7.- "Jesús se le quedó mirando, le tomó cariño y le dijo: - Una cosa te
falta: vete a vender lo que tienes y dáselo a los pobres, que Dios será tu
riqueza; y, anda, sígueme a mí" (Marcos 10, 20-21)

Jesús te mira con ternura y con un gran cariño te invita a seguirle. Sal del
círculo estrecho de la preocupación por tu vida para responsabilizarte de la
vida del pobre; pasa de ser "un hombre ético o una mujer ética" a ser
discípulo; pasa de ser una mujer o un hombre que "cumple la Ley" para llegar
a ser un hombre o una mujer que "sigue a Jesús en el camino". La lógica del
Reino no es la de acaparar y poseer, sino la de compartir. El Reino, la Vida,
no es sólo conquista humana sino don gratuito de Dios. Cambia tu lógica del
mérito por la de la gratuidad, tu anhelo de poseer por el de compartir; el miedo
a ser pobre por la confianza en Dios, tu status quo por la propuesta de Jesús.
Acepta la inseguridad de una vida a la intemperie con Jesús; pídele que te
ayude a salir de la mediocridad para aventurarte en el descubrimiento de Dios
como riqueza. Y para caminar con Jesús ora y trabaja a favor de las personas
a las que no se le reconocen sus derechos, las que son maltratadas, las que se
sienten fracasadas, las que tienen que emigrar, las que sufren la ruptura de su
amor, las que andan mendigando, las que no saben cómo restañar sus heridas.

8.- “Sabéis que los que figuran como jefes de los pueblos los tiranizan,
y que los grandes los oprimen, pero no ha de ser así entre vosotros; al
contrario, el que quiera subir, sea servidor vuestro, y el que quiera ser el
primero, sea esclavo de todos, porque tampoco el Hijo del Hombre ha
venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por
todos” (Marcos 10, 42-45)

Si quieres ser grande renuncia a tu deseo de poder sobre los demás y aprende
a servir desde una postura de amor fraterno. Vive desde la generosidad, el
servicio y la solidaridad. Día tras día, entrega tus fuerzas, tu juventud, tus
energías, tu tiempo, tu esperanza, tu amor. Dar la vida así es un gesto que
enriquece, que ayuda a vivir, que crea vida en los demás, que rescata, que
libera a las personas. Sólo se puede vivir cuando se hace vivir a otros.



1.- "Estad en vela" (Marcos 13, 35)

El Dios que nos ama y esperamos es un Dios que quiere estar en medio de
nosotros, en el centro de nuestra existencia, en el corazón del mundo, "mar
adentro" en las entrañas de la sociedad, allí donde se juega la vida y el futuro
de la humanidad. Para acogerlo hay que vivir el hoy en plenitud, discernir los
signos de los tiempos y andar por caminos de justicia. Espérale con las
puertas abiertas de par en par, con ojos liberados de pesadumbre y un
corazón lleno de ternura. Comprométete en el presente con lucidez, vive
positivamente, trabaja por una sociedad más justa y fraternal.

2.- "Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos" (Marcos 1, 3)

La esperanza cristiana no es un optimismo barato ni la búsqueda de un
consuelo ingenuo, sino todo un estilo de enfrentarse a la vida desde la
confianza radical en Dios. Cuando todas las esperanzas humanas parecen
apagarse, el creyente "sabe que Dios sigue viniendo en los trabajos y
sufrimientos, gozos y alegrías, aspiraciones y luchas del mundo"
. Esta
sociedad necesita hombres y mujeres que se pongan en marcha hacia
descampados y periferias para salir al encuentro de los que andan perdidos y
testificar así que el amor, la justicia, la liberación y la paz son realidades que
están cerca.

3.- "Fuego he venido a traer a la tierra, y ¡cómo desearía que ya
estuviese ardiendo!" (Lucas 12, 49)

Jesús es mensajero de una paz profunda que implica justicia y respeto a los
derechos de los más indefensos. La paz es fruto del amor, resultado de una
comunión que elimina las causas de la división y el maltrato entre las personas.
Jesús proclama un mensaje que es fuego porque coloca a las personas ante su
propia verdad profunda y les invita a un cambio radical, ya que el reino de
Dios tiene que ver con esta sociedad, con sus estructuras de opresión e
injusticia, con la riqueza y la pobreza, con la paz y la guerra, con el hambre y
el confort, con la vida y las muertes.



ENCIENDE UN FUEGO SOBRE LA TIERRA



La humanidad sigue estando necesitada del conocimiento de la vida de Jesús
de Nazaret, sus enseñanzas, su predicación sobre el amor, la fe, la misericordia
de Dios y el compromiso hacia el prójimo.

También tú puedes acercarte a esas personas que, estando en sus puestos de
trabajo o vagando por cualquier calle o plaza, están sedientos de palabras de
vida, y compartir con ellos un Mensaje que no te pertenece y que por ello no
puedes silenciar.

Si tus palabras testimonian tu vida, que es la vida de Otro, su confianza se verá
reforzada. Pero recuerda que tú mismo tendrás que vivir cada día tu "sí" a
Cristo. Es relativamente fácil decir "no", pero ¡cuánto cuesta decir "sí"! El
"no" puedes decirlo una vez; el "sí" tendrás que decirlo cada mañana. Nunca
se dice un "sí" para siempre.

Tendrás que reconocer con humildad, una y mil veces, que eres pecador. Sólo
así puede Cristo venir en tu ayuda, Él que nunca se impone y espera de ti que
vuelvas tu rostro y digas tan solo: aquí estoy, "Hágase tu voluntad según tu
palabra" (Lucas 1, 38)
.

Él está junto a ti aún cuando lo ignoras. Ahí está el sentido de tu vida:
descubrir en ti mismo y en los demás la cotidiana presencia de Cristo, su
continua invitación a seguirle.

Tú comienzas a vivir cuando descubres al que cada día coloca en tu dedo el
anillo del niño pródigo, el anillo de la fiesta (Cfr. Lucas 15, 22); cuando
descubres al que en medio de la noche te susurra: "ven y sígueme (Mateo 9,
9)... y te haré pescador de hombres" (Cfr. Lucas 5, 10)
. Y un día
descubrirás que, por Él y por los hombres, eres capaz de dejarlo todo y
seguirle.

Él no elige a los más sabios, ni a los más inteligentes, ni a los más poderosos,
ni a los que hablan mejor, ni tan siquiera a aquellos que parecen ser los
favoritos... (Cfr. 1ª Coríntios 1, 26-28). Él busca siempre la ayuda de los
"pobres de corazón"...

Si un día lo encuentras, no tendrás miedo de nada ni de nadie. No temerás que
te secuestren, ni te maten, ni saldrás a la calle con guardaespaldas.

Si un día lo encuentras, "vendes todo lo que tienes y compras la perla"
(Mateo 13, 46), "dejas todo y le sigues" (Lucas 5, 11)
, habrás encontrado tu
propio destino. Y en la ayuda al necesitado y al oprimido reconocerás tu
propio camino.

Él te pide, no unas migajas, sino toda tu existencia. Él te pide que vivas lo poco
que hayas comprendido del Evangelio, anuncies su vida entre los hombres y
"enciendas un fuego sobre la tierra" (Lucas 12, 49).



Mikel Pereira


EL RINCÓN DE LA MEDITACIÓN

 
ENCIENDE UN FUEGO
SOBRE LA TIERRA


 
 
4.- "El que no está contra nosotros está a favor nuestro" (Marcos 9, 40)

Allí donde se lucha a favor del ser humano, es decir por los humillados, los
aplastados, los débiles, los abandonados, allí se combate en realidad con
Dios, por su Reino. Amplía tus horizontes, derriba barreras, abre los ojos y
descubre que en el mundo hay una gran cantidad de grupos y personas que
trabajan por la vida, siembran el Reino y ayudan a los demás; descubre que
hay profetas, testigos, discípulos, amigos, hermanos… y muchos de ellos no
tienen papeles, ni títulos, son extranjeros, no comparten tu fe…

5.- "¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y
nos explicaba las Escrituras?" (Marcos 9, 40)

Desde la muerte y resurrección de Jesús, vivimos del fuego que abrasa el
mundo: es el fuego que ardía en el corazón de los peregrinos de Emaús
mientras le oían hablar. Y es que, como nos recuerdan las palabras que
Orígenes pone en boca de Jesús: "Quien está cerca de mí está cerca del
fuego; quien está lejos de mí está lejos del Reino".

6.- "Dejad que se me acerquen los niños, no se lo impidáis, porque los
que son como ellos tienen a Dios por rey. Os lo aseguro: quien no acepte
el reino de Dios como un niño, no entrará en él" (Marcos 10, 14-15)

Comprométete con el amor a fondo perdido: con la igualdad de hombres y
mujeres; con los derechos del débil, del pequeño, del que no cuenta; con los
pobres y marginados, los que normalmente no nos interesan, los que
procuramos que no se crucen en nuestro camino, los que no son
"productivos", los que no cuentan para la política ni la economía… Renuncia
a la arrogancia y al orgullo, y ábrete a la gratuidad.