CAPÍTULO III

LAS ÓRDENES MENDICANTES

 

1.- Introducción.

A comienzos del siglo XIII la sociedad europea en general y la italiana en particular está en movimiento: los comunes han reivindicado y defendido su independencia, la burguesía ha conquistado mayor potencia política, gracias al comercio el nivel de vida se ha mejorado aumentando también las exigencias generales. La afluencia de las riquezas genera un cierto materialismo práctico y por reacción la aspiración a una pobreza lo más próxima a la evangélica. En algunos casos estas aspiraciones acaban oponiéndose a la jerarquía, nacen así diversos movimientos con difíciles relaciones con la iglesia como los Valdenses o los Humillados, o iglesias claramente heréticas como los Cátaros.

En este contexto nacen también las órdenes mendicantes, sobre todo por obra de San Francisco de Asís y Santo Domingo de Osma. Estas dos no son las únicas, en este siglo se desarrollan también los Carmelitas, que al principio eran monjes de tipo eremítico en el Reino de Jerusalén, evolucionando en occidente hacia una orden mendicante similar a las otras. También surgen los Ermitaños de San Agustín, que surgirán de la fusión de diversas congregaciones de tipo eremítico en Italia por obra de Alejandro IV en 1256 (es la única orden fundada por un papa y de ella formará parte Lutero..., ¡qué ironía de la historia!). Surgen también en este momento los Siervos de María y otros.

A comienzos del XIV, según las estadísticas existentes, había sobre 50.000 hermanos menores. Para los Predicadores se habla de 12.000. Para poder valorarlos deben considerar la población existente entonces. En 1340 se calcula que vivían en toda Europa incluida Rusia 73 millones.

Características generales de todas las órdenes mendicantes que diferencian al .hermano. del monje son: la pobreza, no sólo individual sino colectiva; el notable lugar dado a la actividad pastoral y la renuncia a la estabilidad; la centralización del gobierno; la formación metódico-teológica de los hermanos destinados al apostolado, siendo los sacerdotes mejor preparados de todo el clero de entonces; la institución de una tercera orden que llama a los laicos a cooperar en el apostolado y les muestra la posibilidad de una vida perfecta permaneciendo incluso permaneciendo en su estado de vida.

El gran mérito de las órdenes mendicantes consiste sobre todo:

1)       En hacer propias las aspiraciones de vida simple y evangélica difundidas entonces en toda Europa. Demuestran que la práctica evangélica se podía efectuar incluso dentro de la Iglesia; que una vida tal era compatible con la plena sumisión a la jerarquía.

2)       En haber transformado la cura pastoral. El hermano, más libre que el monje, pude moverse con mayor facilidad. No espera que los hombres vayan hacia él sino que les sale a su encuentro. No quiere forzar, sino persuadir, de aquí la gran importancia dada a la predicación.

Las iglesias de las órdenes mendicantes, construidas según sus necesidades, son espacios de reunión para la ciudadanía que acude para escuchar a los predicadores famosos. Pero lo hermanos no hablan sólo en las iglesias, sino también fuera en las plazas, dirigiéndose al pueblo bajo, a los soldados, a los niños, a los herejes. En primer lugar obran en las ciudades. Es típico en las ciudades del bajo medievo la presencia de los conventos de las órdenes mendicantes que estarán en rivalidad en ocasiones (el desprecio y la envidia de los Dominicos hacia los Franciscanos, de los Dominicos hacia los Agustinos,...).

Al comienzo de las órdenes mendicantes surgirá un díptico que caracteriza las diversas órdenes religiosas: .San Benito ama los montes, San Bernardo los valles, San Francisco las pequeñas ciudades, Santo Domingo las grandes".

3)       El mérito de las grandes órdenes mendicantes de haber dado un nuevo fuerte impulso al teología y la filosofía, sobre todo dentro de las universidades, y de allí un nuevo impulso también a la piedad sobre todo popular. En este campo despuntan los Franciscanos, que han tomado algunas intenciones de la Cruzada transformándolas en devociones muy profundas como el Vía Crucis.

1.- LOS DOMINICOS. 
     SANTO DOMINGO Y LOS HERMANOS PREDICADORES.

Las fuentes para la vida de Santo Domingo y los inicios de su orden son bastante escasas. Santo Domingo nació hacia 1170 y murió el 6 de agosto de 1221 en Bolonia. Su canonización tiene lugar en 1237 por obra de Gregorio IX, ocasión para la cual se recogieron las noticias sobre la vida y los comienzos de su fundación por Jordano de Saxonia en su Libellus de principiis Ordinis Predicatorum. La segunda fuente principal son las más antiguas constituciones de los dominicos. Nos cuenta Jordano, que cuando Domingo estaba en el lecho de muerte fue preguntado por sus hermanos si quería decirles alguna cosa de la que se arrepentía en aquel momento; el les dijo: .Si. Yo siempre he preferido hablar mejor con chicas jóvenes mejor que con mujeres mayores..

Domingo de Guzmán nace en Caleruega, hacia 1201 llega a ser prior del cabildo de Osma. Junto con su obispo Diego de Osma comienza la predicación entre los Cátaros de Francia Meridional en 1205-6. Cuando Diego retorna a su patria, Domingo continúa su obra misional. Su primera fundación fue una casa para chicas convertidas del catarismo en Proville (1207), que terminará siendo un monasterio femenino. Esta será la primera fase de su obra.

En la segunda fase los primeros dos compañeros de Domingo, que se comprometen con un juramento similar al de vasallaje, son dos ciudadanos de Toulouse (1215). Jordano ve en este juramento de fidelidad el comienzo de la Orden de Predicadores. El obispo de Toulouse, Fulco, confirma la nueva compañía. Junto a Fulco Domingo irá al Lateranense IV para pedir la aprobación pontificia de su fundación. Inocencio III consiente, pero según las indicaciones del Concilio, Domingo deberá escoger una de las reglas monásticas aprobadas, decidiéndose por la de San Agustín. El obispo de Toulouse les proporcionará un domicilio en la Iglesia de San Romano en Toulouse. En este momento ya son 16 personas.

En la tercera fase (1216-17) Domingo volverá de nuevo a Roma (octubre de 1216) y obtiene de Honorio III, en dos bulas del 22 de diciembre de 1216 y del 21 de enero de 1217, a confirmación de su orden. De este modo el monasterio de Toulouse se convierte en una Orden de Predicadores itinerantes. Domingo comienza este paso decisivo enviando el 15 de agosto de 1217 a sus hermanos, unos 30, en todas las direcciones, España, París, Bolonia, Roma, sólo unos pocos quedan en Toulouse.

En Roma el papa consigna a Domingo la Iglesia de San Sixto, que se convertirá en un convento de hermanas dominicas, y después recibirá la Basílica de Santa Sabina que se convertirá en la Sede del Maestro General de la Orden de Predicadores desde este momento.

Los dos primeros capítulos generales se desarrollan en Bolonia (1220-1221), que serán importantes para las Constituciones de la Orden. Domingo morirá en Bolonia el 6 de agosto de 1221 tras una breve enfermedad.

En cuanto a las ideas de Santo Domingo podemos resumirlas así:

·         La idea clave fue la vida evangélica y la predicación evangélica, pero no como un fin en sí mismas sino en función de la gran inspiración evangélica. Domingo procedía de la vida de canónigo, tras el NT su lectura preferida era el De Collationes de Juan Casiano. Sólo usa lo que es conforme con la vida apostólica y a la predicación evangélica; por ello se abandona la estabilidad monástica y de los canónigos, que vincularía al predicador a un lugar determinado, se abandona el aislamiento monástico, que impediría la acción de anuncio, finalidad principal de su fundación.

·         De la idea clave emanan otros elementos: estudio, pobreza, oración, vida común.

·         Para Domingo será de enorme importancia el tema del estudio. Desde los primeros encuentros con los Cátaros en Francia Meridional, ya había entendido que para una buena predicación se necesita una buena ciencia teológica, no sólo los debates en las discusiones, sino también en la catequesis común en un ambiente católico. La declarada intención de renovar la predicación sobre una sólida base teológica conquistó para Domingo la adhesión de muchos jóvenes provenientes de los ambientes universitarios. Las más antiguas constituciones insisten en la obligación de los hermanos predicadores de mantenerse en el seno de su comunidad y, bajo la guía de un hermano responsable, estar al corriente de las distintas disciplinas teológicas. En cada convento el superior tiene el poder de dispensar a los hermanos de todo lo que sea un obstáculo para el estudio y la predicación. Con respecto al oficio divino se establece que .todas las horas se celebren con brevedad y a buen ritmo, de manera que no se dañe la devoción de los hermanos y de ningún modo pueda sufrir daño el estudio..

·         Se nota en Domingo una firme voluntad de pobreza, pero constituye un medio para otro fin. En el contacto con los Cátaros se da cuenta que el remedio para solucionar la trágica situación que vive la Iglesia está en la pobreza. La pobreza dominicana es menos absoluta que la franciscana.

2.- SAN FRANCISCO Y SU MOVIMIENTO.

Para San Francisco tenemos una extraordinaria riqueza de fuentes, más o menos contemporáneas. Desde el siglo pasado, tras los estudios de Paul Sabatier, se ha planteado la cuestión franciscana. Este autor interpretaba la figura de Francisco como un seguidor del puro Evangelio que ha sido traicionado, junto con su movimiento, por la Curia Romana.

En las fuentes, según el P. Esser debemos distinguir los escritos dejados por el propio San Francisco y otras fuentes que hablan de su vida.

Los escritos se pueden dividir en 3 categorías:

·         Reglas y admoniciones.

·         Cartas.

·         Oraciones e himnos.

Entre las reglas tenemos la Regla no bulada de 1221, es decir, no aprobada por la Santa Sede; para algunos estudiosos este es el documento de base para la interpretación del movimiento franciscano de 1210-1221. Después tenemos la Regla bulada de 1223 confirmada por el papa Honorio III, que es la regla oficial de los menores hasta hoy; no es sólo obra de Francisco sino de un Comité de redactores en torno a él, teniendo una cuarta parte de la extensión de la no bulada.

El Testamentum de 1226 es un texto muy discutido, no sólo en cuanto al lugar que debe ocupar en los autotestimonios de Francisco sino, recientemente, con respecto a su autenticidad.

De entre los escritos del Santo es de los más conocidos el Canto del Hermano Sol, compuesto por Francisco en la lengua vulgar de Umbría, según una tradición durante su última enfermedad; el conjunto del texto está asegurado, pero las numerosas variantes en las diversas versiones, con respecto a la grafía de cada palabra hacen imposible una edición crítica. Es de suma importancia sobre la concepción de Francisco sobre el mundo y la naturaleza.

Las vidas de San Francisco se dividen en dos categorías:

·         Vidas oficiales. Nacen por iniciativa del papa y del gobierno de la orden con el fin de comunicar al orden y a la Iglesia la imagen válida y vinculante de San Francisco. A este grupo pertenecen las dos vidas de Tomás de Cellano; la realizada en primer lugar constituye la primera biografía particularizada del Santo realizada tras la canonización por orden de Gregorio IX (1228-29). La segunda se hizo tras un capítulo general de 1244, encargada también a Cellano que la realiza entre 1246-47; es un testimonio del cambio producido dentro de la orden de los Menores, con un tono muy diferencia. Queriendo sintetizar la imagen de Francisco en dos palabras podemos decir que en la primera vida se le presenta como un hombre en su realidad concreta e histórica, mientras que en la segunda es un mito, una figura legendaria. Esta mitificación se llevará al extremo en la vida escrita por  Buenaventura de Bagnoregio, que fue ministro general de los Menores desde 1257; su vida se llama Legenda Maior, fue escrita por orden del capítulo general de 1260 cuando la paz entre los espirituales y la mayoría, la comunidad, estaba ya comprometida seriamente. Deseo del capítulo general era ofrecer a ambos partidos una única biografía vinculante del santo. San Buenaventura también escribirá la Leyenda Minor es un resumen de la Maior para su uso en el oficio divino. Ambas Leyendas la escribió San Buenaventura entre 1260-62 en París. El Capítulo General de 1266 de París decidió destruir todas las vidas franciscanas anteriores, permitiendo sólo la Leyenda de San Buenaventura; no fue plenamente cumplido.

·         Vidas no oficiales. Estas se mantuvieron al no obedecerse la decisión del Capítulo de 1266. Destacan dos: la Leyenda Trium Sociorum y la Leyenda Perugina también Llamada Compilatio Asistiensis. Al primer texto se le deben las discusiones de la .Cuestión Franciscana.; el texto se formaría entre 1235-48. La Perugina es una composición de episodios de la vida de San Francisco en un orden no cronológico, y contenido en un solo manuscrito, el 1046 de la Biblioteca Comunal de Perugia.

El comienzo de la conversión de Francisco presenta un problema bastante delicado con soluciones diversas. ¿Su experiencia comienza con actividad llevada a cabo en medio de los leprosos? Este dato nos lo expresa él mismo Francisco en su Testamentum.

Otros autores, como Feld, no se fían de este texto como autobiográfico, de modo que la conversión de Francisco sería un proceso comenzado en 1204-5 y termina el 24 de febrero de 1208 cuando el Santo escucha en la Porciuncula el Evangelio del día sobre la misión de los discípulo por parte de Jesús (Mt 10, 1-13). Es en este Evangelio donde verá un programa para su vida, se expolia del hábito de eremita que llevaba a este momento y se viste de una túnica en forma de cruz ceñida por una cuerda. Estaciones en este itinerario de conversión, son para Feld, sobre todo las visiones, no sólo la de San Damián, basadas sobre el Testamentum o la Leyenda Trium Sociorum y el Testamento de Santa Clara.

De lo que llevamos dicho observamos la dificultad para escribir un biografía crítica del .poberello. pero manifiesta también la facilidad para modelar a San Francisco según el gusto de los diversos tiempos. Por ejemplo si situamos el comienzo de su conversión con la experiencia con los leprosos se convierte en uno que es solidario con un grupo de marginados de la sociedad medieval, con un elemento extraño, irrecuperable, repugnante,..., una sociedad que él quiere cambiar y superar. Pero si por el contrario vemos su conversión como un proceso lento, en el que las visiones tienen una parte determinante, entonces Francisco está mucho más alejado de nuestra mentalidad, es un hombre mucho más medieval, con sus ansias y preocupaciones.

Hablando del primer franciscanismo se hace la pregunta de si el ideal de San Francisco ha fracasado. La respuesta debe ser doble:

El ideal del Santo sólo valía para él, no podía aplicarse a una comunidad sin atenuaciones. Por otro lado es cierto que Francisco se sentía llamado a extender su ideal, no quería fundar otra orden religiosa sino una fraterna y libre comunidad apostólica. Su idea iba dirigida, en último término, a toda la Iglesia; él pensaba en una renovación de la Iglesia a través de una escucha nueva y fresca del Evangelio y una nueva imitación de Cristo. Este ideal de Francisco no se ha realizado.

La curia desde el comienzo a hecho todo lo posible para domesticar el movimiento franciscano y de canalizarlo hacia una forma similar a la de las demás órdenes religiosas anteriores. San Francisco quería un movimiento religioso y la Curia le ha hecho una orden religiosa. Tomada esta decisión de seguir el camino de una orden auténtica y propia siguieron las demás consecuencias. Francisco antes de morir ha querido obligar a sus hermanos a volver a los ideales iniciales.

La bula Quo elongati del papa Gregorio IX (28-IX-1207) ha quitado a este testamento toda fuerza vinculante; por este motivo el papa Gregorio IX ha sido contado por algunos estudiosos entre los destructores de San Francisco. Como sea lo cierto es que el uso de los bienes donados a la orden fue permitido, aunque formalmente los donantes mantenían la propiedad.

Hacia la mitad del XIII la orden con sus exenciones y privilegios papales, con las graciosas obras edicilias en Asís, con sus procuradores, procesos, legados, limosnas, con sus polémicas con el clero secular y los maestros de la Universidad de París y con los inquisidores provenientes de la orden que funcionaban como tropa de defensa del papado, ciertamente no lo que quería Francisco.

A la vista de todo ello podemos afirmar que no se cumplió su ideal. No hace falta mucha psicología para saber por qué entonces la figura del Santo venía exageradamente exaltada como .ángel del sexto sello., como .alter Christus., el .dux. que según Joaquín dei Fiori abrirá la tercera y última edad, la .Iglesia Espiritual. mientras la propia orden se comporta como la Iglesia Carnal.

No podemos sorprendernos al encontrar a algunos frailes que estaban en desacuerdo con esta evolución. La parte discordante fueron los espirituales, su rama extrema son los .Fraticelli.. Los espirituales no sólo querían identificarse con la comunidad inicial de los hermanos sino que querían seguir la imitación del maestro seráfico con el Cristo sufriente. Aquí la pobreza, entendida en un sentido más amplio, tiene una parte de extrema importancia, provocándose la lucha producida dentro de la Orden y al final contra el propio papa, por la pobreza rigurosa. En 1317 los espirituales son excomulgados por el papa Juan XXII y perseguidos por la Inquisición, muriendo bastantes en el hoguera.

La gran mayoría de los hermanos se habían adaptado a los nuevos tiempos, con la tendencia apoyada por la Curia Romana de institucionalizar el movimiento franciscano. Fueron llamados Conventuales porque aceptaron la vida conventual con todas sus exigencias, incluso materiales. Eran sobre todo los clérigos dedicados al ministerio pastoral, dedicados al estudio y a la vida conventual. De suyo entraron en el orden de los maestros de teología y de derecho canónico hombres provenientes de estratos superiores, que trían una tradición cultural habiendo sido formados en su mentalidad y exigencias intelectuales. Sería absurdo pensar que estos maestros entrasen en la orden para traicionar el ideal de San Francisco o para buscar una vida cómoda o por aspiraciones de poder. Vivieron en la orden de los Menores una elección de santidad, un medio de renovación a ellos ofrecido por la gracia y un instrumento de santificación para toda la cristiandad, pero lo viven con su perspectiva y su cultura.

Quién tenía razón, los Espirituales devotos de la idea originaria de Francisco sobre la pobreza pero desobedientes a la Iglesia jerárquica, o los Conventuales que con sus grandiosas iglesias y sus espléndidos conventos, con su ricas bibliotecas, su saber y sus contactos comunales y universitarios estaban ciertamente muy lejos del ideal de Francisco, pero obedientes a la Iglesia y a su servicio en toda Europa y en países lejanos como misioneros hasta China.