SANTOS ÁNGELES
Actualmente, se habla mucho de los ángeles: se encuentran libros de todo tipo que tratan este tema; se venden "angelitos" de oro, plata o cuarzo; las personas se los cuelgan al cuello y comentan su importancia y sus nombres.
Hay que tener cuidado, pues se puede caer en dar a los ángeles atribuciones que
no les corresponden y elevarlos a un lugar de semidioses, convertirlos en
"amuletos" que hacen caer en la idolatría, o crear confusiones entre
lo que son las inspiraciones del Espíritu Santo y los consejos de los ángeles.
Es verdad que los ángeles son muy importantes en la Iglesia y en la vida de
todo católico, pero son criaturas de Dios, por lo que no se les puede igualar a
Dios ni adorarlos como si fueran dioses.
A pesar de que están de moda, por otro lado, es muy fácil que nos olvidemos de
su existencia, por el ajetreo de la vida y principalmente, porque no los vemos.
Este olvido puede hacernos desaprovechar muchas gracias que Dios ha destinado
para nosotros a través de los ángeles.
Por esta razón, la Iglesia ha fijado dos festividades para que, al menos dos días
del año, nos acordemos de los ángeles y los arcángeles, nos alegremos y
agradezcamos a Dios el que nos haya asignado un ángel custodio y aprovechemos
estos días para pedir su ayuda.
Misión de los ángeles
Los ángeles son seres espirituales creados por Dios por una libre decisión de
su Voluntad divina. Son seres inmortales, dotados de inteligencia y voluntad.
Debido a su naturaleza espiritual, los ángeles no pueden ser vistos ni captados
por los sentidos.
En algunas ocasiones muy especiales, con la intervención de Dios, se han visto
y oído materialmente. La reacción de las personas al verlos u oírlos ha sido
de asombro y de respeto. Por ejemplo, los profetas Daniel y Zacarías.
En el siglo IV, el arte religioso representó a los ángeles con forma de figura
humana. En el siglo V, se le añadieron las alas, como símbolo de su prontitud
en realizar la Voluntad divina y en trasladarse de un lugar a otro sin la menor
dificultad.
En la Biblia encontramos algunos motivos para que los ángeles sean
representados como seres brillantes, de aspecto humano y alados. Por ejemplo, el
profeta Daniel escribe que un "ser que parecía varón" -se refería
al arcángel Gabriel- volando rápidamente, vino a él (Daniel 8, 15-16; 9,21).
Y, en el libro del Apocalipsis, son frecuente las apariciones de ángeles que
claman, tocan las trompetas, llevan mensajes o son portadores de copas e
incensarios; otros que suben, bajan o vuelan; otros que están de pie en cada
uno de los cuatro puntos cardinales de la tierra o junto al trono del Cordero,
Cristo.
La misión de los ángeles es amar, servir y dar gloria a Dios, ser mensajeros y
cuidar y ayudar a los hombres. Ellos están constantemente en la presencia de
Dios, atentos a sus órdenes, orando, adorando, vigilando, cantando y alabando a
Dios y pregonando sus perfecciones. Se puede decir que son mediadores,
custodios, guardianes, protectores y ministros de la justicia divina.
La presencia y la acción de los ángeles aparece a lo largo del Antiguo
Testamento, en muchos de sus libros sagrados. Aparece frecuentemente, también,
en la vida y enseñanzas de Nuestro Señor, Jesucristo, en la Carta de san
Pablo, en los Hechos de los Apóstoles y, principalmente, en el Apocalipsis.
Con la lectura de estos textos, podemos descubrir algo más acerca de los ángeles:
nos protegen, nos defienden físicamente y nos fortalecen al combatir las
fuerzas del mal.
luchan con todo su poder por y con nosotros.
Como ejemplo, está la milagrosa liberación de San Pedro que pudo huir de la
prisión ayudado por un ángel (Hechos 12, 7 y siguientes). También, aparece un
ángel deteniendo el brazo de Abraham, para que no sacrificara a su hijo, Isaac.
Los ángeles nos comunican mensajes importantes del Señor en determinadas
circunstancias de la vida. En momentos de dificultad, se les puede pedir luz
para tomar una decisión, para solucionar un problema, actuar acertadamente y
para descubrir la verdad.
Por ejemplo, tenemos las apariciones a la Virgen María, a San José y a Zacarías.
Todos ellos recibieron mensajes de los ángeles.
Los ángeles cumplen, también, las sentencias de castigo del Señor, como el
castigo a Herodes Agripa (Hechos de los Apóstoles) y la muerte de los primogénitos
egipcios (Exódo 12, 29).
Los ángeles presentan nuestras oraciones al Señor y nos conducen a Él. Nos
acompañan a lo largo de nuestra vida y nos conducirán, con toda bondad, después
de nuestra muerte, hasta el trono de Dios para nuestro encuentro definitivo con
Él. Este será el último servicio que nos presten pero el más importante. El
arcángel Rafael dice a Tobías: "Cuando ustedes oraban, yo presentaba sus
oraciones al Señor", (Tob 12, 12 - 16).
Ellos nos animan a ser buenos pues ven continuamente el rostro de Dios y también
ven el nuestro. Debemos tener presentes las inspiraciones de los ángeles para
saber obrar correctamente en todas las circunstancias de la vida. "Los ángeles
se regocijan cuando un pecador se arrepiente", (Lucas 15, 10).
Jerarquía de los ángeles
Se suelen enumerar nueve coros u órdenes angélicos. Esta jerarquía se basa en
los distintos nombres que se encuentran en la Biblia para referirse a ellos.
Dentro de esta jerarquía, los superiores hacen participar a los inferiores de
sus conocimientos.
Cada tres coros de ángeles constituyen una jerarquía y todos ellos forman la
corte celestial.
Jerarquía Suprema:
serafines
querubines
tronos
Jerarquía Media:
dominaciones
virtudes
potestades
Jerarquía Inferior:
principados
ángeles
arcángeles
Serafines: Son los "alabadores" de Dios. Serafín significa
"amor ardiente". Los serafines alaban constantemente al Señor y
proclaman su santidad.
(Isaías 6, 17)
Querubines: Son los "guardianes" de las cosas de Dios. Aparecen
como encargados de guardar el arca de la alianza y el camino que lleva al árbol
de la vida. Entre dos querubines comunica Yahvé sus revelaciones. "Se
sienta sobre querubines".
(Génesis, Éxodo, en la visión de Ezequiel, 1, 4 y Carta a los Hebreos, 9,5).
Potestades, Virtudes, Tronos, Principados y Dominaciones:
En la Biblia encontramos estos diversos nombres cuando se habla del mundo angélico.
Hay quien interpreta los nombres de los ángeles como correspondientes a su
grado de perfección. Para San Gregorio, los nombres de los ángeles se refieren
a su ministerio:
los principados son los encargados de la repartición de los bienes
espirituales
las virtudes son los encargados de hacer los milagros
las potestades son los que luchan contra las fuerzas adversas
las dominaciones son los que participarán en el gobierno de las
sociedades
los tronos son los que están atentos a las razones del obrar divino.
Existe, también, una jerarquía basada en los distintos nombres que se
encuentran en la Biblia para referirse a ellos. A los arcángeles les podríamos
llamar los "asistentes de Dios". Son ángeles que están al servicio
directo del Señor para cumplir misiones especiales.
Arcángel San Miguel: es el que arrojó del Cielo a Lucifer y a los ángeles
que le seguían y quien mantiene la batalla contra Satanás y demás
demonios para destruir su poder y ayudar a la Iglesia militante a obtener la
victoria final. El nombre de Miguel significa "quien como Dios".
Su conducta y fidelidad nos debe invitar a reconocer siempre el señoría e
Jesús y buscar en todo momento la gloria de Dios.
Arcángel San Gabriel: en hebreo significa "Dios es fuerte",
"Fortaleza de Dios". Aparece siempre como el mensajero de Yahvé
para cumplir misiones especiales y como portador de buenas noticias. Anunció
a Zacarías el nacimiento de Juan, el Bautista y a la Virgen María, la
Encarnación del Hijo de Dios.
Arcángel San Rafael: su nombre quiere decir "medicina de Dios".
Tiene un papel muy importante en la vida del profeta Tobías, al mostrarle
el camino a seguir y lo que tenía que hacer. Tobías obedeció en todo al
arcángel San Rafael, sin saber que era un mensajero de Dios. Él se encargó
de presentar sus oraciones y obras buenas a Dios, dejándole como mensaje
bendecir y alabar al Señor, hacer siempre el bien y no dejar de orar. Se le
considera patrono de los viajeros por haber guiado a Tobías en sus viajes.
Es patrono, también, de los médicos (de cuerpo y alma) por las curaciones
que realizó en Tobit y Sara, el padre y la esposa de Tobías.
Los ángeles custodios
Dios ha asignado a cada hombre un ángel para protegerle y facilitarle el
camino de la salvación mientras está en este mundo. Afirma sobre este tema
San Jerónimo: "Grande es la dignidad de las almas, cuando cada una de
ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel destinado para su
custodia".
En el Antiguo Testamento se puede observar como Dios se sirve de sus
mensajeros para proteger a los hombres de la acción del demonio, para
ayudar al justo o librarlo del peligro, como cuando a Elías lo alimentó un
ángel, (1 Reyes, 19, 5).
En el Nuevo Testamento también se pueden observar muchos sucesos y ejemplos
en los que aparecen estos seres: el mensaje a San José para que huyera a
Egipto y los ángeles que sirvieron a Jesús, después de las Tentaciones en
el desierto, entre otros ejemplos.
Se puede decir que los ángeles custodios son compañeros de viaje, que
siempre estarán al lado de cada uno de nosotros, en las buenas y en las
malas, sin separarse ni un solo momento. Está a nuestro lado mientras
trabajamos, descansamos, cuando nos divertimos y cuando rezamos, cuando le
pedimos ayuda y cuando le olvidamos. Y, lo más importante, es que no se
aparta de nosotros ni siquiera cuando perdemos la gracia de Dios por el
pecado. Nos presta auxilio para enfrentar de mejor ánimo las dificultades y
tentaciones de la vida diaria.
Muchas veces se piensa en el ángel de la guarda como si fuera algo
infantil. Pero, si pensamos que al crecer la persona se enfrentará a una
vida con mayores tentaciones y dificultades, el ángel custodio será de
gran ayuda.
Para que la relación de la persona con el ángel custodio sea eficaz,
necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo que es. Así podrá
convertirse en un fiel y poderoso aliado nuestro.
Debemos confiar en nuestro ángel de la guarda y pedirle ayuda, pues además
de que él nos guía y nos protege, está muy cerca de Dios y le puede decir
directamente lo que queremos o necesitamos.
Recordemos que los ángeles no pueden conocer nuestros pensamientos ni
deseos íntimos si nosotros no se los hacemos saber de alguna manera, ya que
sólo Dios sabe lo que hay dentro de nuestro corazón. Ellos, en cambio, sólo
pueden conocer lo que queremos intuyéndolo por nuestras obras, palabras,
gestos, etc.
También podemos pedirle favores especiales a los ángeles de la guarda de
otras personas para que las protejan de determinados peligros o las guíen
en situaciones difíciles.
¿Qué nos enseñan los ángeles?
Nos enseñan a:
¿Quiénes son los ángeles caídos?
Dios creó a los ángeles como espíritus puros, todos se encontraban en
estado de gracia. Pero algunos, encabezados por Luzbel, el más bello de los
ángeles, por su malicia y soberbia se negaron a adorar a Jesucristo, Dios
hecho hombre, por sentirse seres superiores. Así, rechazaron eternamente a
Dios con un acto inteligente y libre de su parte.
A Luzbel -también denominado Lucifer, Diablo o Satán- junto con los ángeles
rebeldes que le siguieron -convertidos en demonios- fueron arrojados del
Cielo al infierno. Quedaron confinados a un estado eterno de tormento en
donde nunca más podrán ver a Dios.
No cambiaron su naturaleza, siguen siendo seres espirituales y reales.
Lucifer es el enemigo de Dios. Jesús le llama "el engañador",
"el padre de la mentira". Su constante actividad en el mundo busca
apartar a los hombres de Dios mediante engaños e invitaciones al mal.
Quiere evitar que lo conozcan, que lo amen y que alcancen la felicidad
eterna. Es un enemigo con el que se tiene que luchar para poder llegar al
Cielo.
Los demonios se encuentran organizados en jerarquías, tal y como fueron
creados en un principio, subordinados los inferiores a los superiores.
Satanás y sus demonios comenzaron sus maléficas acciones con Adán y Eva y
no se dan por vencidos en su labor. Aprovechan la inclinación del hombre
hacia el mal por su naturaleza que quedó dañada después del pecado
original. Son muy astutos, disfrazan el mal de bien. Su acción ordinaria en
el hombre es la tentación. Por ello rezamos en el Padrenuestro: "...no
nos dejes caer en tentación y líbranos del mal."
¿Por qué creer en los ángeles?
Toda la Sagrada Escritura está llena de versículos y capítulos completos
que hablan de los ángeles. Si creemos en la Sagrada Escritura, no podemos
negar la existencia y la acción de los ángeles.
Además del testimonio de la Revelación, tenemos el de los Santos Padres de
la Iglesia quienes nos dejaron bellas y sugestivas descripciones de los ángeles
que fueron retomadas por Santo Tomás no sólo en el aspecto teológico sino
en un dinamismo cristiano. La Iglesia ha definido dogma de fe la existencia
de los ángeles.
El culto a los ángeles de la guarda comenzó en la península Ibérica y
después se propagó a otros países. Existe un libro acerca de esta devoción
en Barcelona con fecha de 1494.
El Concilio IV de Letrán, en 1215, se señaló que Dios es creador de todas
las cosas, de las visibles y de las invisibles, de las criaturas
espirituales y las corporales. Se señaló que a unas y a otras, las creó
de la nada.
En 1870, debido al materialismo y racionalismo que imperante en esa época,
el Concilio Vaticano I afirmó de nuevo la existencia de los ángeles.
Pablo VI volvió a poner de manifiesto la existencia de los ángeles en
1968, al formular el Credo.
En la reforma litúrgica de la Iglesia de 1969, quedó establecido el día
29 de septiembre para dar culto a los arcángeles San Miguel, San Rafael y
San Gabriel y el día 2 de Octubre, para rendir culto a los ángeles
custodios.
Oración a San Miguel Arcángel
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla.
Ayúdanos a luchar contra el mal.
Que Dios oiga tu voz y tú, como jefe del ejército del Cielo,
combate y vence a Satanás
y a todos los espíritus malos que andan por el mundo
deseando la ruina de las almas.
Amén.
Oración al Ángel de la Guarda
Ángel del Señor, que eres mi custodio,
Puesto que la Providencia soberana me encomendó a ti,
Ilumíname, guárdame, rígeme y gobiérname
en este día.
Amén.
Ángel de la Guarda, dulce compañía
No me desampares, ni de noche ni de día,
hasta que me encuentre en los brazos de Jesús y de María.