CARTAS DE AMIGO A AMIGO
 

P. MÁXIMO PÉREZ


Estas cartas recogen las respuestas del P. Máximo Pérez a consultas que recibía de adolescentes en la Revista Hosanna

 

 

IV. FORMACIÓN HUMANA

 

73. Ser como niños

74. Los mayores, ¿siempre razón?

75. Delegado de curso

76. Vestir lujosamente

77. Se ríen de mí

78. Timidez (I)

79. Timidez (II)

80. Inestabilidad interior

81. Jóvenes distintos, ¿dónde?

82. ¡Me han puesto un mote!

83. ¿Compañerismo u obediencia?

84. Robar

85. Castigo-incomprensión

86. 87. Desavenencias entre padres

88. Amigas para enredar

89. Amigas: he perdido una (I)

90. Amigas: he perdido una (II)

91,92. Amigas en exclusiva (I)

92. Amigas en exclusiva (II)

93. Amigas enfadadas

94. Dudas sobre la vida

95. Me gustan los chicos (I)

96. Me gustan los chicos (II)

97. Me gustan los chicos (III)

98. Me gustan los chicos (IV)

99. Viajes de estudio

100. Colegio-Instituto

101-80. Motes a los profesores.

102-81. ¿Cómo convencer a mí amiga?

103-82. No tienen tiempo para ir a Misa.

104-83. Sólo me reprende a mí.

105-84. Mi amigo fuma.

106-85. Nos metemos con un niño.

107-86. Celos de mi hermanita.

108-87. No puedo querer a mi padre.

109-88. Extraterrestres.

110-89. Analfabetismo.

111-90. ¿Que me copien los deberes?

112-91. Clases de religión tumultuosas (I)

113-92. Clases de religión tumultuosas (II)

114-93. Guerra nuclear.

115-94. Peleas familiares.

116-95. ¿El mejor movimiento?

117-96. Amiga infiel.

118-97. Tercer mundo (I)

119-98. Tercer mundo (II)

120-99. Tercer mundo (III)

121-100. Tercer mundo (IV)


 

 CARTAS DE AMIGO A AMIGO (I)
 

 

IV: Formación humana: Para que lleguemos a la estatura propia de la plena madurez en Cristo (Ef 4, 13)

 

 

73.

Jesús afirma que debemos ser como niños. ¿Es que no debemos desarrollar nuestra personalidad? ¿Vamos a ser siempre menores de edad?

Personalísimo

Amigo Personalísimo:

Sí, señor. Jesús afirma que debemos volver a hacernos niños si queremos entrar en el Reino de los Cielos (Mt 38,1-4). Pero ser niños no es lo mismo que quedarse aniñados.

Los niños, para llegar a ser adultos, han de dejar algunos defectos. Ellos suelen ser irresponsables, inconscientes, inconstantes, miedosos, caprichosos, blandos, etc. Un adulto que fuera así no habría madurado; se habría quedado aniñado. Esto no puede quererlo Jesús.

El desea que tengamos personalidad, que no nos dejemos llevar por nuestros caprichos ni por lo que dicen o hacen otros, que no seamos miedosos ni inconstantes. En fin, Jesús rechaza todo aquello que nos dejaría aniñados.

Pero en los niños no todo es defectuoso: tienen también una gran virtud, y es que guardan ante sus padres actitudes filiales. Estas actitudes filiales que los niños guardan para sus padres, son las actitudes que todos debemos guardar y mantener para con Dios. Esto es volverse o conservarse niño.

He aquí algunas de estas actitudes filiales:

            1. El niño cree en el amor de sus padres. Se deja amar por ellos y se fía de ellos. Pero muchos cristianos fallan en esto: no se creen en serio que Dios los ama o no se fían de El; por eso prefieren hacer sus propios planes a espaldas de Dios. De todo lo que Dios les da no encuentran nada a su gusto y se quejan de todo. Rechazan los dones que Dios les da. Rechazan su palabra que ni estiman ni escuchan. Rechazan a Jesucristo al dejar la Misa o la comunión. Se empeñan en vivir alejados de Dios, corno el hijo pródigo, para no depender del amor de su padre.

            2. El niño sabe que el amor de sus padres es gratuito. Los padres le han dado la vida, lo alimentan, lo visten, lo educan y lo cuidan sin cobrar nada. Y cuando mueran sus padres le dejarán todo lo que ellos han ganado. Y esto lo hacen los padres aunque el niño sea torpe, subnormal, o malo.

Esta misma actitud hemos de tener con Dios. Dios no nos ama porque seamos buenos; nos ama por lo bueno que es Él. Por eso nos ama incluso cuando nosotros somos malos. El amor de Dios no es una paga a nuestros méritos, sino que es completamente gratuito.

            3. El niño es consciente de que ignora muchas cosas y de que no tiene fuerzas para hacerlas. Pero confía en la sabiduría de su padre y también en su poder.

Esta actitud es propia también de los hijos de Dios: ni sabemos lo que nos conviene, ni tenemos fuerzas para conseguirlo. A veces tenemos el peligro de convertirnos ante Dios en niños mimosos que sólo piden lo que les gusta. Jesús nos dice que evitemos esta niñería y seamos capaces de pedir que se realice en nosotros la voluntad de Dios como Él mismo la realizó (Mt 26,19).

Aquí tienes, amigo, sólo algo de lo que significa hacerse como niño ante Dios. Como te supongo inteligente, caerás en la cuenta de que portarse con Dios como un niño requiere mucha fe, mucha humildad, mucha renuncia. En una palabra: hacerse como niño ¡es cosa de hombres!

Anímate a dar este paso y a vivirlo en tu vida. Te lo desea tu

Amigo

 

 

74.

Aunque los mayores tengan más experiencia que nosotros, ¿por qué han de llevar ellos siempre la razón? ¿Acaso no se equivocan como los demás? ¿no tienen defectos como todos?

Raúl

Amigo Raúl:

Debe de haber alguien que fastidia y se escuda diciendo que es mayor y que sabe más que tú, ¿no? De todos modos vayamos a la cuestión.

Los mayores (entiendo por mayores en este caso tus padres y educadores) tienen efectivamente más experiencia que los chicos y chicas de vuestra edad. Eso nadie lo niega.

Los mayores (padres y educadores) generalmente quieren aprovechar esta experiencia para bien vuestro; es decir, para evitaros equivocaciones y reacciones que os hacen daño a vosotros o a otros.

Como saben más, es decir, como ven las cosas desde más puntos de vista, ordinariamente tienen más razón que vosotros, que tendéis a verlas sólo desde una parte. Y como buscan haceros bien, vosotros haréis bien si os fiáis de ellos. Sí además son vuestros padres y educadores, debéis obedecerlos.

Pero, claro, también los mayores pueden equivocarse. Y también a veces pueden proceder no buscando vuestro bien, sino por genio, por quedar encima, por vengarse, por obtener algo que les gusta a ellos... Esto es claro que puede pasar. El único que nunca se equivoca y que siempre busca nuestro bien es Dios. Pero Dios sólo hay uno, ¿verdad? Y con todo, todavía no nos fiamos de Él.

Esto que puede pasar a vuestros mayores, tal vez no es frecuente, pero se da. Y cuando se da, entonces puede planteársele a un chico un conflicto de conciencia en el cual se pregunta: ¿hago caso a mis padres y educadores, que clarísimamente están equivocados? Yo diría que no seas fácil en creer que tus padres y educadores están «clarísimamente» equivocados. Cuando somos parte interesada, a todos nos parece «clarísimamente» que tenemos la razón. En un pleito, las dos partes ven «clarísimamente» que pueden tener razón. Por eso se señala un juez imparcial que dé la razón sólo a quien la tiene.

Si te consta que tus padres y educadores son personas sensatas y que te quieren de verdad, debes darles un voto de confianza y no dedicarte a discutir y dudar de ellos. Incordiar no es precisamente una postura muy cristiana.

Pero ¿qué hacer, si fuera «clarísimo» que ellos se equivocan o que no buscan tu bien? Si fuera «clarísimo» (lo cual, como te digo, es muy difícil), entonces no tendrías por qué hacerles caso. Pero tampoco tienes por qué despreciarlos ni ridiculizarlos. Ellos, como todos, pueden equivocarse; y al que se equivoca hay que tratarlo siempre con amor. Nunca mejor que aquí viene lo del Evangelio: «No hagas a nadie lo que no quieras que hagan contigo»(Mt7,12).

Cuando tú te equivocas, ¿te gusta que se rían de ti o te insulten? ¿No prefieres que te respeten y te enseñen con cariño? Pues con mayor razón has de hacerlo tú cuando se tata de personas mayores.

Esto es todo. ¡Qué fácilmente se dice!, ¿verdad? Realizarlo ya es un poco más difícil. Pero nadie ha dicho que las cosas difíciles son para dejarlas. Todo lo contrario. El Evangelio es difícil y Jesús nos invita a vivirlo. Inténtalo de veras.

Te saluda tu

Amigo

 

 

75.

Estudio 2º de ESO y soy delegado de curso porque me han elegido los mismos compañeros. Pero cuando falta el profesor e intento poner orden, ya me puedo desgañitar, que no consigo nada. No sólo esto, también se ríen de mí por mí fisonomía. He organizado en mi clase una Misa de Sección para la clase. Pero la gente se lo toma a juerga. Intento ser buen cristiano, pero se ríen de mí por esta circunstancia. Yo intento tomarlo a broma. SÍ a alguno de los fuertes de mi clase le hubieran hecho lo que me han hecho a mí, estoy seguro de que les pegaría y solucionaría así su problema. Yo también podría darles un puñetazo. ¿Conviene? No me importaría que me lo devolviesen, pero estoy seguro de que, al menos quien lo recibiera, me dejaría en paz.

Chus

Amigo Chus:

A muchos delegados sucede exactamente lo mismo que a ti. Los compañeros los escogen porque parecen personas de orden (en el fondo todos queremos orden) y les dan como cierta autoridad, pero luego no quieren aguantar las consecuencias de esa autoridad que ellos han escogido. Esto demuestra su inmadurez.

A este primer problema se me ocurre que si tenéis un tiempo de formación con vuestro tutor, planteéis el problema para que todos tomen conciencia de ello. Porque no hay derecho a hacer la vida imposible a los delegados.

Segundo problema; se ríen de tu fisonomía. No sé si eres guapo o feo; cuando quieren reírse de uno, da lo mismo.

Un amigo mío tenía la cara deformada por una una explosión. Al principio no quería ni salir de casa por miedo a la gente. Pronto entendió que así no debía seguir y decidió luchar por vencerlo. Entonces comenzó a meterse en aglomeraciones de personas (bares, salas...). Nada más llegar las miradas se clavaban.

Te saluda tu

Amigo

 

 

76.

Estudio 2º de ESO. Durante la semana no puedo, porque tengo que llevar el uniforme del colegio; pero los domingos me gusta vestirme bien y llamar la atención ¿Es esto malo?

Llamativa

Amiga Llamativa:

Comprendo tus ganas de llamar la atención; no en vano tienes catorce años. Solamente quiero que reflexiones sobre los diversos modos como puede llamarse la atención.

El primer modo consiste en provocar en los demás malos pensamientos y deseos. Este modo no será el que tu quieres, ¿verdad? Estoy seguro, porque no te considero mala.

Otro modo consiste en llevar el último modelito, el más costoso, el más despampanante, el de la mejor marca. Este procedimiento suelen emplearlo las vanidosas, las que no tienen personalidad, las que se olvidan de las necesidades de los demás y gastan en cosas innecesarias, las que están manipuladas por la sociedad de consumo... Sinceramente no te lo aconsejo tampoco.

Finalmente hay otro modo de llamar la atención. No llamar la atención por lo que uno lleva, sino por lo que uno es. La elegancia no está en el modelo que se viste, sino en la persona que lo viste. Es la persona la que de por sí es elegante, e irá siempre bien con cualquier vestido que lleve, aunque sea el uniforme del colegio. Observo que algunas de esas que quieren vestir «elegantemente» los domingos, son una percha desgalichada llevando el uniforme sin ninguna elegancia.

No se trata de vestirnos con un saco, no. Creo que una joven, como tú, debe ir bonita por el vestido. Pero debe ir más bonita por el modo de llevarlo. Y más bonita aún, por lo que ella es interiormente.

Repito: lo que más vale en ti, no es lo que llevas, sino lo que eres. ¿De qué te sirve llevar el mejor modelo, si tú no vales más que el modelo? Habrás oído alguna vez: «Aunque la mona se vista de seda, mona es y mona se queda».

Vístete elegantemente los domingos. Pero sé tan elegante por dentro que des elegancia hasta al uniforme del colegio.

¿En qué consiste la elegancia interior? En ser educada, en atender a las necesidades de los otros, en ser responsable, en ser fina en tus expresiones, modales y palabras, en ser sensible a la belleza, en ser cariñosa con los que te rodean, en saber ceder con gusto y con prontitud, etc...

Termino recordándote un consejo de Jesús: El hablaba del dinero, pero yo lo aplico ahora a los vestidos: «No os afanéis por lo que perece, sino por lo que dura siempre» (Mt 6,19-21).

Sin duda el vestido pertenece a las cosas que perecen: se gasta, se rompe, se queda pequeño, anticuado... el corazón dura para toda la vida y para la eternidad.

Que tengas siempre un corazón elegante como el de María, que siempre dijo «sí». Te lo desea tu

Amigo

 

 

77.

¿Puede uno desanimarse porque, a su juicio, la gente le desprecia y se ríen de él? ¿Puede esto llevarle a disminuir su oración? ¿Qué puede hacer? ¿Por qué pasa esto? ¿Tienen la culpa los demás o yo?

Preocupada.

Amiga Preocupada:

¿Demasiadas preguntas? No. Creo que todas están unidas por un mismo hilo. Veamos.

Sospecho que estas pasando, o has pasado, por una temporada de incomprensiones, alejamiento de personas, desprecios, ironías y varias cosas más. Algo así, ¿no?

Puede suceder que el mundo que te rodea haya cambiado. Pero más seguro es que estés cambiando tú. Con tu llegada a la adolescencia se desarrolla en ti mayor sensibilidad y acusas cosas que antes no te impresionaban.

Y si quieres, concedamos un empate: la mitad de lo que te pasa se debe a la gente, y la otra mitad, a ti. Pero lo importante no es saber quién tiene la culpa, sino cómo has de reaccionar ante estos hechos.

Ante este fenómeno puedes tener dos reacciones:

            1.a Echarte toda la culpa a ti. Si haces así, comenzarás a crearte un complejo de bicho raro. Y tú no eres un bicho raro, sino un ser normal. Pero normal según tu edad, claro está.

Quiero decir que ahora eres capaz de descubrir en los demás ciertos comportamientos que antes se te pasaban. Y, además, ahora eres más sensible y te hieren más. Pero esto no es ser un bicho raro. Es ser una adolescente normal.

            2.a  Otra manera de reaccionar es echar toda la culpa a los demás: son unos groseros, unos desagradecidos, unos egoístas y qué sé yo cuántas cosas más.

Tampoco esto es cierto. Puede ser que haya mucho de todo esto, pero no tanto como para decir que es lo único que hay. Si echas toda la culpa a los otros terminarás amargándote, aislándote, haciéndote rara de verdad.

¿Qué hacer, entonces?

            1. Pensar que eres normal y que está pasándote algo normal. Lo que a ti te pasa, también pasa o ha pasado a millones de adolescentes y jóvenes.

            2. Pensar que puedes superarlo. El corredor que va hacia la meta tiene que saltar algunas vallas. Pues esta «crisis» es una valla que tienes que saltar para hacerte mayor. Si no, te quedarías niña perpetuamente. Y eso no, ¿verdad?

            3. Orar. Dices que estás tentada de disminuir tu oración. ¡Lo que faltaba...! Eso es lo que quiere el demonio para que también te quedes aislada de Dios. Pero Dios sigue amándote; conoce lo que te pasa y quiere ayudarte. Déjate ayudar por Él

Tal vez piensas que Dios no te ayuda, que es tiempo perdido tu oración. Esa es precisamente la tentación... Si tu fueras una corredora de verdad no permitirían a tus padres lanzarse a la pista para empujarte y levantar tus píes al saltar las vallas. No, no: tienes que ser tú sola. Tus padres te ayudan con su presencia y su mirada desde las tribunas.

Dios está presente en tu lucha: te anima, te da fuerzas; pero no te sustituye, porque entonces nunca crecerías. Estás creciendo en fe, en valentía, en capacidad de sacrificio, en fidelidad. No te vuelvas atrás como una niña miedosa. Cristo está contigo. Permanece fiel a Él, que Él permanece fiel a ti.

Te saluda tu

Amigo

 

 

78.

Soy muy tímido. Por eso muchos amigos se ríen de mí y me lo restriegan. ¿Es que no puede uno ser así? ;Se ha de ser como dicen los demás? ¿Por qué es tan cruel el mundo?

Tímido

Amigo Tímido:

Sin duda tú te crees una excepción en el mundo. Pues no, hombre; debes saber que en el mundo hay millones de muchachos de tu edad que son tímidos. Desecha la idea de creerte anormal por esto.

En adolescentes como tú es frecuente la timidez. Suelen ser chicos, por una parte responsables, y por otra, muy sensibles a la impresión que pueden causar en los demás. Los «caraduras», en cambio, suelen ser unos irresponsables o unos inconscientes de que molestan a los demás y de que caen mal a todos.

Debes saber también que este fenómeno de la timidez suele ser pasajero en muchos. A medida que el adolescente va madurando su personalidad y va adquiriendo seguridad en sí mismo, va superando también la timidez. Yo espero que tu caso sea también pasajero. No debes apurarte demasiado: ten paciencia contigo mismo y con el tiempo.

He aquí varias cosas que te aconsejo:

            1. Paciencia. No te bastará un día ni dos. La timidez se irá quitando al ritmo que tu vayas madurando. Por tanto, da tiempo al tiempo.

            2. Colaboración. Procura realizar pequeños actos de vencimiento como esos que me escribes en tu carta: invitar a un amigo a ir a la capilla, tener alguna intervención en público, hablar normalmente con el que se ha reído de ti, etc.

            3. Muchos, al verte tímido, sólo saben hundirte con risas y desprecios. Intenta no prestar atención ni dar importancia a lo que otros piensan o dicen de ti. Independízate de sus comentarios. Procura ser fiel a tu conciencia y repetirte muchas veces:

« ¿Hago lo que tengo que hacer? ¿Dejo de hacerlo por miedo a los demás?»

            4. Piensa que lo bueno que hacen otros también puedes hacerlo tú. Repítelo muchas veces.

            5. Jesús está contigo para ayudarte a madurar y hacer de ti un hombre. Pon en Él tu confianza. Que nunca te falte el ánimo, amigo. Esto sobre todo.

Sé que necesitas un amigo que te ayude. Cuenta para ello con este de verdad tu

Amigo

 

 

79.

Somos muy tímidas. Con nada que nos digan las profesoras nos ponemos coloradas. Cuando nos miran no podemos andar y nos ponemos muy nerviosas. Es un problema grave para nosotras. Por favor, dénos un consejo.

Dúo Tímido

Amigas Dúo Tímido:

Más que espiritual vuestro problema es psicológico. Intentaré ayudaros en lo que sepa. No sé a qué es debido vuestro complejo; sospecho que tal vez no os sentís seguras de vosotras mismas, o tenéis miedo a no caer bien o a hacer el ridículo.

Yo pienso que vuestra timidez es pasajera y que a medida que vuestra personalidad vaya formándose os sentiréis más seguras e iréis dejando esa inseguridad que ahora tenéis. Desde luego pienso que tenéis remedio y os pido que no penséis lo contrario, porque entonces os quedaréis bloqueadas en vuestra timidez.

Os daré cinco consejos, a ver si os sirven de provecho:

            1. No os tengáis por raras ni desgraciadas. Hay en el mundo millones de personas que también se ponen coloradas cuando las miran. Así que no sois un caso de museo.

Más aún, os diré lo que me dijo un día una persona entendida en estos asuntos: «La timidez -me dijo- sólo se da en personas inteligentes». Los niños pequeños no son tímidos porque no caen en la cuenta de que pueden hacer el ridículo. Los tontos, tampoco. Mucho menos los animales. Una persona inteligente,

            2. Con todo, vuestra reacción es tan exagerada que os ponéis coloradas y no acertáis a andar. No os asustéis por ello. Os aconsejo que hagáis como una lista de situaciones en las cuales os suceden estos fenómenos: por ejemplo, cuando os habla la profesora, o cuando os miran... No se trata de hacer una lista completa; bastan dos o tres situaciones.

Estudiad estos casos, o juntas o por separado. Preguntaos: « ¿por qué reaccionamos así? ¿Cómo vemos que reaccionan otros? ¿Cómo nos gustaría reaccionar? ¿Qué hacer para reaccionar como nos gustaría? ¿Qué responderíamos a esto o a lo otro que nos pone nerviosas?». En una palabra: intentad resolver con la cabeza y en la teoría lo que luego habéis de resolver en la práctica. Deciros muchas veces: «Esto no es tan grave, ni tan difícil; yo puedo superarlo... Lo que pienso con mi cabeza, debo ser capaz de realizarlo...»

Esto no os quitará de golpe la timidez, pero evitará que las situaciones os cojan de sorpresa y sin defensa. Estaréis sobre aviso y con algunas reservas de energía.

            3. Después que os haya pasado alguna de estas cosas que contáis, reflexionad sobre vuestra conducta. No para reñiros e insultaros llamándoos idiotas, sino para evaluar los progresos y para poneros en guardia en la próxima situación.

            4. Nunca huyáis por timidez de las intervenciones en que tenéis que actuar, o de las decisiones que tenéis que tomar, ni calléis las respuestas bien dadas que tenéis que dar. Aunque no os salgan bien, es preferible actuar antes que inhibirse.

            5. Mi último consejo: tened paciencia. Eso no se quita en un par de segundos lo mismo que los zapatos. Es cosa de días. Muchas cosas de estas van pasando con la edad a medida que va madurando la personalidad. Si hacéis un poco de esfuerzo espero que en un día no lejano podáis escribirme diciendo que habéis superado, o estáis en camino de superar totalmente vuestra timidez. Daréis una gran a alegría a vuestro

Amigo

 

 

80.

Tengo trece años y un problema: en un mismo día paso de la alegría más grande al descontento más amargo. No tengo ganas de estudiar. No me apetece nada rezar. Mis mejores amigas me empiezan a aburrir y siento deseos de alejarme de cuanto me rodea... ¿Qué debo hacer para volver a ser como antes? Aunque no me apetece nada ser como antes, sino encontrar mi «yo», y no sé cómo.

Desconcertada

Amiga Desconcertada:

Lo que te pasa es muy sencillo: tienes trece años. Hasta ahora tu barco venía navegando por un plácido río. Ahora te toca desembocar en el mar y cruzarlo. Y al mar, ya sabes, le encanta balancear los barcos recién estrenados, como eres tú que estás estrenando tu juventud. Ya ves qué sencillo.

No intentes volver hacia atrás para refugiarte en tu segura infancia; esa ya no volverá. Tampoco tires por la borda todas las cosas buenas que aprendiste en la niñez. Te han hecho mucho bien y te han traído hasta este punto. Algún día lo verás y lo agradecerás. Pero ya no puedes vivir en tu seguro lago de cristal. Jesús mismo te dice como a san Pedro: « ¡Boga mar adentro!» para encontrar ese «yo» que buscas.

Veo que tienes capacidad de introspección y análisis porque has encontrado en ti cuatro tipos de fenómenos: 1) emocional: «paso rápido de la alegría a la depresión»; 2) laboral: «no tengo ganas de estudiar»; 3) social: «mis amigas me aburren y quiero estar sola»; 4) religioso: «no me apetece rezar». Ninguno de estos cuatro fenómenos es grave. Son normales en una chica de tu edad. Intentaré ayudarte, aunque lo mejor sería que tuvieras a mano una persona de confianza con quien poder dialogar sobre todo esto. He aquí mis consejos:

            1. ¡No asustarse!: ni por las oscilaciones de tu humor, ni porque tus amigas te aburran, ni porque te parece que estás perdiendo la fe... Nada de todo esto te hace buena o mala, sucede en tu voluntad, sino en tu sensibilidad. Lo único hace buena o mala es tu voluntad.

            2. ¡Tu voluntad! ¡Ojo a tu voluntad! ahora es cuando estás fraguándola y, con ella, tu libertad. Fíjate en tus expresiones <<no tengo ganas», «no me apetece», «siento deseos». Todo esto pertenece al campo de lo que te gusta o no te gusta. Es preciso que comiences a querer o no querer, prescindiendo de si te apetece o no, de si tienes ganas o no. Si no, serás siempre un juguete He ni propio humor y de tus apetencias. Y eso sería volver, no sólo niña, sino a ser animalito.

            3. intenta ser valiente. No dejes que tu gusto o tu apetito se impongan. Trata de buscar lo que te hace bien a ti y a los demás, aunque te repugne. Tienes que aprender a amar con tu voluntad y no sólo con el sentimiento. Es como hacerse con el timón de tu nave para no ser juguete del viento o de las olas

            4. Intenta ser fiel. Fiel a tu deber. El deber no es apetitoso a veces. Pero ¡que buen entrenamiento para la voluntad! Es lo que Dios espera de ti, no otra cosa.

Fiel también a tus amigas: Te han ayudado hasta ahora: no las dejes por una crisis pasajera. Puedes caer en la tentación de sustituirlas por otras más fáciles y complacientes, pero que harán tanto bien. Recuerda: «vale más lo malo conocido que lo bueno por conocer»; ¡cuanto mas si lo conocido no es tan malo! Sé fiel a Jesucristo: El sigue siendo fiel a ti y amándote también ahora. Ya no lo sientes corno antes, pero debes aprender a «sentirlo» de otro modo; no con el sentimiento de niña, sino con la «fe» de mayor. Esto es más difícil, pero es más cristiano

Y basta de consejos, ¿son demasiados? Cualquiera de ellos te hará bien si intentas ponerlo por obra. Me alegraría que te hicieran bien. Tu

Amigo

 

 

81.

Tengo diecisiete años y en el ambiente en que vivo me encuentro muy sola. Todos frecuentan las discotecas y tienen allí sus amigos. A mí no me gusta ir. A mí me gustaría encontrarme con otra juventud, la juventud de Cristo, la juventud que ni dice tacos ni fuma porros, la juventud a la que no atrae lo superficial y que intenta hacer algo por los demás. Yo la he buscado, pero no la he encontrado. Parece que no hay término medio: o discoteca, porros, guateques..., o soledad. Yo no quiero ni lo uno ni lo otro. ¿No puedo encontrar amigas de mis mismos ideales?

En el colegio donde voy hay M.E.J. pero son más pequeñas que yo. Es un grupo prometedor de niñas muy saladas con un futuro muy hermoso. A mí me hubiera gustado pertenecer a él...

Buscadora

Amiga Buscadora:

Tu nombrecito y tu problema me recuerdan a Diógenes, aquel famoso filósofo griego de la antigüedad. En medio de la plaza de Atenas andaba buscando algo con un farol encendido un día a pleno sol. La gente que lo veía buscar se extrañaba de que el buen hombre anduviera a medio día con el farol encendido. Pensaban que se había vuelto loco. Alguien se atrevió a preguntarle: —«Diógenes, ¿qué buscas?». —«Ando buscando un hombre», fue la respuesta del filósofo.

Al oír la respuesta del filósofo la gente se confirmó en que Diógenes se había vuelto loco. —« ¿Buscas un hombre, Diógenes? Pues mira, la plaza está llena de ellos...». —«No, amigos, esos no son hombres; lo que yo busco es un HOMBRE».

Con tu corazón encendido tú también andas buscando una juventud profunda, madura, que hable de cosas serias, que sueñe con cosas grandes... ¡y no la encuentras! Jóvenes hay muchos, como dices, pero en las discotecas y en otros sitios; más esos tienen el corazón ya viejo... Jóvenes de corazón hay pocos.

Me pides una solución, pero ¿quién tiene la solución? El poeta dijo «caminante, no hay camino; se hace camino al andar». Tal vez debamos hacer una glosa y decir: «Amiga, no hay solución; se hace solución al andar». Sólo el que camina soluciona algo y va encontrando partecita a partecita la solución total. Pero el que no camina, no encuentra nada.

No existen soluciones mágicas, y por eso no puedo dártelas. Pero no quiero renunciar a decirte algo que pueda ayudarte a buscar. Helo aquí.

            1. En las satisfacciones o en las insatisfacciones profundas está Dios. Cuando una acción, actitud o proyecto nuestro nos deja profundamente alegres es señal de que Dios quiere eso de nosotros. Por el contrario, cuando alguna actuación, actitud o proyecto nos quita la paz, o nos deja insatisfechos en lo más profundo del corazón, es clara señal de que Dios no quiere eso de nosotros.

Aplícalo a tu caso. Tú te sientes vacía ante las discotecas, conversaciones superficiales, etc. y en cambio sientes dentro un hambre de cosas serias y de altos ideales. Es clara señal de lo que Dios te está pidiendo. Dios no quiere de ti la vida vulgar y anodina que ves en los demás. Dios está llamándote a realizar esos altos ideales que atraen tu corazón.

            2. Te gusta realizar eso que Dios pone en tu corazón, pero quisieras realizarlo y compartirlo en compañía de otros jóvenes que sintieran lo mismo que tú. Esta es tu gran dificultad.

También a mí me gustaría que encontraras jóvenes de tus mismos ideales, porque tienes perfecto derecho a ello. Sé que hay ese tipo de jóvenes, pero desde esta distancia que nos separa no sé a qué grupo encaminarte. Sigue buscando en tu parroquia, en otras parroquias, en tu colegio o en otros colegios.

            3. Me hablas de un grupo de niñas más pequeñas. ¿Por qué no ofrecer tu colaboración para ayudarlas a formarse? Puedes colaborar en sus reuniones, organizarles marchas, salidas al campo... Esto te hará bien y te ayudará a madurar mucho, al mismo tiempo que ejercitas tu ideal.

Intenta aún otra cosa: formarte como dirigente estable de Sos grupos M.E.J. que hay en tu colegio y entrégate decididamente a las exigencias de ser dirigente.  Esto es cuanto puedo decirte desde lejos. Sé que donde estás puedes realizar los planes de Dios sobre ti y sobre el mundo; y esto es lo más importante. Sigue buscando la solución, porque la solución se encuentra buscándola.

Que la encuentres te desea tu

Amigo

 

 

82.

En el colegio donde estudio me llaman un mote. A mí me molesta mucho este mote y, aunque intento ser buen compañero y colaborar con todos, no obtengo ningún resultado. ¿Qué podría hacer para que no me lo llamaran?

Motejado

Amigo Motejado:

¿Sabes lo que es una caricatura? Es un dibujo de una persona, sí; pero no reproduce con exactitud sus rasgos, como hace la fotografía, sino que exagera los rasgos más característicos: si la persona tiene la boca o la nariz grandes, la caricatura agranda más estos rasgos; si tiene poca frente, la caricatura la disminuye más aún.

Los motes son como una caricatura verbal de nuestra persona. Exageran una cualidad o un defecto, y lo demás parece que no cuenta. Cuando el mote ha acertado, todo el mundo dice: «¡qué bien puesto está!». Y es verdad, fulano es eso. Pero no es sólo eso.

Publicar la caricatura de una persona en el periódico, no es quererla mal, es tratarla con familiaridad. La foto es demasiado seria. La caricatura, en cambio, demuestra sentido del humor y cierto cariño. Por eso la gente con humor colecciona sus propias caricaturas y las exhibe.

Yo creo que ante tu mote deberías tomar una actitud parecida a la que toma la gente con su caricatura, si no quieres amargarte. Comprenderás que yo no puedo decir a tus compañeros que no te llamen así: ni los conozco, ni me harían caso. Lo único que puedo hacer es aconsejarte a ti que cambies de actitud: tómalo como una caricatura amistosa. SÍ los compañeros se dan cuenta de que te molesta, ya saben lo que tienen que hacer para molestarte. Si, por el contrario, te lo tomas a broma, entonces has quitado al mote su veneno.

Y una vez quitado el veneno, pueden suceder dos cosas: o que el mote se vaya muriendo poco a poco por inanición, o que quede sólo en plan cariñoso como apelativo con que llamamos a las personas que queremos.

En tu mano está reaccionar de un modo o de otro. Según sea tu reacción, será también la reacción de tus compañeros. No des importancia al asunto, y tampoco la darán tus compañeros. Tómatelo por la tremenda, y ellos harán lo mismo.

Aguanta una temporada. Si eres capaz de esto, después te alegrarás de haberte superado a ti mismo.

También se alegrará mucho de que sea así tu

Amigo

 

 

83.

En mi última evaluación he tenido cuatro suspensos. Yo nunca he tenido esas notas. He reflexionado y prometí a Jesús esforzarme más, ver muy poco la televisión y prestar todo lo que pidiesen. Pero resulta que, por prestar un compás a una compañera suspendí el dibujo. Otras veces por explicar a otras lo que no entendían me he ganado la riña de la profesora. Con esto me ha desanimado y no sé qué hacer: si me pongo a buenas con la profesora, quedo mal con las compañeras.

Flor

Amiga Flor:

Esta situación en que te encuentras se llama «conflicto de deberes». Es decir, te encuentras entre dos obligaciones que parecen opuestas de tal manera que si haces una, debes descuidar la otra.

Tu conflicto de deberes está entre la obligación de sacar adelante tus estudios, y la obligación (que también la tienes) de ayudar a tus compañeras.

En un conflicto de deberes debe prevalecer aquel deber de los dos que sea más importante en cada momento. En tu caso ambos deberes son importantes y has de saber conjugarlos.

Creo que podrías conjugarlos así: Has de ayudar a los demás, es verdad; pero esto debes hacerlo razonablemente. Por ejemplo: sí debes explicar a tus amigas lo que no entienden, puedes nacerlo fuera de clase cuando no molestas la actividad de los demás ni la explicación de la profesora. Si has de prestar tus cosas, hazlo pidiendo autorización antes a la profesora.

Ten en cuenta que ayudar a los demás, no es sólo ayudar a las compañeras, sino también ayudar a la profesora en su tarea. Ella debe cuidar de que haya orden y ambiente de trabajo en clase, para que vosotras podáis aprovechar. Si por ayudar a tu compañera, estorbas a la profesora no adelantas nada, sino que fastidias a toda la clase, pues estorbar a la profesora es estorbar a toda la clase. Te recomiendo que seas sincera con la profesora. Cuéntale lo que te ha pasado y tus dificultades. Dile que todavía no has conseguido unir tu deber de estudiante con tu deber de compañera; pídele perdón y pídele también ayuda para conseguirlo. Este diálogo te ayudará mucho más que mantener una actitud de amargura contra ella.

Esto es cuanto se me ocurre, querida Flor. Sería un placer para mí haberte ayudado. Te saluda tu

Amigo

 

 

84.

Hace dos años cogí de casa de unos familiares un encendedor que me gustaba. Reconozco que fue una niñería. Cuando mís padres cayeron en la cuenta, se llevaron un disgusto y me obligaron a devolverlo. Además, por entonces, yo les echaba bastantes mentiras a mis padres. Pero creo que desde entonces he cambiado bastante. Me he dado cuenta de todo lo que hice mal y trato sinceramente de no volver a hacerlo. Sin embargo, noto que mis padres, sobre todo mi madre, no se fían de mí. Cuando llego a casa con algo que me he comprado, ella me somete a un interrogatorio policíaco. Empieza a sermonearme sobre la delincuencia que hay por ahí, y cosas por el estilo. Y yo, la verdad, ya no soy así. Sufro mucho, porque mís padres, que creo que son buenos, no me comprenden y no se dan cuenta de que he cambiado. ¿Qué puedo hacer?

J.M.

Amigo J.M:

Yo estoy seguro de que en estos dos años has dado un cambio sensacional y que has madurado mucho. Sé que ya no quitas cosas y que tratas de ser sincero. Te felicito de todo corazón.

Pero tienes que caer en la cuenta de que quizá tus padres todavía no han advertido este cambio que sólo tu conoces. Los sucesos que me cuentas de tu vida pueden haberles producido, sobre todo a tu madre, tal impacto, que les han causado una seria preocupación sobre ti.

Hasta ahora, probablemente, lo único que has hecho es decirte a ti mismo que has superado el robo y la mentira. También me lo has dicho a mí y te he creído. Pero ¿has tratado de decírselo a tus padres, sobre todo a tu madre, y demostrárselo también a ellos? Tienes que ganarte de nuevo la confianza de tus padres, y sólo puedes hacerlo con un diálogo sincero.

Creo que tus padres pueden comprender que un robo y unas mentiras, en la edad que tú tenías, no convierten necesariamente a un niño en un futuro delincuente. Entonces, aborda el tema directamente. Di a tu madre que necesitas hablar con ella sobre un asunto.

Puedes comenzar diciéndole que te da la impresión de que ella no se fía de ti por aquello que pasó una vez. Reconoce ante ella que aquello estuvo mal, pero añade que en tu interior se ha dado un cambio y que tú no eres ya aquel niño: que ya no robas ni mientes y que por nada del mundo quieres engañarlos ni trampear, ni aprovecharte para robar cuando nadie te ve.

Y, siguiendo esta línea, hazle conocer a tu madre tus ahorros y en qué piensas gastarlos. Así ella verá que hablas en serio y que estás dándole pruebas sinceras de tu honradez. De este modo, cuando llegues a casa con algo que te has comprado, ella estará tranquila conociendo su procedencia. Porque, y esto es muy importante, no basta con ser honrado, es preciso también parecerlo y que tus padres tengan argumentos para tenerte por tal.

Como ves, el problema sólo puedes resolverlo tú con tus padres. Creo que lo harás y que, tanto tú como tu madre, saldréis contentos de haber puesto las cartas boca arriba. Tú quedarás contento de haber aclarado una situación conflictiva. Ella, por ver que tiene un hijo más bueno de lo que ella pensaba.

¡Ojalá sea así! Mucho lo desea tu

Amigo

 

 

85.

Hice una trastada en casa y mi madre me riñó. Luego llegó mi padre a casa y, cuando se enteró, me castigó encima. Lo que hice fue sin querer. ¿Por qué me han tratado así? Me siento incomprendido por mis padres. ¿Me querrán de verdad?

Apesadumbrado

Amigo Apesadumbrado:

El otro día se me acercó un muchacho, como tú, con un problema parecido y le dije: «Vamos a hacer un experimento, ¿quieres?».

Le enseñé un pequeño cristal de color rojo, de no más de dos centímetros de diámetro. -«¿Crees tú -le dije- que este pequeño objeto puede cambiarte la visión del mundo? Pruébalo: cierra un ojo y arrímate el cristal al otro. ¿Qué ves?» —«¿Qué voy a ver?: todo de color rojo» -me contestó mí amigo.

Esto es lo que está pasándote a ti, amigo apesadumbrado. Para verlo todo de un color, primero hay que cerrar un ojo; y tú lo has cerrado. Luego hay que arrimarse mucho el cristalito, y es lo que tú estás haciendo. Veamos, sí no.

Supongamos que tus padres se hayan equivocado, que ya es mucho suponer. Y ¿una sola equivocación borra todos sus aciertos? ¿Ves? Ya has cerrado un ojo a todo lo bueno y te estás colocando ante el único desacierto.

Sigamos suponiendo que te han tratado injustamente, que, repito, es mucho suponer. Pero ¿y las veces que te han tolerado y no te han puesto el castigo que te merecías? ¿Y las veces que te han demostrado que te quieren de verdad sacrificándose por ti? ¿Por qué cierras un ojo a todo esto? ¿Va a valer un solo acto, más que toda una vida entera de sacrificios por ti?

Más todavía: Al castigarte ¿qué buscaban tus padres, tu mal o tu bien? «Sin duda pretendían mi bien» -me dirás. Pues una persona que busca mi bien, aunque se equivoque merece mi respeto y mi amor e incluso debemos darle las gracias. No cierres un ojo a la realidad tan rica que tienes delante. No acerques tanto al otro ojo el cristalito del disgusto de manera que no veas otra cosa. Si quieres amargarte y amargar a tus padres, ese es el camino más rápido.

Después de pensar estas cosas para ti, no te lo guardes dentro. Es necesario que dialogues con tus padres. Di a tu padre que quieres hablar con él sobre un asunto serio. Cuéntale que te ha dolido mucho lo que ha pasado; que lo has hecho sin darte cuenta, pero a vista del disgusto que se han llevado caes en la cuenta de que la cosa ha sido seria; que lamentas mucho haberles disgustado; que quieres poner más cuidado en adelante; que esperas que te ayuden para hacerte un hombre; y que les das las gracias por todo lo que se preocupan por ti.

Saldrás oxigenado de esta charla, aunque dure sólo tres minutos. Tus padres quedarán también contentos de tener un hijo que sabe reconocer sus fallos y se esfuerza por superarlos sin amarguras.

Ojalá lo hagas así o de modo parecido. Te saluda tu

Amigo

 

 

86.

Soy una niña de doce años. Mi padre y mi madre no se llevan bien. Mi hermana la mayor ha repetido curso y mis padres están muy enfadados.

Yo quiero que mi familia esté unida, pero mí hermana quiere marcharse de casa. Yo así no puedo vivir. ¿Qué puedo hacer? Por favor, escriba antes de que mi hermana se vaya de casa.

Triste

Amiga Triste:

Lo primero que aparece en tu carta es que la familia es una cosa maravillosa cuando hay amor. Dios la ha hecho así para que los miembros de ella vivan felices; porque sin amor la persona no puede desarrollarse ni vivir. Pero cuando no hay amor, la familia se convierte en un infierno. Tú tienes la desgracia de poder comprobarlo.

El remedio para una familia en la que comienza a faltar el amor ha de ser intentar, por todos los medios posibles, recuperar ese amor, no sustituirlo por otra cosa. Pero muchas personas no piensan así y creen que, en cuanto comienza a haber una dificultad en el amor, lo mejor es la separación. Por eso admiten el divorcio como cosa normal. Con esto, en vez de arreglar el mal, lo que hacen es multiplicarlo.

Volviendo a tu caso, me preguntas qué puedes hacer. Una solución es la que da tu hermana: desentenderse del asunto y marcharse, Otra solución es hacer frente al problema permaneciendo en casa. Creo que es la que quieres tomar tú.

Pero no basta quedarse en casa; hay que hacerlo con una actitud. Porque si uno se queda en casa para protestar, quejarse, enfadarse o desesperarse, lo único que hará será echar leña al fuego. Quien se queda en casa ha de ser con la condición de poner mucho amor. Creo que es el camino verdadero. He dicho verdadero, pero lo verdadero no es siempre lo más fácil.

Amiga Triste, tienes delante un camino nada fácil; pero puedes comenzar a andarlo desde hoy mismo en compañía de Jesus. Este camino consiste esencialmente en amar mucho en tu casa y poner además el amor que otros no ponen. Si lo haces, tu conducta dará sus frutos. No sé cuándo, pero cambiarás el corazón de tu familia.

Comienza desde hoy a ser cariñosa, servicial, más obediente, más responsable... Mira qué cosas puedes hacer por tu padre y tu madre, y hazlas sin que nadie te las pida. Y, sobre todo, ora y sacrifícate por ellos un día y otro. Eso es amar y poner amor en la vida.

Confieso que todo lo que te digo es duro, muy duro; pero no puedo callármelo por ser amigo tuyo que no quiere engañarte. Jesús va contigo y quiere darte fuerzas para andar este camino hasta el fin. A él pido que te ayude. Tu

Amigo

 

 

87.

Tengo un amigo que está hecho polvo porque sus padres se han separado. Ahora me doy cuenta de la familia que tengo yo. Mientras escribo esto, mi hermano está a mí lado haciendo sus deberes. Mi hermana más pequeña se entretiene con sus ca-charritos. Mi madre trajina por casa haciendo sus labores. Y faltan sólo veinte minutos para que llegue mi padre del trabajo y poder cenar todos juntos. En mi casa nos queremos todos y me considero un chico feliz con mi familia. ¿Cómo puede evitarse que las familias se separen?

Felicísimo

Amigo Felicísimo:

Casi todos los bienes y los males vienen al hombre por la familia. Cuando la familia funciona como Dios ha querido, da gusto tenerla, ¿verdad? Este es tu caso. Pero cuando la familia no funciona como Dios quiere, ya ves lo que pasa. Y esto que tu ves es sólo un poco, porque es mucho más lo que no ves.

¡De veras eres un chico con suerte! Da muchas gracias a Dios por la familia en que has nacido, porque ya ves lo que les pasa a otros. Como no puedo hacer nada por tu amigo, te diré algunas reflexiones sobre tu deseo de evitar las separaciones.

Lo esencial de la familia es el amor, y resulta que los hombres se han empeñado de mil modos en enseñar a la gente a ser egoísta. Se enseña a los niños, desde pequeñitos, a ser egoístas. Estos niños cuando se hacen jóvenes, crecen en su egoísmo. Sólo buscan el placer, lo que les gusta, el disfrutar, rehuyen comprometerse a algo serio, etc.

Cuando estos jóvenes se casan, continúan siendo egoístas, porque el egoísmo no se va así como así. Muchos no se casan por verdadero amor, sino simplemente porque se gustan. Y, cuando por una cosa o por otra, dejan de gustarse, se separan, como el que deja de comer un pastel porque ya está empachado.

La verdad es que muchos de los que se casan no saben lo que es el amor de verdad. Y esto, aunque haya miles de canciones que hablan de amor y aunque haya toneladas de revistas del corazón. Porque ese amor de las canciones y de las revistas es solamente un gusto, un placer, y no un deseo de hacer feliz a otra persona con el sacrificio propio. Es sólo el deseo de que la otra persona me haga feliz a mí.

Esto es lo que se ha sembrado durante muchos años entre los jóvenes. Ahora estamos recogiendo los frutos de esta siembra. Se ha sembrado egoísmo, y cosechamos separaciones y familias rotas y chicos hechos polvo, corno tu compañero. Y como seguimos sembrando egoísmo y materialismo, la cosecha de familias desgraciadas va a ser cada vez más abundante.

Yo creo que la cosa sólo tiene un remedio: tomarnos un poco más en serio la fe cristiana. Porque Jesús no quiere que pase eso que ha pasado a tu amigo. Y para que no pase, Él ha muerto en la cruz y ha inventado el matrimonio cristiano.

Jesús ha tomado muy en serio el amor de los jóvenes y de los matrimonios y ha dado la vida para que este amor madure, para que pueda superar todas las dificultades y que dure siempre. Quiere que el amor de los novios y de los esposos sea fuerte y duradero como el suyo.

Los cristianos que, como Jesús, se toman en serio este amor, se preparan para poder casarse como cristianos, por la Iglesia. Los que se lo toman como un gusto, se casan por lo civil, para poder separarse cuando les venga bien.

Ayuda a tu amigo todo lo que puedas. Invítalo a tu casa para que disfrute también en lo que pueda del cariño de una familia, y para que vea que es posible la existencia de familias buenas.

Y tú trata de vivir con responsabilidad tu vida cristiana. Aunque todavía eres muy joven, con estas experiencias familiares gratificantes te vas preparando para cuando te llegue la edad de formar un hogar. Que sea como el formado por tus padres, o mejor aún, si cabe.

Te lo desea tu

Amigo

 

 

88.

Una amiga y yo nos queremos mucho. No hay día en que no hagamos una. Siempre nos la cargamos: cuando no es por mi culpa, es por culpa de ella. Siempre nos pillan hablando en clase, porque no podemos parar la lengua.

Aunque ahora, en mayo, está escrito en el encerado «Flor a María: Guardar silencio», se nos hace imposible. Nos hemos jugado la quinta evaluación. Algunas profesoras dicen que ella me está estropeando a mí, pero yo creo que soy yo quien la estropeo a ella. ¿Qué debo hacer?

Charlatana

Amiga Charlatana:

Tu carta me hace sonreír y también me hace fruncir el entrecejo. Me hace reír porque os veo que parecéis niñas inocentes. Pero me hace fruncir el entrecejo porque, junto con esas virtudes, veo defectos serios que a ti y a tu amiga os están haciendo mucho mal. Vamos a ellos.

            1. El primer defecto se llama hacerse mutuamente mal. Las profesoras te dicen que tu amiga te hace mal. Tú afirmas que eres tú quien hace mal a tu amiga. Y yo creo que es cada una de vosotras la que hace mal a la otra.

Yo pensaba que los amigos eran amigos precisamente para hacerse el bien. ¿Puede existir la amistad auténtica entre dos que se dañan mutuamente? ¿No seréis unas enemigas disfrazadas de amigas?

            2. El segundo defecto se llama ligereza. Me da la impresión de que os estáis frenando mutuamente en vuestra maduración. Os ayudáis, sí; pero sólo a ser un par de niñas traviesas, no a ser más responsables, no a haceros más personas. Ya estáis en 2º de ESO y da la impresión de que queréis quedaros en el mundo rosa de los once años sin afrontar las responsabilidades de vuestros catorce años. 3. Vacío se llama el tercer defecto que noto en vosotras. Os estáis vaciando de toda la sustancia que hasta ahora habíais acumulado y no os llenáis de nada. Os reís mucho (¡ji, ji, ji...!), pero hacéis poco y camináis hacia la infancia otra vez.

Por ese camino pronto engrosaréis las filas de tantas niñas tontas que sólo piensan en divertirse y sólo sirven para que se diviertan con ellas; esas que no tienen nada dentro; esas que son incapaces de tomarse en serio la vida, su deber, el amor...; esas que cuando se casen seguirán siendo tan irresponsables en el hogar y tan caprichosas...

¿Qué hacer?, me preguntáis. Pues, ayudarse, sí; pero de otro modo. Comenzad por separaros en clase y pedid a la profesora que os separe: sois las dos demasiado débiles para corregiros estando juntas. No perderéis la amistad por separaros en clase, no. Si así fuera, quedaría bien claro que vuestra amistad era de pacotilla.

Otra cosa; en vez de dedicaros a reír cada una las gracias y las trastadas de la otra, tratad de pediros cuenta de vuestras responsabilidades y malas notas. Para una amiga de verdad, pienso yo, debería ser un sufrimiento el ver que la conducta de la otra amiga merece la reprensión de los profesores y el «insuficiente» en las evaluaciones. Si esto, en vez de causaros dolor, os causa risa, está bien claro que algo funciona mal entre vosotras y que os estáis haciendo daño de verdad.

Lo que te digo a ti, amiga charlatana, se lo digo a tu no menos charlatana amiga. Como amigo sincero, intento haceros ver algo que aún no veis y os está impidiendo madurar.

Leed juntas esta carta y hablad en serio, al menos una vez, de algo serio. SÍ no tengo razón, rompéis la carta y me insultáis cuanto queráis. SÍ la tengo, intentad en serio corregiros.

Para ambas amigas charlatanas un saludo de vuestro

Amigo

 

 

89.

Tengo trece años y este problema: he perdido una amiga por completo. Hablé con ella, pero no quedé en nada y no sé qué hacer. Quiero recuperar esta amistad, pero yo tuve la culpa de esta separación, ¿qué tengo que hacer? Ayúdeme

RSP

Amiga Erresepé:

Bien está que de entrada reconozcas que la culpa es tuya. Ya tienes la mitad del camino andado. Porque cuando uno cree que no tiene culpa, que la culpa la tienen siempre los otros, entonces es un soberbio y no tiene remedio nada.

Y ¿qué hacer?, me preguntas. Cuando uno tiene la culpa puede hacer dos cosas: la primera, no pedir perdón. La segunda, pedirlo. Nadie se rebaja por reconocer que ha hecho mal cuando ha hecho mal. Hemos de amar la verdad y sólo la verdad nos ayuda a madurar.

Cuando uno pide perdón a un amigo a quien ha ofendido, pueden responderle de dos modos: o concediéndole el perdón, o negándoselo. Perdonar es lo cristiano, y tu amiga si quiere serlo, te perdonará; no creo que quiera guardarse el rencor en el corazón. Y si no te perdona después de que tú le pides perdón, entonces no merece ser tu amiga y es mejor que la dejes.

Pero perdonar no es lo mismo que volver a admitir a la amistad. Admitir como amigo es admitir a ser lo de antes y a ser tratado como antes. Admitir como compañero es querer guardar sólo [as relaciones que se guarda con los otros compañeros de clase, como saludar, no negar la palabra cuando se habla, no evitar a uno, etc. El que ha sido ofendido debe perdonar, pero no está obligado a admitir como amigo otra vez al que le ofendió. Puede suceder que haya visto que no le conviene como amigo, y por eso lo deja sólo en rango de compañero.

Y ¿no puedes hacer nada por ganar otra vez esa amistad? Eso va a depender de la actitud de tu amiga. Intenta ser servicial, interésate por sus cosas, por su familia, por sus estudios y problemas... Pórtate con amabilidad y buenas palabras. Comparte de lo tuyo con ella. Pero si ves que si todo esto le sienta mal, procura no caer pesada.

Y, sobre todo, ora por ella sí la quieres de verdad. No la quieras para ti, sino para hacerle bien; y el mejor bien es orar por ella para que sea lo que debe ser.

¿Y si después de todo esto no resulta nada? Pues quiere decir que no servís para amigas. Quédate tranquila y ya encontrarás otra amiga. Porque si eres capaz de hacer todo lo que te he dicho, es que sirves para tener amigas; ¡ya lo creo!

Esto es todo lo que se me ocurre por el momento. Me gustaría haberte sido útil. Más me agradaría que recuperases la amistad perdida.

A ti y a tu «amiga» os saluda vuestro

Amigo

 

 

90.

El año pasado una ruña y yo éramos muy amigas. Siempre estábamos contándonos nuestros problemas y nos ayudábamos mutuamente. Pero resultó que este año nos enfadamos por una tontería y yo no sé cómo pedirle perdón porque lo he intentado muchas veces. Cuando estamos cara a cara le digo que, por favor, quiero volver a ser su amiga como antes, pero ella me da la espalda. Yo la trato con cariño para ver si logro algo, pero me es imposible. Creo que nunca volveré a tener una amiga como ella.

Mar

Amiga Mar:

En todo tu escrito hay muchas cosas buenas y sólo una mala, el haberte enfadado por una tontería. Si era tontería no había por qué enfadarse y mucho menos tomarse tan en serio el enfado como lo ha tomado tu amiga, ¿no te parece? Pero, en fin: todos a veces metemos la pata sin darnos cuenta, y lo más importante es aprender a sacarla.

Te alabo por todos los esfuerzos que has hecho para restablecer tu amistad y por todos los perdones que has pedido. Tú lo has intentado, pero tu amiga se ha plantado y no hay modo de que dé marcha atrás. Y como, en este caso, es ella la que ha de volver a querer se amiga tuya, yo no puedo decirte nada más. Cuanto yo te diga a ti es inútil, porque es ella la que tiene que cambiar.

Sin embargo, sí puedo añadirte una cosa: esa niña era una excelente amiga. Lo era, pero las circunstancias de la vida han demostrado que no era tan buena. Sí no es capaz de vencer su orgullo y de conceder un perdón tan insistentemente pedido, sí no es capaz de olvidar una tontería sino que la mantiene aunque le pidas perdón..., no es buena amiga para ti. Te parecía que lo era, pero no lo es.

La vida, tarde o temprano, nos va colocando a todos en situaciones en que demostramos lo que hay dentro de nuestro corazón. Esa niña se ha encontrado en una de estas situaciones y ha demostrado el orgullo y amor propio que tiene. Ha demostrado que no quiere renunciar a ellos y, por lo mismo, está demostrando que no sirve para amiga tuya.

Efectivamente, una cualidad de los amigos es saber perdonar a los amigos cuando estos se equivocan y, sobre todo, cuando lo reconocen y piden perdón. Quien no es capaz de esto, no sirve para ser amigo.

Según esto, yo te daría este consejo: intenta alguna vez más hablar con esa compañera. SÍ reacciona bien, entonces es fácil que vuestra amistad pueda reanudarse. Si te contesta como hasta ahora, no aspires más a su amistad; tenia por una compañera más a la que no niegas el saludo, pero a la que tampoco admites a tu intimidad.

Y no pases mal rato por ello. Si no vale para amiga tuya, es mejor, muchísimo mejor, que no lo sea. ¿Para qué vas a empeñarte en lo que después va a resultar mal?

Tú conserva siempre el corazón humilde y cariñoso para poder ser una buena amiga y... ¡que encuentres una amiga de verdad!

De todo corazón te lo desea tu

Amigo

 

 

91.

Tengo once años, y mí problema es este: yo tengo dos amigas íntimas a las que quiero mucho, pero ellas entre sí se llevan muy mal. Yo no quiero dejar a ninguna de las dos. Ayúdeme, por favor.

M. G.P.

Amiga Emegepé:

Estás de verdad entre dos fuegos y no puedes salirte de ahí. Más aún, creo que no debes salirte ni romper con ninguna de tus amigas. Tal vez tu misión es servir de puente entre ellas dos y lograr que ellas puedan también entenderse.

¿Cómo? No lo sé concretamente, pero ahí van algunos consejos que quizá te ayuden.

            1. No des la razón a ninguna de las dos cuando no la tengan. Suele suceder que alguna de tus amigas te cuenta algo sobre la otra. Naturalmente te cuenta las cosas como ella las ve, pero generalmente las cosas no son así.

No le des la razón sin más. Escucha y, cuando tengas ocasión, oye a la otra parte. SÍ ves que en algo tu amiga no lleva la razón, házselo ver con cariño y en el momento oportuno; pero no la halagues por miedo a perderla. La ganarás mejor con la verdad que con el halago, que, en definitiva, es una mentira.

            2. No hables mal de una amiga en presencia de la otra; ni permitas que en presencia tuya se hable mal de la ausente. Busca razones para excusaría, como decir: «Pudiera ser que haya tenido alguna razón,..; Lo habrá hecho sin darse cuenta...; Yo, que la conozco, no puedo creer que lo haya hecho con esta intención...; No puedo juzgarla sin haberla, oído..., etc.». Si una amiga te oye hablar mal de la otra, puede pensar que lo mismo harás con ella cuando esté ausente y perderá la confianza en ti.

Mejor todavía que no permitir hablar del ausente es hablar bien, si puedes, de tu amiga ausente. Conviene que cada amiga vea que aprecias a la otra y que la quieres, y que este aprecio y cariño no es menosprecio de la amiga presente, sino grandeza de tu corazón que sabe acoger a todos. Si alguna amiga tuya no está dispuesta a pasar por esta condición, no merece ser amiga tuya. Déjala que se marche en paz.

            3. Estate siempre disponible para las dos amigas. Siempre que puedas, naturalmente. Que las dos vean que, si alguna vez no les haces caso, no es porque hayas preferido a la otra, sino sencillamente porque no puedes.

            4. Conserva siempre tu libertad. De un modo o de otro tienes que hacer saber a tus amigas que tú no puedes ser víctima del acaparamiento por ninguna de las dos; que tú puedes y quieres ser amiga de las dos, aunque eso le disguste a alguna. Y si alguna no pasa por esta condición, será mejor que te deje, porque no busca tu amistad, sino que quiere manipularte, cosa que no debe hacer ninguna amiga de verdad.

He aquí, querida Emegepé algunas cosas que pueden ayudarte a conservar tu amistad, a unir a tus amigas, a madurar tú misma y también a ayudar a tus amigas.

Como ves, no se trata solamente de tener unas amigas para pasárselo bien, sino, sobre todo, para hacerles bien. El bien de los amigos es lo primero que debe procurarse en la auténtica amistad. Intenta tú buscarlo.

Te saluda tu

Amigo

 

 

92.

Tengo doce años y este es mi problema: tengo una amiga que me cae muy bien, pero no sé si le caigo bien a ella y si también le cae bien una de mis amigas. También me siento celosa cuando veo que se va con otras niñas. Sé que debo respetar su libertad para que ella escoja sus amigas, pero, ¿qué puedo hacer para no sentirme celosa?

Belisa

Amiga Belisa:

Tu caso no me parece grave, pero me parece bien que intentes resolverlo. Creo que lo superarás fácilmente porque te veo en buena disposición. Vamos a ver si puedo ayudarte.

Cuando te ponen una inyección sientes el pinchazo y no puedes dejar de sentirlo. Pero como quieres ser valiente, no haces aspavientos, ni gritas. Lo mismo te pasa cuando piensas que no caes bien a tu amiga, o cuando tu amiga se va con otras: sientes como un pinchazo en el corazón, y no puedes dejar de sentirlo; pero vas a tratar de ser valiente para soportarlo y encajarlo.

Para esto intenta alguna de estas cosas que ahora te digo:

            1. Acéptate como eres. No disimules ante ti. Me parece que ya lo haces. Eres así, inmadura todavía, celosilla... Sí lo aceptas te encontrarás más serena para afrontar los hechos y madurar con ellos.

            2. Cuando sientes alguno de los «pinchazos» que te molestan, repite el razonamiento que has dicho: «Me dude que se vaya, con otras amigas, pero si la quiero de verdad, no puedo atarla a mí ni manipularla, ni convenirla, en mi muñeca, en mi perrito, en mi servidora. Es mi amiga, y no puedo buscar sino lo que es bueno para ella y para mí». Ya sé que el corazón no se convence del mismo modo que la cabeza, pero el repetir esto irá creando en ti una actitud de calma, de equilibrio y de dominio personal. Habrás madurado. 3. Ten paciencia contigo. No puedes madurar en una semana, pero cada semana y cada día das un pasito hacia la maduración. Esta maduración se va haciendo a base de pequeños actos de vencimiento y entrega. Estoy seguro de que podrás hacerlo, porque ya lo estás iniciando.

¡Animo y sigue así! Espero que puedas superar estos pequeños obstáculos que encuentras. Te lo desea de corazón tu

Amigo

 

 

93.

Una amiga y yo nos enfadamos y llevamos varios días sin hablarnos. Yo estoy preocupada porque sé que esto no es cristiano. Pero me da mucho corte y no sé cómo hacer.

Resentida

Amiga Resentida:

¡Bien has dicho!: no es cristiano lo que estáis haciendo. Jesús nos ha enseñado, con sus palabras y con su ejemplo, a perdonar a los que nos ofenden, a amarlos y a orar por ellos. El no quiere la venganza, sino el perdón; no el odio, sino el amor.

Es el demonio quien pone en nuestro corazón los deseos de venganza y de odio para que vivamos enfrentados unos con otros y no como hermanos. Por eso provoca discusiones, ofensas y enfados. Y cuando consigue que dos personas rompan, procura mantener la rotura y separación.

Jesús nos ha dicho también que lo que se ha roto puede y debe unirse otra vez para que podamos vivir como hermanos e hijos de Dios. Cuando un hierro se rompe, puede soldarse, pero se necesita una alta temperatura que ponga al rojo los dos extremos de la rotura. Cuando rompen dos personas, pueden unirse también, pero hay que poner los corazones de ambas a una buena temperatura de amor.

Todo esto lo entiendes tú y estoy seguro de que quieres hacerlo. Lo que pasa es que no sabes cómo hacer, ¿es así? Pues a continuación te doy unos cuantos consejos. Úsalos según puedas y te parezcan oportunos.

            1. No odies. Es decir, no desees nada malo para esa compañera (como que la riñan, la suspendan, le venga una desgracia, etc.). Tampoco intentes tú hacerle mal con palabras, críticas, venganzas, etc.

            2. Ora por ella y por ti para que el odio no entre en el corazón de ninguna de las dos y para que Dios os conceda a las dos la temperatura necesaria que suelde lo que se ha roto.

            3. Si has sido tú quien ha ofendido (aunque no tengas toda la culpa), no tengas reparo en pedirle perdón. Procura no restregarle lo que ella ha dicho o hecho contra tí. De eso le toca a ella pedirte perdón a ti.

Si tenéis alguna amiga común, puedes indicarle que haga de mediadora y haga saber a tu «ex-amiga» que tú quietes la paz, perdonar y pedir perdón.

Se generosa para perdonar. No te hagas de rogar, ni exijas todo aquello a lo que te parece que tienes derecho. En cuanto te den una muestra de arrepentimiento, perdona como si te hubieran reparado del todo.

            4. No niegues a tu «ex-amiga» las muestras de educación y afecto que das a todas, como el saludo, el trabajo en el mismo grupo, etc.

            5. No tienes obligación de volver a ser «amiga». Pero sí tienes obligación de tratarla como «compañera» y guardar con ella todo el respeto y normas del compañerismo.

Tal vez tú o ella habéis descubierto que no podéis ser «amigas» ya (como para contaros vuestros secretos, compartir vuestra vida, etc.). Pero sí podéis y debéis ser «compañeras», pues tenéis que vivir ¡untas en una misma clase y no podéis odiaros.

            6. Cuando hayas pedido perdón, no recuerdes más lo que ha pasado. Es decir, no mires para atrás en tu vida. Mira hacía adelante y trata de construir otra vez la amistad o el compañerismo.

Así hace Jesús contigo cuando te perdona: Él no mira más tus pecados. Por eso será muy bueno que, si algún día tenéis Misa en el colegio, te coloques junto a esa compañera y te acerques a darle la paz. Jesús os dará fuerza a las dos para recomponer eso que el demonio ha querido romper entre vosotras.

Ya está bien, ¿verdad? Pues ahora, a intentar hacer algo de todo esto. No te quedes parada, porque si no, el odio se consolidará en vuestros corazones.

Que recompongáis vuestros corazones. Con todas las fuerzas os lo desea vuestro

Amigo

 

 

94.

Tengo algunas dudas sobre cosas de la vida. Deseo preguntárselas a alguien. Yo tengo doce años, ¿a qué edad puedo hacer estas preguntas a mis padres? ¿Y si mis padres me preguntan por qué?

Dudoso

Amigo Dudoso:

Perdona que sea tan breve; veo que eres inteligente y con pocas palabras vas a entenderlo bien.

            1. Tener dudas no es ser malo, sino ignorante, que es muy distinto. Preguntar tampoco es malo (sí no se hace con mala intención), sino deseo legítimo de saber.

Lo normal es que si uno tiene dudas y le interesa la respuesta, pregunte a quien puede ayudarle. Comienza, por tanto, a tenerte por un chico normal.

            2. Que ¿a qué edad puedes preguntar? A la edad en que se te ocurra la duda. No hay edades en que esté prohibido preguntar.

            3. Dudo mucho de que tus padres se extrañen de tus preguntas y te pregunten por qué les presentas esas cuestiones. Al contrario, conozco muchos padres que estarían encantados de que sus hijos les hicieran preguntas, porque desean en el alma ayudarlos todo lo posible.

Los padres sensatos, como me imagino que son los tuyos, no quieren largar un rollo al hijo sin ton ni son. Quieren más bien responder a sus necesidades concretas. Y estas necesidades sólo pueden conocerlas si tú se las dices.

No temas, por tanto, hablar con ellos. Diles que prefieres la respuesta de ellos, que te quieren, antes que la respuesta que por la calle te dé cualquiera que no te quiere como ellos.

¿Te convence? Pues ¡ánimo!

Te saluda tu

Amigo

 

 

95.

Tengo catorce años y soy amiga de un chico de quince que me gusta, y yo creo que le gusto a él. Mis padres no aprueban esto: me dicen que soy pequeña y que no me conviene.

No es una amistad para divertirme, sino para ayudarme y para ayudar yo. ¿Es tan malo que te guste un chico? ¿Puedo dejar de sentir lo que siento? ¿Qué puedo hacer para que mis padres me comprendan?

Lío

Amiga Lío:

«¿Es tan malo que me guste un chico?» Ni tan malo, ni menos malo; es normal. «¿Puedo dejar de sentir lo que siento?» Creo que no. Entonces, ¿dónde está lo malo?

Lo malo no ha venido, amiga Lío, pero puede venir y esto es lo que quieren evitarte tus padres. Voy a ver sí formulo tu situación. Podía ser así: «Me gusta y le gusto... luego ya podemos salir juntos. Me gusta y le gusto... luego que no se metan nuestros padres entre nosotros para nada...».

«Gustar» es un verbo que has empleado mejor que una literata. No has dicho «lo quiero», sino «me gusta». Tampoco has dicho «me quiere», sino «le gusto». Muy bien dicho, porque creo que todavía no puede hablarse de «amor». Es sólo el sabor dulce del amor. Este sabor dulce es sólo el primer paso para el verdadero amor; que así somos las personas; incapaces muchas veces de caminar hacia el amor, si no nos ponen un caramelo en la boca.

No voy a pedirte que dejes de dar este primer paso y te quedes siempre una niña. Lo único que quiero pedirte es que lo des responsablemente. ¿Es que puedes hacerlo mal? Naturalmente.

Conozco muchas chicas, como tú, que lo han dado mal porque se han quedado sólo en el «gusto». Todo lo han puesto en «gustar» ellas y en que «les gusten» a ellas. Y así han reducido todo al mutuo disfrute; se han incapacitado para amar de verdad. Se han alimentado de paja; muy dulce, muy gustosa..., pero sin proteínas. Sólo porque tenía buen gusto.

Conozco otras que, encandiladas por el gusto, quisieron quemar etapas y andar en poco tiempo lo que necesitaba más calma, más cabeza y más asimilación. Como «les gustaba» el juego, se hicieron novias prematuras. Un día descubrieron (basta que descubra uno de los dos) que no se querían, que sólo «se gustaban». O descubrieron (basta que lo descubra uno de los dos) que no eran uno para otra... y el trauma fue como ataque de quebrantahuesos.

Finalmente conozco otras que se evadieron de sus deberes escolares, de sus deberes familiares, de su deber de maduración personal y hasta de sus deberes religiosos; porque siempre es más fácil el gusto que el deber. Comenzó a descender su rendimiento escolar, comenzaron los conflictos y tensiones familiares, languideció su fe y su práctica religiosa, y comenzaron a ser «muy suyas», o dicho de otro modo, muy caprichosas.

Yo no quisiera que tú fueras ni de las primeras, ni de las segundas, ni de las terceras. Me parece que tampoco lo quieres tú. Y tampoco, creo, lo quieren tus padres; por eso «se meten» en este asunto. Se meten porque también es asunto suyo ayudarte a madurar y a superar los peligros que puedas tener. Si piensas que se meten para fastidiarte, ya no les miras como a padres y amigos, sino como enemigos. Y es difícil convivir con enemigos ¿verdad?

Y «¿Qué puedo hacer?», me preguntas. Pues yo creo que has de actuar en dos campos: uno relativo a ese chico, otro relativo a tus padres.

            1. Con ese chico que te gusta y del cual eres amiga creo que debes dialogar y dejar las cosas en claro: pues que eso, que no hay más cera que la que arde...; que buenos amigos, sí, pero por ahora nada más...; que tú tienes que hacerte más mujer (lo cual es verdad aunque tengas catorce años -eso es lo que han querido decirte tus padres), y que él tiene que hacerse más hombre (lo cual es también verdad)...; que no debéis ni queréis estropearos el uno al otro...; que además de él tú necesitas a tus amigas para madurar, y que él necesita a sus amigos para lo mismo...; que todo el mundo no se reduce a vosotros dos...; que tú debes estudiar y él también y que no podéis desperdiciar las energías de la juventud...; que por algo bueno que podáis sacar juntos, probablemente es más el daño que vais a haceros, etc. 2. ¿Y con tus padres? Pues lo mismo: dialogar. No seas fuente de preocupaciones para ellos. No digas que a ellos no les importa, porque todo lo tuyo tiene que importarles, lo sabes muy bien. Adelántate tú y diles lo que hay entre vosotros dos, lo que tú piensas, lo que haces... No te conviertas en un fortín que hay que espiar. Sé sincera y abierta; construye la familia y no la deshagas.

Esto te madurará también y te enseñará a resolver los problemas no «contra» nadie, sin «con la colaboración» de quienes te quieren.

¿Es mucho lío, Lío? Pues no sigo, no vaya a ser que lo liemos más. Ha sido para mí un placer hablar contigo y con todas las que con sus catorce años se encuentran en circunstancias parecidas.

Un saludo de tu

Amigo

 

 

96.

He leído la carta que dirige a Lío y mi caso es parecido. Yo también he conocido a un chico y nos gustamos mutuamente. El tiene quince años y yo, trece. ¿Es malo este sentimiento? ¿Es sólo ñoñería? ¿Soy muy pequeña?

Pequeña

Amiga Pequeña:

Puesto que has leído la carta a Lío, no hay por qué repetirla. Me alegro que te venga a la medida. Sólo te añadiré algunos detalles para tu caso particular.

            1. No eres demasiado pequeña para sentirlo; pero eres pequeña para abandonarte a este sentimiento. Tú puedes sentir deseos de donar tu sangre a la Cruz Roja y no eres pequeña para tener este buen sentimiento; pero eres pequeña para realizarlo, porque no admiten sangre de gente en edad de desarrollo. También necesitas madurar más para poder disponer de tu vida con relación a ese chico.

            2. No es malo lo que sientes. Pero, si no sabes dominarte, puede hacerte mal. Relee la carta a Lío.

            3. No es una ñoñería, sino una cosa muy seria. Pero si no lo tomas con responsabilidad, puede convertirse en una ñoñería.

Y ¿qué es tomarlo con responsabilidad?

            1. Es no darle más importancia de la que tiene. No se trata aún del amor definitivo, sino del primer aviso de que estás llamada para amar y ser amada.

            2. Tampoco darle menos importancia de la que tiene. Este primer aviso te está diciendo que tienes que madurar tu personalidad, para poder entrar, no en el juego del amor instintivo, que es propio de los animales, sino en el del amor responsable, que es propio de las personas. 3. No tomarlo como un juego o entretenimiento que te da gusto.

            4.  Tampoco tomarlo por lo trágico pensando que si no os veis, o si esto no resulta, ya se hunde el mundo.

            5. No tomarlo como una evasión de los deberes colegiales, familiares, sociales, religiosos (relee la cara a Lío).

            6. Ser realista y no soñar despierta: puede ser que todo este comienzo tan volcánico, después sólo se quede en humo... Puede ser también que cuaje... Vete despacio y no sueñes novelas rosa con facilidad.

            7. Si te es posible, dialoga mucho con tus padres sobre esto. Muchos de vuestra edad se retraen de sus padres; unos, por creer que sus padres van asustarse; otros, por miedo a que les prohíban todo. A los padres no les asusta el saber que tú estás dejando de ser niña. Eso ya se lo tienen ellos tragado, aunque no te lo digan. Tampoco les asustan esos problemas; les interesan o, al menos, deben interesarles. Si consigues empastar con tus padres sobre este problema habrás dado un paso decisivo.

            8. Me hablas de la confianza que tienes con una profesora. Estoy seguro de que ella quiere también ayudarte para hacer frente a esta situación. Acude a ella, sobre todo si no sientes confianza con tus padres.

Me alegraría mucho haberte sido útil. Te saluda tu

Amigo

 

 

97.

Le escribo para preguntarle por un problema propio de la «edad del pavo». Sé que puede contestarme porque es un buen amigo. Hay algunos chicos que me gustan y yo (lo más sorprendente) les gusto a ellos. Y a veces me comporto como una tonta que no ha visto un chico en la vida. ¿Qué debo hacer cuando estoy con ellos? También me pasa otra cosa: ahora llevo gafas y me da mucha vergüenza llevarlas, sobre todo en la clase, porque en ella hay un chico que me gusta y yo creo que las gafas me sientan mal, y eso contribuye a que yo sea más tímida delante de ese chico. Acabo quitándomelas, pero entonces no veo bien las letras de la pizarra y ya me ha reñido el profesor creyendo que no estoy atenta. ¿Qué puedo hacer?

Pavera

Amiga Pavera;

Sé siempre así de sincera contigo misma y con los demás: te hará mucho bien. Y ahora te diré lo que me parece bueno para ayudarte.

Lo que pasa es normal: tu cuerpo va madurando; tu afectividad también. Pero lo más importante es que madure la persona en ciernes que hay en ti. Para esto no puedes perder la dirección de ti misma. El hecho de que te gusten los chicos y tú les gustes a ellos es señal de que estás comenzando a dar un paso decisivo en tu vida. A ver sí lo das bien.

No eres tan tonta si caes en le cuenta de que a veces te comportas como una tonta: los tontos lo son, pero no caen en la cuenta de ello. Lo que te pasa es que todavía no tienes suficiente dominio de ti misma y esto te lleva a cometer tonterías que, si estuvieras serena, no harías.

Me preguntas qué debes hacer. Más que servirte recetas, puesto que tienes cabeza, prefiero hacerte reflexionar para que saques tú misma las consecuencias. Trata de contestarte a estas preguntas: ¿Qué tipo de mujer quiero yo ser en la vida?: ¿una pieza de escaparate para que la vean todos los que pasan y nadie se quede con ella?, ¿un juguete para que cualquiera pueda jugar?, ¿un buen tipo para un desfile de modelos?, ¿una persona?, ¿una hija de Dios?

Añade también estas otras preguntas: ¿Para qué es la vida?, ¿para pasar eí tiempo con lo primero que se presente?, ¿para entretenerte con lo que te gusta?, ¿para jugar con el amor?, ¿para madurar y poder amar de verdad?, ¿para tomar responsabilidades?, ¿para hacer el bien?, ¿para...?

Eres tú quien ha de contestarte a tales preguntas, porque sin eso, todo cuanto yo pueda decirte será fórmula vacía. Como sospecho que eres profunda, en la contestación a estas preguntas encontrarás tu propio estilo de vida.

Digamos lo mismo del problema de tus gafas. Lo que vales, eso vales, con o sin gafas. SÍ alguien se fija o deja de fijarse en ti supongo que será por otros valores, no precisamente por tus gafas. ¿No te parece que haces el ridículo delante de ti misma, delante del profesor y delante incluso de los chicos que te ven perdidita por ellos?

Sé libre: acéptate como eres. No andes pendiente de lo que otros piensan de ti ni te esclavices a ello. Si alguien te quiere, ha de quererte tal y como eres, gafas inclusive, y no como aparentas ser. Sé sincera, noble, cariñosa, servicial, atenta, sacrificada, trabajadora, constante, con voluntad... todo esto te da valor. Lo demás es pura fachada.

Y no lo dudes: cuantos te ven, tarde o temprano se preguntarán qué es lo que hay detrás de la fachada de esa chica que lleva gafas. No intentes ser sólo fachada; lo más valioso es lo que hay dentro.

Sé que estás pasando un «sarampión». Con el sarampión suele crecer nuestro cuerpo. Con este que ha prendido en ti, debe estirarse tu persona. Eso es lo que espera Jesús de ti.

Eso también lo espera tu

Amigo

 

 

98.

Resulta que me gusta un chico... y, como no nos atrevemos a hablar delante de la gente del colegio, le envío cartas por medio de mi vecino.

Hace poco le mandé una carta expresando mi amor tal y como lo sentía hacia él, aunque sólo fuera un amor de niña. Di la carta a mi vecino, como acostumbro, pero su madre la vio. Ahora tengo miedo de que su madre se lo diga a la mía. No es que haya hecho nada malo, pero me encuentro preocupada.

Mis estudios van bien, pero mis compañeras me encuentran algo rara y no sé qué decirles. Mentir no me gusta. Además el compañerismo es una cosa de las que más amo. No sé qué hacer. Espero que usted me ayude.

C.EM.

Amiga Cefeme:

No me asusto de tu carta. Todo lo contrario: cada vez que un chico o una chica ha sentido el amor, me emociono y doy gracias a Dios. He aquí, me digo, alguien que ha descubierto el único camino para el hombre. Tal vez el descubridor o la descubridora del nuevo camino no es capaz todavía de andar por él, pero el descubrimiento está hecho.

Este es tu caso. Te felicito por el descubrimiento y por el paso hacia adelante que supone en ti. Pero ahora quiero decirte que descubrir un camino nuevo no equivale a andarlo. Me da la impresión de que has echado a andar con paso demasiado rápido. Para poder llegar al final de este camino no basta sólo el corazón, es preciso también tener pies y cabeza. Por eso te pongo unos cuantos puntos de reflexión.

            1. ¿Qué quieres tú ofrecer a otra persona?, ¿un amor maduro, capaz de compromiso, seguro, total, inquebrantable..., o un amor sin fraguar, sin madurar, sin seguridad de duración? Tu amor es un recién nacido. Quizá algún día será grande, pero mientras tanto, hay que tratarlo con mimo para que no se estropee. Tú misma lo calificas de «amor de niña».

Por eso mismo no corras tanto para no llevarte un chasco que desgarrará tu corazón. Aún no estás capacitada pata darte toda y como algo definitivo. Yo te aconsejo que te quedes ahora, en la sana amistad, hasta que tú seas capaz de dar y aceptar un amor definitivo.      

            2. ¿Por qué actuar a escondidas de tus padres? Dices no has hecho nada malo. Entonces, ¿por qué intentas ocultar? ¿Crees que ese juego a escondidas te madura? ¿No quieres recibir ayuda de tus padres? ¿Piensas que no van a comprenderte? ¿Tienes miedo a que te aconsejen que lo dejes?

Este doble juego no puede ayudarte a madurar. Aclárate primero tú misma y encuentra por qué quieres ocultar esto a tus Padres. Me parecería lógico que tu madre lo supiera todo, y que i supiera no por los demás, sino por ti misma. Ármate de valor dile pronto que quieres hablar con ella de algo importante: que recuerde cuando ella tenía tus años; que te ha gustado un chico-que quieres ser formal; que deseas que ella te ayude...

Esto te hará libre y te ayudará a mirar la nueva situación con más seguridad. Te librarás de este complejo de malhechor con que vives ahora. Es mejor clarificar posiciones sin miedo a la verdad. Y la verdad no es sólo lo que ves tú; también es lo que pueden ver las personas que te quieren.

Dices que no te gusta mentir. Te alabo por ello y procura ser siempre así. Pero, sin darte cuenta, estás comenzando a entrar por el camino de la mentira continuada, que se llama fingimiento: ser una cosa y aparentar otra. Esto te hace daño.

            3. Con tus compañeras está bien que guardes las reglas del compañerismo. Pero ninguna de estas reglas te obliga a revelar tus secretos. Si quieres, puedes decírselo a alguna amiga íntima, pero tu caso no es para publicarse en las revistas del corazón. Además de no hacerte bien, podría traerte complicaciones innecesarias. Has de aprender a ser prudente también, ¿verdad?

Y nada más por ahora. Que la paz de Jesús venga sobre tu corazón te desea tu

Amigo

 

99.

Nosotras estamos haciendo una rifa para sacar dinero y así hacer el viaje de estudios a final de curso. Fuimos el otro día al sacerdote de la parroquia para ver si nos compraba algunas papeletas de la rifa y nos contestó que él no daba dinero para eso. Esta respuesta nos ha desconcertado porque no nos parecía estar haciendo nada malo, ¿Qué le parece a usted?

Amigas Viajeras

Amigas Viajeras:

Como los amigos deben decirse la verdad, no quiero engañaros y os diré las cosas tal y como las siento.

Resulta que el mismo día que el correo me trae vuestra carta, leo en el periódico estas palabras, pronunciadas en Hamburgo por el Presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el Sr. Sánchez del Río: «La época de la abundancia y del despilfarro ha terminado... Hace falta evitar el gasto superfino 4s cualquier clase de bienes».

Así habla un científico, no precisamente un predicador. Si sois inteligentes (y por tales os tengo), creo que entenderéis mi respuesta. Pero quiero desarrollarla un poco.

            1. Los bienes materiales son don de Dios; y Dios nos los da porque los necesitamos y para cuando los necesitamos, no para tirarlos. SÍ tengo hambre y alimentos, haré muy bien en comer, que para eso me da Dios alimentos. Lo que no puedo hacer es tirar los alimentos porque no tengo hambre, o porque no me gustan... Otros los necesitarán. Y, aunque no los necesitasen, no pueden malgastarse los dones de Dios.

            2. Lo que digo de los alimentos, digo también del dinero. Aunque sea mío, no puedo gastarlo sin más ni más en mis caprichos. Esto es precisamente lo que fomenta la sociedad de consumo en la que vivimos: más y más caprichos (no necesidades reales, sino ficticias) para gastar más y más. 3. Una de estas «necesidades», son esos eufemísticamente llamados «viajes de estudio», que tienen muy poco de estudio y casi todo de viaje. Estos viajes suelen costar varios miles de pesetas por persona y se presentan como una necesidad. Pero hay que examinar si son necesidades reales o son una ficción creada por la sociedad de consumo.

Paradójicamente, los que quieren hacer estos viajes de estudios, no tienen nunca dinero para nacerlo; y para sacarlo, acuden a dos procedimientos: una parte del dinero la piden a los padres. Todo no, porque saben que la economía familiar no resiste. Y los padres, metidos también en la sociedad de consumo, parte por no contradecir el capricho de la niña, y parte por no ser menos que los padres de las otras niñas, se rascan el bolso y se aprietan el cinturón, para que la niña se permita «el lujo» de un viajecito innecesario.

Otra parte de! dinero se obtiene con rifas o algo parecido. El procedimiento no está mal pensado. Lo que hay que pensarse mejor es el motivo de tales procedimientos. Si vosotras pasarais hambre, si lo hicierais por los que la pasan, o sencillamente si lo que pretendéis es algo necesario (como libros) o conveniente para vuestra formación, entonces alabaría tales rifas, tómbolas, circos y teatros.

Pero conseguir dinero sólo para pasárselo bien, para gastar sin necesidad..., me parece poco cristiano, así como suena. Me parece poco cristiano en la situación de paro y de necesidad en que se vive. Pero, aunque no se viviera en esta situación, sigue pareciéndome poco cristiano; porque los bienes del mundo no son para gastarlos sin ton ni son al aire de nuestros caprichos, sino en lo necesario, lo conveniente y en lo que ayude a los demás.

Os propongo dos casos muy distintos. Hace años, cuando el terremoto de Nicaragua, un grupo de colegiales tenía el dinero recogido para su «viaje de estudios», más o menos como vosotras. Al enterarse de la catástrofe, entregaron íntegramente todo el dinero recogido. Se quedaron sin «viaje de estudios» pero aprendieron más sin viajar: aprendieron a usar mejor los bienes de este mundo.

Otro caso que trae el mismo periódico que acabo de leer: un chico de catorce años aplica a la sien de su padre, que esta durmiendo, el cañón de una carabina, dispara y le deshace la cabeza (¡...!). Todo ¿por qué? Porque el chico quería una «paga» semanal más alta y el padre no estaba dispuesto a concedérsela.

¿Piensa usted, me diréis, que nosotras vamos a hacer Como ese chico? ¡Ni por asomo! Lo que pretendo es que penséis vosotras entre estos dos casos extremos, ¿cerca de cuál queréis situaros y vivir?        

De Jesús se nos dice que, «a pesar de ser rico, se hizo pobre para hacernos ricos a nosotros» (2 Co 8,9). Este es su estilo, el otro es el estilo consumista del mundo: nos gusta pero no n0s salva. Si queréis vivir como cristianas, escoged.

Espero no haberos molestado por tratar de ser un sincero

Amigo

 

 

100

Después de aprobar dos asignaturas que me quedaron para septiembre, he cometido una tontería. Me sentí liberado y convencí a mis padres para que me quitaran del colegio y me llevaran a un Instituto.

Mis padres no están muy satisfechos porque, aunque les ahorro dinero, estiman mucho la educación religiosa. ¿Qué puedo hacer ahora?

Liberado

Amigo Liberado:

Los consejos se piden antes de tomar una decisión, ¿no te parece? Tú me das la cosa hecha y así yo sólo puedo constatar que has hecho, no sólo una tontería, sino dos.

Primera tontería: Dice el refrán que «vale más lo malo conocido que lo bueno por conocer». Pues tú has hecho al revés: dejar lo bueno conocido, por lo «no tan bueno» por conocer.

Segunda tontería: Lo has hecho, como toman muchos sus decisiones, en un rato de mal humor, en el arrebato de un capricho, sin razones verdaderas y serias. Has buscado, no lo que te hace bien, sino lo que te gusta. Esta ligereza ¿no te parece otra tontería?

Una vez hecho el disparate, puedes caer en la tentación de seguir haciendo tonterías. Te voy a decir algunas para que no caigas en ellas.

            1. La primera es pensar así: «ahorro dinero a mis padres». SÍ tus padres no tuvieran medios, me parece bien. Pero si ellos tienen dinero y, además de tenerlo, están dispuestos a gastarlo en tu educación que es lo más valioso, no vale tu raciocinio. Porque también podrías ahorrarles dinero si no comes, si no pides que te compren una moto (como te han comprado), si no les urges a que te compren zapatos, vestido, etc.

Lo importante no es ahorrar dinero, sino saber emplearlo en lo que nos hace bien, y no en cosas inútiles. Vamos a ver: si quieres ahorrarles dinero de verdad, ¿por qué no renuncias a tu «paga» del domingo? ¿Por qué no comes sin protestar lo que te ponen? ¿Y por qué no les dices que este invierno te vale todavía la ropa del invierno pasado?

            2. La segunda excusa que puedes presentar es esta: «También puedo ser bueno en otro sitio». ¡Claro que sí! Y no sólo puedes, sino que debes. Pero no se trata de si puedes, sino de sí vas a serlo de verdad.

Porque seamos realistas: tú eres un flojo de voluntad. Si cuando te urgían en el colegio los profesores, ibas como ibas; cuando nadie te urja, ¿crees que vas a responder mejor? Cuando encuentres compañeros irresponsables que, en vez de ayudarte, te desayuden, ¿crees que vas a tener la personalidad de no dejarte arrastrar?

            3. Otra cosa que debes pensar: ¿Los nuevos educadores se preocuparán tanto de tu formación religiosa como los anteriores? El nuevo ambiente ¿te estimulará a superarlo, o te tirará hacia abajo hasta hacerte uno del montón?

Pero bueno: hecho el disparate ¿no puedes remediar algo, por lo menos? Se me ocurren las siguientes cosas. Intenta algunas, por lo menos.

            1. Darte de vez en cuando una vuelta por tu ex-colegio para hablar con alguno de tus antiguos educadores con el cual tengas confianza para contarle tus dificultades y cómo te va.

            2. Si para tus antiguos compañeros se organiza una tanda de ejercicios espirituales, procura que te admitan con ellos. Te hará bien si los haces con seriedad.

            3. Asiste a los actos y celebraciones religiosas colegiales de tu antiguo colegio.

            4. Si de verdad estás arrepentido de la «tontería», dí a tus padres que sólo quieres estar fuera por este curso, y que desearías regresar al curso que viene al colegio.

            5. Intenta no ser masa en el centro donde estás: no te dejes llevar por lo que piensan, dicen o hacen otros, sino por tus propias convicciones. Que no te dejes manipular por nadie. Que no intentes copiar a nadie, sobre todo en lo malo o en lo menos bueno.

            6. Que seas fiel a tu oración y a tu compromiso cristiano, porque dondequiera que estés, eres un seguidor de Jesucristo. Y nada más, querido Liberado. Espero que pronto me escribas comunicándome que vas asentando la cabeza. Te lo desea de todo corazón tu

Amigo

 


 

 CARTAS DE AMIGO A AMIGO (II)
 

 

 

IV: Formación humana “Para que lleguemos a la estatura propia de la plena madurez en Cristo” (Jn 15,50)

 

101-80.

A todos los profesores de mi colegio les hemos puesto mote. A algunos no les molesta, pero a uno» a quien hemos puesto el mote de "cabezón", le molesta mucho. A veces algunos chicos lo dicen en voz alta de manera que pueda oírlo el profesor, pero sin saber quién lo ha dicho. Este modo de proceder a escondidas a mí no me gusta. Además he pensado que este profesor es una persona que merece respeto como las demás; por eso creo que no debemos hacerlo. Una cosa es que entre nosotros lo llamemos con este mote, y otra que lo insultemos.

Samuel

Amigo Samuel:

Piensas muy bien. Efectivamente, hay motes y motes. Algunos motes no molestan (o las personas no se dan por molestadas) y crean incluso un ambiente de confianza y cariño entre profesores y alumnos. Pero otros motes molestan y dejan en ridículo a las personas. También hay momentos y modos de usar los motes: en unos momentos nadie puede molestarse y en otros momentos lo que se busca precisamente es molestar.

Te expongo algunos criterios que tú y tus compañeros debéis tener en cuenta.

            1. Todos tienen derecho a no ser molestados por su religión, por el color de su piel y mucho menos por un defecto físico. SÍ respetamos a los minusválidos y a los subnormales, también a quien tiene la cabeza grande.

            2. El profesor no es un desconocido. Es una persona que gasta su tiempo y sus energías en bien de los alumnos. Los alumnos, además de respeto, le deben gratitud. Esto no es compatible con ese espíritu de revancha que muestran algunos alumnos. 3. El modo de usar el insulto es ruin. No se hace con nobleza, cara a cara; si no en el anonimato, para molestar más sin exponer nada. Esto no es de chicos nobles.

            4. Jesús nos dice que la conducta que queremos que los otros guarden con nosotros, es la que nosotros debemos guardar con ellos. Por tanto:

a) Si tu padre fuera profesor del colegio ¿te gustaría que se riesen de él de ese modo?

b) Si sabemos que un insulto molesta, estamos obligados a evitarlo; porque tampoco nos gustaría a nosotros sufrir esa molestia.

c) La caridad no hemos de aplicarla sólo a los que padecen hambre en África, sino sobre todo a los que están más cerca de nosotros. Esos son nuestros más prójimos, "más próximos".

Como norma para tu conducta cristiana te doy estos consejos:

            1. No usar motes que molestan ni con los profesores ni con los compañeros. Otra cosa es que algún profesor los admita como señal de familiaridad.

            2. Cuando algún compañero insulte a escondidas a un profesor, no te digo yo que lo delates; pero sí te aconsejo que, cuando encuentres ocasión propicia, hagas reflexionar a tu compañero de que ese modo de proceder es innoble; que va contra todos los demás porque indispone al profesor contra todo el curso; que es una cobardía, porque lo hace por la espalda; que es un abuso de los compañeros porque se camufla entre ellos para pasar inadvertido, etc.

            3. Habrá compañeros que sientan como tú. Hablad entre vosotros de esto y poneos de acuerdo para hacer una campaña de "derechos humanos". Los que proceden a escondidas suelen ser sólo uno o dos. SÍ unos cuantos os lo proponéis podéis silenciarlos fácilmente.

Y nada más. Que trates de vivir el Evangelio en tu vida de alumno, de compañero y de prójimo. Lo desea tu Amigo

 

102-81.

Tengo una amiga que nunca va a Misa. ¿Qué puedo decirle para convencerla? Ella dice que es cristiana y que tiene fe. ¿Es esto posible?

Flor de lis

Amiga Flor de lis:

A tu amiga puedes decirle muchas cosas, pero no sé si la convencerás. No se trata de aclarar una dificultad de matemáticas, no. El mal de tu amiga no está en la cabeza, sino en el corazón.

¿Qué sucede en el corazón de tu amiga? Que está iniciándose en él un proceso de separación de Cristo. Así, como suena.

Por ahora, tal vez es sólo el comienzo. Pero tú ya sabes que el cáncer comienza por una sola célula que se rebela y se pone a funcionar de modo distinto. Esta se lo contagia a la vecina y así sucesivamente hasta que el proceso invade todo el organismo.

Lo que más intenta el demonio es apartarnos de Cristo. Sabe él, mejor que nosotros, que son verdad aquellas palabras de Jesús: "apartados de mí no podéis hacer nada". Por eso su objetivo es apartarnos de Jesús.

Pero esta separación muchas veces no la inicia de repente; comienza quizá por cosas que parecen de poca importancia. Es el comienzo del cáncer, que se va agrandando hasta devorar toda la vida cristiana de un bautizado.

Más te diré: que esta edad de 13 a 15 años es una edad muy apetecida por el demonio para inocular el virus cancerígeno. Sencillamente porque en esos años, muchos chicos y chicas comienzan a tener capacidad para hacer una opción personal y sería por Cristo y, por otra parte, tienen mayor receptividad a estos virus espirituales.

Y todavía más: el primer paso, la primera célula que el demonio intenta estropear es con frecuencia la Eucaristía. Como ella es el centro de la fe, el demonio quiere comenzar por el centro cortando nuestra fuente de suministro espiritual.

¿Qué puedes hacer por tu amiga? Es difícil que tus palabras la convenzan porque, como he dicho, lo que hay que ablandar no es la cabeza, sino el corazón. Y para ablandar el corazón nenes estos recursos:

            1. Oración y penitencia. La oración junto con la penitencia ablandan los corazones.

            2. Santa Misa. Si ella no va a Misa, vete rú por ella. Presenta a Cristo allí la necesidad de tu amiga. Jesús se entrega allí por ella, mira con qué confianza y con qué fuerza puedes pedírselo.

            3. Procura no dejarte contagiar de sus puntos de vista, y de su modo de vivir. SÍ ella quiere vivir separada de Cristo, tú renuévale tu decisión de ser fiel a su amor.

            4.  Que ella te vea contenta de seguir a Cristo.

            5. No admitas discusiones sobre tu fe. Es más fácil que ella te contagie a ti de su incredulidad que tú a ella de la fe.

            6. De vez en cuando invítala a ir a Misa contigo. Es darle una oportunidad de contactar con Cristo y puede ser que así Cristo le eche un cable.

            7. Si ella no acepta tu invitación, asiste tú a una Misa de más por ella.

            8. Ten paciencia y no pienses que vas a conseguirlo todo en un día.

Finalmente, sábete que para este mal no hay recetas ni pastillas mágicas. No tratamos con máquinas, sino con personas libres. Las personas libres pueden usar su libertad en un sentido o en otro; no sabemos en qué sentido querrá emplearlas tu amiga. Pero tú intenta ayudarla por si algún día ella quiere usar su libertad para el bien.

Ojalá tengas éxito. De todo corazón te lo desea tu Amigo

 

103-82.

En el Instituto a que asisto, me da pena oír a compañeros y compañeras decir, con toda tranquilidad, que el domingo no han ido a Misa por falta de tiempo. Pero luego han tenido tiempo para ver la tele y para pasear. ¿Serán sinceros de verdad?

Extrañada

Amiga Extrañada:

¿Tú sabes quién era Alejandro Manzoni? Era un gran escritor italiano del siglo pasado, entre cuyas obras figura "Los Novios", obra maestra del romanticismo italiano.

Bien, pues Manzoni era un gran cristiano. Anciano ya, fueron a visitarle un domingo a su casa unos amigos. Encontraron al escritor muy malhumorado. Razón: aquel día no le habían dejado sus familiares salir de casa para ir a Misa, por la sencilla razón de que estaba delicado y hacía tanto frío que podía coger un catarro.

Los visitantes encontraron justa la conducta de los familiares. Pero Manzoni les respondió con estas palabras: "Si hubiera tenido que salir para cobrar unos cuantos miles de pesetas en el banco, mis familiares me hubieran pedido un coche y me hubieran abrigado bien para no coger frío, pero nunca me hubieran prohibido salir para cobrar dinero. Pero, para ellos, sólo tengo peligro de acatarrarme si salgo a Misa".

Algo parecido podemos decir de tus amigos y de todo el mundo. Tenemos tiempo para aquellas cosas que consideramos importantes. Si para mí es importante comer, dormir, jugar, pasear, hacer deporte, estudiar, ver la TV... Sacaré tiempo para comer, dormir, jugar, pasear, hacer deporte, estudiar, y ver la TV...

Para lo único que no hay tiempo es para las cosas sin importancia. Esas se quedan para el fin, por si sobrase tiempo, que nunca suele sobrar.

Afirmar, por tanto, que no se ha ido a Misa por falta de tiempo, generalmente es confesar lo poco que estima la Misa quien habla así.

Digo "generalmente", porque puede suceder que en alguna ocasión las cosas se enreden de tal modo que no hayamos podido desenredarnos y, de verdad, no nos haya quedado tiempo para ir a Misa. Pero esto es cosa imprevista, rara y, probablemente, sin culpa personal.

Nuestra conducta normal debería ser la misma que guardamos para otras actividades del fin de semana: programar. Programamos la hora de levantarnos, la hora del deporte, de la televisión, del estudio, etc. ¿Por qué no programamos también nuestros deberes religiosos?

SÍ de verdad tiene valor para nosotros la Misa dominical, la tendremos en cuenta en nuestros planes. El hecho de no programar nuestra misa dominical indica que no la valoramos y que la dejarnos por si nos sobra tiempo o si tenemos ganas. Esto indica que a Dios le damos las sobras de nuestro tiempo y de nuestra vida. Pero Dios no es menos que las otras cosas, sino más; mucho más; lo más.

Tenemos además muchas facilidades para hacer esta programación, porque contamos con multitud de horarios de misas y multitud de iglesias a partir del medio día del sábado hasta la noche del domingo. Difícil será que en día y medio no hayamos encontrado tiempo para dedicar a Dios unos cuarenta minutos.

En resumen: decir que no hemos tenido tiempo para ir a Misa, equivale a decir que no hemos querido sacar tiempo para ir. Y no hemos querido sacar tiempo, porque nos parece que es una tontería emplear el tiempo en asistir a Misa.

Habla con tus amigos de estas cosas. Un saludo de tu Amigo

 

104-83.

Algunos de mis amigos hacen travesuras en clase. Yo también, cuando los veo, me animo a hacer algunas. £1 profesor se enfada, pero después sólo me reprende a mí y no a los otros. ¿Por qué no grita a todos? ¿Soy yo el único culpable? Esto ha llegado a preocuparme. ¿Soy yo peor que los demás? ¿Me ha cogido manía a mí?

León

Amigo León:

Haces honor a tu nombre porque a veces intentas vivir bajo la ley de la selva; quieres ser rey de ella por la fuerza y finalmente no admites que nadie te recorte lo que tú piensas que son tus derechos. Bajo este tono de broma creo que entiendes lo que quiero decirte. Vamos por partes.

1. De veras no sé por qué el profesor se mete contigo. Creo que es cuestión de preguntárselo a él mismo. ¿Por qué tú, que eres tan valiente para armarlas, no te arriesgas a dialogar un día como persona civilizada?

A mí se me ocurren varias razones de esta "discriminación" que constatas: Tal vez tu eres el cabecilla de los revolucionarios... Tal vez tu revolución molesta más al profesor... Quizá el profesor se interesa más por ti... Puede suceder que el modo de actuar tuyo desdiga más en ti que en los otros... A lo mejor eres un chico de buenas cualidades, del cual se puede esperar muchísimo más y te contentas con poco, con poquísimo...

Estas son hipótesis que se me ocurren a mí; pero las razones del profesor, esas, como digo, sería cuestión de hablarlas con él de nombre a hombre. Seguramente él tiene que decirte algo que va a hacerte bien.

2. De todos modos creo que hay un modo radical de eliminar las reprensiones del profesor: eliminar tú también las travesuras.

Como ves, estamos ante uno de los problemas que tienen solución y, por añadidura, la solución está en tu mano. ¿No te parece que si dejas de enredar se acabarán también las reprensiones? Tú eres la causa, la única causa de ellas.

3. Me resisto a pensar que el profesor se meta sólo contigo. Tal vez es lo único que tú percibes. Temo que, sin darte cuenta, estés reflejando una especie de complejo de víctima, de querer ser compadecido.

Quizá conoces gente que se lamenta de que a otros les salen bien las cosas y sólo a ellos les salen mal; de que sólo a ellos los miran mal, los critican y los tienen enfilados, etc...

Yo creo que esto es una deformación de la realidad y una huida cobarde de ella.

SÍ tú quieres realizar tu persona, enfréntate con tus responsabilidades y también con tus defectos, pero no te hagas fácilmente el incomprendido, el marginado, el peor tratado. Esto te hará mucho daño. Porque esto no es la realidad, sino una deformación con la que tú ves la realidad. Si esto fragua en ti, vas a quedar deformado para toda la vida.

4. Por fin, querido León, trata de ser tú mismo. No enredes porque enredan los demás; no dejes de hacer porque los demás dejan de hacer.

Que el móvil de tu conducta sea lo que tú ves que está bien o está mal, pero no lo que hagan o dejen de hacer los otros. Así serás un hombre y también un cristiano.

Así lo desea para ti tu Amigo

 

105-84.

A un amigo mío, que tiene catorce años como yo, le ha dado por fumar. Me mira por encima del hombro y me echa el humo diciéndome que así es más hombre. Yo no lo creo, pero no consigo persuadirlo.

Antitabaco

Amigo Antitabaco:

¡Enhorabuena! Te felicito porque no te has dejado atrapar. De sobra sabes tú que el cigarro no hace más hombre ni más inteligente a nadie y, en cambio, sí que hace más esclavo.

También lo sabe tu amigo, pero él ha quedado atrapado por la publicidad y la moda. La publicidad y la moda atrapan a muchas personas y las esclavizan a costumbres y modos de comportarse de los cuales no pueden librarse: son personas con poca personalidad.

 

Te habrás fijado cómo la publicidad presenta como señal de prestigio fumar tal marca, beber tal bebida, vestir tal marca de ropa. Tanto lo machaca, que muchos terminan creyéndoselo y acaban pensando que son más, si se pliegan a consumir lo que les proponen.

¡Pobrecitos! Por falta de personalidad han obedecido sumisamente a lo que les han dictado otros. Estos otros no les aconsejan por cariño, sino porque buscan sólo su dinero. Y estos atrapados llamarán "carrozas" a sus padres y educadores y no harán caso a sus consejos, a pesar de que son quienes los quieren de verdad.

Lo que digo de la publicidad lo digo de la moda. Basta que otros hagan una cosa, o vistan de un modo, o beban tal cosa o fumen tal marca, para que uno se sienta empujado a hacer lo mismo, aunque sea una cosa ridícula.

El otro día, sin ir más lejos, me encontré con una chica de unos 15 ó 16 años. Era guapa, pero llevaba unos pantalones vaqueros con unos rotos descomunales en la rodilla y en el trasero. Le pregunté por qué vestía de un modo tan horrible pudiendo vestir otra ropa que estuviera en buen estado. Le dije que un roto no es bello y no podía embellecer nunca a nadie; y que no es de buen gusto presumir de lo que nos debería dar vergüenza llevar. Me contestó que esa era la moda y que así vestían otros.

Mi compañero se lo afeó más todavía diciéndole que ese modo de vestir era además un insulto a los pobres. Los pobres, en efecto -le dijo—, visten ropa rota por la única razón de que no tienen otra; pero vestir como los pobres, teniendo un ropero lleno de ropa buena, aparte del mal gusto, es una hipocresía y un querer aparecer lo que uno no es y, siendo rico, tomar a chunga a los que tienen la desgracia de ser pobres.

Tú, querido amigo, no te esclavices a lo que quieran imponerte otros. Nunca te creas más por vestir, beber o tener tal o cual cosa. Lo que eres, eres. Y ya sabes aquello tan viejo: "aunque la mona se vista de seda, mona se queda". Lo importante siempre es el "ser", más que el "tener".

Te deseo que "seas" auténtico de verdad. Tu Amigo

 

106-85.

Tengo doce años... en mi clase hay un niño inocente del todo. Él no nos hace nada, pero nosotras nos metemos con él y lo llamamos "pepino", "lagarto Juancho" y otras cosas.

¿Qué puedo hacer para no meterme con él?

Eliza

Amiga Eliza:

Eres tan inteligente que en la pregunta que haces tú misma te das la respuesta. Dices, en efecto, que el niño es inocente y sois vosotras las que os metéis con él.

SÍ me dijeras que ese niño se mete contigo, esta carta no serviría de nada, porque a quien tendría que dirigir mi respuesta sería al niño. Pero no; eres tú y tus amigas las que os metéis con el niño sin que él os haga nada.

Pues bien; tú y tus amigas debéis dejar cuanto antes ese juego que habéis comenzado de abusar de la inocencia de ese niño. Ese niño es inocente y bueno, como tú dices; pero vosotras, con vuestras bromas podéis malearlo y hacer que saque de vosotras, las niñas, la idea de que sois de verdad unas "lagartas".

SÍ os molesta porque él es inocente, estáis diciendo que lo querríais pícaro.

Sí lo hacéis porque él es sencillo y bueno, estáis diciendo que preferís que sea malicioso.

Si lo hacéis porque él es inferior a vosotras, estáis diciendo que os gusta abusar del débil.

En fin que, mírese por donde se mire, no está nada bien lo que hacéis con él.

Tú has sido noble y reconoces la culpa y preguntas cómo puedes salir de ella. Me parece bien; pero no trates de salir tú sola, sino todas tus amigas contigo.

Habla con ellas en serio sobre el asunto. SÍ no sabes cómo hacerlo, puedes leer y comentar esta carta con ellas. Les dices que le has contado el caso al amigo de HOSANNA y que te parece bien comentar con ellas la respuesta.

Porque cuanto te digo a ti, se lo repito a todas tus amigas. Yo creo que vosotras lo tomáis como un juego y un modo de divertiros. Pero creo que hay modos de divertirse que no son a costa de los demás. Puede y debe uno divertirse sin hacer mal a nadie, ¿no os parece?

En vez de hacer lo que estáis haciendo, sería mejor que hablaseis entre vosotras, sobre cómo fomentar entre todos los compañeros de clase la verdadera amistad; cómo evitar que algunos de la clase se queden marginados y sin amigos; cómo crear un ambiente tan bueno en que todos se sientan a gusto. ¿No os parece esto mucho más hermoso? ¿No será esto lo que Jesús pide a sus cristianos cuando nos dice que tenemos que amarnos unos a otros como El nos ama?

Así pues, manos a la obra. Creo que sois capaces de ello. Díselo a tus amigas y, si estáis de acuerdo en realizarlo, espero que me contéis el resultado de vuestro esfuerzo. Yo deseo que este resultado sea muy positivo. También ese niño inocente lo estará esperando y deseando. Y, sobre todo, Jesús está esperándolo de vosotras.

También lo espera de vosotras vuestro Amigo

 

107-86.

Tengo ahora once años. Hasta que nació mi hermanita, que ahora tiene nueve meses, yo era la única hija. Pero desde que nació me doy cuenta de que mis padres ya no pueden darme todo lo que me daban antes, y me entran deseos como de que mi hermana no hubiera nacido y de que se muera.

Celosilla

Amiga Celosilla:

Tienes que aprender a distinguir entre lo que sientes y lo que quieres. Esos sentimientos que surgen en tu corazón hacia tu hermanita estoy seguro de que no los quieres. Y para que haya pecado no hasta sentir una cosa, hay que quererla.

Tú, que seguramente sufres ante los niños que mueren de hambre, no quieres en serio que tu hermanita sea abandonada por tus padres, como aquellos otros, y muera. Por eso, porque no quieres esto en serio, sino que es sólo un sentimiento que te viene y que tú no aceptas, creo que no hay en ti pecado.

Sin embargo, aunque no hay pecado personal porque no lo consientes, conviene que caigas en la cuenta de que esto que te pasa es un indicio bien claro de que tienes en el corazón, a flor de piel, el pecado original que te incita a ser egoísta.

Puedo suponer, por lo que dices, que probablemente tus padres te han dado hasta ahora todo lo que tú pedías. Nada más abrir la boca, estaban los dos para satisfacer tus deseos. Con eso se ha ido formando en ti la idea de que tú eras el centro del hogar y de que tus padres estaban exclusivamente a tu servicio.

Tú debieras no haberte dejado llevar de lo fácil y no debieras haber consentido que tus padres te mimaran. Pero supongo que te has dejado llevar de lo fácil y sólo has usado de tus padres en favor tuyo.

Pero mira por dónde ahora viene una niñita a desbancarte y a hacerte caer en la cuenta de que no estás tú sola. Lo que tú no has sido capaz de hacer por tí misma, ahora va a obligarte a hacerlo tu hermanita. En efecto, tu hermanita está enseñándote algo muy valioso: está enseñándote a amar. Y como amar es compartir, está obligándote a renunciar a algo que tu considerabas tuyo, en favor de ella que tiene tantos derechos como tú.

Esto es un beneficio que te hace tu hermanita, porque está ayudándote a madurar y salir de ese egoísmo que iba adueñándose de tu corazón.

Por tanto, no la mires como una rival, ni dejes llevarte de la envidia y de la amargura. Mírala como una hermana que está ayudándote a ser persona capaz de amar y de compartir. Gracias a ella, es probable que tú no te conviertas en un monstruo de egoísmo. Tienes que quererla todavía más, porque el amor es el mejor remedio para eliminar el egoísmo y aprender a compartir.

Ahora comprenderás el beneficio que para los mismos hijos suponen las familias numerosas. Los hijos de estas familias quizá tienen menos cosas, pero aprenden a amarse más y a compartir mejor las cosas que tienen. Aprenden también a no ser servidos si no a servir, que es lo que Jesús ha querido enseñarnos en el Evangelio. Por esto mismo los hijos de estas familias se educan mejor que los que son sólo uno o dos hermanos.

Agradece a tu hermanita el beneficio que está haciéndote y procura superar su egoísmo que se manifiesta en estos celillos infantiles impropios ya de tu edad. Te lo desea tu Amigo

 

108-87.

Yo no puedo querer a mi padre, porque en mi presencia, insultó a mi madre y la trató mal. ¿Es pecado esto que siento?

Desgraciadísimo

Amigo Desgraciadísimo:

Has tenido una desgracia, sí; pero no eres un desgraciado y mucho menos un desgraciadísimo.

Comprendo que la conducta de tu padre te haya disgustado y que todo tu ser se haya rebelado, porque ofender así a tu madre, y mucho más delante de ti, ha estado muy requetemal.

Te aconsejo, en primer lugar, que leas lo que acabo de escribir a nuestra amiga celosilla: una cosa es sentir y otra distinta consentir. Es fácil que, después de esto, no puedas sentir hacía tu padre un cariño afectuoso como el que sientes hacía tu madre. Es probable que incluso te resulte difícil la convivencia y que prefieras vivir lejos de tu padre. Pero aún puedes y debes hacer dos cosas: primera, no odiar; segunda, amar.

No odiar quiere decir que no desees para tu padre ningún mal, que no intentes vengarte de él, que no le devuelvas mal por mal.

Amar quiere decir algo más. Quizá no puedes amarlo como lo amabas antes y como sigues queriendo a tu madre: de un modo sensible y depositando en él la confianza. Puede ser que así, ya no. Pero puedes amarlo todavía de algún modo. Te sugiero varios.

El primer modo de amarlo es orar por él. Tu padre merece tu oración y la necesita.

La merece porque él ha sido el instrumento del cual Dios se ha servido para darte la vida, el alimento, la educación, etc. Aunque no te haya dado todo lo que podía y debía, te ha dado mucho. Tú debes agradecérselo, y el mejor modo de agradecérselo es orar por él.

Además de merecer tu oración, tu padre la necesita. La necesita para cambiar él por dentro y para cambiar la relación con tu madre. Este cambio del corazón no puede hacerlo él solo; necesita la gracia de Dios y tú vas a pedirla para él. El segundo modo de amarlo es mostrarte con él obediente, correcto, digno, y obsequioso hasta donde puedas.

A pesar de todo lo que tu padre haya hecho, está necesitando cariño. Si tú no se lo das, será más difícil que él pueda regenerar las heridas que lleva en el corazón. Aunque te cueste, intenta superar tus repugnancias y trata de dar aquellas muestras de obediencia y de cariño que como hijo debes a tu padre.

El tercer modo no sé hasta qué punto te es posible; te lo escribo por si lo ves fácil. Si encuentras ocasión, sería bueno que dialogaras con tu padre, de hombre a hombre, para hacerle caer en la cuenta de lo que te ha disgustado su conducta y pedirle que intente restañar las heridas que, con su conducta ha causado en el corazón de tu madre. Sería bueno que tú pudieras ser lazo de unión entre los dos.

Pido por ti y por tu padre y deseo que tengas éxito en tus esfuerzos. Tu Amigo

 

109-88.

Lo mismo que Colón descubrió un continente poblado de hombres en el cual nunca pensó ¿no sucederá un día que los actuales habitantes de la tierra iremos a descubrir habitantes de otros astros o ellos vendrán a descubrirnos a nosotros?

Cienciaficionado

Amigo Cienciaficionado:

Cuanto dices es posible, pero no sé si es probable. Si existen de verdad en otros mundos seres inteligentes que tengan cuerpo material semejante al nuestro, podemos pensar que, o ellos o nosotros, podemos llegar a una tecnología tan desarrollada capaz de resolver los difíciles problemas que, para encontrarnos, nos plantean la gravedad, la distancia y la supervivencia.

Más aún, si existen de verdad seres inteligentes en otros mundos, supongo que tarde o temprano, por muy lejos que estén, tendrá que producirse ese encuentro.

Pienso así porque el Creador de ellos y de nosotros es el mismo, y me parece raro pensar que el plan de este Creador sea precisamente que vivamos desconociéndonos perpetuamente. Me inclino más bien a pensar que Dios, que es Amor, quiere que todas las criaturas hechas por El nos conozcamos y nos amemos.

Todo esto es así en la hipótesis de que existan otros seres con cuerpo material. Pero ¿es probable que existan estos seres extraterrestres?

Hasta ahora estos seres no han pasado de ser una auténtica ciencia-ficción. Cuanto se ha hablado de los ovnis y los seres que los tripulan ha sido tan raro y misterioso que más parece ficción de imaginaciones calenturientas que verdadera ciencia probada con datos y experiencias.

Esos fingidos seres de otros mundos, con tecnología superior, si de verdad quieren darse a conocer a los habitantes de la tierra, no harían esas apariciones tan raras a personas aisladas, sino que se manifestarían a muchas personas y con frecuencia, y nos revelarían de un modo o de otro quiénes son y cuáles son sus intenciones.

En contraste, la impresión que causan es que andan como jugando al escondite con nosotros. Esto no parece serio. Ya que has citado el descubrimiento de Colón, él cuando llegó a aquellas tierras no anduvo escondiéndose; y cuando regresó se trajo algunos nativos de ellas para poder demostrar que había encontrado algo desconocido. Nacía de esto se ha producido con los supuestos ultraterrestres.

Más te diré: algunos científicos afirman que no es probable que existan más habitantes racionales con cuerpo material en todo el universo que nosotros los terrícolas. Y algunos aventuran que es casi imposible o imposible del todo.

Piensan, efectivamente, estos científicos que todo ese cúmulo de estrellas y galaxias que nos rodea ha sido o es necesario para que la vida humana pueda existir en esta pequeña pelotita, perdida entre miríadas de soles y de constelaciones, que es la tierra.

Si esto es así, este firmamento estrellado que parece un lujo, dejaría de ser lujo para convertirse en una necesidad; ya que, sin esos cúmulos de astros, nunca hubiera podido brotar la vida en nuestra humilde tierra.

Sea de esto lo que sea, una cosa es cierta, que estos hombres que habitan sobre nuestra tierra son "los hombres que ama el Señor". Y que Dios se hizo un hombre semejante a estos terrícolas, en las entrañas de María, una de las mujeres de nuestra tierra.

Este hecho, que es verdad de la buena, es lo que confiere a nuestro mundo y a sus habitantes una dignidad incomparable. ¿No te parece esto más admirable que la existencia de extraterrestres? Así, al menos, le parece a tu Amigo

 

110-89.

El año 1990 ha sido el año contra el analfabetismo. En el colegio hemos tenido información y debates sobre este punto y da pena ver cuántas personas en el mundo casi no son personas, par ser analfabetas.

Alfabético

Amigo Alfabético:

Tienes razón: el nivel cultural de mucha gente es tan escaso que apenas los separa de los animales; y esto da mucha pena. Tú, tus compañeros y los profesores de tu colegio hacéis bien en preocuparos de estos problemas de nuestro mundo actual.

Pero yo quisiera que vosotros, además de preocuparos por estos problemas humanos, sintierais preocupación, y preocupación grande, por los problemas espirituales de la gente.

El Año Internacional de la Alfabetización es una campaña lanzada al mundo por la UNESCO, que es una asociación internacional para la promoción, de la cultura. Esta asociación es buena, pero sólo se preocupa de los problemas culturales humanos; entre sus objetivos no entran los problemas espirituales.

Sin embargo, existe un analfabetismo peor que el analfabetismo cultural. Es el analfabetismo espiritual. Los analfabetos espirituales desconocen a Dios, desconocen a nuestro Salvador Jesús, desconocen la Vida que Jesús nos ha traído, desconocen los planes de Dios sobre los individuos, sobre la familia, sobre la sociedad, desconocen que estamos llamados a ser hijos de Dios y hermanos unos de otros...

Además de ser peor, es el analfabetismo más numeroso: No sólo en los países del tercer mundo, sino a nuestro lado cuando viajamos en el metro, cuando estamos en clase, cuando caminamos por la calle podemos encontrarnos con personas que no creen en Dios, que no oran, que no van a Misa porque no creen en esas cosas. Son analfabetos y subdesarrollados espirituales.

Si a ti te daba pena ver los analfabetos de cultura que hay en el mundo, ¡qué pena no debe darnos el ver los analfabetos espirituales tan numerosos y tan profundos que existen actualmente...! Para desarraigar este analfabetismo espiritual Jesús ha fundado otra sociedad internacional que se llama Iglesia. Cuantos pertenecemos a ella debemos preocuparnos de nuestros innumerables hermanos analfabetos espirituales. No podernos contentarnos con organizar una campaña, sino que debemos estar en continua lucha por destruir este analfabetismo espiritual que nos rodea.

Este analfabetismo espiritual se llama paganismo; y tanto la televisión, como las revistas, como la vida moderna tienden a crear paganos o analfabetos espirituales. Tal vez sabemos muchas cosas: inglés, informática, música, etc.; pero ignoramos las más importantes.

Debemos los cristianos tener siempre presente aquella frase de Jesús: En esto consiste la vida eterna: que te conozcan a Ti, Padre, y a Jesús tu enviado (Jn 17,3). Y debemos trabajar con todas nuestras fuerzas para que todos conozcan a Jesús y así puedan salvarse.

¿Te parece hermosa esta campaña? Pues Jesús cuenta contigo y con tus amigos. Te lo recuerdo como Amigo

 

111-90.

Algunos amigos del colegio no hacen los deberes y me los piden a mí para copiarlos. Los profesores nos aconsejan que no se los dejemos copiar a nadie. Si se los dejo, soy un alumno desobediente; y si no se los dejo, me dicen que soy un mal amigo. ¿Qué debo hacer?

Preocupado

Amigo Preocupado:

Tienen razón los profesores del colegio: sí dejas que los compañeros copien de tí los deberes, no les haces un favor, sino todo lo contrario, les ayudas a que no aprendan y se hagan además vagos, irresponsables y mentirosos.

Por tanto no es amistad ni compañerismo verdadero dejarles los deberes. Si un compañero te pidiera droga ¿le harías ese favor?

¿Qué puedes hacer? Te sugiero lo siguiente: cuando alguien te pida ese "favor", dile con buenas palabras que te gustaría mucho poder hacérselo, pero que, si lo haces, vas a causarle un mal, y que a un amigo tú no quieres causarle ningún mal.

Dile también que estás dispuesto a dedicarle con mucho gusto todo el tiempo necesario para ayudarle a entender las cosas que no comprende y así él pueda hacer los deberes por sí mismo.

Aprender a hacer las cosas por sí mismo: este es el secreto que nos madura. Si los padres no dejan que el niño ande por sí mismo, aunque se caiga, y quieren andar ellos por él; si no enseñan al niño a hablar, aunque lo haga mal, sino que lo hablan ellos todo porque lo hacen mejor, entonces no lo aman de verdad: lo quieren siempre niño.

Ser buen amigo y compañero no es dar gusto a los amigos en todo lo que te pidan, sino sólo en aquellas cosas que son para su bien y que, por tanto, tú puedes hacer según tu conciencia.

Si tú, con amabilidad, haces caer en la cuenta a tus amigos de que lo que piden es para su mal y te ofreces a ayudarles en desarrollar su capacidad de estudio y reflexión, en el fondo te lo agradecerán más. Porque eso es amarlos y ayudarlos de verdad; lo otro es ser cómplice de su vagancia, de su irresponsabilidad y de la trampa que hacen al profesor y a sus padres.

Y no te dé apuro: quizá al principio les choque. Pero lo entenderán y agradecerán tener un amigo que les quiere de verdad.

Sé valiente y habla con tus amigos sobre esto. Madurarás tú y madurarán tus amigos. Así os lo desea vuestro Amigo

 

112-91.

En las clases de religión en mi colegio me siento un poco mal, porque el padre que nos la da es ya anciano y hay niños que se burlan de él y le tiran cosas como trocitos de gomas, etc. El otro día preguntó quiénes iban a Misa o a catequesis y me sentí como diferente de los demás porque fui la única que levantó el dedo.

Solitaria

Amiga Solitaria:

Lo primero de todo: ¡felicidades por tu valentía! No hay que tener vergüenza nada más que de hacer o de decir algo malo; pero de ser cristiano, de ir a Misa o a catequesis, no hay que avergonzarse nunca aunque todos los demás de tu clase no vayan.

No debes despreciar a tus compañeros, sino tener lástima de ellos: ¡Pobrecitos!, bastante desgracia tienen si desconocen a Jesús. Probablemente tú tienes unos padres muy cristianos que te han educado bien; los padres de ellos, en cambio, no les han enseñado nada de eso, o porque no lo aprecian, o porque lo desconocen. Si es como sospecho, tienes unos padres cristianos. Da gracias a Dios.

En segundo lugar es lógico que te sientas "como diferente de los demás", porque de verdad eres diferente. Y no intentes nunca ser igual que los demás de tu clase, sino más bien intenta, por los medios que puedas, que los demás vayan conociendo lo que tú conoces y practicando lo que tú practicas.

San Pablo dice que "el cristiano ha sido sacado del reino de las tinieblas y trasladado al reino del Hijo querido". S. Juan afirma que los cristianos "hemos sido trasladados de la muerte a la vida". Según esto la diferencia que existe entre ti y tus compañeros es la diferencia que existe entre un muerto y un vivo.

Tus compañeros comen, juegan, estudian, se agitan... pero no tienen la vida de hijos de Dios porque, aunque la hayan recibido en el bautismo, han renunciado a ella. Sus padres se preocupan de sus estudios, de que aprendan inglés, ballet, informática y qué sé yo cuántas cosas más. Los llevan al médico si se rompen una pierna o si les duele una muela, pero no se preocupan si viven como animales o alejados de Dios. Por eso tú, no sólo pareces, sino que eres distinta, muy distinta de los demás.

Tú misma te preguntarás por qué Jesús te ha dado a conocer a ti estas cosas y a los demás no. Pues por una sencilla razón: porque Jesús quiere darse a conocer a través de ti a los demás.

Dios quiere salvar a unos por medio de otros. Así hizo Jesús con María. A Ella, la primera de todos, se le reveló para que Ella lo entregase después a los demás. Después escogió a doce apóstoles como amigos suyos, para que estos le ayudasen a salvar a todo el mundo. Actualmente Jesús sigue llamando amigos para que estos le den a conocer a los demás. Tú eres una de esas amigas de Jesús. Nos toma tan serio Jesús que cuenta con nosotros para salvar a otros.

Esto te lo digo para que tú también te lo tomes en serio y veas qué responsabilidad más grande tienes tú entre tus compañeros. Eres como la luz en medio de la oscuridad. Pide a Jesús ser siempre luz que pueda servir para que los demás caminen.

Te deseo que seas de verdad luz de Cristo. Tu Amigo

 

113-92.

En clase de religión en mi colegio casi nadie guarda respeto y esto me duele. Yo soy delegado de curso: ¿Puedo hacer algo? ¿Debo decir algo al tutor?

Boanerges

Amigo Boanerges:

Tú no sabes quién era san Casiano, ¿verdad? Era un profesor, cristiano él, con gran interés por su clase; por eso exigía orden, compostura y atención. Pero sus alumnos sólo deseaban divertirse.

Uno de ellos lo acusó de cristiano ante el tribunal del emperador romano. Y el juez lo condenó a morir; pero a morir a manos de sus propios alumnos. Ya puedes figurarte el martirio: lo mataron a alfilerazos, como quien dice. "Tanto más ¿olorosa fue su muerte, cuanto más débiles eran las manos que la ejecutaban", dice la historia.

Hoy por colegios e institutos hay muchos santos Casianos y Casianas. Lo digo para que ellos (lectores también de estas cartas) sepan a quién encomendarse y a quién imitar. Lo digo también para que vosotros no imitéis los ejemplos de aquellos verdugos.

Los alumnos suelen tener dos defectos: la ligereza y la crueldad.

El primero es la ligereza: Los padres de tus compañeros piden para ellos la enseñanza religiosa porque quieren que sean buenos cristianos, pero ellos se lo toman como un juego sin darse cuenta de lo importante que es para la vida tener principios religiosos.

El segundo es la crueldad. Las clases de religión suelen impartirlas personas que aman de verdad a los niños y deseosas de de hacerles bien; no quieren reñir ni castigar; quieren tratarlos como personas responsables. Estas personas podrían imponerse por su autoridad o por su carácter, pero sólo quieren imponerse por el amor. Por eso se hacen débiles, como Jesús que se hizo débil ante los hombres hasta dejarse insultar y matar. Y los niños, a su escala, repiten con sus profesores lo mismo que hicieron las personas mayores con Jesús. Sin duda: muchos profesores de religión son santos y mártires de verdad, como san Casiano.

Y ¿qué puedes hacer tú?

Lo primero, ganarte el apoyo de otros compañeros que tienen interés como tú. Fíjate quiénes son, pues los hay sin duda. Habíales del problema a solas, uno por uno, y luego a todos hasta formar un grupo de responsables que pueda oponerse.

Después puedes comenzar con el grupo de revoltosos, pero no con todos juntos, sino también, a solas y uno por uno; casi seguro sólo habrá uno o dos cabecillas; con estos te bastará. Puedes decirles que hay compañeros con interés y que merecen respeto. También, que son sus padres los que han pedido la religión y esperan de sus hijos respeto al profesor; que si ellos no quieren religión, mejor es que pidan a sus padres que los borren; y que si ellos no se lo piden, tú se lo dirás a sus padres, como delegado de curso.

Si a pesar de ello el grupo de revoltosos no hacen caso, vete a exponer el caso al tutor; pero no vayas solo, sino con el grupo de formales. El tutor comprenderá que no es un capricho tuyo, sino un derecho de la clase y deberá intervenir.

Esto es casi todo por ahora. Deseo que estas dificultades te ayuden a formar tu personalidad. Te felicita por tu interés tu Amigo

 

114-93.

Oigo hablar de paz y de las amenazas de una guerra nuclear.

Pero ¿es que hay alguien tan loco que desee la guerra? ¿No estamos todos de acuerdo en que la paz es mejor?

Intrigado

Amigo Intrigado:

Pues parece que no; que no estamos de acuerdo todos en una cosa tan elemental como la paz. ¿Y sabes por qué? Porque somos unos egoístas. No sólo unos pocos, sino todos, o casi todos. Mira, si no, los comportamientos de muchos hombres en nuestro mundo.

A algunos, en cuanto alcanzan a manejar unos cuantos millones, les parece que todo el mundo es suyo y que pueden explotar las riquezas de la tierra únicamente en provecho propio sin compartir con los demás. Sólo piensan en enriquecerse más y más.

Otros, cuando alcanzan el poder político y son nombrados presidentes de cualquier gobierno, se creen los amos de su nación y tratan de imponer sus modos de pensar y de actuar en educación, en religión, en economía... ejercen el poder como una imposición, no como un servicio.

Otros, cuando alcanzan la superioridad tecnológica, en vez de emplear esa tecnología para resolver los problemas del hambre, de la industrialización, o del empleo, la emplean para fabricar armas más destructivas.

No sólo los de arriba; también los de abajo. Porque muchos, cuando ven que hay personas que, a base de trabajar, tienen más riqueza o más cultura, sólo saben reaccionar con la envidia y el odio. Y en vez de estimularse ellos a trabajar y superarse, quieren destruir a los que tienen más, bajo pretexto de que toaos somos iguales. Todo lo fundamentan en la lucha de unos contra otros, y no en el amor y la ayuda mutua.

No faltan quienes son incapaces de convencer a los demás con el diálogo sereno y tratan de convencerlos con las metralletas y las bombas.

Y tampoco faltan los cobardes, los que piensan una cosa y hacen otra, porque así quedan bien. Los que pasan de un bando a otro para fastidiar, o para sacar ventajas. Los que se quedan tan tranquilos si se hunden los demás, con tal de que ellos salgan a flote...

Dime tú, querido amigo, si es posible la paz con toda esta gente. ¿No te parece que el mejor sistema de paz es el que nos haga cambiar a todos y nos obligue a escupir el egoísmo que llevamos en el corazón? ¿Y no te parece que este sistema sólo lo tiene Jesús, cuando nos pide que nos amemos unos a otros como Él nos ha amado?

La paz del mundo no está sólo en desarmar las espoletas de los misiles. Porque si el corazón sigue egoísta, continuaremos la lucha con cuchillos o a pedradas. La paz del mundo está en que cambiemos el corazón. Y, tú lo sabes, sólo Jesús puede realizar este cambio. Los hombres se empeñan en construir una paz sin Cristo, sin amarse unos a otros, exigiendo respeto hacia ellos, pero sin respetarse ellos a los otros. Y, naturalmente, la paz que resulta de ahí es tan floja que se cae por todas partes.

Por eso el Papa no se cansa de llamar nuestra atención sobre Jesucristo como única base de la paz. No se le hace caso, pero los cristianos creemos que tiene razón. Siguiendo sus enseñanzas, los cristianos debemos esforzarnos por vivir como cristianos verdaderos y anunciar a los demás quién es Jesús.

Inténtalo tú y serás un constructor de la verdadera paz. Te lo desea tu Amigo

 

115-94.

En mi familia se arman muchas peleas entre mi padre, mi madre, mis tías y mi abuelo. Salimos a dos o tres peleas dianas. Yo ¿qué puedo hacer?

Neutral

Amigo Neutral:

El problema de tu casa es también el problema de muchas casas. ¡Es una pena!, pero así es. ¿Qué es lo que pasa? Pues que falta el amor. Cada uno quiere que los demás le den gusto, pero él no está dispuesto a sacrificarse para dar gusto a los demás. Cada uno vive para sí y quiere que los demás vivan para él, pero él no quiere vivir para los demás.

Esto tan sencillo convierte la familia en un infierno. Pienso efectivamente que el infierno ha de ser algo parecido a esto, sólo que muchísimo peor. Parecido, digo, porque en el infierno no hay ni puede haber amor: nadie ama a nadie, sólo hay un egoísmo mayúsculo, pues el pecado, que es el que crea el infierno, no es otra cosa sino falta de amor.

Tú estás experimentándolo en ti mismo. Esta situación te ayudará a comprender qué bien hace Jesús cuando nos exhorta a quitar nuestro egoísmo y nos anima a que nos amemos unos a otros como El nos amó. Al proponernos este ideal, Jesús está buscando nuestro bien.

Y ahora, ¿qué puedes tú hacer?

            1. Lo primero, no ser beligerante. Procura controlar tus nervios y no tomar parte en la lucha doméstica en favor de nadie. Retírate y no hables. Lograrás más con el silencio que con las voces.

            2. Lo segundo, procura ganarte a todos con tu amabilidad, con tus favores, con tu cariño. Así, por amor a ti, tratarán de evitar enfrentamientos. Mucho puedes hacer sí todos se sienten amados por ti. No te duela amar, ceder, aguantar mucho, para ganarte el amor de todos.

            3. Ora pidiendo al Señor la fuerza para seguir amando y sacrificándote por todos en estas circunstancias; para que el Señor te conceda ser instrumento de paz dentro de tu casa, un instrumento tan bueno que donde no haya amor, tú pongas amor.

            4.  Ora por los de tu familia también. Hay que ablandarles

el corazón. Los mismos sufrimientos que ellos te causan, ofrécelos por ellos para que cambien.

            5. No comentes estas cosas de tu familia con los de fuera. Hazlo solamente con alguna persona (educador, sacerdote, amigo) que te guarde secreto y te aliente a seguir adelante.

            6. Ten paciencia y aprende a esperar. No pienses que esto se consigue en un día. Es tarea de muchos días, quizá meses, quizá años... No quiero engañarte con ilusiones vanas. El egoísmo endurece tanto el corazón que cuesta mucho ablandarlo.

Estos son mis mejores consejos. ¡Cuánto me alegraría que te fueran útiles. Así te lo desea de todo corazón tu Amigo

 

116-95.

Soy un chico de un movimiento cristiano. A veces los de mí grupo y yo nos encontramos en la calle con un sacerdote que nos invita a otras reuniones. Le decimos que ya tenemos las nuestras; pero él dice que las suyas son más bonitas y que, además, el Papa quiere más a las reuniones que él lleva.

Se pone tan pesado que, sólo para que nos deje en paz, le dijimos que sí. Pero ahora, cuando le vemos, nos vamos por otra calle.

¿Es esto cobardía? ¿El Papa quiere a otras reuniones más que las nuestras?

Jotacé

Amigo Jotacé:

Debemos enjuiciar dos conductas: la del sacerdote-y la tuya. Comencemos por la del sacerdote basándonos en los datos que tú nos das.

Esta conducta me parece la de un hombre con muy buen deseo de vuestro bien, pero un poco imprudente. Imprudente por dos motivos:

            1. No se le ocurre invitar sino a los que ya están invitados y cultivados por otros. En tu ciudad habrá muchos chicos de los que nadie se ocupa. Sería mejor que él intentase "cazar" a esos que no a los que, como tú, ya pertenecen a un movimiento bueno.

            2. Las razones que da para atraeros son fútiles: Primera, que sus reuniones son más bonitas; b) Segunda, que al Papa le gustan más.

Primero: No sé si sus reuniones son más bonitas. Pero no se trata de eso, sino de lo que Dios quiere de vosotros. ¿Os sentís llamados a vuestro movimiento y estáis contentos en él? Pues ese es el camino que Dios quiere de vosotros ahora y el que os ayudará a ser buenos cristianos. Cambiar sin motivo es una ligereza; y ser fiel es una virtud. Segundo: ¿Cómo sabe ese sacerdote que el Papa prefiere sus reuniones? ¿Se lo ha dicho a él? Yo pienso que el Papa aprecia todos los movimientos que hay en la Iglesia y desea que cada uno sea fiel a aquel al cual pertenece. Vosotros no debéis pensar que el vuestro es el mejor movimiento de todos, pero sí podéis pensar que es lo que Dios quiere de vosotros. Por otra parte el Papa y los Obispos miran con agrado vuestro movimiento ya que cada mes os confían sus intenciones para que oréis por ellas.

Por todo esto la conducta de ese sacerdote me parece: a) de celo inoportuno; b) intolerante con otros movimientos; c) poco respetuosa con la libertad de los chicos que eligen un movimiento; d) manipuladora del Papa, pues emplea su nombre para alzarse con el monopolio de lo suyo.

Sobre tu conducta y la de tus amigos, pienso así: hasta ahora os habéis "defendido" como habéis podido a costa de evasivas. No está mal. Pero, si vuelve a insistiros, lo mejor sería decirle con claridad que haga el favor de no tocar más ese tema con vosotros, porque os molesta.

Y os molesta porque os sentís contentos donde estáis; y porque ya tenéis quien os ayude a ser buenos y estáis contentos con vuestros dirigentes; y porque no es espíritu de la Iglesia desvestir a un santo para vestir a otro. Eso lo hacen los partidos políticos porque son rivales; pero la Iglesia es una familia y en ella los movimientos no deben hacerse la guerra, sino ayudarse y complementarse

Y si no sabéis cómo decirle todas estas cosas, sencillamente podéis darle a leer estas líneas tal y como están.

Un saludo para ti y para tus amigos de este vuestro Amigo

 

117-96.

Una amiga me parecía buena. Pero he notado que, cuando falto al colé y le pido los apuntes, ella me deja sólo la mitad para que me riña la profesora. ¿Debo dejarla?

Desilusionada

Amiga Desilusionada:

La vida nos va enseñando muchas cosas ¿verdad? Tú comienzas a descubrir que no todos valen para amigos. Sólo valen para amigos aquellos que son capaces de amar con amor de amistad. ¿Y qué es el amor de amistad?

Hay, entre otras, dos clases de amor: el amor de compañerismo y el amor de amistad.

El amor de compañerismo nos lleva a amar a los compañeros como compañeros, es decir, a cumplir con todos ellos las obligaciones que tenemos como compañeros, tales como el saludo, prestar ayuda, interesarnos por sus cosas, etc. Pero el compañerismo no es todavía la amistad.

El amor de amistad es un amor superior. Pide al menos dos cosas:

            1. Amar a los amigos como a otro yo; o, si me apuras, más que a otro yo. Por eso los amigos de verdad quieren más el bien de su amigo que el bien propio y desean más el triunfo del amigo que el triunfo propio.

            2. Mutua confianza: debemos poder confiar en los amigos y ellos deben poder confiar en nosotros. Quien no merece nuestra confianza, no vale para amigo nuestro. Y sí los demás no pueden confiar en nosotros, tampoco nosotros servimos para ser sus amigos.

Según lo dicho, puedes hacer con tu amiga una de estas dos cosas:

Primera: dejarla en la categoría de compañera sin levantarla al honor de amiga. Le falta, como ves, la primera cualidad del amor de amistad, pues busca su éxito pisando el tuyo. Mientras ella busque su triunfo a costa tuya, no podrá ser amiga tuya ni de nadie.      J

Segunda: Puede suceder que se trate del primer fallo Por eso puedes también tener un poco de paciencia y darle nuevas oportunidades para ver si madura. Pero si no se corrige y prosigue en ese modo de comportarse, puedes prescindir de ella como amiga: no sirve para amiga tuya; es sólo una aprovechada. Mantenía como compañera solamente.

Que tú y ella seáis capaces de vivir las leyes de la amistad. Os lo desea vuestro Amigo

 

118-97.

Me da lástima ver a la gente comprar tantas cosas de lujo e innecesarias. A nosotros nos parece normal encender la luz, o abrir el grifo para que salga agua. En cambio, en otros sitios tienen que andar kilómetros para recoger un cántaro de agua.

Inconformista

Amigo Inconformista:

Tienes toda la razón; es para dar lástima ver a las personas de nuestro sociedad ambicionando tener cada vez más y más cosas materiales.

Aunque no existieran otras personas que carecen de lo más elemental, el ansia de tener más y más, de ser más y más, es ya un desorden serio que convierte a las cosas en ídolos y al hombre en servidor de esos ídolos.

En efecto, ¿qué es un ídolo?

Un ídolo es, en primer lugar, según dice la Biblia, "hechura de manos humanas". Para los antiguos, estas hechuras de manos humanas podían ser imágenes de oro, de piedra o de madera.

Para los modernos, las hechuras de manos humanas pueden ser las máquinas, los coches, los ordenadores, las modas, los viajes, los espectáculos, el poder, el lujo, la fama..., y todo cuanto el hombre es capaz de producir.

El ídolo es algo que el hombre adora y ante lo cual se prosterna. Adorar y prosternarse es tener algo como lo más importante, como lo que más vale. Adorar y prosternarse es también estar dispuesto a sacrificar lo que sea por conseguir o por disfrutar de ese ídolo.

Las personas actuales adoran y se prosternan ante la forma física del cuerpo, ante el triunfo profesional, ante lo que otros digan o piensen, ante el placer, ante lo que apetece, ante un chalet, ante una marca de coche o una marca de ropa, etc.

Muchas personas, por ejemplo, dicen que no tienen tiempo para ir el domingo a misa, pero tienen tiempo para cultivar su forma corporal (que es su ídolo) haciendo "footing" o deporte. Es decir, no tienen tiempo para el Dios verdadero, pero lo tienen para su ídolo.

Otras muchas personas son capaces de estrujar al más débil y de engañar a los demás, con tal de conseguir su ídolo, que son su poder y su éxito. Sacrifican a quien sea por su ídolo.

No hace mucho quedé impresionado por las declaraciones de un presidiario. Decía que en su cárcel había bastantes jóvenes y que muchos de estos jóvenes tenían tal sed de coches, de motos y de otras cosas, que estaban dispuestos a matar por conseguir lo que deseaban... Sus ídolos, como los ídolos antiguos, exigen sacrificios humanos también ahora.

Somos idólatras, como ves, porque somos nosotros quienes fabricamos nuestros ídolos. Nosotros los fabricamos y luego la publicidad se encarga de hacerles la propaganda para que todos los estimemos, los ambicionemos y nos prosternemos ante ellos.

Pero ser idólatra es vivir sin el Dios verdadero. Y vivir sin el Dios verdadero nos causa mal, nos deja el corazón vacío e insatisfecho. Esto es lo que se nota en mucha gente con la que vivimos: tienen una sed y un vacío que nada ni nadie llena.

Tú añades que, mientras nosotros adoramos a estos ídolos que son las cosas superfluas, otros carecen de las necesarias. Esto agrava el pecado de idolatría. Vuelves a tener razón.

Conviértete en adorador y profeta del Dios verdadero en medio de este mundo idólatra. Te lo pide Dios verdadero y también tu Amigo

 

119-98.

Cuando veo las desgracias del tercer mundo me quedo intranquila y me pregunto: ¿Puede Dios querer este orden que Remos implantado en el mundo? ¿Somos justos con esa gente que carece de lo más elemental? ¿No hay modo de remediar tantas desigualdades?

Amiga de los Pobres

Querida Amiga de los Pobres:

Tus tres preguntas deben clavarse, como tres banderillas, en el corazón de los cristianos, y también y sobre todo, en el corazón de cuantos mandan algo en el mundo.

Respondo a la primera. Dios no quiere ni puede querer

este orden actual (mejor llamarlo desorden actual). Pero este desorden actual no lo ha impuesto Él; lo hemos implantado los hombres.

Dios desea que los hombres nos amemos y vivamos como hermanos. Mas el egoísmo y la ambición hacen que unos miren a los otros no como hermanos, sino como enemigos, o incluso como mercancía humana que pueden explotar para vivir elfos bien.

Respondo a la segunda. Cuando no cumplimos el plan de Dios con los demás, además de ofender a Dios, se ofende también al prójimo, porque se le priva de algo a lo cual tiene derecho; es decir, se comete una injusticia

Se trata de una injusticia diluida, porque nadie se siente responsable; pero probablemente de ella somos responsables todos. Son responsables los gobiernos, los que votan a esos gobiernos, los organismos internacionales y sociedades de naciones que permiten que se haga eso...

Respondo a la tercera. Claro que hay modo de remediar esto. Pero para remediarlo hay que cambiar el corazón.

Si para remediar la injusticia se propone como solución el odio, la lucha armada, el derramamiento de sangre..., entonces se aumenta el mal. Lo que hay que hacer es cambiar el corazón del hombre. Y el corazón del hombre sólo puede cambiarlo el Evangelio. O, dicho de otro modo, sólo puede cambiarlo Jesús, que ha venido a hacer personas nuevas capaces de amarse por encima de las razas y de las culturas.

¿Ves las responsabilidades que tenemos los cristianos? Anímate tú y anima a tus compañeros para construir un mundo mejor cuando seáis mayores y podáis asumir responsabilidades en la sociedad y en el mundo.

Aprende, ya desde ahora, a compartir de lo mucho que tienes. Para que no te quedes sólo en lamentaciones sobre los demás, te propongo algo que está a tu alcance: de cada "paga semanal que recibes, aparta un tanto por ciento en una hucha especial. Cuando lleguen campañas como el "día del hambre", el Domund, u otras parecidas, vacía completamente esta hucha. No habrás remediado el mundo, pero habrás hecho lo que está en tu mano. Y desde luego habrás hablado menos y hecho más.

Te lo recomienda tu Amigo

 

120-99.

¿Por qué en unas partes del mundo hay gente millónaria y en otros sitios la gente se muere de hambre? No lo entiendo. Si al principio todos éramos iguales ¿por qué ahora somos tan distintos?

Interrogante

Amiga interrogante:

La razón por la que somos tan distintos ahora, es porque lo hemos sido siempre. Precisemos: todos somos iguales en dignidad, pero no somos todos iguales en cualidades ni en las circunstancias en que la vida nos ha colocado.

No somos iguales en cualidades, porque unos son más listos que otros, más trabajadores que otros, más fuertes que otros, más dispuestos que otros para trabajar en colaboración, etcétera.

Tampoco somos iguales en las circunstancias en que nos ha colocado la vida, porque unos viven en países con muchas riquezas, mientras otros habitan países pobres; unos han recibido una cultura milenaria, mientras otros viven en países de analfabetos.

Dios ha dispuesto así las cosas para que nos ayudemos unos a otros y nos sintamos necesitados unos de otros y así formemos una sola familia,

San Pablo dice que debemos ser como los miembros de un cuerpo. Los miembros de un cuerpo no son iguales todos, pero todos son necesarios unos a otros. Ningún miembro puede despreciar a otro. El ojo no puede decir al pie: "no te necesito". El pie no puede decir al estómago: "me sobras". De este modo puede decirse que todos los miembros del cuerpo humano tienen idéntica dignidad, pero no todos tienen la misma función.

Es verdad que esto lo dice san Pablo propiamente de la Iglesia, pero en su tanto hay que aplicarlo a toda la humanidad, porque toda la humanidad está llamada a ser Iglesia.

Por tanto, hay que insistir mucho en la solidaridad de todos los hombres: todos debemos ayudarnos unos a otros como se ayudan los miembros de un mismo cuerpo.

Los hombres van tomando conciencia de esto poco a poco. Ya las naciones ricas (España entre ellas) se han comprometido a dar un tanto por ciento de su producto nacional a las naciones en vías de desarrollo. Se han comprometido, pero hasta ahora ha sido sólo en el papel. La mayoría (España entre ellas) no ha dado todavía nada o muy poco.

Sería bueno que los ciudadanos, cuando llegan la elecciones, tuvieran en cuenta, no sólo quién les va a dar más cosas a ellos, sino también quién va a ayudar más a los países pobres entregándoles lo que es justo. Y los ciudadanos deberían retirar sus votos a los políticos que no se comprometieran a cumplir ese compromiso con el tercer mundo.

¿Te parece bien esto? Pues guárdalo bien en tu corazón para cuando puedas votar y por sí alguna vez te metes en política y quieres ser una política cristiana de verdad.

Te lo desea tu Amigo

 

121-100

Hay un tema que me preocupa mucho, y es el subdesarrollo en el mundo. Hay en el mundo muchos millonarios que no sienten compasión por los pobres del Tercer Mundo. Si estos dieran un poco de lo suyo, este problema se solucionaba. Yo quisiera promover el desarrollo y mental i zar a todos.

Promotora

Amiga Promotora:

Me alegra verte llena de buenos deseos. Es hermoso que tú, con tus doce años, pienses en hacer algo por los más pobres. Sé también que hay muchos miles de chicos y chicas como tú, que no están conformes con la distribución de la riqueza que existe en el mundo.

La solución no está sólo en repartir riqueza los que la tienen. Lo que hay que repartir son las condiciones para que los pobres puedan, también ellos, crear riqueza. Recuerda aquello que dijo un pensador: "Si doy un pez a un hambriento, al día siguiente este volverá a tener hambre; pero si yo le enseño a pescar, le habré enseñado a solucionar el problema de su hambre".

Dios no quiere que nadie viva recibiendo continuamente de los demás, sino que cada uno viva de su trabajo. Por eso, lo que hay que procurar es favorecer a los países pobres, para que ellos puedan desarrollarse cultural y técnicamente de manera que puedan crear sus propias industrias y, así, valerse por sí mismos.

Cuantos tenéis la misma inquietud, debéis prepararos ya desde ahora para tratar de resolver estos problemas cuando seáis mayores. Porque resulta que, los que ahora pensáis así, en cuanto tenéis unos pocos años más, os hacéis partidarios de nuestra sociedad y sólo pensáis en vuestras carreras, en colocaros bien, en ganar dinero, si es que no gastáis dinero innecesariamente en discos, ropa, bebidas, discotecas, etc.

Y ahora quiero decirte otra cosa. Muchos chicos y chicas de tu edad, piensan que con la comida ya está resuelto el problema. Aun en el caso de que resolviésemos el problema del hambre, nos quedaría todavía el problema mayor por resolver.

Efectivamente, los cristianos, somos enviados al mundo por Jesús para predicar el Evangelio. Y el Evangelio es conocer a Dios, nuestro Padre y a Jesucristo, nuestro Salvador, y vivir como hijos de Dios y hermanos de Jesús.

Nosotros, que conocemos a Dios y la salvación de Jesús, somos unos millonarios. Pero existen en el mundo muchísimos millones de subdesarrollados religiosamente. Son huérfanos de Dios, subalimentados de vida divina. Para comunicarles esa vida, Jesús ha muerto en la cruz. Por eso, verlos privados de Dios debe dolemos a nosotros más que el verles privados del pan. Esta es la tarea principal que intentan desarrollar los misioneros.

¿Te animas tú también a trabajar para extirpar esta carencia de Dios que existe en el mundo? Tal vez en tu misma clase hay chicos o chicas que viven sin Dios: como si Dios no existiera, como sí Jesús no hubiera muerto por nosotros. O tal vez sucede esto en tu misma familia.

Espero que tu corazón se ensanche todavía más para ayudar a Jesús en esta tarea tan hermosa de salvar a todos los hombres.

Que sea verdad. Te lo desea tu Amigo