Adivinación es la predicción de cosas futuras u ocultas sin
recurso a Dios. Se pretende desvelar lo que sólo Dios puede conocer.
Dios nos ha revelado algunas cosas sobre el futuro: Ej.: Habrá un juicio y
después el cielo o el infierno, etc. Dios también nos da medios naturales, como
la inteligencia, el estudio, la ciencia y recursos para que nos preparemos
responsablemente para el futuro. Pero al mismo tiempo sabemos que no podemos
controlar el nuestro porvenir pues está en manos de Dios. Debemos confiar en El
como Padre infinitamente bueno. Confiamos en Dios y cooperamos con su gracia
para hacer la parte que nos toca.
Sin embargo, el hombre, llevado por la soberbia, quiere tenerlo todo bajo su
control sin tener que poner su confianza en Dios. Es por eso que busca
conocimiento ilícito por caminos que están fuera de la revelación divina y fuera
de los medios naturales que son lícitos. Va así en búsqueda de la adivinación.
Explícita o implícitamente la adivinación recurre al demonio y quien la practica
queda, en algún grado, vinculado con el maligno. Hay también quienes hacen
directamente un pacto con él.
¿Es la adivinación "telepatía"?
La evocación de
muertos, uso de oráculos, consulta de horóscopos, de la astrología, la
quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de
visión, el recurso a "mediums", cartas de tarot, la ouija (juego de la copa), el
"libro rojo" y otras prácticas.
No solamente en la
santería, la brujería, el espiritismo, y otros grupos. A medida que se pierde la
fe se populariza la adivinación aun entre personas que no pertenecen a ninguno
de estos grupos. Muchos recurren a la adivinación en momento de crisis
para buscar una solución a un grave problema. Otros se creen que solo es una
broma, una curiosidad o lo hacen por la presión de un grupo. Debemos recordar
que en la adivinación está en juego nuestra fidelidad a Dios, con lo que no se
debe jugar. El enemigo está como león rugiente buscando a quién devorar.
En la profecía los
hombres no toman la iniciativa, sino que es Dios quien les llama y les da un
mensaje que deben comunicar.
El Catecismo de la Iglesia Católica # 2115: "Dios puede revelar el porvenir a
sus profetas o a otros santos. Sin embargo, la actitud cristiana justa consiste
en entregarse con confianza en las manos de la providencia en lo que se refiere
al futuro y en abandonar toda curiosidad malsana al respecto. Sin embargo, la
imprevisión puede constituir una falta de responsabilidad".
Los adivinos eran
muy importantes en tiempos del Antiguo Testamento: En Egipto (los magos
del faraón); en Grecia (los sacerdotes de Apolo); en Roma, dependían de los
auspicios. Por ejemplo: un relámpago que cayere de izquierda a derecha
(favorable); de derecha a izquierda (desfavorable); los auspicios obtenidos de
los pollos sagrados, etc.
El Pueblo de Israel, en muchas ocasiones, se tomó a la práctica de la
adivinación y a la consulta de brujos, yendo así en contra de los mandatos de
Dios. (Ez 13,18-19; 2 Cron 33,6; Jer 27,9...). El rey Saúl fue a consultar a
la pitonisa (hechicera, adivinadora) de Endor queriendo saber que hacer en
cuanto a la guerra (1 Samuel 28, 7). En 1 Samuel 15, 23, la adivinación es un
espíritu de rebelión.
En el Nuevo Testamento vemos que los apóstoles confrontan a los adivinos.
San Pablo mandó que un espíritu maligno abandonase a un joven esclavo que hacía
la fortuna de sus dueños. Por ello, Pablo y Bernabé fueron apresados,
encarcelados y azotados.
En la ciudad de Filipo, San Pablo encontró obstáculos por razón de una joven
esclava poseída por un espíritu de Pitón al que ordenó salir:
Cansado Pablo, se volvió y dijo al espíritu: «En nombre de Jesucristo te
mando que salgas de ella.» Y en el mismo instante salió. (Hechos 16,18)
La adivinación lleva al espíritu maligno, el enemigo de Dios. En la actualidad,
los hombres siguen ofendiendo a Dios por medio de estas prácticas. Algunos
llegan hasta vender su alma con tal de recibir del demonio lo que buscan. No es
extraño que el demonio de poder temporal a sus clientes a cambio de su alma.
La adivinación es un
pecado grave contra el Primer Mandamiento.
Las Constituciones apostólicas prohíben expresamente la adivinación. Los
Concilios de Vannes (461), de Agde (506) y de Orleáns (511) excomulgaron a los
adivinos. Además eran declarados infames, incapacitados para ser testigos en la
justicia y privados de toda dignidad eclesiástica.
#2116: "Todas las
formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la
evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone
"desvelan" el porvenir. La consulta de horóscopos, la astrología, la
quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de
visión, el recurso a "mediums" encierran una voluntad de poder sobre el
tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de
granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor
y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios.
#2117 Todas las prácticas de, magia o de hechicería mediante las que se
pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un
poder sobrenatural sobre el prójimo -aunque sea para procurar la salud-, son
gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas prácticas son más
condenables aún cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro,
recurran o no a la intervención de los demonios. Llevar amuletos es también
reprensible. El espiritismo implica con frecuencia prácticas adivinatorias o
mágicas. Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de él. El
recurso a las medicinas llamadas tradicionales no legítima ni la invocación de
las potencias malignas, ni la explotación de la credulidad del prójimo.