Autor: P Antonio Rivero LC
Fuente: Catholic.net
Introducción
Autores, algunos acontecimientos históricos, las formas literarias en que fue escrita, etc.
Estudiar la Sagrada Escritura es estudiar lo más hermoso que existe. Hoy se
oye con frecuencia: “Dios ya no habla en nuestro mundo; está callado”. ¡No es
cierto! Dios siempre ha hablado y sigue hablando a los hombres. Y lo hace a
través de su Palabra contenida en la Biblia.
¿Queremos escuchar a Dios? Abramos la Sagrada Escritura. Ahí está todo lo que
debemos hacer para llegar al cielo. Ahí está el camino para la verdadera
felicidad. Ahí está la solución para todos nuestros problemas. Sólo tenemos
que abrir, leer, meditar, interiorizarlo, vivirlo y transmitirlo.
La Biblia no es letra muerta o muda. Ella nos interroga, nos interpela, nos
anima, nos acusa, nos enseña, nos amonesta. A quien medita la Biblia le pasará
lo que a aquellos dos discípulos de Emaús, cuyos corazones ardían al hablarles
Jesús por el camino de la vida (cfr. Lc 24, 13-15).
Abrir la Biblia es comprometerse con Dios, que nos habla. No se puede
acercarse a la Biblia como curioso, sino como creatura ante el Creador, como
hijo ante su Padre, como siervo ante el Señor: “Habla, Señor, que tu siervo
escucha”. La Biblia es un libro, no sólo para estudiar, sino para meditar,
vivir y transmitir. “Bienaventurados los que oyen la Palabra de Dios y la
practican” (cf. Lc 11, 28).
En este curso vamos a estudiar la Biblia, aprenderemos muchas cosas nuevas
acerca de ella, veremos sus autores, algunos acontecimientos históricos, las
formas literarias en que fue escrita la Biblia, etc. Pero sólo seremos felices
si, además de leer y entender la Palabra de Dios, la practicamos, la hacemos
vida. Este es el objetivo de este curso de Biblia que hoy iniciamos: hacer
vida la Palabra de Dios, encontrar en ella un mensaje personal y transmitirlo
a los demás.
¡Qué hermoso es saber que Dios ha hablado a la humanidad, al hombre, a cada
hombre! Primero se escogió un Pueblo, el pueblo de Israel; pero en él
estábamos representados todos los pueblos. ¿Por qué se escogió ese pueblo? La
respuesta sólo Dios la sabe?
Después fundó un nuevo pueblo, su Iglesia, abierto a todas las fronteras de
raza, lengua y color. En la Biblia Dios nos habla a todos, sin excepción. Sólo
pide oídos abiertos para escucharle, docilidad de corazón para aceptar su
Palabra y voluntad decidida para ponerla en práctica, cueste lo que cueste.