TORTURA
VocTEO
 

Tormento corporal de diversas clases que se inflige a un imputado o a un testigo para obtener la confesión de un delito o sonsacar alguna declaración importante.

Las autoridades políticas legítimas tienen en cierto sentido una especie de monopolio en el uso de la «violencia», cuando éste es el único camino que puede seguirse para controlar la violencia injusta. Sin embargo, el empleo de la «violencia» no puede tener nunca la finalidad de romper la voluntad libre de la persona o de inducirla a realizar algo que vaya en contra de su conciencia sincera. El objetivo de la «violencia» legítima es impedir que uno pueda hacer mal a otros o al bien común. No puede negarse que en el mundo de hoy hay sistemas políticos y dictaduras que pecan escandalosamente abusando violentamente del poder y aplicando leyes totalmente injustas; hay igualmente estructuras carcelarias que lesionan la dignidad y la libertad de las personas con torturas abominables.

Sólo recientemente los hombres de Iglesia, los periodistas y los miembros de Amnistía Internacional han empezado a desenmascarar públicamente uno de los crímenes políticos más torpes: la tortura infligida a los adversarios políticos. La enseñanza común de la Iglesia, al menos en nuestros días, es que las autoridades estatales no tienen nunca, en ninguna circunstancia, el derecho de torturar a las personas.

B. Marra

Bibl.: M. Vidal, Tortura, en DET, 597-598; AA. VV., Tortura y sociedad, Ed. Revolución, Madrid 1982; M. Gómez Ríos, La tortura, en Moralia 1 (1979) 80-87; J. Aldunate, Juicio moral sobre la tortura, en Selecciones de teología 18 ( 1979) 293-296.