EL RINCÓN DE LA MEDITACIÓN
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"DAME TODO ESE AMOR
QUE DE MI PIDES"
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3.- LOS HERMANOS/AS
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3.1.- EN MEDIO DE LOS TUYOS
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Acrisola tu fe en una espiritualidad que día a día acreciente una relación
personal con Aquel que te dio la vida, descubra su voluntad a través de una oración callada, acoja su proyecto de un hombre nuevo y una vida renovada, y te comprometa en una lucha desarmante y desarmada para conseguir una sociedad más justa y un ser humano más libre de las injusticias que le encadenan, el odio que le deshumaniza y la miseria que le rodea.
Empéñate en descubrir el verdadero rostro de Dios, en orientar tus
opciones fundamentales a la luz del evangelio, en ahondar tu experiencia religiosa, percibir la acción del Espíritu en el mundo que te rodea, progresar por el camino de la fraternidad, solidarizarte con los necesitados, compartir la suerte de los pobres y luchar por un mundo más justo y humano.
Abre las puertas de tu corazón al Dios de la Vida, al Jesús que es
Señor y al Espíritu que todo lo renueva, y verás cómo, poco a poco, cambias tus ansias de poseer por deseos de compartir; vives no para dominar, sino para servir; buscas la forma no de destruir, sino de crear vida; luchas por la liberación individual y colectiva de todo aquello que nos esclaviza desde dentro o desde fuera; y das siempre la última palabra al amor incondicional hacia el hermano que está cerca de ti o aquel que está en el otro extremo de la Tierra.
En medio de una sociedad dividida y enfrentada, esfuérzate para que la
Iglesia sea un espacio donde los hombres crezcan en diálogo, comunión, escucha mutua y crítica fraterna. Frente a una sociedad que apuesta por el prestigio, el poder y el dinero... frente al "búscate la vida", el "ir a tu bola", el "sálvese quien pueda" o el "bastante tengo con mis problemas"..., frente al temor a que los otros, sus necesidades y conflictos puedan terminar complicándote la vida..., sé valiente y opta por el compartir, el servicio y la solidaridad. |
3.2.- ABRE TU CORAZÓN AL DOLOR DEL MUNDO
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La oración va haciendo de ti un ser nuevo. No olvides que la oración te ha
sanado, te ha curado, te ha salvado. Por tanto, vete y sana, cura, libera a los hermanos.
En la oración Dios va cambiando y modelando tu vida para que seas
testigo de lo que has visto y oído: te convierte en testigo, en enviado, en servidor del Reino. Lleva la vida a la oración y luego la oración a la vida. Ora como vives y vive como oras. La oración es una acción, un tiempo necesario para que el compromiso sea fecundo.
Estás llamada/o a ser testigo del Señor, a anunciar su Evangelio, a ser
profeta de su Reino, a llevar a tu vida su estilo de vida. Necesitas ser amigo de Dios, confidente de Dios en la oración para ser luego la sal de la tierra y la luz del mundo, para tratar a los demás con respeto y con cariño pues también son tus hermanos.
Como Jesús, tú estás llamado/a a hacer "signos" entre los tuyos: busca
la forma de romper todas las fronteras para llegar más cerca del ser humano; lucha hasta perder tu propia vida para que ni el hombre ni la mujer sean nunca más pisoteados por intereses partidistas; comprométete a liberarlos de las cadenas de la injusticia, soltar las amarras de la indiferencia, llevar la esperanza a los oprimidos, acoger a los extranjeros, compartir tu pan con los hambrientos, el agua con los sedientos, tu techo con los peregrinos, vestir a los que van desnudos y jamás des la espalda a los que son tus propios hermanos. Sé levadura en medio del mundo para hacer creíble la "locura" del Evangelio.
Mikel Pereira
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