TEOLOGÍA POLÍTICA
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Una de las corrientes teológicas que ha caracterizado a la marcha de la teología del siglo xx, ligada especialmente a los nombres de los teólogos J B. Metz y J. Moltmann, ha sido la "(teología política». En su origen, este término indicaba algunos modelos históricos de la relación cristianismo-sociedad. Varrón (116-27 a.C.) distingue entre una teología mística, una teología natural y una teología política; Eusebio de Cesarea elaboró la primera teología política cristiana fundamentada en una teología de la historia. C. Schmitt (Politische Theologie, 1922) remacha el principio de la función legitimante de la religión en su lógica «monoteísta», tesis definida como ideológica por E. Peterson e incompatible con el monoteísmo trinitario cristiano. El proyecto teológico de Metz parte de la idea de ruptura que provoca el cristianismo en la esfera sociopolítica. El problema base es el de mediar la fe en la historia. Con la Ilustración se emprende un proceso imprevisible de la libertad humana que rechaza su vinculación con lo Trascendente y niega una teología metafísica alejada de la conciencia histórica. La tarea crítico-hermenéutica de la teología política es la de reconsiderar los enunciados teológicos y su importancia histórica, desmitologizando y desideologizando a la fe. Las categorías-clave de esta tarea son: la desprivatización de la fe cristiana; la "reserva escatológica» entendida como proyecto contra todo intento de reducir el tiempo a una ecuación de la inmanencia en el olvido del futuro de Dios, una lectura de la secularización cuyos signos contradictorios exigen una «teología del mundo» distinta. La Iglesia tiene la tarea de traducir la verdad de la fe en la historia, ya que es «la instancia de la libertad crítica de la fe», por ser «la memoria peligrosa de la libertad» que encuentra en el acontecimiento Jesucristo su punto de referencia y el horizonte de su autocomprensión. La memoria Jesu Christi es, por tanto, el criterio interpretativo del sentido teológico de la historia. La teología política (o «teología fundamental práctica») es una teología hermenéutica, cuyas categorías ulteriores son: la memoria, la narración y la circularidad teoría-praxis. En el recuerdo peligroso del "acontecimiento Jesús» la fe narra la significatividad de este acontecimiento portador de una historia de salvación. En esa historia la praxis no es una simple verificación de la teoría, sino una atención a la praxis creyente que constituye una reserva de sentido para la historia.

La reflexión de Moltmann parte de la categoría del futuro como nuevo paradigma de la trascendencia: en él la inmanencia del hic et nunc es experiencia del límite que exige lo ilimitado y lo infinito. Esta exigencia encuentra en el futuro escatológico y en la esperanza cristiana su posibilidad anticipada en el Dios de Jesucristo. Es una esperanza que pone de manifiesto al «Dios que será», al «Dios que viene», y que en el Crucificado ha derribado las falsas imágenes de la historia y las representaciones falaces de las esperanzas humanas. En la resurrección la fe lleva a cabo una «revolución», señalando en Dios la potencia del futuro capaz de romper las resistencias de una historia de violencia y de desesperación.

« El Crucificado ha establecido de una vez para siempre este lugar, haciéndose hermano de los que están abandonados, enfermos, encarcelados, humillados y ofendidos. Esto es lo que da su orientación a una teología política ».

C. Dotolo

Bibl.: R. Winling, Ensayos de teología política, en La teología del siglo xx, Sígueme, Salamanca 1987, 208-214; J O'Donnell, Teología política, en DTF, 1484-1489. J B. Metz, Teología del mundo, Sígueme,' Salamanca 1970; Íd" La fe en la historia y la sociedad, Cristiandad, Madrid 1979; J isoltmann. El Dios crucificado, Sígueme, Salamanca 1975; AA, VV , La práctica de la teología política, Sígueme, Salamanca 1978.