IV PARTE
LAS CUATRO NOTAS DE LA IGLESIA:
UNA, SANTA, CATÓLICA Y APOSTÓLICA
Toda sociedad tiene una serie de
características que la identifican frente a otras que puedan parecérsele. En el
símbolo Niceno-constantinopolitano se habla de Iglesia "Una,
Santa Católica y Apostólica" Son
las llamadas notas de la Iglesia.
"Esta es la única Iglesia de Cristo, de la que confesamos en el Credo que es Una,
Santa, Católica y Apostólica" (Lumen
Gentium, 8).
Estos cuatro atributos, inseparablemente unidos entre sí, indican rasgos
esenciales de la Iglesia y de su misión. La Iglesia no los tiene por ella misma,
es Cristo, quien, por el Espíritu Santo, da a la Iglesia estas cualidades y Él
es también quien la llama a ejercitarlas cada una de ellas.
La
Iglesia es UNA
La unidad de los cristianos
La Iglesia es SANTA
La Iglesia es CATÓLICA
La Iglesia es APOSTÓLICA.
¿Por qué decimos que la Iglesia es Romana?
La Iglesia es UNA:
Debido a su origen: "El modelo y
principio supremo de este misterio es la unidad de un solo Dios Padre e
Hijo en el Espíritu Santo, en la Trinidad de las personas".
Debido a su Fundador: Pues el mismo
Hijo encarnado por su cruz reconcilió a todos los hombres con Dios,
restituyendo la unidad de todos en un solo pueblo y en un solo cuerpo.
Debido a su alma: El Espíritu Santo
que habita en los creyentes y llena y gobierna a toda la Iglesia,
realiza esa admirable comunión de fieles y une a todos en Cristo tan
íntimamente que es el principio de la unidad de la Iglesia. Por tanto,
pertenece a la esencia misma de la Iglesia ser una
La Iglesia es Una. Cristo no fundó muchas, sino UNA Iglesia, dijo que quería formar un solo rebaño bajo la guía de un solo pastor (Cfr.Jn. 10)
La única Iglesia de Cristo, Nuestro Salvador, después de su Resurrección, la entregó a Pedro para que la pastoreara. Le encargó a él y a los demás apóstoles que la extendieran la gobernaran. Esta Iglesia, constituida y ordenada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos en comunión con él.
La unidad de la Iglesia consiste en una unidad en la fe, en la caridad y en la liturgia, bajo el gobierno de los apóstoles y sus sucesores. Algo que aparece expresado en los Hechos de los Apóstoles: "Eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles y en la comunidad de vida, en el partir el pan y en las oraciones" (Hch 2,42).
Esta unidad no debe ser confundida con uniformidad, ya que la Iglesia no podría unir a hombres de todos los pueblos, razas y culturas, con muy diferentes mentalidades y costumbres, si no se diera en su seno una diversidad que enriquece la unidad.
Sin embargo, esta diversidad tiene unas fronteras
que, si se traspasan anulan la unidad. Así aparecen los cismas y las herejías.
Cuando se rompe la comunión vital, especialmente en la comunión en el culto,
estamos hablando de un cisma. Si la ruptura se produce en el ámbito de la unidad
de la fe, que a su vez provoca una separación en el culto, nos encontramos ante
una herejía.
La unidad de los
cristianos
Un esfuerzo muy notable por encontrar la unidad de los cristianos comenzó con el Concilio Vaticano II. En las denominaciones no católicas también se ha emprendido esta búsqueda, sentimos la necesidad de la unidad que Jesús expresa en su oración al Padre:
"Que sean todos uno, como Tú, Padre, estás conmigo y yo contigo, que también ellos estén con nosotros, para que el mundo crea que tu me enviaste".
Este movimiento por la unidad de todas las Iglesias se llama "ECUMENISMO", antes los no católicos los solíamos llamar protestantes, calvinistas, evangelistas, anglicanos… hoy se ha hecho común llamarlos mejor "hermanos separados", porque en verdad son nuestros hermanos y están separados de nuestra fe católica
El deseo de volver a encontrar la unidad de todos los cristianos es un don de Cristo y un llamamiento del Espíritu Santo. Para responder adecuadamente a este llamamiento se exige:
Una renovación permanente de la Iglesia en una fidelidad mayor a su vocación. Esta renovación es el alma del movimiento hacia la unidad.
La conversión del corazón para llevar una vida más pura según el Evangelio. Porque la infidelidad de los miembros al don de Cristo, es la causa de divisiones.
La oración en común, porque esta conversión del corazón y santidad de vida, junto con las oraciones privadas y públicas por la unidad de los cristianos, deben considerarse como el alma de todo movimiento ecuménico, y pueden llamarse con razón ecumenismo espiritual.
El diálogo entre los teólogos y los encuentros entre los cristianos de diferentes Iglesias y comunidades.
La colaboración ente cristianos en los diferentes campos de servicio a los hombres.
La formación ecuménica
de los fieles y sacerdotes.
La Iglesia es
SANTA
La Iglesia es Santa, porque Cristo "la amó y dio su vida por ella". Esto lo hizo para consagrarla. Cuando la Sagrada Escritura habla de santidad, está haciendo mención a algo que es propiedad y pertenece a Dios, al solo Santo
Vocación universal a la santidad
"Todos los cristianos, de cualquier estado o condición, están llamados cada
uno por su propio camino, a la perfección de la santidad, cuyo modelo es el
mismo Padre" (L.G. 48).
"Mientras que Cristo, santo, inocente, sin mancha,
no conoció el pecado, sino que vino solamente a expiar los pecados del pueblo,
la Iglesia, ABRAZANDO
EN SU SENO A LOS PECADORES, es a la vez santa y siempre
necesitada de purificación y busca sin cesar la conversión y la renovación" (L.G.
8).
Todos los miembros de la Iglesia incluso sus ministros, deben reconocerse pecadores. En todos, la cizaña del pecado todavía se encuentra mezclada con la buena semilla del Evangelio hasta el fin de los tiempos. La Iglesia, pues congrega a pecadores alcanzados ya por la salvación de Cristo, pero aún en vías de santificación
El apóstol San Pablo nos recuerda a los cristianos que por el Bautismo, hemos nacido a una nueva vida que transforma nuestro modo de obrar y que hace de nuestra existencia cotidiana un servicio a Dios. Esta conversión de actitudes, valores y comportamientos no es fruto de un empeño personal, sino efecto del Espíritu Santo que actúa en nosotros si somos capaces de dejarnos transformar por Él.
Por todo lo anterior, podemos concluir que la Iglesia es Santa en su ser más profundo, pero pecadora y en constante conversión en su visibilización en el mundo.
Aquellos a quienes llamamos "santos", son fieles cristianos como nosotros que se han esforzado en su vida por someterse al Espíritu de santidad. Se dice que son canonizados, pues sus nombres se pueden mencionar en la parte de la misa que se llama canon u oración eucarística.
Al canonizar a ciertos fieles, es decir, al proclamar solemnemente que esos fieles han practicado heroicamente las virtudes y han vivido en la fidelidad a la gracia de Dios, la Iglesia reconoce el poder del Espíritu de Santidad, que está en ella, y sostiene la esperanza de los fieles proponiendo a los santos como modelos e intercesores. Los santos y las santas han sido siempre fuente y origen de la renovación en las circunstancias más difíciles de la historia de la Iglesia.
"La Iglesia en la Santísima Virgen llegó a la perfección, sin mancha ni arruga. En cambio, los creyentes se esfuerzan todavía en vencer el pecado para crecer en la santidad. Por eso dirigen sus ojos a María" (L.G. 40). En ella, la Iglesia es ya enteramente santa.
La Iglesia es CATÓLICA
(Universal)
Otra nota de la Iglesia en la que confesamos nuestra fe es la "catolicidad". En la realidad la Iglesia es por institución "católica" o sea "universal". Por lo que se sabe, San Ignacio de Antioquia fue el primero que usó este término. "Universalidad" significa estar abierta a toda la humanidad, a todos los hombres y a todas las culturas.
Porque la salvación que Cristo nos trajo se dirige a todos los hombres sin excepción. A partir de la Ascensión del Señor, se rompieron las fronteras de Israel para "ir por todo el mundo y anunciar el Evangelio a todas las gentes" Y en este orden histórico los apóstoles serían los testigos de Jesús en Jerusalén, en Judea, Samaria y hasta las regiones más lejanas de la tierra (Hch 1,8).
La catolicidad de la Iglesia se realiza de forma concreta por:
La misión que ha recibido del Señor para
anunciar la Buena Noticia a todos los hombres.
Su enraizamiento en un pueblo, localidad o
ambiente, donde hace presente la plenitud de la Iglesia de Jesús, que es
al mismo tiempo Iglesia universal extendida por todo el mundo.
La abundancia de sus grupos que realizan la existencia cristiana de un modo diferente, ya sea como religiosos, laicos, célibes, casados o clérigos.
¿Quién pertenece a la Iglesia Católica?
"Están plenamente incorporados a la sociedad que es la Iglesia, aquellos que, teniendo el Espíritu de Cristo, aceptan íntegramente su constitución y todos los medios de salvación establecidos en ella y están unidos, dentro de su estructura visible, a Cristo, que la rige por medio del Sumo Pontífice y de los obispos, mediante los lazos de la profesión de fe, de los sacramentos, del gobierno eclesiástico y de la comunión. No se salva, en cambio, el que no permanece en el amor, aunque esté incorporado a la Iglesia, porque esta en el seno de la Iglesia con el "cuerpo", pero no con el corazón" (L.G.14).
Esta cita nos hace ver que es urgente que muchos
bautizados vuelvan a pertenecer integralmente a la Iglesia Católica, pues
algunos se contentan con estar registrados en los libros de bautismo.
La Iglesia es APOSTÓLICA
Apóstol quiere decir "enviado". Los cuatro Evangelios señalan que Dios, el Padre, ha enviado a Jesús, su Hijo como Salvador del mundo. A su vez, Jesucristo confió a los apóstoles la misión que había recibido del Padre, encargándoles predicar en su lugar el Evangelio a todos los pueblos, con el poder del Espíritu Santo, hasta la consumación del mundo:
"Se me ha dado plena autoridad en el cielo y en la tierra, Id y haced discípulos de todas las naciones, bautizadlos y consagrárselos al Padre y al hijo y al Espíritu Santo, y enseñadles a guardar todo lo que os he mandado, mirad que yo estoy con vosotros cada día hasta el fin del mundo" ( Mt 28, 18-20; Mc 16, 15-20; Lc. 24, 47-48; Hch 1,8).
La Iglesia es apostólica porque está fundada sobre apóstoles y esto es en un triple sentido:
Edificada sobre los apóstoles, testigos
escogidos y enviados en misión por el mismo Cristo
Guarda y transmite con la ayuda del Espíritu
Santo que habita en ella, las enseñanzas de los apóstoles
Es enseñada, santificada y dirigida por los
sucesores de los apóstoles, hasta la vuelta de Cristo, gracias a
aquellos que les suceden en su ministerio pastoral.
Su función apostólica intransferible, consistió precisamente en ser:
Testigos inmediatos de la Resurrección del Señor
Fundamentos de la Iglesia.
Los Obispos, sucesores de los apóstoles
"Para que continuase después de su muerte la misión a ellos confiada, encargaron mediante una especie de testamento a sus colaboradores más inmediatos que terminaran y consolidaran la obra que ellos empezaron. Les encomendaron que cuidaran de todo el rebaño en el que El Espíritu Santo les había puesto para ser los pastores de la Iglesia de Dios. Nombraron, por tanto, de esta manera a algunos varones y luego dispusieron que, después de su muerte, otros hombres probados les sucedieran en el ministerio" (L.G.20).
Al servicio de la apostolicidad de todos los miembros de la Iglesia, está la sucesión apostólica de los Obispos, que garantiza en cada momento que esta Iglesia nuestra es la Iglesia misma de los apóstoles. La verdadera Iglesia de Jesucristo está allí donde los creyentes son fieles a la fe de los apóstoles.
La misión de los apóstoles se ha transmitido hasta nuestros días a través de los Obispos y del Papa, sucesor del apóstol Pedro.
Los obispos son sucesores de los apóstoles no en lo que a éstos les fue propio y exclusivo: Ser testigos de Cristo Resucitado y ser fundamentos de la Iglesia. Los obispos suceden a los apóstoles en su función de pastores de la Iglesia; a través de ellos se manifiesta y se conserva en el mundo entero la Tradición Apostólica.
Un antiguo texto de la Tradición de la Iglesia resume esta realidad diciendo:
"Los apóstoles salieron al orbe entero a predicar la misma doctrina de la
misma fe a todas las naciones. En cada ciudad fundaron Iglesias, que vinieron a
ser como retoños o semillas de la fe y de la doctrina para las demás Iglesias de
entonces y ahora. Por eso, nuestras Iglesias deben ser consideradas como brotes
de las Iglesias apostólicas".
El apostolado
La vocación cristiana, por su misma naturaleza, es también vocación al apostolado. Se llama "apostolado" toda la actividad del Cuerpo Místico, que tiende a propagar el Reino de Cristo por toda la tierra.
Siendo Cristo, enviado por el Padre, fuente y origen del apostolado de la Iglesia, es evidente que la fecundidad del apostolado, tanto el de los ministros ordenados como el de los laicos, depende de su unión vital con Cristo. Según sean las vocaciones, las interpretaciones de los tiempos, los dones variados del Espíritu Santo, el apostolado toma las formas más diversas. Pero es siempre la caridad, conseguida sobre todo en la Eucaristía, "que es como el alma de todo apostolado".
¿Por qué decimos que la Iglesia
es Romana?
Un hecho histórico vino a poner esta nota en la Iglesia de Cristo: San Pedro, el primero entre los Apóstoles, fue a Roma y ahí murió.
En los Evangelios aparece San Pedro con un lugar muy importante entre sus compañeros apóstoles, esta primacía es confirmada por Cristo resucitado. En los Hechos es quien tiene la dirección principal de la Iglesia naciente. Así se le consideró como signo de ser la Iglesia de Cristo el estar en comunión con Pedro.
San Pablo mismo que tiene una parte tan importante en la propagación del cristianismo primitivo, confiesa que después de su conversión fue a estar unos 15 días con Pedro, no fuera a suceder que su mensaje no estuviera de acuerdo con él.
Este puesto importante de Pedro en toda la Iglesia lo sigue teniendo el sucesor de él en Roma, porque ahí murió en el año 67 dando su vida por Cristo como testimonio final de su amor al Maestro. Conocemos los nombres de todos los sucesores de Pedro hasta el presente. Hoy también los cristianos conservamos la comunión con la Iglesia de Roma. Por eso decimos que la Iglesia es Romana.
"Fuera de la Iglesia no hay salvación"
¿Cómo entender esta afirmación tantas veces repetida por los Padres de la Iglesia? Formulada de modo positivo significa que toda salvación viene de Cristo-Cabeza por la Iglesia que es su cuerpo:
El santo Sínodo "basado en la sagrada Escritura y en la Tradición", enseña que esta Iglesia peregrina es necesaria para la salvación. Cristo, en efecto, es el Único Mediador y Camino de Salvación que se nos hace presente en su Cuerpo, en la Iglesia. Él, al inculcar con palabras bien explícitas, la necesidad de la fe y del Bautismo, confirmó al mismo tiempo la necesidad de la iglesia, en la que entran los hombres por el Bautismo como por una puerta. "Por eso, no podrían salvarse los que, sabiendo que Dios fundó por medio de Jesucristo la Iglesia católica como necesaria para la salvación, sin embargo, no hubiesen querido entrar o perseverar en ella". (Conc. Vat. II Lumen Gentium 14
Esta afirmación no se refiere a los que, sin culpa suya, no conocen a Cristo y a su Iglesia:
"Los que sin culpa suya no conocen el Evangelio de Cristo y su Iglesia, pero
buscan a Dios con sincero corazón e intentan en su vida, con la ayuda de la
gracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a través de lo que les dice su
conciencia, pueden conseguir la salvación eterna" (L.G. 16)
Actividad:
Comparto: ¿Cómo
puedo ejercitar más intensamente la unidad, santidad, catolicidad y
apostolicidad de mi Iglesia?