RELIGIÓN Y MORAL
VocTEO


La palabra "religión" indica la relación del hombre creyente con el Dios en quien cree (una relación de alianza y comunión, en la religión judeocristiana); este término se usa sobre todo para indicar las diversas formas en que se desarrolla esta relación. Por tanto, se trata de un concepto sobre todo histórico-cultural.

En casi todas las religiones se da una relación entre la esfera religiosa y la esfera moral, aunque sería un error reducir el hecho religioso al hecho moral (y, peor aún, identificar fe y religión), como sucede de hecho en no pocos creyentes y semicreyentes no especializados. Lo cierto es que existen muchos hombres "religiosos" que viven de forma inmoral, por no decir amoral, y hombres que viven fuera de toda religión de forma altamente moral. Sin embargo, la moral cristiana puede definirse sin más como una moral "religiosa», ya que se basa en la alianza, en la sujetividad de un ser humano hecho a imagen y semejanza de Dios, para el que Dios no sólo es la fuente del ser, sino el sentido y el fin último de la existencia; y finalmente, porque el Espíritu Santo es el artífice sacramental de la vida moral cristiana.

Además, la eucaristía es el momento básico de la vida cristiana, incluso en el aspecto moral, en su triple dimensión de memoria, acción de gracias y comunión.

Como consecuencia de una multiplicidad de factores, pero particularmente de aquel fenómeno típico a partir de la mitad del siglo XVIII que suele llamarse "secularización», en el mundo occidental se ha producido hoy una profunda dicotomía entre el culto y la vida, por lo que el hecho religioso, incluso cuando conserva cierta importancia en la existencia individual, está totalmente privatizado y tiende a situarse como un ámbito- aparte, claramente separado de los demás (vida familiar, vida profesional, afectos, intereses...). En este fenómeno ha influido una cierta concepción dicotomizante, en la que la religión constituía el ámbito de las "otras» realidades, trascendentes y separadas, en contraposición al de las realidades profanas.

Reaccionando contra cierta tendencia a absolutizar el valor del compromiso y a minimizar el de las prácticas, la teología contemporánea tiende en general a reconocer en el culto un elemento esencial, no sólo de la experiencia religiosa, sino de la misma experiencia humana en cuanto tal : la necesidad de celebrar es innata en el hombre. La dicotomía entre el culto y el compromiso no sólo es artificial, sino inconsistente y contraproducente; el culto y el compromiso, cuando se entienden rectamente, son dos aspectos diversos, pero correlativos, de la misma actitud interior y el compromiso auténtico tiende espontáneamente a desembocar en la oración, cobrando valor en ella, mientras que la oración desemboca naturalmente en el compromiso y se verifica en él; a su vez, un compromiso entendido de este modo conduce a una oración renovada.

L. Sebastiani

 

Bibl.: S. Consoli, Religión y moral, en NDTM, 1600-1612; J Martín Velasco, Religión y moral, en DETM, 1459-1468; J L. Aranguren, Ética, Revi5ta de Occidente 1962, 163-201; R. Otto. Lo santo, Alianza, Madrid 1980; B, Haring, La vida cristiana a la luz de los sacramentos , Herder, Barcelona 1972.