CARTAS DE AMIGO A AMIGO
 

P. MÁXIMO PÉREZ


Estas cartas recogen las respuestas del P. Máximo Pérez a consultas que recibía de adolescentes en la Revista Hosanna

 

 

III. VIDA ESPIRITUAL

 

59. ¿Oración u orar?

60. ¿Oración o pedir cosas?

61. Oración personal

62. Oración y ¿mala conducta?

63. Sacrificios

64. Misa diaria

65. Restaurar fervor

66. ¿Buena, sin Dios?

67. ¿Juntarse con malos?

68. Yo, ¿religiosa?

69. ¿Misionera en África?

70. Casada con Dios

71. ¿Es horroroso ser monja?

72. ¿Vocación de casado?

73-54. ¿Todos santos?

74-55. Deseos de santidad.

75-56. ¿Cómo sé que Dios me habla?

76-57. Misa en tiempo de recreo.

77-58. ¿Por qué matan a los misioneros?

78-59. ¿Adorar, o hablar con Dios?

79-60. ¿Y si no rezo el Rosario...?

80-61. ¿Desapuntarme?

81-62. Cristo me hace feliz. ¿Esto es vocación?

82-63. No siento nada, pero sigo...

83-64. No encuentro a Dios: ¿hipocresía?

84-65. Reuniones de grupo turbulentas.

85-66. ¿Reunión o kárate?

86-67. Tibieza espiritual (I)

87-68. Tibieza espiritual (II)

88-69. Indiferencia e ignorancia religiosas.

89-70. Comunión espiritual.

90-71. Mi padre no practica, ¿se salvará?

91-72. ¿Puedo ser madrina?

92-73. Misionero ambulante.

93-74. Ser religiosa (I)

94-75. Ser religiosa (II)

95-76. Vocación, pero me gustan los chicos.

96-77. ¿Monja, o casada?

97-78. Edad para ser religiosa.

98-79. Para sacerdote, ¿a los catorce años?


 

CARTAS DE AMIGO A AMIGO (I)
 

 

III: Conducidos por el Espíritu: Los que se dejan llevar por el espíritu ésos son hijos de Dios (Ro 8, 14)

 

 

59.

Estas oraciones que existen, como el vía crucis, el rosario, oficios, devociones... ¿hay que rezarlas para ser un buen cristiano? ¿No es mejor hablar con Dios como con un amigo? ¿No nos ha enseñado esto Jesús?

Teófilo

Amigo Teófilo:

Este nombrecito que te pongo no es un insulto, sino que significa Amigo de Dios, pues yo pienso que tú quieres serlo de verdad.

Bien, pues de entrada creo que debes distinguir entre la oración del corazón y las fórmulas de oración. La oración del corazón es el diálogo auténtico con Dios. Las fórmulas son las palabras con que ese diálogo puede expresarse o escribirse. El corazón, lo sabes tú, puede orar sin fórmulas. Y las fórmulas, no valen para nada si no salen del corazón.

Y con esto ya está casi respondida tu dificultad. Lo más importante es el corazón, pero las fórmulas son buenas si se dicen de corazón.

Pero no hay que ser ingenuo. A veces necesitamos las fórmulas porque el corazón no anda. Son como el coche y la carretera. El coche es el que anda, pero sin carretera no dará un paso. Jesús reprende la palabrería en la oración, es decir, las fórmulas recitadas mecánicamente (Mt 6,7); pero también nos dejó una fórmula o pauta para orar al enseñarnos el Padrenuestro {Mt 6,9-13).

Las fórmulas que tú mencionas tienen estas ventajas:

            1. Sirven para orar comunitariamente con otros.

            2. También sirven para la oración privada cuando nos dan devoción o cuando no se nos ocurre otra cosa.

            3. Están confirmadas por la experiencia secular de muchos cristianos y frecuentemente están reconocidas por la Iglesia, que es maestra de oración, como caminos excelentes por donde puede discurrir la oración de nuestro corazón. Por todo esto no deben despreciarse. Pero no son el camino ni el método único para orar. El Espíritu de Jesús empuja a los cristianos a orar por caminos no trazados. Creo que es necesaria al cristiano la oración de fórmulas y también es necesaria la oración espontánea. Las dos.

El que se queda en las formulas y no llega a poner el corazón, aún no ha madurado. Pero el que las rehúsa y se queda a merced de lo que se le ocurra, puede correr el peligro de que no se le ocurra nada y por tanto se quede sin orar.

Con frecuencia los jóvenes, cuando pasáis una etapa de maduración y profundización de la oración, despreciáis todas las fórmulas. Después con frecuencia volvéis a ellas y encontráis en ellas un gusto nuevo y una expresión atinada de lo que tenéis en el corazón.

Creo que me has entendido, amigo Teófilo; y me alegraría mucho que cuanto he dicho te sirva para madurar más tu oración sin despreciar las andaderas.

Tu

Amigo

 

 

60.

El otro día nos dijo un sacerdote que no eran buenos amigos de Jesús los que sólo iban a pedirle cosas. Esto me ha puesto en un apuro, porque yo tengo a mi padre enfermo y todos los días le pido a Jesús que le conceda la salud a mi padre. ¿Hago mal en esto? ¿No puedo ser amigo de verdad si se lo pido a Jesús?

Un hijo

Amigo:

No cojas las cosas por donde queman, porque te abrasarás. Tienes amigos, ¿verdad? Pero no los tienes sólo para pedirles cosas. Mas sí alguna vez necesitas algo, se lo pides a tus amigos. Ya estás intuyendo tú mismo la respuesta: lo malo no está en pedir cosas a los amigos, sino en tenerlos sólo para pedirles cosas. La fuerza está ese adverbio «sólo», y eso es lo mismo que os dijo el sacerdote.

Hay cosas que son para nuestro bien. Dios está deseando concedernos estas cosas. Aunque Él desee concederlas, nosotros debemos pedirlas por una razón: porque él no quiere imponerlas. Con la oración estamos diciendo a Dios que nosotros queremos recibir eso mismo que El quiere darnos.

¿Y qué cosas son estas que Dios quiere darnos? Sin duda todas aquellas por las cuales envió su Hijo el mundo. Por ejemplo que conozcamos y amemos a Dios sobre todas las cosas, que nos amemos unos a otros como hermanos, que tengamos más fe, más confianza, más paciencia, más valentía, que sepamos hacer mejor la voluntad de Dios, etc.

Seguramente hay otras cosas que son puro capricho nuestro. Lo mejor que podemos hacer es no pedirlas, porque sería pedir nuestro mal. Y si las pedimos, lo mejor que Dios puede hacer es no concederlas, porque a Dios no le gusta estropear a sus hijos con mimos.

Finalmente, hay otras cosas que no sabemos si son para bien o para mal nuestro. Por ejemplo: la salud, la suerte en la lotería, la solución de un asunto, etc. Tales cosas podemos pedirlas, pero siempre poniendo la condición de si son para nuestro bien. Por eso, si Dios no nos las concede, no debemos decirle: «ya no te quiero porque no me haces caso». Al contrario, debemos decirle: «te quiero lo mismo si me lo concedes como si no me lo concedes».

No hace mucho leía yo las declaraciones de una cantante: había pedido la salud de su padre, pero su padre había muerto sin curarse. La cantante confesaba que por esto ella dejó de creer en Dios. Mucha gente al leer estas declaraciones de la cantante dejó de comprar sus discos. Y la cantante volvió a hacer nuevas declaraciones afirmando que ella otra vez creía en Dios. Ya ves qué fe tan ridícula la que va sólo al compás de lo que nos gusta.

Así que puedes pedir la salud de tu padre. Pero pídela si es para bien de él y para bien de la familia. Y sigue amando a Jesús: aunque él no te lo conceda merece la pena ser su amigo.

Te saluda tu

Amigo

 

 

61.

Con frecuencia dedico un ratito a meditar o a dialogar con el Señor, porque la oración es para mí un encuentro personal con Dios y un diálogo con El.

A veces no se me ocurre nada. Pero otras veces me vienen pensamientos que me llenan de alegría y me hacen la persona más feliz. ¿Cómo sé que es Dios quien me habla y que no soy yo quien me respondo a mí misma:'

Autorrespuesta

Amiga Autorrespuesta:

Muchos cristianos no hacen oración. A estos Dios no les habla, porque no quieren oír.

Otros, la hacen, pero no se enteran de si Dios les habla o no. Hablan ellos tanto que no hacen silencio para poder escuchar a Dios.

Otros se toman a broma lo que sienten. Estos no progresarán mientras no se tomen en serio lo que Dios pone en su corazón.

Otros, más profundos, se preguntan: ¿De verdad me habla Dios?, ¿qué me dice?, ¿qué quiere de mí? Entre estos quieres estar tú. Entre ellos está la Virgen María que se quedó pensando «qué significaba aquel saludo» (Lc 1,29).

Ahora voy a decirte cómo puedes saber que es la voz de Dios.

¿No te ha ocurrido que, al levantar el teléfono y pronunciar «diga», te han identificado? ¿No has identificado tú también a las personas a la primera palabra que pronuncian? Es que la voz de cada uno tiene tonos y timbres, inflexiones y pronunciaciones muy personales.

La voz de Dios también. Cuando Dios habla produce tales efectos en el corazón que es fácilmente identificable. He aquí algunos de sus timbres característicos:

            1. «Dios es luz» (1 Jn 1,5). Su primer efecto es ver claro lo que era oscuro. Cuando al leer, escuchar o pensar en una palabra o frase de Jesús, ves con claridad que El tiene toda la razón, que la cosa es así y que todo lo demás, aunque lo digan muchos, es falso..., es señal de que Dios te habla.

Lo contrario es oscuridad, confusión, lío, no ver nada o verlo todo del mismo color y dar a todo e! mismo valor. Este no es Dios sino el demonio.

            2. Díos es gozo y alegría (Jn 15,11). Cuando tú sientes gozo y felicidad, no de tener cosas, sino de tener a Dios; no de divertirte, sino de algo que te cuesta; no de que te den, sino de dar tú; de haber perdonado en vez de haberte vengado; de haber cumplido tu deber en vez de perder el tiempo... es señal de que Dios te habla.

Lo contrario es el aburrimiento, el hastío, la protesta, el mal humor... Esto no puede venir de Dios.

            3. Dios es vida y fuego. Cuando sientes el corazón inflamado con altos ideales; cuando estás animada a hacer lo que sea preciso por ser santa, por predicar el Evangelio, por realizar la voluntad de Dios, por hacer bien a alguien... es señal de que Dios te habla.

Lo contrario es el desaliento, el cansancio, el desánimo. Todo esto viene del demonio.

            4. Díos es amor (1 Jn 4,6). Cuando te sientes feliz porque te sientes amada de Dios, de Cristo, de María; cuando te sientes alegre por estar en gracia, por ser hija de Dios, por comulgar, por estar con El... es señal de que Dios te habla.

Lo contrario es tristeza, vacío, desilusión, amargura... Esto no es de Dios.

            5. Dios es todopoderoso. Cuando te sientes con ánimo para seguir adelante en el camino de santidad que has tomado. Cuando te levantas, aunque hayas caído. Cuando confías en El a pesar de tus fallos... es señal de que Dios te habla.

Y así podríamos seguir. Sólo añado una cosa: muchas de estas experiencias puedes sentirlas aunque no estés haciendo oración. Dios es libre para comunicarse cuando quiere y como quiere. Pero la oración es el tiempo privilegiado para que Él haga esta comunicación, porque, como tú misma has dicho, «la oración es un encuentro personal y un diálogo con Él».

Comprende que si Dios no dijera nada, El sería una pared; y la oración, un monólogo. Lo que pasa es que Dios habla desde dentro de nosotros y nos hace falta silencio en el corazón y mucha atención para sentirlo.

Tú sigue escuchando a Dios. Y, sobre todo, sigue decidida a hacer y vivir como El te inspira en su corazón.

Te lo desea tu

Amigo

 

 

62.

Tengo dieciséis años, me gusta hacer oración y voy todos los días a Misa, y espero más tarde entrar en el noviciado como religiosa. En el convento donde voy soy cariñosa, obediente, agradable... pero en mi casa es todo lo contrario: riño con mis hermanos, desobedezco a mis padres, etc... No quiero ser así y pido en la oración al Señor que me ayude, pero no logro superarme. ¿Qué puedo hacer?

Blanca

Amiga Blanca:

De deseos andas estupendamente. Pero no te olvides que con sólo deseos no se hace nada, si no los llevas a la práctica. He oído frecuentemente que de buenos deseos está lleno el infierno. Y esto quiere decir, según interpreto yo, que muchos de los que allí están tuvieron los mismos deseos que tenemos nosotros, y lo único que les faltó fue realizarlos.

Tú, que sientes ía llamada de Jesús a consagrarte a Él, conviene que releas lo que el mismo Jesús dice: «No el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino, sino el que hace la voluntad de mi Padre» (Mt 7,21-23). ¿Y qué hacer?, me preguntas.

            1. Lo primero, aceptarte tal como eres. Sin duda eres impaciente, con genio, algo egoísta. Probablemente en el convento que frecuentas todavía nadie se ha metido contigo ni te ha molestado. Pero el día en que te hagan lo mismo que en tu casa reaccionarás del mismo modo; porque tú eres la misma, y el defecto no está en los demás, sino en ti.

Acepta que eres así, y que tienes que perfeccionarte, que tienes que aprender a guardar tu mal genio, tus explosiones de mal carácter, que tienes que aprender a sonreír cuando te fastidian, a perdonar cuando te ofenden, a ayudar cuando no tienes ganas. Todo esto forma parte del llamamiento de Jesús.

            2. Lo segundo, acepta a los demás: a tus padres como son y como te mandan; a tus hermanos como son y como se portan; a tus circunstancias familiares. No tenemos que soportar a los que viven en Vietnam, sino a los que están junto a nosotros.

            3. Lo tercero, seguir orando. Lo que te propones no puedes conseguirlo sólo con tu esfuerzo personal. Tu esfuerzo es necesario, pero lograr conseguirlo supera tus fuerzas.

            4. Lo cuarto, intenta hacer esto: AI comenzar el día ponte delante el modelo de hija y de hermana que quieres ser. Intenta quererlo de veras, y promete luchar por conseguirlo. A la noche o al día siguiente, cuando vuelvas a orar, mira cómo lo has realizado. Evalúate un rato y... recupera los fallos.

Recuperar ya sabes lo que es: Que ¿te has enfadado?, desenfádate; que ¿has ofendido?, pide perdón; que ¿has respondido mal?, ten una atención con esa persona; que ¿has desobedecido?, haz algo que sabes da gusto a tus padres sin que te lo manden, etc. Si haces así, te aseguro que te irás ablandando.

            5. Lo quinto, comienza ahora mismo. Nada más leer esto, vete ante el Señor y dile que comienzas ya. Y que todos los días vas a venir a darle cuenta de cómo vas.

Este ejercicio te será una magnífica preparación para la vida religiosa a la cual te sientes llamada. Todos la deseamos para ti, y más que nadie tu

Amigo

 

 

63.

El otro día salió en clase el tema de hacer sacrificios. Alguien dijo que podíamos dejar el chicle, las pipas y los caramelos. Yo no los compro, pero mi padre me los trae con frecuencia cuando viene a casa. No voy a despreciárselo, pienso yo, porque él lo hace con todo cariño para mí. Por otra parte me gustaría ser más valiente y sacrificar todas esas cosas. ¿Cómo puedo hacer?

Miguel

Amigo Miguel:

Enhorabuena porque quieres hacerte un hombre. Nadie puede conseguirlo sin renunciarse en muchas cosas. Cuando Jesús nos pide que nos renunciemos y hagamos sacrificios, no es por fastidiarnos, sino porque quiere que maduremos. Y para madurar hay algo que nos estorba, y mucho, que es el ser blandos y caprichosos.

Para un chico de tu edad creo que es importante saber dominar sus apetencias de chicles, caramelos, pipas y demás. Si no domina eso, quiere decir que será dominado. Y ser dominado es sinónimo de ser esclavizado, de perder la libertad, de perder la voluntad. Y ser esclavo y no dueño es lo peor que puede pasarnos.

¿Qué puedes hacer?, me preguntas. Te diré lo que me parece y después decides tú. Yo pienso que lo primero puede ser hablar con tu padre, de hombre a hombre. Puedes decirle que caes en la cuenta de todo el cariño que te tiene y te muestra con esos regalos.

 

Pero puedes añadir que tú has tomado, por decisión propia, una línea de conducta en la vida, que es la línea de la austeridad; que el dinero que se iba a gastar en traerte golosinas, sería mejor ir depositándolo en una hucha y cada cierto tiempo vaciaría en favor de los más pobres.

A mí, como te digo, esto me parece lo mejor. Lo mejor para ti porque eliminarías de un plumazo un montón de caprichos deformativos. Y lo mejor también para tu padre, que vería en su hijo un deseo auténtico de hacerse hombre y un sentido más recto del uso de las cosas de la tierra.

Pero no basta que yo vea esto como lo mejor; es preciso que lo veas tú también. Y es preciso que además de verlo quieras nacerlo; si no, todo lo anterior es inútil. Decide tú, buscando lo que te hace bien.

Te saluda tu

Amigo

 

 

64.

Durante el verano he asistido diariamente a Misa, porque creía que debía comprometerme a la Eucaristía diaria. Voy a comenzar el curso de 1° de BUP, ¿debo continuar como en vacaciones? ¿No será en detrimento de mis estudios ya que ahora tengo que estudiar más que antes? Quiero ante todo hacer lo que Dios me pide y no quiero dejarme engañar por el demonio, ¿qué hago?

Discreta

Amiga Discreta:

Tu postura es «discretísima» y estupendísima: eso de querer ante todo hacer lo que Dios te pida es la mejor actitud para encontrarlo. Pareces intuir que, cuando se mete por el camino de la santidad, el demonio intenta cortar ese proceso o, por lo menos, frenarlo.

Y ¿cómo? presentando razones, pero razones falsas con apariencia de verdad. Cuando uno las coloca ante Jesús, como sólo tienen apariencia, esas razones se desmoronan.

Este puede ser tu caso: antes de comprobar si te va a ser posible o no asistir a Misa este curso, ya está el demonio sugiriéndote que lo dejes porque piensas que no vas a poder. ¿Y cómo pueden otros chicos y chicas de tu edad que tienen que estudiar tanto como tú y, sin embargo, asisten todos los días?

La verdad es esta: tenemos tiempo para lo que nos interesa y valoramos; pero para lo que no nos interesa presentamos la excusa de «no tengo tiempo». Es pura excusa; lo que deberíamos decir con sinceridad, debía ser esto: «no me interesa». Si interesa comer todos los días, se saca tiempo para comer; si interesa ver un programa de televisión, se saca tiempo para verlo; si interesa sacar tiempo para estudiar, se saca tiempo de estudio.

La pregunta que deberíamos hacernos es esta: ¿cuánto me interesa la Eucaristía? Mientas estabas en vacaciones te interesaba, y encontrabas tiempo para ella. Ahora te viene el estudio; es otra ocupación que también la quiere Dios. Pero ¿es el estudio lo único que vale, o lo que más vale? ¿Debe serlo para quien quiere hacer todo lo que Dios le pide?

Yo te aconsejaría así:

            1. Intenta ser fiel a lo que Dios te ha hecho ver sobre el valor de la Eucaristía. Que el estudio tenga valor para ti, pero que nada valga más que el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

            2. Prueba horarios. Si no resulta un horario, ensaya otro; pero no te rindas fácilmente. Hay personas que madrugan para poder asistir a Misa; otras, tienen que trasnochar; las que quieren encuentran tiempo, porque les interesa.

            3. No quites del estudio, sino de las cosas superfluas que fácilmente son más de las que piensas (entretenimientos, televisión, lecturas, charloteo, deporte...).

            4. Ten confianza en Dios: «buscad primero el reino de Dios... y todo lo demás se os dará», dice Jesús (Mt 6,33). Al entregar parte de tu tiempo a Dios, haces un acto de fe en Él. El es fiel y te ayudará en los estudios: quizás no llegues a ser premio Nobel, pero tampoco serás una vulgaridad.

            5. Ten una escala de valores y toma tus decisiones según ella. Esto es lo que te madura como cristiana y como persona.

¿Tienes ya suficientes elementos de juicio para encontrar lo que Dios puede pedirte? Como eres persona decidida a escogerlo no me queda sino enviarte un saludo de

Amigo

 

 

65.

Hasta segundo de ESO fui a un colegio religioso y estuve suscrita a la revista HOSANNA, que me ayudaba a mantener mi ideal. En nueve meses que he estado en el Instituto estudiando primero de BUP mi vida espiritual se ido abajo. He intentado volver a ser lo que era y no puedo; el ambiente me domina... Quiero volver a suscribirme para que la revista sea mi punto de apoyo en mi preocupación hacia Dios.

Hundida

Amiga Hundida:

Te estabas hundiendo, pero ¡no estás hundida! Cuando murió la hija de Jairo, todos pensaban que estaba muerta y que no había nada que hacer. Jesús pensaba que sólo estaba «dormida». Algo parecido está pasándote: el demonio intenta hacerte creer que estás hundida sin remedio y que no merece la pena intentar levantarse. Pero Jesús pasa junto a ti y te ofrece su mano, diciéndote como a aquella muchacha: «Yo te lo digo, ¡levántate!»

Durante la Primaria has navegado por un río tranquilo y transparente. Podías remontar su corriente y también podías ver las redes que intentaban atraparte. De repente has pasado a unas aguas turbias e impetuosas. Te arrastran y no te dejan ver las redes... ¡Te han pescado!

Pero, repito, no te han pescado definitivamente: sólo ha comenzado la operación «caza de una adolescente». Y lo que te ha pasado a ti, sin duda ha pasado también a muchísimos más. A ti y a ellos les digo que pueden salir y con esta finalidad aquí les doy unos consejos.

            1. Has de buscar otro ambiente exterior que contrarreste el ambiente en que vives. No puedes dejar el Instituto, pero no debes vivir sólo de su ambiente. Si durante Primaria has acudido a un colegio, ¿será mucho pedirte que una vez a la semana te reúnas con otras amigas en el mismo colegio? Sin duda otras compañeras tuyas lo quieren también. Sin duda encontraréis también alguna religiosa que os eche una mano y además con mucho gusto.

Inténtalo. Jesús te ofrece su mano y pide la tuya para levantarte. No se la niegues.

            2.   Has de buscar también un ambiente interior que te dé fortaleza ante las dificultades y frivolidades del exterior. Por fuera se piensa de un modo y tú tienes que pensar de otro. Por fuera se cotizan unos valores, y tú debes apreciar otros... Este ambiente interior tienes que hacerlo tú. Quizá con la ayuda de otra persona (recuerda lo que te he dicho de tus antiguas educadoras), pero tú has de poner una gran dosis de voluntad.

Para formar este ambiente interior necesitarás sin duda un encuentro diario con Cristo y María, confesión frecuente, comunión... Si no tienes nada por dentro, sólo serás un juguete de lo que pasa fuera de ti. SÍ no tienes la fuerza que da el trato con Cristo, ¿de dónde la sacarás?

Y si haces esto, ¿volverás a ser lo que eras? No, querida amiga, eso es ya imposible. Pero serás mejor de lo que eres. Serás una joven con personalidad y valiente, que tiene dificultades, pero que las supera; que ha tenido fallos, pero que no ha sido víctima del desaliento; que vive en un ambiente de frivolidad y de vacío, pero que está llena y tiene algo que comunicar a los demás.

Me alegra poder saludarte. Tu

Amigo

 

 

66.

Tengo una amiga de quince años, como yo. Aunque hizo su primera comunión, hace cinco años que no va a Misa. No tiene fe. Dice que adorar a Dios es una tontería de los indígenas; que adorar a Cristo en la Eucaristía es ridículo; y lo mismo confesar los pecados a un hombre... No hay modo de convencerla de nuestra fe. Por otra parte es una magnífica persona, nunca regaña con nadie y es mucho mejor que muchos católicos. Yo no sé qué hacer. Ayúdeme,

Apóstol

Amiga Apóstol:

Te has ganado ese bonito nombre; pero el caso que me propones tiene difícil solución. Verás por qué.

Tu amiga me ha recordado una historia-ficción que leí el otro día: un muchacho fue secuestrado a los dos meses de nacer y había llegado a cumplir ya catorce años. Nunca le había faltado ni comida, ni vestido, ni juguetes, ni cultura, ni... Sólo le había faltado el cariño de sus padres. Pero él no lo sabía. Creía que la vida era eso: tener comida y vestidos, tener cosas, colocarse para ganar dinero y tirar para adelante... Cuando le comunicaron que sus padres lo habían localizado y lo reclamaban, el muchacho preguntó: ¿mis padres?, y ¿qué necesidad tengo yo de mis padres?

Trágico, ¿verdad? Pues esta tragedia es frecuente en muchos con relación a Dios. Ahí tienes a tu amiga: hace años que vive alejada de Dios (secuestrada de Dios) y ella no lo echa de menos en su vida. ¿Quién la secuestró? Pudo ser el ambiente familiar religiosamente frío, o una mala compañía, o malas lecturas, o malos ejemplos, o un deseo de independizarse de Dios, o todo junto.

No es fácil curar este tipo de incredulidad, precisamente porque el que la padece no siente la necesidad de Dios o no quiere sentirla: no es la cabeza la que hay que convencer con razones, sino que es el corazón el que carece de experiencias positivas de Dios. Al chico de nuestra historia le resbalan todos los argumentos sobre sus padres, porque nunca ha tenido experiencia de los besos de sus padres ní de su amor. Por eso no los echa de menos.

A tu amiga también le resbalan todos los argumentos que tú le pongas y los que yo pueda añadir. No se siente necesitada de Dios; se ha acostumbrado a vivir autosuficientemente, en plena independencia de Dios. No puede comprender lo que es adorar, agradecer, pedir, arrepentirse... Por eso se ríe de todo esto. Y es inútil hablarle de un ser que ella no necesita.

Tu amiga será muy educada, muy responsable, muy simpática, etc., pero es una huérfana de Dios. Y probablemente es una huérfana culpable por su autosuficiencia y soberbia. No quiere hacer nada por buscar a Dios y hasta ridiculiza a los que buscáis y necesitáis de Dios.

Y una cosa es ser bueno, y otra es ser cristiano. Ante Dios no basta hacer cosas buenas, sino que hay que hacerlas con un corazón como el de Jesús. Los fariseos hacían cosas buenas, pero su corazón estaba muy lejos de Dios. Jesús les muestra que su corazón estaba vacío de Dios, porque estaba vacío de Jesús.

Entonces, ¿qué hacer?, me preguntas.

Lo primero, tendrás que resignarte a ser amiga sólo hasta un nivel. Nunca podrás compartir con ella lo más interior tuyo que es la vivencia religiosa.

Lo segundo, llegar a un pacto con ella de mutuo respeto de creencias: que ella no se permita despreciar ni ridiculizar con frases y gestos tus creencias.

Lo tercero, no intentar convencerla con argumentos, porque nunca lo conseguirás. No es la cabeza, la que está enferma, es el corazón.

Lo cuarto, ora y sacrifícate por ella.

Lo quinto, da testimonio de que tu vida da alegría y sentido distinto. Ella ante una desgracia, o una contradicción no tiene otra salida que protestar y rebelarse. Tú, en cambio, puedes estar siempre alegre ante la desgracia, ante el deber duro, ante el servicio humilde, ante el ceder de tus derechos... Puede ser que por la distinta reacción de ti y de ella ante el dolor, pueda ella llegar a conocer la realidad del amor de Dios. Sospecho que el buen ladrón en la cruz llegó a creer porque se encontró con un hombre que no protestaba como él, ni tampoco odiaba como él. No necesitó más argumentos.

Anímate a ello y ojalá tengas éxito, porque la libertad de los demás no podemos manejarla. Te saluda tu

Amigo

 

 

67.

He visto en la película de Jesús de Nazaret que Jesús va a comer a casa de personas malas y habla con ellas. Esto me plantea un problema: mis padres vigilan mucho con quién ando y no me dejan andar con cualquiera. Me dicen que no me junte con los malos y que sólo me eche amigos buenos.

¿No podré yo hacer como Jesús: acercarme y juntarme con los malos para hacerlos buenos? SÍ no nos acercamos a ellos, entonces ellos nunca se harán buenos. ¿Cómo tengo que hacer?

Dupek

Amigo Dupek:

Estás cargado de buenos deseos y, como joven que eres, quieres hacerlo en seguida y por ti mismo. Pero vamos despacio: Jesús mismo cuando enviaba a sus apóstoles a repetir lo que él hacía, les dijo que los enviaba «como ovejas entre lobos» y les recomendaba que fuesen «prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas» (Mt 10,16).

Si Jesús pide a sus amigos que procedan con cautela, no te extrañarás de que tus padres te insistan sobre lo mismo, para que el lobo no termine comiéndose a la oveja.

Es evidente que Jesús te llama a hacer el bien a tus compañeros, pero procede con la prudencia que Jesús quiere. Él quiere hacer el bien a tus compañeros por medio de ti, pero has de intentar las mismas cautelas que Jesús te señala. ¿Cuáles pueden ser estas?

            1. Convéncete de que tú, aunque quieras a los demás, nunca les querrás tanto como Jesús. Él les quería más que a sí mismo, por eso estaba dispuesto a dar la vida por el más despreciable de los hombres. Cuando uno ama así, no tiene nada de egoísmo y no ofrece ninguna rendija por donde pueda entrarle el mal.

Pero tú, querido Dupek, todavía no eres así: junto con tu amor a los demás, es probable que aún tengas una buena dosis de amor propio, de deseo de darte gusto. Ofreces, por tanto, muchos puntos vulnerables por donde te entre el mal y te venza. Por tanto, aunque hay muchas cosas buenas que pueden hacerse, no todas son para que las hagas tú, o al menos no para hacerlas del modo que tú te imaginas, o quizá no para hacerlas todavía. Esta es la primera cautela: no meterte en aquello para lo cual no tienes suficientes fuerzas espirituales o suficiente formación.

            2. Intenta buscar el bien espiritual de tus compañeros, es decir, querer para ellos el conocimiento y amor de Jesucristo. No busques el imponerte tú, sino que Jesús sea conocido aunque tú termines fracasando... No te sientas superior y mucho menos hagas sentir tu superioridad a los demás. Así nunca ganarías a nadie.

            3. Tendrás que aprender a sufrir muchas cosas de los mismos compañeros a quienes quieres ganar. No sólo has de amar a los que quieres ganar, sino que has de lograr que ellos se sientan amados, respetados, valorados por ti...

Fíjate cómo Jesús estimaba y valoraba a las personas, incluso a la mujer mala. Mientras los otros la despreciaban, ella se sentía amada, aceptada y valorada por Jesús. Por eso pudo regenerarse.

            4. Antes de acercarte a alguien a quien quieres mejorar, intenta mejorar tú. Para eso ora mucho por la persona con quien vas a tratar, pero también mucho por ti, para que Jesús pueda servirse de ti para hacer el bien al otro.

            5. Jesús envió a sus discípulos corno ovejas entre lobos, pero los envió de dos en dos. Sería bueno que no trabajaras en solitario sino en equipo, porque si no, te cazaría el pelotón como en las vueltas ciclistas.

Júntate con otros amigos y programad vuestra actuación; orad juntos y actuad conjuntados.

            6. Mantén el diálogo con tus padres. Ellos pueden pensar que todavía no eres suficiente maduro y puede ser que tengan razón; pero, si les tienes informados de lo que hacéis en equipo, de lo que vais ganando o perdiendo en vuestro apostolado, es fácil que ellos sean una ayuda valiosa, mayor que el estorbo que representan ahora para ti. Y termino. Sé sencillo: reconoce tu inmadurez, tus fallos, el valor de los otros... y sé cauto también. Haz lo que puedas, pero no intentes lo que no es para tí. Y, sobre todo, no lo intentes solo: hazlo con tus compañeros y con Jesús.

Que Él te bendiga. Lo desea tu

Amigo

 

 

 

 

 

68.

Yo creo que Jesús me llama a ser religiosa. En una de estas cartas de amigo a amigo se contestaba a una chica que estaba en la misma situación que yo diciéndole que, si tú no eres obediente a Jesús, éste anularía sus llamadas.

A mí me riñen mucho en casa y en el colegio. Pero, a pesar de eso, siento esa llamada. ¿Qué puedo hacer por conocer que es Jesús el que me llama?

Aspirante

Amiga Aspirante:

            1. Para conocer que Jesús te llama lo primero que has de hacer es querer oír, y estar dispuesta a decir que sí. Porque sí tú no estás dispuesta a decirle que sí, nunca oirás nada; y si oyes algo, lo taparás haciendo ruido con otras cosas. Ya dice el refrán que «no hay peor sordo que el que no quiere oír».

            2. El que te riñan tus padres o en el colegio no significa que no tengas vocación. Lo primero, porque Jesús no ha venido a llamar a los santos, sino a los malos. Y un poco mala ya eres ¿verdad?

Lo segundo, porque a lo mejor te riñen por ser traviesa, alborotadora, precipitada, inconsciente..., pero no por tener mal corazón.

            3. Lo que se respondió a aquella niña que estaba en tus mismas circunstancias no es exactamente lo que dices tú. No es que Jesús deje de llamar; es que, si no le hacemos caso, nos iremos quedando sordos e insensibles a su voz, y llegará un momento en que dejemos de oírlo, aunque El siga llamando.

Cuando nos hayamos quedado sordos del todo, nos parecerá que no nos llama. Pero la realidad es que nos hemos quedado como una tapia.

Los síes y los noes que vamos dando a Dios dejan su huella en nosotros. Los síes aumentan nuestra sensibilidad para escuchar y la prontitud para responder a nuevos llamamientos de Dios. Los noes nos aumentan la sordera para oír y ía parálisis para responder. Por eso, después de varios noes, algunos ya no son capaces de oír más y se quedan imposibilitados para realizar lo que se les pide.

Una señal de juventud es conservar la capacidad de escuchar a Dios y la prontitud en realizar sus deseos. María conservaba siempre esta perpetua juventud de escuchar y de realizar la Palabra de Dios.

Que seas tú como Ella y no te condenes a ti misma a ser una vieja prematura, sorda e impedida.

Te lo desea tu

Amigo

 

 

69.

Tengo doce años. Todas las noches oigo una voz interior que me pide que entregue mi vida a los niños y niñas de África. La primera vez que la oí me entró dentro gran ilusión. Hay días en que me entran ganas de llorar y de reír a la vez.

Africana

Amiga Africana:

En tu carta hay una cosa clara, y otra menos clara. Lo claro es que Jesucristo te llama a una mayor intimidad con Él y a una mayor entrega a tu prójimo. Lo menos claro es que esta entrega deba hacerse en África, y a niños. Comencemos por lo claro.

Cristo está proponiéndote un camino de entrega total a El.

Es total porque tú misma dices que se trata de entregar la vida. No pide unos minutos, o unos días, o una temporada. Te pide todo, ¿no es verdad?

Se trata también de entregar la vida por los mismos motivos por los que Jesús entregó ía suya: para llevar a todos los hombres al conocimiento y al amor de Dios.

Tienes también una prueba de que es Jesús quien te pide esto. La prueba es la ilusión que sientes, la alegría que te inunda y que te nace reír y llorar a la vez. Las llamadas de Jesús podrán ser costosas, pero al mismo tiempo dejan en el alma una alegría inmensa: es la alegría que produce el amor. Porque Jesús llama a amar mucho, a amar como Él y a entregarse como El. Hacer lo mismo que Él hizo no puede ser triste. Sólo produce tristeza el amar poco.

Está claro, por tanto, que Jesús te llama a salirte del montón de jóvenes vulgares que, a tu edad, sólo saben pensar en cantantes, en novios, en vestidos o en su propio tipo... Está claro que Jesús quiere encontrar en ti una amiga y colaboradora fiel que le ayude a llevar adelante sus planes de salvación.

Y ahora pasemos a lo menos claro. Lo menos claro son los niños y niñas de África. Nada tengo contra ellos, pero pudieran ser sólo la primera piedra con la cual Jesucristo ha herido tu corazón para llamarte ¡a atención. A medida que vayas creciendo y dando tu «sí» a Cristo, irás viendo dónde y a quiénes has de entregar toda tu vida. Lo importante es que tú tomes la decisión de entregarla; luego Dios te irá poniendo delante las personas y el lugar donde realizarás la entrega.

Puede ser que tengas que entregarte a cuidar niños; pero quizá también pueden ser ancianos, o jóvenes. Esto puede ser en África, pero quizá también sea América, u Oceanía o en la misma España... Lo importante siempre es la entrega y la razón de esta entrega, que no puede ser otra sino el amor a Cristo. Y lo menos importante es el sitio y la clase de personas; porque en todos los sitios y en todas las personas está Cristo.

Te digo todo esto porque estos deseos tuyos, si prosperan, casi seguramente habrán de canalizarse en la vida religiosa. Y en la vida religiosa tú entras, no a hacer lo que se te ocurra a ti, sino a entregarte también por Jesús en la obediencia a los superiores. Y los superiores pueden enviarte a África, a China, a la Patagonia, o dejarte en un colegio como el que frecuentas ahora y donde harás mucho bien a muchos niños y niñas que, dentro de unos años, serán como eres tú ahora y a lo mejor sienten una llamada como la tuya.

¿Qué hacer, por tanto?

            1. Tomártelo en serio. Tú ya no puedes pensar ni actuar como los demás, sino conforme a ese llamamiento que Jesucristo te ha hecho sentir.

            2. Ir respondiendo desde ahora. Jesús te llama a que te entregues ya. Vete entregando tus servicios a los que te rodean (compañeras, familiares, pobres, campañas, colaboraciones, etc.). Aprende también a renunciar desde ahora a cuanto te hace egoísta (caprichos, vanidad, holgazanería, envidia...). No puedes servir a dos señores, a la llamada de Cristo y a tu egoísmo.

            3. Intenta llevar una vida de mayor intimidad con Jesucristo. El te llama a estar cerca de Él. Que sea verdad y que todos los días tengas tiempo para pasar un rato con Cristo. Y que te unas a Él mediante los sacramentos recibidos con profundidad.

            4. Intenta vivir las consignas del M.EJ. que te ayudarán a ir madurando.

            5. Si en tu colegio encuentras alguna religiosa que te inspira confianza, trata con ella de estas inquietudes que Jesús pone en tu corazón.

Pido a Jesús que esa  semilla que El ha puesto en tu corazón dé mucho fruto como El mismo espera. Te lo desea tu

Amigo

 

 

 

70.

Hace unos días no significaba nada para mi ser religiosa. Ahora empieza a decirme algo. Algunas veces lo he hablado con mis amigas. Lo suyo es casarse con un hombre y tener hijos. Pero me parece que lo mío es casarme con Díos.

¿Qué debo hacer para llegar a la vida religiosa? ¿Cómo puedo saber que Dios me llamar

Consagrada

Amiga Consagrada:

Estos pensamientos que te vienen, no nacen de tí. Es Dios mismo quien te los pone en el corazón. Tú preguntas cómo saber que Dios te llama. Creo que en tu caso es bien claro: has nacido en la misma época que tus compañeras; vives en el mismo ambiente; tienes más o menos la misma educación, etc.; y, sin embargo, estás descubriendo otro modo de valorar y de pensar sobre las cosas.

¿Por qué? Porque Jesucristo te hace caer en la cuenta de unas realidades nuevas y no hace caer en la cuenta de ellas a las demás. Las demás valoran entregar su vida a un hombre, como dices tú. Esto no es malo, porque es Dios quien ha instituido el matrimonio. Pero tú valoras mucho más entregar tu vida a Dios y sientes deseos de ello. Y esto no lo sientes por egoísmo, sino porque te parece que es el mejor modo como tú puedes ayudar también a las demás personas a ser mejores y a acercarse más Dios.

Créeme que a esto no se llega discurriendo, sino por una palabra y una luz interior que Jesús está encendiendo en ti: es el comienzo de su llamada.

Digo que es el comienzo porque su llamada nunca fuerza tu libertad. Te deja las manos libres para que digas «sí» o «no»- Y ese «sí» o «no» estás diciéndolo ya desde ahora. Sí, amiga; ya desde ahora debes hacer de Jesús el centro de tu vida. Ya desde ahora no debes andar jugando a sólo ser buena, sino tratando en serio de ser santa y de hacer todo lo que crees que El te pide. Ya desde ahora debes ir entregándote a Jesús, para que algún día puedas entregarte totalmente a El con la consagración religiosa. Ya desde ahora debes responder a estas llamadas que Jesús te hace para que puedas escuchar con total claridad la gran llamada a entregarte del todo.

Por si te anima, te diré que ayer mismo me encontré una chica. La conocí cuando estudiaba 2º de ESO; ahora estudia ya magisterio. Me comunicó que ya está admitida en la vida religiosa en un Instituto de mucha austeridad y que va a entrar dentro de tres meses. Desde que tenía doce años ha venido sintiendo estos deseos. Y precisamente porque ha ido respondiendo a ellos es por lo que ahora puede realizarlos con tanta valentía.

No se improvisa nada en este mundo. Una consagración en la vida religiosa tampoco. Con tus respuestas parciales vete preparando tu respuesta total al Señor.

Te saluda y te desea que seas muy feliz tu

Amigo

 

 

71.

Tengo once años y pertenezco al M.EJ. A veces pienso dedicar mi vida a Jesús haciéndome monja. Pero otras veces creo que esto es horroroso, pues te privas de muchas cosas. Yo por encima de todo no quiero ofender a Jesús.

Abierta

Amiga Abierta:

Me parece muy bien que no quieras ofender a Jesús. Esto es esencial en todo cristiano, por más que a muchos cristianos no les importe. Este es el plano que podíamos llamar inferior de la vida cristiana. Pero Jesús está haciéndote ver que existe otro plano superior en el cual pudieras colocar tu vida.

Aquellos primeros pescadores llamados por Jesús vivían en ese plano inferior. No estaban ofendiendo a Dios, ni eran malos. Estaban sencillamente viviendo su vida.

Vivir su vida es lo que quieren muchos chicos y chicas de tu edad. Vivir su vida y que Jesús se la deje vivir y que encima se la bendiga.

Pero Jesús necesita personas que se ofrezcan para ayudarle en su tarea de salvar a todos los hombres. No sólo quiere que no se le ofenda; quiere también colaboradores valientes para su obra. La vida religiosa es un modo de colaborar a esta obra de Jesús ayudándole a salvar y transformar el mundo. Y esto te parece a ti horroroso porque hay que privarse de muchas cosas. Es verdad que hay que privarse de muchas cosas, pero no es horroroso. Verás:

El que quiere hacer una carrera se priva de muchas horas de televisión. El que quiera conservar un puesto de trabajo tiene que madrugar y se priva de la sabrosa cama, etc. ¿Y piensas tú que el que quiera ayudar a Jesús en su obra no tiene que privarse de nada? Ayudar a Jesús que se hizo pobre y se privó de tantas cosas por nosotros, ¿va a consistir en tenerlo todo a pedir de boca? Los pescadores llamados por Jesús dejaron su barca, su oficio y su familia. Los religiosos dejan cosas parecidas. Esto es normal. Lo anormal sería que el mundo pudiera salvarse y transformarse comiendo bien, y pasándoselo bomba. Si así fuera, ¿crees que Jesús se hubiera molestado en morir en una cruz?

La vida religiosa tiene sus sacrificios pero no es horrorosa.

También la vida matrimonial tiene sacrificios y tampoco es horrorosa. ¿Sabes por qué? Porque en la una y en la otra debe haber mucho amor y, sólo cuando uno ama no es horroroso el sacrificio. Eso sí, cuando uno no ama, resulta horroroso.

Una madre, porque tiene que quedarse haciendo la comida sin poder salir de paseo, no dice que su vida es horrorosa. Una novia, porque no puede ver la TV por salir con su novio, no dice que su vida es horrorosa. Un médico, porque tiene que emplear varias horas al día atendiendo consultas, no dice que su vida es horrorosa. Y un religioso o religiosa, porque tiene que sacrificarse por Jesucristo, que entregó su vida por nosotros, tampoco dice que su vida es horrorosa.

Puedes hacer la prueba y preguntar a las religiosas que conoces si ellas están contentas. Si están contentas, es señal de que su vida no es horrorosa. Lo horroroso, lo que verdaderamente debe darnos miedo, es tener tantas cosas y, sin embargo, tener triste el corazón, como le sucede a tantos niños y jóvenes.

No te diré que te metas monja ahora, como tampoco te digo que te cases. Lo que te digo es que no te metas monja ni te cases si no tienes vocación y si no tienes mucho amor. Pero si te llama Jesús de verdad, no tengas miedo, que quien te llama no te llama para darte una vida horrorosa.

Te lo garantiza tu

Amigo

 

 

72.

He oído decir que para casarse hay que tener vocación. Yo pensaba que la vocación era sólo para ser sacerdote. ¿Puede aclararme esto?

Cristiano Ignorante

Amigo Cristiano Ignorante:

El que no cree en Dios ni en Jesucristo, no tiene más norma para su conducta que lo que le apetece. Y viceversa: el que no tiene más norma de conducta que hacer lo que le apetece, es que tampoco tiene verdadera fe en Jesucristo.

Que ¿por qué es esto así? Porque la religión cristiana es una llamada. Así es: el cristianismo no es invención de ningún hombre, sino un plan o iniciativa que ha tenido Dios con el hombre. Este plan Dios lo ha dado a conocer al enviar su Hijo al mundo. Jesús ha venido a esto: a llamarnos a una nueva vida, la vida de hijos de Dios.

Toda persona que oye la llamada de Dios se bautiza; y al bautizarse, está diciendo que quiere seguir la llamada de Dios. Por tanto, un bautizado es uno que ya no dispone de su vida, sino que entrega su vida a la llamada que Dios le hace por Jesús.

Entregar la vida a Dios es colaborar en sus planes de salvación. Y colaborar, es colaborar, no hacerse sus propios planes. Dios es el único que hace planes de salvación. Él lleva la iniciativa. Los demás intentamos colaborar, no en lo que cada uno quiere, sino en lo que se le pide: eso es colaborar.

A unos Dios puede pedir que sean sacerdotes, religiosos, misioneros... A otros, que se casen para aumentar el número de hijos de Dios. Tanto los que se casan como los que no se casan deben obrar así porque es el modo pedido por Dios para vivir su bautismo o llamada a la fe. En el cristianismo no debe haber aficionados o espontáneos, como en los toros, sino sólo llamados.

Los cristianos y cristianas que se casan deben hacerlo, no porque no sirvan para sacerdotes o religiosos, sino porque Dios los ha llamado a vivir su bautismo en el matrimonio. Igualmente los cristianos que se deciden a ser sacerdotes o religiosos, deben hacerlo no porque no valgan para formar un hogar, sino porque son llamados a vivir de otro modo.

El cristiano que se casa no lo hace para huir de la vida consagrada. Y el que se consagra a Dios, tampoco puede hacerlo para huir de la vida matrimonial. El cristianismo no es una religión de personas que huyen por miedo, sino de personas que buscan por amor lo que Dios quiere de ellas.

¿Entendido? Pues, amigo ignorante, deja de ser ignorante y comienza ya a buscar desde hoy mismo lo que Dios espera de ti en su plan de salvación del mundo y en qué puesto te quiere.

Te saluda tu

Amigo

 


 

CARTAS DE AMIGO A AMIGO (II)
 

III: Conducidos por el Espíritu “Los que se dejan llevar por el Espíritu, esos son hijos de Dios” (Jn 15,50)

 

73-54.

Hace poco el Papa ha canonizado a unos santos españoles. Nos dicen con frecuencia que debemos ser santos. ¿Eso quiere decir que el Papa va a canonizamos a todos?

Filosanto

Amigo Filosanto:

Todos debemos intentar ser santos tan en serio que el Papa pudiera canonizarnos y ponernos como ejemplo ante toda la Iglesia. Es decir que, aunque no seamos canonizados, pudiéramos serlo.

Verás: hay dos clases de santos. Aquellos cuya santidad sólo Dios la conoce, y aquellos cuya santidad la conocen también los hombres.

Los primeros son santos de verdad, porque Dios no juzga por apariencias, sino que examina siempre el corazón. Y si Dios ve que son santos, no se equivoca. Pero eso que ve Dios tal vez no lo ven los hombres, y aunque sean santos de verdad porque aman a Dios con todo el corazón, los hombres no se enteran.

En cambio, la santidad de otras personas sale hacia fuera y se da a conocer también a los hombres. Cuando esto sucede, el Papa puede declarar solemnemente santas a estas personas.

Esta declaración de santidad, o canonización, no la hace el Papa porque sí y ante sí. Antes de ser canonizada una persona, ha de pasar por un proceso ante los jueces en que se pruebe que sus virtudes son de talla heroica y no de tamaño corriente.

Cuando los jueces, convencidos por los testigos, dictaminan que una persona ha practicado las virtudes en grado heroico, todavía el Papa no la canoniza. ¿A qué hay que esperar? Al juicio que Dios tiene sobre tal persona.

¿Y cómo conocemos el juicio de Dios? Por los milagros. Los milagros son el lenguaje con que Dios declara la santidad de una persona. Los milagros sólo puede hacerlos Dios. Por eso cuando Dios hace uno para atestiguar la santidad de una persona, nos está dando una señal irrefutable de que es santa.

Naturalmente para que los hombres comiencen a preocuparse en declarar santa a una persona, la santidad de esta debe haber salido fuera y haber sido apreciada de algún modo por los demás. Es lo que llaman "morir en olor de santidad". Después vendrá el proceso y, si hay lugar, la canonización.

Cuando a tí te exhortan a ser santo, no quieren decirte que van a canonizarte, sino que debes vivir de manera que puedan canonizarte. Esa es la llamada que Dios ha hecho a todos sus hijos.

Responde tú a ella con generosidad. Te lo desea tu Amigo

 

74-55.

Después de una reunión que hemos tenido he salido con unos deseos grandes de no ser una chica vulgar y de esforzarme por ser santa. He ido a visitar a Jesús y le he contado estos deseos y he decidido esforzarme por serlo. ¿Qué tengo que hacer para conseguirlo?

Deseosa

Amiga Deseosa:

Me da mucha alegría tu carta. Hay en el mundo actual muchas chicas de tu edad que sólo piensan en cantantes, chicos, vestidos, juegos y demás zarandajas. Tú no quieres seguir el camino de las vulgares y aspiras a más, a mucho más.

Esta aspiración que sientes, no la sientes por tu cara bonita, sino porque Jesús está poniendo en tu corazón unos deseos distintos. Es El quien está haciéndote una llamada a la santidad.

Ahora me preguntas tú qué tienes que hacer.

Pues bien, lo primero que has de hacer es caer en la cuenta de que esto de la santidad no es una idea que se te ha ocurrido a ti, sino que es una llamada de Jesús. Con esta llamada Jesús intenta librarte de este mundo de cosas y aspiraciones vulgares donde se mueven muchas de tus compañeras y quiere acercarte a Él para realizar otras cosas de muchísimo más valor.

Saca de aquí la primera consecuencia: agradecer a Jesús estos buenos deseos que pone en tu corazón y pedirle todos los días que te ayude a realizarlos.

Tienes que hacer ambas cosas, agradecer y pedir. Agradecer, porque es regalo gratuito que te hace Jesús. Pedir, porque tú sola no podrás hacer nada.

Después de hacer esto todos los días, has de tener bien claro qué significa ser santa.

Ser santa no es contentarse con amar un poquito a Dios, ni siquiera mucho, sino que es amarle con todo el corazón y con todas las fuerzas. No es dar poco ni mucho, sino darlo todo.

Jesús dice que ama a Dios quien realiza su voluntad. Por tanto, es santo y santa quien trata de realizar la voluntad de Dios en todo lo que hace. Podíamos decir que la persona que aspira a ser santo tiene como ideal de su vida aquella petición del Padrenuestro: "hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo".

Pero hacer la voluntad de Dios no puede juntarse con hacer la voluntad propia. He aquí otra consecuencia para tu vida: no puedes ser santa y aspirar a hacer lo que te apetece. Tienes que aprender a renunciar a lo que te apetece, para hacer lo que Dios espera de ti.

Si no estás dispuesta a renunciar a lo que te apetece, es que ya has renunciado a la santidad. Es mejor que lo sepas y no vivas engañada como muchos, que creen que son santos porque sienten buenos deseos, pero luego no son capaces de renunciar a sus gustos.

Que sea tu mayor preocupación hacer siempre lo que Dios quiere de ti; hacerlo lo mejor posible; hacerlo con alegría, sin refunfuñar, sin quejarse; preguntar a Dios continuamente qué es lo que quiere de ti; pedirle que te ponga en el corazón lo que El desea que hagas; examinar con frecuencia si estás realizando lo que Dios quiere o sólo lo que te apetece, y si estás realizándolo como El quiere o de cualquier manera...

Si tratas de vivir así, es que vas caminando hacia la santidad. Ojalá que tú camines por este camino y llegues al final. Te lo desea tu Amigo

 

75-56.

Con frecuencia dedico un ratito a meditar o a dialogar con el Señor, porque la oración es para mí un encuentro personal con Dios y un diálogo con El. A veces no se me ocurre nada. Pero otras veces me vienen pensamientos que me llenan de alegría y me hacen la persona más feliz. ¿Cómo sé yo que es Dios quien me habla y que no soy yo quien me respondo a mí misma?

Autorrespuesta

Amiga Autorrespuesta.:

Muchos cristianos no hacen oración. Así les luce el pelo. Tú no eres de ellos; te felicito. Otros la hacen, pero no se enteran de sí Dios les habla o no. Hablan ellos tanto que no hacen silencio para poder escuchar a Dios. Vuelvo a felicitarte porque tú tratas de escuchar. Otros se toman a broma lo que sienten en la oración. Estos no progresarán nunca mientras no se tomen en serio lo que Dios pone en su corazón. Otros, más profundos, se preguntan: ¿De verdad me habla Dios? ¿Qué me dice? ¿Qué quiere de mí? Entre estos últimos coloco, en primer lugar, a la Virgen María. Al escuchar la voz de Dios se preguntó como tú: ¿qué es lo que está pasándome? ¿Es imaginación mía o es realidad? ¿Qué significa esto que siento en mi interior? Léelo en Lc 1,29.

Con lo dicho, ya ves que el plantearse la cuestión es ya el comienzo de un diálogo con Dios.

Bien, y ¿cómo sé yo que es Dios quien me habla? Esta es la cuestión. Respondo: ¿no te ha ocurrido que, nada más levantar el teléfono y pronunciar "diga", te han identificado? ¿No has identificado tú también por la voz a otras personas a la primera palabra que pronuncian? Es que la voz de cada uno tiene tonos, timbres, inflexiones y pronunciaciones muy personales.

Pues la voz de Dios, también. Quiero decir esto: Dios, cuando habla, produce tales efectos en el corazón que lo identifican, porque sólo pueden ser causados por El. Te enumero algunos de estos efectos característicos de la voz de Dios cuando habla en el corazón.

            1.° "Dios es Luz" (1 Jn 1,5). Su primer efecto es hacer ver claro lo que era oscuro. Cuando al leer, escuchar o pensar una palabra o frase de Jesús, ves con claridad que El tiene toda la razón, que la cosa es así y debe ser así y que todo lo demás, por muchos que lo sostengan, es falso... es señal de que Dios te habla.

Lo contrarío es oscuridad, confusión, lío, no ver nada o verlo todo del mismo color y dar a todo el mismo valor. Esto no es de Dios, sino del demonio.

            2.° Dios es gozo y alegría (Jn 15,11). Cuando tú sientes gozo y felicidad, no de tener cosas, sino de tener a Dios; no de divertirte, sino de algo que te cuesta; no de que te den, sino de dar tú; de haber perdonado en vez de haberte vengado; de haber cumplido tu deber en vez de perder el tiempo... es señal de que Dios te habla.

Lo contrario es el aburrimiento, el hastío, la protesta, el mal humor... Esto no puede venir de Dios.

            3.° Dios es Vida y fuego. Cuando sientes el corazón inflamado con altos ideales; cuando estás animada a hacer lo que sea preciso por ser santa, por predicar el Evangelio, por realizar la voluntad de Dios, por hacer bien a alguien... Es señal de que Dios te habla.

Lo contrario es el desaliento, el cansancio, el desánimo. Todo esto viene del demonio.

            4.° Dios es amor (1 Jn 4,16). Cuando te sientes feliz porque te sientes amada de Dios, de Cristo, de María; cuando te sientes alegre por estar en gracia, por ser hija de Dios, por comulgar, por estar con El... es señal de que Dios te habla.

            5.° Dios es Todopoderoso. Cuando te sientes con ánimo para seguir adelante por el camino que has tomado. Cuando te levantas, aunque hayas caído. Cuando confías en El a pesar de tus fallos... es señal de que Dios te habla.

Y así podríamos seguir. Sólo añado una cosa: muchas de estas experiencias puedes sentirlas aunque no estés haciendo oración. Dios es libre para comunicarse cuando quiere y como quiere.

Pero la oración es el tiempo privilegiado para que El naga

esta comunicación porque, como tú has dicho arriba, "la oración es un encuentro personal y un diálogo con El". Si Dios no dijera nada sería una pared, y la oración se convertiría en un monólogo.

Lo que pasa es que Dios habla desde dentro de nosotros y nos hace falta mucho silencio en el corazón y mucha atención para sentirlo.

Tú sigue adelante escuchando a Dios. Y, sobre todo, sigue decidida a hacer y vivir como El te inspira en tu corazón.

De todo corazón te lo desea tu Amigo

 

76-57.

En mi colegio hay Misa durante el tiempo de recreo y yo voy todos los días. Mis compañeros y compañeras me preguntan por qué voy; y yo les contesto que porque quiero. Pero esta contestación no me parece correcta. ¿Qué podré contestarles?

Devota.

Amiga Devota:

Fe felicito por tres cosas: La primera, por poder ir a Misa todos los días y por aprovechar esta facilidad, aunque sea sacrificando el tiempo de recreo.

La segunda, porque caes en la cuenta de que tu respuesta a los compañeros puede resultar un poco soberbia y displicente; cosa que tú no quieres.

La tercera, porque, sin duda, ante los demás quieres dar testimonio de tu fe cristiana.

Yo creo que, cuando tus compañeros te preguntan por qué vas a Misa, saben de sobra que vas porque quieres, porque de otro modo no irías en tiempo de recreo. Lo que ellos quieren preguntar es por qué quieres ir a Misa; es decir, qué valores encuentras tú en la Misa para que seas capaz de ir todos los días y preferirla a un tiempo de recreo.

Casi seguro que muchos de tus compañeros no van a Misa los domingos porque la consideran un "rollo" insoportable. Otros sólo irán a la fuerza porque la consideran sólo como una obligación a ía que asisten por cumplir.

En esta situación, tu conducta puede ser, no sólo un valioso testimonio de tu fe, sino también un anuncio del valor que la Misa debe tener para todo cristiano.

Según esto te sugiero varias respuestas que puedes ir alternando según las diversas situaciones. Todas ellas indican alguno de los valores que tú encuentras en la Misa y por los cuales quieres asistir.

            1)   Unas veces puedes decir que asistes porque quieres ser una cristiana de verdad y, para serlo, necesitas la Misa porque Jesús ha dicho que "separados de mí no podéis hacer nada" (Jn 15,5).            ,       ,

            2)   Otras veces puedes decir que has caído en la cuenta del amor que supone en Jesús entregar todos los días la vida por los hombres, y que tú, al menos, quieres agradecérselo.

            3) También puedes decir que te das cuenta, por la TV y la radio, de que el mundo está muy mal; y, como tú no puedes hacer otra cosa para arreglarlo, quieres, al menos, orar por él.

            4) Igualmente puedes decir a tus compañeros y compañeras que les quieres tanto que vas a orar por sus familias para que Dios les ayude en sus problemas, para que bendiga a sus enfermos y para que los miembros de ellas que están alejados de Dios por el pecado vuelvan a Él.

            5) Puedes también decir que vas porque tienes unas necesidades espirituales muy imperantes que quieres presentar a Dios para que te ayude.

            6) Puedes añadir que no te gusta ser desagradecida y que, por eso, acudes a Misa, para agradecer a Dios algunos favores muy señalados que de El has recibido.

            7) Cuando creas conveniente puedes decir que tienes una promesa o compromiso con Dios de no faltar y que, si no te gusta fallar a nadie, mucho menos quieres fallar a Dios cuando le has dado una palabra.

            8) No estaría mal que alguna vez volvieses la pregunta contra los que te preguntan y les interrogases por qué ellos no van a Misa todos los días si creen de verdad que allí Jesucristo se entrega por ellos y les comunica su vida. ¿Será porque no lo creen? ¿Será porque piensan que no lo necesitan?

Todas estas cosas y muchas más son las que hacen que tú quieras ir a Misa cada día. Tú no te avergüences de ir. Y, cuando te pregunten, responde con sencillez y con verdad.

Algunos tal vez se rían de ti. A otros les harás pensar y les recordarás que la Eucaristía es lo más importante y lo más valioso que tenemos los cristianos.

Que des un valiente testimonio de Jesús. Te lo desea tu Amigo

 

77-58.

En el colegio nos han contado que hace poco mataron a dos misioneros. A mí me ha dado mucha pena de ellos y mucha rabia contra las personas que los matan, porque los misioneros no van a hacer nada malo, sino que ellos han hecho un gran sacrificio al marcharse a misiones para ayudar a la gente.

Misionerófila

Amiga Misionerófila:

Tú te has enterado de dos misioneros asesinados; pero esos dos, son solamente un pequeña parte de todos los misioneros que habitualmente pierden la vida.

Efectivamente, cada mes caen, bajo las balas o bajo el cuchillo, un par de esos hombres y mujeres que han dejado su patria para ir, como tú dices, a ayudar a la gente. Al cabo de un año en todo el mundo unos veinticuatro misioneros pierden la vida de este modo.

Esto es para dar pena y para dar rabia al mismo tiempo. Porque se trata de personas inocentes y buenas que han sacrificado todo.

Además, en la mayoría de los casos, por falta de personal no es fácil encontrar quien ocupe el puesto de estos valientes. De este modo no sólo hay que sentir pena de los misioneros que pierden la vida, sino también de los cristianos que quedan privados de atención espiritual.

La pregunta, que te haces tú y que nos hacemos todos, es esta: ¿Quién los mata? y ¿por qué los matan?

A esta pregunta no siempre es fácil contestar en cada caso. Los únicos que podrían dar la respuesta exacta son los asesinos, y esos ordinariamente no hablan.

Se conoce el motivo del asesinato de algunos misioneros: defensa de los indefensos, odio de la raza, odio de la religión que practican y predican, etc.

Cuando se prueba con argumentos evidentes que un misionero ha muerto sólo por motivo de la fe que practica y predica,

entonces es declarado mártir cristiano. La Iglesia es muy escrupulosa en el análisis de estas pruebas, porque a veces en los asesinos, se mezclan junto con el odio a la fe, otros móviles políticos, económicos o raciales y no es fácil llegar a saber si la causa ¿el asesinato es exclusivamente el odio a la fe cristiana.

En quien sufre la muerte por practicar su fe se repite la historia de Jesús, el primer misionero, y la historia de los apóstoles, que eran los primeros misioneros de Jesús. A Jesús lo mataron por predicar que era el Hijo de Dios (Mt 26, 63-66). A los apóstoles les encarcelaron por hablar y enseñar en el nombre de Jesús (Hech 4,18; 5,27ss).

A cuantos tratan de vivir y enseñan a otros a vivir conforme al Evangelio, Jesús ha prometido que les tratarán lo mismo que le han tratado a El: "Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros" (Jn 15,20).

Así pues, no hay que extrañarse de que con tanta frecuencia maten a los misioneros. La muerte de los enviados por Jesús es normal dentro del mundo pecador en que vivimos. Jesús también lo ha dicho: "Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo, pero como no sois del mundo... por eso el mundo os odia" (Jn 15,19).

Pide por los misioneros y para que haya muchos jóvenes valientes que quieran ser misioneros. Tal vez tú puedas ser uno de ellos.

Se alegraría mucho tu Amigo

 

78-59.

¿Hay que adorar a Dios?, es decir, ¿tenemos que estar siempre pendientes de Él y hacer ratos de oración todos los días porque es superior a nosotros, o por el contrario, debemos tratarlo como un amigo a quien contamos nuestros problemas, sin estar rezando unas oraciones para adorarlo?

Yo pienso que es mejor tratar a Dios y a la Virgen como unos amigos, "los mejores", y encontrar a Dios en cada cosa que vemos, y hacer las cosas porque son por Dios o por la Virgen y así hacerlas lo mejor posible.

Filotea

Amiga Filotea:

Este nombrecito que pongo a tu carta no es un insulto, sino una alabanza, porque significa Amiga de Dios, ¿te gusta? Bien, pues yo creo que tu duda es más de palabras que de realidades. Me parece notar en ti una visión tal vez parcial y restringida de Dios. No me asusta, pues es lo propio de tus años. Intentaré ampliar un poco esta visión, sin tratar de agotar el tema.

Adorar a Dios es reconocerlo como lo más excelente y confesar que nosotros dependemos de Él. Dios es así por sí mismo, no porque nosotros lo reconozcamos, aunque haya personas que no lo admitan. Adorar a Dios es, por tanto, hacer un acto de justicia y poner a las personas en su sitio: a Dios donde se merece, y al hombre donde le toca.

Esta adoración de Dios puede hacerse con muchas clases de oración:

            1 .-Reconociendo que sus cualidades son superiores a las del hombre y que las emplea para bien del hombre. Así, por ejemplo, puedes alabar su sabiduría, su poder, su providencia, su amor.

Los salmos y la oración de la Iglesia están llenos de esta oración de alabanza. También la emplean Jesús (Mt 11,25-27) y María (Lc 1,46-55).

            2.-Reconociendo que todo lo que somos y tenemos es don de Dios. Es la oración de acción de gracias.

Jesús oró "dando gracias" cuando resucitó a Lázaro y en la última cena. La Iglesia nos invita también a esta oración en la Plegaria Eucarística: "demos gracias al Señor nuestro Dios".

            3.-Reconociendo que los planes de Dios son superiores a los nuestros y aceptándolos con alegría. Es la oración de búsqueda y aceptación de la voluntad de Dios.

Así oró María al conocer los planes de Dios: "Hágase en mí según tu palabra". Así oró Jesús: "Padre, hágase como tú quieres, y no como quiero yo". Así nos enseño Jesús a orar: "Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo".

            4.-Deseando que Dios sea conocido y amado por todos y que por este conocimiento y amor los hombres consigan la felicidad. Es la oración por el reino de Dios.

Jesús nos ha enseñado esta oración: "Santificado sea tu nombre... Venga a nosotros tu reino".

            5.-Reconociendo el amor de Dios que sólo busca nuestro bien. Es la oración de confianza que nos enseña Jesús en Mt 6,25-34. Es también la oración con que pedimos perdón porque, como el hijo pródigo, no hemos estado a la altura de su amor: "Perdónanos nuestras deudas".

            6.-Finalmente Dios quiere vivir en amistad con nosotros. De aquí brota esa oración de amistad que te gusta practicar a ti. Está muy bien pero no es la única que debemos practicar. Creo que un cristiano debe practicar todos los tipos de oración indicados anteriormente.

Sobre esta oración de amistad quiero hacerte dos advertencias para que la hagas mejor. Primera: Dios es un amigo, pero no un camarada; es un padre, pero no un igual. Eso lo digo para que, aunque ores con familiaridad, te muevas siempre también en ambiente de respeto hacia él. Segunda: No conviertas a Dios únicamente en un "oidor" de tus problemas. Puedes contárselos ampliamente, pero que tu oración termine centrándote en buscar y realizar mejor su voluntad. A buen seguro que todo esto lo practicas ya. Lo único que he pretendido con mis palabras es ayudarte a tener una visión más amplia de Dios y así hacer una oración más cristiana. Te la desea tu Amigo

 

79-60.

¿Pasaría algo si yo no rezase el Rosario a veces y rezase otras oraciones?

Devoto

Amigo Devoto:

Esa misma pregunta que te haces tú, se la hizo hace muchos años un joven que después llegó a ser santo, S. Juan Berchmans: "¿Qué obsequio le gusta, más a la Virgen?", se pregunta. Y contesta: "Cualquiera, con tal de que se haga, con constancia".

Esto quiere decir que la constancia es una señal del amor, porque mueve al corazón para que tenga todos los días un detalle con la persona querida.

Aplicándolo a tu caso, te digo lo siguiente:

1)  Procura hacer todos los días algo en honor de María.

2)  Este "algo" puede ser:

            a) Rezar el Rosario entero o algún misterio o misterios

            b) Rezar otra cosa en honor de María.

            c) Hacer un sacrificio en honor de María (por ejemplo no probar los sábados golosinas en honor a la Virgen).

            d) Dedicar un rato más largo a hacer oración, o una visita más larga a Jesús.

            e) Hacer una visita a un santuario de la Virgen.

            f) Hacer una obra de caridad en favor de alguien por amor a María; por ejemplo, ayudar en casa, a otra persona...

            g) Privarse de la televisión o de un programa que nos gusta.

            h) Hacer lo que nadie quiere hacer en casa o en el colegio, y sin protestar.

            i)  Confesarse para tener el corazón limpio como María... etc.

3) Si te sientes movido a rezar el Rosario todos los días, hazlo; pero no te angusties si algún día no lo rezas. Es más importante que todos Tos días hagas algo en obsequio de María, aunque este "algo" sea distinto. A medida que vayas creciendo, puede ser que adoptes alguna cosa fija para siempre, como rezar el Rosario, u otro obsequio de los que te he puesto o que se te ocurra a ti.

Ahora puedo contestar a tu pregunta: ¿Pasaría algo si no rezo el Rosario?

Pues sí pasaría algo, pero no a la Virgen, sino a ti.

Y lo que te pasaría a tí, no es que la Virgen te castigaría, sino que tú mismo te harías un daño por fallar. Tú mismo habrías sido esclavo de tu desgana y habrías perdido voluntad y te habrías enfriado en tu amor a María; un amor que deberías tener siempre fresco... Tú mismo te habrías apuntado a lo cómodo y fácil y no te habrías entregado a amar de verdad...

Resumiendo:   

            a) Haz todos los días algo en honor de María.

            b) Creo que te conviene variedad en escoger este "algo".

            c) Si para no fallar te es más fácil fijarte una cosa para todos los días, como rezar el Rosario, puedes hacerlo.

            d) También si, por los deseos que sientes en el corazón, crees que la Virgen te pide una cosa concreta, puedes hacerla todos los días.

Que sigas siempre con ese deseo de amar y honrar a María. De saberlo se alegra mucho tu Amigo

 

80-61.

Antes me gustaba oír hablar de Jesús y asistir a las reuniones del grupo. Desde hace un año no encuentro gusto en esto y pienso que será mejor desapuntarme para no hacer una comedia. Yo he cumplido ya los 13 años. ¿Será que Jesús no nos va a la gente mayor?

Crecida

Amiga Crecida:

En vez de decirte muchas cosas quizá te ayude más el escrito que me envía Carmen, una adolescente de 14 años. Ella lo escribió después de haber tratado este problema con las compañeras de su grupo. Así resume ella sus impresiones:

Silvia es una chica adolescente, como tú y como yo. Probablemente tiene de unos 13 a 15 años y está empezando una "crisis". Ella no lo sabe; y es que al principio no nos damos cuenta. A todo el mundo le pasa más tarde o más temprano, peor o mejor.

Silvia es una chica del Movimiento Eucarístico; se podría decir que es una de las mejores, porque siempre se ha interesado mucho: lleva su cuaderno, apunta cosas, hace oración y, aunque tiene sus pequeños fallos igual que todo el mundo, trata de superarse.

Sin embargo, un buen día se levantó llena de dudas. Pensaba si existiría Dios de verdad y si Cristo realmente había vivido. Se asustó porque no entendía nada: "estoy hecha un lío". Así que lo consultó con la animadora de su grupo y esta le contestó que las dudas las tiene cualquiera y que confiar y seguir confiando a pesar de todo hace más fuerte la fe. Silvia siguió su consejo.

De pronto Silvia dejó la oración, faltaba a las reuniones, no llevaba el cuaderno... prefería hacer lo que le pareciera bien. Puede que fuera en parte por las amigas, o porque con eso de "estar haciéndose mayor" pensaría que rezar era cosa de pequeños y que estaba pasado de moda. Pero sobre todo le quemaban las dudas horrorosas y tediosas que ponían en peligro su fe. Llegaba a cuestionarse incluso todo aquello que creía tener claro.

Empezó a tener discusiones en casa, por aquello de la rebeldía de los jóvenes. Pensaba, a veces, que nadie la comprendía ni la quería..., sin acordarse de que Jesús la esperaba. Pero ella estaba demasiado sorda para oír su llamada. Quería ser una chica moderna por encima de todo. Así que se quitó del Movimiento.

Cuando a nosotros, los jóvenes, que somos los que tenemos que mover el mundo, se nos presentan las crisis, no deberíamos quitarnos de nuestro grupo, aunque no sintamos nada, aunque haya momentos en los que parezca que el mundo se te viene abajo. A pesar de esto, debes continuar, porque Jesús nunca te fallará.

Conozco gente que se fue del Movimiento por la "crisis" y que ha prometido que se volverá a apuntar en cuanto vuelva a sentir a Jesús. Sé de otras que se han marchado porque notaban cómo Jesús las llamaba más profundamente y para mayor perfección y, queriendo cortar de raíz todo eso, se han ido sin saber que entonces Cristo llama con más fuerza.

Quizá en algún momento de depresión hayas pensado en suicidarte. Yo te doy un consejo: cuando estés así, piensa- en las cosas buenas que te han pasado y en los planes que tienes para el futuro, los lugares que aún no has visto y a los que quieres ir, las cosas tan hermosas que sueñas... Y que todo eso y tu vida te lo ha dado Alguien muy importante.

Espero que todo esto te haya servido de ayuda, porque yo también estoy pasando mi "crisis" y trato de seguir todo esto al pie de la letra.

Mª Carmen Fernández Una chica del M.E.J.

Nada que añadir, ¿verdad? Lee despacio la carta de Mª Carmen y sigue sus consejos también "al pie de la letra". Tu Amigo

 

81-62.

Llevo una temporada en que ya no me sirven los ratos de oración ni la Eucaristía... Necesito algo más, porque todavía no estoy satisfecha. Cristo me hace totalmente feliz y por otra parte me deja con hambre. Sólo me da miedo perderlo. ¿Puede ser esto señal de vocación religiosa?

Insatisfecha

Amiga Insatisfecha:

Hay dos modos de quedar insatisfecha: uno, cuando después de haber gustado algo, sientes vacío y amargura; otro, cuando después de haber disfrutado de algo, sientes el corazón lleno y feliz.

El primer modo es como la experiencia del drogadicto: mientras él está bajo la droga, se siente contento; pero al acabarse, cae en tal depresión que debe volver a drogarse. Lo que sucede con la droga, puede suceder con la discoteca, con el sexo, con la televisión.

Jesús se encontró con un caso semejante en aquella mujer samaritana y se lo dijo claramente: "todo el que beba de esa agua de que estás bebiendo tú, volverá a tener sed" (Jn 4,13).

El segundo modo es como lo que me cuenta mí amigo el súper goloso. En una ocasión probó unos pasteles tan superiores, que aborreció todos los que tomaba antes, y ya sólo quiere aquellos.

Esto mismo hizo Jesús con la mujer samaritana: llenó su corazón de tanta felicidad que, cuando ella se marcha a casa, se olvida del cántaro que tanto apreciaba.

La diferencia entre uno y otro es esta: el drogadicto ha probado una sola cosa y ha quedado enganchado de tal manera que no puede ni quiere probar más. Mi amigo, en cambio, ha probado varias cosas, pero ha encontrado una que le llena tanto que lo ha desenganchado de todas las otras cosas que antes lo tenían atrapado. Jesús da una felicidad tan grande que de verdad llena el corazón. El que lo ha probado, como mi amigo el de los pasteles, termina aborreciendo las cosas que entretienen a los que no lo han gustado.

Pero al mismo tiempo que sacia, Jesús despierta en el corazón una sed de más. Hace feliz y, al mismo tiempo, incita a buscar más. Esta es el hambre y sed de santidad de que nos habla el Evangelio (Mr 5,6). Esta es el hambre de que habla la Virgen María (Lc 1,53). Llena y, al mismo tiempo, da más hambre. Sacia y, al mismo tiempo, da más sed. Es como un agridulce.

Santa Teresa dice que el alma que ha gustado a Jesús "ya no se contenta con menos que con Dios". Esto mismo es lo que tú expresas en tu carta con estas frases: "no me sirven los ratos de oración, ni la Eucaristía... Necesito algo más".

No sé sí Jesús te llama a la vida religiosa. Lo que sí sé es que esta hambre y sed, que El ha encendido en ti, son una invitación a que te entregues del todo a Él, a que no andes con medianías, a que no te entretengas con nada más, a que no te contentes con menos que con El. ¿Serás capaz de hacerlo como María, la que también se considera "hambrienta"?

Ojalá sea así. Te lo desea de corazón tu Amigo

 

82-63.

A mí me parece que soy un hipócrita, porque no siento nada por dentro y, sin embargo, sigo yendo a Misa y rezo todos los días y quiero seguir siendo cristiano. ¿Es normal esto?

Desconcertado

Amigo Desconcertado:

De hipócrita, nada. Más bien me parece que estás pasando una etapa de maduración.

A mi juicio, estás dejando de vivir la religión infantilmente y estás comenzando a vivirla con la profundidad y seriedad de una persona mayor. Me explico.

Vivir la vida cristiana como una persona mayor, no es sentir gusto, sino tener convicciones profundas (llámalo fe) y vivir de acuerdo con ellas, aunque uno no sienta nada.

Jesús ha dicho que el Reino de los Cielos no consiste en decir "Señor, Señor", sino en "hacer la voluntad de mi Padre" (Mt 7,21). Todo el que se esfuerza por hacer la voluntad de Dios va por buen camino, sienta gusto o disgusto.

Según esto, no debes medir el progreso en la vida cristiana por lo que sientes, cantas o dices..., sino por el empeño que pones en cumplir lo que Dios quiere de tí.

A mí me parece que tú estás comenzando a vivir, no según tus gustos, sino según tus convicciones. Y esto no es ser hipócrita, sino muy positivo.

Al mismo tiempo vas dándote más cuenta de las exigencias de tu fe y de tus propios fallos y esto te impulsa a pensar que no eres sincero, que eres una basura, que engañas a la gente y te engañas a ti mismo.

Nada de eso. Estás pasando una experiencia muy importante: la experiencia de que eres muy poquita cosa, pero una poquita cosa a la que el Señor ama. Este descubrimiento es bueno para dos cosas: la primera para que seas humilde; la segunda para que pongas la confianza sólo en Jesucristo, porque "no existe otra persona en la cual podamos salvamos" (Hc\i 4,12). MÍ consejo de amigo sería este:

Primero, que hagas muchos actos de fe en Jesucristo que te ama y te llama a ser santo; que está contigo para ayudarte, pero no quiere darte gustillos de niño, pero sí fuerzas para cumplir su voluntad.

Segundo, que le pidas frecuentemente conocer su voluntad y fuerzas para realizarla.

Tercero, que te ofrezcas al Señor con frecuencia para cumplir lo que El quiera de ti.

Este tipo de oración no es vulgar; la han hecho muchos santos que han pasado situaciones parecidas a la tuya.

Animo, pues, y sigue adelante tratando de ser fiel a tus convicciones religiosas. Llegarás a ser un cristiano maduro. Te lo desea tu Amigo

 

83-64.

No encuentro a Dios en ningún sitio, ni en ningún movimiento. Creo que nunca he llegado a encontrarlo del todo. La gente tiene buena idea de mí, pero yo creo que soy como los sepulcros blanqueados de los cuales habla Jesús.

Buscadora

Amiga Buscadora:

"Buscad y hallaréis" dice Jesús (Mr 7,7). Según estas palabras de Jesús, Dios no es un ser difícil de hallar.

Podrá ser difícil encontrar la fórmula de un invento, o conseguir amasar una fortuna. Pero Dios es fácil de encontrar para el que lo busca sinceramente porque El está deseando ser encontrado, y Él mismo está buscando a cada uno de los hombres, incluso a aquellos que no lo buscan; ¡cuánto más a quienes lo buscan!

Lo que puede suceder es que no lo encuentras como te gustaría a ti encontrarlo.

Efectivamente, ¿qué es encontrar a Dios?

Para unos encontrar a Dios significa experimentar una serie de gustos espirituales. Sí fuera así, Dios sería el sinónimo de gusto o sentimiento.

Para otros encontrar a Dios quiere decir liberarse de todas las dificultades espirituales y materiales. En este caso, Dios equivaldría a ausencia de lucha.

Otros piensan que encontrar a Dios equivale a comprenderlo y conocer la explicación de todo lo que Dios hace o permite que otros hagan. Entonces Dios sería igual a la evidencia de cualquier teorema de Matemáticas o Física.

Pero Dios, además de ser un ser espiritual, es infinitamente superior a cuanto nos imaginamos. Por tanto, no puede ser encontrado sólo porque sentimos gusto espiritual, o porque nos salen bien las cosas que proyectamos, o porque es el resultado de una demostración científica. A Dios se le encuentra por la fe. Encontrar a Dios por la fe significa que Dios, por una parte es claro y por otra parte es oscuro. Es claro porque el que cree tiene razones para creer; y es oscuro porque aquello en lo cual uno cree ni es comprendido totalmente, ni puede serlo.

Encontrar a Dios por la fe es un proceso parecido al que pasaron los apóstoles y María Magdalena después de la muerte de Jesús. Ellos buscaban a Jesús resucitado esperando verlo y tocarlo como antes. No se daban cuenta de que a Jesús ya no se le ve ni se le toca.

No se le ve ni se le toca, pero se vive en unión con El, porque El está en nosotros y nosotros en El. Y esto es más importante que ver y tocar.

Encontrar a Dios por la fe significa fiarse de El y de sus planes.

Encontrar a Dios por la fe significa entregarle la vida entera como quien cree que los planes de Dios no son nuestros planes, pero son mucho mejores que los nuestros. Esto fue lo mismo que vivió María cuando dijo su "hágase". Ella no vio ní palpó a Jesús, pero le entregó toda su vida. Por este acto de fe fue proclamada bienaventurada (Ec 1,45).

Ojalá, tú también puedas llegar a esta felicidad. Te la desea tu Amigo

 

84-65.

Como en el grupo a que voy no nos cuentan historias de Jesús ni de los santos, estoy pensando en borrarme, porque me parece que pierdo el tiempo y no aprendo nada. Hablamos todas, alborotamos, pero sacamos poco provecho.

Descontenta

Amiga Descontenta:

Tienes razón en una cosa, pero en otra no.

Tienes razón en querer aprovechar el tiempo de ía reunión de manera que te sirva para vivir mejor tu vida cristiana.

Para vivir la vida cristiana son necesarios los ejemplos de personas que la han vivido. Debemos mirar, una y mil veces, el ejemplo de Jesús. La S. Escritura nos recomienda que tengamos los ojos siempre fijos en El, que es quien marca el camino de nuestra fe (Heb 12,2).

Además del ejemplo de Jesús, pueden hacernos mucho bien los ejemplos de los seguidores de Jesús. En primer lugar el de su Madre, que ha sido la mejor seguidora entre todos los cristianos. Después, los ejemplos de tantas personas valientes, como son los santos, que han seguido a Jesús en medio de serias dificultades.

En nuestra sociedad actual nos inundan revistas, películas, programas, novelas y demás productos que nos cuentan la vida de personas viciosas, infieles, ambiciosas, pasotas, faltas de ideales y de fe en Dios... La gente trata de imitar estos ejemplos. Y la consecuencia es la falta de ideales y la sobra de materialismo en la vida de tantos.

Nosotros no debemos ser así. Nosotros tenemos unos modelos diversos que debemos imitar: Jesús, María, los santos...

A los primeros cristianos se lo recuerda S. Pablo: "Vosotros no viváis como viven los que no tienen fe, que viven de cosas vacías e ignorando a Dios; que viven haciendo lo que les apetece sin freno alguno. Pero Jesús, en quien vosotros habéis creído, no es asi. De El habéis aprendido a vivir en la santidad y verdad que El nos ha traído"(Eí4,17-24).

Ahora voy a decirte en qué no tienes razón.

Creo que antes de dejar el grupo deberías hablar con la dirigente de él y exponerle lo que te pasa. Puedes decirle que tú habías venido al grupo con la ilusión de conocer más a Jesús y seguirle mejor, pero que no lo encuentras. Que te gustaría conocer y profundizar en los hechos de la vida de Jesús y de los santos para imitarlos. Que te desagrada el jaleo que arman otras...

Díselo con educación y de buenas maneras, pero díselo con verdad. En el fondo ella te lo agradecerá porque la orientarás en su trabajo y además se sentirá apoyada por ti en su deseo de refrenar a las díscolas del grupo.

Si no obtuvieras resultado, todavía te queda otra opción: como hay varios grupos en tu centro, pídele a la responsable cambiar de grupo. Tal vez encajes mejor con otra dirigente o con otro grupo y en él encontrarás lo que buscas.

Todo esto hay que hacerlo antes de borrarse, no te parece?

Te desea que encuentres a Jesús tu Amigo

 

85-66.

Este año no puedo ir a la reunión de grupo porque voy a "kárate" y, para examinarme y poder pasar de cinturón, tengo que ir los días que tenemos la reunión. ¿Hago mal no asistiendo?

Karatófila

Amiga Karatófila:

De sobra sabes tú que ir a kárate no es hacer una cosa mala.

Pero la pregunta está mal planteada. Lo que tienes que preguntarte no es sí una cosa es mala, sino sí es lo Jesús quiere de ti. Tu pregunta continua no debe ser si ofendes a Jesús, sino si haces la voluntad de Dios.

Una chica que no se ha enamorado hace sencillamente lo que le agrada. La que se ha enamorado busca hacer lo que le agrada al novio.

Quien no ha sentido el llamamiento de Jesús, hace lo que le apetece; pero eso ya no puede hacerlo quien lo ha escuchado. Si tú lo has escuchado y amas a Jesús de verdad, procurarás hacer lo que le agrada a El, no lo que te gusta a ti.

Como ves, no es cuestión de hacer mal o bien, sino de amar mucho o poco, de generosidad o de tacañería.

La pregunta que haces da la impresión de que no estás satisfecha contigo misma. Y esto es muy buena señal. Cuando damos a Jesús lo que El nos pide, sentimos en el corazón alegría. Cuando no se lo damos, sentimos insatisfacción. Y esta insatisfacción es la que parece reflejarse en tu carta.

El demonio intenta, con todas sus fuerzas, que no demos a Jesús la importancia y el valor que debe tener en nuestra vida. Para conseguirlo nos propone a veces, no cosas malas, sino cosas buenas. Cosas que no son pecado, pero que nos entretienen 7 nos hacen poner a Jesús en el segundo o en el tercer puesto.

Bueno es el kárate; buena es la música, y el ballet, y el juego... Pero corremos el riesgo de que desplacen a Jesús del primer puesto. Podemos creernos que no pasa nada con eso porque no hemos pecado; pero el demonio ha conseguido descabalar nuestra escala de valores.

Tú intenta ser generosa con Jesús. Programa mejor tus actividades para que no falte el tiempo para ÉL Sé generosa y dale a Jesús lo mejor de ti misma, no las sobras.

Te lo desea de todo corazón tu Amigo

 

86-67.

Un día en la reunión nos dijeron que Jesús prefiere a los buenos o a los malos, pero que los tibios le daban asco. Yo no creo ser ni muy buena ni muy mala, sino normal. ¿Seré yo de las personas tibias? ¿Le daré yo asco a Jesús?

Muy Preocupada

Amiga Muy Preocupada:

Tu consulta es muy seria y muy importante y por eso la dividiré en dos: en la primera para explicar lo que es la tibieza; en la segunda para ver qué ha dicho Jesús sobre ella, ¿te parece bien?

Sabes que los equipos tienen sus "hinchas" y los cantantes, sus "fans". Pero otros muchos no son ni "hinchas" ni "fans": pasan de todo esto.

Eso mismo sucede en la vida cristiana. Hay cristianos que se lo toman muy en serio y aspiran a ser cristianos de verdad, es decir, santos; y para serlo no dejan pasar ninguna oportunidad. Aunque tengan fallos, se arrepienten y tratan de seguir adelante. Pero también hay cristianos a los que todo eso de vivir como cristianos les importa un rábano, y no se molestan nada por ser santos, como Dios les pide.

A los primeros los llamamos fervorosos: están en efervescencia como la gaseosa, o como los "hinchas" con su equipo, o como los "fans" con su ídolo. A los segundos los llamamos tibios. Están como apáticos y entumecidos, como aquel a quien, en vez de dormírsele un pie, se le hubiera dormido la voluntad.

No se trata de un acto, es decir de un día o dos; se trata de un estado habitual, en el que alma está como paralizada. El que vive en tibieza suele presentar estos síntomas:

            1. Nada o casi nada le parece pecado. Cree que puede ver todo, leer todo, hacer todo, tener todo... y quedarse tan tranquilo.

            2. En el cumplimiento del deber se contenta con hacer lo mínimo, porque sólo aspira a "pasar", no a ser santo.

            3. Busca en todo sólo lo que le gusta y rehuye todo lo que le molesta.

            4. Quiere conocer la raya límite entre el pecado mortal y el pecado venial, con el secreto deseo de permitirse lo más que pueda con tal de no pisar la raya de lo grave (¡como sí el pecado pudiera marcarse con rayas...!).

En resumen: es un vivir calculadamente en la mediocridad, procurando no llegar al pecado grave, por lo que pudiera pasar, pero sin hacer ningún caso de los pecados veniales y sin aspirar a vivir como exige el llamamiento de hijos de Dios. Es un empeñarse en vivir como un jornalero perezoso, en vez de vivir como un hijo.

Esta enfermedad admite grados: puede uno padecerla en grado benigno, o puede llegar al punto de quedar desahuciado.

Esto supuesto, yo creo que éste no es tu caso. Sin duda tienes fallos, pero luchas contra ellos. Otra cosa sería si te conformaras con ellos y te instalaras en ellos. Creo que intentas superar tus fallos y responder cada vez mejor a lo que Jesús te pide, ¿no es verdad? Fallas, pero te arrepientes, te confiesas y tomas fuerzas para no volver a fallar.

Si haces esto, no estás en la tibieza. Si no haces esto, en la medida en que no lo hagas, vives en la tibieza.

Espero que hayas entendido bien esto. Y espero que tú no seas nunca de los "tibios". De lo desea de corazón tu Amigo

 

87-68.

Jesús prefiere a los buenos o a los malos, pero lo tibios le dan asco. ¿Le daré yo asco a Jesús?

Muy Preocupada (bis)

Amiga Muy Preocupada:

Ya te he explicado lo que es la tibieza. Ahora quiero decirte lo que Dios piensa de ella.

Las palabras que dan pie a pensar que los tibios producen asco a Jesús están en el libro del Apocalipsis. Van dirigidas a los cristianos de la ciudad de Eaodicea.

Estos cristianos vivían con mucha prosperidad, gracias a sus oficinas bancarias; vestían muy bien, gracias a sus industrias de tejidos; y tenían unos ojos muy sanos, gracias a unos colirios que fabricaban en sus laboratorios. Pero en su fe eran pobres, desnudos y ciegos pues, a lo que parece, su vida cristiana no les importaba tanto corno sus negocios. Vivían como cristianos tibios.

El Señor los reprende, diciendo: "No eres frío o caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy a punto de vomitarte de mi boca... Eres un miserable que está pobre, desnudo y ciego".(Apoc 3,15-16).

Sin duda se trata de una metáfora: el agua fresca en el verano produce placer; el agua caliente de las infusiones, como el té y el café, también. Pero el agua tibia no produce placer ninguno, sino que a veces da náuseas. Del mismo modo, el cristiano que vive en la tibieza provoca el desagrado de Dios.

Esto no quiere decir que el que vive en pecado {la persona fría) agrade a Dios, porque ciertamente le desagrada. Lo que quiere afirmarse es que no es necesario llegar al pecado mortal para desagradar a Dios. El hecho de vivir con poco fervor, el no alcanzar la temperatura suficiente en el amor, ya desagrada Dios. Estrictamente indispensable, y esto sin amor y sin ilusión. Esto también desagradaba al padre.

Así que el pecado grave desagrada a Dios, pero el vivir junto a la raya de él, también. Y esto es la tibieza.

Cualquiera puede pasar temporadas de tibieza. ¿Qué puede hacer para salir de ella? Lo siguiente:

            1. Hacer algo de mortificación física fuera de lo habitual, como privarse de comida, pasar sed, hacer un trabajo costoso, no ver televisión, etc... Cuando se duerme un píe, lo sacudimos contra el suelo para despertarlo. Ese mismo efecto consigue la mortificación corporal en nosotros.

            2. Hacer algún día de retiro voluntario dedicado a examinarse, a arrepentirse, a proponer y a orar. Así la voluntad adormecida sale con nuevas fuerzas para caminar por el camino de la santidad cristiana.

            3. A veces Dios mismo nos envía algo que nos despierte, como una enfermedad, un fracaso, una humillación, la pérdida de un ser querido, etc. Estas cosas nos sacuden y nos desprenden de cosas a las que estábamos apegados y no nos dejaban vivir en el amor a Dios y de cara a Él. Tales acontecimientos, si los miramos así, son una gracia con la cual Dios nos llama hacia sí y nos separa del camino de perdición por el que habíamos comenzado a caminar.

Por todo lo dicho se ve claro que un cristiano debe vivir con fervor, algo así como un gas a presión, es decir, con deseo de conocer lo que Dios quiere de él y con voluntad decidida de realizarlo.

Si tú te esfuerzas por ser así, no darás asco a Dios sino muchísimo gusto. Y, aunque falles, siempre que te arrepientas, también le darás gusto. Sólo el pecado del cual uno se arrepiente deja a Dios mal sabor de boca.

Ya lo sabes: ¡a ser de los dejan buen sabor a Dios! Te saluda tu Amigo

 

88-69.

Encuentro entre mis compañeros una gran indiferencia e ignorancia sobre aspectos, que a mí me parecen importantes, de la fe cristiana, como los sacramentos, las oraciones, la imitación de Jesús, etc... Tampoco me parece que tengan mucho interés por aprender más sobre esto ¿Qué puedo hacer?

Impaciente

Amigo Impaciente:

Te entiendo. Cuando san Pablo llegó a Atenas se consumía viendo la ciudad plagada de ídolos y de prácticas supersticiosas (Hech 17,16). A ti te pasa algo parecido en tu pequeña Atenas que es la clase que compartes con tus compañeros.

También le pasaba lo mismo a S. Francisco Javier cuando recorría los países de Asia y Oceanía que desconocían al Dios verdadero.

Por tanto, la pena que sientes por la deficiente situación espiritual de los demás, es cosa buena y deberíamos sentirla todos. Jesús la sintió ante la situación de los hombres. Y no sentirla indica que tenemos un corazón como el de Caín, al que le da lo mismo la suerte de sus hermanos.

Creo que puedes hacer tres cosas:

            1.a Comprender un poco la situación de tus compañeros. Muchos de ellos han tenido padres que no se han preocupado excesivamente de la formación religiosa de sus hijos.

Otros han recibido una catequesis sólo tan elemental que les resulta insuficiente para entusiasmarse con la vida cristiana y para tratar de vivirla.

            2.a Dar gracias a Dios porque tú, sin duda, has tenido unos padres profundamente cristianos que te han educado en la fe; y porque has tenido oportunidades de formación religiosa que los otros no han tenido. Quizá en las mismas circunstancias de tus compañeros, tú habrías comportado de modo parecido. 3.a Tratar de responsabilizarte de tus compañeros. Esta responsabilidad yo la pondría en cuatro cosas:

a) Orar mucho y sacrificarte por ellos. Tienes que pensar que tu oración ha de salvarlos.

b) Formarte bien para poder dialogar con ellos sobre los temas religiosos.

c) Dialogar efectivamente, y mejor uno a uno, cuando se presente la ocasión o cuando tú creas oportuno provocarla. Se trata de un diálogo amistoso, no polémico.

d) Amarles mucho, y hacerles todos los favores que puedas. No los desprecies: que ellos sepan que tú estás a su servicio. Este será el mejor sermón por el cual ellos conocerán lo que es ser cristiano. Al conocerte a tí, deben entrarles ganas de ser como tú.

Ya ves que no es un programa fácil. No lo es, pero al colocarte en medio de esos compañeros, Jesús está pidiéndote que le des a conocer a los que le desconocen.

Ten confianza en Jesús que te envía a esta tarea. Que el mismo Jesús te ayude a realizarla. Te lo desea tu

Amigo

 

89-70.

He oído hablar de la comunión espiritual. Me gustaría saber qué es y para qué sirve.

Eucarística

Amiga Eucarística:

Te felicito por tu consulta. Muchas niñas de tu edad sólo se interesan por conocer los últimos discos de los cantantes, sus casorios y descasónos, o las modas del momento. Son superficiales ya que no sienten ningún interés por vivir con profundidad su vida cristiana. Pero hemos nacido para algo más que ponernos unos trapillos, o admirar e imitar a gente guapa, ¿no te parece?

Hay dos clases de comunión: la comunión sacramental que es la que hacemos en la Misa, y la comunión espiritual. La comunión espiritual es lo mismo que la comunión sacramental, pero sin recibir materialmente el cuerpo y la sangre de Cristo. Esto puede ser así porque Jesús está verdaderamente en nuestro corazón por la gracia que recibimos en el bautismo, y porque muchas veces lo hemos recibido en la comunión sacramental y, si no lo hemos echado por algún pecado grave, Jesús sigue en nuestro corazón.

La comunión espiritual, por tanto, consiste esencialmente en renovar las actitudes espirituales con que debemos acercarnos a la comunión sacramental.

Estas actitudes espirituales son esencialmente: a) Fe en la presencia de Cristo en la Eucaristía y en el corazón del cristiano que está en gracia; b) Acción de gracias por la presencia amorosa de Cristo en nosotros y por cuanto Él ha hecho por nuestra salvación; c) Amor a Cristo; un amor que incluye la decisión, lo más fuerte posible, de vivir la unión con Cristo de tal manera que uno no quiera romperla por ningún pecado, ni grande ni pequeño, ni por cualquier capricho personal en que se anteponga el propio gusto a lo que Jesús nos pide.

No hay fórmula para hacer esto, porque lo importante siempre es el corazón. Si no se te ocurre ningún otro modo, puedes emplear alguna de las formulas que sugieren los devocionarios. Para uso tuyo y de otros te copio la siguiente que tú puedes adaptar:

Jesús, yo creo que estás en la Eucaristía para comunicarme tu misma vida. Muchas gracias por entregármela. Yo quiero recibirla y que Tú vivas en mí y yo en ti. No puedo recibirte ahora sacra-mentalmente; pero quiero unirme a Ti por la fe en tu palabra y por el amor a tu persona. Enséñame a cumplir tu voluntad. No permitas que me aparte de Ti.

Tú y la mayoría de los chicos de tu edad, no podéis comulgar sacramentalmente todos los días, pero deberíais no dejar pasar ningún día sin hacer una o varias comuniones espirituales. Por ejemplo cuando haces una visita al Señor, o cuando haces las oraciones de la mañana y de la noche, o cuando haces tu ofrecimiento diario, o cuando vas por la calle o de viaje y ves la torre de una iglesia en la cual está Jesús.

Puedes acordarte de la última comunión sacramental que has hecho, o de la próxima que vas a hacer. Así darás gracias por la que has hecho y te preparas para la próxima. Y así, sobre todo, vivirás continuamente la unión con Cristo que es lo más grande que tienes.

Te irá bien, muy rebién, si lo haces. Pruébalo. Tu Amigo

 

90-71.

Mi padre es católico, pero no practica. Sólo va a misa, a más no poder, cuando es el bautismo o boda de algún familiar; y entonces se pasa todo el tiempo gruñendo, molestando a interrumpiendo. Los demás somos una familia creyente. No quiero que mi padre abandone el mundo sin creer en Cristo. Por eso pido un consejo con la esperanza de ver logrado este sueño algún día.

Intranquila

Amiga Intranquila:

Dice mucho en tu favor el que te preocupes por la suerte eterna de tu padre. Los padres que tienen una hija que se preocupa así por ellos tienen un "casi-seguro" para el cielo.

Debes preocuparte, pero no desesperarte; porque desesperar es perder la esperanza. Tú conseguirás lo que te has propuesto, aunque no sé decirte cuándo ni cómo; mas Dios no puede desatender los ruegos de una hija por su padre, cuando esta intenta conseguirlo de veras.

Lo que puedes hacer se reduce a estas cosas:

            1.   Paciencia. Paciencia, en primer lugar, con tu padre. A nadie podemos cambiar con riñas, malas palabras y con explosiones de genio. En cambio, la amabilidad, la compresión y el cariño ablandan a las personas. No discutas con tu padre; sé cariñosa con él. Hazle caer en la cuenta de que tu conducta cariñosa hacia él es consecuencia de tu fe en Jesús.

Ten paciencia también para aguardar el momento de Dios. Dios no suele tener la misma prisa que tenemos nosotros. A veces una situación, como esta que estás pasando tú, molesta porque quisiéramos verla resuelta pronto. Pero Dios la prolonga porque quizá es mejor para nosotros, ya que nos mantiene en situación de unión con Él, de oración, de exigencia espiritual y de coherencia con la fe cristiana.

Ten la paciencia propia de quien tiene confianza en el Corazón de tu amigo Jesús a quien has confiado este asunto. Aun que tengas que esperar meses y años, yo sé que lo conseguirás, ¡vaya si lo conseguirás!, porque Jesús no puede negarse a la confianza que una hija ha depositado en su Corazón en favor de su padre: tu padre no abandonará el mundo sin encontrarse con Cristo.

            2. Ora y sacrifícate. Muchas veces queremos convertir a los demás con razones, pero la conversión no es cuestión de razonamientos, sino cambio de actitud y de corazón; y esto es obra de la gracia de Dios. Olvidamos que Jesús salvó el mundo con oración y sacrificio y que, por tanto, la gracia de la conversión se consigue con nuestra oración y sacrificio también.

En tu carta me Índicas algunas posibles causas de la actitud de tu padre. Es verdad que a algunas personas que han tenido fracasos {económicos, familiares, profesionales..) no se les ocurre otra cosa que echar la culpa a Dios. No se les ocurre pensar que pueden tenerla ellos mismos o que, sencillamente, la culpa no es de nadie, sino que son desgracias que la vida lleva consigo-

Tales personas suelen fijarse solamente en aquello de que carecen y no se fijan en lo mucho que Dios les ha dado. Lo querrían tener todo: bien, perfecto y total. Pero eso nadie lo tiene; ni siquiera lo tuvieron Jesús y María.

Tener fe significa creer que Dios nos ama aunque no nos dé todo lo que nos guste. Por eso trata de contagiar el corazón de tu padre de esa fe que a él le falta pero que has de vivir tú con tu alegría continua de ser hija de Dios.

Amiga Intranquila, no ceses en tu oración. No descanses de dar testimonio de tu vida cristiana en presencia y en ausencia de tu padre; y esa breva se ablandará algún día. Y se ablandará precisamente por tu oración y sacrificio.

También te ayuda con su oración tu Amigo

 

91-72.

Me ha nacido un hermanito y yo he pedido a mis padres ser madrina de su bautismo. Al proponérselo al párroco, este me ha dicho que tengo que tener por lo menos dieciséis años, y sólo tengo trece ¿Por qué no puedo ser yo madrina de mi hermano, con lo que me gustaría?

Madrina

Amiga Madrina:

No me cabe duda de tus buenos deseos. Conviene que sepas cuál es el papel de los padrinos para que comprendas lo que el párroco te ha dicho.

Al comienzo de la Iglesia se bautizaban muchos adultos cuyos padres no eran cristianos. Estos bautizados necesitaban otro cristiano bien formado que les instruyera en la fe y les enseñara a vivir la vida propia de un cristiano. Este era el padrino; y su primera obligación era ser como el catequista y guía de su ahijado. Como ves, no debía ser padrino o madrina cualquiera, sino alguien que pudiera ser catequista e instructor del bautizado.

En la Iglesia actual, donde se bautizan los niños recién nacidos, los padres cristianos son los primero que deben hacer este papel de responsables de la fe del niño. Pero los padres pueden buscar alguien que les ayude a cumplirlo o les supla en caso de que ellos falten o no puedan. Ya comprendes que esto no puede hacerlo cualquiera.

Por eso la Iglesia dispone que, entre otras, el padrino o madrina de un niño bautizado tenga estas condiciones;

            1.a Que sea apto para instruir a su ahijado en la doctrina de la fe, de la oración, de la vida moral y de los sacramentos y que se comprometa a hacerlo.

            2.a Que haya cumplido por lo menos dieciséis años. Ordinariamente una chica de trece años, por su edad y por la inestabilidad con que vive su adolescencia, no está capacitada para cumplir la primera condición. Es lógico que se le pida más madurez.

            3.a Que esté ya confirmado. La confirmación supone que uno es un cristiano adulto.

            4.a Que lleve una vida cristiana tal que, al mirarla, su ahijado pueda aprender de él a vivir como cristiano.

Si tus padres y el párroco creen que tú, a pesar de tus trece años, eres una cristiana responsable, que vas madurando mucho en el seguimiento de Cristo, y que te tomas en serio tus obligaciones de cristiana, entonces el párroco o el sacerdote que administre el bautismo a tu hermanito pueden dispensarte de la edad y admitirte como madrina y ayudante de tus padres en esa bonita tarea de formar a tu hermano como cristiano e hijo de Dios.

Mucho me alegraría que pudieran pensar así de ti tanto el párroco como tus padres, porque indicaría que te esfuerzas por ser buena cristiana. Tu Amigo

 

92-73.

Leyendo el Evangelio se me ocurrió que el modo mejor de dar testimonio sobre Jesús es ir como E1, predicando de un sitio a otro» comiendo lo que te den y vistiendo pobremente. Lo dije en la clase y se rieron de mí, porque les parecía una cosa imposible. Sin embargo a mí me parece que si todos hiciéramos eso, el mundo cambiaría.

Caminante

Amigo Caminante:

El modo mejor de dar testimonio de Jesús es hacer la voluntad de Dios como la realizó Jesús. Lo que Dios pide a un padre de familia no es ni puede ser lo mismo que lo que pide a una religiosa de clausura; ni lo que pide a esta puede ser lo mismo que lo que pide a un misionero, o a un empresario.

El Evangelio está escrito y es predicado para empresarios, misioneros, padres y madres de familia, novios y esposos, obreros e intelectuales, religiosas de clausura y enfermos, ancianos y niños... La Iglesia está formada por todas estas clases de personas.

La característica común de estas personas debería ser que cada una se entregara a buscar y a realizar los planes de Dios en su vida, como se entregó Jesús a realizarlos en la suya.

Estos deseos que rondan por tu corazón tómatelos en serio: pudieran ser el comienzo de un llamamiento para que sigas a Jesús en una vida de servicio como misionero.

Pero eso que Dios te pide a ti, no se lo pide a todos. Dios necesita también padres y madres de familia que atiendan y eduquen cristianamente a sus hijos. Dios necesita profesionales de la medicina, del periodismo, de las ciencias, de las letras, del comercio, oficinistas, barrenderos, conductores, informáticos, etc... Y Dios necesita también religiosos, sacerdotes, misioneros...

Todos son necesarios y todos deben coincidir en buscar y realizar con amor la voluntad de Dios en su vida, en su familia, en su profesión, en sus responsabilidades ciudadanas, sociales o políticas.

Jesús, es verdad, llamó doce hombres a una tarea especial, "para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar" (Me 3,14). Pero a otros los dejó desempeñando sus tareas profesionales o familiares y les enseñó con qué espíritu tenían que desempeñarlas.

A Zaqueo lo dejó que siguiera siendo jefe de publícanos y rico, aunque le enseñó a compartir con los pobres. A Lázaro, después de resucitarlo, lo dejó que siguiera viviendo en familia y cuidando de ella. Al paralítico, después de curarlo, lo envió a su casa (Mt 9,6). A un endemoniado que, después de ser curado, quería quedarse con El, no se lo permitió (Me 5,18-20). Y así a otros muchos.

Lo importante, como ves, es realizar la voluntad de Dios.

Y aquí viene la pregunta clave: ¿Cuántos se preocupan de encontrar la voluntad de Dios en su vida? ¿No es lo más frecuente que cada uno se trace sus propios planes y luego, desde ellos, intentar servir a Dios? ¿Cuántos son capaces de firmar en blanco el cheque de su vida para que Dios les pida lo que quiera? ¿Cuántos viven obsesionados por realizar los planes de Dios en su vida?

Lo más frecuente es que cada uno haga lo que le apetece. Este único ideal llena la vida de millones de jóvenes. Y mientras un joven no renuncie a hacer lo que le apetece y se ponga en serio a buscar lo que Dios quiere, no ha aprendido el abecé del cristianismo.

Amigo caminante: sigue tu camino con decisión y ayuda a los demás para que busquen y encuentren el suyo, le lo desea tu Amigo

 

93-74,

Ahora tengo quince años, pero desde que hice la primera comunión he sentido pensamientos y deseos de ser religiosa, y esto con bastante frecuencia. También los sentían otras compañeras cuando eran más pequeñas, pero ya han dejado de pensar en ello, y piensan en echarse novio y casarse. A mí, sin embargo, me siguen viniendo esos pensamientos y yo quisiera realizarlos.

¿Estoy engañada yo? ¿Están engañadas mis compañeras?

Quinceañera

Amiga Quinceañera:

Está bien que te preguntes sí eso que pasa en ti es una llamada del Señor. Pero no está bien que para resolverlo te guíes por lo que hacen o dicen tus compañeras. La diferencia entre tu caso y el de ellas es inmensa.

Por tus breves líneas observo que con toda claridad se da en ti una característica que lleva la firma de Jesús. Esta característica es la continuidad.

¿Te has fijado que, cuando comienzan a brotar, todas las plantitas parecen lo mismo? Después, a medida que crecen, las hojitas y los tallos se van diversificando: la que es trigo de verdad se va pareciendo cada día más al trigo, y la que es avena deja de parecerse al trigo para parecerse cada día más a la avena.

Eso es lo que puede pasar en tu caso. Los pensamientos y los ideales de tus compañeras se van diversificando: ya no piensan lo mismo que cuando eran niñas, mientras que tú sigues pensando lo mismo que entonces.

¿Por qué? Porque Jesús no ha sembrado lo mismo en ti

que en ellas. A ellas les dio un simple deseo de ser buenas cristianas, e incluso santas, pero sin llegar al estado de la entrega total en la vida religiosa. A ti, en cambio, te ha dado un deseo y una estima de la vida consagrada totalmente a Él. Por eso, a medida que vas creciendo, los pensamientos y los ideales de tus compañeras se van diferenciando de los tuyos, como sucede con los hojitas y los tallos de las plantas según van creciendo.

También pudiera haber sucedido otra cosa: aquella que nos cuenta Jesús de un hombre que sembró buena semilla en su campo y por la noche vino su enemigo para sembrar en el mismo campo semilla mala (Mt 13,24-26.36-39).

Pudiera ser este también el caso de algunas compañeras: al principio cuando erais pequeñas no se distinguían los ideales de una de los ideales de otra; pero a medida que vais creciendo, aparece bien claro que una semilla sembrada por el demonio ha ahogado la semilla sembrada antes por Jesús.

A ti Jesús te ama con un cariño muy especial y te ha protegido de esta siembra maléfica. Que esto te sirva para darle muchas gracias y para intentar responder sin tacañerías a su llamada. Te lo desea tu Amigo

 

94-75.

Soy una niña de trece años. Pienso ser misionera cuando sea mayor, porque me impresiona mucho la miseria en que viven tantos niños que se mueren de hambre.

Sor Futura

Amiga Sor Futura:

Te felicito por los buenos sentimientos que brotan en tu corazón. Quiero ayudarte a madurarlos para que puedas convertirte en una misionera de verdad y no te quedes en una misionera de "ciencia-ficción".

Es bueno desterrar el hambre del mundo y Dios así lo quiere, Pero para eso no es necesario hacerse misionera. Bastaría con poner de acuerdo a las Naciones Unidas y ellas harían más que todos los misioneros juntos. Así que podrías hacerte política para hacer oír tu voz ante los que pueden de verdad desterrar el hambre y la miseria.

Hacerse misionera es para algo que no pueden hacer todas las naciones juntas: es para predicar a Jesucristo. Jesús es la gran necesidad que padecen los hombres, los del tercer mundo y los del primer mundo. Jesús es la gran necesidad que quizá padecen amigas o familiares tuyos. Así que ya puedes comenzar.

Una buena misionera, como tú quieres ser, no se improvisa. Esos buenos deseos que sientes en el corazón, es la voz de Jesús que te está pidiendo que comiences a vivir de verdad el Evangelio que quieres predicar.

Una buena misionera es una persona que ha renunciado a sus caprichos totalmente, que no busca lo que le apetece, que en cuanto hace y proyecta sólo intenta dar gusto a Jesucristo. Esto no es fácil, pero has de ser valiente para hacerlo desde ahora mismo.

Una buena misionera ha de ser humilde. No creas que te van a hacer caso a la primera palabra que tú digas. Te despreciarán algunos, se reirán de ti otros, algunos se aprovecharán de ti y no te darán ni las gracias.

Una buena misionera debe ser obediente. A donde quiera que vayas, encontrarás superiores que te dirán a qué sitio has de ir, qué has de hacer. Podrán trasladarte de un sitio a otro y tú tendrás que dejar el trabajo que has comenzado en un sitio, para ir a otro que quizá te gusta menos.

Una buena misionera, sobre todo debe amar a Jesucristo. Le ha entregado su vida y cada día repite esa entrega.

Esto es algo de lo que debe ser una buena misionera. Si no tratas de formar estas actitudes en ti, tus deseos se quedarán en un soñar despierta. Ya en su tiempo decía el gran misionero S. Francisco Javier que a muchos jóvenes que iban a misiones se les acababa la vocación en cuanto se montaban en el barco y experimentaban las incomodidades del viaje a la India.

Para que a ti no se te acabe la cuerda tan pronto comienza desde ahora a tomártelo todo tan en serio como si ya fueras misionera de verdad.

Así te lo desea tu Amigo

 

95-76

Hace cuatro años que siento vocación pero, cuando voy a mi pueblo, hay chicos que me gustan. Procuro no recordarlos, pero se me vienen a la imaginación. Pero yo quiero ser religiosa.

Decidida

Amiga Decidida:

Veo que vas cayendo en las cuenta de una cosa muy importante: estás aprendiendo a distinguir entre el gustar y el querer. Muchos chicos y chicas de tu edad confunden una cosa con otra: basta que les guste una cosa para que la quieran, o que no les guste para que no la quieran. Tú vas madurando y te das cuenta de que puede gustarte una cosa pero que no debes quererla; y también que puedes querer una cosa, aunque no te guste.

Yo tengo un amigo a quien le gustan mucho los pasteles pero no quiere tomarlos porque es celíaco y le hacen daño todos los compuestos de harina. Lo que quiere de verdad es conservar la salud.

A otro amigo mío las inyecciones le disgustan, pero quiere ponérselas todos los días porque padece de diabetes y sí no se inyecta insulina no puede vivir.

Tú has sentido una llamada de Jesús para un seguimiento especial de Él. Él te ha llamado para que le des todo tu corazón sin compartirlo con ningún hombre. Esta es una de las exigencias de la vida religiosa a la cual El te llama.

Pero al llamarte a ser religiosa no te ha hecho un bicho raro quitándote el gusto por los chicos. No, los chicos siguen gustándote porque eres, y Él quieres que seas, una chica normal. Lo que Él te pide es un amor mayor; un amor tan fuerte, que seas capaz de dejar eso que te gusta, y que además no es malo, para poder amarlo a Él solamente y, por Él y en Él, amar a todas las otras personas.

Por tanto, no te asustes de ser normal; pero prepárate para ser valiente y esfuérzate por llegar a un amor que es menos gustoso pero es más profundo; es menos de sentimiento, pero es más de voluntad. A los pensamientos que te vengan sobre los chicos no les des más importancia de la que das a esas moscas pesadas que se empeñan en picar, a pesar de que las espantamos una y otra vez.

Tú intenta repetirle al Señor que le amas, y que quieres amarle a El sólo y pídele que te ayude a ir madurando ese amor y a dejar por El todas las cosas que, aunque te gustan, te estorbarían para llegar a darle todo tu corazón tal y como es la llamada que Él te ha hecho.

Los religiosos y las religiosas son personas normales que, con la gracia de Jesucristo, han sacrificado todo por El. Si Jesús ha dado esa gracia a otros, también quiere y puede concedértela a ti. Pero has de hacer dos cosas: pedirla y no andar jugando al sí y al no. Creo que me entiendes ¿verdad?

Espero que seas decidida para tomar esta maduración como una exigencia de la llamada de Jesús. Te lo desea de todo corazón tu Amigo

 

96-77.

Soy una niña de once años. A veces siento deseos de ser religiosa. Otras veces siento deseos de casarme y ser una buena madre. ¿Cuál de las dos cosas querrá Dios de mí?

Indecisa

Amiga Indecisa:

Alabo tu deseo de encontrar lo que Dios quiere de tí. Tal preocupación no es frecuente en niñas de tu edad. La mayoría de ellas no se hacen esa pregunta que tú te haces. Y es porque viven su vida para sí mismas, y nunca se han preguntado qué querrá Dios de ellas.

A lo más que llegan algunas es a pedir a Dios para que les ayude a conseguir lo que ellas desean. Otras, ni eso; porque se lo buscan ellas por sus propios medios.

Tú, en cambio, has dado un paso muy importante en tu vida cristiana: has puesto a Dios en el sitio donde debe estar, que es el primero. Por eso te preguntas qué es lo que Dios quiere de ti.

Naturalmente no soy yo quién para decirte, con los datos que me proporcionas, qué es lo que Dios quiere de ti para dentro de unos años cuando tengas edad de casarte o de entrar religiosa.

Pero sí sé lo que quiere de ti ahora que tienes once años y sientes esa inquietud en el corazón.

Lo que quiere Dios de ti ahora es que sigas preguntando. Quien pregunta es porque tiene deseo de saber. A Dios le agrada ver que alguien se preocupa por conocer su voluntad porque es señal de que desea realizarla.

Dios no te ha dicho todavía lo que quiere de ti. Pero quizá es porque todavía no estás madura para conocerlo o para tomar una decisión definitiva. Esta actitud de buscar y de preguntar continuamente a Dios va madurándote para que un día el Señor te lo manifieste.

Algo parecido, pienso yo, pudo haberle sucedido a la Virgen María. Ella, cuando tenía tus años, tampoco conocía lo que Dios proyectaba sobre ella. Sin embargo, cada día se ponía en manos de Dios para realizar lo que a El le agradase. Por fin, un día Dios le envió el ángel Gabriel que se lo comunicó.

Si María le hubiera cerrado el corazón, es seguro que Dios no le hubiera comunicado nada. Porque Dios no entra en los corazones cerrados, sino en aquellos que están abiertos esperándole.

No cierres tú tampoco la puerta del corazón; no descartes nada en tu vida; ponte con frecuencia en manos de Dios como María, repitiendo como Ella: "he aquí la esclava, del Señor... ". Pregúntale con frecuencia: "¿Señor, qué quieres de mí?". Y un día el Señor te hablará con claridad, no lo dudes.

El ha puesto en ti este deseo de hacer su voluntad. Con él Dios va llevándote poco a poco a madurar y a descubrir los planes que tiene sobre ti.

Finalmente, sé generosa con Dios. Entrega todo lo que crees que te pide en cada momento. Así, estarás entrenada para entregarle todo cuando te lo pida.

Que así suceda. Te lo desea de corazón tu Amigo

 

97-78.

Yo tengo once años y creo que Jesús me llama para ser religiosa. ¿Hay que tener una edad determinada para serio? ¿Es necesario no tener pecados veniales?

Deseosa

Amiga Deseosa:

Tus deseos de ser religiosa no son un juego. Aunque todavía no son algo definitivo, pero ya Jesús está sembrando en tu corazón una semilla para que le sigas de un modo especial.

Si esa semilla encuentra un corazón dispuesto, irá desarrollándose. Si no, se irá acabando y consumiendo sin llegar a madurar ni dar el fruto que Jesús esperaba de tí.

Como ves todo depende de la actitud de tu corazón. SÍ quieres imitar a los santos y santas que han sentido esa llamada más que a los artistas y a los que no piensan más que en pasárselo bien, entonces es probable que la semilla siga desarrollándose o, al menos, habrás hecho lo que está de tu parte.

Pero sí no te lo tomas en serio; si quieres ser como las demás que no sienten esa llamada de Jesús; si Jesús vale para ti menos que la televisión o que las amigas... entonces es fácil que estos buenos deseos se vayan apagando. Es la historia de la semilla, de que Jesús nos habla, que termina comida por los pájaros o ahogada por las malas hierbas; recuérdalo.

¿A qué edad puedo ser religiosa?, me preguntas.

Una cosa es la edad para ser religiosa, y otra cosa es la llamada a ser religiosa. La llamada a ser religiosa puedes sentirla ya desde ahora, lo mismo que muchas niñas sienten a esta edad la llamada al matrimonio.

Pero ni tú ni ellas estáis maduras todavía para entregar y comprometer definitivamente la vida. Estáis preparándoos para ello.

Tendréis que llegar a la mayoría de edad para entregar vuestra vida. La Iglesia no admite a nadie a hacer los votos religiosos hasta haber cumplido los 18 años.

Cuando una chica llega a la mayoría de edad puede ya decidir de su vida para casarse o para hacerse religiosa. Pero ni una cosa ni otra se improvisan, como te he dicho. Por eso insisto en que debes, desde ahora, cultivar esa semilla que Jesús está sembrando en tu corazón.

Otra pregunta: ¿tiene uno que esperar a librarse de todos los pecados veniales para entrar?

NÍ mucho menos. Cuando uno entra en la vida religiosa entra con la decisión de ser santo. Pero ser santo no consiste en no hacer pecados, sino en luchar decididamente contra toda falta e imperfección por pequeña que sea.

A pesar de este buen deseo, también los religiosos cometen faltas. Pero se esfuerzan en superarlas y en responder cada día mejor a Dios. Sólo sabemos de la Virgen María que no cometió ninguna falta. Y esto fue un privilegio que Dios le concedió.

Los religiosos tratan de imitar al corazón de María, aunque no lo logren del todo. Por esta razón, tus faltas no son dificultad para que seas religiosa, si tú luchas contra ellas con toda tu alma y si, cuando caes, te arrepientes de corazón y tratas de recuperar lo que has perdido, haciendo algo contrario a lo que has faltado.

Pido a Jesús que seas generosa y valiente para comprometer tu vida por El. Con todo cariño te saluda tu Amigo

 

98-79.

He leído que un chico con catorce años, se ha marchado a un seminario para ser sacerdote ¿Le admiten a uno tan joven para ser sacerdote?

Intrigado

Amigo Intrigado:

Jesucristo es muy libre de llamar a quien quiera y cuando quiera. A unos los llama en la edad madura; a otros en la juventud; y a no pocos en la niñez. Podemos aplicar también a este caso aquella parábola del mismo Jesús en que habla de un amo que sale por la mañana, a medio día y por la tarde a reclutar obreros para su viña: Puedes leerla en Mt 20,1-16.

Los llamados a primera hora pueden ser los llamados en su niñez. Los llamados a medio día, los llamados en la juventud. Y los llamados por la tarde, los llamados en la edad adulta.

Lo más importante no es la hora, sino el estar preparado a cualquier hora para escuchar la voz del Señor y seguirlo.

A veces Jesús repite la llamada una y otra vez. Pero otras veces, cuando no se hace caso a su primera llamada, Jesús no la repite más. Así lo sentía aquel joven que hoy es san Juan Berchmans: a los dieciséis años sintió la llamada del Señor para seguirlo en la vida religiosa y ante la oposición de su padre le escribe: "Tengo miedo que Jesús pase y que no vuelva a llamar".

Para estos llamados de primera hora, la Iglesia y los Institutos religiosos abren casas de formación, donde exista un clima espiritual propicio para que los niños o adolescentes puedan madurar la llamada del Señor. Estas casas suelen llamarse Seminarios Menores o también Escuelas Apostólicas.

El bien que han hecho estos Seminarios Menores o Escuelas Apostólicas ha sido y sigue siendo muy grande. Hace pocos días, una religiosa cuya vocación maduró en una de estas escuelas, me confesaba que la mitad de las religiosas de su Instituto provenían de estas escuelas. Lo mismo me han confesado otros religiosos.

Estas escuelas no sólo son para los chicos que desean ser sacerdotes. También, como has podido ver, algunas religiosas las mantienen para aquellas niñas que sienten vocación religiosa y quieren seguirla. Esto hacen, sobre todo, aquellas religiosas que carecen de colegios y se dedican a la asistencia de enfermos, de ancianos, de niños abandonados, o de pobres.

SÍ tú te sientes llamado para ser sacerdote o religioso puedes ponerte en contacto con algún religioso de la orden que te gusta para informarte si tienen alguna escuela apostólica o seminario menor donde continuar madurando tu vocación.

Que encuentres y realices íntegramente tu vocación. Te lo desea tu Amigo