Un periodista en la JMJ`Colonia 2005 (4):
EL POLÍTICO Y ECONOMISTA PENSADOR
 

Escrito por Jesús de las Heras Muela - Enviado especial y director de la Revista Ecclesia   


EL POLÍTICO Y ECONOMISTA PENSADOR (O de como política y religión pueden y deben colaborar)

 

Jueves 18 de agosto de 2005

 

         El Papa Benedicto XVI acababa de sobrevolar y aterrizar en su patria.

No podía, ni quería, ocultar su alegría y su satisfacción, a las que aludió en sus primeras palabras nada más tomar tierra en el aeropuerto internacional de Colonia-Bonn. Dio gracias a Dios porque esta visita apostólica, internacional suya, la primera como sucesor de Pedro, tuviera lugar precisamente en Alemania. Y pronunció un cálido, protocolario y, a la vez, enjundioso discurso sobre los motivos que le traían a su Alemania natal, durante estos días también corazón de toda la catolicidad.

 

     Lo que quizás Benedicto XVI no acababa de esperar era el discurso de bienvenida que iba a dirigirle el Presidente la República Federal de Alemania, el economista Horts Köhler. Tanto fue esto así que Benedicto XVI acabó reconociendo que no sabía que un político, que un economista como Köhler fuera también un pensador, un filósofo, hasta un teólogo…

 

“Un acontecimiento maravilloso”

 

     Más allá  de lo que de anecdótico pueda tener este comentario de Benedicto XVI, lo cierto es que el Jefe del Estado alemán pronunció, en efecto, un más que interesante discurso. Fue todo un tratado de cómo Estado e Iglesia, política y religión son necesarios y complementarios y deben contribuir al bien común.

 

     Tras manifestar Horst Köhler su condición de cristiano protestante, calificó de “acontecimiento maravilloso” la JMJ y dijo que le parecía “extraordinario que tengamos entre nosotros a tantos jóvenes”.

 

“Un signo de reconciliación”

 

     El presidente alemán expresó seguidamente su alegría por el hecho de que fuera un alemán el que ocupe en la actualidad la silla de Pedro y afirmó que la elección papal del alemán Joseph Ratzinger “reviste importancia histórica”.

 

     Recordó, a este respecto, que Ratzinger, uno de los integrantes de la llamada “generación de los niños de la defensa antiaérea”…, sucede a Wojtyla, un polaco, y que, en la Segunda Guerra Mundial fue precisamente Polonia el primer país invadido por Alemania, calificando de “ideología contraria al ser humano y a Dios” la que imperaba entonces en Alemania. De este modo, la elección papal del alemán Ratzinger debe entenderse como “signo de reconciliación”.

 

     Estas palabras del presidente germano evocaban, sin duda, las que Benedicto XVI pronunciara el pasado 13 de mayo en el Vaticano, tras la proyección de la película “Karol, el hombre que llegó a Papa”, cuya primera parte narra precisamente la participación de Karol Wojtyla en la resistencia polaca a la invasión nazi de su país.

 

     Seis décadas después del final de la Segunda Guerra Mundial, la sucesión en el solio pontificio, en la más alta instancia espiritual de la humanidad, de un  polaco por un alemán es un inequívoco signo de reconciliación. Es también un signo del papel distinto que la Iglesia desarrolla en nuestro mundo, alejada de particularismos políticos y localistas.

 

El servicio de la Teología a la ciencia y al diálogo cultural

 

     Pero los fragmentos más interesantes del discurso del presidente alemán habrían de venir a continuación. Sus palabras, palabras de político, palabras de cristiano protestante, palabras de un personaje proveniente del mundo laico, son –para este periodista- suscribibles para cualquier persona de buena voluntad, también para cualquier católico.

 

     A la trayectoria teológica del Papa Ratzinger dedicó el político Köhler tres párrafos, cuya sustancia, cuyo mensaje principal era reivindicar el papel de la Teología en el mundo científico y en el debate público y en aplaudir la contribución de Ratzinger al diálogo y al mayor conocimiento de la misma humanidad, virtualidades que han convertido al Papa Ratzinger en “una autoridad moral”.

 

El papel vivo de las Iglesias cristianas

 

     Köhler destacó asimismo el “papel vivo que las Iglesias cristianas” realizan en Alemania. Citó como ejemplos la labor de las asociaciones juveniles católicas y evangélicas, donde, a pesar de tantos reproches a los jóvenes, éstos “experimentan el inestimable valor del compromiso con el prójimo y lo gratificante que puede ser”. En este sentido, el presidente germano dijo que “el trabajo juvenil de las Iglesias hace un gran bien y, más aún, resulta indispensable”.

 

     Este gran bien de la Iglesia es, para el economista que actualmente preside Alemania, fruto de su imagen del ser humano, que no se inspira “en el pragmatismo ni en el materialismo” y que une la libertad, la personalidad y la solidaridad. Es una visión del ser humano que además está cargada de la mejor política a fin de “no abandonar a su suerte a los débiles, a los enfermos, a los moribundos, a los perdedores de la competencia”. Todo ello está basado en el compromiso efectivo del “efectivo amor al prójimo” y de la construcción de una sociedad justa.

 

JMJ´Colonia 2005, signo luminoso de esperanza

 

     La JMJ´Colonia 2005 puede y debe también servir para un mundo mejor. “Se proyecta como signo de esperanza. La solidaridad –subrayó Köhler- que demuestran los jóvenes de todo el mundo puede hacer mucho bien. Nos hace cobrar conciencia de la responsabilidad que asumimos frente a este nuestro mundo único, compartido por todos”.

 

     Y esta misión de la JMJ ha de llegar a través de lo que la JMJ es: experiencia espiritual y celebración de la fe, desde una transformación del corazón. “Con su espíritu abierto y su sentido de la búsqueda esos cientos de miles de jóvenes nos transmiten precisamente también a nosotros los mayores un signo de esperanza y de confianza. Estos días pasados yo mismo ya lo he experimentado así”, confesó Köhler, para quien, en tiempos de miedos ante el terror y la violencia “que se cometen por motivos supuestamente religiosos, es bueno experimentar la fe y la religión como caminos hacia la paz y la humanidad”.

 

Hijos del mismo Dios en un mundo único y compartido

 

     De ahí que, en sus últimas palabras, el presidente alemán expresara sus deseos de que la JMJ “de al mundo una indicación muy clara de una fe humana, una fe proyectada hacia el ser humano. De una fe a la que no le resultan indiferentes el mundo y los seres humanos, de una fe que da testimonio de que todos somos hijos de Dios en este mundo único y compartido”.

 

     Antes, en el renglón anterior, Köhler había abogado, haciendo suyas palabras de su compatriota el Papa Ratzinger, en favor de que fe y razón deban corregirse y purificarse permanente” en favor y en servicio de una humanidad mejor, en definitiva, de una humanidad más según Dios.

 

     Y este periodista apostillaría que, en efecto, Estado e Iglesia, política y religión, deben estar cada una en su sitio, son realidades separadas y distintas. Pero las dos deben encontrarse en el servicio al ser humano y a la contribución a un mundo mejor. Las JMJ son avanzadilla, prensa y semilla florecida de ello. (Jesús de las Heras Muela – ECCLESIA Digital)