BONDAD

Todo lo que hacemos es significativo. Cada acto nuestro, cada palabra que decimos, incluso un solo pensamiento que tenemos, tiene un efecto que reverbera a lo largo de todos los mundos y a través de toda la historia.

Todo lo que pasa en el mundo de Dios, desde el derrumbe de un imperio hasta la hoja que lleva el viento a un bosque distante, tiene un propósito, específicamente guiado y dirigido por el Omnipotente--un propósito que contribuye hacia el propósito global de la creación.

Nuestra simple fe, nuestro simple compromiso de hacer el bien, es más preciado a los ojos de Dios que todo el genio del estudioso y toda la espiritualidad del místico.

Dios está en todas partes y en cada cosa, significando que en esencia sólo existe la bondad; el mal, el sufrimiento y la desesperación son sólo velos que Lo ocultan para incitarnos a correrlos en nuestra búsqueda de Él.

La vida es alegría y nosotros podemos vivir alegremente en cada situación, bajo todas y cada una de las circunstancias.

Dios nos ama, a todos y cada uno de nosotros, como si fuésemos Su único hijo.

La verdadera manera de amar a Dios es amar a todos y a cada uno de Sus hijos.

Cuando miramos hacia dentro nuestro, a la propia alma, sabemos que todo esto es verdad. Pero la vida del ser humano a menudo no promueve el mirarse hacia dentro, su propia alma. Es por eso que necesitamos maestros--no tanto para decirnos lo que no sabemos (aunque ese tipo de enseñanza tiene sus usos), sino para mostrarnos lo que nosotros ya sabemos.