo la Iglesia ha tenido más mártires que en toda su
historia.
Pero la visión de Sor Lucia termina con un canto de
esperanza: "Bajo los dos brazos de la cruz había dos ángeles; cada uno de
ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de
los mártires y regaban con ella a las almas que se acercaban a Dios". La
Iglesia siempre ha tenido conciencia de que la sangre de los mártires es
semilla de nuevos cristianos; y, de hecho, otro dato constatable de este fin
de siglo es que, jamás la Iglesia Católica había tenido tal expansión y tantos
candidatos al sacerdocio como en este momento.
5.- El porqué de un silencio
Muchos se preguntan por qué no se ha revelado antes
este tercer secreto de Fátima, al igual que se hizo con los dos primeros. En
mi opinión, no cabe argumentar en base a las dificultades diplomáticas que se
hubiesen originado con los países comunistas. De hecho, es en el segundo
secreto de Fátima, revelado en 1941, donde se profetizaba que "Rusia
esparciría sus errores por todo el mundo, promoviendo guerras y persecuciones
contra la Iglesia".
Posiblemente, la razón por la que ha permanecido en
secreto hasta este fin de siglo, hemos de buscarla en el impacto previsible
tras una profecía que anunciase un atentado contra el Papa. ¿No hubiese
generado esto un concurso morboso, una especie de "efecto llamada", que
hubiese convocado a multitud de candidatos, más o menos desequilibrados,
impulsados por el sueño de erigirse en los cumplidores de la profecía?