V PARTE

LOS FIELES LAICOS EN LA VIDA DE LA IGLESIA


"Salió Luego hacia las nueve de la mañana, vio otros que estaban en la plaza desocupados y les dijo: "Id también vosotros a mi viña". (Mt 20,3-4).

"Id vosotros a mi viña" no cesa de resonar en el curso de la historia desde aquel lejano día; se dirige a cada hombre que viene a este mundo. No es una llamada sólo a los Pastores, a los sacerdotes, religiosos y religiosas, sino que se extiende también a los fieles laicos que son llamados personalmente por el Señor, de quien reciben una misión a favor de la Iglesia y del mundo.

El término "laicos", forma adjetiva del sustantivo "laos", que significa pueblo de Dios. En los primeros siglos, este término expresaba la distinción entre el que era clérigo y el que no lo era. También son llamados seglares por su relación con la secularidad, es decir, con las realidades temporales


La misión de los laicos
Participación de los laicos en la misión profética, real y sacerdotal de Cristos
Criterios en el quehacer apostólico
Los carismas de los laicos

 

La misión de los laicos.

El Concilio presentó la inserción de los laicos en las realidades temporales y terrenas, o sea, su secularidad no como un simple dato sociológico, sino como el modelo existencial según el cual viven con plenitud su vocación cristiana.

"Los laicos tienen como vocación propia el buscar el Reino de Dios, ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas según Dios" (LG 30).

Ellos son los protagonistas principales y directos de la transformación del mundo, desde los valores del Evangelio. Su compromiso es:

Concluimos que todo laico debe trabajar primeramente en el campo propio de su actividad evangelizadora que es el mundo de la política, economía, cultura, etc. y simultáneamente, dar su servicio intraeclesial en alguna área de las tareas de la Iglesia, buscando vivir plenamente su identidad laical.

Participación de los laicos en la misión profética, real y sacerdotal de Cristo

Aunque el primer campo de la acción evangelizadora es el de transformar las
estructuras temporales, también tienen una misión intraeclesial, pues son partícipes por el bautismo de la misión profética, sacerdotal y regia de Cristo.

 

Su participación en la misión profética de Cristo

La participación en el oficio profético de Cristo, "que proclamó el Reino del Padre con el testimonio de la vida y con el poder de la Palabra", habilita y compromete a los fieles laicos a acoger con fe el Evangelio y a anunciarlo con la palabra y con las obras, sin vacilar en denunciar el mal con valentía.

Son igualmente llamados a hacer que resplandezca la novedad y la fuerza del Evangelio en su vida cotidiana, familiar y social, como a expresar con paciencia y valentía, en medio de las contradicciones de la época presente, su esperanza en la gloria "también a través de las estructuras de la vida secular".

Su participación en la misión sacerdotal de Cristo

Los laicos consagrados a Cristo y ungidos por el Espíritu Santo, están llamados y preparados para producir siempre los frutos más abundantes del Espíritu. Todas sus obras, oraciones, tareas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el trabajo diario, el descanso. Todo ello se convierte en sacrificios espirituales agradables a Dios por Jesucristo. De esta manera, también los laicos, como adoradores que en todas partes llevan una conducta santa, consagran el mundo mismo a Dios.

"Donde lo aconseje la necesidad de la Iglesia y no haya ministros, pueden también los laicos, aunque no sean lectores, ni acólitos, suplirles en algunas de sus funciones, es decir, ejercitar el ministerio de la palabra, presidir las oraciones litúrgicas, administrar el bautismo y dar la Sagrada Comunión, según las prescripciones del derecho".

Su participación en la misión real de Cristo

Por su obediencia hasta la muerte, Cristo ha comunicado a sus discípulos el don de la libertad regia, para que vencieran en sí mismos, con la propia renuncia y una vida santa, el reino del pecado.

Por su pertenencia a Cristo, Señor y Rey del universo, los fieles laicos participan en su oficio real y son llamados por él para servir al Reino de Dios y difundirlo en la historia. Viven la realeza cristiana, antes que nada, mediante la lucha espiritual para vencer en sí mismos el reino del pecado; y después en la propia entrega para servir, en la justicia y en la caridad, al mismo Jesús presente en todos sus hermanos, especialmente en los más pequeños.

Criterios en el quehacer apostólico

La participación de los laicos en el desarrollo del Reino de Cristo, es una realidad histórica de siempre: desde las reuniones de los tiempos apostólicos, pasando por las comunidades cristianas de los primeros siglos, los grupos, los movimientos, uniones, fraternidades, etc. de la Edad Media y de la época moderna, que han colaborado con los pastores de la Iglesia en la defensa de la fe y de la moralidad en las familias, en la sociedad, en los ambientes sociales, a veces pagando su testimonio con la sangre.

Pío XI hablo de "cooperación de los laicos en el apostolado jerárquico", refiriéndose a la Acción Católica. Fue un momento decisivo en la vida de la Iglesia. De allí brotó un notable desarrollo que culminó en la enseñanza del Concilio Vaticano II, que presenta el apostolado de los laicos como "participación en la misma misión salvífica de la Iglesia" (LG, 33)

La unidad entre los laicos y con quienes puso el Espíritu Santo para regir la Iglesia, es de suma importancia en el apostolado, como lo expresa el Señor Jesús "Que todos sean uno para que el mundo conozca que Tú me has enviado" (Jn 17,23). Esto es Elcesialidad.

Como criterios de elcesialidad la Christifideles Laici enumera los siguientes rasgos:

· La vocación a la santidad.

Que se manifiesta en los frutos de gracia que el Espíritu Santo produce en los fieles, como crecimiento hacia la plenitud de la vida cristiana y a la perfección en la caridad. En este sentido, todas las asociaciones de fieles laicos están llamadas a ser instrumento de santidad en la Iglesia.

· Confesar la fe católica

Acogiendo y proclamando la verdad sobre Cristo. Sobre la Iglesia y sobre el hombre, en la obediencia al Magisterio de la Iglesia. Por esta razón cada asociación de laicos debe ser un lugar en el que se anuncia y se propone la fe, y en el que se educa para practicarla en todo su contenido.

· Comunión firme con el Papa

El testimonio de una comunión firme y convencida en filial relación con el Papa, centro perpetuo y visible de unidad en la Iglesia Universal y con el Obispo, en la Iglesia Particular y en la mutua estima entre todas las formas de apostolado en la Iglesia.

· Conformidad y participación en el fin apostólico de la Iglesia

Que es la evangelización y la santificación de los hombres y la formación cristiana de su conciencia, de modo que consigan impregnar con el espíritu evangélico las diversas comunidades y ambientes.

· Comprometerse en una presencia en la sociedad humana.

Que a la luz de la doctrina social de la Iglesia, se ponga al servicio de la dignidad integral del hombre

Los carismas de los laicos

Los carismas son múltiples gracias del Espíritu Santo que como dice San Pablo, distribuye a cada uno sus dones según su voluntad (1 Cor 12,11), y derrama en el Pueblo de Dios una gran riqueza de gracias mediante la oración, la contemplación y la acción. También los laicos son beneficiarios de estos carismas, con lo que los hace aptos y prontos para ejercer las diversas obras y deberes que sean útiles para la renovación y la mayor edificación de la Iglesia.

Los carismas son tantos, que aún San Pablo, no pudiendo hacer una enumeración exhaustiva, solo ofreció ejemplos de los diversos tipos de dones del Espíritu Santo.

Citamos los 24 principales que se encuentran en las Cartas Paulinas. Romanos 12 y 1 Cor 12:

Como se puede advertir, la gran mayoría de los dones enunciados son comunes, con los cuales los fieles servimos a la Iglesia día tras día.

¿Para qué sirven los carismas?

"Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de ministerios pero el Señor es el mismo" ( 1 Cor 12, 4-5)

Es preciso prestar atención a un punto de la doctrina de San Pablo y de la Iglesia, que vale tanto para toda especie de ministerio como para los carismas: su diversidad y variedad no pueden ir en perjuicio de la unidad:

Los carismas habilitan a los laicos para construir la nueva sociedad de sello cristiano, la nueva cultura impregnada por el Evangelio.

Todo bautizado está invitado a ser miembro vivo y activo del Cuerpo místico de Cristo, ejerciendo un ministerio o servicio según el carisma que ha recibido. Con una adecuada formación y promoción, todos los cristianos pueden descubrir su vocación a un ministerio en la Iglesia, sea jerárquico, sea laical.

Finalmente, el laico fiel a su vocación, dentro de la elcesialidad, debe vivir su pertenencia a la Iglesia particular y saber colaborar más allá de la parroquia; incluso de la diócesis, teniendo presentes las necesidades del Pueblo de Dios en la tierra.

Actividad:
Comparto: 
¿Qué siento al saberme una parte tan importante en mi Iglesia?
¿Cómo estoy impregnando de valores evangélicos mi trabajo, la oficina, la fábrica, la escuela, el hogar?